viernes, 16 de agosto de 2024

LA RECONQUISTA Y EL CID

Un proceso tan largo como la estancia de los musulmanes en la península, hizo que Ortega y Gasset se preguntase irónicamente ¿Cómo puede llamarse Reconquista a una guerra que dura ocho siglos?.
La respuesta para mí es clara, no fue una guerra continua, declarada y contra un claro enemigo en toda regla, ya que a veces fue incluso aliado.
El concepto de Reconquista viene a significar un proceso militar que dura 800 años entre cristianos y musulmanes. Se trata de un concepto tan difundido que desvela una faceta ideológica y conservadora de los dos últimos siglos de historia de nuestro país. Una idea nacida a principios en el siglo XIX, cuando un pegamento ideológico era necesario, explotada hasta la sociedad durante el siglo XX, y que ahora, existe un extraño regreso, seguramente por rechazo al separatismo y nacionalismo regional.


No es que no hubiera luchas por la recuperación de territorios en la Edad Media. Los cronistas medievales hablan de conquistas, no de reconquistas.
En la Edad Media nadie pensó en la Reconquista, y el término nació con unos contenidos totalmente ajenos a la medievalidad peninsular. Desaparecido el Imperio romano en el 476 y establecidos los visigodos en Hispania, no como invasores, sino con residentes a través de un pacto con Roma, de religión arriana que luego abrazaron la religión romana, los naturales de la península anteriores fueron llamado hispano-romanos. Estos y los visigodos son los dueños propietarios de la península y más adelante con un solo rey. Y no se trataba solamente de territorio. En aquellos tiempos la religión era primordial.
El aporte que ayudó a vertebrar aquella primitiva España fue la unidad que conseguía la religión cristiana. Es evidente que esa época tan larga desde la llegada de los musulmanes en el 711 hasta su derrota final en Granada en 1492 tiene unas características comunes. Fundamentalmente es el rechazo a lo musulmán, por haber sido una invasión y por tener una religión no ya diferente, sino contraria a la cristiana. Y debemos llamarla de alguna manera. Pero aquella invasión no fue a base de luchas y largas batallas exactamente. La mayor parte del territorio lo consiguieron pactando con los pobladores.
Ya desde la época de Don Pelayo, había un deseo ferviente de recobrar la unidad perdida tras la invasión musulmana. Por lo tanto no es de extrañar que las rencillas familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias determinasen los dominios sobre los territorios. Alianzas, enemistades y luchas en los frecuentes cambios de los límites fronterizos. Esto no impedía tácticas entre cristianos y musulmanes, ya fuese para combatir el credo contrario o a los adversarios de lo propio. Aún con esa confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias identidades a través de instituciones y normas sociales.
Hay que tener presente que hubo batallas de unos reinos contra otros, muchos entre cristianos entre sí y otros contra los musulmanes y también entre sí. Por control del territorio y por defender una religión determinada.


