Franco muere después de varias operaciones el día 20 de
noviembre de 1975 y las instituciones entraron en funcionamiento como un reloj. Dos
días después don Juan Carlos es proclamado rey de España. La oposición mostró
su recelo hacia Arias Navarro, nombrado presidente el 1 de diciembre.
Incluso la legitimidad de Juan Carlos también era
discutible. Don Juan de Borbón no había renunciado y era el legítimo heredero
de la corona. Pero en enero de 1967 Manuel Fraga había creado la Ley Orgánica del Estado asegurando la
monarquía.
El núcleo del Movimiento Nacional ejerció su influencia para
que sea nombrado Arias Navarro, éste dio un discurso aperturista pero muy
moderado. Evidentemente contó con gente de pasado franquista, pero de talante
liberal como Fraga Iribarne, José M. Areilza y Antonio Garrigues y
Díaz-Cañabate. La cartera del ministerio del Movimiento la ocupó un casi
desconocido Adolfo Suárez, un falangista.
Tres días después de la proclamación del rey hubo un primer
indulto, muy lejos de la amnistía general. Se liberó a unos 4.000 presos, de
ellos solamente 200 políticos, pero salieron a la calle personas de
significación, como Marcelino Camacho y otros de Comisiones obreras, comunistas
declarados. Quedaban conmutadas las penas de muerte y otros aspectos
beneficiosos para los detenidos.
El 2 de diciembre de 1975 don Juan Carlos nombra a Torcuato
Fernández-Miranda presidente de las Cortes, y ya había sido presidente del
gobierno de forma interina en el 73, tras el asesinato de Carrero Blanco, y
también fue el profesor de Derecho Político de Juan Carlos que contaba con él para el pilotaje de la
Transición desde la dictadura a la democracia.
TORCUATO FERNÁNDEZ MIRANDA
En un libro de José Luis de Vilallonga cuenta una entrevista
con D. Juan Carlos y éste le confiesa que en una charla que tuvo con Torcuato
le manifestaba su preocupación por el juramento que habría de prestar, y que él
consideraba que incluso habiendo jurado mantenerlos, los principios del
franquismo no podían seguir vigentes, pues ello equivalía a admitir que el
régimen precedente seguía en su lugar. Pero Torcuato Fernández Miranda, sin
perder la calma, me decía: “Vuestra Majestad no debe preocuparse. Jurad los
Principios del Movimiento, que más tarde los iremos cambiando legalmente uno
tras otro.” Su frase favorita era: “Hay que ir de la Ley a la Ley a través de
la Ley” Y así fue como se hizo…
Torcuato Fernández-Miranda fue el cerebro de la Ley para la
Reforma Política. Arias Navarro y algunos otros fueron obstáculos en un camino
claramente trazado desde los franquistas.
JUAN CARLOS I JURA COMO REY DE ESPAÑA
El desmantelamiento del Régimen era el objetivo y va a
comenzar.
El 13 de diciembre, en el primer gobierno del Rey, Torcuato
Fernández-Miranda jura desempeñar sus cargos “con absoluta lealtad al Rey y
estricta fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes
Fundamentales del Reino” pero también dice que “el pasado no me ata”.
Siendo aún Arias Navarro el Presidente del gobierno, Adolfo
Suárez, todavía Ministro Secretario del Movimiento, el día 9 de junio de 1976
pronuncia un discurso ante las Cortes Franquistas y coloca acertadamente unas
palabras, de Machado, sin nombrarlo, un poeta republicano, fallecido en el
destierro. “Está el hoy abierto al mañana. Mañana al infinito. Ni el pasado ha
muerto, ni el mañana ni el ayer está escrito”.
Aparece Adolfo Suárez. Tras unas declaraciones del rey y otras cuestiones forzaron
a Arias Navarro a dimitir el 1 de julio de 1976, con lo cual el camino quedaba
expedito. El hombre ya estaba elegido por el rey y seguramente por
Fernández-Miranda también. Cumplía los requisitos que habían pensado. En los
ambientes políticos y periodísticos se comentaba que los candidatos más
señalados eran José Ma. Areilza y Manuel Fraga. Pero en realidad debía ser una
persona algo joven, pero con experiencia en política, audaz y que no pusiera
frenos a la democratización del país. No podía estar ligado a poderes fácticos
o a las grandes empresas, la banca o el ejército.
SE APRUEBA LA LEY DE LA REFORMA POLÍTICA
De entre todas las posibilidades que el Consejo del Reino
consideraba fueron descartados Fraga y Areilza a las primeras de cambio. El Rey
se las había ingeniado para que Suárez figurase en la terna en la cual él debía
decidir. No era una personalidad de peso y los consejeros lo incluyeron
precisamente porque pensaban que era simplemente para “hacer bulto”, el
candidato previsto era Solís. De la ingeniería política se encargaría el propio
Fernández-Miranda y de la economía se pensaba en alguien relevante como Fuentes
Quintana. El filtro de combinaciones fue inteligentemente gestionado. Realmente
es para una novela de intrigas.
