sábado, 24 de septiembre de 2022

ALFONSO VII EL EMPERADOR (1105-1157).



Fue hijo de la reina Urraca I de León y del conde Raimundo de Borgoña. Tenemos que contar algo de sus ascendientes. Su abuelo, Alfonso VI era el heredero legítimo de la corona de León otorgada por su padre y también rey de Castilla ganada en batalla a su hermano Sancho, y lo hace en el famoso Juramento en Santa Gadea. Alfonso VI no había tenido hijos varones pese a que se había casado varias veces, y al final de su vida se unirá con Zaida, concibiendo de la misma a Sancho, hijo fuera del matrimonio, lo que desplazaría a su hija Urraca de ser la heredera, pero Sancho muere a los 14 años, lo que convierte a Urraca nuevamente en heredera al trono. En febrero de 1093, Urraca contrajo matrimonio con Raimundo de Borgoña, y el nacimiento de Alfonso Raimúndez, (el que sería Alfonso VII), creó esperanzas. Pero su padre murió en 1107. Con lo cual Alfonso VI decidió casar a la viuda Urraca con el monarca aragonés, Alfonso I de Aragón “el Batallador”, que no tenía hijos. Se casaron poco antes de fallecer Alfonso VI en 1109, el Batallador quedaba como monarca de Aragón, de Navarra y ahora rey consorte de León y Castilla. El acuerdo que tenían los esposos era que si no tenían hijos toda la herencia de ambos pasaría al hijo de Urraca, pero si tenían descendencia, toda la herencia sería del vástago en común, de manera que el bloque galaico-borgoñón (la Galicia de los Borgoña), perdería su influencia en la corte, al verse desplazado por los vasallos del aragonés y sus partidarios castellanoleoneses. Esto creó rechazo en parte de algunos hacia el Batallador.
Alfonso I de Aragón 
pretendía controlar Castilla marginando a Urraca lo que le ganó opositores, pero pronto se organizó una fuerte oposición. El matrimonio fracasó en su objetivo de reforzar la estabilidad interna y externa, que llevaron al país a la guerra civil. La orden de Cluny, la nobleza, Enrique de Borgoña gobernante portugués  y los magnates gallegos se opusieron a la unión con Aragón, el clero y la nobleza castellana apoyaron a Urraca, y la burguesía era partidaria del Batallador. La definitiva separación de ambos cónyuges pondría fin a la misma, pero en realidad era que Alfonso I no estaba dispuesto a gastar sus energías luchando por un reino que se mostraba contrario, y menos cuando la taifa de Zaragoza estaba por conquistar. Además, él seguía ejerciendo el control sobre varias comarcas de Castilla e incluso retenía varias plazas, incluso Burgos.
A principios de 1110 la reina y el rey discutieron tan gravemente que doña Urraca optó por abandonar León. Alfonso formó un ejército para arrasar Castilla. Los nobles gallegos habían secuestrado como protección al príncipe Alfonso.
Una traición de su hermanastra consiguió que Urraca se reconciliase con su esposo. La reina Urraca se entrevistó con los nobles gallegos, acordó el perdón para todos y la proclamación de Alfonso VII que fue coronado rey de Galicia, en septiembre de 1111 con lo que se conseguiría la paz. El púber tenía 6 años todavía.
El Batallador, furioso contra su mujer, atacó a la comitiva gallega que transportaba al niño Alfonso hacia León. El obispo Diego Gelmírez pudo escapar hacia Galicia llevándose consigo a su nuevo rey. Hacia la primavera de 1112, Urraca pudo reunirse con su hijo en Galicia, y se enfrentó a su esposo, que se declaró enemigo de los castellanos.
Y en mayo de 1117, Diego Gelmírez y Urraca, firmaron el llamado pacto del Tambre, que puso fin a los conflictos bélicos y que consolidó el futuro de su hijo Alfonso en el trono castellano.
Alfonso, un joven ya de veinte años, se armó caballero en Santiago en 1124, lo que significó la retirada de Urraca que murió dos años después.
Alfonso VII fue reconocido como rey en Galicia y León. Alfonso VII fue debilitando a su padrastro que todavía tenía varias plazas. Pero consiguió expulsarlo de Burgos en 1127 y con ello el Batallador fue perdiendo interés por Castilla. El imperio almorávide se derrumbaba y la taifa de Zaragoza y se convertía en posible para Aragón, con lo cual llegaron al Acuerdo de Támara, julio de 1127, por el que Aragón abandonaba Castilla.
