miércoles, 15 de julio de 2020
BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, 16 DE JULIO DE 1212.
Hace 808 años que se libró el decisivo combate librado entre un ejército formado por los principales reinos cristianos de la península Ibérica, las tropas de Alfonso VIII de Castilla, las de Pedro II de Aragón y las de Sancho VII de Navarra, también participaron voluntarios de reino de León y del Reino de Portugal, y las fuerzas almohades, en el marco del proceso conocido como Reconquista.
Entre 1206 y 1212, los reinos cristianos convencieron al Papa Inocencio III para que proclamase la Santa Cruzada contra el Imperio Almohade, gobernador en Al-Andalus. En esta época, los reinos cristianos europeos estaban luchando en la 4º cruzada, intentando reconquistar Tierra Santa. Muchos caballeros y soldados de fortuna europeos acudieron a la llamada de la guerra contra el infiel en la península y el Rey de Castilla Alfonso VIII, consiguió reunir una fuerza considerable para la época, en torno a los 27.000 hombres, siendo de estos unos: 18.000 castellanos, 8.500 aragoneses al mando de su rey Pedro II, 200 navarros a las órdenes de su rey Sancho VII y 300 voluntarios portugueses, leoneses y ultramontanos. Partieron de Toledo en Mayo de 1212 y tras cruzar Despeñaperros se encontraron frente al ejercito árabe, separados únicamente por la llanura de las Navas de Tolosa.
El ejército cristiano tenía un tamaño ciertamente respetable, pero el gran número de tropas convocadas por el califa almohade Muhammad al-Nasir (Miramamolín para los cristianos) hacía que pareciera pequeño a su lado. Las cifras más exactas hablan de un número de poco más de 20.000 efectivos. Una cantidad mucho mayor que la cristiana.
El 16 de Julio, al alba, comenzaría el combate con un carga por parte de las tropas cristianas. El choque fue brutal, los miles de soldados almohades intentando descabalgar a los jinetes, que avanzaban bajo una lluvia incesante de flechas por parte de la retaguardia musulmana. An-Nasir, contraatacó con el groso de su ejército e intentaron rodear al ejército cristiano gracias a su mayor número de tropas. Cercándose el mediodía en una lucha feroz a campo abierto, las fuerzas cristianas estaban en un punto crítico. Los cadáveres se contaban ya por miles.
Era el momento de dejar paso a la segunda línea cristiana, la cual plantó cara bravamente a las poderosas tropas de andalusíes y regulares almohades. Fue este el episodio más crítico de la batalla, pues los cristianos estuvieron a punto de ser doblegados, envueltos por sus flancos y rodeados, lo que habría supuesto su perdición total. Sin embargo, en este momento de desesperación fue cuando nos encontramos ante el episodio clave que decantó la balanza de la contienda hacia el lado cristiano.
----
EL MUSEO DE LAS NAVAS DE TOLOSA EN JAÉN, RECREA LA BATALLA
Ante la desesperada situación, Alfonso VIII avanzó cargando heroicamente con las últimas y mejores tropas de su ejército entre las que se encontraba la caballería pesada capitaneados en 1º línea por Pedro II, Sancho VII y el mismo Alfonso. Esta valentía quedaría en la historia como la carga de los 3 reyes. Era vencer o morir. La carga de los soberanos rompió la compacta línea almohade creando huecos, rápidamente aprovechados por la infantería cristiana para penetrar entre las filas musulmanas. Provocando innumerables bajas entre los almohades, quienes empezaron a darse por vencidos y a iniciar la retirada. Los monarcas prosiguieron su avance imparable hacia el campamento enemigo donde se encontrarían con la guardia negra de An-Nasir, soldados de raza negra que luchaban junto a los musulmanes. Su estilo de combate se basaba en atarse con cadenas en sus rodillas, y de sus rodillas al suelo o a un poste atado a él. Así simbolizaban su intención de luchar hasta el final. Las cadenas fueron rotas por los hombres de Sancho VII, segando las vidas de quien atadas a ellas estaban. Es por esto por lo que se incorporó el símbolo de las cadenas al escudo de Navarra. Al-Nasir tuvo que huir de su tienda roja a toda prisa en desbandada, junto con su ejército a los que los caballeros cristianos en persecución durante varios kilómetros iban dando caza, mientras se ponía el sol. Así consiguió el ejercito cristiano una victoria decisiva que cambiaría nuestra historia hasta día de hoy. Aunque no supuso el fin del Imperio almohade, este suceso bélico supuso el hundimiento del Imperio almohade y la desintegración de al-Andalus en los terceros reinos de taifas. Gran parte de Andalucía quedó a merced de los cristianos desde su triunfo en este combate.
Fue lentamente el principio del fin de la ocupación musulmana en la península. Solamente quedó el reino nazarí de Granada, como vasallo de Castilla, fundado en 1238 y finalmente, tras una guerra de diez años, derrotados en 1492 por los reyes de Castilla y Aragón.
domingo, 12 de julio de 2020
REINAS QUE GOBERNARON EN ESPAÑA
En Castilla regía el artículo segundo de “Las Siete Partidas” de Alfonso X, que se proclamó por el siglo XIII, según la cual las mujeres, en Castilla, podían reinar si no tenían hermanos varones ya que tenían preferencia sobre los varones de parentesco más lejano. Esto no regía en la Corona de Aragón.
El rey Felipe V, el primer Borbón, en 1713, intentó, sin éxito, establecer la “Lex Sálica” que imperaba en Francia. Con lo cual hubo de promulgar la “Ley de Sucesión Fundamental”, la ley de la Agnación Rigorosa, que solo priva a las mujeres de la sucesión cuando haya legítimos descendientes varones. Según las condiciones de la nueva norma, las mujeres podrían heredar el trono aunque únicamente de no haber herederos varones en la línea principal, hijos, o lateral, hermanos y sobrinos.
Cuando llegó al trono su nieto, Carlos IV se aprobaron en las Cortes en 1789 una disposición para derogar la ley y volver a las normas de sucesión establecidas por el código de las Partidas. Pero esta Sanción llamada Pragmática no llegó a ser publicada hasta que su hijo Fernando VII de España la promulgó en 1830. Es por esto último se cree que Fernando VII volvió a establecer la Ley Sálica, cuando lo que hizo es poner en marcha lo que su padre, Carlos IV había sancionado “La Pragmática”, es decir volver a “Las siete partidas”.
