martes, 18 de junio de 2024

DESPOBLAMIENTO EN LA CONQUISTA DE AMÉRICA

La conquista española desencadenó una catástrofe demográfica sin precedentes en la historia de la humanidad: la población indígena disminuyó drásticamente en los años inmediatos al contacto y siguió haciéndolo durante mucho tiempo. Aceptado este hecho como indudable, debemos saber cuántos habitantes tenía América en 1492. Cifra complicada de establecer por la inexistencia de fuentes fidedignas y perturbada por el empeño en juicios morales, a favor o en contra, que restan objetividad a los cálculos. Por eso, eminentes especialistas, trabajando con modernos sistemas, para todo el continente, y sin considerar cálculos ya en el olvido, las cifras que se siguen manejando oscilan entre 13,3 millones (Rosenblat) y 15,5 millones (Steward) como estimaciones más bajas.  

Entre estos extremos hay toda una gama de propuestas intermedias. La guerra de cifras tiende a diluirse en una creciente aceptación de los cálculos medios, basada más en razonamientos lógicos que en demostraciones científicas que probablemente nunca lleguen. Por ejemplo, hasta el año 1930 América Latina en conjunto no superó los cien millones de habitantes (de ellos 33 millones correspondían a Brasil, donde hacia 1.500 no habría más de dos millones y medio de personas), tras décadas de intensa inmigración europea y en una situación sanitaria y productiva muy superior a la de fines del siglo XV.

Que México tuviera doble número de habitantes en 1519 (32 millones) que en 1930 (16.600.000), es difícil de creer, aunque lo verdaderamente difícil es demostrarlo. Sin embargo, aunque los especialistas no se ponen de acuerdo para establecer la población total del continente antes de la llegada de los europeos, todos aceptan como válido el cálculo hecho hacia 1570, sin sofisticados medios estadísticos, pero sí con buenas fuentes, por Juan López de Velasco, cosmógrafo del Consejo de Indias, según el cual en la América española había en ese momento algo menos de diez millones de indios (9.827.150). Por consiguiente, según sea la cifra inicial que aceptemos, resultará que la población había disminuido entre un 30 y un 90 por 100, o dicho de forma más absoluta y siniestra: habían desaparecido unos 3 o 4 millones de personas, o más de 90 millones, en siete décadas. La magnitud de la catástrofe es enorme, en cualquier caso. Además, el despoblamiento continuará después de 1570 y a lo largo del siglo XVII, si bien a un ritmo menor. A continuación, comienza una recuperación demográfica, que se generaliza a partir de mediados del siglo XVIII, de manera que, al concluir el período colonial, hacia 1825, en la América española hay unos ocho millones de indios (el 42 por 100 de la población total), concentrados en México, Guatemala, Quito (Ecuador), Perú y Charcas (Bolivia), los grandes núcleos de población india que existían al comienzo del período, y en la actualidad.

No sabemos con exactitud cuánto, pero sí sabemos por qué disminuyó la población indígena, aunque tampoco sea posible valorar con precisión lo que cada una de las causas conocidas representa en el fenómeno global. De la amplia gama de causas que usualmente se mencionan, citaremos sólo tres de las más significativas: Una, la violencia española. Dos, el "desgano vital" indígena. Tres: las epidemias. La violencia o brutalidad de los españoles, tanto en la conquista como en la colonización, ha sido desde Las Casas uno de los argumentos más repetidos como explicación del fenómeno, siendo la base de las conocidas teorías homicídicas y del genocidio. Sin duda la conquista fue extremadamente violenta y ocasionó una gran mortandad indígena, aunque no hasta el punto de provocar una contracción tan profunda y duradera en unos pueblos ya de antiguo acostumbrados a guerrear entre sí.

Lo mismo cabe decir sobre la explotación laboral (incluyendo malos tratos, trabajos excesivos, desplazamientos de población), que, siendo evidente y cierta, no proporciona una explicación suficiente del hundimiento poblacional, sobre todo para los pueblos mesoamericanos y andinos, acostumbrados también a enormes esfuerzos y trabajos. La colonización obligó a los indígenas a un reacondicionamiento económico y social (Nicolás Sánchez Albornoz) que agravó el derrumbe demográfico iniciado por las guerras de conquista. El impacto psicológico causado en los indios por su derrota y dominación (con la consiguiente anulación de todo su sistema de vida y creencias) es un factor muy importante, aunque muy difícil de evaluar. Se refleja en el llamado desgano vital, pronto traducido en suicidios -incluso colectivos- y en la reducción de la capacidad reproductiva indígena.