El conde de Barcelona Ramón Berenguer III quería una alianza, mediante el matrimonio entre su hija, Berenguela y el rey castellano.
 Alfonso VII.
Muere en 1134 de Alfonso I el Batallador. En el testamento cedía el territorio a las Órdenes Militares, suscitando un fuerte rechazo por parte de la nobleza y generándose un grave conflicto en Roma.
Mientras en Navarra, el rey García Ramírez no acata el testamento de El Batallador. Y para asegurar su posición, se alineará con Alfonso VII, a fin de contrarrestar cualquier maniobra aragonesa.
Consigue Alfonso la adhesión de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y cuñado de Alfonso VII, de Armengol de Urgel, de Alfonso Jordán de Tolosa, de Guillermo de Montpellier, y de los condes de Foix o los de Pallars, y el 25 de mayo de 1135 con la solemne coronación del leonés-castellano como “Imperator Totius Hispaniae”.
Ningún obispo portugués estuvo presente en la coronación imperial.
El nacimiento en 1136 de Petronila, hija del rey de Aragón (Ramiro el monje), se la  considera  ideal para matrimoniar con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, cuyo matrimonio daría nacimiento con el tiempo a la Corona de Aragón en la persona de Alfonso II, el Casto, el hijo de ambos Se unen en una sola testa la corona de Aragón y el condado de Barcelona. . Para Alfonso VII este matrimonio supone un auténtico triunfo para su política de equilibrio respecto a la amenaza aragonesa, dado que es su cuñado y aliado.
Alfonso no se olvida de los musulmanes y en 1143 ataca Córdoba y Sevilla, y en 1144 Almería.  Zafadola, noble andalusí, hijo del último rey taifa de Zaragoza, y vasallo de Alfonso VII de León, junto con sus hijos, había reconocido a Alfonso VII de León el Emperador como rey ofreciéndole vasallaje. Alfonso VII tuvo como meta la creación de un Al-Ándalus gobernado por Zafadola tributario de la monarquía castellanoleonesa y opuesto a la presencia almorávide en la península ibérica. El asesinato de Zafadola en 1146 frustró cualquier intento de los planes de Alfonso VII.
Alfonso toma Almería, enclave desde el que operaban piratas. En 1145, Tasfin, el último líder almorávide, caía abatido, los almohades toman Sevilla y Alfonso VII en mayo ataca la piratería de Almería, que se rendirá el 17 octubre 1147.
Los almohades  toman Córdoba en junio 1149, y recabando la lealtad de los reyezuelos andalusíes. Aunque Alfonso tenía musulmanes comprometidos a él, las acometidas almohades se sucedieron debilitando a Alfonso.
Ramón Berenguer IV, el esposo de Petronila de Aragón, no podría detener al bloque aragonés y del condado de Barcelona, en caso de arremeter contra Navarra. Para evitarlo, el rey navarro García V procuraría mejorar las relaciones con Ramón Berenguer IV y Petronila y serían  los padres del futuro Alfonso II, el Casto.
En 1150 falleció el monarca pamplonés García Ramírez y Alfonso VII firma, en enero de 1151, con Ramón Berenguer el Tratado de Tudilén, por el que se acuerda repartir el reino de Pamplona y se reconoce a Aragón el derecho de conquista sobre Valencia, Denia y Murcia.
El prestigio de Alfonso VII comenzaba a disminuir, y la larga campaña por retener Almería no iba sino a debilitarle aún más. En julio de 1157, los almohades toman Almería y será precisamente durante la retirada hacia Toledo, cuando el rey Alfonso VII muera. Era el 21 de agosto de 1157, y con su muerte, los reinos vuelven la división de la Corona. Sus hijos Fernando II fue rey de León y  su otro hijo Sancho III ocupó el trono de Castilla.
Durante el reinado de Alfonso VII acontecen hechos importantes en nuestra historia medieval. Un período de la historia cuyo mejor conocimiento podrá ayudarnos a conocer y comprender mejor los avatares de la Reconquista.

martes, 20 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Última parte

 CUARTO VIAJE. Colón salió de Sevilla el 3 de abril de 1502 con 4 naves y 150 hombres y llegó a la isla “La Española”  el 29 de junio. El 17 de julio desembarcó en la actual Honduras. No encontró oro ni especias, perdió 2 barcos y sufrieron enfermedades tropicales.
