miércoles, 14 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN– Parte 1

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenían los escritos antiguos y mapas de navegación, pero eran reconstrucciones de viajes hechos por hombres de mar que antiguamente habían surcado las aguas. Y de viajeros, casi aventureros, que se habían internado en remotos países, con otras costumbres, diferentes idiomas y comerciado con ellos con productos nuevos en Europa. No sabían tampoco que en sus mapas faltaba la mitad del mundo. Los viajes de los vikingos 500 años atrás eran una quimera, una leyenda, que aunque fuera verdad no habían dejado nada, no hubo aportación de ningún tipo. Desde el centro de Europa, mirando hacia el oriente, un joven genovés con algunos conocimientos de marinería y sabiendo que las riquezas estaban al alcance de cualquier persona decidida y valiente, por humilde que sea, meditaba y calculaba como llegar hacia ese mundo de tesoros y tierras desconocidas, pueblos nuevos para él.
Un genovés de aquella época era una persona resuelta, de gran ambición y fuerza de espíritu como para atreverse a cualquier travesía que indicase posibilidad de negocio, y Cristóforo Colombo era un muchacho terco, ambicioso y dispuesto a aprender y adquirir los conocimientos necesarios para progresar en la vida. Su padre, un humilde tejedor, no disponía de capital suficiente para costear una travesía comercial, pero su hijo no por eso dejaría sus sueños de conocer nuevas rutas, de comerciar y enriquecerse.
Pocos fueron los europeos que fueron a Oriente. Realmente no viajaban hacia allí. Comerciaban con los musulmanes que dominaban todo el comercio oriental. Ellos zarpaban de China y tenían los conocimientos náuticos necesarios, usaban la brújula y conocían los caminos y dominaban perfectamente la tierra y las aguas. Desde la India hasta el centro de Europa era dominación musulmana, realmente eran el centro del mundo conocido. Traían oro de Filipinas, sedas y especias de China, esclavos y riquezas de todo tipo. Todo aquello que Europa pagaba y necesitaba. La riqueza que los habitantes acomodados de las ciudades europeas y los comerciantes, reyes y nobles disfrutaban, reclamaban todo aquello que cada vez era más caro. Las especias eran fundamentales en esos tiempos. Necesarios para conservar y dar sabor a los alimentos. La ruta de la seda y la ruta de las especias eran formas de comercio para abastecer en Europa a las clases medias y acomodadas. También era necesario el oro y las piedras preciosas e incluso los esclavos.
Dos siglos antes, tan solo un comerciante ávido de conocimientos y de mundo, Marco Polo, llegó a las lejanas tierras de China, conoció al Agha Khan, el hombre más poderoso y rico jamás conocido. Su fortuna sería más importante que la de cualquier rey europeo. Marco Polo escribió sus memorias describiendo sus viajes y lo que vio y conoció.
Después, un joven genovés, hijo de un humilde tejedor, poseedor de una gran determinación y ambición de conocimientos, soñaba con surcar los mares y llegar a ver pueblos y tierras desconocidas, comerciar con ellos, abrir nuevas rutas. Cursó estudios de geografía y cultura general. Pudo emplearse con los pescadores genoveses y con los comerciantes marítimos. Amplió sus conocimientos con la práctica y con el tiempo fue a Oriente, hasta China. Poseía un ejemplar del libro de Marco Polo, era lo que le inspiraba. Colón tenía una idea clara del Mediterráneo pero una vaga idea de África y Asia.
Lo que había sido la capital romana de la cristiandad en oriente, Constantinopla, que durante siglos había soportado asedios y luchas para su conquista, cayó en manos musulmanas en mayo de 1.453. Ese hecho cambió la historia de la humanidad de aquellos tiempos. Esa ciudad era por entonces el centro de la cultura, la religión y el comercio. Su ubicación la hacían fundamental para el control marítimo con oriente. Génova, una ciudad-estado vio perder sus colonias cayendo en manos musulmanas. Peligraba el comercio de Europa occidental. Evidentemente había que encontrar un camino alternativo.
Colón que era joven por entonces pudo presenciar el ocaso de Génova. Tuvo entonces la certeza de que su porvenir ya no estaba allí y a los 25 años se marchó en una expedición comercial, esta vez no a Oriente sino a Occidente. Jamás volvería a su tierra.
