domingo, 5 de octubre de 2025

FERNANDO DE TRASTÁMARA REY DE ARAGÓN Y DE CASTILLA

Juan de Trastámara, (su padre), como regente en Aragón en nombre de su propio hermano, el ausente rey de Aragón Alfonso V, había sido desafiado por la nobleza y el alto clero del reino. Entre rebeliones y disturbios su esposa embarazada, Juana Enríquez, tuvo que refugiarse en la frontera con Navarra. Allí nació Fernando de Trastámara  en 1452.

Juan II V en 1458 hereda el reino de Aragón y designó a Fernando gobernador de Cataluña en 1462, bajo la regencia de su madre por su corta edad. Fueron muy mal recibidos en Barcelona por la oligarquía que detentaba el poder en la ciudad Condal.
Cataluña estaba entonces profundamente dividida. Los "malos usos" ( prestaciones señoriales que los cultivadores o pageses consideraban que abusivas).  y eran característicos del feudalismo catalán. Habían causado un creciente enfrentamiento entre los campesinos y sus señores tanto laicos como eclesiásticos..
El golpe de Estado producido en Barcelona en 1462, después de varias conspiraciones, para eliminar el poder regio, provocó la huida, en difíciles circunstancias de Juana y su hijo  Fernando. Refugiados en Gerona fueron rodeados por un ejército. Así comenzó la guerra civil catalana que iba a durar diez años. El rey Juan buscó el apoyo de Francia de Luis XI.  La necesidad de obtener fondos le llevó a hipotecar los condados transpirenaicos del Rosellón y la Cerdaña a la corona francesa.
La recuperación de Juan II hizo evidente a los rebeldes que no podrían imponerse sin apoyos externos. En este momento aparece por primera vez Fernando como jefe de las fuerzas aragonesas, aunque solo con carácter nominal por su corta edad. El condestable fue derrotado en la batalla de Calaf, muriendo poco después.

JUAN II DE ARAGÓN 

Un poderoso ejército derrotó en 1467 a las fuerzas aragonesas, encabezadas por el jovencísimo príncipe Fernando, en la batalla de Viladamat. Prisioneros los mejores jefes militares realistas, el propio Fernando se salvó milagrosamente. Enfermo Juan II solo podía buscar ayuda en la vecina Castilla. Conservaba importantes contactos tras la proclamación como heredera de la princesa Isabel en 1468. La propuesta consistió en acordar el matrimonio de Isabel con su hijo Fernando, primo segundo de Isabel-
Fernando se ocupó de enviar refuerzos a su padre. Su destreza contribuyó a lograr la definitiva derrota de la rebelión catalana en 1472. Fernando en un joven lleno de criterio y muy maduro para su edad. Lo demostró con creces en el difícil momento de la Sucesión Castellana en 1474, contra el reino de Portugal. La guerra promovida por los partidarios de la Beltraneja en alianza con Portugal y Francia puso en gravísimas dificultades a los nuevos reyes. Fernando tuvo que multiplicarse tanto en el frente diplomático como en el militar.
Tuvo que acudir en ayuda de su padre ante la nueva invasión francesa de Cataluña y resignarse a aceptar inteligente y momentáneamente la pérdida del Rosellón y la Cerdaña. Para luego centrarse en Castilla donde su aprovechamiento de la indecisa batalla de Toro fue magistral.
Años antes en el “Compromiso de Caspe” en 1412, se buscaba un rey entre Aragón, Valencia y el Principado de Cataluña y es elegido Fernando de Trastámara. A éste Fernando I de Aragón le sucedió su hijo Alfonso V de Aragón. A este le sucede en Aragón Juan II, que será el padre de Fernando.
Juan II se casó con Blanca de Navarra, se había convertido en rey consorte de Navarra y en mayo de 1421 nació el que sería el Príncipe de Viana. En mayo de 1441 moría su esposa Blanca de Navarra. La sucesión al reino de Navarra iba a generar un prolongado enfrentamiento entre dos bandos, padre e hijo.  Viudo, Juan II en Navarra se casa en 1443 con Juana Enríquez. En octubre de 1451, el príncipe Carlos de Viana, derrotado y acusado por su padre de alta traición fue hecho prisionero. Mientras que la mujer de Juan, que estaba en estado de gestación se trasladó a Sos, Aragón, donde nació Fernando, en 1452.