Esta distinción significante entre la Lex Sálica y la Ley de Sucesión es fundamental para comprender la pretensión jurídica del hermano de Fernando VII, el infante D. Carlos, al trono de España al cual tendría legítimamente derecho en función de la Ley de Sucesión Fundamental promulgada por Felipe V , mientras que con la restauración del compendio de Alfonso X, llamado de las Siete Partidas, lo tendría su sobrina Isabel, la que fue Isabel II.
De esta pretensión fue como Carlos se autoproclamó rey de España, con el título de Carlos V, y comenzaron lo que se llamó “Las Guerras Carlistas” en el siglo XIX.
REINAS QUE GOBERNARON EN ESPAÑA
LA REINA URRACA DE LEÓN Y CASTILLA (1081-1126)
Fue la primera mujer que ejerció de forma efectiva el papel de reina “propietaria”, y se trata de un personaje verdaderamente insólito en la Historia del medioevo hispánico, por su condición femenina y por la incidencia que tuvo en los hechos históricos de su época como por las controversias que su persona ha generado después. Sufrió el maltrato físico y psíquico de su marido e incluso de sus súbditos, pero demostró también una fuerza y una determinación indomable que la llevo a ser de nuevo maltratada por la Historia. Hija primogénita de Alfonso VI de Castilla y de Constanza de Borgoña. Contrajo matrimonio en primeras nupcias con el conde Raimundo de Borgoña de quien nacería el futuro Alfonso VII en 1105.
Urraca se convierte en la única heredera a los tronos de León y de Castilla tras la muerte de su hermanastro Sancho. Urraca enviudó y su padre la casó con el monarca aragonés Alfonso el Batallador, intentando evitar disputas ente leoneses y castellanos y garantizar la defensa de sus reinos de la amenaza almorávide. Sufrió la oposición de parte de la nobleza y tuvo tres etapas de reinado diferenciadas por las luchas militares.
Fue anulado su segundo matrimonio por consanguinidad.
BERENGUELA DE CASTILLA (1179 - 1246)
El tercer y definitivo intento de unificar León y Castilla está relacionado con la llegada al poder de otra reina titular: Berenguela de Castilla. Había sido reina consorte de León entre 1197 y 1204 por su matrimonio con Alfonso IX pero el Papa declaró nulo su matrimonio por motivos políticos alegando parentesco (eran parientes en tercer grado). Tras esto volvió a Castilla con sus padres pero sus hijos siguieron siendo legítimos. A la muerte de su hermano Enrique I de Castilla sin herederos, le sucede Berenguela como reina en 1217. En aquel momento, Berenguela era la única heredera del trono de Castilla. Sin embargo, nada más ser nombrada reina, abdicó en favor de su hijo Fernando. Berenguela permaneció en el trono brevemente, tan solo un mes, cedió sus derechos a su hijo, Fernando III, que había tenido con Alfonso IX de León. A la muerte de éste en 1230, Fernando III heredó también León y ambos reinos se unificaron definitivamente bajo una misma corona. Defendió los derechos de su hijo, fue una reina en la sombra. Fue la madre de Fernando III el Santo y la abuela de Alfonso X el Sabio
MARIA DE MOLINA (1264-1321)
Sancho IV estaba casado con María de Molina, que llegó a reinar Castilla hasta en tres ocasiones. Una mujer de una pieza, defensora de la corona contra los buitres que rondaban. Primero reinó junto a su esposo Sancho IV, pero el matrimonio fue considerado nulo al principio y, por tanto, todos los hijos nacidos fueron considerados ilegítimos. Debe luchar junto a su marido por el trono contra los hijos de su hermano fallecido. María de Molina ya viuda, era una mujer fuerte, procuró aplacar a la nobleza, e impidió en varias ocasiones que su hijo Fernando IV fuese destronado.
La peste que, en forma de terrible epidemia, atacó al ejército de sus enemigos e invasores. Esto salvó a Fernando. La mayoría se retiró, y María de Molina triunfó.
Entre 1301 y 1302 María de Molina perdió el control de su hijo. Se vio además desairada por su propio hijo, quien, influido sin duda por
sus nuevos consejeros, le pidió cuentas de su tutoría en las Cortes de Medina del Campo.
El Maestre de la Orden del Temple en el reino de Castilla y León, se dispuso a entregar a María de Molina las fortalezas de la Orden en el reino, más la reina no aceptó tomarlas sin el consentimiento de su hijo el rey.
María de Molina estaba ya descansado de sus funciones cuando muere su hijo Fernando, dejando un heredero, el futuro Alfonso XI. Las Cortes, convocadas en Palencia, decidieron que fuese de nuevo María de Molina quien se encargase de su tutoría. Por ello la reina es llamada por el Consejo de Regencia, lo que acentuó la guerra civil entre las facciones castellanas.
El testamento que la reina dictó, detallaba numerosos legados piadosos. Dispuso el pago de sus deudas y distribuyó numerosas rentas, legados y propiedades. Una reina comparable en decisión y determinación a la gran Isabel I.
REINA JUANA ENRÍQUEZ (1425-1468)
Defendió los intereses de su hijo, Fernando el Católico, y por ello ejerció el poder como lugarteniente general de los reinos de la Corona de Aragón, cuando su esposo se ausentaba, y en Cataluña, de forma permanente. Nació en Medina de Rioseco y murió por complicaciones de cáncer de mama. Reina consorte de Navarra (1447 - 1468) y de Aragón (1458 - 1468), V Señora de Casarrubios del Monte, perteneció al importante linaje de los Enríquez, rama ilegítima de los reyes de Castilla.
Mujer ambiciosa e imperante, fue la segunda esposa de Juan II de Aragón y de Navarra (con el mismo ordinal para ambos territorios), viudo desde 1441, con quien contrajo matrimonio en abril de 1444, contando diecinueve años. Uno de los más grandes deseos de Juana Enríquez, hacia el que tendió hábilmente su política, fue el matrimonio (en octubre de 1469) de su hijo Fernando, de dieciséis años, con Isabel de Castilla, de unos diecisiete. No pudo verlo realizado pues murió antes.