Fernández-Miranda reúne al Consejo del Reino para elaborar
una terna de la cual el rey debía escoger al nuevo Presidente del Gobierno. Así
fue quedando la lista con 9 miembros de los que se eligieron a 6. En esa
jornada quedaron, finalmente, 3 candidatos. Fernández-Miranda, que tenía voz y
voto en el Consejo mueve los hilos a fin de que en la terna de candidatos se
encontrara Suárez, tal y como deseaban él y el monarca. Fueron elegidos
Federico Silva, que había sido ministro con Franco, era el más considerado,
Gregorio López Bravo, hombre de confianza y muy conocido como ministro de
Industria y de Asuntos Exteriores, y Adolfo Suárez, que lo incluyeron como
relleno, para formar la terna que debían entregar al rey, un candidato de
trámite. Finalmente el 3 de julio de 1976, Adolfo Suárez es elegido
por el rey como Presidente del Gobierno. La decisión sorprendió tanto a
políticos como a la opinión pública, ya que Suárez era prácticamente
desconocido. Dos días antes había dimitido Carlos Arias Navarro.
La elección de Juan Carlos recayó en un político joven y
ambicioso, pero que tenía experiencia y conocía bien el funcionamiento del
régimen franquista.
En 1947 Carrero había redactado la “Ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado”, en la que España quedaba establecida como “Estado
católico, social y representativo” quedaba “Constituido en Reino”. Esto fue
ampliado por Fraga en enero de 1967 con la Ley Orgánica del Estado asegurando
la monarquía., y luego otra redacción por Torcuato Fernández-Miranda.
Aquel verano del 76 Adolfo Suárez había sido nombrado
presidente del gobierno español.
SUÁREZ JURA SU PRESIDENCIA
Tenía un “pequeño” encargo del rey Juan Carlos: coger un
país educado en una dictadura de 40 años y convertirlo en una democracia.
Conseguir esa meta suponía desmontar el régimen franquista pieza a pieza;
anular sus estructuras de poder, que estaban incrustadas en toda la sociedad;
vencer la resistencia de unas Fuerzas Armadas que se consideraban depositarias
de la legalidad franquista; convencer a la oposición democrática de la seriedad
del propósito y, sobre todo, desactivar los restos del fascismo refugiados en
el búnker desde el que defendían sus creencias y azuzaban a militares y
policías.
La Reforma Política. Buscó Suárez entre las personas
tolerantes y aperturistas un grupo de prestigio.
Lo primero era promulgar una Ley para la Reforma Política.
Encargó el trabajo a juristas. Obtuvo por lo tanto muchos borradores que
complicaban el asunto, y encargó a Fernández-Miranda que estudiara el tema
entregándole los borradores. Éste los estudió concienzudamente y a finales
agosto le entregó un trabajo manuscrito con una nota, "Aquí te dejo esto
que no tiene padre".
Ese texto se convirtió en la Ley para la Reforma Política.
Era el instrumento preciso para desmontar el aparato franquista con la
aprobación de los propios franquistas. Es decir, que políticamente debían
suicidarse. El punto de inflexión, la gran prueba de fuego era la aprobación
por las Cortes Franquistas de la Ley de la Reforma Política que traería
precisamente la desaparición del franquismo legalmente votado por los
franquistas.
El cambio lo ejecutó después Adolfo Suárez, con el guion de
Torcuato que, en realidad, era el único posible para un cambio de régimen
incruento y sin revanchismos de guerra-civilistas.
Todas las personas de las Cortes franquistas fueron consultadas
en realidad para tantear las posibilidades en una futura votación. Se ingenió
una solución arriesgada y novedosa. A los menos proclives se les pago unas
vacaciones de un mes en el caribe, acompañados por la familia, cosa que no
rechazaron. En ese periodo se realizarían las elecciones.
En el año 76 los hechos se sucedían con una rapidez
inusitada, y solamente por recordar los más importantes diremos que en octubre
es aprobado el Proyecto de Ley para la Reforma Política, ante el Consejo
Nacional del Movimiento, órgano consultivo, y ya en noviembre se queda aprobada
dicha ley por las Cortes Franquistas, además por amplia mayoría, que se llamó
“el suicidio”. En diciembre ocurre el desgraciado atentado de la matanza de
Atocha. No obstante, el paso siguiente era someter a referéndum la Ley para la
Reforma Política y se celebró el 15 de diciembre de 1976 registrando una
participación cercana al 80%, con una aceptación del 94% de los votos.
Suárez se comprometió públicamente a realizar la reforma
constitucional y la celebración de elecciones antes del 30 de julio de 1977.
Dio a conocer la composición del gobierno y ganó credibilidad. Ante la
oposición de jefes del ejército, destacados franquistas, algunos dimitieron y
nombró al general Gutiérrez Mellado en la dirección de las Fuerzas Armadas,
hombre más liberal, para iniciar un lento proceso de renovación de los jefes
del Ejército y también de la Guardia Civil y la Policía Armada, todos por aquel
entonces bajo la jurisdicción militar. El terrorismo de ETA no cesaba.
Los meses posteriores fueron de gran confusión. Los partidos
políticos no gozaban aún de estatuto oficial, pero debían de ser tolerados.
También ocurrió que algunos amnistiados pasaron de ser convictos a ser
protegidos con escolta policial, como el sindicalista Marcelino Camacho. Tanto
la ETA como el GRAPO continuaron con su espiral de violencia. Pero si algo
realmente podría realizar una seria oposición a los cambios planteados eran el
ejército y el Partido Comunista.
Era necesario legalizar al Partido Comunista, pues no se
podría ir a unas elecciones democráticas sin su participación, no sería creíble
que parte del pueblo no pueda manifestar su derecho a elegir. Y también de cara
a la credibilidad internacional era necesario demostrar que estábamos en la
senda de la auténtica democracia. Pero si había algo en realidad peligroso era
precisamente la legalización de los comunistas.
Negociaciones, habilidad política, manejo de los tiempos y
mucho sentido de las responsabilidades conferidas. Por lo tanto en enero de
1977 se suprime el Tribunal de Orden Público, de negro recuerdo, también la
Secretaría General del Movimiento, que ya no tenía razón de ser.
Formados los partidos políticos en el mes de febrero de
1977, salvo el partido Comunista, que en un acto entre la valentía y la
ocultación se legaliza el Partido Comunista en abril.
CORTES FRANQUISTAS
Hay que destacar que en aquella época todos aquellos
políticos supieron dejar de lado sus ideologías para comprometerse en conseguir
una España democrática, y fueron capaces de entenderse entre rivales
ideológicos. Carrillo dejó el comunismo ruso para pasar al comunismo europeo,
Fraga tuvo el acierto enorme de aglutinar en un partido democrático a los
anteriores franquistas más liberales. Felipe González hizo que el PSOE
abandonara el marxismo, no sin críticas. Y hasta Tierno Galván, termino siendo
aliado, con su socialismo al PSOE. Otros como partidos de la Democracia
Cristiana, Liberales y Monárquicos y otros, se unieron bajo el paraguas de la
UCD de Adolfo Suarez.
Cumplido su trabajo Fernández-Miranda en mayo de 1977
dimitió como presidente de las primeras Cortes de la Monarquía al estar en
desacuerdo con Adolfo Suárez y con el modo en el que se habían abordado algunos
acontecimientos que escapaban a su control, especialmente la cuestión
autonómica. Fue reconocido por el rey con la concesión del Toisón de Oro,
máxima condecoración posible y el puesto de senador por designación real.
Falleció, olvidado, el 19 de junio de 1980 en Londres, a
consecuencia de un paro cardíaco.
Gracias a hombres como Fernández-Miranda en menos de tres
años se pudo pasar del franquismo a la promulgación de una Constitución
Democrática, consensuada por los partidos políticos y aprobada en referéndum
por el pueblo español.
Suárez se había comprometido a “Hacer normal en la ley lo
que a nivel de calle es simplemente normal”. Pero había que hacerlo todo sin
quebrantar la paz civil, logrando que los viejos enemigos se dieran otra vez la
mano. “Todo está atado y bien atado”, había dicho el general Franco en su
mensaje de Navidad de 1969. La tarea empezaba por encontrar los nudos y
desatarlos.
Votación en las Primeras Elecciones Democráticas.
La Ley de la Reforma
reconocía los derechos fundamentales de las personas y otorgaba potestad
legislativa a los representantes previendo un sistema electoral democrático y
de representación proporcional. Por lo
tanto, se elaboró un decreto presentado el 18 de marzo del 77 que permitió
celebrar las elecciones el 15 de junio para elegir a senadores y diputados.
Ganaron las posiciones de centro, la UCD de Suárez y el PSOE de González,
quedando a distancia tanto los comunistas como los conservadores de Fraga. La
Ley ofrecía la posibilidad de que la iniciativa de la reforma constitucional
correspondiera al Gobierno o al Congreso de los Diputados. Y se eligió al
Congreso.