CARLOS, PRÍNCIPE DE VIANA

Juan II de Aragón y de Navarra se coronó rey de Aragón, desheredando para ello a Carlos de Viana y a su hermana Blanca, en beneficio de su hija menor Leonor. Y encumbró a su hijo Fernando en detrimento de Carlos.
El monarca aragonés firmó obligado, la llamada “Concordia de Barcelona” en enero de 1460 por la que perdonaba a su hijo Carlos, y lo reconoció como primogénito heredero. El príncipe Carlos, desde Barcelona, negoció con Enrique IV de Castilla (su sobrino, hermanastro de Isabel), su boda con Isabel de Castilla.  Estos contactos sirvieron de justificación para que Juan II ordenara la detención y encierro de nuevo de su hijo Carlos en 1460. Esto provocó revueltas en Cataluña. Pero inesperadamente muere Carlos de Viana. Fernando es reconocido heredero titulándose Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Conde de Barcelona, que lo sería desde el 20 de enero de 1479, hasta su muerte, el 23 de enero de 1516. Y en vida de su padre fue rey de Sicilia desde 1468.
Fernando creció hasta convertirse en caballero seguro de sí mismo.
El rey castellano, Enrique IV deseaba que su hija Juana, fuese la heredera, pero siempre existieron dudas de su paternidad, amén de que él mismo desterró a su esposa, y estando desterrada quedó embarazada de su amante, Pedro de Castilla con quien tuvo hijos gemelos, y abrumada, decidió huir.
El deshonor de Enrique era evidente y un golpe enorme al no poder demostrar la fidelidad de la reina y por consecuencia la sospecha de la bastardía de su hija Juana.
A esto se sumaba que la boda entre Enrique IV y Juana de Avis, que eran primos segundos, no tenía el necesario. consentimiento papal. Con lo cual se decide el acuerdo de Los Toros de Guisando en septiembre de 1468, donde Isabel sería reconocida como Princesa de Asturias.

MATRIMONIO DE ISABEL Y FERNANDO 
La boda de Isabel y Fernando sería en Castilla, donde luego se radicarían. Se necesitaba organizar el viaje de Fernando y sacar a Isabel de Ocaña, donde era prácticamente una prisionera. Ella se fue a Madrigal. Desde allí Isabel escribió al rey explicándole que de los tres pretendientes había escogido a Fernando, y que éste le reconocía también como su legítimo rey. Isabel se movía dentro de la legalidad con astucia. En 1469 Isabel tenía dieciocho años y Fernando diecisiete.
En 1493 el rey de Francia, Carlos VIII decidió entonces devolver a Fernando el Rosellón (tratado de Barcelona), indemnizar a Enrique VII de Inglaterra y llegar a un acuerdo con Maximiliano y su hijo Felipe (el hermoso), que se preparaba para un matrimonio español, creyendo tener las manos libres. Luego reclamó Nápoles.
Fernando formó una Liga Santa a la que se incorporaron también sus aliados y, en Atella, derrotó a los franceses con un experto general, Gonzalo de Córdoba, a quien los italianos llamaron el Gran Capitán.
Pronto nacieron dos nietos varones, Miguel de Portugal (que murió dos años después) y Carlos de Borgoña, (hijo de Juana y Felipe el hermoso) destinado éste a ser Carlos I de España y el emperador Carlos V.
El Gran Capitán volvió a Italia y en Barletta y las victorias de Ceriñola y Garellano forjó una fama que se mantuvo hasta 1635: la Infantería española era reina de las batallas. Luis XII no tuvo más remedio que concertar una tregua dejando Nápoles bajo ocupación hispana.
Los RR CC tenían ente sí un problema de sucesión. La herencia pasaba a Juana y Felipe. Las relaciones entre ambos cónyuges eran tormentosas , la reina Isabel tenía la seguridad de que su hija se volvería loca, al igual que su propia madre, y Felipe era amigo de Francia. Algunos nobles que habían combatido a los Reyes Católicos en 1475, se prestaron a servir de apoyo a Felipe que quería sustituir a Fernando en el momento en que Isabel falleciera.
La Guerra de Granada comenzó en 1481 y duró 10 años. Fernando se acuarteló con sus oficiales y fue una campaña militar en la que lentamente fue conquistando ciudades y llegó a hacer prisionero al Boabdil el chico, al que liberó con condiciones de terminar la guerra entragando la ciudad de granada, para seguridad se quedó con sus dos hijos como garantía. La capitulación se realizó el 1 de enero de 1492 y la entrega de la ciudad al día siguiente. Europa entera celebró la victoria al Islam. 