El periodo histórico del Cid es un ejemplo de la enorme mezcla que había entre cristianos y musulmanes y las alianzas que había entre ellos. Y se producen batallas de cristianos contra cristianos apoyados por musulmanes, que también tenían guerras internas y se apoyaban en cristianos para vencerlas. El término Reconquista es un término que a partir del siglo XIX se llenó de connotaciones nacionalcatólicas para darle una identidad al estado-nación burgués que acababa de nacer y se llevó al extremo de ese pasado glorioso medieval donde estaba la esencia de España forjada en la lucha contra los musulmanes, sin tener en cuenta los intercambios y esas alianzas que se habían dado en la propia Edad Media. Incluso una pluma tan prestigiosa como la de José María Pemán, se derrumba ante la leyenda del Cid, la engrandece, construye, si no lo estaba ya, un personaje nacional , épico y español, de caballero medieval que hace las delicias del lector agradecido de novelas épicas de caballeros andantes, que además existió.
La Reconquista es verdad que existía, en cierta forma, en aquellos tiempos. Pero los reinos eran propiedad de las familias, y la nobleza y el clero estaban en el negocio. Las luchas entre unos reinos y otros al igual que los matrimonios por buscar alianzas eran con fines patrimoniales, para combatir a un enemigo común o para evitar una guerra o batalla determinada, luchas, fratricidios, parricidios, asesinatos y trampas de todo tipo, demuestran todo esto que no se luchaba por la unidad del país, sino por conservar lo propio.
El Cid utiliza esa noción de reconquista en algunos de sus diplomas para dar legitimación a su conquista de Valencia utilizando un lenguaje parecido al que utilizaban reyes de su tiempo. Y se habla de recuperación de territorios musulmanes para la cristiandad, de un enemigo infiel, de héroes salvadores. Pero los años y las narraciones no dejan ver la verdad de lo que fue aquello y además se topa a veces con un poco o nula información contrastable. Todo queda a merced de ideas nobles, seguramente, pero siempre con lugar para la duda. Lo de la jura de Santa Gadea, lo de la batalla después de muerto y sobre todo que se hable de él como un mercenario. Dudar de estos hecho, muchos no pueden soportarlo, porque lo tienen idealizado como paladín de la cristiandad, que no es un invento del siglo XIX. Los propagandistas del Cid ya trabajaban desde la Edad Media, otra cosa es que después se haya amplificado este mito y dotado de otras significaciones. Pero a la gente le dan urticaria ciertas cosas del personaje, como su relación con los musulmanes.
Los componentes mayoritarios de su ejército era musulmán y esto era así porque a la batalla no irían al mando de un caballero sino algunos pocos. Y no era el Cid el único en esa tesitura. Es exactamente lo mismo que hizo Hernán Cortés, que sin los indígenas no podría haber conquistado a los mexicas. Los reyes musulmanes a los que sirve Rodrigo Díaz son grandes eruditos, matemáticos y astrónomos. Usaba el astrolabio, porque que se usaba mucho en Al-Ándalus, no en los ejércitos cristianos. Y el astrolabio es un instrumento que permite moverte por la noche, que es una de las claves del éxito militar de Rodrigo Díaz, que era de los pocos militares que planteaba batallas nocturnas.


La Tizona es la espada del Cid según todas publicaciones poco informadas. La Tizona es una espada de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Mentiras que tienen éxito. Pero la aportación más importante del Cid a la historia castellana no fue ni sus genes ni tampoco las conquistas o batallas. Su principal herencia es su leyenda, su épica; esas medias verdades sobre las que toda nación inventa su identidad para buscarle un sentido a su navegación en el caos de la historia
E Cid pudo ver la caída por corrupción interna del Califato de Córdoba en el 1031, unos 320 años después del inicio de la invasión musulmana. Se desintegró en 33 reinos pequeños, o Taifas. El término “taifas” significa “banderías”, y algunas de las taifas más importantes fueron Almería, Murcia, Granada, Sevilla, Toledo y Zaragoza.
A finales del siglo XI la expansión del Imperio almorávide terminó con las taifas de la Península Ibérica. Pero a mediados del siglo XII se produjo una nueva fragmentación política que dio lugar a los segundos reinos de taifas. Poco después, el Imperio almohade absorbió las taifas, pero su derrota en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) determinó una nueva etapa conocida como terceros reinos de taifas, que concluyó en el mismo siglo XIII por las crecientes conquistas cristianas.
Los reinos de taifas solían pagar tributos (llamados parias) a los reyes cristianos, y de esta forma eran vasallos, por lo tanto estaban protegidos ante la invasión de otro reino. Pero en ocasiones solicitaron el auxilio de Estados islámicos poderosos (los imperios almorávide y almohade) para hacer frente al avance militar cristiano.
Al principio de la invasión, pequeños grupos de cristianos se establecieron en las zonas montañosas de Cantabria y Sur de los Pirineos, que habían quedado desocupadas por las fuerzas de Córdoba. Aquí se formaron los reinos independientes de Asturias, León, Castilla, Navarra, Aragón y los condados pirenaicos. A pesar de las incursiones musulmanas que arrasaban regularmente sus territorios, los cristianos se expandieron gradualmente hacia el Sur, estableciéndose primero en las tierras al norte del Río Duero y después en el Valle del Río Tajo.
Este avance se detuvo temporalmente debido a las invasiones almorávides y almohades a mediados del siglo XII. Estas nuevas invasiones fueron para recuperar el territorio perdido a manos de un reino cristiano. Como dijimos el años 1212 fue crucial con la derrota de los almohades en Tolosa.
Echando cuenta vemos que fueron independientes 320 años al principio, otros 180 desde la caída del califato hasta la batalla de las Navas y el resto vemos que ya principios del siglo XIII, las fuerzas cristianas estaban presionando una vez más hacia el Sur, hacía el Río Guadiana y el Valle del Guadalquivir. A mediados de este siglo, los reinos cristianos después de haber conquistado Córdoba (1236) y Sevilla (1248), rodearon el emirato de Granada, último bastión musulmán. Ante esta nueva situación, el primer gobernante del emirato granadino, Ibn al-Ahmar, decidió convertirse en vasallo castellano en 1246, prometiendo asistencia a la corte, servicio militar y un tributo anual a cambio de la preservación de su autonomía. Granada fue un estado tributario de la Corona castellana durante los siguientes 250 años, hasta que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón reunieron los recursos del reino para su conquista.