Portugal fue su destino. Los portugueses eran grandes marinos, viajaban lejos de su tierra y habían descubierto islas lejanas, ricas y abundantes de productos valiosos en Europa. Colón se volcó hacia la expedición marina portuguesa por la costa africana. Buscaban oro y esclavos y desarrollaban nuevas técnicas de navegación. Hoy podemos suponer que seguramente habían llegado a Terranova, pero no tenemos confirmación de eso. Por entonces era habitual no difundir información de nuevos sitios descubiertos como caladeros o tierras. Los marinos comerciantes y pescadores ocultaban para sí cualquier posibilidad de enriquecerse. Para Colón el ambiente de los marinos portugueses era lo que necesitaba para adquirir nuevos conocimientos. Todo aquello era perfecto para aquel joven genovés. Conocían perfectamente los instrumentos marinos, usaban una buena cartografía, sabían aprovechar los vientos de aquellas zonas. En una batalla naval frente al Cabo de San Vicente su barco naufragó y fue de los pocos que lograron salvarse. Llegó como naufrago a Portugal en 1477. Allí pasó nueve años, no sin dificultades. Luego se ganó la vida un tiempo vendiendo mapas cartográficos y cartas de navegación. Entró en contacto con las casas genovesas que controlaban el comercio con Inglaterra y Flandes. Se casó con la hija de uno de los primeros colonos de Porto Santo y se convirtió en un comerciante acomodado. Viajó por la ruta africana y llegó hasta Guinea. En el tiempo que pasó con los marinos portugueses aprendió a conducir un navío, a aprovecharse de los vientos de la costa africana, a leer y confeccionar cartas de navegación. Seguramente Colón ya pensaba que la tierra era esférica y hay varias hipótesis que hablan de la demostración que obtuvo de este hecho. Una es que el destino quiso que pasase un tiempo en las islas portuguesas del Atlántico y allí se encargó del cuidado de un marinero moribundo, que le contaba como su embarcación había sido llevada por las corrientes desde el Golfo de Guinea hasta el Caribe. Este hombre confió su secreto a Colón porque le escuchaba y creía en sus palabras. La historia confirmaba su teoría de poder llegar a Oriente navegando siempre hacia Occidente. Otra es que los chinos viajaron por gran parte de los océanos y dejaron constancia escrita de ello. Esos mapas fueron ocultados durante siglos por el emperador, pero es posible que algunos comerciantes venecianos que visitaban tierras chinas le hablaran a Colón de estas cartas.
Pero su obsesión era viajar para encontrar oro y especias, también comerciar con sedas, alfombras y diversos productos orientales. El oro lo había visto conseguir fácilmente en África al conocer pueblos donde abundaba generosamente. En las costas africanas vio llegar por mar maderas y frutas de lugares lejanos. Cosas que no eran del allí, seguramente las traían las corrientes del océano a saber de dónde. También viajó a las islas Británicas y a Islandia. Allí pudo ver dos cadáveres con la cara chata, como de chinos, pero quizá fueran esquimales. Pero para Colón cada vez todo se iba aclarando con más fuerza. Los mares traían cosas de Oriente y fue elaborando su hipótesis; no era necesario ir por las rutas conocidas a Oriente, se podía ir por Occidente. Le resultaba evidente su teoría de ir a Oriente. Pero sabía que eso era muy costoso y complicado.
En el siglo XV la gente culta sabía que la tierra era redonda. Colón calculaba que habría unas 3.000 millas náuticas de mar abierto para llegar a Oriente desde Europa. Sus expectativas de presentar un proyecto serio y fundamentado al rey portugués necesitaban del aval de un erudito. De Florencia tuvo el respaldo que necesitaba, Toscanelli aprobaba la teoría de Colón. Era cartógrafo y científico de reputada consideración.
En 1.484 presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó muy impresionado. Lo consideró seriamente, no obstante era algo demasiado extraño para entonces. Se formó una comisión de expertos que estudió detenidamente la posibilidad, pero finalmente no lo aprobó. Portugal tenía por entonces un plan más lógico, ir por el sur, por la costa africana. De hecho ya lo estaban realizando. Y en realidad Portugal llegó a Oriente antes que nadie. En 1488 llegaron a rebasar el Cabo de Buena Esperanza, el extremo meridional de África. Vasco da Gama llegó en 1.498 a Oriente. Por eso en Portugal hay monumentos a Vasco da Gama y no hay un monumento a Colón.
Eso hay que buscarlo en el país que realmente realizó la gesta, España.

