jueves, 23 de enero de 2025

CASTILLO-PALACIO DE OLITE – NAVARRA

“No hay rey que tenga un castillo o palacio más hermoso, ni de más estancias doradas” escribió un viajero alemán del siglo XV. Con sus torres levantadas en negros y brillantes pináculos de pizarra, sus ventanas nervadas, y sus vidrieras de brillantes colores, le pereció al viajero cosa celestial, más que de este mundo terrenal.


Hacia el año 620 Olite fue plaza del rey godo Suintila.
A tan solo 30 Km de las Cuevas Rurales Bardeneras, se encuentra Olite. Construido durante los siglos XIII y XIV, luego palacio y castillo donde los reyes de Navarra tenían defensa y reparo. Fue sede de la Corte del Reino de Navarra y a partir del reinado de Carlos III "El Noble", persona llena de sabiduría y templanza, según decían. Veraneaba aquí el rey al regresar de Francia a principios del siglo XV. Hombre culto y refinado hizo traer de Alejandría jardines y jazmines, pomelos, cidras y otras plantas nunca vistas en Europa.
El viajero tiene tiempo para ir a Muruzábal y allí contemplar el misterioso santuario de Eunate, adonde peregrinaban devotos de extrañas naciones e ignoradas lenguas antes de la implantación del cristianismo. Parece ser que por eso los Templarios construyeron en medio del campo una extraña iglesia octogonal, en cuya portada repite como si fuera un espejo  los motivos al contrario de la Iglesia del Sepulcro de Torres del Río. A unas leguas de distancia.


El conjunto monumental del Palacio Real de Olite está compuesto por tres partes: Palacio Viejo (actual Parador Nacional), ruinas de la Capilla de San Jorge y Palacio Nuevo. Esta última es la parte más extensa y visitable, y es conocida como el Castillo de Olite.
Olite es un castillo-palacio, realmente se trata de una construcción con carácter cortesano, donde los aspectos residenciales prevalecieron sobre los militares. El príncipe de Viana, famoso por su talento e infortunios, pasó su niñez en este castillo y aquí se casó. Coleccionaba el joven animales, fieras y aves exóticas. El conjunto formado por sus estancias, jardines y fosos, rodeados por las altas murallas y rematados por las numerosas torres, le confieren una espectacular y mágica silueta. En su época, llegó a ser considerado como uno de los más bellos de Europa. En él podremos diferenciar claramente dos recintos: el Palacio Viejo, convertido en Parador Nacional de Turismo, y el Palacio Nuevo.


Fue invadida Navarra por la corona de Castilla y Aragón en 1512 y se fue deteriorando.  Fue incendiado por Espoz y Mina durante la Guerra de la Independencia Española en 1813, ante el temor de que en él se fortificaran las tropas francesas de Napoleón. Se restauró en 1937 aunque no está completa, ya que se trata de trata de recuperar la estructura original del palacio, distinguiendo entre lo que se corresponde con el edificio original, y lo que se debe a su restauración. Sin embargo, la riquísima decoración interior que revestía sus muros se ha perdido para siempre, al igual que los jardines exteriores que lo rodeaban.

El castillo está inspirado en el estilo gótico francés, con algunas características catalano-mallorquinas e inglesas.
El Parador “Príncipe de Viana”, está situado en el majestuoso Palacio-Castillo viejo del siglo XV que fuera habitado por Carlos III el Noble y su esposa Leonor de Trastamara. Expresión en piedra, las columnas y arcadas de ladrillo en un juego de luces medievales contribuyen a realzar la atmósfera medieval, el restaurante se levanta majestuosamente ante la historia y el arte de un casco urbano, cuya riqueza viene precedida por la fertilidad del llano y de las aguas del Cidacos que resultan ser un excelente escaparate de productos autóctonos.

Fue elegido la 1ª maravilla de las 7 maravillas medievales de España.

sábado, 18 de enero de 2025

PÉRDIDA DE LAS ISLAS MALVINAS

En 1749 el Almirantazgo británico, organiza una expedición con el objetivo aparente de hacer descubrimientos en los mares de América del Sur y efectuar un relevamiento de las costas de Malvinas. Sin embargo, el verdadero propósito de la expedición era establecer una base naval para atacar al comercio español y a los territorios hispanoamericanos. El proyecto llegó a oídos del embajador de España, quien protestó de inmediato.