ISABEL I DE CASTILLA (1451-1504)
Está claro que la reina Isabel ocupa un lugar de primer plano en los anales, es por el protagonismo que le tocó ejercer en varios frentes. La unificación de los reinos de Castilla y de Aragón, por su matrimonio con Fernando II, la Conquista de Granada, el logro de la epopeya del Descubrimiento del continente americano y conjuntamente con Fernando dejar la nación en la primera línea de las potencias europeas de la época, modelo político que recogerán y ampliarán los Austrias y que se mantendrá por lo menos hasta la extinción de aquella dinastía, a finales del siglo XVII.
Isabel I de Castilla siempre manifestó y abrigaba el deseo de un poder compartido con su esposo, ejerciendo como una función, no una propiedad. Se elaboró un documento determinando la forma y circunstancia en que se llevaría el ejercicio compartido del poder real. Se firmó el 15 de enero de 1475 anteponiendo las armas de Castilla a las de Aragón. El 28 de abril Isabel entregó a su marido un documento delegando en él sus propios poderes, sin renunciar a ninguno, de tal forma que encontrándose ella presente o ausente pudiera Fernando ejercer las funciones reales. A su vez Fernando el 14 de abril de 1481, cuando entró en posesión de la Corona de Aragón, entregaría a Isabel un documento similar. Este documento figura en los Registros de aquel Archivo con esa fecha. De esta forma se completaba un proceso iniciado en 1369 con la revolución que derribó al rey Pedro I comenzando la dinastía Trastámara.
La Monarquía Hispana surgía como primera forma de organización de un Estado, muy diferente a la concepción que hoy tenemos de esa Institución.
JUANA I DE CASTILLA (1479-1555)
Fue la hija sucesora de los RR CC. Persona conflictiva por su salud psíquica que le hizo enfrentarse a su esposo, a su madre y a no querer gobernar, estableciéndose así lo señalado en el testamento de Isabel I. En Castilla y Aragón se empezaron a preocupar por la salud mental de su heredera. Sobre todo cuando Juana y Felipe están de nuevo en los Países Bajos y se acerca el momento de la muerte de Isabel. Ahí se plantean qué puede suceder en el futuro. Dudaban y les preocupaba la política de Felipe y, ya no la capacidad de Juana para regir, sino su capacidad para impedir que Felipe hiciese algo contra los intereses hispanos. Preocupaba que ella tuviera interés por regir los reinos. Según las leyes castellanas, él iba a ser rey. Muy diferente era el asunto en Aragón. Allí ella no iba a ser reina. El que iba a suceder en todo caso, y aun así las cortes tenían sus dudas, era Felipe. Al morir Felipe el Hermoso, en 1506, Juana enfermó tremendamente y los hechos fueron trágicos. Juana no deseaba el gobierno del reino. Su problemas mentales aumentaban y Fernando la encerró y ella acordó con su padre para que se hiciera cargo de los asuntos de Estado como regente de Castilla, cosa que Fernando dejó en manos del Cardenal Cisneros. Posteriormente después de la muerte de Fernando, el hijo de Juana, Carlos I, mantuvo a su madre encerrada pero no hizo más que ella firmara poderes suficientes para gobernar Castilla en su nombre. Y así fue, ella murió reina. El 12 de abril de 1555 fallecía doña Juana, tras 46 años de reclusión.
ISABEL DE PORTUGAL (1503-1539)
Realmente era reina consorte. Merece ser citada ya que como esposa del Emperador Carlos, además de ser su prima, volvió a demostrar que las mujeres también eran capaces de gobernar. En ausencia de su marido, quien pasó larguísimas temporadas alejado de España, Isabel dirigió los designios de nuestro país con gran diligencia y sabiduría.
MARÍA CRISTINA DE BORBÓN-DOS SICILIAS (1806 -1878)
Fue reina regente de su hija Isabel, la futura Isabel II. Fallecido Fernando VII en septiembre de 1833, su viuda se presentó de forma inmediata a sí misma como Reina Gobernadora. Esta fórmula fue la utilizada en la documentación oficial de la regencia por la minoría de edad de su hija, Isabel.
María Cristina, a pesar de sus tendencias absolutistas, las dificultades generadas por la guerra carlista en el frente, las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el muy moderado Estatuto Real, siendo poyada por los liberales. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837. El Estatuto reconocía a la Corona prerrogativas muy amplias, pero la nueva Constitución imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente.
El fin de la guerra carlista dio alas a la reina gobernadora y a sus más fieles seguidores, los liberales más moderados. La actuación de los progresistas en las ciudades más importantes del país y el escaso apoyo del Ejército para acabar con el movimiento revolucionario urbano de 1840, decidieron a la regente a renunciar a su cargo en Valencia el 12 de octubre de 1840
En el tiempo de su regencia se consumó la crisis definitiva del Antiguo Régimen: desapareció de forma definitiva el régimen señorial, se llevó a cabo la desamortización de las tierras de la Iglesia, se decretó la liberalización de la industria y el comercio, se empezó a racionalizar la Administración, se derrotó al carlismo y, a pesar de la resistencia de la Corona, se consolidó un régimen constitucional con la Constitución de 1837.
ISABEL II (1830-1904)
Fue la primera reina de España, Isabel II y lo hizo por derecho y no como consorte. Pero así como la primera, nombrada La Reina Católica, con un comportamiento conyugal impecable, la segunda Isabel tuvo una larga lista de amantes que no se preocupaba en ocultar. Su reinado fue uno de los más convulsos de nuestra historia. El reinado de Isabel II ha sido, junto con el de su padre, Fernando VII, el peor que ha tenido este país. Uno de los más corruptos. Manipulada por su camarilla de ministros, cortesanos y religiosos, ella buscaría intervenir en la política del país, (llegó a postularse para presidenta de gobierno) y acabó por llegar la revolución de 1868, abdicando en su hijo, Alfonso XII dos años después.
MARÍA CRISTINA DE HABSBURGO (1858-1929).
María Cristina tuvo que asumir la regencia de Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, desde 1885 hasta 1902. La reina, inexperta en los negocios de la política se guio por la sensatez y el equilibrio en sus diecisiete años de regencia. El papel de Cristina en el sistema de gobierno fue más bien anecdótico, ya que no participó en los enfrentamientos entre los partidos.
Durante la regencia de María Cristina de Habsburgo podría hablarse de dos tiempos en el desarrollo de la práctica política de los grandes partidos que se alternaban en el poder.