A la mortalidad causada por la violencia, desnutrición, agotamiento, se suma la caída de la fertilidad, impidiéndose así una pronta recuperación demográfica. La contraconcepción, el aborto y el infanticidio no son más que prácticas defensivas derivadas de la condición de sometimiento y explotación: "las mujeres han huido el concebir y el parir, porque siendo preñadas o paridas no tuviesen trabajo sobre trabajo; muchas, estando preñadas, han tomado cosas para mover y han movido las criaturas, y otras después de paridos, con sus manos han muerto sus propios hijos, para no dejar bajo de una tan dura servidumbre" (Fray Pedro de Córdoba).

Sobre esta población anímicamente deprimida y físicamente agotada se cebaron además las enfermedades epidémicas, que resultaron así una de las principales causas de la catástrofe, o la principal causa según muchos autores. El aislamiento americano había completamente indefensos ante la repentina invasión de gérmenes europeos, que se reprodujeron entre ellos a gran velocidad. Incluso enfermedades benignas para los adultos blancos, como sarampión, tos ferina o gripe, resultaban letales para los indígenas, y más aún lo eran otras como la viruela, el tifus o la peste bubónica que también causaban estragos en Europa; o enfermedades africanas como la fiebre amarilla y la malaria, que se harán endémicas en el Nuevo Mundo. Y si las epidemias fueron un poderoso aliado en la conquista ("costó esta guerra de México muchas vidas de indios, que murieron, no a hierro, sino de enfermedad", dice López de Gómara), incluso precediendo a la presencia física de los españoles (el inca Huayna Capac murió de viruela años antes de la llegada de Pizarro), los sucesivos y reiterados brotes a lo largo de los siglos XVI y XVII, frecuentemente asociados a hambrunas, explican la perduración del derrumbe demográfico indígena.

El virrey de Perú, marqués de Castelfuerte, en 1736: "Las causas de la decadencia de la población de las Indias son varias, y aunque todos los que han tratado y hablan de ellas ponen el principal origen de la ruina en... el trabajo de las minas, y aunque no dudo que este trabajo, el de los obrajes y otros concurren poderosamente al decaimiento, sin embargo, la universal que aun sin estas causas ha ido a extinguir esta nación es la inevitable de su preciso estado, que es la de ser regida por otra dominante, como ha sucedido en todos los imperios".

sábado, 15 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA – (Tercera parte)

Relato basado en la serie de TVE.
En el anterior capítulo supimos que el 25 de octubre de 1464 es designado el infante don Alfonso, hermano de Isabel, como heredero del Reino de Castilla una serie de nobles encabezados por Juan Pacheco, marqués de Villena.
Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba acusándole de cobarde, homosexual y cornudo. Y se proclamó rey a Alfonso XII como rey de Castilla. Fue lo que se conoce como “La Farsa de Ávila”. 
El rey Enrique tenía sus partidarios los primeros los nobles de la casa Mendoza Así estalla una guerra que terminará tres años después, en 1468. 
El rey Enrique IV se ve abrumado y hace llamar a Beltrán de la Cueva, al que había echado como parte de los acuerdos para no entrar en guerra. Pero la guerra se inicia y el reino se debilita, se empobrece, cosechas descuidadas,, muertes de hombres y familias desprotegidas, etc. Enrique acude al papa para que intervenga en parar la guerra pero no es atendido. 
El ejército enemigo de Enrique está al mando de Pedro Girón, el hermano de Pacheco, que van triunfando aceleradamente. Alfonso, joven aún e inexperto, quiere que le consideran y entrar en batalla en Simancas. 
Pasado el invierno de 1465 a 1466 Enrique y Diego de Mendoza idean ofrecer a Pacheco la mano de Isabel para que se case con su hermano Girón, para lo cual deben obtener la autorización de Alfonso, con lo cual le entregará la Orden de Santiago. Por lo cual será el maestre de la Orden. 
Pacheco sabedor que no podría asaltar la fortaleza de Segovia, ofreció al rey una propuesta de paz. Eliminaría a su rival (Alfonso) de la escena política. El rey debía alejar de la corte a los Mendoza y a Beltrán de la Cueva y devolvería a él los cargos que había ostentado.  Pedro Girón era un hombre bruto, ya maduro para Isabel, freire incapaz de cumplir sus votos de castidad por ser maestre de Calatrava, padre de bastardos, ambicioso y hombre violento. Enrique dio su consentimiento. Isabel se encomendó a la protección de Dios. 