Un mes después; el 14 de septiembre lograron alcanzar el cabo al que Cristóbal Colón bautizó como “Gracias de Dios”. Este evitó que sufrieran los peligros de las constantes tormentas. Exploraron de igual forma la desembocadura de un río en Guatemala; aunque este provocó que una de las naves se hundiera junto con todos sus tripulantes.
Descubrieron, con el contacto con los nativos del área, que estos eran los indígenas más desarrollados de todos los encontrados.
LA REINA ISABEL Y COLÓN 
Continuaron su viaje y desembarcaron en Panamá, donde decidieron fundar un fuerte en orillas del río Veragua. En este lugar iniciaron contacto con los nativos de la región y comenzaron a intercambiar oro por baratijas traídas del viejo mundo. Comenzaron la construcción de casas al poco tiempo de encontrarse en el área; aunque pronto esto tuvo que parar debido al clima insoportable de la zona y a que el cacique buscaría atacarlos por no querer que estos edificaran junto al río.
Allí encontraron un gran bahía, una entrada que daba un paso hacia oriente. Pensó que había dado con un foso que abriría el paso al para cruzar por mar hacia el otro lado. El pasaje llegaba solo hasta una laguna, hoy llamada Chiriquí. Se marcharon de allí y durante más de dos meses navegaron por un mar embravecido. Las naves estaban en un estado lamentable. Se refugiaron unos días, arreglaron como pudieron las embarcaciones y penosamente regresaron en lo que es la entrada del canal. Si hubiera explorado por tierra junto al río hubiera visto el otro lado y descubierto el océano Pacífico.
Cristóbal Colón decidió navegar a la Española, dejando a un grupo de hombres en el fuerte; aunque estos fueron rápidamente atacados y solicitaron a Colón irse con ellos y evitar un error como el sucedido en el Fuerte Navidad.
Aunque lo tenía prohibido se dirigió rumbo a “La Española” y encontraron unas islas pequeñas llenas de tortugas a las que llamó “Islas Tortugas” (hoy en día conocidas como Islas Caimán). Tomó rumbo hacia Cuba y tuvo que encalar sus barcos para salvarlos en una bahía de Jamaica el 25 de junio de 1503 en donde embarcaron las dos carabelas que les quedaban; aunque estas ya estaban muy destruidas, debieron permanecer allí casi un año.
Abandonados a su suerte y con sus naves estropeadas por la tormenta en la playa de Santa Gloria, él y su tripulación de unas 20 personas estaban sobreviviendo gracias a los trueques con los nativos, que los iban alimentando a la espera de que alguien les recogiera.
Se les intentó rescatar pero el nuevo gobernador de La Española, Nicolás Ovando, no lo permitió. La ayuda no llegaba y, hartos de atenderles, los indios les dejaron de abastecer comida. En ese momento, Colón pidió hablar con el jefe de los nativos y le aseguró que el Dios de los cristianos era muy vengativo y estaba muy molesto porque no alimentaban a su gente, y les avisó de que la Luna se teñiría de sangre y llamas y que el Sol no saldría más. Él navegaba con brújulas pero no sabía cómo funcionaban. Se guiaba por las estrellas.
La amenaza se convirtió en real para los aborígenes y una imponente Luna rojiza llenó de pánico al poblado, que volvió a dar comida a los navegantes de Colón a la desesperada y con el temor de que no volvieran a ver más la Luna tal y como la conocían. Colón fingió que pactaba con Dios que éste les devolviera la Luna brillante y blanca y calculó con sus instrumentos astronómicos el fin del eclipse, tras lo que consiguió salvar a sus tropas.
La realidad es que Colón tenía conocimientos astronómicos y por eso viajaba con un almanaque publicado en Alemania. Así, pudo saber que el 29 de febrero se viviría un eclipse lunar y supo sacar provecho de su predicción ante la ignorancia de los aborígenes en conocimientos astronómicos. Los nativos agradecidos los alimentaron y ayudaron hasta su partida al Caribe el 29 de junio de 1504. Un año había estado allí hasta que fue rescatado.
Méndez de Segura escribió los detalles de este último viaje y fueron publicadas en 1825 por Martín Fernández de Navarrete en el libro "Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV".