En sus últimos años de regencia se agravó el problema marroquí y se agudizó la conflictividad social. También surgen los inicios del catalanismo político. Además, la pérdida de las tres últimas colonias hispanoamericanas en 1898 sumió al país en una grave crisis, que evidenció de manera clara la inoperancia del régimen de la Restauración. Su más ferviente deseo era traspasar la Corona a su hijo, deseo que vio cumplido en 1902, cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad y fue proclamado rey de España.
domingo, 28 de junio de 2020
ÚLTIMOS AÑOS DE LA DINASTÍA TRASTÁMARA
Felipe el hermoso y su esposa Juana de Trastámara, prestaron juramento como herederos ante las cortes castellanas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502. Juana era la tercera en la línea de sucesión a la corona, pero habían fallecidos los hermanos de Juana, Juan en 1497, e Isabel en 1498, así como el hijo de ésta, el infante Miguel de Paz 1500, la gran esperanza de los Reyes Católicos. Felipe se marchó a Flandes dejando a su esposa, realmente enferma y con graves desavenencias con su madre. Tanto insistió Juana en ir junto a su esposo, a pesar de que había guerra con Francia, que al fin marchó
Después de la muerte de la reina Isabel en 1504, en cumplimiento del testamento y del juramento efectuado, reinaría su hija Juana en los territorios castellanos, y mientras llegaban los herederos gobernaba Fernando el católico, según lo dispuesto por Isabel.
De vuelta Felipe y Juana a Castilla, con muchas peripecias en el mar, tuvieron que esperar en Inglaterra durante meses, finalmente llegaron a La Coruña en abril de 1505. A medida que Juana y Felipe, a su llegada, se iban internando en el territorio peninsular, se añadían a su séquito infinidad de tropas enviadas por la más alta nobleza.
Fernando no era precisamente bien visto por la nobleza castellana y preferían a Felipe y Juana, esto ya venía desde hace tiempo dadas las medidas que tomaron los RR CC en su día despojando de poder a muchos nobles, incluso de propiedades concedidas, ya que socavaban el poder real y se trataba de medidas correctoras que se hacían como consecuencia de los favoritismos y concesiones del anterior rey, Enrique IV, el hermano de padre de Isabel.
Como consecuencia de la enfermedad de Juana, ya evidente, era necesario un acuerdo honroso para Fernando y que claramente beneficiaría a Felipe, que quedaría como rey de Castilla.
--------------JUANA DE CASTILLA ----------
En Villafáfila, una villa de Zamora es donde firmaron el acuerdo Fernando y Felipe, junio de 1506, y donde se reconoce la enajenación mental de Juana I de Castilla. Fernando renuncia al gobierno de Castilla aunque seguirá administrando las órdenes religiosas y percibiendo la mitad de las rentas de América.
Felipe el Hermoso, quedaba como único rey de Castilla y de León. Fernando, que venía gobernando Castilla en virtud de lo indicado en el testamento de Isabel la Católica y de lo acordado con Juana y Felipe en la Concordia de Salamanca un año antes, se retiraba a sus reinos de Aragón. De modo que, nada más abandonar Castilla, Fernando se dirigió a Barcelona y allí se embarcó con rumbo a Italia. Poco meses duró como rey Felipe, que murió en extrañas circunstancias.
La noticia de la muerte de su yerno le llegó a Fernando cuando se encontraba en Italia, en un pueblo de la bahía de Génova. La reciente conquista del reino, dirigida por el castellano Fernández de Córdoba, se había realizado sobre todo con dinero y tropas también castellanas; ahora, como rey de Aragón, Fernando pretendía integrar el reino italiano en su corona, y justamente por ello temía que se le pudiesen discutir sus derechos.
En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria.
-------FELIPE I (el hermoso)--------
A todo esto, Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, comenzó a dar muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Poco después, el 20 de diciembre, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península. A pesar de todas las presiones que recibió para que desistiera, obsesionada por si alguien pudiera robar el cuerpo de su difunto marido, no cejó en su propósito.
Antes de partir, en la cartuja de Burgos, la reina ordenó que se abriera el ataúd y se expusiera públicamente el cadáver, obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, quien aparecía envuelto en vendajes impregnados en ungüentos y embadurnado por completo en cal para evitar su descomposición, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo de la dramática escena. Cerrado el féretro, se acomodó en una carreta tirada por cuatro caballos y el lúgubre cortejo comenzó su marcha.
Juana y su cortejo no avanzaron demasiado. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, entre otras cosas debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina.
En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por un carro tirado por cuatro caballos en el que iba el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló y, para evitar que en el futuro reclamara sus derechos al trono, y la nobleza castellana la influenciara, (cosa que más adelante intentaron), hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, desde 1509 permaneció en una casona-palacio-cárcel de Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555. Murió siendo reina de Castilla.
-------------------CARDENAL CISNEROS ----------
Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla. Hombre eminente, muy valioso y honesto. Esto demuestra claramente que Fernando nunca se aprovechó del estado lamentable de su hija para enriquecerse o conseguir poder en Castilla.
Tiempo después, para Fernando, había llegado el momento de la venganza contra aquellos que lo habían traicionado apenas un año antes, cuando muchos de sus servidores se pasaron al bando de Felipe el Hermoso nada más llegar éste a Castilla. Para ello el Rey Católico no dudó en valerse de la Inquisición. Así, permitió que el inquisidor Lucero, el Tenebrario, instalado en Córdoba, asolara media Andalucía encarcelando a judeoconversos, muchos de ellos antiguos servidores de la Corona. Conviene recordar que los conversos españoles vieron en la llegada de Felipe el Hermoso una oportunidad de oro para eliminar la Inquisición, o cuando menos para recortar parte de sus atribuciones.
El monarca no pudo llevar a cabo la venganza contra la alta nobleza, por el enorme potencial militar de tan poderoso grupo.
Esta nueva hazaña no frenó el declive físico de Fernando. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa, se rumoreaba que incluso tomaba extraños brebajes para fortalecer su ya caduca virilidad.
El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y concebido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla.
La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura de Cisneros. Hombre de Iglesia y de Estado, Jiménez de Cisneros fue inquisidor general, arzobispo de Toledo e incluso cardenal. Asumió la regencia de Castilla durante la estancia de Fernando en Nápoles, y volvería a desempeñar tal papel desde la muerte del rey hasta la llegada a España de Carlos V. Cisneros utilizó las inmensas rentas que le proporcionaba su extenso y rico arzobispado para una empresa que tuvo mucho de aventura personal: la conquista de la estratégica plaza norteafricana de Orán, un paso más en la expansión imperial española.