Beatriz de Bobadilla y Andrés Cabrera

Entremedias el converso tesorero del rey, Andrés Cabrera, habla con la ama de Isabel, Beatriz de Bobadilla, y le pide matrimonio. Esta no se decide aún. Isabel y Beatriz ante la gravedad de la situación deciden ir a ver a Alfonso para que no acepte la boda de Isabel con Girón, pero en el camino son atacadas por unos bandoleros. Por suerte Cabrera y unos cuantos hombres les seguían en secreto y pudieron defenderlas. 
En un viaje de Girón había encontrado a un viejo que iba con su hija por el bosque llevando un carro. Girón se deshace del viejo y se lleva a la chica y la viola. Ésta se suicida con la daga de Girón cortándose la yugular. 
Unos meses después un joven se ofrece al lugarteniente de Girón como soldado y puesto a prueba es aceptado como guardaespaldas de Girón. 
Debido a la desesperación de Isabel, su protector Chacón, se entrevista con Mendoza para pedirle que intervenga ante el rey para que no apruebe la boda de Isabel con Girón. Pero en noble no acepta interceder.  
Mientras el hermano de Isabel, Alfonso autoriza la boda de su hermana seducido por ser maestre de la Orden de Santiago. Isabel se ve vestida de novia y entra en depresión cuando le entregan el documento firmado por su hermano aceptando la boda.                  
Aquel soldado que se ofreció en las filas del ejército enemigo del rey, acude a un médico judío que le prepara un veneno que debe ser utilizado de a poco. Este lo va mezclando con el vino que le ofrece a Girón durante varios días, y en el viaje de vuelta Girón se sintió enfermo hasta que se encuentra realmente mal y un médico cristiano diagnostica que tiene la fiebre negra. 
Sorpresivamente murió en abril de 1466. El joven soldado realmente era el hermano de la chica violada y cumplió la venganza tramada junto a su padre. Pacheco, en el palacio del rey, acusa a Chacón de ser el instigador de la muerte de su hermano. De pronto vio a Beltrán junto a Cabrera y supo que el rey no había cumplido la promesa.
La muerte de Pedro Girón detuvo toda negociación y prosiguió la guerra. 

Enrique IV y Juan Pacheco 

Pacheco pierde la batalla en Toledo. Con lo cual decide hacerse con Segovia, plaza muy difícil de tomar, tanto la ciudad como la fortaleza. Pero hábil y astuto consigue entrar en Segovia tomando la ciudad. No lo consigue con el Alcázar defendido por Cabrera. 
Recordemos que Isabel no vivía en palacio, sino en la ciudad y por lo tanto se convierte en rehén de Pacheco y del arzobispo Alfonso Carrillo, que también había participado en la Farsa de Ávila, contrario al rey. Lo único bueno para nuestra Isabel es que se reuniría con su hermano y ambos fueron ver a su madre. El pérfido marques Pacheco despidió a Beatriz y otras mujeres cercanas a Isabel. En el mes de agosto de 1467 ambos bandos se enfrentaron en Olmedo, conocida como la Segunda Batalla de Olmedo. En el bando del rey se encontraban nobles y fundamentalmente Beltrán de la Cueva y sus hombres. Sin embargo Pacheco no asistió a la batalla. En el bando de Alfonso iban las tropas de Pacheco, el arzobispo Carrillo y el arzobispo de Sevilla y los hombres de la Orden de Calatrava. El resultado fue incierto pero en la lucha se dice que intervino cuerpo a cuerpo el rey Alfonso, no obstante es más posible que haya sido Gonzalo Fernández de Córdoba, su doncel, el que vestido con la armadura de Alfonso, luchara en su nombre. Dada la situación Alfonso fue aconsejado por su valedor, que le  indujo a declararse vencedor de la batalla, dándose esta por terminada. 

Baile de Momos en honor a Alfonso.
Los hermanos se reúnen con su madre y celebran el cumpleaños de Alfonso. El propio Jorge Manrique dio fe de la brillantez de la corte.
Alfonso en diciembre de 1467 dio, en agradecimiento, a su hermana el señorío de Medina del Campo, uno de los mandos de la voluntad de su padre. Así es como Medina entró a formar parte de la vida de Isabel, para no desprenderse jamás de la villa, hasta el momento de su muerte.


domingo, 9 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA – (Segunda parte)

Relato basado en la serie de TVE.

