viernes, 22 de enero de 2021

81.- ESPAÑA SIGLO XVII (17)

 En la pretendida invasión a Inglaterra con la Gran Armada, el resultado del único enfrentamiento directo fue el de un solo barco español hundido. Los pequeños arañazos alcanzados por los ingleses fueron transformando los barcos en ruinas flotantes por las tempestades y la defectuosa cartografía portada por los españoles. Esto es la gran victoria por la que brindan: que los españoles tuvieran que dar media vuelta debido al temporal y a la imposibilidad de combate. Y es que más que una victoria Inglesa fue un cúmulo de desastrosos contratiempos que bien resumió Felipe II en su célebre frase: “Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos”. Pero en la pérfida Albión, no hubo festejos, sino las epidemias y la hambruna que habían poblado la costa, exhaustas por el estéril sobresfuerzo. En 1589 Inglaterra llevó a cabo una expedición militar para destruir los barcos españoles que estaban siendo reparados en La Coruña, Santander y San Sebastián, así como para iniciar una insurrección antiespañola en Lisboa. Es en esta batalla donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita. La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas de la época por su distinción en los combates fue Inés de Ben. María Pita fue nombrada por Felipe II Alférez Perpetuo, y el capitán Juan Varela fue premiado por su actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.

ESTATUA DE MARÍA PITA EN LA CORUÑA

Esta expedición fue conocida como Contra armada y fracasó en sus objetivos. La Contra armada inglesa, desplegó unas 160 naves de varios tipos y perdió 40 navíos entre hundimientos y capturas causando fuertes pérdidas en las arcas inglesas. A la vez permitió la reconstrucción de la flota española. Ayudados por corsarios, los ingleses continuaron con sus robos en alta mar. Pero un sistema de escolta frustró los ataques. Expediciones de piratas como Martin Frobisher y John Hawkins fueron derrotadas. El navío “Revenge” uno de los más importantes de su marina fue apresado cerca de las Azores en la Batalla de Flores (1591), cuando una flota inglesa pretendía capturar la Flota de Indias. En 1592 Pedro de Zubiaur vencía a un convoy inglés de 40 buques incendiando la nave capitana y capturando otros tres barcos. En 1593 en la batalla de Blaye derrotaba a una pequeña flota de seis buques ingleses hundiendo sus dos unidades principales. Entre 1595 y 1596, Drake y Hawkins murieron en las derrotas sufridas por los enfrentamientos de una expedición inglesa contra los asentamientos españoles en el Caribe, primero en Las Palmas de Gran Canaria y luego en diferentes localizaciones caribeñas. Entre 1595 y 1596, realizaron Drake y Hawkins, una expedición en el caribe contra las posesiones españolas. Fueron detenidos y vencidos en Las Palmas de Gran Canaria y luego en otros enfrentamientos frente a fuerzas españolas muy inferiores en número, sufriendo los ingleses grandes pérdidas, incluyendo la muerte de ambos marinos.  En 1595, cuatro barcos españoles comandados por Carlos de Amésquita desembarcaron en Cornualles, al oeste de Inglaterra. También huyeron sin problemas de una flota enviada para destruirlos. En julio de 1596, una expedición anglo-holandesa dirigida por el Robert Devereux, II conde de Essex saqueó Cádiz, destruyendo la flota española fondeada en la bahía. Esta armada fue reorganizada y los ingleses no pudieron atacarla por otra tormenta en las costas gallegas.

ROBERT DEVEREUX CONDE DE ESSEX

Entre junio y agosto de 1597, la flota inglesa organizó la expedición Essex-Raleigh a Ferrol y las Azores, donde no consiguió imponerse a la flota española de regreso de las Indias.  Una nueva expedición española contra Inglaterra en octubre del mismo año fue desbaratada por un temporal en el canal de la Mancha.