El 2 de abril de 1767 Felipe Ruiz Puente, el primer administrador militar de las islas y toma posesión en nombre de la corona española (Carlos III),  del archipiélago de las islas Malvinas. Poco después, y ante los rumores de que los ingleses habían fundado una colonia en la isla occidental avisa a Buenos Aires. En vista de la situación, Bucarrelli, el gobernador de Buenos Aires, dio orden de expulsar por la fuerza a los ingleses. Parte de Montevideo el 11 de mayo Juan Ignacio de Madariaga con La Escuadra del Rio de la Plata, compuesta por cuatro fragatas y un jabeque andaluz. En total sumaban 134 cañones y 1.500 hombres.

Confiando que la superioridad militar haría desistir a los británicos, sin llegar a un enfrentamiento armado, el 7 de junio intimó al capitán William Maltby y al comandante del fuerte, George Farmer, a evacuar el puerto o, caso contrario, se vería “precisado a obligarle con el cañón”. ​ Madariaga fundamentaba su demanda en el derecho internacional vigente, que impedía establecer colonias en esa parte del mundo sin el consentimiento del rey de España. Una vez más, los británicos rechazaron la intimación de los españoles e insistieron en que las islas les pertenecían. E insistía con la retirada española. España siempre protestó los intentos de exploraciones británicas en la zona alegando sus derechos al mar cerrado, que implicaba la prohibición de navegar por aquellas aguas.

Decidido a llevar adelante su misión, y agotados todos los medios pacíficos, Madariaga dio la orden de comenzar el ataque. La batalla, sin embargo, debió posponerse por factores climáticos. El 10 de junio, por la mañana, Madariaga movilizó a las fragatas Santa Bárbara y Santa Catalina junto al jabeque Andaluz para que ataquen a la fragata británica Favorite.

En cuanto los barcos españoles abrieron fuego sobre la Favorite, la artillería del fuerte respondió con unos pocos y desordenados cañonazos.

El asentamiento inglés solo contaba con 10 cañones. La resolución de los oficiales británicos de pelear hasta el final no se mantuvo mucho tiempo. Desde el fuerte ondeó la bandera blanca y un oficial británico les solicitó la rendición a las fuerzas de tierra españolas, al mando del coronel Antonio Gutiérrez. 156 hombres rindieron sus armas el 10 de junio de 1770. Los términos de la capitulación establecían que el fuerte y sus armas debían ser entregados al coronel Antonio Gutiérrez.

El 11 de agosto de 1771 Juan Ignacio de Madariaga llegó a Cádiz para informar a la corte española sobre las acciones en Puerto de la Cruzada y el exitoso desalojo de la guarnición británica. Pero para su sorpresa, la noticia fue recibida con preocupación por las autoridades españolas. Comprendieron que se encontraban en una disyuntiva: si avalaban la acción del gobernador de Buenos Aires, Bucarreli, la guerra sería inevitable en cuanto los británicos tuviesen conocimiento del incidente. Si, por el contrario, desautorizaban la expedición, sus derechos sobre las islas se verían perjudicados.

Después que Francia se negase a respaldar a Madrid en una posible guerra, el tribunal español alegó que la incautación se había hecho sin la autorización de Carlos III y se ofreció a restaurar Puerto Egmont, tal como existía antes de ser desalojado. El embajador español en Londres declaró, en nombre de su soberano, que no se habían dado órdenes particulares al gobernador de Buenos Aires, a pesar de que el oficial había actuado con arreglo a sus instrucciones generales y juramento como gobernador; que las Leyes de Indias incluyen la expulsión de los extranjeros de los dominios españoles.

El acuerdo finalmente se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1771, seis meses después del desalojo, con el restablecimiento de la situación que existía antes del combate de Puerto Egmont. En abril de 1772 tres fragatas británicas reocuparon el asentamiento, y las fuerzas españolas asentadas en el lugar se retiraron. ​ Los británicos recibieron también una declaración donde el rey español Carlos III rechazó la incursión de Puerto Egmont para que se vea salvaguardado su honor.

Durante cuatro años convivieron en las islas dos poblaciones de dos países. Según la historiografía británica, ellos se retiraron de las islas en virtud de un sistema de reducción de gastos en 1774, aunque mayoritariamente se afirma que fue en cumplimiento del pacto secreto con España. La realidad es que el 11 de febrero de 1774, Gran Bretaña reconocía la soberanía española sobre las Islas Malvinas, y comunicaba al reino español, su decisión de abandonar el archipiélago. En mayo de ese año, el abandono se hizo efectivo.