Habíamos dejado al rey Enrique IV de Castilla metiendo la pata como siempre, ganándose enemigos más que amigos.

Beltrán de la Cueva pasó de Mayordomo del rey a formar parte de la Orden de Santiago en 1459 y al año siguiente le concede la fortaleza de Carmona y el castillo de Ágreda. Y para colme en 1461 entra a formar parte del Consejo Real, desplazando a Juan Pacheco. 

Lo cierto que es el patriarca de la poderosa familia de los Mendoza, Diego Hurtado de Mendoza había informado al rey de que Juan Pacheco, marqués de Villena, intrigaba contra él, ofendido por estos nombramientos a Beltrán y encabezaba a muchos nobles pertenecientes a los caballeros de los Linajes. Pero en realidad estos caballeros se alinean en dos bandos enfrentados, uno junto a Pacheco y otros junto a Andrés Cabrera marqués de Moya o los Arias-Dávila.

Andrés Cabrera era un judeo-converso, tesorero del rey y de Segovia, y posteriormente fua partidario de Isabel, como ya veremos.

Enrique IV siempre fue proclive a negociar y no a luchar por lo que desea tratar de hablar con Pacheco y los suyos. Mendoza le aconseja al rey que Pacheco no es trigo limpio y que además de estar sembrando discordia en los pueblos que tiene influencia, para desgracia son años de malas cosechas y la gente tiene hambre mientras ve que los judíos son cada vez más ricos y que el rey tiene guardia mora y no ven que se actúe para solucionar problemas, aparte de la sospecha difundida de que la hija del rey, no lo es en realidad, por lo que ya la llaman “la Beltraneja”.

En otro orden de cosas aparece en escena un joven militar llamado Gonzalo Fernández de Córdoba y Beltrán lo nombra doncel de infante Alfonso, ordenando que no se separe de él. 

Reunidos para negociar Pacheco y su hermano Pedro Girón, hombre bruto pero muy rico y militar victorioso y el arzobispo Carrillo. De parte del rey estaban Diego de Mendoza, el arzobispo Fonseca, Beltrán de la Cueva. Pese a los consejos de sus fieles el rey Enrique acepta todas las propuestas ofrecidas por Pacheco y su gente menos una, desheredar a su hija.

Sin embargo, pronto verá que todo eso le lleva a ser un rey sin mando, en manos de las ambiciones de los nobles. Y, sobre todo de Pacheco, que pide la expulsión de Beltrán de la Cueva de la Corte y que Alfonso pase a su custodia, lejos del rey Enrique.

Dado que lo más importante no es aceptado los nobles se retiran y más tarde confabulan secuestrar al rey. Con lo cual con dos hombres a cuyas hijas ha secuestrado se dispone a partir a Segovia y hacerse con el rey, la princesa Juana y los infantes Alfonso e Isabel.

En el castillo dirige la operación Pedro Girón y matan a los guardias que protegen a los infantes y se hacen con la princesa. Por suerte Andrés Cabrera se huele algo y recurre a Fernández de Córdoba quien escoge un par de hombres y matan al guardia de custodiaba la habitación de los secuestrados. Mientras Pacheco y su hermano obligan al rey a echar a Beltrán y se llevan al rey entregando a Beltrán una peonza como señal de que pueden liberar a los infantes y a la princesa. Pero Fernández de Córdoba y Cabrera con unos hombres liberan a la reina y a los niños. Posteriormente consiguen en los pasillos del palacio, liberar también al rey y encerrar a los hermanos Pacheco y Girón. Al siguiente día Enrique visita a Pacheco en la cárcel y decide liberar a los hermanos. También permite que Isabel y Alfonso viajen para ver a su madre.

Mientras la reina Juana expone a su marido un plan muy elaborado. Sacar de la corte a Beltrán y que entregue la Orden de Santiago, esto para conformar a Pacheco y los suyos. También casar a su hija Juana con el infante Alfonso, con lo cual la corona no correría peligro y dado que saben que Pacheco está formando un ejército, buscar la alianza del rey de Portugal, hermano de la reina de Castilla, Alfonso V y para ello ofrecer a Isabel en matrimonio, cosa que el rey anhelaba.

La oferta es ofrecida a Pacheco y Carrillo. Isabel abrirá casa propia en Segovia con la protección de Chacón y con su ama de la infancia, Beatriz de Bobadilla, lejos de la reina, Alfonso quedará custodiado por Pacheco Fernández de Córdoba y los judíos conversos no serán molestados. Beltrán ha dejado de ser maestre de la Orden de Santiago y ha abandonado la Corte. Y se acuerda que Isabel se casará con quien aprueben Pacheco y Carrillo. Por supuesto que no se les dijo que ya estaba hablado del matrimonio con el rey portugués.

