La guerra por la sucesión con Portugal por el trono de
Castilla fue inevitable, estalló y duró cinco años, de 1474 a 1479. Los enemigos de Castilla eran el reino de Portugal, los enemigos de
Aragón, Francia y los que habían sido partidarios del noble castellano
contrario a Isabel Juan de Pacheco. Un personaje importante que dominó la
evolución política de Castilla durante el reinado de Enrique IV y que llegó a
ser maestre de la Orden Militar de Santiago entre los años 1467 y 1474. Fue un
gran intrigante en asuntos de gobierno y el que propagó la idea de que la niña
Juana no era hija del rey Enrique IV, sino de Beltrán de la Cueva, y comenzó a
llamarla “la Beltraneja”.
Su única meta era la de ganar poder y riqueza para
convertirse en grande del reino sin preocuparse de lo demás. Fue favorable al
rey, luego le traicionó en “La Farsa de Ávila”, ridiculizándole y proclamando
rey a Alfonso, hermano de Isabel, y luego seguramente asesinó a Alfonso. Toda
su vida fueron intrigas y ambiciones desmedidas.
Con lo cual hubo un acuerdo importante el llamado “Tratado de los Toros de Guisando”, en el que Isabel quedaría como heredera de la corona de Castilla.
A pesar de las oposiciones y diferentes problemas Fernando e Isabel se casaron. La boda, celebrada en 1469, de la que ya se consideraba como heredera de Castilla y de don Fernando, futuro rey de Aragón, había suscitado inquietudes en Francia y Portugal; aquellas naciones veían con disgusto constituirse un bloque hegemónico en la Península y al morir el rey el 12 de diciembre de 1474 e Isabel se proclamó reina de Castilla y León en virtud de aquellos acuerdos.
Con lo cual hubo un acuerdo importante el llamado “Tratado de los Toros de Guisando”, en el que Isabel quedaría como heredera de la corona de Castilla.
A pesar de las oposiciones y diferentes problemas Fernando e Isabel se casaron. La boda, celebrada en 1469, de la que ya se consideraba como heredera de Castilla y de don Fernando, futuro rey de Aragón, había suscitado inquietudes en Francia y Portugal; aquellas naciones veían con disgusto constituirse un bloque hegemónico en la Península y al morir el rey el 12 de diciembre de 1474 e Isabel se proclamó reina de Castilla y León en virtud de aquellos acuerdos.
Juana la Beltraneja
El importante cardenal don Pedro González de Mendoza, el arzobispo de Toledo don Alfonso Carrillo, el conde de Benavente, el marqués de Santillana, el duque de Alba, el Almirante, el Condestable, el duque de Alburquerque —don Beltrán de la Cueva y muchos pueblos y ciudades, fundamentalmente de Asturias, cuna de la casa de Trastámara y llevan el honor de sentirse herederos de la monarquía visigoda, juran a doña Isabel como reina legítima de Castilla. Pero el duque de Arévalo y don Diego López Pacheco, (hijo del anterior Pacheco), marqués de Villena, se niegan a rendirle homenaje.
Se trataba de resolver el problema que planteaba la presencia de la reina Juana, madre del rey fallecido, que había tenido hijos bastardos. Además dar una solución airosa al futuro de su hija, (la Beltraneja). Los Reyes, de acuerdo con lo previsto en Guisando, exigían el regreso de la reina a Portugal y ofrecían un matrimonio adecuado para Juana, probablemente con Enrique Fortuna, hijo del infante de Aragón, don Enrique.
Los hechos se precipitan, en efecto, cuando el arzobispo
Carrillo, convencido de su poder como hacedor de reyes y sospechando siempre
maniobras para desposeerle, abandonaba la Corte despechado con Fernando.
