Sin embargo, los templarios no estuvieron exactamente en el castillo, sino que, según contemplan los historiadores vivieron en un convento de la Orden del Temple, bajo la advocación de San Benito, que existía en el pueblo gracias a una bula del papa Alejandro III, hacia 1170. El castillo de Torija fue levantado cuando había desaparecido la Orden y es de nueva planta como atestiguan las pruebas arqueológicas realizadas. Sus garitones y el adarve voladizo junto con ciertos elementos decorativos nos dan la certeza de que fue levantado en el siglo XV, y no en el XIII, por lo tanto los Templarios jamás pudieron estar allí dado que la orden fue disuelta en 1312, casi trescientos años antes de construirse el castillo.
En la Guerra de la Independencia, (1808-1814) el castillo fue volado por “El Empecinado”, para que no sirviera de a las tropas de Napoleón. Pero ha sido reconstruido completamente.
La Orden del Temple ya llevaba años asentada en la Península Ibérica. A mediados del siglo XII se instalan en la villa de Torija. Una circunstancia que pudo promover la llegada templaria a la villa fue la existencia de una importante comunidad judía en este pueblo. Los habitantes de Torija, durante mucho tiempo, han sido conocidos como “judíos” y los Templarios pudieron asentarse en estas tierras para poder recibir influencia de los cabalistas judíos que había por todas las tierras de Guadalajara. La Orden del Temple siempre ha estado vinculada con la búsqueda del conocimiento, y en la provincia de Guadalajara vieron un centro clave para empaparse de los saberes de la mística judía, con personajes de la talla de Moisés de Guadalajara.
Ibn Idari relata que los romanos saquean el templo de Jerusalén y llevan la Mesa de Salomón a Egipto, donde permanece hasta que un grupo de cristianos la trasladan a la capital visigoda de Toledo con motivo del avance musulmán por el norte de África.
Otra teoría dice que la Mesa de Salomón real fue traída a la Península Ibérica por los judíos que huían de Israel durante la invasión de Nabuconodosor, siendo estos los primeros judíos que arribaron a unas tierras donde vivirán una historia llena de sobresaltos y penurias.
En Toledo, un caudillo musulmán consigue un botín repleto de joyas y ornamentos, además del apoyo de una comunidad judía harta de los desprecios cristianos. Son los propios judíos quienes revelarían la ubicación exacta de la Mesa de Salomón a Tariq, que no se encontraba en Toledo, sino escondida en una población situada a dos días de la capital. El historiador Abd al-Hakam sugiere que Tariq solo se dirigió a Toledo en busca de la preciada Mesa. El desenlace acaba con la desaparición de la Mesa su-puestamente en tierras andaluzas tras ser trasladada a los dominios del califa, que pidió verla con sus propios ojos.
Hay que tener en cuenta que el nombre del caudillo se pronunciaba como “Tarij” y su evolución fonética evolucionó a “Tarija” (lo mismo ocurrió con Tarifa, en Cádiz, bautizada así en honor a este personaje).
Ximénez de Rada, (1170-1247), arzobispo e historiador, sostiene que para localizar el pueblo donde Tariq encontró la Mesa hay que seguir las siguientes indicaciones: “siguiendo la cuesta de Zulema y encima del Burgo de San Justo”. Este apartado se ha relacionado siempre con Alcalá de Henares, pero esta ciudad nunca ha sido un burgo. El único pueblo con el nombre de “Burgo” en todo el valle del río Henares es, precisamente, Torre del Burgo, poblado que nació dependiente del monasterio de Sopetrán y situado cerca de Torija, lugar que Cuenca y Del Olmo reconocen como la ciudad de la Mesa.
Queda patente que son muchos los indicios que apuntan a que Torija fue aquella localidad a la que Tariq acudió en busca de la Mesa de Salomón y donde dio con ella, según las crónicas árabes; este acontecimiento ha quedado reflejado en la toponimia del lugar, incluso en el propio nombre del pueblo. También se sabe que los Templarios se asentaron en Torija, aunque se desconocen los motivos, que sobrepasan cualquier contexto de guerra. ¿Siguieron los pasos del caudillo árabe en busca de la Mesa de Salomón? La respuesta se encuentra escondida en algún lugar de los mágicos páramos de La Alcarria.
Por otra parte, visitando el castillo pueden tener una buena información histórica del camino del Cid por tierras de la Alcarria, con un video en una sala de proyección.
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