martes, 13 de septiembre de 2022

ÁLVARO DE MENDAÑA Y NEIRA

(Congosto, Castilla y León, 154 –  Islas Salomón, octubre de 1595) fue un navegante español que llevó a cabo dos expediciones al océano Pacífico descubriendo las islas Salomón y las islas Marquesas.
En 1565 el navegante Pedro de Ahedo ya había planteado la idea de realizar un viaje al océano Pacífico en busca de las míticas islas Salomón, que fue puesta bajo el mando de Álvaro de Mendaña, que en ese momento era administrador de la encomienda de León de Huanuco, (Perú)
La expedición partió del puerto de Callao (Perú) el día 19 de noviembre de 1567. Estaba formada por dos naos mercantes. El 15 de enero de 1568 divisaron la isla de Nombre de Jesús, pero ante la imposibilidad de recalar, prosiguieron su ruta, arribando el 9 de febrero a Santa Isabel (islas Salomón), donde establecieron su centro de operaciones.

Álvaro de Mendaña mantenía buenas relaciones con los nativos de la isla Santa Isabel. Se trata de un archipiélago de Oceanía situado al sudoeste del océano Pacífico y al este de Papúa Nueva Guinea, que en la actualidad forma parte de la Mancomunidad Británica de Naciones y cuyo territorio pertenece a la Melanesia.
Llegado el mes de agosto, y considerando la precaria situación de la flota y la escasez de suministros, Mendaña tomó la determinación de regresar a América y organizar, tiempo después, una nueva expedición mejor equipada, por lo que en 1571 regresó a la Península buscando una vez más el apoyo del Consejo de Indias. Existió un encuentro entre Mendaña y el soberano Felipe II, y le expuso sus planes con respecto al archipiélago de las Salomón. Durante su estancia en Madrid, Álvaro mantuvo un romance con la hermana de Miguel de Cervantes. No llegaron a contraer matrimonio.
Al año siguiente consiguió por fin llegar a un acuerdo con la Corona para poner en marcha su proyecto colonizador, firmándose las nuevas Capitulaciones en las que se le hacía adelantado de las islas Salomón. Embarcó y llegó a Panamá a finales del año 1576, donde fue detenido y encerrado en el calabozo por orden de Gabriel de Loarte, presidente de la Real Audiencia de esa ciudad. Fue acusado de reclutar hombres para su jornada sin contar con la preceptiva licencia; quedó en libertad tiempo después, siguiéndose instrucciones del Rey.
Esperando su momento, Mendaña se enroló en la armada aprestada para detener al corsario Francis Drake que, entre noviembre de 1578 y febrero de 1579, había realizado ataques y saqueos en la costa.