Fernando falleció el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”.
El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno y lo estuvo hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla y estaba ya todo encargado para la entronización. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Comenzaban las intrigas de los flamencos, Guillermo de Croy no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517.
Aunque todavía vivía su hija Juana I de Castilla, ella no deseaba gobernar ni podía siquiera, estaba recluida y ya había llegado Carlos, su hijo, con lo cual con la muerte de Fernando y años después Juana, desaparecía la dinastía de los Trastámara.
lunes, 18 de mayo de 2020
HISTORIA DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS
Fue fundada en Jerusalén en 1118 por Hugo de Payns y otros ocho caballeros franceses, con el nombre de pobres caballeros de Cristo.
Nacieron con la finalidad de proteger a los peregrinos que visitaban Tierra Santa, pero pronto su influencia se extendió por todo el mundo cristiano. A diferencia de lo que ocurrió en otros reinos europeos los caballeros del Temple encontraron en la península Ibérica un escenario no muy distinto al de las lejanas tierras de Ultramar. Las peregrinaciones a Roma empiezan a ser sustituidas por las peregrinaciones a Jerusalén y Santiago de Compostela. Crean la una Guía Turística del Camino de Santiago de Ida y Vuelta, (que es el Juego de la Oca)
Los peregrinos estaban sometidos a la voluntad de los saltadores, al cobro de los Portazgos, de los distintos reinos y los ataques de las alimañas. La toma de Jerusalén por los turcos provoca la reacción del Papa Urbano II, que proclama el Concilio de Clermont (1095), donde expone las vejaciones a las que son sometidos los peregrinos y los peligros que amenazan a los Cristianos occidentales.
Urbano II, inicia el discurso con la frase "Deus Vult" (Dios lo quiere). Los Príncipes y Reyes de Europa, se adhieren al llamamiento y queda convocada la I Cruzada.
La I Cruzada se dirige a Jerusalén y lo toman en 1099. En 1100, se proclama como Rey de Jerusalén a Balduino I. Pedro el Ermitaño, arrastró a la lucha por la liberación de los Santos Lugares a gente sin preparación. Sólo la intervención del ejército Cruzado, formado por los franceses y flamencos bajo el mando de Godofredo de Bouillon y su hermano Balduino, consiguieron pasar por Constantinopla, cruzar Asia Menor y tomar Jerusalén en julio de 1099. El Rey Balduino I, había asentado su palacio en una Mezquita, que se había construido sobre la ruinas del Templo de Salomón. Luego cambia su residencia a la Torre de David y los Pobres Compañeros de Cristo, pasan a ocupar toda la mezquita que se levantaba sobre las Ruinas del templo de Salomón, pasando a denominarse, del Templo y a sus caballeros Templarios. Mediante solemnes votos pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia, según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombre venerables: Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. En un principio, quienes tomaron tan santa decisión eran solamente nueve y durante 9 años sirvieron con ropas de seglar y se vistieron con lo que los fieles les dieron en limosna. En 1128, Hugo de Payns, obtiene el permiso del Rey de Jerusalén, Balduino II, para oficializar la Orden. Los Templarios, venían con las cabalgaduras disponibles, a los puertos de Haifa y Tolomeida, a recoger a los Peregrinos que dirigían a Jerusalén. Los Caballeros Templarios, renunciaban a todo tipo de bienes personales, siendo la Orden la Propietaria de todos los Bienes. Las Reglas de la Orden eran una adaptación de las de San Benito, adaptadas a la versión reformada por los Cistercienses Se adopta el hábito blanco, y posteriormente se le añade la cruz roja. La llegada de los templarios a los reinos peninsulares se produjo en fechas muy tempranas. De hecho, en marzo de 1128, la reina de Portugal, doña Teresa, hace una donación, el castillo en Braga. La orden llegó a tener más de veinte mil miembros repartidos entre sus propiedades en Tierra Santa, y las extendidas por gran parte de Europa, producto de donaciones. Gracias a una buena gestión, su riqueza creció hasta límites insospechados llegando a convertirse en importantísimos banqueros capaces, incluso, de conceder préstamos a reyes y nobles. Posibilitaron la circulación de una gran cantidad de plata por Europa. La orden dispuso de suficientes recursos como para financiar la construcción de setenta iglesias y casi ochenta catedrales durante la Edad Media. Sus crecientes desplazamientos de mercancías, tropas y caballos y llegó el momento en que la magnitud del volumen de transporte les inclinó a construir sus propios barcos. Surgieron por lo tanto astilleros, además de buenos puertos y muelles en sus territorios. De hecho, se calcula que el Temple transportaba unos seis mil peregrinos al año a Tierra Santa desde diversos puertos de Europa, y es comprensible que prefiriesen viajar en estos barcos ya que iban escoltados por galeras armadas que les protegían de la presencia de piratas sarracenos en el Mediterráneo. Autorizados y exentos de impuestos aduaneros por bulas papales, también se dedicaban al comercio de especias, tinturas, tejidos, porcelanas, cristales y lana. Esta importante flota operaba mayoritariamente en el Mediterráneo, la ida y vuelta a Tierra Santa. En el Atlántico mantenían un importante tráfico con Inglaterra. A lo largo del Sena dispusieron de una pequeña flota fluvial que conectaba sus casas convento. Sus barcos no estaban sujetos al pago de peaje y ni eran registrados. En el Occidente europeo, la función militar fue sustituida por la económica, aunque en la península Ibérica la función fue doble; por una parte, intervinieron en las campañas de los reyes cristianos contra los musulmanes y, por otra, llevaron a cabo una serie de actividades económicas destinadas a sufragar la guerra en Tierra Santa. La Orden creció rápidamente en los primeros tiempos gracias a las donaciones de todo tipo: tierras, castillos, molinos, ciudades, iglesias, rentas, permisos de explotación. Con frecuencia, los bienes iban acompañados de personas, que ingresaban en la orden como frailes o como donados. Se constituyeron en explotadores modélicos de sus propiedades. El sistema de administración se basaba en las encomiendas. A menudo, sólo trabajaban directamente una parte de sus tierras, las más cercanas y sobre todo las más productivas. El resto lo cedían con diferentes tipos de contratos