Muere Felipe II en 1598 y su hijo Felipe III de España proseguiría la guerra contra Inglaterra. En mayo de 1600 se iniciaron conversaciones de paz en Boulogne-sur-Mer, que no dieron resultado  Aprendida  la lección de la forma de combatir de los ingleses, la mejora en la escolta de las flotas procedentes de América y la rápida recuperación ente las pérdidas militares, muertos la reina inglesa y los corsarios Drake y Hawkins, se debilitó la decisión inglesa y el sucesor Jacobo I firmó un tratado de paz en Londres, posiblemente favorable a Felipe III, en 1604.

El llamado desastre de la Gran Armada ni fue tan grave, ni fue mayor que el que sufrió la Armada Inglesa en aguas peninsulares. Es más, el desastre padecido por ellos fue muy superior al nuestro.

Ocurre que los acontecimientos en torno a la “Gran y Felicísima Armada”, que ese es su verdadero nombre, sólo se entienden en el marco de la Guerra Anglo -Española. Al sacarlos de contexto se deforma mucho la realidad. Además, fue una guerra con un desenlace y tratado favorable a España.

jueves, 21 de enero de 2021

80.- ESPAÑA SIGLO XVII (16)

Desde junio de 1579 Francis Drake dio problemas serios a España. Desembarcó en California. Fundó un puerto, reclamó el territorio en nombre de la corona inglesa y le dio el nombre de Nueva Albión.  De regreso a Inglaterra fue recibido con honores, aclamado como el primer inglés en cruzar el estrecho de Magallanes y en dar la vuelta al mundo, tras los españoles Juan Sebastián Elcano, que casi sesenta años antes había logrado la hazaña iniciada junto a Magallanes, y Andrés de Urdaneta.  Fue armado caballero por Isabel I de Inglaterra en recompensa por sus servicios a la Corona inglesa. Recibió el título de sir.

ESTATUA DE FRANCIS DRAKE EN INGLATERRA

En 1585, como consecuencia de los constantes ataques de los corsarios ingleses a la flota española y del apoyo inglés a las Provincias Unidas de los Países Bajos, que en aquella época estaba enfrentada a España en la guerra de los Ochenta Años, se desataron las hostilidades entre Inglaterra y España, lo que dio comienzo la guerra anglo-española.

En 1585 es cuando comienza la guerra. Drake zarpó de Plymouth al mando de una flota. Al alcanzar la costa oeste de Galicia, saquea las islas de Bayona y bloquea la villa de Vigo. Los vigueses acudieron a la defensa y obligaron a que huyeran abandonando su botín.  Rumbo de las Indias, desvalijó varias carabelas en La Palma y El Hierro de las Canarias y las islas de Cabo Verde. Atacaron la isla La Española y luego Cartagena de Indias. La flota de Drake llegó a Portsmouth. En 1587 dirigió una campaña contra la flota que Felipe II estaba preparando para invadir Inglaterra. En una expedición sin precedentes, la flota de Drake atacó y saqueó Cádiz, destruyendo más de 30 barcos destinados a la Armada Invencible. El éxito rotundo de la expedición de Drake retrasó un año más los planes españoles. El famoso corsario, comerciante de esclavos, luego político y almirante Inglés al servicio de Isabel I de Inglaterra, hizo que a Felipe II se le hincharon las narices, supo de la ejecución de María Estuardo, una reina católica, ordenada por Isabel de Inglaterra, este hecho decidió al monarca español  a intervenir en Inglaterra. Además Felipe quería acabar con la piratería inglesa y sus constantes incursiones en las posesiones hispánicas. Por lo tanto, y al tratarse de una isla de poco menos de 3.000.000 de habitantes, de los cuales menos de un cuarto se encargaban de su protección, una fuerza militar anticuada y falta de experiencia, Felipe II estimó que un pequeño contingente sería suficiente para someter en pocas semanas todo el país.  Lo que en un primer momento hubo fue  terror ante la reacción del monarca más poderoso de su era, Felipe II y pánico después ante la cercanía de la mayor flota, en esfuerzos, que ninguna nación ha conseguido nunca reunir, y, finalmente, estupor ante la posibilidad de un contraataque.  Felipe II ya desde inicios de 1586, Felipe II ha encargado a su Almirante D. Álvaro de Bazán, la elaboración de un plan para la “empresa de Inglaterra” que rondaba por su cabeza pero que se atrasaba por diversos motivos.  El plan realizado por D. Álvaro era desmesurado. Más de 700 naves de todos los tamaños y unos 100.000 hombres, la mitad de infantería.