Durante veinticinco años Mendaña intentó hacer un segundo viaje para colonizar las islas Salomón. Aunque tenía la aprobación del rey, se encontró con el rechazo de las autoridades coloniales, descontentas con los resultados del primer viaje. Fue el nuevo virrey, García Hurtado de Mendoza, quien patrocinó la nueva expedición. Se organizó como una expedición privada donde el virrey aportaba los efectivos militares, en tanto que Mendaña convencía a mercaderes y colonos para participar en la aventura. El objetivo era establecer una colonia en las islas Salomón impidiendo que los piratas ingleses encontraran un refugio en el Pacífico desde donde pudieran atacar las Filipinas o la costa americana.
Cuando en 1593 el viaje a las Salomón parecía ya una realidad inminente, cruzó el estrecho de Magallanes el corsario Richard Hawkins, irrumpiendo en diferentes poblaciones del litoral. Mendaña aprestó entonces la flota y puso al frente de la misma a Beltrán de la Cueva y Castro, que en combate naval derrotó a los ingleses en 1594, en la bahía de Atacama, al noroeste de Quito (Ecuador).
Zarpó por fin del puerto de Callao el 9 de abril de 1595. En este segundo viaje hacia el Pacífico Sur, el objetivo era establecer una colonia en las islas Salomón, por lo que el pasaje alcanzaba cerca de cuatrocientas personas, incluyendo mujeres y niños.
Se internaron mar adentro, divisando el 21 de julio la isla de la Magdalena, (mundialmente conocida a través de las pinturas del genial Paul Gauguin), decidiendo seguir viaje por las islas cercanas, aproximándose a San Pedro, Dominica, y Santa Cristina. Bautizándolas con el nombre de islas Marquesas de Mendoza. Las islas Marquesas son el mayor archipiélago de todos los que conforman la actual Polinesia Francesa.
El 5 de agosto partieron hacia el oeste en busca de las islas Salomón, localizando el 20 de agosto el grupo de San Bernardo y La Solitaria. El 8  de septiembre atisbaron La Huerta, Recifes, y la Santa Cruz. Viendo las posibilidades que ofrecía Santa Cruz para su colonización y el buen trato dispensado por los nativos, decidió fijar allí un asentamiento permanente, estableciéndose en la bahía Graciosa, dictando normas tendentes a regular su gobierno y decretando la inviolabilidad de los derechos y propiedades de los naturales. Tenía un delicado estado de salud. El paso de los días estaba haciendo mella entre los pasajeros por no alcanzar las tan añoradas islas de Poniente. Las habladurías fueron acrecentándose hasta llegar a constituirse dos facciones: una de apoyo a Mendaña y su familia política y otra de apoyo al maese de campo, quien abogaba por abandonar la isla y proseguir la ruta marcada.
Pedro Merino Manrique y sus partidarios, utilizaron como medida de presión el saqueo de los poblados, alentando con ello al levantamiento de los nativos en contra de los españoles, y forzar así la salida de la isla. Cuando la situación era ya imposible de reconducir, se adoptaron medidas realmente drásticas. Mendaña ordenó entonces que se ejecutase a los cabecillas. Y a pesar de que se tomaron medidas ejemplarizantes, tal y como era de esperar, la agresión de los aborígenes hacia los peninsulares fue imposible de contener.
La malaria, mientras tanto, seguía debilitando la salud del preclaro marino, que falleció el 18 de octubre de 1595, a la edad de cincuenta y tres años, siendo enterrado con todos los honores en la iglesia allí construida. En sus últimas voluntades el descubridor nombró gobernadora de la expedición a su esposa.