La reina Isabel la Católica falleció en 1504 en Medina del Campo. Previamente informada por sus embajadores de la situación, añadió a su testamento un codicilo en el cual disponía que si Juana estaba ausente, renunciaba por sí misma o era incapacitada, Fernando y no Felipe debía tomar las riendas del poder. Felipe el Hermoso viajó a España en compañía de su esposa, con tropas, y reunió en torno a su persona un partido nobiliario. Ante la perspectiva de una nueva división con guerra, Fernando cedió a su yerno el ejercicio (concordia de Salamanca, 1505) a cambio de una indemnización, y se retiró a Aragón y luego a Italia.
Fernando incorporó Nápoles a la Corona de Aragón y relevó al Gran Capitán de sus funciones como virrey.
En septiembre de 1506 falleció Felipe el Hermoso, Juana escribió a su padre que volviera para gobernar, la apoyaba el cardenal Cisneros y el segundo duque de Alba. Fernando  dejó en manos del Cardenal Cisneros  conjuntamente con un Consejo de Regencia. En agosto de 1507, el Rey Católico retornó a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Se encontró con su hija el 28 de agosto de 1507, y volvió a asumir el gobierno de Castilla. Fue cuando se enteró de la situación de su hija Juana. Por entonces estaba rota por el dolor por la muerte de su marido y además embarazada, daba muestras de demencia. Poco después, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada a pie. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina que nació poco después.

JUANA I EN SU ENCIERRO

En febrero de 1509, Fernando ordenó encerrar a Juana en Tordesillas para evitar que se formase un partido nobiliario en su torno. Tres años después de la muerte de su esposo.  Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, dejando nuevamente la gobernación al cardenal Cisneros y él se centró en Italia. Fernando ejerció las funciones de rey de Castilla, contando con el apoyo de los más fuertes sectores de la nobleza y especialmente de Cisneros, arzobispo de Toledo, y del duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo. Cisneros, que seguía viviendo con la modestia de un fraile, puso a disposición del Rey los cuantiosos recursos. En 1509, Cisneros conquistó Orán.
Luis XII de Francia pudo reunir en Pisa una asamblea que se dio a sí misma tal nombre y preparó el juicio contra Julio II en octubre de 1511. Fernando de Aragón hubo de volver al enfrentamiento con Francia: puso en pie una nueva Liga que llamó Santísima porque defendía las prerrogativas del vicario de Cristo y en ella entraron su consuegro Maximiliano y su yerno Enrique VIII de Inglaterra. Francia disponía de mejores tropas, a cuyo frente se hallaba un hermano de Germana de Foix, que logró la brillante victoria de Rávena sobre los aliados. Pero en esta batalla perdió la vida. Luis XII había reconocido los derechos de esta rama de los Foix sobre el patrimonio del linaje que ostentaban los Albret.
La muerte del noble en el campo de Rávena supuso que los derechos de la Casa de Foix recaían en la esposa de Fernando, Germana de Foix, por lo que el rey de Francia ya no tenía ningún interés en apoyar las reivindicaciones territoriales de la Casa de Foix.  
Pero Fernando convocó a las Cortes aragonesas en 1512, a fin de solicitar un subsidio con el que financiar armas y jinetes para las campañas en el Norte peninsular.

El arzobispo de Zaragoza, Alonso de Aragón, hijo de Fernando el Católico, colaboró con un importante contingente de 3.000 peones y 400 jinetes en la “guerra santa”.  Aunque la invasión ya se había iniciado el 10 de julio el grueso de las tropas entró el 19 de julio. Fue realmente un paseo militar. Pocos días después los navarros capitularon sin combatir.
Tras la rendición de Pamplona, y luego Tudela  que capituló el 9 de septiembre y el 4 de octubre de 1512, Fernando el Católico entró en ella para jurar su fueros y privilegios.
La rendición de las plazas fue paulatina. En junio de 1515 se resolvió por las Cortes de Burgos que se anexionaba definitivamente Navarra a Castilla, guardando los fueros y costumbres del reino. Castilla contaba con más medios para defender el territorio de una posible invasión francesa. En cualquier caso la anexión no supuso ninguna subordinación a Castilla. Navarra conservó sus Cortes, fueros y costumbres, sus leyes y su moneda y el rey estuvo representado por un virrey. La Navarra ultra pirenaica pasó a la soberanía de Francia y sus monarcas llevaron el título de reyes de Francia y Navarra hasta 1789. En España la actual Comunidad Foral de Navarra abarca el territorio correspondiente a la Alta Navarra. La Baja Navarra forma parte del llamado País Vasco francés.
Fue el último gran éxito de Fernando el Católico.
En 1511, Fernando el Católico encargó un estudio jurídico-teológico que concluyó que la guerra contra los indígenas de América sólo será justa. Las Leyes de Burgos, sancionadas por Fernando el 27 de diciembre de 1512, surgieron por la preocupación de la Corona por el trato a los indígenas. Dichas Leyes fueron consecuencia política y jurídica de los frailes dominicos. Fue esta la primera vez que la Corona convocó a teólogos y juristas para que le aconsejaran sobre el problema del Nuevo Mundo. Se determinó por tanto que los indios son libres y deben ser tratados como tales. Han de ser instruidos en la fe, como mandan las bulas pontificias. Tienen obligación de trabajar, sin que ello estorbe a su educación en la fe, y de modo que sea de provecho para ellos y para la corona. Han de tener contacto y comunicación con los cristianos y deben de recibir un salario justo por su trabajo.

JUANA I DE CASTILLA 

El Rey aceptó, pero es absolutamente cierto que permaneció al margen de esos horizontes y preocupado especialmente por ejecutar la incorporación definitiva de Nápoles a la Corona de Aragón. Esperaba garantizar las comunicaciones mercantiles tan afectadas por la piratería.
La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura del cardenal  Jiménez de Cisneros. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Otorgó todas sus posesiones a su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y nacido durante su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla.
Falleció el gran rey Fernando el católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”.
El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. Pero no pudo continuar viajando y se detuvo en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517.
En su libro el hispanista Henry Kamen, dice que de Fernando en realidad, sabemos muy poco sobre su vida, porque la documentación es malísima, especialmente en lo referido a la Corona Aragonesa. El primer archivo nacional surgió en el siglo XVI en Castilla y, por tanto, la documentación sobre los Reyes Católicos está monopolizada por la figura de Isabel la Católica. Se le atribuyen a ella muchas cosas que son mérito exclusivo de él, apunta. Antes que él, solo Jaume Vicens Vives logró una aproximación solvente a la figura del aragonés a través de una biografía fuertemente contestada por los nacionalistas.

ESTATUA DE FERNANDO EL CATOLICO EN MADRID 
“No solo los catalanes han despreciado a Fernando el Católico. Tampoco los castellanos han mostrado nunca grandes simpatías por un hombre que en realidad solo hablaba castellano y, pese a nacer en la región de Zaragoza. La nobleza castellana sentía aversión por Fernando, al que llamaban de forma despectiva, “el viejo catalán”. A lo mejor tiene que ver con su carácter o su actitud”. Lo cierto es que Fernando e Isabel trabajaron para desterrar los enormes privilegios de las noblezas castellanas.

viernes, 3 de octubre de 2025

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

La Academia comenzó como reunión literaria de amigos, en el domicilio de Julián Hermosilla, abogado de los Reales Consejos, en el año 1735. Los contertulios se dirigieron a Felipe V para que autorizara sus reuniones y el monarca les concedió su protección. Con ello, la tertulia ya especializada en la investigación del pasado quedó convertida en Real Academia de la Historia. La autorización la dio Felipe V por Real Cédula de 17 de junio de 1738. 

Desde entonces, la Academia gozó de la real protección como las demás corporaciones análogas, vínculo institucional que perdura, al corresponder a Su Majestad el Rey, según recoge el artículo 62 de la Constitución, el Alto Patronazgo de las Reales Academias
Encargada del estudio de la Historia de España, “antigua y moderna, política, civil, eclesiástica, militar, de las ciencias, letras y artes, o sea, de los diversos ramos de la vida, civilización y cultura de los pueblos españoles”. Se establecía que la finalidad de la Academia era la de aclarar “La importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia, conduciendo al conocimiento de muchas cosas que oscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido”
En 1836, el gobierno de Mendizábal, le concedió a la Academia gran número de códices, documentos y libros, además del caserón llamado Nuevo Rezado en la madrileña calle del León, número 21, que había pertenecido a los monjes Jerónimos de El Escorial hasta la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas, donde se trasladó oficialmente por Real Orden de 23 de julio de 1837, aunque en la práctica no se trasladaría a él hasta 1874.
Desde el 1 de enero de 1938, fecha de su creación, forma parte del Instituto de España.

