miércoles, 26 de noviembre de 2025

SEGUNDA REPÚBLICA (1)

La ilusión de la llegada del sistema de gobierno como República en abril de 1931, tuvo una gran acogida popular en un primer momento con esperanza por buena parte de la sociedad. Se consideraba que se acabarían los tiempos de las corrupciones y el caciquismo. 
Sin embargo las acusadas diferencias políticas y sociales, las ideologías contrarias y a veces enemigas unas de otras, fueron debilitando el régimen republicano. Las tensiones entre las izquierdas más radicales y las derechas extremistas  pusieron de manifiesto la debilidad de una democracia razonable.



El Desastre de Annual fue el motivo que comenzó el comienzo de la caída de la monarquía. Se instauró la Dictadura de Primo de Rivera, (desde 1923 a 1930), el rey Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno.  Y queda en la mente de muchos la corrupción habida por parte de militares de rango y quizá del propio rey. A la dictadura de Primo de Rivera le sucedió el general Dámaso Berenguer, que supuso un periodo que se conoce como la “dictablanda”. Un año duró en el cargo. Quiso la normalidad institucional aplicando la Constitución de 1876 pero fracasó.
Socialistas, anarquistas, republicanos dirigidos por Manuel Azaña y los partidos nacionalistas catalanes y vascos hicieron imposible una gobernación razonable. En agosto de 1930 tuvo lugar el Pacto de San Sebastián donde se pactó una salida republicana a la política nacional. Allí estaban representantes de gran número de partidos y sensibilidades ideológicas de todo el país. Sin embargo el PSOE prefirió quedarse al margen y actuar dentro de la legalidad monárquica., aunque Indalecio Prieto eran contrario a la idea. Más  adelante el PSOE se unió al Pacto. Los anarquistas (CNT) no se unieron por estar en contra de la burguesía y el capitalismo, si bien apoyaban la causa republicana.
Hubo un levantamiento militar en Jaca en diciembre de 1930 que fracasó. Berenguer presentó su dimisión en febrero de 1931. Se constituye un gobierno de concentración dirigido por Juan Bautista Aznar, general de la Armada. Sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de ese año.


A. Machado, G. Marañón, Ortega y Gasset y R. Pérez de Ayala, 

Muchos intelectuales antimonárquicos se manifestaron a favor de una república. José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto “Al servicio de la República”, que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de “Padres espirituales de la República”.
La España monárquica empezaba a ser inviable. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
Debían elegirse unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España. En las poblaciones rurales dominaba el caciquismo, y la presión que éstos exigieron explican que en la mayoría de los municipios rurales no hubo votaciones. También la cantidad de concejales monárquicos elegidos. Es por ello por lo que sólo se consideraron legales las votaciones de las capitales de provincia y de los grandes municipios, donde los republicanos fueron mayoritarios.



Los resultados no dejaron lugar a dudas, si bien los monárquicos obtienen más votos, los republicanos consiguen más concejales. En Éibar, conocidos los resultados la población sale a la calle y proclama la República. El hecho se repite en otras ciudades del país.
Aznar presentó su dimisión. Algunos militares pedían la intervención del ejército. Dado que le preguntaron si consideraba si había crisis contestó Aznar: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”.
Así lo entendieron el conde de Romanones y el propio rey, al constatar su falta de apoyo popular. Se pidió a Alcalá-Zamora seguridades sobre la vida del monarca. Pero éste se eximió y además exigió el abandono del rey del país ya que había entregado el gobierno por dos veces a dictadores. El monarca marchó hacia el exilio la noche de este 14 de abril de 1931.
Ya en Francia escribe desde las páginas del ABC, en la que aclara que no pretende ser un estorbo y no renuncia a sus derechos.
Y se proclamó la II República Española el 14 de abril de 1931.
El entusiasmo era desbordante. Se formó un Gobierno Provisional formado por las fuerzas vencedoras, del cual el presidente sería Niceto Alcalá Zamora, que se mantuvo en una posición moderada e intentó sin éxito la creación de un partido de centro. Ese Gobierno Provisional estuvo desde abril hasta diciembre de 1931.


Portada del periódico La Voz el 14 de abril de 1931

En España además de una gran crisis mundial desde el crack de 1929 y las consecuencias aún vivas de la Gran Guerra del 14 al 18, soportaba un aumento del paro enorme. Se produjeron innumerables cantidad de huelgas, y el paro era cada vez más extendido y amplio. (Se perdieron hasta 4 millones de jornadas en 1933).
La gobernación en un sistema democrático y la aceptación normalizada de la sociedad no se produce de un día para otro. Es el resultado de la historia, del nivel cultural y social adecuado, de una baja conflictividad laboral y social. En la República, casi desde el comienzo la violencia estuvo presente, seguramente debido a ese brusco cambio que no concuerda con los siglos de monarquía habidos.
Al formar el primer gobierno se creó un Estatuto Jurídico por el que regir el sistema provisional, hasta la redacción y proclamación de una nueva Constitución. Y se emprendieron las primeras reformas, Cortes Constituyentes, el Estado sería aconfesional y se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria. Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil.


Jornaleros en manifestación por la Reforma Agraria 

En Europa las cosas estaban peligrosas. Habían aparecido los líderes como Stalin, Mussolini y Hitler. Las aspiraciones de estos personajes serán determinantes en los sucesos que vendrían posteriormente.
Los desempleados y los desencantados de la política, son presa fácil.
No hubo referéndum consultivo al pueblo sobre el sistema republicano ni sobre la aprobación de la Constitución, que se proclamó meses después, el 9 de diciembre de 1931 en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre), pero si podían ser candidatas, y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha.
Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna. El gobierno nacional pacta y con el dirigente Maciá, fundador de Esquerra Republicana, que acepta que se establezca de momento la Generalitat, una vieja institución que había sido disuelta. En el país vasco la Iglesia era influyente y las cosas no fueron igual que en Cataluña. Se emitió un comunicado proclamando la República Catalana dentro de la República Federal Española.
En el país vasco, los alcaldes de Guecho, Mundaka, Elorrio y Bermeo reunidos en Guernika pidieron el reconocimiento de la República Vasca Federada. Allí el nacionalismo tenía profundas connotaciones religiosas contrarias a las políticas laicas y también anticlerical de Madrid.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo tras la proclamación de la República. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador.
La persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días. Una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno republicano.
José Ortega y Gasset elogió la tranquilidad con la que el Gobierno provisional republicano había llevado a cabo el cambio de régimen. Se había presentado por León con la Agrupación al Servicio de la República  (ASR), y fue elegido diputado. Ya en los debates del texto de la Constitución, que duraron desde el 14 de julio hasta el 9 de diciembre, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otros intelectuales que participaron durante los mismos se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado, entre otras cosas porque la mayoría de la Cámara aplaudía sus palabras, pero votaban en contra de sus proposiciones o enmiendas. 


Miguel de Unamuno   
Fue cuando Unamuno pronunció las palabras que pasarían a la Historia del Parlamentarismo español: Desilusión. No habían terminado los debates, cuando Ortega escribe en el periódico “El Sol” el 9 de septiembre de 1931 el segundo de sus artículos más famosos: “No es esto, no es esto”

 
 

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