Pero esto finalmente llega a oídos de los conjurados y ven la jugada que se les prepara, ya que si el rey de Portugal envía sus tropas, unidas a las de Enrique, ellos no podrían hacerles frentes. Solo les queda la posibilidad de que Isabel rechace al portugués ya que ella tiene trece años y él le saca veinte años más.

(Alcazar de Sgovia en tiempos de Isabel)

Evidentemente Isabel en ceremonia y fiesta para sellar el compromiso, rechaza al rey portugués delante de toda la Corte. Esto complica la situación para todos.

Pacheco, Carrillo y  los nobles contrarios a Enrique preparan el derrocamiento del rey, una simulación que pasaría a la historia como “La Farsa de Ávila”.  Isabel supo de la noticia de que el 25 de octubre de 1464 es designado el Príncipe don Alfonso, su hermano, como heredero del Reino de Castilla una serie de nobles encabezados por Pacheco.

Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba acusándole de cobarde, homosexual y cornudo. Y se proclamó rey a Alfonso XII como rey de Castilla. Por lo tanto en Castilla había dos reyes, enemigos y hermanos de padre.

Isabel ya entonces pensó que la propia vida de ser hermano corría peligro. Amenazaba el presagio de una guerra civil. El rey Enrique tenía sus partidarios. El más leal los nobles de la casa Mendoza. De esta forma es como estalla una guerra que terminar tres años después, en 1468. Pero Alfonso reinó durante esos tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pero tuvo una corte con actividad cultural a la que acudían caballeros de renombre.


El rey Enrique se ve abrumado ya que por mucho que negoció, e que la guerra es inevitable y el resultado incierto. Hace llamar a Beltrán de la Cueva, quien se pone a su disposición

sábado, 8 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA (Primera parte)

Relato basado en la serie de TVE. 
Isabel de Portugal, de la casa de Avis fue reina consorte por su matrimonio con Juan II de Castilla entre 1447 y 1454, año en que murió el rey. Fue madre de la reina Isabel la Católica y del infante Alfonso de Castilla. La corona la heredó Enrique IV, hijo del primer matrimonio del rey, por lo tanto Isabel y Alfonso eran hermanos de padre. 


La reina Isabel estaba muy recelosa del poder que había alcanzado el valido del rey, Álvaro de Luna, que aunque había protegido al rey y vencido en varias batallas, hacía y deshacía en nombre del rey y su poder era enorme. Confabulando con nobles contrarios a don Álvaro consiguieron convencer al rey de que era un traidor y había que deshacerse de él, cosa que se consiguió y don Álvaro terminó decapitado en 1453.
En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV),  hijo de Juan II del primer matrimonio con su prima María de Aragón. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, por lo que Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona. Enrique IV, ya rey de Castilla, envió a sus hermanos con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel de Portugal, ya viuda quedó algo trastornada después de la muerte de su marido y con el tiempo su dolencia fue a más, tanto así que se le aparecía el fantasma de don Álvaro de Luna. 
Isabel está condenada desde su primera juventud al cuidado de su madre y de su hermano que nunca maduró. Allí fue educada por los monjes en la pobreza y la oración. Fue de gran ayuda su mentor y hombre de confianza, Gonzalo Chacón y también su ama doña Beatriz de Bobadilla, personas a las que les profesaría un gran afecto que duró toda la vida.
En testamento, su padre, Juan II, había dejado en herencia al infante don Alfonso que fuese maestre de la orden de Santiago, además de villas y rentas suficientes para su manutención de todos ellos de acuerdo con su rango.

ISABEL DE PORTUGAL 
Pero Enrique IV no cumplía con el deber de enviarle los fondos necesarios llevando a esta familia a una situación de pobreza. 
Aquí es donde entran en escena en la vida de Isabel dos personas importantes durante años. El arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo y Juan Pacheco importante y rico noble castellano, Marqués de Villena. Ambos ven la desidia del rey en su gobernanza, en la forma en que desprecia a sus hermanos y, posiblemente su impotencia sexual, dado que había estado casado con Blanca de Navarra durante trece años y no habían tenido descendencia, (y por lo tanto se pidió la anulación del matrimonio), por lo que el rey se casó con su prima Juana de Portugal, de la casa Avis en 1455, y tras siete años sin hijos, Juana dio a luz en 1462 a una niña que fue también llamada Juana, lo cual vino a encender las sospechas de que no sería hija del rey y sería posible que fuera hija de Beltrán de la Cueva, hijo éste de una familia de nobleza menor, que se había hecho primero paje y luego ascendió rápidamente a mayordomo del rey y prácticamente amigo. 