Hago un alto aquí para recordar a la primera mujer Almirante de la Armada Española, Isabel Barreto. El 18 de octubre de 1595 Isabel Barreto se convertía en Adelantada de las Islas Salomón y del Poniente, Gobernadora de la Colonia de Santa Cruz, Capitana General y Almirante de la flota de su Majestad Felipe II. Esta navegante gallega es considerada la primera mujer con el cargo de Almirante de la Marina Española.
Se cree que 
Isabel Barreto nace en Galicia alrededor de 1567, desde donde se traslada con su familia al Virreinato de Perú, en donde pasaron a formar parte de la alta sociedad de Lima. Es allí donde conoce al famoso Álvaro de Mendaña con el cual se casa en 1586. La novia aportaba una cuantiosa dote que les resultaría de gran utilidad para financiar la expedición que les dio la fama y marcó su destino. Ella tenía 19 años, Álvaro 44.
Continuamos… Haciéndose eco del sentir generalizado de los expedicionarios y siendo consciente del significativo número de bajas producidas a causa de enfermedades infecciosas, dejaron la isla el 18 de noviembre, poniendo rumbo a las Filipinas.
En el transcurso de la travesía, el 10 de diciembre desapareció la galeota San Felipe, de la que se perdió la pista. Diez jornadas después corrió la misma suerte la fragata Santa Catalina, y que hacía agua carcomida por la bruma, y en la que se custodiaba el féretro con los restos de Álvaro de Mendaña.
La capitana San Jerónimo avistó tierra el 14 de enero de 1596, pero por una serie de complicaciones se produjo el desembarco el 11 de febrero, donde había una gran expectación y fueron recibidos por las autoridades Filipinas.
El archipiélago del Pacífico en Oceanía es ahora un paraíso fiscal que pertenece a la Commonwealth británica y cuyo idioma oficial es el inglés, pero las islas fueron descubiertas por Mendaña de Neira en 1567. Con aquel descubrimiento, el Imperio Español alcanzaría su mayor gloria y expansión, tras las sucesivas expediciones de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, Miguel de Urdaneta, Jofre de Loaisa, Álvaro de Mendaña.
Mendaña y sus hombres las bautizaron con el nombre bíblico de Islas Salomón en honor a la leyenda de la tierra mítica que circulaban desde hacía siglos, el país de Ofir, un puerto-región mencionado en la Biblia célebre por sus riquezas.
Durante siglos se sostuvo que el rey Salomón recibía cada tres años durante su reinado un cargamento de oro, plata, sándalo, piedras preciosas, marfil, monos y pavos reales de Ofir. Esta leyenda pobló la imaginación de aventureros y navegantes y numerosas conjeturas entre ellas las de su ubicación en Asia, hasta que el viaje de Mendaña, trasformó la imaginación por la realidad, al situar las costas del archipiélago en el mapa y en las cartas náuticas y establecer la ruta para llegar hasta ellas. Su nombre, “Salomón”, quedó como vestigio de aquella creencia, a pesar de que no encontraran ni oro, ni plata.
El ”Mar del Sur” culminaba el sueño de Cristóbal Colón, interrumpido por el enorme continente americano: establecer el camino definitivo entre las Indias; Catay y Cipango por vía marítima con Europa.
El Museo Naval homenajea aquella fantástica epopeya de cinco siglos con una exposición que reúne más de 170 piezas entre mapas, retratos, diarios de viaje, sextantes y otros instrumentos de navegación de la época y modelos de los navíos que se emplearon, y que detalla no sólo los sucesivos viajes y los descubrimientos geográficos del XVI al XX, sino también su alcance y calado, como el impacto comercial y científico que tuvieron las sucesivas expediciones.
Fueron dos siglos de predominio mundial y naval sólo compartido con los portugueses, en los que el Imperio Español de los Austria se erigió como la potencia mundial hegemónica.
Sin embargo, el fin de los Austrias no significó el fin de la expansión española en el Pacífico.
 