Desde el momento que el poder cordobés empezó a disminuir, los reyes cristianos comenzaron a enfatizar la importancia del engrandecimiento territorial como un objetivo central de la guerra.
Se consideró la guerra como instrumento para enriquecerse o elevar la posición social. Pelearon por tierras para el cultivo o por la riqueza que había en al-Andalus.
Joseph Pérez, Historia de España, Editorial Crítica, Barcelona, 2003.
David Porrinas, expertos sobre la figura del Cid, doctor en Historia especialidad Historia Medieval
Juan José Primo Jurado, historiador
 

jueves, 15 de agosto de 2024

EL CARDENAL CISNEROS

Según Fernando García de Cortázar (jesuita e historiador, Premio Nacional de Historia), el cardenal Cisneros es el más grande de los estadistas que ha tenido España en su historia. Es comparado en el mundo de los historiadores, sobre todo franceses, con Richelieu o con Mazarino. También el afamando Joseph Pérez historiador e hispanista francés opina igual.
En 1492, cuando Isabel y Fernando rinden el reino nazarí de Granada, significa el final definitivo del Islam en España. Fray Hernando de Talavera, confesor de Isabel, obispo de Ávila (1485) fue nombrado arzobispo de Granada con objeto de cristianizar a sus moradores. Pero el todopoderoso cardenal Mendoza le sugiere a la reina a un fraile franciscano como el mejor sustituto para ser su  nuevo confesor, Francisco Jiménez de Cisneros de unos cincuenta años por entonces. 