El 22 de mayo, por conveniencias de la política exterior británica y para conciliarse con España, Puerto Egmont fue evacuado. Como restos de la permanencia, quedaban los parapetos del fuerte y una inscripción grabada sobre placa de plomo, en la que se afirmaba la pertenencia de las islas Falkland a su Sacratísima Majestad Jorge III. Se dice que el abandono británico de las islas, se produjo por un pacto secreto entre España e Inglaterra, y no por falta de presupuesto, ya que dejaba más ganancias que pérdidas. Mas allá del motivo de la devolución de las islas, en esta fecha Gran Bretaña reconoce que las Islas Malvinas son dominio de España. Tras abandonar las Malvinas, los británicos dejaron allí una bandera británica y una placa reclamando la soberanía del archipiélago para su rey. En 1775 el capitán Juan Pascual Callejas retiró la placa británica de Puerto Egmont, enviándola a Buenos Aires.

Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los gobernantes de Buenos Aires cuidaron que el Reino Unido no se asentase en las islas. Los españoles ocuparon Puerto de la Cruzada durante la Guerra anglo-española en 1779. En 1780, siguiendo instrucciones del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, se destruyó por completo las instalaciones. La placa conservada en Buenos Aires sería capturada por los británicos durante la primera invasión inglesa al Río de la Plata en 1806 y llevada a Londres.

España finalmente abandonó Puerto Soledad en 1811, tras la Primera Junta Revolucionaria en Buenos Aires, que suponía la independencia del gobierno de España en aquel territorio. Como la Banda Oriental no se adhirió a la junta de Buenos Aires, permaneció bajo control español.

Existe una tesis del arquitecto uruguayo Juan Ackermann y del ingeniero agrónomo argentino-uruguayo Alfredo Villegas se apoya en un tratado de 1841. Ese acuerdo firmado por España y Uruguay cedió al país sudamericano las atribuciones que tenía el puerto militar de Montevideo sobre el archipiélago del Atlántico Sur, destacan los investigadores y afirman que eso aún podría tener validez.  "El aporte de documentos y la historia de todo lo que sucedió es lo que queremos hacer conocer. Y al analizarlo desde ese punto de vista se plantea que las Malvinas son uruguayas, señala Ackermann. Fueron gobernadas entre 1777 y 1814, con total independencia del virreinato del Río de la Plata, las costas patagónicas, la Tierra del Fuego, el Estrecho de Magallanes y el archipiélago de las Malvinas, jurisdicción que Uruguay heredó formalmente de España y que le fue usurpada por británicos y argentinos durante todos estos años”. Cuando se disolvió el imperio español, éste nunca cedió a Argentina la soberanía sobre las Malvinas, algo que sí hizo en 1841 cuando firmó un convenio con Uruguay en el que se reconocían como uruguayos todos los territorios dominados por el Apostadero de Montevideo. Así pues, Argentina ocupó también de forma ilegítima las islas entre 1820 y 1833, aprovechando el caos que reinaba en aquella época en lo que entonces era la Banda Oriental, ahora Uruguay. Lo cierto es que más adelante las autoridades de Montevideo deciden retirar el establecimiento en las Malvinas por su baja utilidad y los elevados costos de conservación.

Allí se dejó una placa proclamando la soberanía española sobre el archipiélago. Placa que los argentinos, ya independizados, quitaron.

viernes, 17 de enero de 2025

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD – MADRID

 
Paseo del Prado, Parque del Retiro, Paisaje de las Artes y las Ciencias 
Desde el 25 de julio de 2021, son reconocidos como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La candidatura, fue promovida por el Ayuntamiento de Madrid. Se une a los 48 bienes culturales españoles que forman parte de la prestigiosa lista de bienes culturales Patrimonio Mundial de la UNESCO. Madrid es el primer paisaje histórico urbano declarado en Europa, el segundo del mundo tras Río de Janeiro.