domingo, 11 de septiembre de 2022

BARCELONA - 11 DE SEPTIEMBRE DE 1714

 Acabada la guerra de Sucesión en España en 1713 y firmado el Tratado de Utrech, retiradas las tropas inglesas y sus aliados, las Cortes catalanas debían decidir si se entregaban a Felipe V, tal como habían pactado una semana antes los representantes imperiales y borbónicos en el Convenio de Hospitalet. La Diputación de Cataluña proclamó la resistencia. La nobleza se opuso prestando obediencia a Felipe V. También el clero y las ciudades de Vich y Valls. La Diputación editó un folleto en el que se justificó seguir la lucha, no por defender la secesión sino por un estado federal y por la lucha de la libertad de España.

Las tropas borbónicas sitiaron Barcelona a finales de julio de 1713. en las luchas por ambos bandos se cometieron atrocidades, quemados, torturados, etc.

En abril de 1714 comenzó el bombardeo de Barcelona por la artillería borbónica que no pararía hasta su rendición, que se produciría el 14 de septiembre de 1714.
Ese día se rindieron las tropas catalanas en Barcelona a las del rey Felipe V, terminando así su lucha por conseguir que el ya Emperador Carlos de Habsburgo fuera rey de España, en contra del rey Felipe V. No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes. Los catalanes austracistas no eran separatistas, al contrario, presumieron de ser los más españoles de todos.
Durante el sitio de Barcelona por las tropas de Felipe V, todos, sitiadores y sitiados, ven claramente que la ciudad tiene los días contados porque el asedio es poderoso y los límites de la resistencia de los defensores están a punto de alcanzarse. Por ello, sus propias autoridades lanzan un último llamamiento a los defensores y demás habitantes de Barcelona para que acudan a las murallas rotas para el esfuerzo final. Pero al poner un plazo para ello y la condición de que aparezcan fuerzas suficientes para continuar la lucha, están revelando que lo que desean es agotar la última posibilidad y llegar a negociaciones sobre los términos de la rendición.
Proclaman sus deseos con un escrito que finaliza así:
“Derramar su sangre por su rey y por la libertad de toda España. Dado en la Casa de la Excelentísima Ciudad residente en el portal de San Antonio, estando presentes los citados Excelentísimos señores y personas asociadas, a 11 de septiembre, a las 3 de la tarde, de 1714.”
Por entonces no existía el derecho individual de cada uno para elegir en cada ocasión en qué bando luchar. Por lo tanto, hubo súbditos de Felipe V que, por decisión propia, se convirtieron ante él en reos de Lesa Majestad al haberse puesto de parte de los que querían arrebatarle la corona. Y fueron castigados conforme a los estándares europeos de aquel siglo XVIII. Las instrucciones precisas de Felipe V sobre el trato que debía dar a los resistentes cuando la ciudad cayera, en las que se decía que “se merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo para todos mis otros súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión”.
Así como el rey castigó la deslealtad, premió la lealtad de diversos modos. Por ejemplo, Cervera (Lérida) fue agraciada con la única universidad autorizada en Cataluña, y el escudo de Murcia recibió un león coronado que sujeta una flor de lis y un lema laudatorio, en reconocimiento del apoyo que había prestado al rey. Honores similares fueron concedidos a otras localidades españolas.
Como se suele decir, “Después de un incendio, no se dejan rescoldos”. Y eso ha pasado siempre después de una guerra.
Por supuesto que todo es cuestionable y en una guerra cada bando tiene sus razones para luchar, pero hoy en día se cuenta una historia falsa en algunas provincias y por algunos medios, y esto es lo que pretendemos, contar el porqué lucharon los catalanes después de terminada la Guerra de Sucesión Española en 1713 con la firma del Tratado de Utrech.
La fecha en Cataluña es la celebración de lo que se llama "la Diada", día de Cataluña. Bien mirado están celebrando una derrota