EL CARDENAL CISNEROS EN LA CONQUISTA DE ORÁN 
Había nacido en Torrelaguna hacia 1436 hijo de una modesta familia de comerciantes con algún antecedente de hidalguía. Estudió con un tío el latín, gramática en Alcalá y Teología, Filosofía y Derecho en Salamanca, sin pasar del título de bachiller. También se sabe que estuvo en Roma, (“Roma veduta, fe perduta” “Roma vista, fe perdida” rezaba un dicho), allí se pasó unos nueve años. Allí fue ordenado sacerdote y consiguió de Pablo II una “Bula de expectativa”, que era una posibilidad de quedarse en la diócesis de Toledo cuando hubiera vacante. Fue en Roma donde conoció la forma de funcionar la iglesia de aquellos tiempos. Trabajó como abogado de la Curia, por lo que aprendió los manejos que existían, cosa que en el futuro supo aprovechar. De vuelta a España sustituyó al arcipreste de Uceda, lo que le enfrentó al poderoso Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo y cardenal, que había sido protector de Isabel en su derecho al trono, y luego al no sentirse suficientemente recompensado, fue enemigo en la guerra de Sucesión Castellana, poniéndose de parte del rey portugués, y su esposa, Juana la Beltraneja. Carrillo, con malas artes consiguió la prisión para Cisneros. Estuvo dos años en el castillo de Uceda y otros cuatro en el de Torremocha, en  Santorcaz, una durísima prisión para clérigos. Lo cierto es que el encierro formó su carácter duro y resistente a las adversidades. Librado gracias a una condesa fue a Sigüenza en busca del cardenal Mendoza, el más enconado rival de Carrillo. Éste a poco le convirtió en vicario general de la Diócesis. Pero por alguna secreta razón abandonó su cómoda situación y profesó como fraile franciscano en la más riguroso de sus ramas, la de “observantes”, enemiga declarada de la relajación con la que los “conventuales” vivían en los monasterios. Cisneros era un admirador del dominico Savonarola, un crítico con el trabajo de la iglesias. Despreciaba el lujo y la corrupción. Hablaba sobre la pobreza, la sobriedad y el carácter fuerte que los verdaderos creyentes deben tener y atacó al papa Inocencio VIII como "el más vergonzoso de toda la historia, con el mayor número de pecados, reencarnación del mismísimo diablo”.
Cisneros cambió su nombre por el de Francisco, creador de la orden, y emprendió una dura vida de austeridad. Y es aquí cuando, como dijimos, Mendoza lo presenta a la reina como sucesor de Talavera en su puesto de confesor real. Cisneros solo pide como condición no tener que morar en la Corte, sino continuar en su trabajo de ir de acá para allá, a lomos de un burro y acompañado por un joven fraile que pedía limosna para comer ambos allá por donde pasaban. La reina Isabel acepta esas condiciones.
Toledo, 1495, muere el cardenal Mendoza, llamado “el tercer rey”. El puesto del fallecido es disputado entre otros por el rey Fernando para su hijo natural Alfonso. Es elegido Cisneros como arzobispo de Toledo, cosa que a Fernando disgustó sobremanera, es un gran político, brillante militar, un hombre del renacimiento y que por encima de todo está el poder. Y se lleva muy mal con Cisneros. Pero sabe que es un hombre profundamente honesto y un personaje de mucha categoría en el que podía confiar. Isabel pide al papa que sea Cisneros el sustituto de Mendoza. El arzobispado de Toledo era el más importante de España. De él depende no solo la catedral y muchos arciprestazgos, también vicarías, capellanías fortalezas y territorios hasta Andalucía, con sus miles de habitantes, con poderes administrativos, judiciales y militares y a cuyo trabajo Cisneros se aplicó fervientemente. Todo esto hace que las rentas del primado de España sean muy considerables. Cisneros sabedor de los recelos de aquellas gentes acostumbradas a hacer y deshacer a voluntad reinos y banderías, por lo que la consagración no se hizo en Toledo, donde tardó dos años en entrar. 
