sábado, 11 de enero de 2025

ALMANZOR (La cólera de Alá)

Teníamos una estatua de Almanzor en Algeciras, colocada en el año 2002, que conmemoraba los mil años de su fallecimiento, cosa el menos peculiar, porque el despiadado personaje murió en Medinaceli, provincia de Soria, que en aquella época fue frontera divisoria entre cristianos y musulmanes. 


Se fue a esa localidad a morir Almanzor en su retirada de la batalla de Calatañazor, donde dicen las lenguas de doble filo, que perdió el tambor. Si es que existió la batalla, porque parece ser que ni siquiera hubo combate, ya que cuando llego el rey  cristiano (aquí hay distintas versiones de que rey fue, ya que el rey de León solo tenía ocho años en esas fechas), Almanzor ya había puesto los pies en polvorosa. Pero hay grupos políticos que piden que se restaure la estatua, cual prócer de la hispanidad se tratase.
Durante el califato de Alhakén II ocupó importantes cargos administrativos. La muerte de este califa en el 976 marcó el comienzo de la época donde destacó el desgraciadamente recordado Almanzor. Ejerció un poder extraordinario en el Estado andalusí, en toda la península ibérica y en parte del Magreb, mientras el califa quedaba relegado por Almanzor.
Para los que piensan que Al-Andalus era un lugar de la península donde musulmanes y cristianos leían versos y recitaban poemas a la luz de los candiles, mientras los judíos contemplaban la escena maravillados, las “tres culturas en tolerancia”, deberían seguir leyendo un poco más.
“Ciertamente devastó ciudades y castillos y despobló toda la tierra hasta que llegó a las zonas marítimas de la España Occidental y destruyó la ciudad de Galicia”. Con estas tristes palabras explicaba el obispo del siglo XI Sampiro las barbaridades perpetradas por uno de los mayores enemigos del cristianismo en la Península Ibérica: Almanzor. Su fallecimiento dejó tras de sí una estela de crueldad cuyo final celebró así la Crónica Sielense: “Murió Almanzor y fue sepultado en el infierno”.


Protagonizó entre 977 y 1002 cincuenta y seis campañas militares, en su mayoría, contra los reinos cristianos del norte peninsular. El culmen de su barbarie llegó en el 997, cuando arrasó y saqueó Santiago de Compostela. “Destruyó iglesias, monasterios y palacios y los quemó con fuego”, desvelaba el propio Sampiro. Sus huestes solo respetaron el sepulcro del apóstol, nunca sabremos porqué, quizá miedo.
España estaba en una terrible Edad Media baja, en la que cada pueblo o ciudad era frontera y tenía que defenderse de las posibles racias musulmanas buscando cautivos y esclavos (y esclavas), con la que financiar su ejército obteniendo botín que repartir. Ello provocó una población lista para su autodefensa o para realizar ataques de castigo además de un espacio baldío entre el Duero y la cornisa Cántabra para evitar las incursiones. La esclavitud y los cautivos fueron segmentos de población corriente en los dos bandos, unos para negociar rescates y los otros como botín a repartir.
Todo empieza con los primeros reinos cristianos del Norte de España a los cuales los califas de Córdoba consideraban viveros de esclavas o cautivos que pudieran pagar rescate, las esclavas eran muy demandadas en Córdoba e incluso se impusieron tributos a los reyes cristianos de entregar doncellas periódicamente.
Al- Manur o Almanzor (939-1002), durante su época de caudillo musulmán hizo no menos de cincuenta aceifas o incursiones en los reinos cristianos en busca de esclavas que vender en Córdoba y cautivos por los que pedir rescate, llegó a arrasar Zamora, León, Pamplona, Barcelona y Santiago de Compostela, entre otras muchas poblaciones cristianas, hasta hacer más de 200.000 prisioneros entre esclavas, niños o cautivos para pedir rescate o intercambiar por cautivos musulmanes y con ello poder financiar sus campañas. Almanzor utilizó el terror como arma de guerra, en Barcelona lanzaba cabezas de cristianos contra las murallas y pasó a cuchillo a todos los soldados, en Santiago incendió la ciudad y traslado las campanas a Córdoba llevadas a mano  por los cautivos y esclavos. En Córdoba se montó un mercado de esclavos que cubrió los deseos más lascivos y los más bajos instintos de la corte califal, de lo que se aprovechó Almanzor para gobernar sin ser califa, proporcionando fondos a los para las siguientes aceifas. Entre las esclavas más apreciadas estaban las vasconas que fueron las madres del califato y en segundo término las doncellas gallegas, los infantes y jóvenes eran sodomizados.
Por ejemplo, durante el año 982, Almanzor ya era  famoso por su sadismo tras haber conquistado Zamora y después de una gran matanza contra sus habitantes. “Dicen que Almanzor entró en Córdoba precedido de más de nueve mil cautivos que iban en cuerdas de a cincuenta hombres, y que el Walí de Toledo, Abdalá ben Abdelaziz, llevó a aquella ciudad cuatro mil, después de haber hecho cortar en el camino igual número de cabezas cristianas”, según se afirma en una publicación de 1852 hecha por un historiador. Tan solo tres años después, el caudillo volvió a dejar claro que su máxima era usar el terror para doblegar a sus enemigos bombardeando Barcelona con cabezas cristianas, arrasando la ciudad después de acceder a ella, y haciendo decenas de miles de prisioneros tras quemar sus viviendas.  
Como reacción los reyes cristianos hicieron incursiones para tener cautivos que cambiar por cristianos presos. Las posteriores invasiones de almohades, almorávides o benimerines siguieron las mismas pautas de obtener esclavas y cautivos como botín de guerra en sus incursiones en los reinos cristianos.
Según fuentes como el historiador hispano-musulmán del siglo XI, Ibn Hayyan, “jamás dejó durante toda su vida de atacar a los cristianos, asolar su país y saquear sus bienes”. Así lo corrobora María Isabel Pérez de Tudela, profesora titular del Departamento de Historia Medieval.
Después de la muerte de este despreciable carnicero, el Califato de Córdoba duró veintinueve años más, creándose después los reinos de Taifas. Muchos de ellos vasallos de los reinos cristianos. 
 