El importante cardenal don Pedro González de Mendoza, el arzobispo de Toledo don Alfonso Carrillo, el conde de Benavente, el marqués de Santillana, el duque de Alba, el Almirante, el Condestable, el duque de Alburquerque —don Beltrán de la Cueva y muchos pueblos y ciudades, fundamentalmente de Asturias, cuna de la casa de Trastámara y llevan el honor de sentirse herederos de la monarquía visigoda, juran a doña Isabel como reina legítima de Castilla. Pero el duque de Arévalo y don Diego López Pacheco, (hijo del anterior Pacheco), marqués de Villena, se niegan a rendirle homenaje.
Se trataba de resolver el problema que planteaba la presencia de la reina Juana, madre del rey fallecido, que había tenido hijos bastardos. Además dar una solución airosa al futuro de su hija, (la Beltraneja). Los Reyes, de acuerdo con lo previsto en Guisando, exigían el regreso de la reina a Portugal y ofrecían un matrimonio adecuado para Juana, probablemente con Enrique Fortuna, hijo del infante de Aragón, don Enrique.
En Portugal, Juana (la Beltraneja), aunque también se proclama reina de Castilla, está manipulada por su marido, el rey y por los nobles castellanos que en su día eran opositores a Isabel. Este es el motivo real del conflicto.
En el mes de abril, Alfonso V de Portugal enviaba una embajada a Valladolid para anunciar sus propósitos y ordenaba la concentración de su ejército en Arronches; era el comienzo de la guerra, aunque las primeras hostilidades se producen con el levantamiento de Alcaraz, una de las villas que deseaban retornar al realengo. Las operaciones en torno a Alcaraz constituyeron la primera victoria de la guerra para los isabelinos.
En juego estaba el desenlace de la vieja pugna entre la nobleza y la monarquía, la delimitación del ámbito castellano y portugués de navegación en el Atlántico meridional, y el diseño de bloques de alianzas de las potencias europeas: la unión de intereses de Castilla y Aragón, vieja aliada de Francia la primera, habitual enemiga la segunda, hacían trascendental esta definición. Portugal había de actuar en la guerra contando con la alianza de Francia, aunque procurando no dañar sus relaciones con Inglaterra; Castilla y Aragón se incorporarían a la alianza antifrancesa de Inglaterra, Borgoña y Nápoles.
Las hostilidades empiezan en mayo de 1475, cuando tropas
portuguesas pasan la frontera castellana. El rey de Portugal, Alfonso V,
pretende defender los derechos de su sobrina doña Juana, con quien acaba de
contraer matrimonio. Los nobles castellanos hostiles a doña Isabel entran en
rebeldía. La guerra de Sucesión Castellana tiene, pues, un carácter doble de
guerra civil y de guerra internacional. Por su situación geográfica y su empuje
económico, Castilla constituye el eje de la Península. La victoria de uno u
otro bando significaría un desplazamiento del peso político de la nueva
monarquía hacia el oeste y el Atlántico o hacia el este y el ámbito
mediterráneo; lo que está en juego es la formación de un bloque
Portugal-Castilla, que vendría a deshacer el bloque Castilla-Aragón en vías de
constitución. A Francia también le preocupa la unión Castilla-Aragón; por eso
decide aliarse con Portugal.
En los primeros meses de la campaña, los portugueses se apoderan de parte de Extremadura y de Galicia, ocupan Toro y, durante algunos días, Zamora. Cuentan con una invasión francesa por el norte para obligar a los Reyes Católicos a capitular. La reorganización del ejército castellano y la ayuda de Aragón permiten una contraofensiva de don Fernando por tierras de Burgos y, sobre todo, en Zamora. A principios de marzo de 1476, en Toro, las tropas castellanas derrotan a las portuguesas. Alfonso V de Portugal espera restablecer la situación a su favor con la alianza de Francia; pero la renuncia momentánea de Aragón a sus derechos sobre el Rosellón incita a Luis XI, rey de Francia, a retirarse del conflicto. Los reyes de Castilla afianzan su poder, reuniendo Cortes en Madrigal (abril de 1476) y repartiéndose las tareas: don Fernando pacifica la tierra de Zamora, mientras doña Isabel se dirige a Andalucía. En febrero de 1479, don Fernando, que desde hace algunas semanas es ya rey de Aragón por muerte de su padre, derrota a los últimos partidarios de doña Juana en las inmediaciones de Mérida (batalla de Albuera).