GALEÓN DE MEDINA-SIDONIA

Felipe II optó, sin embargo, por un nuevo plan en cuya realización intervinieron, además de Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Zúñiga, Juan del Águila, pero las discusiones ocasionaron demora y mermaron cualquier ataque por sorpresa a Inglaterra. Por fin, según el plan definitivo, el asalto a Inglaterra sería llevado a cabo por los tercios viejos afincados en Flandes de Alejandro Farnesio, con el Duque de Parma, sobrino suyo y que contaba sus campañas militares por victorias.

Así pues, D. Álvaro de Bazán únicamente se dirigiría con una flota desde Lisboa (Portugal era de soberanía española desde 1580) hasta los Países Bajos, siendo esta flota un instrumento de apoyo, transporte y capacidad defensiva capaz de ayudar a trasladar a los tercios de manera segura en el trecho de los escasos kilómetros que separan las costas de Flandes de Inglaterra. Pero Álvaro de Bazán murió poco después en Lisboa en febrero de 1588, en plenos preparativos de la empresa de Inglaterra. La Armada Invencible necesitaba un nuevo almirante y el elegido por Felipe II fue Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y noble del más alto rango, que sin embargo, no tenía conocimientos en la navegación e incluso se mareaba al hacerlo.

Se ha culpado al Duque de Medina Sidonia del fracaso, se le ha tratado poco menos como a un inepto. Drake siguió a lo suyo, en 1587 atacó la flota amarrada en Cádiz, que resistió y fracasó el corsario gracias a Medina Sidonia. No obstante luego atacó la flota de Álvaro de Bazán en Lisboa. En fin, que entre unos y otros ataques consiguió destruir más de 100 barcos españoles. Esto retrasaba los planes de Felipe. Pero por fin el 22 de julio de 1588, viernes, zarpa de La Coruña, con buen tiempo, la Gran Armada con sus 127 naves agrupadas en 10 escuadras y una flotilla de avituallamiento de 10 carabelas y 7 falúas.

GALEONES ESPAÑOLES EN LA TEMPESTAD

Al llegar al Golfo de Vizcaya las fuertes tormentas y el estado de la mar provocaron la pérdida en solo 6 días de 40 barcos, y se separaron de su alineación. Ya habían sido avistados por los ingleses que dieron la voz de alarma. La flota inglesa estaba atracada en puerto ya que no podía hacerse a la mar. Los españoles repararon en esto y se avisó a Medina Sidonia para realizar el ataque en el puerto de Plymounth. Pero el comandante había recibido órdenes de no atacar  a los ingleses y juntarse con las tropas de Flandes.  Aunque envió varios mensajes el duque de Parma, al frente del ejército de Flandes, escribió por fin diciendo que aún no había embarcado. La Gran Armada se refugió a la espera y fue atacada por la noche y dispersado algunos barcos.   Hasta la altura del Canal de la Mancha no se efectuó el único gran combate de toda la campaña, por llamarlo de algún modo, pues Francis Drake no tuvo más ocurrencia que prender fuego a sus barcos y estamparlos contra la armada (los llamados brulotes) causando ciertos estragos. Bien, el resultado del único enfrentamiento directo fue el de un solo barco español hundido.

Temerosos de iniciar un prolongado enfrentamiento, la armada inglesa se batió en retirada hacia su isla para preparar el reabastecimiento y esperar el milagro; sin embargo la flota española, exhausta, con sus objetivos demasiado desdibujados, incapaces de llegar a ningún puerto aliado y con numerosas pequeñas averías se vería obligada a rodear la isla británica. Las condiciones fueron horribles. Los pequeños arañazos alcanzados por los ingleses fueron transformando los barcos en ruinas flotantes por las tempestades y la defectuosa cartografía portada por los españoles.