BATALLAS NAVALES CONTRA INGLATERRA

En el siglo XVI, existió en España una clara rivalidad. Está claro que los ingleses son maestros en esconder sus derrotas o minimizarlas que casi son vencedores épicos. 
Seguramente, si echamos las cuentas veremos que somos quizá el país que mejor le ha ido en su lucha contra Inglaterra, sumando todos los encuentros.
Repasemos un poco. La Gran Armada, que los ingleses, y hasta los españoles llaman “La Armada Invencible” no fue derrotada militarmente. Sólo hubo una lucha realmente, la llamada “Batalla de Gravelinas” la única relativamente importante de la expedición y duró nueve horas. Dos naves tuvieron accidentes, mientras que otro, el María Juan, llegó a hundirse: el único que lo haría. A media tarde se desencadenó un violento temporal mientras los españoles estaban cada vez más indefensos, contra los ingleses y contra el viento que les arrastraba. Medina Sidonia se dispuso a volver a aguas españolas. Incluso este sencillo plan también se planteaba difícil. Se inició así un largo y penoso viaje de retorno, durante el cual muchos hombres perdieron la vida y varias decenas de barcos se fueron a pique.
Resumiendo la “Gran Armada” se retiró debido al temporal sin lograr sus objetivos y la armada inglesa también se batió en retirada hacia su isla.
Los pequeños arañazos alcanzados por los ingleses fueron transformando los barcos en ruinas flotantes por las tempestades. En realidad, de los aproximadamente 130 barcos que componían la Armada Española al salir, regresaron a España unos 95 y hasta los mismo ingleses esperaban su retorno. Entre los españoles hubo 1.000 muertos y 800 heridos.
Esto es la gran victoria por la que brindan: que los españoles tuvieran que dar media vuelta debido al temporal y a la imposibilidad de combate. Y es que más que una victoria Inglesa fue un cúmulo de desastrosos contratiempos.
Pero en la pérfida Albión, no hubo festejos, sino las epidemias y la hambruna que habían poblado la costa, exhaustas por el estéril sobresfuerzo.
Por entonces Felipe II reina en España. De aquella guerra los episodios más reconocidos son la Gran Armada Española y la Contra-Armada Inglesa. Con un resultado pésimo en ambos casos. Se propagó durante siglos que la Gran Armada Española fue vencida. La diferencia, la gran diferencia, fue que la Monarquía Hispánica se rehízo con rapidez del desastre pero Inglaterra se sumió en un pozo muy profundo del que tardó más de dos décadas en salir una vez finalizada la guerra. Ocurre que los acontecimientos en torno a la “Gran Armada”, sólo se entienden en el marco de la Guerra anglo-española de 1585 a 1604. Al sacarlos de contexto se deforma mucho la realidad, sería semejante a hablar de la Segunda Guerra Mundial y detenerse en la caída de Francia en 1940, sin mencionar otras importantes batallas como Midway, Stalingrado, o el desembarco de Normandía. Además, fue una guerra con un desenlace y tratado favorable a España.
Pero ¿qué pasó en Cartagena de Indias? ¿En Tenerife? ¿  Y dónde dejamos a Veracruz, Atacames, Cádiz o la victoria holandesa de Raid del Medway? Anteriores tenemos la Incursión Castellana de 1380, cuando Fernando Sánchez de Tovar logró penetrar por nada menos que hasta el Támesis.
-La Guerra de las Armadas (1585-1604). La reina “Virgen” Isabel I termina derrotada y hundiendo a Inglaterra junto con su Contra Armada.
-Isla Flores, fue una batalla difícil de olvidar para la pérfida Albión.
-La Guerra del Designio Occidental o ‘Western Design’ (1655-1660). El impulso de Oliver Cromwell. Felipe IV reina en España.
- Guerra del Asiento desde 1739. Un capitán español capturó una nave inglesa dedicada al contrabando en el mar Caribe. Se desata la Guerra de la Oreja de Jenkins.  Llega un flota de 186 buques, con 27 600 hombres, armada con 2000 cañones, en marzo de 1741 junto a la costa de Cartagena de Indias, un contingente armado solo comparable  a las fuerzas aliadas en el desembarco de Normandía. La plaza estaba defendida por unos 700 hombres y Blas de Lezo. Como sería de vergonzosa la derrota inglesa que el rey inglés prohibió que se escribiera sobre ello.
Existen bastantes batallas que los ingleses no quieren recordar. Y por esas cosas de nuestra querida España, aquí tampoco las recordamos. Las derrotas sí que las recordamos, o nos las hacen recordar, en libros, películas y utilizando la proverbial candidez de nuestros gobernantes e instituciones.
En España no ha existido el interés por leer y estudiar estos episodios. A cualquier inglés o español al que le rápidamente pidamos que cite tres derrotas de la Armada Española, si conoce un poco la historia dirá que son: la Armada Invencible, Trafalgar y la Guerra de Cuba. Pero en cambio sí hiciéramos lo mismo sobre la escuadra ingles no habría respuestas.

CASTILLO DE TORIJA – GUADALAJARA

Es donde ahora se ubica el Centro de Interpretación Turística de Guadalajara. La fortaleza perteneció a la poderosa familia Mendoza quienes ...