No obstante los hispano-romanos y
visigodos que componían la población de la península, todos cristianos, a la
vez que se desarrolló al-Andalus, fueron creando núcleos de resistencia a los
musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y creando lugar a los
reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán de hacer frente al
musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos de alguna forma. En
la franja norte de la península, desde las actuales Galicia a Cataluña, grupos
armados combatían a los musulmanes. Operaban sobre todo en la zona cantábrica y
eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana, estaban apenas controlados
por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos como el principio de la
Reconquista, más bien parece una continuación de la actitud habitual de los
montañeses.
Si
bien los reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana, por lo
tanto se trataba de avanzar por el territorio de la península, a fin de recuperar para
la cristiandad los pueblos sometidos, y o bien expulsar o conseguir una
debilidad que produjera impuestos que los musulmanes debían pagar. Está claro
que si no había ya un rey cristiano con los visigodos, tendría que haberlo
escogiendo entre los nobles de la población existente ante de la llegada de los
agarenos.Por lo tanto se organizaron y luego fueron resistiendo los ataques de los musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar de hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739.
Cuando
ochocientos años después, como sabemos en 1492, los reyes Isabel y Fernando salen victoriosos en la
guerra de Granada, terminando así con el último reducto musulmán en la
península. El cronista e historiador Rodríguez de Almela, en esos días, al entregarles a los
reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, les
recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos cristianos, estaba en
la estirpe visigoda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto
(Foedus) del 418, en Tolosa.
Los ocho siglos de convivencia en el mismo
territorio tuvo todo tipo de situaciones en las relaciones de diferentes reinos
y con los invasores musulmanes. La consolidación de los reinos cristianos
durante la Edad Media presenta una dinámica particular. Los reinos de Castilla
y León forman el bloque más aventajado y compacto. Era una época en que se
confundía el gobierno de los territorios con las administraciones de las
propiedades privadas. Por lo que no es de extrañar que los conflictos
familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias
determinasen los dominios sobre amplias extensiones, muchas sin poblar.
Las
alianzas, enemistades y los frecuentes cambios fronterizos de los reinos eran
moneda común. Esto nos lleva a pensar que el sentimiento de Estado o Nación no
existía aún, o era solo un esbozo. Los reinos eran hereditarios y competían
entre sí e incluso eran capaces de luchar entre hermanos o padres contra hijos.
No obstante tanto León como Castilla, Navarra y Aragón estaban en general
empeñados en arrebatar los territorios a los musulmanes en aras de la expansión
del cristianismo, o al menos de convertir a esos sus pobladores musulmanes en
vasallos de los reinos cristianos. Esto explica cómo pudo ser que los islámicos
estuvieran tanto tiempo en la península, digamos que gran parte de ese tiempo
lo hicieron como inquilinos mal considerados.
El
Califato de Córdoba se desintegra y termina en el año 1031, pero ya se
había iniciado la disgregación del territorio en pequeños reinos llamados
Taifas. La primera se considera que fue la de Badajoz en el 1009. Pero el
avance cristiano hace que los reyes de las taifas pidieran ayuda al sultán
almorávide del norte de África, hasta el 1144. Cuando el dominio almorávide
empezó a decaer, surgieron los llamados segundos reinos de taifas en 1144 que
habían sucedido a los almorávides en su dominio del norte de África. Tras el fin del periodo almohade, marcado por
la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto periodo denominado
terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con
las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón y en Castilla de
Fernando III el Santo. Y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí
en 1238, (que fueron vasallos de la Corona de Castilla-León), y que no capituló
hasta el 2 de enero de 1492, fecha que pone fin a la Reconquista.
Si
bien esto no impedía que hubiese alianzas entre cristianos y
musulmanes, ya fuese para combatir a los del credo contrario o a los
adversarios del credo propio. Muchas veces a la defensa de la religión, se anteponía
la necesidad política o económica de asegurar determinada región. Aún ante esta
confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias
identidades a través de instituciones y normas sociales, diferentes entre unos
reinos y otros muchas veces, pero que les imprimieron sus particulares rasgos
sociales, sus usos y costumbres. Su identidad.
Durante
esos ocho siglos (711-1492) existieron en la península ibérica hasta diez
reinos cristianos: Asturias, Pamplona, León, Aragón, Castilla, Galicia,
Portugal, Navarra, Mallorca y Valencia. Si bien realmente fueron cinco los que
predominaron en diferentes periodos de tiempo, más o menos largos:
Asturias-León, Pamplona-Navarra, Castilla, Aragón y Portugal.Además no debemos olvidar lo que luego se convirtió en Cataluña, una serie de condados pirenaicos que fueron protegidos y regidos por el Imperio Carolingio durante doscientos años, y después de un breve espacio de tiempo siendo vasallos del Califato cordobés, se unieron al reino de Aragón, conservando su identidad.
De lo que podemos estar seguros es que España se va creando lentamente, primero con pueblos prehistóricos y luego con la llegada de los romanos se crea la provincia romana de Hispania, que al caer lentamente el Imperio, ceden por pacto a los visigodos el territorio para su control y para el desplazamiento y expulsión de los últimos bárbaros, Alanos, Vándalos y Suevos. Y de aquella provincia de Hispania, se convierte en el reino visigodo que dará lugar a los reinos cristianos que hemos nombrado, luchando y pactando con los musulmanes invasores.
Con la llegada del rey Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, en 1517 se produce lo esperado durante siglos, la unión de todas las coronas.
Burocracias aparte, el nacimiento de la nación hay que buscar su embrión en los primeros pobladores, los íberos, pasando por todos los pueblos que llegaron y organizándose en todos los sentidos al llegar Roma.
A partir de la desaparición de Roma, la Hispania romana queda en manos de sus pobladores, como propietarios dentro de las fronteras, formando reinos, y rechazando a los invasores y construyendo su laborioso futuro.
Han pasado 1.600 años desde el considerado primer monarca hispano, Ataulfo.