Cristóbal Colón sabía de navegación, hablaba varias lenguas según cuenta Consuelo Varela, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España.  Era un hombre con una gran capacidad de aprender. El Almirante era un aficionado a la astronomía y se sabe que en sus viajes llevaba consigo un calendario de eclipses: el almanaque Regiomontano, que fue confeccionado por el astrónomo y matemático alemán Johann Müller (1436-1476), cuyo apodo era precisamente "Regiomontano", que proviene de la traducción latina del nombre de la ciudad alemana donde nació: Königsberg y que significa (Montaña real o Montaña Regia).  Los calendarios y almanaques impresos eran extremadamente populares en los siglos XV y XVI y proporcionaban a la gente los conocimientos básicos necesarios para planificar sus rutinas diarias.
Finalmente; el 29 de junio de 1504, con la ayuda solicitada a Santo Domingo, fueron  rescatados con dos carabelas y llevados a La Española. El 12 de septiembre del mismo año, luego de muchas complicaciones, lograron emprender el regreso a España; dando por finalizados los viajes de exploración de Colón. Los que pudieron regresar llegaron el 7 de noviembre de 1504 a Sanlúcar de Barrameda.
LOS REYES Y COLÓN 
Veinte días después de su llegada, moría la reina Isabel.
De Cádiz pasó a Sevilla, de ahí a Segovia y de aquí a Valladolid tratando de entrevistarse con el rey Fernando el Católico para comentar el resultado de sus últimas expediciones y para negociar los privilegios que habían sido rebajados ostensiblemente por los Reyes sin contar con el Descubridor. Nunca lo consiguió.
Al llegar a Valladolid se empezó a sentir mal y sufrió un ataque al corazón.  Colón murió, sin honores, en Valladolid en 1506, a los 55 años de edad. Luego sus restos fueron trasladados a Sevilla y de allí a Santo Domingo, luego a La Habana y a Sevilla de nuevo, en donde reposan actualmente dichos restos o parte de ellos porque en Santo Domingo reclaman que los restos que poseen son los verdaderos.
Pero la vida lo llevó más allá de sus sueños, donde la pasión se hace materia. Una vez más el destino quiso estar a favor del hombre que marcaría con su gesta un punto épico de la humanidad, que muriese con su deseo cumplido.
Aunque los hechos eran todavía más inconmensurables, más grandiosos que lo previsto, realmente había llegado a un continente desconocido en el resto del mundo.
Juan De La Cosa, que participó en siete de los primeros viajes a América y dibujado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano. En 1499 le fue permitido organizar una expedición por las costas de Guayana y lo que hoy es Venezuela, en la que le acompañaron Alonso de Ojeda y Américo Vespucio. Con estos conocimientos elaboró para los Reyes Católicos el primer mapa en el que aparece el continente americano, obra fechada en 1500 en el Puerto de Santa María. Reflejó los resultados de los descubrimientos de Colón, Ojeda, Vasco da Gama, Pedro Alvares Cabral, Vicente Yáñez Pinzón y Juan Caboto, acertando al suponer que las tierras descubiertas en el norte y el sur de América estaban unidas formando una única masa continental; Cuba aparece identificada como una isla, en contra de lo que creía Colón; y el contorno de África está dibujado por primera vez con su forma correcta.
Américo Vesùcio, un florentino amigo de Colón, fue el encargado de decir a la vieja Europa que las tierras halladas por Colón no eran las asiáticas, sino que formaban parte de una "cuarta pars" del mundo a la que daría su nombre involuntariamente. Este hombre también murió sin conocer los efectos de su revolucionaria noticia.
Había viajado a las Indias con Colón en 1497 y luego en mayo de 1499. En esta segunda expedición, dirigida por Alonso de Ojeda, siguió la ruta del tercer viaje de Colón.
Según parece realizó varios viajes más, cuatro al servicio de Portugal
Lo cierto es que en 1504 se publicó en Augsburgo el opúsculo Mundus Novus (Nuevo Mundo), donde se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, “Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi”, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.
Tan extraordinarias revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien decidió editar en 1507 las cartas de Vespucio junto a su Cosmographiae Introductio. En su prefacio escribió: "Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres."
El nombre de América empezó a difundirse por Europa. Y le fue concedida la naturalización en los reinos de Castilla y León por el rey Fernando el Católico

lunes, 19 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Parte 6 -

 TERCER VIAJE.  Los descubrimientos de Colón plantearon a los reyes algunos problemas como el de la incorporación de las Indias a la Corona de Castilla y su derecho a ocupar nuevas tierras. Del primer viaje realmente se trajo la gran noticia del éxito de la llegada a unas tierras desconocidas, pero había que realizar nuevas expediciones. Con el segundo viaje se vio que Colón no era todo lo buen gobernante que se esperaba de él.