Pero la primera participación de la Orden del Temple en una Guerra se realizó en la Península Ibérica. En Tierra Santa habían participado en diferentes escaramuzas. Por entonces la mayoría de la Península Ibérica, se hallaba en gran parte en manos de los Sarracenos. La Orden del Temple, se constituyó como el principal baluarte del Reino de Aragón y el Condado de Barcelona. Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, entra en la orden en 1131.La entrada de los Templarios en la Península, coincide con el reinado de Alfonso I de Aragón y Navarra, el "Batallador ". Para establecerse de forma definitiva en la Península, la Orden recibió del Conde de Barcelona el Castillo Grañena. Fue un gran admirador de la Orden del Temple y decidió crear un Orden similar a la que denominó Orden de Montjoy, que luego se incorporó a la del Temple aportando las inmensas posesiones que tenía en el Sur de Aragón. Alfonso I el Batallador, murió en 1134, durante el asedio de Fraga, dejando el reino sin descendencia legal, pero con testamento de la Corona a las Órdenes del Temple, Hospital y Santo Sepulcro. En 1132, la Orden del Temple era la única Orden reconocida. Los Nobles aragoneses, se oponen al Testamento y buscan una solución con las Órdenes, para que el trono de Aragón no recaiga en Alfonso VII de Castilla, que pretendía la corona ya que era tataranieto de Sancho III el Mayor rey de Pamplona. Se llegó al acuerdo que sucediera el hermano Ramiro, Ramiro II el Monje) y en Navarra fue para García Ramírez, "el Restaurador". Separando de esta forma las coronas de Navarra y Aragón después de cincuenta años, quedando fijadas las fronteras definitivas entre Navarra y Aragón. Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, pronto alcanzaría un acuerdo con los templarios para que colaboraran en la Reconquista: la concordia de Gerona, en 1143. Por ella recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Barberá, Remolins, junto con la Orden militar de Belchite de Lope Sanz. También otorga donaciones de tierras y derechos sobre las conquistas. Según estas condiciones, cualquier paz o tregua tendría que ser consentida por los templarios, y no solo por el rey. Ramiro, hermano de Alfonso tiene una hija que se llama Petronila y es considerada como la legítima sucesora al Reino. Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y señor de Provenza se casa con Petronila, pasando a ser Príncipe de Aragón siendo la reina su mujer, Petronila. La legitimación del reinado exigía la renuncia expresa de las Órdenes que habían sido testamentarias de Alfonso I. La influencia y buena relación de Ramón Berenguer IV con la Orden del Temple, de la que su padre era caballero, allanó la resolución del conflicto. Como en toda Europa, la orden se enriqueció con numerosas donaciones de padres que no podían dar un título nobiliario más que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiásticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas. Por entonces la vieja fortaleza de Calatrava había sido encomendada por el rey castellano Alfonso VII a los caballeros templarios. Al morir el monarca a mediados del siglo XII los templarios abandonaron la fortaleza, aduciendo que aquel promontorio fortificado era indefendible en medio de la estepa castellana si no se contaba con fuerzas suficientes. Como era de esperar, los almohades atacaron la fortaleza toledana, pero el abad Raimundo, del monasterio cisterciense de Fitero, organizó su defensa auxiliado por un monje que había sido caballero, Diego Velázquez. Entre los dos aguerridos clérigos convocaron una cruzada, logrando formar un pequeño ejército que resistió heroicamente el ataque. En recompensa, el rey castellano Sancho III otorgó la plaza de Calatrava a los que llamó la Gran Orden Militar de Calatrava. Los reinos cristianos, eran conscientes del peligro almohade y después de varios choques, Alfonso VIII, firma una tregua, que rompe cinco años más tarde, cuando Alfonso VIII de Castilla y León, se propone tomar Sevilla. Aquí es cuando se produce el famoso Combate de Alarcos, el 18 de Julio de 1195, próximo a Ciudad Real, con una evidente inferioridad numérica del ejercito Cristiano. Fue una humillante derrota, que confirmo las estrategias militares que llevo a la Orden del Temple, a retirarse de la Fortaleza de Calatrava. La orden de Calatrava, perdió el enigmático castillo de Calatrava y numerosas posesiones. Años después,1212, la venganza se consumaba con la victoria de la batalla de Las Navas de Tolosa, el principio del fin del reino musulmán. La Batalla de las Navas de Tolosa, que enfrentó a un ejército aliado cristiano formado en gran parte por las tropas castellanas, las aragonesas y las navarras, contra el ejército Almohade, numéricamente superior. Entre los cristianos estaban varios ordenes entre ellas las del Temple. Un años después se sufre la importante derrota de la batalla de Muret, 1213, donde el Temple perdió para Aragón el imperio tras los Pirineos. Esta batalla marcó el final de la expansión de la Corona de Aragón en la región, y, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-catalán-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de España. El papa, en una bula obligó al Comandante de las tropas del rey francés, ganador de la batalla, Montfort, a ceder la tutela del infante Jaime, que al morir su padre en la batalla quedó huérfano, a los caballeros templarios de la Corona de Aragón. Los templarios se convirtieron en custodios de Jaime I, (luego el Conquistador), en el Castillo de Monzón. Recibieron un tercio de la ciudad en Mallorca por sus campañas y también en Valencia. En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia. En recompensa, recibieron diferentes propiedades. En 1248, Luis IX de Francia, decide convocar y liderar la Séptima Cruzada, pero su objetivo ya no es Tierra Santa, sino Egipto. El propio rey fue capturado. Fueron los templarios, quienes negociaron la paz y prestaron al monarca la fabulosa suma que componía el rescate. Cuando cae Acre, en 1291 ya luchan los últimos templarios. Cambiaron su cuartel general a Chipre, pero la abandonaron por la oposición de sus habitantes. La orden había participado en una revuelta que destronó al monarca Chipriota, en favor de su hermano, esto permitió que la Orden prolongase su existencia unos años más. Fue Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, (no confundir con el marido de Juana de Castilla), quien destruyó la Orden del Temple, pero antes de acceder al trono de Francia en 1285, Felipe ya era rey de Navarra tras casarse en 1274 con la reina Juana I de Navarra. Con lo que nos queda Felipe I de Navarra y IV de Francia, aunque lo de Navarra se lo suelen saltar cuando lo nombran. La historia nos dice que Felipe junto con el Papa Clemente V, tras acusarlos de herejía, el viernes 13 de octubre de 1307, salió a la caza del templario, y encarceló a más de 15000, a los que torturó buscando confesiones, muriendo muchos de ellos en dichas torturas o en la hoguera. De paso, al acabar con el Temple, Felipe se ahorró tener que pagarles la enorme deuda que tenía contraída con ellos. La tradición cuenta que cuando el último gran maestre del Temple, Jaques de Molay estaba siendo quemado a fuego lento, este lazó una maldición; “Clemente V, yo os emplazo ante el tribunal de Dios antes de 40 días, y a vos rey Felipe, antes de un año”. 33 días después de la ejecución, el Papa Clemente V fallecía enfermo, y a los nueve meses, Felipe IV el hermoso, moría por las heridas producidas tras caerse del caballo.