En febrero de 2009 la Reina Doña Sofía presidió en Madrid el acto de presentación del Atlas Cronológico de la Historia de España (ACHE), la primera obra de referencia de carácter normativo, elaborada por la Real Academia de la Historia
El 21 de julio de 1999 la Real Academia de la Historia firmó un convenio con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con la finalidad de desarrollar en un plazo de ocho años el Diccionario Biográfico Español. En diciembre de 2008 el Centro de Estudios Biográficos publica en internet los datos biográficos mínimos de los más de 40.000 personajes que se incluirán en la primera edición del Diccionario Biográfico Español.
En mayo de 2011, los reyes de España presidieron la presentación del Diccionario Biográfico Español. En concreto, Don Juan Carlos y Doña Sofía recibieron sus primeros 25 tomos, que estuvo completa en sus cincuenta volúmenes en septiembre de 2013.


En 1836, el edificio sede, fue desamortizado por el gobierno de Mendizábal y adjudicado a la Real Academia de la Historia. Al caserón del Nuevo Rezado se anexionaron en 1974 el palacio del Marqués de Molins y una pequeña casa de la calle de las Huertas, completando así toda la manzana entre las calles León, Huertas, Amor de Dios y Santa María de Madrid
La Real Academia de la Historia apoya activamente la investigación de la historia. Se divide en diferentes departamentos principales:  Biblioteca, Diccionario Biográfico y Gabinete de Antigüedades. Realiza actividades como conferencias, conciertos y presentaciones de libros.
El Diccionario Biográfico Español (RBE) de la Real Academia de Historia es un buscador avanzado con numerosos criterios combinables entre sí. Ofrece fichas documentadas por especialistas de más de 50.000 personajes de la Historia de España.


La Real Academia de la Historia posee una espléndida Biblioteca-Archivo con códices, incunables, manuscritos e impresos de inestimable valor científico, bibliográfico y documental que abarcan desde la alta Edad Media hasta nuestros días, indispensables para el estudio e investigación de la historia de España y de la América hispánica.
No sólo hay en ella una gran colección de libros y folletos impresos sino también un riquísimo fondo de códices y documentación manuscrita que abarca desde la alta Edad Media hasta la actualidad. La Academia atiende a la conservación y descripción de este gran patrimonio bibliográfico y documental, mantiene una sala de lectura abierta a los investigadores, responde a la gran cantidad de consultas y solicitudes de reproducción documental que recibe, lleva a cabo programas sistemáticos de microfilmación y digitalización de las colecciones manuscritas, y colabora con otras instituciones públicas y privadas para la difusión y, en su caso, préstamo de libros y documentos.
El fondo impreso de la Biblioteca consta actualmente de más de cuatrocientos mil volúmenes, entre ellos doscientos incunables, incorporados por compra, donación o legado de académicos, personas particulares, instituciones y editoriales, o bien por intercambio con el Boletín de la Real Academia de la Historia; este último procedimiento permite mantener una amplia colección de publicaciones periódicas.

Otras características:
- 2.500 años de Historia a través de sus protagonistas
- Ámbito geográfico mundial, con especial atención a todos los territorios que, además de la Península, formaron parte de la Administración española
- 2.000 ámbitos de actividad
- 4.000 autores, españoles y extranjeros
- 500 instituciones científicas nacionales e internacionales

martes, 30 de septiembre de 2025

EL INQUISIDOR TORQUEMADA

La Inquisición, como tribunal eclesiástico, solo tenía competencia sobre cristianos bautizados, no contra judíos o musulmanes.