A pesar del descubrimiento de las nuevas tierras, a estas alturas ya se había comprendido que no eran las Indias buscadas, no se habían encontrado las riquezas esperadas y la Corona persistía en buscar por occidente la “Ruta de las especias”. Las informaciones de la falta de esas riquezas originaron grandes dificultados para la organización del tercer viaje. También influyó las informaciones de las duras condiciones que había que soportar por los marineros en el viaje y por los colonizadores ya en tierra. Desapareció el entusiasmo para enrolarse en las tripulaciones. Solo se aparejaron 8 naves y se consiguió reclutar solamente a 228 hombres para la tripulación. Los Reyes tuvieron que recurrir a indultar la pena de quienes tuvieran delitos pendientes a cambio de servir en Indias; durante dos años, si el delito era de muerte o herida, o durante un año, si había sido menor. Muchos de los del crimen, como los llamó Bartolomé de Las Casas, embarcaron en este viaje.
En el tercer viaje, las dos primeras carabelas, la Pinta y la Niña zarparon el 30 de mayo de 1498, desde Sanlúcar de Barrameda directamente hacia la Española, para llevar refuerzos. Las otras seis, bajo el mando del Almirante, se hicieron a la mar el 30 de mayo del mismo año. Una vez en Canarias, Colón envió otras tres naves para que fueran también a la Española y se quedó con una nao y dos carabelas para poder realizar nuevos descubrimientos. Iba decidido a hallar otra Tierra Firme (recordemos que pensaba que Cuba lo era), más al sur. Bajó así con su flotilla hasta los 10° de latitud norte y el 31 de julio descubrió la isla Trinidad, frente a Venezuela. Pasó al Golfo de Paria y descendió hasta las bocas del Orinoco. Recorrió la Península de Paria, que consideró isla, y bautizó con el nombre de Gracia, hasta que al ver su longitud, sus habitantes y los animales, confirmó que estaba en Tierra Firme. Desde la costa de Paria enrumbó hacia la Española y desembarcó en Santo Domingo el 31 de agosto de 1498. Aquí acabaron los descubrimientos de Colón en su primer gran ciclo (faltaría naturalmente el cuarto y último viaje), pues los problemas de la colonización de la Española impidieron que realizara otros durante varios años. Colón se encontró Santo Domingo en una situación deplorable. Durante su ausencia se habían sublevado los indios contra el gobierno de su hermano Bartolomé Colón y, finalmente, los mismos españoles, dirigidos por el alcalde Francisco Roldán. El Almirante temió que los desórdenes de la colonia perjudicaran más su prestigio y se apresuró a negociar con Roldán un acuerdo aceptando sus condiciones de dar una amnistía a los sublevados y libertad para regresar a España, si lo deseaban. Incluso tuvo que ratificar a Roldán en su cargo de Alcalde, como si nada hubiera pasado. El Almirante autorizó los repartimientos de tierras de indios e incluso el servicio personal de los mismos, dos reivindicaciones de los roldanistas. No consiguió detener el descontento, sin embargo, por lo que tuvo que actuar con autoritarismo. Ordenó medidas disciplinarias, apresó a los más levantiscos y mandó ahorcar al cabecilla. Todo esto demostraba su torpeza para dirigir la colonia. Colón no lograba ni riquezas ni siquiera el orden necesario entre las gentes. Todo esto lo comunicó a los monarcas, enviando un navío con algunos hombres con noticias y alguna riqueza conseguida. Pero los reyes entendieron que desobedeció las ordenes de la corona al enfrentarse agrediendo a los indígenas rebeldes que no querían trabajar en las condiciones que impuso, y vender a algunos como esclavos, cosa que Isabel había dejado claro en su voluntad de que se tratara a los indios como súbditos de Castilla. Algunos de los hombres que habían retornado acusaron a Colón de mal gobernante.
En 1499 los monarcas deciden poner fin al monopolio que tenía Colón sobre las navegaciones a las Indias.  El 27 de agosto de 1499 llegó Francisco de Bobadilla con poderes de los reyes y 500 hombres armados. Dio libertad para coger oro, pagó los sueldos atrasados, vendió tierras e hizo repartimientos. Llegaba un nuevo orden, y de manos de un funcionario real. Las acusaciones contra el Almirante llovieron a raudales y el Juez tomó puntual nota de todas, sin permitir que Colón hiciera sus descargos. Finalmente metió en una carabela a los tres hermanos Colón (Cristóbal, Bartolomé y Diego) los encarceló en un barco el 15 de septiembre y los envió encadenados a la península a mediados de octubre, llegando a Cádiz el 25 de noviembre de 1500.