La I Cruzada se dirige a Jerusalén y lo toman en 1099. En 1100, se proclama como Rey de Jerusalén a Balduino I. Pedro el Ermitaño, arrastró a la lucha por la liberación de los Santos Lugares a gente sin preparación. Sólo la intervención del ejército Cruzado, formado por los franceses y flamencos bajo el mando de Godofredo de Bouillon y su hermano Balduino, consiguieron pasar por Constantinopla, cruzar Asia Menor y tomar Jerusalén en julio de 1099. El Rey Balduino I, había asentado su palacio en una Mezquita, que se había construido sobre la ruinas del Templo de Salomón. Luego cambia su residencia a la Torre de David y los Pobres Compañeros de Cristo, pasan a ocupar toda la mezquita que se levantaba sobre las Ruinas del templo de Salomón, pasando a denominarse, del Templo y a sus caballeros Templarios. Mediante solemnes votos pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia, según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombre venerables: Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. En un principio, quienes tomaron tan santa decisión eran solamente nueve y durante 9 años sirvieron con ropas de seglar y se vistieron con lo que los fieles les dieron en limosna. En 1128, Hugo de Payns, obtiene el permiso del Rey de Jerusalén, Balduino II, para oficializar la Orden. Los Templarios, venían con las cabalgaduras disponibles, a los puertos de Haifa y Tolomeida, a recoger a los Peregrinos que dirigían a Jerusalén. Los Caballeros Templarios, renunciaban a todo tipo de bienes personales, siendo la Orden la Propietaria de todos los Bienes. Las Reglas de la Orden eran una adaptación de las de San Benito, adaptadas a la versión reformada por los Cistercienses Se adopta el hábito blanco, y posteriormente se le añade la cruz roja. La llegada de los templarios a los reinos peninsulares se produjo en fechas muy tempranas. De hecho, en marzo de 1128, la reina de Portugal, doña Teresa, hace una donación, el castillo en Braga. La orden llegó a tener más de veinte mil miembros repartidos entre sus propiedades en Tierra Santa, y las extendidas por gran parte de Europa, producto de donaciones. Gracias a una buena gestión, su riqueza creció hasta límites insospechados llegando a convertirse en importantísimos banqueros capaces, incluso, de conceder préstamos a reyes y nobles. Posibilitaron la circulación de una gran cantidad de plata por Europa. La orden dispuso de suficientes recursos como para financiar la construcción de setenta iglesias y casi ochenta catedrales durante la Edad Media. Sus crecientes desplazamientos de mercancías, tropas y caballos y llegó el momento en que la magnitud del volumen de transporte les inclinó a construir sus propios barcos. Surgieron por lo tanto astilleros, además de buenos puertos y muelles en sus territorios. De hecho, se calcula que el Temple transportaba unos seis mil peregrinos al año a Tierra Santa desde diversos puertos de Europa, y es comprensible que prefiriesen viajar en estos barcos ya que iban escoltados por galeras armadas que les protegían de la presencia de piratas sarracenos en el Mediterráneo. Autorizados y exentos de impuestos aduaneros por bulas papales, también se dedicaban al comercio de especias, tinturas, tejidos, porcelanas, cristales y lana. Esta importante flota operaba mayoritariamente en el Mediterráneo, la ida y vuelta a Tierra Santa. En el Atlántico mantenían un importante tráfico con Inglaterra. A lo largo del Sena dispusieron de una pequeña flota fluvial que conectaba sus casas convento. Sus barcos no estaban sujetos al pago de peaje y ni eran registrados. En el Occidente europeo, la función militar fue sustituida por la económica, aunque en la península Ibérica la función fue doble; por una parte, intervinieron en las campañas de los reyes cristianos contra los musulmanes y, por otra, llevaron a cabo una serie de actividades económicas destinadas a sufragar la guerra en Tierra Santa. La Orden creció rápidamente en los primeros tiempos gracias a las donaciones de todo tipo: tierras, castillos, molinos, ciudades, iglesias, rentas, permisos de explotación. Con frecuencia, los bienes iban acompañados de personas, que ingresaban en la orden como frailes o como donados. Se constituyeron en explotadores modélicos de sus propiedades. El sistema de administración se basaba en las encomiendas. A menudo, sólo trabajaban directamente una parte de sus tierras, las más cercanas y sobre todo las más productivas. El resto lo cedían con diferentes tipos de contratos
Pero la primera participación de la Orden del Temple en una Guerra se realizó en la Península Ibérica. En Tierra Santa habían participado en diferentes escaramuzas. Por entonces la mayoría de la Península Ibérica, se hallaba en gran parte en manos de los Sarracenos. La Orden del Temple, se constituyó como el principal baluarte del Reino de Aragón y el Condado de Barcelona. Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, entra en la orden en 1131.La entrada de los Templarios en la Península, coincide con el reinado de Alfonso I de Aragón y Navarra, el "Batallador ". Para establecerse de forma definitiva en la Península, la Orden recibió del Conde de Barcelona el Castillo Grañena. Fue un gran admirador de la Orden del Temple y decidió crear un Orden similar a la que denominó Orden de Montjoy, que luego se incorporó a la del Temple aportando las inmensas posesiones que tenía en el Sur de Aragón. Alfonso I el Batallador, murió en 1134, durante el asedio de Fraga, dejando el reino sin descendencia legal, pero con testamento de la Corona a las Órdenes del Temple, Hospital y Santo Sepulcro. En 1132, la Orden del Temple era la única Orden reconocida. Los Nobles aragoneses, se oponen al Testamento y buscan una solución con las Órdenes, para que el trono de Aragón no recaiga en Alfonso VII de Castilla, que pretendía la corona ya que era tataranieto de Sancho III el Mayor rey de Pamplona. Se llegó al acuerdo que sucediera el hermano Ramiro, Ramiro II el Monje) y en Navarra fue para García Ramírez, "el Restaurador". Separando de esta forma las coronas de Navarra y Aragón después de cincuenta años, quedando fijadas las fronteras definitivas entre Navarra y Aragón. Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, pronto alcanzaría un acuerdo con los templarios para que colaboraran en la Reconquista: la concordia de Gerona, en 1143. Por ella recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Barberá, Remolins, junto con la Orden militar de Belchite de Lope Sanz. También otorga donaciones de tierras y derechos sobre las conquistas. Según estas condiciones, cualquier paz o tregua tendría que ser consentida por los templarios, y no solo por el rey. Ramiro, hermano de Alfonso tiene una hija que se llama Petronila y es considerada como la legítima sucesora al Reino. Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y señor de Provenza se casa con Petronila, pasando a ser Príncipe de Aragón siendo la reina su mujer, Petronila. La legitimación del reinado exigía la renuncia expresa de las Órdenes que habían sido testamentarias de Alfonso I. La influencia y buena relación de Ramón Berenguer IV con la Orden del Temple, de la que su padre era caballero, allanó la resolución del conflicto. Como en toda Europa, la orden se enriqueció con numerosas donaciones de padres que no podían dar un título nobiliario más que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiásticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas. Por entonces la vieja fortaleza de Calatrava había sido encomendada por el rey castellano Alfonso VII a los caballeros templarios. Al morir el monarca a mediados del siglo XII los templarios abandonaron la fortaleza, aduciendo que aquel promontorio fortificado era indefendible en medio de la estepa castellana si no se contaba con fuerzas suficientes. Como era de esperar, los almohades atacaron la fortaleza toledana, pero el abad Raimundo, del monasterio cisterciense de Fitero, organizó su defensa auxiliado por un monje que había sido caballero, Diego Velázquez. Entre los dos aguerridos clérigos convocaron una cruzada, logrando formar un pequeño ejército que resistió heroicamente el ataque. En recompensa, el rey castellano Sancho III otorgó la plaza de Calatrava a los que llamó la Gran Orden Militar de Calatrava. Los reinos cristianos, eran conscientes del peligro almohade y después de varios choques, Alfonso VIII, firma una tregua, que rompe cinco años más tarde, cuando Alfonso VIII de Castilla y León, se propone tomar Sevilla. Aquí es cuando se produce el famoso Combate de Alarcos, el 18 de Julio de 1195, próximo a Ciudad Real, con una evidente inferioridad numérica del ejercito Cristiano. Fue una humillante derrota, que confirmo las estrategias militares que llevo a la Orden del Temple, a retirarse de la Fortaleza de Calatrava. La orden de Calatrava, perdió el enigmático castillo de Calatrava y numerosas posesiones. Años después,1212, la venganza se consumaba con la victoria de la batalla de Las Navas de Tolosa, el principio del fin del reino musulmán. La Batalla de las Navas de Tolosa, que enfrentó a un ejército aliado cristiano formado en gran parte por las tropas castellanas, las aragonesas y las navarras, contra el ejército Almohade, numéricamente superior. Entre los cristianos estaban varios ordenes entre ellas las del Temple. Un años después se sufre la importante derrota de la batalla de Muret, 1213, donde el Temple perdió para Aragón el imperio tras los Pirineos. Esta batalla marcó el final de la expansión de la Corona de Aragón en la región, y, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-catalán-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de España. El papa, en una bula obligó al Comandante de las tropas del rey francés, ganador de la batalla, Montfort, a ceder la tutela del infante Jaime, que al morir su padre en la batalla quedó huérfano, a los caballeros templarios de la Corona de Aragón. Los templarios se convirtieron en custodios de Jaime I, (luego el Conquistador), en el Castillo de Monzón. Recibieron un tercio de la ciudad en Mallorca por sus campañas y también en Valencia. En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia. En recompensa, recibieron diferentes propiedades. En 1248, Luis IX de Francia, decide convocar y liderar la Séptima Cruzada, pero su objetivo ya no es Tierra Santa, sino Egipto. El propio rey fue capturado. Fueron los templarios, quienes negociaron la paz y prestaron al monarca la fabulosa suma que componía el rescate. Cuando cae Acre, en 1291 ya luchan los últimos templarios. Cambiaron su cuartel general a Chipre, pero la abandonaron por la oposición de sus habitantes. La orden había participado en una revuelta que destronó al monarca Chipriota, en favor de su hermano, esto permitió que la Orden prolongase su existencia unos años más. Fue Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, (no confundir con el marido de Juana de Castilla), quien destruyó la Orden del Temple, pero antes de acceder al trono de Francia en 1285, Felipe ya era rey de Navarra tras casarse en 1274 con la reina Juana I de Navarra. Con lo que nos queda Felipe I de Navarra y IV de Francia, aunque lo de Navarra se lo suelen saltar cuando lo nombran. La historia nos dice que Felipe junto con el Papa Clemente V, tras acusarlos de herejía, el viernes 13 de octubre de 1307, salió a la caza del templario, y encarceló a más de 15000, a los que torturó buscando confesiones, muriendo muchos de ellos en dichas torturas o en la hoguera. De paso, al acabar con el Temple, Felipe se ahorró tener que pagarles la enorme deuda que tenía contraída con ellos. La tradición cuenta que cuando el último gran maestre del Temple, Jaques de Molay estaba siendo quemado a fuego lento, este lazó una maldición; “Clemente V, yo os emplazo ante el tribunal de Dios antes de 40 días, y a vos rey Felipe, antes de un año”. 33 días después de la ejecución, el Papa Clemente V fallecía enfermo, y a los nueve meses, Felipe IV el hermoso, moría por las heridas producidas tras caerse del caballo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)
En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...

-
El nombre actual de “Euskal Herria” (Vasconia o País Vasco) aparece en escritos vascos por primera vez en el siglo XVI pero es en el siglo X...
-
LA ORDEN DEL CLUNY La reforma de la Orden de San benito, iniciada por los monjes franceses de la abadía de Cluny, había de tener consecuenci...
-
En 1931, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto anti...