jueves, 9 de enero de 2025

FERNANDO III DE CASTILLA

Fue uno de los más importantes reyes de la historia de España. Reinó entre 1217-1252.
Nació posiblemente en 1199. Tras la anulación del matrimonio de sus padres se quedó bajo la protección de su padre Alfonso IX de León.  Con la concesión de la corona de Castilla por parte de su madre en 1217, al morir Enrique I, se sucedieron las disputas entre Berenguela y el conde de Lara, con el beneplácito de rey Alfonso IX de León, su padre.

La reina Berenguela abdica en su hijo Fernando 

Fernando, prudente como su madre envió cartas a su padre diciendo que jamás lucharía contra él y al final de 1217 se firmó la paz con las respectivas contraprestaciones. Las luchas e intrigas terminaron definitivamente con la muerte del conde de Lara en 1218.
En 1219 Fernando se armó a sí mismo caballero y tres días después se desposó con Beatriz de Suabia, hija de Federico II de Alemania. De ese matrimonio nació entre otros el futuro rey Alfonso X, el sabio.
Aprovechó la decadencia de los almohades tras la muerte del califa. Atravesó La Mancha y Sierra Morena y atacó territorios que reconocían al califa Al-Adil. Bajó el curso del Guadalquivir asolando el territorio hasta cerca de Jaén.
En 1225 tomó Priego de Córdoba. Llegó hasta la vega de Granada y al pactar con los granadinos, estos liberaron a unos mil cuatrocientos esclavos cristianos.
En 1226 atacó la región murciana del alto Guadalquivir. Consiguió Burgalimar y Salvatierra y ocupó Baeza, asedió Sevilla y se adueñó de las fortalezas de Aljarafe y el califa huyó a Gibraltar. Fue entonces cuando los musulmanes de Córdoba y Sevilla aceptaron a Al-Bayasi ya que éste era aliado de Fernando, al que temían. Pero los cordobeses terminaron asesinando al nuevo califa. al-Andalus reconoció como sucesor a Al-Mamún a quien le llovieron problemas tanto en Marruecos como en Tunez y en la península ya que el nuevo rebelde musulmán Ibn-Hud se apoderó de toda al-Andalus a excepción de Valencia. El reino Taifa de Murcia abarcaba por entonces casi todo Al-Andalus, (1228-1266)
En 1230 muere el padre de Fernando y queda como heredero del reino de León y ya lo era de Castilla. Aquí se considera que surge en unión de las Cortes de ambos reinos. Unificó definitivamente las coronas castellana y Leonesa. Fue, sin duda, uno de los reyes más importantes que hemos tenido. Conquistó para la cristiandad el Reino de Jaén, el Reino de Córdoba, el Reino de Sevilla y Extremadura, obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes. Al finalizar el reinado de Fernando III, únicamente poseían en la Andalucía el Reino de Niebla, Tejada y el Reino de Granada, este último como feudo castellano. Su hijo, el futuro Alfonso X, el sabio, fue enviado por Fernando a la conquista del Reino de Murcia, venciendo a los moros, dejando la región como un señorío castellano, tras lo cual Alfonso conquistó las plazas de Mula y Cartagena.
Los reinos unidos y las conquistas realizadas ampliaron su reinado llegando a poseer unos 370.000 kilómetros cuadrados.

Estatua de Fernando III en Sevilla 

Al convertirse Fernando III en rey de León y Castilla, se incluye así las taifas y señoríos conquistados a los árabes, nada menos que Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla. Los reinos conservaron su derecho (por ejemplo, a las personas del Reino de Castilla que eran juzgadas en el Reino de León se les aplicaba el derecho de aquel Reino).
En 1224 Fernando parte con un contingente de grandes hombres de Castilla, el maestre de la Orden de Santiago y, posteriormente, se le unió la de Calatrava con su maestre al frente y se dirigieron a Sierra Morena.
En febrero de 1236 llegó Fernando III a Córdoba con su ejército. Los cordobeses esperaron la ayuda pero no llegaba e iniciaron negociaciones de rendición con Fernando III. Al no aceptar las condiciones del rey para evacuar la ciudad, propició que la ciudad de Córdoba se rindiese en junio de aquel año. En las negociaciones se estableció una tregua de seis años y el pago de parias.
Después de la caída de Córdoba, Ibn Hud se instaló en Almería. Ibn Hud fue asesinado por el gobernador de Almería, que inmediatamente se alzó con el poder en aquella ciudad. Poco tardó en anexionarse también el territorio almeriense al atacarle. El asesinato de Ibn Hud y el desmoronamiento del poder almohade propiciaron el avance de las tropas cristianas. Numerosas villas y castillos cordobeses fueron anexionados mediante pactos o por las armas.

Pintura Mújica y Pérez - Museo del Prado 
Con su sucesor la influencia almohade en la península se redujo a la nada y fueron incapaces de socorrer a los musulmanes de Al-Ándalus mientras Fernando III avanzaba por el valle del Guadalquivir. En 1246 Ibn al-Yadd expulsó al gobernador y quedó como principal de Sevilla, firmando una tregua con Fernando III. Los elementos contrarios a este acuerdo le asesinaron y su líder, Axataf, pasó a ser el nuevo gobernante de Sevilla.
Después de la toma de Jaén en 1246 Fernando III devastó los campos sevillanos de Carmona, Lora y otros, como preparación al asedio a Sevilla para el año siguiente, dominando así todo el valle del Guadalquivir. La conquista de Sevilla no era fácil y se llevó de manera simultánea por tierra y por el río. Ordenó la formación de una flota con naves procedentes del Cantábrico, origen de la marina de Castilla para atacar a la flota musulmana. Eso les privó a los musulmanes de los refuerzos procedentes de África. Mientras las plazas cercanas fueron atacadas por las tropas castellano-leonesas y se procedió al asedio de Sevilla, pero desde Niebla el emir les proporcionaba víveres a los sitiados que llegaban desde San Juan de Aznalfarache utilizando un puente de barcas, reforzado con cadenas de hierro, por lo que Fernando decidió destruirlo mediante barcos cargados de piedras. Así la ciudad quedó aislada del castillo de Triana y no tuvo más remedio que rendirse.