Esto es la gran victoria por la que brindan: que los españoles tuvieran que dar media vuelta debido al temporal y a la imposibilidad de combate. Y es que más que una victoria Inglesa fue un cúmulo de desastrosos contratiempos que bien resumió Felipe II en su célebre frase: “Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos”. Pero en la pérfida Albión, no hubo festejos, sino las epidemias y la hambruna que habían poblado la costa, exhaustas por el estéril sobresfuerzo

miércoles, 20 de enero de 2021

79.- ESPAÑA SIGLO XVII (15)

A finales del siglo XVII, Felipe II, tras ser coronado rey de Portugal, en plena guerra de los 80 años, tenía bajo su poder uno de los imperios más grandes de la historia. En aquellos momentos sus posesiones reales ocupaban parte de los cuatro continentes conocidos, Asía, América, África y por supuesto Europa. Es evidente que en tan amplios territorios los conflictos se sucedían los unos a los otros, y por mucho que quisiera, era imposible acudir a sofocarlos todos. Pero por muchos kilómetros de distancia que estuvieran algunas posesiones, ninguna le dio los quebraderos de cabeza que este pequeño rincón de Europa.

EL CAMINO ESPAÑOL -

Partieron desde Milán, y cruzaron toda Europa para abrir el denominado “camino español”, por territorios propios de Saboya y el Franco Condado. Al mando el Duque de Alba, que no le templó el pulso a su llegada a Flandes; con ejecuciones de la nobleza tras la instauración del Tribunal de Tumultos, que ostentaba la facultad de juzgar los delitos en contra de la Corona Española. Un error que se pagará caro, al crear un sentimiento de rechazo, aún mayor que el anterior. La guerra estaba servida. Ante la gran represión ejercida por el gobierno del Duque de Alba (1567-1574) los flamencos se comienzan a organizar: dos hermanos se convertirán en los líderes de la resistencia; Guillermo de Orange obligado en primera estancia a emigrar a Alemania, donde comenzará el reclutamiento, y Luis de Nassau, este último con importantes contactos entre los hugonotes franceses, que interrumpirán el comercio y la llegada de tropas a la zona de La Rochelle. Si el sur marítimo era controlado por los hugonotes aliados con los flamencos, en el norte se harán fuertes los denominados “mendigos del mar”, piratas que se dedicarán a sabotear la llegada de navíos españoles, estos últimos tomarán el puerto Brielle (Zelanda), como punto de inicio de la conquista terrestre.

PIRATAS EN EL CARIBE ESPAÑOL-

Por tierra tampoco eran fáciles las cosas, el suelo de Flandes es plano y lleno de ríos por doquier, además existían gran cantidad de fortalezas que habían caído en manos de los rebeldes. Los tercios se vieron obligados a largas jornadas de asedio, que debilitaban la salud en aquellas tierras pantanosas. Un ejército preparado para el encuentro frente a frente, que suponía un enorme gasto de hombres y dinero para la Corona Española, y que no daba los frutos deseados.