Puerta de Alcalá y entrada al Parque del Retiro 
España es el tercer país con más bienes declarados Patrimonio Mundial.
Ya en el siglo XVIII, la Ilustración daría un nuevo ímpetu a toda la zona acometiendo una transformación cualitativa, al implantar un vasto programa de infraestructuras científicas en el paseo y jardines del Buen Retiro. De este modo, se crea un extraordinario paisaje urbano al alcance de toda la sociedad, integrando en esa área cultura y naturaleza, geografía e historia, individuo y colectividad, artes y ciencias
Su excepcionalidad reside en presentar un espacio de naturaleza urbana que surge a mediados del siglo XVI como arboleda intramuros, constituyendo el primer paseo dentro de los límites de la ciudad de todas las urbes y capitales europeas: un espacio en el que todos los ciudadanos, sin distinción de estamentos ni clases, pudieran disfrutar del ocio y el paseo.


Paseo del Prado 
Este paisaje cultural situado en el centro urbano de Madrid evolucionó desde su creación en el siglo XVI como una avenida arbolada, el Paseo del Prado, prototipo de alameda hispánica. El paseo cuenta con fuentes monumentales como la Fuente de Apolo, la Fuente de Neptuno y la Fuente de la Cibeles, símbolo icónico de la ciudad, rodeada de edificios emblemáticos. El sitio representa una idea innovadora del espacio y del urbanismo correspondiente al periodo absolutista ilustrado del siglo XVIII. Los edificios dedicados a las artes y las ciencias se unen a otros dedicados a la industria, a la sanidad y a la investigación. Juntos, representan la aspiración, en el apogeo del Imperio español, a una sociedad utópica ligada a la idea ilustrada de democratización del conocimiento, que tuvo amplia influencia en Latinoamérica. Las 120 hectáreas de los Jardines del Buen Retiro, vestigio del conjunto del Palacio del Buen Retiro construido en el siglo XVII, constituyen la mayor parte del bien. Tiene 17 entradas entre sus varias calles. El sitio también incluye el Real Jardín Botánico, dispuesto en terrazas, y el Barrio residencial de los Jerónimos, con una rica variedad de edificios de los siglos XIX y XX que incluyen centros culturales y científicos.
Madrid luce en todo su esplendor de sus años de cambio en tiempos de Carlos III y Fernando VII. Museos de primer nivel, instituciones, espacios naturales o iconos de la ciudad de Madrid. Todo ello unido opta a una de las nuevas candidaturas a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Se trata de una superficie urbana de 190 hectáreas con un 70% de espacios verdes en torno al Paseo del Prado y El Retiro, el gran parque de la ciudad, concebido para reyes y lleno de estanques, fuentes, esculturas, palacios… y de vida. En ella encontraremos más de 20 bienes de interés cultural y tesoros de incalculable valor, entre ellos los tres grandes museos de primer nivel de la ciudad: el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía. Un paseo de arte.

Museo del Prado

Entre la plaza de Cibeles y la glorieta de Carlos V discurre ese bello bulevar que es el Paseo del Prado, el primero de los paseos arbolados urbanos europeos. Desde el siglo XV fue un lugar de esparcimiento de los madrileños que Felipe II se encargó de acondicionar y embellecer y más tarde se decoró con palacios y fuentes como las de Cibeles, Neptuno y Apolo, bajo el reinado de Carlos III. El llamado Salón del Prado, que en origen pertenecía al monasterio de San Jerónimo el Real, fue modelo para muchas ciudades españolas y latinoamericanas.
Este gran espacio urbano madrileño en el corazón de la capital, en el que se unen cultura, ciencias y naturaleza, hay muchos otros lugares para descubrir, desde museos como el de Antropología, el de Artes Decorativas, el Naval. Instituciones como la Real Academia de la Lengua, el Congreso de los Diputados, el Banco de España, la Casa de América o el Palacio de Cibeles. También el Real Jardín Botánico o monumentos como la Puerta de Alcalá o los hoteles Ritz y Palace.