Hemos de comprender que en un reino en aquella época no podían existir dos o más religiones, la del rey era la obligatoria para todos sus súbditos.
La causa de la Reconquista, no fue solamente por el territorio como se cree, sino fundamentalmente por conservar en el pueblo la religión cristiana que en aquellos tiempos era más importante que la propia vida. No existía la libertad de culto, por eso, a partir de la Toma de Granada, se pensó en ofrecer a los judíos o la expulsión o la conversión al igual que hicieron los visigodos más de mil años antes.  
TOMÁS DE TORQUEMADA
A los musulmanes (moriscos) se les ofreció quedarse bautizados tras la Pragmática de Conversión Forzosa de los Reyes Católicos de 1502 en la Corona de Castilla, y en la Corona de Aragón hasta 1526.
Y a estos conversos son los que se les vigiló para que no profesaran su religión contraviniendo a la religión cristiana.
Cuando los Reyes dictaron el edicto de expulsión, los judíos habían  sido expulsados de todos los países y sólo quedaban dos por adoptar esa  medida: Portugal y Austria, que muy pronto se sumaron al sentimiento  generalizado de odio a los hebreos. Es de decir que, mucho antes de la  expulsión Sus Altezas  quisieron convertir a los judíos a la fe cristiana, y mandaron por todas las ciudades, villas y aldeas, a predicadores que  instruyeran a los herejes en la doctrina de la Iglesia Romana. Y muchos, escarmentados por las grandes matanzas populares del siglo XIV y por lo que se vislumbraba que iba a venir, se convirtieron, aunque  algunos siguieron judaizando. Contra éstos últimos se estableció la Inquisición.
Tomás de Torquemada, el dominico, fue fundamental para que los Reyes Católicos aprobaran la expulsión de los judíos de España. Algunos de sus colaboradores en el Santo Oficio eran cristianos conversos
Durante la mayor parte de su historia, sin embargo, al no existir libertad de culto ni en España ni en sus territorios dependientes, su jurisdicción se extendió a la práctica totalidad de los súbditos del rey de España. Así las cosas, desde la creación de los tribunales americanos, nunca tuvo jurisdicción sobre los indígenas. El rey de España ordenaba que los inquisidores nunca procediesen contra los indios, sino contra los cristianos viejos y sus descendientes y las otras personas contra quien en estos reinos de España se suele proceder.
Tomás de Torquemada fue el primer Inquisidor General de Castilla y Aragón. Y en cuanto a cifras de ejecutados, muchos historiadores modernos achacan a las exageraciones de la leyenda negra vertida contra España.
El hispanista Joseph Pérez echa luz sobre esta aparente contradicción “El antijudaísmo militante de algunos conversos se debía a su deseo de distinguirse de los falsos cristianos mediante la severa denuncia de sus errores”.
La creciente presión social sobre la comunidad hebrea en el siglo XV desembocó en la conversión al Cristianismo de casi la mitad de los 400.000 judíos que habitaban en España. Los hijos de muchos de ellos acabaron ingresando en el clero, como demostración de compromiso con su nueva religión.
Al no ser Torquemada una figura destacada hasta su edad adulta, poco se sabe de sus padres. Tras progresar en la orden, fue nombrado prior del convento de Santa Cruz de Segovia. Allí conocería a Isabel la Católica, que le designó como uno de los tres confesores personales de los Reyes Católicos por su prudencia, rectitud y santidad. Tradicionalmente, este cargo servía a muchos eclesiásticos como puente hacia otras posiciones más elevadas y para entablar contactos con los personajes más destacados de la Corte. Por ello, pese a su vida austera y su perfil discreto, el dominico fue elegido para reformar la institución, la cual desde su fundación en 1478 no estaba cumpliendo los objetivos planteados por los Reyes Católicos.

Inquirir significa averiguar, preguntar. Éste era el objetivo primero del Santo Oficio. Averiguar sobre la verdad de la herejía de una persona, y si las denuncias presentadas eran verdad y no se trataba de venganzas personales. Al recibir una denuncia había una investigación siempre secreta. Si se comprobaba que la denuncia no tenía fundamento, al denunciante le multaban y hubo miles de denunciados que jamás supieron que habían estado en el punto de mira y que las denuncias habían sido archivadas
El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. A diferencia de su versión medieval, la primera creada en el siglo XII en el sur de Francia, la institución que pusieron en marcha los Reyes Católicos estaba bajo el control directo de la Monarquía y tenía como prioridad lograr la unidad religiosa en un territorio repleto de falsos conversos, no sobre los judíos. A raíz de un informe realizado por el arzobispo de Sevilla, el Cardenal Mendoza, y por el propio Tomás de Torquemada denunciando las prácticas judaizantes que seguían realizando impunemente los conversos andaluces, los Monarcas solicitaron al Papa Sixto IV permiso para constituir este órgano en la Corona de Castilla.
Inicialmente, la actividad del Santo Oficio se centró solo en la diócesis de Sevilla y Córdoba, donde se había detectado un foco de conversos judaizantes. En 1481, se celebró el primer auto de fe, precisamente en Sevilla, donde fueron quemados vivos seis detenidos acusados de judeoconversos. Sin embargo, los escasos resultados no eran los deseados por los Reyes Católicos, que, buscando incrementar el acoso contra los conversos, nombraron a Tomás de Torquemada para el cargo de Inquisidor General de Castilla dos años después, en 1483. La elección respondía a dos razones obvias: era el confesor de Isabel, con la consiguiente influencia que ello conllevaba; y pertenecía a la orden de los dominicos. Pues, los miembros de la orden de predicadores habían ejercido el papel de inquisidores durante la Edad Media y se dice, incluso, que Dominicanus es un compuesto de Dominus (Dios) y canis (perro), significando «”os perros del Señor”, por su celo en la búsqueda de herejes.