Ante los nulos avances, Felipe II decide el cambio de dirección. Destituye al Duque de Alba y pone en su puesto a Luis de Requesens (1574-1576), con un talante más negociador. Pero de igual resultado, los rebeldes del norte siguen conquistando puertos, el nuevo gobernador se ve imposibilitado para controlar las tropas españolas, que, sin cobrar, tras la bancarrota española de 1575, saquean la ciudad de Amberes produciendo una gran cantidad de muertos. Una de las proposiciones de Luis de Requesens hizo temblar a Felipe II, ante la imposibilidad de controlar a los “mendigos del mar” insta a bombardear los diques de contención del Atlántico, para inundar todo el norte de Flandes, Felipe II se negó. Tras la muerte de Luis de Requesens y los infructuosos intentos de paz de su sustituto Juan de Austria, en 1579 llegó al puesto de gobernador Alejandro de Farnesio. Un gran diplomático que consiguió la sumisión de algunas de las provincias del sur de mayoría católica, para firmar la Unión de Arras. La respuesta no se hizo esperar, solo tres semanas después nacía la Unión de Utrecht, embrión de la actual Holanda, sobre todo después de la Acta de Abjuración de 1581, por el cual estas siete provincias del norte, de mayoría protestante, rompían definitivamente con el reino de Felipe II. Aunque tardará muchos años en ser reconocido por España, las Provincias Unidas, o Holanda, como prefiramos, comienza a funcionar como país independiente.

ESTATUA ITALIANA DE ALEJANDRO FARNESIO

Alejandro Farnesio también destacó en el campo militar, a mando de los tercios de Flandes, fue conquistando el resto de ciudades del sur; Gante, Brujas, Bruselas y finalmente Amberes después de un larguísimo asedio. También hizo grandes progresos entre las ciudades del recién emancipado norte, es decir, sobre los territorios holandeses; conquistando Eindhoven, Breda o Nimega. Pero para la conquista total era necesario el control del mar, y este estaba en manos holandesas e inglesas, estas últimas, dispuestas a intervenir para proteger a su nuevo socio, y de paso castigar a su gran rival en el mundo colonial, España.  Mientras los piratas ingleses, al mando de Drake castigaban los puertos españoles, Felipe II preparaba su Gran Armada para reconquistar el Canal de la Mancha.

Como es conocido Felipe II no consiguió su propósito, ni controló el mar, ni llegó a las costas inglesas. Por si faltaba algo, Alejandro Farnesio murió en 1595, posiblemente sin otros frentes abiertos este general hubiese acabado sometiendo a los Países Bajos. Evidentemente no fue así, a finales de siglo XVI España tenía tres poderosos rivales, Francia, Inglaterra y la nueva Holanda.

ESTATUA DE FELIPE II ORANTE, JUANTO A DOS ESPOSAS Y SU HIJO CARLOS 

Antes de morir Felipe II, en el mes de septiembre de 1598, solo había acordado la Paz de Vervins en mayo de 1598 con Francia. El tratado sirvió para confirmar las cláusulas del tratado de Cateau-Cambrésis.

sábado, 16 de enero de 2021

82.- ESPAÑA SIGLO XVI (18)

FELIPE II FINAL

La Inquisición se puede decir que en tiempos de Felipe II, no mandó al cadalso más que los luteranos, o Calvino, o el Gran Turco, o los gabachos la noche de San Bartolomé, o en Inglaterra María Tudor (Bloody Mary, de ahí viene), que se cargó a cuantos protestantes pudo, o la inglesa hija de Enrique VIII, Isabel I, que aparte de inventar la piratería autorizada, hoy héroes nacionales allí, mató a todos los católicos que pudo. Toda esta mierda de la Leyenda, y los gastos para defender la religión, surgida en el XVI se la debemos a Inglaterra y a Flandes (hoy Bélgica, Holanda y Luxemburgo), donde nuestro muy piadoso rey Felipe metió la pata hasta la ingle: “No quiero ser rey de herejes aunque pierda todos mis estados”.

FELIPE II (poco antes de su muerte)