En los primeros meses de la campaña, los portugueses se apoderan de parte de Extremadura y de Galicia, ocupan Toro y, durante algunos días, Zamora. Cuentan con una invasión francesa por el norte para obligar a los Reyes Católicos a capitular. La reorganización del ejército castellano y la ayuda de Aragón permiten una contraofensiva de don Fernando por tierras de Burgos y, sobre todo, en Zamora. A principios de marzo de 1476, en Toro, las tropas castellanas derrotan a las portuguesas. Alfonso V de Portugal espera restablecer la situación a su favor con la alianza de Francia; pero la renuncia momentánea de Aragón a sus derechos sobre el Rosellón incita a Luis XI, rey de Francia, a retirarse del conflicto. Los reyes de Castilla afianzan su poder, reuniendo Cortes en Madrigal (abril de 1476) y repartiéndose las tareas: don Fernando pacifica la tierra de Zamora, mientras doña Isabel se dirige a Andalucía. En febrero de 1479, don Fernando, que desde hace algunas semanas es ya rey de Aragón por muerte de su padre, derrota a los últimos partidarios de doña Juana en las inmediaciones de Mérida (batalla de Albuera).
FERNANDO V DE CASTILLA Y LEÓN
Recordemos la intervención de Fernando en el Rosellón y el
envío de tropas de Isabel al conflicto ayudando a Cataluña. La escasa fuerza
militar portuguesa y las consecuencias de la batalla de Toro, marzo de 1476,
consiguió que la unión de los partidarios de Juana se fuera disolviendo. La
famosa batalla realmente tuvo un resultado incierto, ya que Fernando al frente
de sus tropas tuvo una victoria, huyendo el rey portugués, pero luego fue
derrotado sin consecuencias graves, con lo cual ambos bandos se consideraron
vencedores. Pero mientras que Portugal se reorganizaba militarmente, Fernando,
siempre hábil en todos los campos, envió cartas a todas las ciudades de
Castilla y a varios reinos extranjeros, dándoles la noticia de una gran
victoria, en la que las tropas portuguesas habían sido aplastadas. El portugués
se vio forzado a regresar a su reino. Francia se retiró del conflicto y la
guerra se convirtió en batallas navales, donde los portugueses se impusieron y
se libró la batalla decisiva en Guinea. Finalmente la guerra terminó con un
Tratado de paz en Alcácovas, reconociendo Portugal a Isabel y Fernando como
reyes de Castilla y a quedando en manos portuguesas la hegemonía del Atlántico,
salvo las Islas Canarias.Isabel de Aragón
El tratado de Alcáçobas (4 de septiembre de 1479) pone fin a la guerra: doña Isabel y don Fernando quedan reconocidos como reyes de Castilla; doña Juana, la Beltraneja, renuncia a sus supuestos derechos y se la obliga a pasar el resto de su vida en un convento de Coimbra (allí muere en 1530); se arreglan los desposorios del infante don Alfonso, hijo del príncipe heredero de Portugal, con la infanta Isabel, primogénita de los Reyes Católicos; por fin, Castilla acepta la expansión portuguesa en África.
Isabel de Aragón, que nació en octubre de 1470, y su madre, Isabel, por su parte convocó a Cortes en 1476 en Madrigal y allí su hija Isabel fue proclamada heredera a la corona de Castilla al ser ella la primogénita de los reyes de Castilla y al no tener sus padres descendencia masculina.
El matrimonio de la hija de los reyes de Castilla, Isabel con el infante Alfonso de Portugal, que tenía en 1480 solo cinco años, vivía con su abuela, y al año siguiente llegó Isabel de Aragón que tenía unos diez años. La boda se celebró por poderes en 1490. Pero Alfonso de Portugal murió en julio de 1491, al año siguiente de su boda, dejando viuda a Isabel, la hija de los reyes de Castilla.



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