Catedral de Burgos 
Después Fernando bajó por el Guadalquivir con dos compañías de saqueo, liquidando las resistencias restantes de las Marismas y de la comarca del estrecho de Gibraltar, Jerez, Arcos, Medina Sidonia y otras ciudades gaditanas como Puerto de Santa María, Sanlúcar, Rota y Trebujena. En estas actividades estuvo implicado el príncipe Alfonso. Sólo quedaba Cádiz y Niebla. Fernando creyó morir en esos días, pero murió cuatro años después, en 1252 cuando preparaba una expedición a Marruecos para conquistar Orán hasta el Atlántico para controlar ambos lados del estrecho.
Fernando III trató de unificar y centralizar la administración de los reinos castellano y leonés, promovió la traducción del Fuero y Juzgó e impuso el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del latín. Repartió las nuevas tierras conquistadas entre las órdenes militares, lo que dio lugar a la formación de grandes latifundios. También ordenó hacer el Libro de la Nobleza y Lealtad que es una obra de derecho político y normas de los deberes del gobernante. Mandó construir las catedrales de Burgos y León. Inició las obras de la catedral de Toledo. El canciller del rey, Juan, fundó la catedral de Valladolid y, posteriormente, siendo obispo de Osuna, edificó esa catedral. Nuño, obispo de Astorga, hizo la torre y el claustro de su catedral. Mandó edificar el rey innumerables iglesias, conventos y hospitales y tanto él como su madre efectuaban importantes donaciones.
Hacia 1237 instituyó el Consejo de los Doce Sabios, que eran un grupo consultivo de doce personas. El tratado de su creación tiene un epílogo de su hijo, Alfonso X el Sabio.

Catedral de León
En 1240 Fernando clausuró la Universidad de Palencia, fundada en 1212 por Alfonso VIII de Castilla, y la trasladó a Salamanca, que fue fundada en 1215 por Alfonso IX de León, ya que no parecía funcionar al nivel que se quería por los escasos recursos que poseía. Desde este momento Fernando dedicó mucha atención y recursos a la Universidad de Salamanca, convirtiéndola en una de las mejores de Europa.
Fue mecenas de artistas.
Tras la muerte de Fernando III y de su entierro en la catedral se genera una energía espiritual que atrae a los fieles sevillanos. El papa Sixto V confirmaría en 1590 que Fernando III poseía el halo de santidad y que merecía el tratamiento de santo, y más tardé el papa Urbano VIII acreditó su santidad e inició el proceso de beatificación en 1628. Pero fuel el papa Clemente X quien extendió el culto al beato a todos los reinos peninsulares y lo canonizó en 1672. Más de cuatrocientos años después de su muerte.
No fue santo por ser pacífico, sino por su constancia en pelear contra los musulmanes, si bien es cierto que mostraba gran piedad y respeto a la moral cristiana. Instauró la costumbre de lavar los pies a doce de sus súbditos más pobres, costumbre que perduró en la corte de Castilla y después en la española hasta el siglo XX. Cuando estaba en campaña rezaba el oficio “parvo mariano”, antecedente medieval del santo Rosario.
Destacó en el aspecto cultural. Instauró el castellano en sustitución del latín, como lengua oficial. Buen jinete, hábil cazador y excelente jugador de ajedrez.
Fernando III engrandeció Castilla como no lo había hecho ningún otro rey ni antes ni después de su reinado.

lunes, 6 de enero de 2025

ÚLTIMOS REINOS DE TAIFAS

Las últimas regiones en poder musulmán.

Los terceros Reinos de Taifas fue la consecuencia de la victoria cristian en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, que durante el periodo almohade, surgió tras la alianza de los reinos cristianos peninsulares (castellanos, navarros, aragoneses) para derrotar al califa almohade Muhammad an-Nasir, quien acabó marchando a Rabat tras perder su poder en al-Ándalus, falleciendo al año siguiente en Marruecos. Eran reinos enque se dividió al-Andalus después de la disgregación del Califato de Córdoba en el 1031. Estas que señalamos en esta ocasión son las últimas, aunque varias de ellas eran vsallos de reinos cristianos, y pagaban las "parias", un tributo para no ser atacados o incluso defendido de posibles ataques. 