Todas lasEl arzobispado de Toledo era el más importante de España. De él depende no solo la catedral y muchos arciprestazgos, también vicarías, capellanías fortalezas y territorios hasta Andalucía, con sus miles de habitantes, con poderes administrativos, judiciales y militares y a cuyo trabajo Cisneros se aplicó fervientemente. Todo esto hace que las rentas del primado de España sean muy considerableCisneros sabedor de los recelos de aquellas gentes acostumbradas a hacer y deshacer a voluntad reinos y banderías, por lo que la consagración no se hizo en Toledo, donde tardó dos años en entrar.
Inició una serie de reformas tendentes a la limpieza de la actitud sacerdotal. Era muy austero en su vida privada, comía poco, leía y no perdía el tiempo en banalidades.
Tenía en su pensamiento dos obras muy importantes que acometer. La creación de una Universidad en Alcalá, a partir de “Studium Generale”, donde él estudió, y que contase con los mejores humanistas, y la elaboración de una Biblia políglota, que reuniera las versiones hebrea, aramea, griega y latina del texto sagrado. Ambos proyectos no son ajenos a Isabel, ya que ambos deseaban una difusión culta y verdadera de la religión católica, dado los ataques y peligros que venían del judaísmo y del luteranismo.
La idea de que la Biblia esté escrita en los principales idiomas cultos de la época, se trata de un trabajo y una idea revolucionaria. Se adelantó al reformismo de Lutero y a las posturas de Erasmo de Rotterdam. Veinte años antes que Lutero ya había iniciado las reformas en la iglesia. Buscaba una gran reforma religiosa en la que desterrar los malos hábitos del clero.
El gran error que hoy vemos en las decisiones de Cisneros fue la quema en la plaza de la Rambla de Granada, en el 1500, de muchos libros de árabes, Corán incluido, salvando los de filosofía y ciencia para su universidad. Esto provoca un amotinamiento en el que hasta peligra su vida. El rey Fernando tomó la decisión de la “Conversión Forzosa” para terminar con el problema, refugiándose muchos musulmanes en las Alpujarras.
Pero prosiguió Cisneros con sus trabajos, fundará doce colegios entre ellos el de San Ildefonso. Creó silos para graneros, hospitales y actuaciones de mejoras.  Por la Universidad de Alcalá creada pasarían grandes maestros como Antonio de Nebrija, Santo Tomás de Villanueva, Ignacio de Loyola, Francisco Vallés de Covarrubias, Antonio Pérez, San Juan de la Cruz, Mateo Alemán, Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Villegas, Pedro Calderón de la Barca, Melchor Gaspar de Jovellanos, Andrés Manuel del Río, etc.
En 1504 muere la reina Isabel. Los herederos posibles habían fallecido y solo quedaba Juana, casada con Felipe el hermoso, hijo del emperador Maximiliano de Habsburgo. Juana, igual que a su abuela materna presenta síntomas de enfermedad mental. Juana no quería gobernar. Por lo demás Castilla no era un reino cualquiera, pensemos que era de los mayores de Europa y si contamos con el continente americano, el trabajo era ímprobo, un Imperio. Isabel deja un testamento donde se dice claramente que Juana es la heredera, siendo Felipe solamente su esposo, y además agregó un codicilo a su testamento en el que por ausencia de Juana ponía a Fernando al frente de la corona de Castilla, reiterando las peticiones que dos años antes había hecho en las Cortes. Esto a la espera de que su nieto Carlos, fuera mayor de veinte años y se coronara. Fernando es regente de la corona.
Pero muchos nobles castellanos, enemigos de Fernando, por las muchas reformas, suspensión de prebendas y expropiaciones de fortalezas, etc. que habían hecho Isabel y Fernando, vieron la oportunidad de ponerse de parte de Felipe y tomarse la revancha del “viejo aragonés”. Fernando abandonado por la nobleza castellana, acosado en Nápoles por los franceses, enfrentado al emperador Habsburgo, al rey de Aragón se le cerraban todas las salidas. Pero todo cambió. Fernando se alió con su acérrimo enemigo, Luis XII de Francia, y se casó por poderes con la sobrina de éste, Germana de Foix, de apenas 17 años, en octubre de 1505.
Pero Felipe dice que Juana está cuerda para gobernar y que él mismo asumiría la regencia. Pero Felipe I de España muere en septiembre de 1506.  La desaparición de Felipe permitía a Fernando volver a ocupar el poder en Castilla, en nombre de su hija Juana y de su nieto, el futuro emperador Carlos V, por entonces un niño de seis años. Cisneros es de nuevo elegido para ser regente de la corona, en colaboración con un Consejo del Reino. Fernando marcha a Aragón y luego a Italia.