Todo el trabajo de Colón y sus anhelos terminaron. Fue encerrado y encadenado, y con grilletes llegó a España, pues no quiso que se los quitaran durante el viaje. En la travesía escribió una extensa carta a los reyes. Éstos mandaron inmediatamente poner en libertad al Almirante y le pidieron que fuese a Granada. Allí le expresaron su desagrado por todo lo ocurrido. Colón volvió a gozar del favor real, pero no le restituyeron sus enormes privilegios. En 1501, Colón tuvo la gran amargura de ver que los Reyes Católicos nombraban un Gobernador para la isla Española, fray Nicolás de Ovando. A Colón se le seguía reconociendo su patrimonio y, lo que es más importante, su gran calidad de marino, de Almirante, pero no su capacidad de organizar y gobernar una colonia de españoles e indios, ni el monopolio de ser el único descubridor. No se le restituyó a Colón sus cargos, pero se le encomendó un nuevo viaje. Recuperó su libertad pero ya había perdido todo su prestigio. Los monarcas ya no confiaban en Colón nada más que como navegante. A partir de ahora su objetivo sería el de descubrir tierras desconocidas pero no colonizarlas. Y ofrece el negocio a otros navegantes y empresarios para nuevas expediciones. Además se enteró que los portugueses habían ganado la carrera a las Indias ya que Vasco da Gama había regresado en septiembre de 1499 de un viaje a la India, tras haber navegado hacia el este alrededor de África, es decir, navegación de cabotaje.
Los viajes que la corona castellana permitió se desarrollaron entre 1499 y 1519. Alonso Ojeda y Américo Vespucio fueron algunos de ellos, éste último es a quién se le considera el primer europeo en comprender realmente que las tierras descubiertas por Colón conformaban un nuevo continente. Llegó hasta Venezuela y tuvieron noticias sobre las riquezas que luego fueron investigadas después por Vicente Yáñez Pinzón que se convirtió en el primer europeo al que se le debe considerar el verdadero descubridor del Brasil.
Mientras el nuevo gobernador de las indias estableció un sistema de trabajo, las “encomiendas”, los indios debían lavar el oro o sacarlos de la mina y estaban al cargo de un español que debía cristianizarlos.
Volviendo a Colón debemos recordar que llegaría el primero además del continente americano, que él seguía identificando como algún lugar de Asia, es decir, las India, y no como un nuevo continente. Además, Colón descubriría territorios de gran importancia, como la isla de Trinidad, la actual Venezuela y el potencial perlífero de la isla de Margarita.
No obstante Colón que era un buen marino y conocía bien la cartografía sacó algunas conclusiones en su tercer viaje sobre la esfericidad de la Tierra que se aproximan a la realidad. De Hecho escribió: “Yo siempre creí que la Tierra era esférica; las autoridades y las experiencias de Ptolomeo y todos los demás que han escrito sobre este tema daban y mostraban como ejemplo de ello los eclipses de luna y otras demostraciones que hacen de Oriente a Occidente, como el hecho de la elevación del Polo de Septentrión en Austro.
Mas ahora he visto tanta deformidad que, puesto a pensar en ello, hallo que el mundo no es redondo en la forma que han descrito, sino que tiene forma de una pera que fuese muy redonda, salvo allí donde tiene el pezón o punto más alto; o como una pelota redonda que tuviere puesta en ella como una teta de mujer, en cuya parte es más alta la tierra y más próxima al cielo. Es en esta región, debajo de la línea equinoccial, en el Mar Océano, el fin del Oriente, donde acaban todas las tierras e islas...”  Esto está en la carta de Colón a los Reyes Católicos.


domingo, 18 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Parte 5 -

Colón regresó de su primer viaje y  arribó a España, después de su famosa entrevista con el rey portugués, (marzo de 1493), y se fue a descansar dos semanas a la Rábida. Allí esperó su audiencia en la corte que fue al año siguiente.

En su paso por las tierras de España, reconquistadas a los musulmanes, muchos hombres se le ofrecían a Colón para enrolarse en un nuevo viaje. Gentes jóvenes que habían sentido la guerra y eran hijos de soldados de reyes que habían luchado contra los árabes. Entre esos muchachos estarían los grandes conquistadores que luego fueron, Francisco Pizarro y Hernán Cortés.El relato de Björn Landström, sobre el recibimiento de Colón por parte de los Reyes Católicos en Barcelona, es muy ilustrativo respecto a lo que sucedió: "Se engalanó la ciudad como para una fiesta, y cuando el Almirante y su séquito llegaron a las afueras, lo recibieron altos cortesanos. Al penetrar en el salón del trono se levantaron los soberanos, y cuando Colón quiso arrodillarse y besarles la mano, hicieron que se levantara y sentara en una silla cerca de ellos. Colón fue el único al que se le permitió permanecer sentado en su presencia.
Entonces les hizo el relato del viaje y de las islas con su fresca vegetación y sus habitantes desnudos... Les presentó a los indios casi desnudos, quienes rezaron el Ave María y se santiguaron. Sus hombres traían jaulas con cacatúas, grandes ratas indias y pequeños perros que no podían ladrar. Abrieron barriles con extraños pescados en salazón y arcas con algodón, áloe, especias y pieles de grandes iguanas. Les mostraron arcos, flechas y porras, y el Almirante les habló de los caribes devoradores de carne humana o caníbales, y de las sirenas frente a Monte Christi, pero aseguró que no había visto ninguno de los monstruos que los cosmógrafos creían existentes en las islas al fin de la tierra. Luego les mostró el oro: coronas de oro, grandes máscaras decoradas con oro, ornamentos de oro batido, pepitas de oro, polvo de oro. Los soberanos se arrodillaron, y con ellos todos los presentes, dando gracias a Dios que había puesto estas cosas en sus manos. El coro cantó un Te Deum, y las crónicas dicen que todos los ojos se llenaron con lágrimas de indescriptible alegría".

Colón vivió su momento de mayor esplendor y gozó durante este tiempo de todo el favor real. Los reyes se mostraban contentos con su hazaña, alegría que aumentó tras la dictación de las bulas de donación por parte del papa Alejandro VI. Para Isabel era la oportunidad de ampliar el cristianismo y para Fernando era la gran demostración del poder de España en Europa y estaba dispuesto a la conquista completa de aquellas tierras.
Los acontecimientos que sobrevinieron después sobrepasaron a Colón. Desde Roma se dirigió una bula para los reyes y también nombra en ella a Colón. El Papa bendecía la gesta y aprobaba la conquista que se organizaba, a cambio de que se difundiera la cristiandad por el nuevo mundo y también controlaría las riquezas. Comenzaría entonces la explotación de las nuevas tierras. Colón había logrado su sueño. Recordó la fuerza de una pasión que tuvo desde joven, cuando por entonces pudo presenciar el ocaso de Génova. Tuvo la certeza de que su porvenir ya no estaba allí y a los 25 años se marchó en una expedición comercial, esta vez no a Oriente sino a Occidente. Jamás volvería a su tierra.
Dieciséis años después de su partida de Génova para Colón su objetivo había sido cumplido, había logrado lo que pensaba desde hacía años. El 15 de marzo de 1493 llegó Colón a España de vuelta de su impresionante viaje en el que al principio nadie confiaba. Había logrado el favor de los Reyes Católicos, nada menos. Pero todo esto lo iba recordando, a su vuelta del viaje, a medida que iba viendo como la noticia y fama de su gesta le sobrepasaba. Los reyes, la nobleza, el propio papa y los navegantes y aventureros, todos hablaban y escribían sobre ello.
Había que organizar un segundo viaje, más elaborado y planificado.
El nuevo viaje partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493, saliendo de Hierro el 13 de octubre y llegando la isla Guadalupe el 4 de noviembre, descubriendo Puerto Rico y Jamaica.