Los Reinos de Taifas más importantes las taifas de Murcia y Valencia, además de la taifa de Arjona, que más tarde se convertiría en el Reino Nazarí de Granada.
Por tanto, las taifas surgidas en este periodo son: las taifas de Arjona, Murcia, Valencia, Baeza, Menorca, Málaga, Niebla, Lorca, Ceuta, Orihuela, Alcira, Denia y Jativa.
El periodo de estas Taifas fue una etapa bastante efímera, ya que solo duró unos 25 años, de 1212 a 1238, cuando el rey aragonés Jaime I conquista varios puntos del levante peninsular y las Islas Baleares, y por otro lado, el rey castellano Fernando III conquista Córdoba en 1236 y en 1248 Sevilla.
En 1238 suceden dos conquistas muy importantes: la primera será la conquista de la taifa de Valencia por Jaime I de Aragón y la segunda será la anexión de la taifa de Málaga por el Reino Nazarí de Granada.
Por tanto, las taifas surgidas en este periodo son: las taifas de Arjona, Murcia, Valencia, Baeza, Menorca, Málaga, Niebla, Lorca, Ceuta, Orihuela, Alcira, Denia y Jativa.
Taifa de Arjona:  existió desde 1232 hasta 1244 fue la antesala del futuro Reino Nazarí de Granada
Taifa de Murcia: la taifa existió durante los años 1228 y 1266, pasando a formar parte del Reino de Castilla.
Taifa de Valencia: esta taifa existió entre los años 1228 y 1238.
Taifa de Baeza: solo perduró tres años, entre 1224 y 1226.
Taifa de Menorca: existió unos 70 años, entre 1228 y 1287.
Taifa de Málaga: existió durante los años 1229 a 1238, cuando pasó a formar parte del Reino Nazarí de Granada.
Taifa de Lorca: fue independiente desde 1240 y fue conquistada por Castilla en 1265.
Taifa de Ceuta: esta taifa fue independiente entre 1233 y 1236, año en que fue conquistada por la taifa de Murcia.
Taifa de Orihuela: esta taifa existió once años, entre 1239 y 1250, cuando fue conquistada y repartida entre el reino castellano y la taifa de Murcia.
Taifas de Alcira, Denia y Játiva: existieron desde 1224 a 1227, cuando fueron reconquistadas por los almohades, que más tarde la perderían

viernes, 3 de enero de 2025

REINOS CRISTIANOS – LA RECONQUISTA

La conversión del rey visigodo Recaredo en el Concilio de Toledo del 7 de abril del 589 en el cual quedó sellada la unidad espiritual y territorial del reino visigodo, dejando la religión arriana y abrazando el cristianismo romano, también simbolizaba el triunfo de la civilización hispanorromana sobre los bárbaros, y contribuyó a sellar una alianza entre la corona y la iglesia. Tanto es así que la unión de la península era un hecho por la religión cristiana.


Pero como sabemos en el 711 un ejército bereber cruzó el estrecho de Gibraltar, como aliado de los nobles visigodos contrarios a la llegada al trono del rey Don Rodrigo, y tras vencerlo en la batalla de Guadalete, comenzó la conquista de la Península Ibérica. Es la invasión musulmana. El reino visigodo se desplomó y se creó una nueva entidad política que marcaría el destino de la península, al-Andalus. 
No obstante los hispano-romanos y visigodos que componían la población de la península, todos cristianos, a la vez que se desarrolló al-Andalus, fueron creando núcleos de resistencia a los musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y creando lugar a los reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán de hacer frente al musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos de alguna forma. En la franja norte de la península, desde las actuales Galicia a Cataluña, grupos armados combatían a los musulmanes. Operaban sobre todo en la zona cantábrica y eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana, estaban apenas controlados por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos como el principio de la Reconquista, más bien parece una continuación de la actitud habitual de los montañeses.
Si bien los reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana, por lo tanto se trataba de avanzar por el territorio de la península, a fin de  recuperar para la cristiandad los pueblos sometidos, y o bien expulsar o conseguir una debilidad que produjera impuestos que los musulmanes debían pagar. Está claro que si no había ya un rey cristiano con los visigodos, tendría que haberlo escogiendo entre los nobles de la población existente ante de la llegada de los agarenos.
Por lo tanto se organizaron y luego fueron resistiendo los ataques de los  musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar de hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739.


Cuando ochocientos años después, como sabemos en 1492, los reyes Isabel y Fernando salen victoriosos en la guerra de Granada, terminando así con el último reducto musulmán en la península. El cronista e historiador Rodríguez de Almela, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos cristianos, estaba en la estirpe visigoda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. 
Los ocho siglos de convivencia en el mismo territorio tuvo todo tipo de situaciones en las relaciones de diferentes reinos y con los invasores musulmanes. La consolidación de los reinos cristianos durante la Edad Media presenta una dinámica particular. Los reinos de Castilla y León forman el bloque más aventajado y compacto. Era una época en que se confundía el gobierno de los territorios con las administraciones de las propiedades privadas. Por lo que no es de extrañar que los conflictos familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias determinasen los dominios sobre amplias extensiones, muchas sin poblar.