Real Academia de la Lengua Española
El paisaje de las Artes y de las Ciencias (conformado por el Paseo del Prado y los jardines del Buen Retiro), que recibía el nombre de El Paisaje de la Luz, tiene un doble compromiso, tanto con los madrileños como con la protección del patrimonio, y brinda una oportunidad única de difundir la singularidad de uno de los primeros paseos arbolados de Europa diseñados para el disfrute de los ciudadanos. En él, siguiendo un modelo de urbanismo ilustrado, se buscó acercar la Cultura, la Ciencia, el Arte y la Naturaleza a los ciudadanos de Madrid.
El Parque del Retiro son 125 hectáreas y más de 15 000 árboles, es un remanso verde en el centro de Madrid. Especial atención merecen algunos de sus jardines: el jardín de Vivaces, los jardines de Cecilio Rodríguez (jardines clasicistas con aires andaluces), los jardines del Arquitecto Herrero Palacios, la Rosaleda (colección de rosas) y el Parterre Francés con el ahuehuete, el árbol más antiguo de Madrid, del que se dice que podría tener alrededor de 400 años.
No es solo uno de los pulmones de Madrid, sino que ofrece también cultura, ocio y deporte a madrileños y visitantes. Entre sus elementos arquitectónicos e históricos más importantes se encuentran: el Estanque Grande que ofrece varias actividades, como barcas de remo, barco y aula solar y la Escuela Municipal de Piragüismo, dirigida a niños y jóvenes entre 7 y 17 años, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, ambos utilizados actualmente como salas de exposición.

Palacio de Comunicaciones- Fuente de Cibeles

El Palacio de Cristal, pabellón romántico creado para dar cabida a una muestra de plantas exóticas en la Exposición de Filipinas de 1887, es uno de los principales ejemplos de la arquitectura del hierro en España.
Además, El Retiro alberga esculturas y fuentes notables como son el monumento a Alfonso XII, proyecto del arquitecto José Grasés Riera -con un mirador desde el que disfrutar de unas bellas vistas de la ciudad- o el reservado de Fernando VII, situado en la esquina de las calles O'Donnell y Menéndez Pelayo. Este último incluye la Casa del Pescador, la Montaña Artificial y la Casa del Contrabandista (que ahora acoge Florida Retiro, un moderno multiespacio dedicado al ocio y la hostelería que durante años albergó la antigua sala de fiestas Florida Park), que le confieren un aire romántico.
Destacan además, la estatua de El Ángel caído, única escultura en Europa que representa al diablo; la noria de agua, restaurada y puesta en marcha, situada en la Huerta del Francés; la fuente de los Galápagos, que conmemora el nacimiento de Isabel II; la sorprendente Ermita de San Pelayo y San Isidoro; el Bosque del Recuerdo, en homenaje a las víctimas de los atentados terroristas sucedidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, y el Teatro de Títeres, un teatro único en Europa con programación estable todos los fines de semana.

Jardines del Retiro 

Para pasear, hacer deporte... y mucho más, El Retiro es uno de los sitios favoritos, por turistas y hogareños, para ir a pasear y para hacer ejercicio. Si vas con niños, puedes disfrutar con ellos de una de las muchas áreas de juego del Parque.
En las cercanías además del Museo del Prado están en Real Jardín Botánico, el Museo Thyssen-Bornemisza, el Centro de Arte Reina Sofía, y algo más retirado la Biblioteca Nacional.
 

martes, 14 de enero de 2025

TOMA DE CÁDIZ - 1262

En 1262 Alfonso X el Sabio reconquistaba Cádiz para Castilla.
El 14 de septiembre las tropas castellanas lograron tomar Cádiz tras un asedio relativamente breve. La reconquista marcaba la recuperación de una ciudad de gran valor estratégico. Cádiz, una de las últimas ciudades bajo control musulmán en el sur, consolidó la presencia cristiana en el reino de Castilla y jugó un papel crucial en la configuración del Andalucía.

Óleo de Matías Moreno
A principios del siglo XIII, la situación política en la península ibérica estaba marcada por la creciente presión de los reinos cristianos sobre los territorios musulmanes del Al-Ándalus. Durante los siglos anteriores, la fragmentación interna del califato de Córdoba en pequeños reinos de taifas debilitó el poder musulmán en la región, lo que permitió a los monarcas cristianos aprovechar la oportunidad para avanzar en su conquista territorial.
Uno de los principales actores en este avance fue el rey Fernando III de Castilla y León, conocido como Fernando el Santo. Bajo su mando, los reinos cristianos consiguieron importantes victorias como la reconquista de Córdoba y Sevilla. A pesar de estos avances, Cádiz permanecía en manos musulmanas como un puerto estratégico y relevante para el dominio del sur de la península.
Tras la muerte de Fernando III en 1252, su hijo, Alfonso X el Sabio, continuó con la política de expansión hacia el sur. A pesar de los problemas internos de su reinado y de su empeño en conseguir el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Alfonso X estaba decidido a finalizar la conquista de los territorios bajo dominio musulmán.
La ciudad de Cádiz tenía una gran importancia debido a su posición geográfica y su acceso al comercio marítimo. Con los musulmanes fue un puerto de gran valor militar y económico. Controlada inicialmente por los almorávides y posteriormente por los almohades, Cádiz se convirtió en uno de los últimos baluartes musulmanes en la región.
En los años previos a la reconquista, Cádiz y otras localidades cercanas estaban bajo el control de los benimerines, un grupo bereber procedente del norte de África que había intervenido en Al-Ándalus para apoyar a los musulmanes frente al avance cristiano.