JUAN PACHECO 
Tanto Pacheco como Carrillo vieron que sería bueno congraciarse con Isabel y Alfonso, porque las cosas podrían cambiar con el tiempo, ya que no pensaban en que Juana llegara a reinar o que pudiera casarse con un extranjero, quedando ellos muy lejos del poder real.  Por lo cual aunaron esfuerzo y visitaron a Isabel de Portugal y sus hijos en presencia de Chacón, y les ofrecieron apoyo y una buena suma de dinero para favorecer la relación, aunque Pacheco y Chacón habían sido enemigos en tiempos de Álvaro de Luna, con lo cual acordaron olvidarse de viejas disputas. 

GONZALO CHACÓN
Es posible que un médico judío hiciera a Juana de Portugal una inseminación artificial y que lograse que la reina quedara embrazada. O al menos eso es lo que se contó en la Corte y como dijimos la reina Juana dio a luz a una niña en 1462, lo que provoca gran alborozo en el rey y sospechas en otros. Así las cosas la reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada por ese nacimiento, ya que desplaza a sus hermanos, Alfonso e Isabel. Por lo que se decide llevar a la corte a ambos, por seguridad, se argumenta, hasta ver que se hará con ellos, pero separándolos de su madre que quedaría sola en Arévalo, sumida en un profundo dolor que acentuará más su enfermedad mental.
En la corte Isabel descubre sin quererlo la degeneración que había entre la servidumbre, y en el propio arzobispo, propiciada por la reina seguramente para mantener oposición a Isabel. 
Los hijos de Isabel de Portugal piden al rey que trajese a la corte a su madre lo que les es negado. El fiel Chacón intercede ante Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Santillana, un noble dueño de grandes propiedades en Castilla y hombre fiel a la corona para que influyese en la corte para que Isabel y Alfonso pudieran ir a Arévalo a ver a su madre, cosa que consigue. 
Enrique IV en otra torpeza nombra a Beltrán, conde de Ledesma, lo que hace pensar en que es un pago por los servicios prestados. No obstante hay que decir que no hay una documentación ni testigo que lo asegure. La hija de Enrique IV obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla. Pero Pacheco protestó por ello por escrito ante notario sin explicar la razón de  porque no tenía derecho la niña. Se puede decir que pensaba que le correspondía a Alfonso, por ser varón y por lo tanto no podía ser desplazado en la sucesión. O porque pensaba que no era hija legítima. 
Lo cierto es que el documento no fue exhibido en esas fechas, sino mucho después, como ya veremos. A pesar de todo Juan Pacheco la apadrinó en su bautizo, siendo las madrinas, su propia esposa y la infanta Isabel, que por entonces tenía once años.

REINA JUANA DE AVIS 
Las voluntades testamentarias del rey Juan II iban siendo burladas una a una. Cuellar que le correspondía a Isabel pasó a manos del de la Cueva. El señorío de Arévalo le fue despojado a su madre, la reina viuda, entregándose a Álvaro de Zúñiga, que iba a contraer matrimonio con una hija de Pacheco.
Estos y otros muchos hechos que sufrió en carne y en su familia, las guardó Isabel en su memoria y en su mentalidad de que dado que el destino de las mujeres de esta clase social, estaban ligados a las uniones para enaltecerlas y no para destruirlas.
Siguen las torpezas de Enrique IV ganándose enemigos y favoreciendo a otros. Beltrán de la Cueva paso de Mayordomo del rey a formar parte de la Orden de Santiago con el cargo de comendador de Uclés en 1459 y al año siguiente le concede la fortaleza de Carmona y el castillo de Ágreda. Y para colme en 1461 entra a formar parte del Consejo Real, desplazando a Juan Pacheco.  
Lo cierto que es Diego de Mendoza había informado al rey de que Pacheco intrigaba, ofendido por estos nombramientos a Beltrán. 

HISTORIA DEL CHOCOLATE

Tras la Conquista de México en la década de 1520   llega a las costas españolas. Fue en el actual Monasterio de Piedra, en el año 1534, dónd...