En este segundo viaje iban unos 1.200 hombres. Llevaban caballos y ganado bovino, también semillas de trigo y otras. Se hizo en prosecución de tres objetivos: socorrer a los españoles del fuerte de la Navidad; continuar los descubrimientos, tratando de alcanzar las tierras del Gran Khan; y colonizar las islas halladas anteriormente. Se reunió una fuerza formidable de casi mil quinientos hombres (800 soldados, religiosos, profesionales, campesinos y hasta soldaderas), que fue preciso embarcar en 17 barcos; 14 carabelas y tres naos. Todo esto se hizo en poco más de cuatro meses gracias al Obispo don Juan Rodríguez de Fonseca, a quien los Reyes encargaron la empresa. No en vano Las Casas dijo de él que fue "muy capaz, para mundanos negocios, señaladamente para congregar gente de guerra para armadas por la mar, que era más oficio de vizcaínos que de obispos". Tras hacer escala en Canarias, Colón ordenó poner rumbo oeste cuarta del suroeste; mucho más al sur que la vez anterior. Esperaba así ir a parar a Cipango, pero lo que de verdad encontró fue la ruta más rápida y segura para llegar a América. El 3 de noviembre, sólo 21 días después de haber salido de Canarias, alcanzó las islas Deseada y Dominica. Posteriormente descubrió Mari Galante (donde volvió a tomar posesión), Guadalupe (donde los españoles encontraron las huellas de los caribes: unas ollas en las que se cocinaba carne humana), Monserrate, Santa María la Antigua, San Martín, Santa Cruz y finalmente las bautizadas como Once Mil Vírgenes, por su número incalculable. El 18 desembarcó en Borinquén, que llamó San Juan, y será luego Puerto Rico. No pudo detenerse en ella pues tenía prisa por llegar al fuerte de la Navidad. El 27 de noviembre de 1493 arribó al lugar donde había naufragado la Santa María (costa norte de Haití). Colón no encontró rastro alguno de los 39 hombres que había dejado en el fuerte. Los indios le dijeron que habían sido asesinados por un cacique enemigo llamado Caonabó. El Almirante procedió entonces a fundar una colonia en aquella isla, donde sabía que había oro. La estableció el 6 de enero de 1494 y fue La Isabela, primera población española en América. El sitio era insalubre, pero tenía condiciones defensivas. Desde allí envió dos expediciones con Ojeda y Corbalán para encontrar el oro de Cibao, que regresaron con algunas muestras del metal, y despachó 12 barcos de regreso a España bajo el mando de Luis de Torres con las muestras del oro encontradas y un memorial para los Reyes en el que proponía cambiar las vituallas y ganados necesarios por esclavos caribes. Luego dirigió en persona otra expedición a Cibao. Halló efectivamente algún oro y mandó construir el fuerte de Santo Tomás.  Aunque la Isabela fallecieron de enfermedad gran número de sus pobladores, Colón la abandonó para descubrir nuevas tierras. Tomó una nao y dos carabelas y zarpó el 24 de abril de 1494 rumbo a Cuba, que recorrió esta vez por su parte meridional. Pasó luego a Jamaica, bautizada como Santiago, y tornó otra vez a Cuba. Allí ordenó levantar un acta asegurando estar en Mango o el Mangi de Marco Polo, cosa que hizo jurar a los pilotos bajo la amenaza de cortarles la lengua. Posteriormente volvió a Jamaica y la Española, arribando a la Isabela el 29 de septiembre. Colón estaba muy enfermo y las crónicas afirman que convaleció de sus males casi cinco meses. Colón se encontró a la Isabela en un estado peor del que la había dejado, si cabe. Había llegado su hermano Bartolomé, pero se habían marchado muchos descontentos, entre ellos el capitán Pedro Margarit y el Padre Boyl, que detentaban la autoridad militar y religiosa de la isla y que empezaron a desprestigiar la labor colonizadora de Colón ante la Corte. El Almirante hizo frente a un levantamiento indígena que sojuzgó violentamente, imponiendo a los vencidos la esclavitud y un tributo de oro en polvo y algodón. Como consecuencia de los informes de Margarit y Boyl, los Reyes enviaron a la Española al repostero Juan de Aguado casi un espía de todo lo que pasaba, según nos dice Las Casas. Aguado se informó de los problemas que afrontaba la colonia y cuando anunció que iba a regresar a España, el Almirante decidió acompañarle, pues comprendió que sus informes no le beneficiarían. Antes de partir mandó construir seis fortalezas en diversas partes de la Isla, envió una expedición al sur en busca de oro, y a su hermano dejó el gobierno de la colonia. El 10 de marzo de 1496 embarcó para España. En la flotilla iban, además de Aguado, 220 repatriados que no querían saber nada más de las Indias. En tres años, los transcurridos de 1493 a 1496, las nuevas tierras habían pasado de ser paradisíacas a malditas. Colón arribó a Cádiz el 11 de junio. Pidió una entrevista con los Reyes, que se le concedió en Burgos el otoño siguiente. Allí se presentó con el poco oro que pudo reunir, sus animales exóticos y muchas promesas. Era muy poco frente a todo el gasto que había originado, por lo que hizo hincapié en los enormes servicios prestados a la Iglesia con la evangelización de los indios. Los Reyes siguieron confiando en Colón, al menos eso dijeron.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...