A finales de la década de 1250, Alfonso X había centrado gran parte de sus esfuerzos en consolidar su poder en los territorios recientemente conquistados en el sur de la península. Tras asegurar su control sobre Jerez de la Frontera en 1261, el siguiente objetivo natural era Cádiz.
En el verano de 1262 Alfonso X reunió un ejército bien equipado, con el apoyo de tropas cristianas de los territorios reconquistados y de la nobleza castellana. Además, el monarca contó con el apoyo de la Orden de Santiago y la Orden de Calatrava, cuyos caballeros jugaban un papel fundamental en las campañas de la Reconquista.
La defensa de Cádiz no fue tan intensa debido a que el poder musulmán en la región estaba debilitado por los constantes ataques cristianos y por la falta de refuerzos procedentes del norte de África. Aunque se produjeron enfrentamientos, el ejército cristiano avanzó con relativa rapidez hacia la ciudad.
El 14 de septiembre de 1262, las tropas de Alfonso X lograron tomar Cádiz tras un asedio relativamente breve. La reconquista de la ciudad fue un momento de gran celebración para el reino de Castilla, ya que no solo consolidaba el control sobre el suroeste de la península, sino que también marcaba la recuperación de una ciudad de gran valor simbólico, que había sido un importante puerto fenicio, romano y musulmán.
Cádiz pasó a formar parte del reino de Castilla, y su población musulmana fue en su mayoría expulsada o sometida a la conversión al cristianismo. Alfonso X ordenó la repoblación de la ciudad con cristianos procedentes de otros territorios, un proceso que fue común en las ciudades reconquistadas del sur.


La reconquista de Cádiz tuvo varios impactos estratégicos y políticos. En primer lugar, aseguró para Castilla un puerto clave en la costa atlántica, lo que facilitó el control marítimo de la región y el comercio con otros territorios. Además, la caída de Cádiz completó la reconquista de gran parte del actual territorio andaluz, dejando a los musulmanes con una presencia reducida en la península, limitada principalmente al Reino Nazarí de Granada.
La reconquista de Cádiz consolidó la figura de Alfonso X como un monarca comprometido con la expansión cristiana, aunque su reinado también estuvo marcado por las tensiones internas y su frustrada candidatura a la corona imperial. La toma de Cádiz contribuyó a la consolidación del poder castellano.
La ciudad comenzó a transformarse en un puerto cristiano de creciente importancia. Aunque su papel como centro comercial y militar aún tardaría en desarrollarse por completo, la posición geográfica la convirtió en un punto clave para las rutas marítimas hacia el Atlántico y, posteriormente, hacia América. Mantuvo una gran importancia especialmente en los siglos posteriores, cuando se convirtió en uno de los principales puertos españoles en la época del descubrimiento de América y el comercio colonial.
La reconquista de Cádiz representó uno de los últimos avances importantes en la larga historia de la Reconquista, el proceso de recuperación de la península ibérica por parte de los reinos cristianos. Aunque Granada seguiría bajo control musulmán durante más de dos siglos, la toma de Cádiz consolidó la hegemonía cristiana en el sur de la península.
Hoy en día, el 14 de septiembre se celebra en Cádiz como el día de la reconquista de la ciudad por parte de Alfonso X. Este evento es conmemorado con actos cívicos y religiosos, recordando el momento en que la ciudad pasó a formar parte de la corona de Castilla. La celebración también sirve como un recordatorio del importante papel que Cádiz ha jugado a lo largo de la historia de España, tanto en el contexto de la Reconquista como en épocas posteriores.
La Reconquista de la ciudad fue un hecho militar significativo que consolidó la presencia cristiana en el sur de la península ibérica.
 

AL-ANDALUS DURANTE 800 AÑOS

Solemos escuchar y leer incluso a historiadores refutados que los musulmanes dominaron la península Ibérica durante 800 años. Pues bien, nad...