Mientras en Castilla siguen las disputas entre los partidarios de Fernando y los todavía partidarios de Felipe. Etapa complicada para Cisneros.
En 1507 Fernando vuelve de Italia. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas. Por entonces su hija Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, daba ya muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe a  Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península. La reina ordenó que se abriera el ataúd obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo presencial de la dramática escena. En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por el carro con el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló e hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla.
En 1507 Cisneros también fue nombrado Inquisidor general de Castilla. Desempeñando Cisneros un papel importante en la conquista de Orán, al igual que en los tiempos de Isabel la Católica había participado de manera activa en la conquista de Granada. Organiza eclesiásticamente los territorios conquistados y dio nombre a Villa Cisneros. Pese a su rango de cardenal, no participó en el cónclave de 1513 en el que fue elegido León X.
No fue un Inquisidor fanático. Invitó a Erasmo para debatir  sobre su obra de la Biblia. Ya no es el Cisneros intolerante de Granada. Salvó a la Beata de Piedrahita, fue una mística y religiosa española de gran influencia, seguidora de Savoranola, aseguraba haber tenido apariciones de la virgen y pese a no tener formación académica, se la consideraba al mismo nivel que los más reputados teólogos de la época. Cuando es procesada por un tribunal eclesiástico el nuncio del Papa y el cardenal Cisneros testimonian en su favor y es absuelta.
En los primeros meses de 1508 se abrirá las puertas de su Universidad.
En 1509 se inicia la conquista de Orán con la voluntad de Cisneros, y su financiación y la aprobación de Fernando. A la hora de idear un asalto a Orán, Cisneros quiso que la campaña fuese calculada en todos sus aspectos: geográficos, económicos, militares y religiosos. Sin embargo, la expedición se preparó con una celeridad inusitada y zarpó la armada desde Cartagena hacia Orán. Se produjo el asalto, acaso con complicidad de los moradores.
Pero la idea de Cisneros era muy ambiciosa. Ansiaba hacerse con el control geopolítico de todo el norte de África hasta Egipto, establecer allí una especie de protectorado  y recuperar los Santos Lugares. Para Cisneros y muchos otros, la África del norte había sido romana y cristiana, la patria de San Agustín, de ahí que una vez terminada la Reconquista en la Península, debía proseguir en África, rechazar a los moros y proseguí hacia Egipto. El arzobispo regresó de prisa: tenía que asegurar el sustento militar y económico de la plaza, organizar su vida municipal y configurar su ordenamiento religioso dentro de la Iglesia de Toledo, que tendría allí una de sus colegiatas. No obstante regresa con un botín, camellos obras de  arte y libros, incluso el Corán, lo que indica que ya no es aquel Cisneros de veinte años atrás.
El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y nacido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla.
Falleció el gran rey Fernando el católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo.
Muerto Fernando se encargó Cisneros, por decisión testamentaria de la Regencia del Reino.
Estaba entonces el Cardenal, cercano a los 80 años, pero conservaba toda su fuerza moral, mantenía su físico. Cuando le preguntó el Duque del Infantado, en nombre de toda una detestable, intrigante, egoísta y entonces hasta cruel y desalmada aristocracia, cuáles eran sus poderes para ejercer el mando, abriendo un balcón desde el que se podía ver un ejército formado en línea de ataque, les contestó: “Estos, estos son mis poderes”…
El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Guillermo de Croy, lugarteniente de Carlos, no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517.