Pero vamos con lo de los moriscos. Eran islámicos, descendientes por parte de padre, siempre que éste no hubiera abrazado el cristianismo antes de la toma de Granada en 1492. Vivían separados de la sociedad cristiana. Eran buenos trabajadores, comerciantes, albañiles, regentaban talleres de diferentes gremios. Rondaban la cantidad de unas 300.000 personas. Cuando Carlos I llegó a Granada en 1526 conoció el problema morisco de primera mano y puso coto a los abusos que se les cometía. Pero dejó ordenes de no cejar en cristianizarlos. Pero cincuenta años después las diferencias se habían acentuado. Para colmo los contactos de moriscos granadinos y valencianos con los turcos fueron continuos y representaban un serio problema. Hacia 1560 el bandidaje y la piratería aumentó sobre todo en Aragón apoyados por los hugonotes huidos de su país, cuya enemistad contra España era manifiesta ya que se trataba de protestantes franceses de doctrina calvinista. Se prohibió la pesca a los moriscos para evitar que entraran en contacto con los piratas. Llegaron estos a desembarcar en Las Alpujarras, y el sistema defensivo era inútil ya que contaban con la ayuda de los moriscos. Se les confiscaron a éstos armas de fuego y blancas en los registros. Y se revisaron los límites de las fincas y las escrituras. Muchos no las poseían lo que era sancionado, si no pagaba se les expropiaba y funcionarios y el clero compraban en condiciones ventajosas. Esto acentuó el rencor de los moriscos. Además por los altos impuestos la industria de la que eran los amos, la cría de gusanos de seda, su fabricación, venta y exportación, cayó inexorablemente. Su calidad era excelente, pero su precio se había hecho prohibitiva. El problema se agudizó y los obispos exigieron y consiguieron medidas muy duras contra los moriscos, que aunque negociaron varias veces las condiciones no fueron atendidos por las autoridades de Granada y Madrid. El problema ya era gravísimo. Las medidas de inserción como a los protestantes o judíos conversos no valían con los musulmanes. Aquellos optaban por vivir y dejar vivir. Éstos realmente perseguían la destrucción de las estructuras del Estado. Circulaban libros que profetizaban la recuperación para el Islam de lo que otrora fue Al-Andalus y que serían los berberiscos quienes lo lograrían.

EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS

Las autoridades entendieron que no cabían soluciones intermedias, o aceptaban la integración inmediata y total o se les expulsaba. La respuesta fue el levantamiento en diciembre de 1568. Penetraron de noche en el barrio de Albaicín para sublevar a toda la población mora. No lo lograron pero se les sumaron centenares de hombres en su regreso a la Alpujarra. Pero eso solo fue el inicio. Las acciones bélicas duraron hasta noviembre de 1970, cuando ya había fallecido el monarca.

Felipe II había logrado un gran triunfo político al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Se apartó la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos. Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y riqueza económica. Fue un gran rey, culto y un mecenas, quizá demasiado influido por su religiosidad que le llevó a empobrecer al país, defendiendo el cristianismo en la Europa central.

TRONO DE FELIPE II (notar la austeridad)

La salud de Felipe II fue delicada durante la mayor parte de su vida, pero se fue deteriorando cada vez más. En mayo de 1595 le sobrevino un ataque de fiebre que le duró treinta días seguidos. Los médicos le dieron poco tiempo de vida. El 30 de junio de 1598 partió de Madrid con su séquito con destino al monasterio de El Escorial, construido entre 1563 y 1584 para conmemorar su victoria contra el ejército francés en la batalla de San Quintín. El monarca viajó postrado en una silla de manos especial, ya que la enfermedad de la gota, que le había atormentado durante varios años, no le permitía caminar. Sufrió unos dolores tan intensos que no se le podía mover, lavar o cambiar de ropa.


MONASTERIO DE SAN LORENZO DEL ESCORIAL

La madrugada del 13 de septiembre de 1598, falleció a los 71 años, en una alcoba de El Escorial, el rey prudente, que sus defensores lo presentan como arquetipo de virtudes y por los enemigos como fanático y despótico. En sus últimos días ordenó que no se publicaran biografías suyas y que se destruyera toda su correspondencia, como si quisiera mantener la prudencia y el misterio de su personalidad para siempre.

ESTATUAS EN EL CENOFATIO DE LA BASÍLICA

FELIPE II ORANTE

 

AL-ANDALUS DURANTE 800 AÑOS

Solemos escuchar y leer incluso a historiadores refutados que los musulmanes dominaron la península Ibérica durante 800 años. Pues bien, nad...