La incansable actividad de Torquemada, el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden, en palabras del cronista Sebastián de Olmedo, extendió estos tribunales por toda la península. En 1492 ya existían tribunales en ocho ciudades castellanas (Ávila, Córdoba, Jaén, Medina del Campo, Segovia, Sigüenza, Toledo y Valladolid) y comenzaban a asentarse en las poblaciones aragonesas. Establecer la nueva Inquisición en los territorios de la Corona de Aragón, en efecto, resultó mucho más complicado. No fue hasta el nombramiento de Torquemada en 1483 también Inquisidor de Aragón, Valencia y Cataluña cuando la resistencia empezó a quebrarse. Además, el asesinato en 1485 del inquisidor zaragozano Pedro Arbués, hizo que la opinión pública diese un vuelco en contra de los conversos y a favor de la institución.
Torquemada inauguró el mayor periodo de persecución de judeoconversos, entre 1480 a 1530, que posteriormente fue sustituido por el acoso a otros grupos considerados subversivos, como los calvinistas o los protestantes. Del mandato de Torquemada según el hispanista Henry Kamen unas 2.000 personas hasta 1530. Pero, donde no caben dudas es en que de todos esos años fue en 1492, la fecha de la expulsión de los judíos de España, cuando se alcanzó las mayores cotas de violencia contra esta minoría religiosa. Por supuesto, Torquemada, encargado de redactar parte del edicto de expulsión, jugó un papel crucial en el proceso.
Se conservan completos los archivos inquisitoriales entre 1540 y 1700. En ese periodo se desarrollaron casi 45 mil procesos por herejía, de los que la mayoría fueron resultados absolutorios y 1.346 resultaron condenados a muerte,  aproximadamente la mitad de los condenados ya habían fallecido y se hacía un simulacro con un muñeco.


La decisión de los Reyes Católicos se fundamentaba en la mala influencia que ejercían los judíos, que no eran perseguidos por la Inquisición, en los conversos. Tras redactar las condiciones básicamente, elegir entre bautizo o expulsión, Torquemada presentó el proyecto a los Reyes el 20 de marzo de 1492, que lo firmaron y publicaron en Granada el 31 de marzo. La influencia de la Inquisición, en concreto de Torquemada, fue notable para que los Monarcas abordaran una medida tan radical , para la que ni Isabel ni Fernando se mostraron especialmente predispuestos años atrás.
También es célebre la abrupta respuesta del Inquisidor General a los intentos de los judíos influyentes por rebajar la medida. Entre el mito y la realidad, se cuenta que el empresario judío Isaac Abravanel, que había servido en distintos cargos a los Reyes Católicos, ofreció al Rey Fernando una suma de dinero considerable para retrasar la medida. Al enterarse Tomás de Torquemada, se presentó ante el Rey y les arrojó a sus pies un crucifijo diciéndole: “Judas vendió a Nuestro Señor por treinta monedas de plata; Su Majestad está a punto de venderlo de nuevo por treinta mil”.
En 1494, la salud de Torquemada empezó a declinar y dos años después se retiró al convento de Santo Tomás de Ávila que él mismo había fundado, desde donde siguió dictando las órdenes de la institución religiosa. A su muerte, en septiembre de 1498, le sucedió en el cargo de Inquisidor General fray Diego de Deza.
Torquemada estaba considerado por sus contemporáneos como un eficiente administrador, un trabajador pulcro y un hombre imposible de sobornar. Era la virtud personificada para su época, aunque sus prácticas sean sumamente crueles a los ojos actuales. La leyenda negra contra los españoles, además, aprovechó para hinchar la cifra de fallecidos bajo su mandato, hoy se maneja la cifra en quince años en unas 10 cada mes. 

jueves, 25 de septiembre de 2025

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN.

Nació en Villanueva de Arosa, en 1869 - Murió en Santiago de Compostela, 1935.
Narrador y dramaturgo. Se le considera, junto con Federico García Lorca, el mejor dramaturgo de la “Edad de Plata” (1900-1936).
La muerte de su padre le permitió marcharse a México, donde pasó casi un año ejerciendo como periodista y firmando por primera vez sus escritos como Ramón del Valle-Inclán. De vuelta a España, se instaló en Pontevedra.

Viajó a Madrid, donde entabló amistad con jóvenes escritores como Azorín, Pío Baroja y Jacinto Benavente y se aficionó a las tertulias de café, que no abandonó ya a lo largo de su vida.
Tuvo que costearse la edición de su segundo libro, Epitalamio (1897); por esa época se inició su interés por el teatro. Una folletinesca pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Con el propósito de recaudar dinero para costearle un brazo ortopédico que el escritor nunca utilizó, sus amigos representaron su primera obra teatral, Cenizas, que fue su primer fracaso de público.
En 1907, Valle-Inclán se casó con la actriz Josefina Blanco y, entre 1909 y 1911, se adhirió al carlismo, ideología tradicionalista que atrajo al autor por su oposición a la sociedad surgida de la revolución industrial, al sistema parlamentario y al centralismo político. En 1910, su esposa inició una gira por Latinoamérica en la que él la acompañó como director artístico. Durante el viaje, la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza contrató a Josefina Blanco y, de vuelta a España, estrenó dos obras de Valle-Inclán, Voces de gesta (1911) en Barcelona y La marquesa Rosalinda (1912) en Madrid.

ESTATUA EN MADRID
Hacia 1916 ya se le consideraba un escritor de prestigio y una autoridad en pintura y estética, por lo que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes lo nombró titular de una nueva cátedra de estética en la Academia de San Fernando en Madrid. Esto supuso un alivio para su crónica escasez de dinero,  aunque abandonó pronto el cargo.  Invitado a París un año después del estallido de la Primera Guerra Mundial, se había declarado partidario de los aliados, lo que lo llevó a la ruptura con los carlistas, pasó un par de meses visitando las trincheras francesas.
Su consagración definitiva como escritor y un replanteamiento ideológico que lo acercó al anarquismo. Cuando, en abril de 1931, se proclamó la segunda República, el escritor la apoyó con entusiasmo y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid.
En 1933 fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la que vivió un año. Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en Santiago de Compostela, donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un gobierno de derechas.
Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales. Estéticamente siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de Pedro Salinas, en "hijo pródigo del 98".
Tirano Banderas (1926) es su novela más innovadora y se puede considerar como el primer exponente del esperpento valleinclanesco. Su argumento es la crónica de un dictador hispanoamericano, analizado como la fatal herencia que España transmitió a América. El lenguaje, proveniente del mundo de los toros y el teatro, con diversos registros idiomáticos que van desde lo refinado a lo chabacano, acentuó lo grotesco de la realidad que describió.
La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las convenciones del género. “Yo escribo en forma escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho, porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de conducir la acción". Se inició con Cenizas (1899) y El marqués de Bradomín (1906), adaptaciones de dos de sus relatos.


Una trilogía compuesta por Águila de Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922), constituyeron la primera gran realización dramática valleinclanesca. En abierta ruptura con el teatro de la época, tienen como tema una Galicia feudal y mágica cuyo desmoronamiento se simbolizó en la degeneración del linaje de los Montenegro. Retomó la mítica gallega con El embrujado (1913) y Divinas palabras (1920), y utilizó como protagonistas a personajes populares y marginados.
Valle-Inclán dio el nombre de esperpentos a cuatro obras: Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), estas tres últimas agrupadas en el volumen Martes de carnaval (1930). El esperpento fue pues, para Valle-Inclán, una moderna concepción de la tragedia. 
La estatua de don Ramón del Valle -Inclán situada en Madrid, en el paseo de Recoletos, recibe cada año una bufanda blanca siguiendo una tradición por la que cada año, en el día Mundial del Teatro, los dramaturgos expresan de esa forma su admiración por la obra y autores de todas las épocas. 

URRACA I DE LEÓN – PRIMERA REINA EN EUROPA

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