Las alianzas, enemistades y los frecuentes cambios fronterizos de los reinos eran moneda común. Esto nos lleva a pensar que el sentimiento de Estado o Nación no existía aún, o era solo un esbozo. Los reinos eran hereditarios y competían entre sí e incluso eran capaces de luchar entre hermanos o padres contra hijos. No obstante tanto León como Castilla, Navarra y Aragón estaban en general empeñados en arrebatar los territorios a los musulmanes en aras de la expansión del cristianismo, o al menos de convertir a esos sus pobladores musulmanes en vasallos de los reinos cristianos. Esto explica cómo pudo ser que los islámicos estuvieran tanto tiempo en la península, digamos que gran parte de ese tiempo lo hicieron como inquilinos mal considerados.


El Califato de Córdoba se desintegra y termina en el año 1031, pero ya se había iniciado la disgregación del territorio en pequeños reinos llamados Taifas. La primera se considera que fue la de Badajoz en el 1009. Pero el avance cristiano hace que los reyes de las taifas pidieran ayuda al sultán almorávide del norte de África, hasta el 1144. Cuando el dominio almorávide empezó a decaer, surgieron los llamados segundos reinos de taifas en 1144 que habían sucedido a los almorávides en su dominio del norte de África.  Tras el fin del periodo almohade, marcado por la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto periodo denominado terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón y en Castilla de Fernando III el Santo. Y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí en 1238, (que fueron vasallos de la Corona de Castilla-León), y que no capituló hasta el 2 de enero de 1492, fecha que pone fin a la Reconquista.

Si bien esto no impedía que hubiese alianzas entre cristianos y musulmanes, ya fuese para combatir a los del credo contrario o a los adversarios del credo propio. Muchas veces a la defensa de la religión, se anteponía la necesidad política o económica de asegurar determinada región. Aún ante esta confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias identidades a través de instituciones y normas sociales, diferentes entre unos reinos y otros muchas veces, pero que les imprimieron sus particulares rasgos sociales, sus usos y costumbres. Su identidad.
Durante esos ocho siglos (711-1492) existieron en la península ibérica hasta diez reinos cristianos: Asturias, Pamplona, León, Aragón, Castilla, Galicia, Portugal, Navarra, Mallorca y Valencia. Si bien realmente fueron cinco los que predominaron en diferentes periodos de tiempo, más o menos largos: Asturias-León, Pamplona-Navarra, Castilla, Aragón y Portugal.
Además no debemos olvidar lo que luego se convirtió en Cataluña, una serie de condados pirenaicos que fueron protegidos y regidos por el Imperio Carolingio durante doscientos años, y después de un breve espacio de tiempo siendo vasallos del Califato cordobés, se unieron al reino de Aragón, conservando su identidad.
De lo que podemos estar seguros es que España se va creando lentamente, primero con pueblos prehistóricos y luego con la llegada de los romanos se crea la provincia romana de Hispania, que al caer lentamente el Imperio, ceden por pacto a los visigodos el territorio para su control y para el desplazamiento y expulsión de los últimos bárbaros, Alanos, Vándalos y Suevos. Y de aquella provincia de Hispania, se convierte en el reino visigodo que dará lugar a los reinos cristianos que hemos nombrado, luchando y pactando con los musulmanes invasores.
Con la llegada del rey Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, en 1517 se produce lo esperado durante siglos, la unión de todas las coronas.
Burocracias aparte, el nacimiento de la nación hay que buscar su embrión en los primeros pobladores, los íberos, pasando por todos los pueblos que llegaron y organizándose en todos los sentidos al llegar Roma.
A partir de la desaparición de Roma, la Hispania romana queda en manos de sus pobladores, como propietarios dentro de las fronteras, formando reinos, y rechazando a los invasores y construyendo su laborioso futuro.
Han pasado 1.600 años desde el considerado primer monarca hispano, Ataulfo.  

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...