viernes, 9 de agosto de 2024

CAMPAÑA DE ALFONSO I DE ARAGÓN

Alfonso I, llamado “El batallador” se decidió a realizar una campaña con un ejército formado por unos cuatro mil caballeros y unos quince mil infantes. ​ Contaba con sus más notables magnates: Gastón de Bearne, el obispo Esteban de Huesca, el obispo Ramón de Roda y el prelado de Zaragoza, Pedro de Librana y otros hombres destacados. Partieron de Zaragoza en septiembre del 1125.

Avanzaron por Daroca, Monreal, Teruel y Segorbe, en dirección a Valencia. El contingente pasó cerca de esta en octubre, contra cuya guarnición sostuvo alguna escarmuza y avanzaron a Denia a la que atacaron y arrasaron los cultivos. Llegado a la costa, el ejército de Alfonso comenzó a atraer contingentes mozárabes, que se unieron a él. Llegaron a Murcia, Almanzora y Purchena. Descasaron y continuaron la marcha hasta Baza, intentó tomarla al asalto sin conseguirlo, de modo que reanudó la expedición hacia Guadix, ciudad que atacó en diciembre. Se estableció finalmente en Guadix, donde permanecieron y pasaron las navidades satisfecho del desarrollo de la expedición y sin problemas de abastecimiento. Los almorávides no atacaban y los mozárabes iban uniéndose.
Estaban cerca de Granada y el gobernador Abul Tahir no se atrevió a reprimir la insurgencia mozárabe y la población cristiana fue acudiendo a unirse al Batallador. Abul Tahir, solicitó refuerzos a los gobernadores de Murcia y Valencia y a su hermano, el emir almorávide Ali ibn Yusuf, quien envió un importante ejército desde África.
Alfonso I se encaminó hasta Granada, y llegó en enero de 1126 con un contingente reforzado por los cristianos. Alfonso I permaneció acampado en la localidad de Nívar durante más de diez días esperando o bien sostener batalla campal o bien que la rebelión mozárabe le franqueara las puertas.
Debido a la espera le reprochó al responsable de los mozárabes de Granada, Ibn al-Qalas, no cumplir con lo pactado, a lo que este le reprobó haberse demorado en escaramuzas a lo largo de la ruta y haber desvelado su posición en Guadix. Los almorávides habían reforzado las defensas y recibido refuerzos para sostenerse en la ciudad, lo que llevó finalmente al aragonés a abandonar el intento. Se dedicó a asolar los campos de la Vega de Granada y el sur de Córdoba. Posteriormente se dirigió a Córdoba hacia el noroeste entrando por Luque, Baena y Espejo, para luego virar hacia el suroeste por Cabra y Lucena.17​14​ Después volvió hacia Córdoba.
Abu Bakr, hijo del emir había salido con tropas de Sevilla al encuentro del Batallador, y lo alcanzó en la actual Anzur (hoy municipio de Puente Genil), cerca de Lucena. Allí se trabó batalla campal el 9 de marzo de 1126 con el resultado de victoria decisiva para los aragoneses, al tiempo que en Palencia su exmujer Urraca I moría y era sucedida por Alfonso VII de León.
Tras la victoria en la batalla de Arnisol, el Batallador se dirigió hacia el sur por las Alpujarras y llegó a la costa de Vélez-Málaga por Motril y Salobreña.
Llegan los refuerzos almorávides norteafricanos. Desde Vélez-Málaga, el contingente cristiano volvió hacia Granada y en Alhendín, rechazaron varios ataques almorávides. Llegaron a la Vega de Granada y se instalaron en La Zubia, a seis kilómetros de la capital, seguido de cerca por la caballería islámica en formación de combate.
En ese momento llegaron los refuerzos africanos. Hostigaron a Alfonso I, que se vio obligado a retirarse hacia el norte. En Guadix vencieron en una escaramuza al rey de Aragón donde murió uno de sus principales caballeros, lo que procuró al musulmán el gobierno de Granada. La milicia aragonesa siguió retirándose por Caravaca de la Cruz y Játiva,​ que fue asaltada y tomada por el Batallador. La presión del ejército norteafricano hacía que el regreso se hacía en condiciones penosas, teniendo que conducir un gran número de civiles, defendiéndose de los continuos ataques y obligados a abandonar mucha gente agotada y enferma por la duración y las penalidades. Sin descanso, el contingente dirigido por Alfonso llegó a Aragón en junio de 1126,​ diezmado por las enfermedades​ pero satisfecho de los logros  y vencedor en la única batalla campal plena y de la numerosa población mozárabe que se les había unido.

sábado, 3 de agosto de 2024

REGIMIENTO ALCÁNTARA - 1921

Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez del rey Alfonso XIII, la venalidad de los políticos, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español (M. Rajoy) al fin concedió la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al Regimiento de Caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. 
La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.

Imaginen la escena. las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara n 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar. Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos .
Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, agrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes
"En un ángulo de la posición de Monte Arruit apareció desafiante y terrible falto de su brazo izquierdo, más no de su ejemplaridad, el jefe del Alcántara, Fernando Primo de Rivera. 
Le habían inhumado el cinco de agosto tras morir de gangrena. Los rifeños le habían desenterrado. No les costo  mucho, el cuerpo estaba casi a ras de suelo. Sus soldados le habían cubierto con puñados de tierra, que antes pasaban, con incontenible emoción, por los labios.
Rígido, conciso en su fin y ya libre, al aire fétido del monte  Arruit, Primo de Rivera debió parecer a los rifeños más invencible muerto que vivo.
Intrigados por saber más de aquel hombre, el coloso que había cargado contra ellos, sable y grito en alto, por cuatro veces, en las asesinas márgenes del Igan, rodearon sus restos. Necesitaban verlo, y respetuosos no le tocaron, solo lo contemplaron. 

CRISTOBAL COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (1)

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenía...