miércoles, 24 de diciembre de 2025

ENRIQUE IV E ISABEL - CONFLICTOS (1454-1467)

Enrique era hijo de Juan II de Castilla y de su primera mujer, María de Aragón. Nació en 1425. Era débil de carácter, abúlico y retraído.
Entre los compañeros de su juventud se contaba Juan Pacheco, que sería su hombre de confianza. Dominado por Juan Pacheco, un noble castellano que consiguió dominar la voluntad del rey, hombre intrigante e interesado sin escrúpulos. Enrique convirtió la corte castellana en un prostíbulo feminoide. El rey se dedicaba a la caza, a la danza y la música y también a prácticas deshonestas sin ningún recato, aficionado a las costumbres musulmanas en el vestir y comer, y tenía una guardia moro generosamente pagada.

JUAN II DE CASTILLA Y LEÓN
En 1440 se celebró el matrimonio del príncipe Enrique con la infanta Blanca de Navarra, hija de la reina Blanca I de Navarra y de Juan II de Aragón y Navarra. En mayo de 1453 se declaró nulo el matrimonio de Enrique y Blanca. Se pensaba una impotencia sexual de Enrique debida a un maleficio. Enrique alegó que había sido incapaz de consumar el matrimonio, a pesar de haberlo intentado durante más de tres años, periodo mínimo exigido por la Iglesia, llevaban trece años de matrimonio. 
En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Hija de Juan II de Castilla y de su segunda esposa Isabel de Portugal. Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV),  hijo de Juan II del primer matrimonio con su prima María de Aragón. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, En Tordesillas nació Alfonso de Castilla, hijo de Juan II de Castilla y de su segunda esposa, Isabel de Portugal, por lo que su hermana Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona.
El rey de Castilla Juan II murió en julio de 1454, por lo que Isabel que tenía tres años no se podría acordar siquiera de su padre. La reina viuda, Isabel de Portugal, seguía siendo la administradora de los bienes, pero con el control de varios religiosos, lo que hace sospechar que ya el marido pensaba en que la reina sufría algún desequilibrio mental, lo que se corroboró, pues a la muerte de su marido ella entró en una profunda depresión, lo mismo que le pasaría a su nieta Juana con Felipe “el hermoso”, años después.
Enrique IV ya rey de Castilla se alió con el reino de Portugal y se materializó en 1455 casándose en segundas nupcias con Juana de Portugal. La boda se celebró sin acta notarial ni una bula papal, ya  que eran primos segundos.

ENRIQUE IV DE CASTILLA Y LEÓN 
Enrique IV envió a sus hermanos, Isabel y Alfonso, con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel recibió una esmerada educación de acuerdo con lo que se esperaba que aprendiera una princesa del momento. El pueblo de Arévalo está asociado a la niñez de Isabel. Allí es donde se crea su vinculación con la orden franciscana y en especial con Hernando de Talavera. Isabel está condenada desde su primera juventud al cuidado de su madre (loca seguramente), y de su hermano que nunca maduró. Allí fue educada por los monjes en la pobreza y la oración. Nos situamos en un mundo muy lejano al nuestro, pero debemos de tratar de entender, sin juzgar, para comprender la vida y obra de esta mujer. Isabel iba creciendo y quienes la rodeaban insistían en presentarla como un chiquilla especialmente despierta. Fue importante su mentor, Gonzalo Chacón, al que le profesaría un gran afecto que duró toda la vida.
En 1458, falleció el rey de Aragón, sucediéndole su hermano, el rey Juan II de Aragón y de Navarra, que era primo carnal del padre de Enrique IV, (Juan II de Castilla, coincidencia de nombre y numeral), este era el padre de Fernando, el futuro Fernando el católico.
Se formó una Liga nobiliaria en 1460, que planteó un control de los gastos, y aceptó al hermano de padre del rey, Alfonso, como príncipe de Asturias. Enrique IV fue un rey conflictivo, disoluto e impotente y falto de carácter.
En testamento, su padre, Juan II, había dejado en herencia al infante don Alfonso que fuese maestre de la orden de Santiago. Título muy importante durante siglos. Enrique IV por contra se la concedió a Beltrán de la Cueva, con la desaprobación de la nobleza. El rápido ascenso de Beltrán no es bien visto, sobre todo por el marqués de Villena, Juan Pacheco y Alfonso Carrillo, importante prelado, obispo de Sigüenza.

BELTRÁN DE LA CUEVA 

Habían pasado seis años cuando la reina anuncia que está embarazada, lo que provoca gran alborozo en el rey y sospechas en otros. Así las cosas la reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada por ese nacimiento, ya que desplaza a sus hermanastros, Alfonso e Isabel. Por lo que se decide llevar a la corte a ambos, por seguridad, se argumenta, hasta ver que se hará con ellos, pero separándolos de su madre que quedaría en Arévalo.
La hija de Enrique IV obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla que aún se conserva para quién es heredero a la corona. Pero Pacheco protestó por ello por escrito pero no explica por qué no tenía derecho la niña. Se puede decir que pensaba que le correspondía a Alfonso, por ser varón y por lo tanto no podía ser desplazado en la sucesión. O porque pensaba que no era hija legítima.
Lo cierto es que el documento no fue exhibido en esas fechas, sino mucho después, como ya veremos. A pesar de todo Juan Pacheco la apadrinó en su bautizo, siendo las madrinas, su propia esposa y la infanta Isabel que tenía once años.

ALFONSO DE CASTILLA

Las voluntades testamentarias del rey Juan II iban siendo burladas una a una. Cuellar que le correspondía a Isabel pasó a manos del de la Cueva. El señorío de Arévalo le fue despojado a su madre, la reina viuda, entregándose a Álvaro de Zúñiga, que iba a contraer matrimonio con una hija de Pacheco. Estos y otros muchos hechos que sufrió en carne y en su familia, las guardó Isabel en su memoria y en su mentalidad de que dado que el destino de las mujeres de esta clase social, estaban ligados a las uniones para enaltecerlas y no para destruirlas, esto sucedería de forma que ella misma tomaría la decisión, matrimonio político podría ser, pero con su voluntad, no sin ella.
Enrique nombra a Beltrán de la Cueva conde de Ledesma, lo que hace pensar en que es un pago por los servicios prestados. La hija de Enrique IV, Juana, obtuvo el reconocimiento de todos los nobles otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad en Castilla que aún se conserva.
El rey Enrique tenía sus partidarios. El más leal los nobles de la casa Mendoza. en septiembre de 1464 el rey cedió a la presión de una gran parte de la nobleza castellana y nombró Príncipe de Asturias a su medio hermano Alfonso. A pesar de ello, el descontento nobiliario no disminuyó y en junio de 1465 las Cortes, o parte de ellas, con Pacheco a la cabeza, se reunieron en Ávila, derrocaron a Enrique y proclamaron rey de Castilla a Alfonso, de solamente 11 años de edad, con el nombre de Alfonso XII. Este episodio fue llamado por sus detractores "la farsa de Ávila", nombre con el que ha pasado a la historia. Al parecer fue en torno a este momento cuando los nobles empezaron a propagar el rumor de que Juana no era hija de Enrique IV sino de su valido Beltrán de la Cueva, de ahí el apodo de Juana "la Beltraneja" con el que se la ha conocido posteriormente.

JUAN PACHECO 

La Farsa de Ávila fue un acto burlesco que era una indignidad, que intentaba poner en ridículo a Enrique IV, destronarlo y proclamar en su lugar al príncipe Alfonso como rey de Castilla. Por lo tanto en Castilla había dos reyes, enemigos y hermanos de padre.
Estalló entonces la guerra abierta entre los partidarios de Enrique IV y los de Alfonso XII, una guerra que terminará tres años después, en 1468. Pero Alfonso reinó incluso con el nombre de Alfonso XII durante tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pero tuvo una corte con actividad cultural a la que acudían caballeros de renombre.
Pasado el invierno de 1465 a 1466 era evidente que ambos bandos en lucha no estaban en condiciones de obtener la victoria. Pacheco sabedor que no podría asaltar la fortaleza de Segovia, ofreció al rey una propuesta de paz. Eliminaría a su rival (Alfonso) de la escena política. El rey debía alejar de la corte a los Mendoza y fundamentalmente a Beltrán de la Cueva y devolvería a él los cargos que había ostentado y a la vez ofrecería a Isabel para casarla con su hermano, Pedro Girón. Éste era un hombre bruto, ya maduro para Isabel, ambicioso y hombre violento. Enrique dio su consentimiento. Y también Alfonso. Isabel se encomendó a la protección de Dios, según la espiritualidad que le habían enseñado. En el viaje de vuelta Girón se sintió enfermo y sorpresivamente murió en abril de 1466.
La muerte de Pedro Girón detuvo toda negociación y prosiguió la guerra. En el mes de agosto de 1467 ambos bandos se enfrentaron en Olmedo, conocida como la Segunda Batalla de Olmedo. Realmente ninguno fue vencedor claro, pero Enrique IV no se atrevió a proclamar su victoria ante sus tropas, cosa que si hizo Alfonso aconsejado por su valedor, experto en asuntos militares. Se dice que en realidad el que combatió con la armadura de Alfonso fue Gonzalo de Córdoba, (el que sería El Gran Capitán), su protector, e indujo a Alfonso a declararse vencedor.

ISABEL DE CASTILLA 
Las cosas se complican y entra en el asunto el papa Paulo II como pacificador. Encarga las negociaciones al nuncio papal ante la corte de Enrique IV y embajador de este en Roma, con plenos poderes. Pronto sentenció que la legitimidad de la corona pertenecía a Enrique IV y las cosas debían volver a como estaban en 1464, Alfonso volvería a ser infante, pero recordemos que había sido proclamado Príncipe de Asturias, es decir heredero a la corona, lo que desplazaba a la hija del rey, Juana, (la Beltraneja).
 

martes, 23 de diciembre de 2025

GUERRA DE SUCESIÓN CASTELLANA 1474-1479

La guerra por la sucesión con Portugal por el trono de Castilla fue inevitable, estalló y duró cinco años, de 1474 a 1479. Los enemigos de Castilla eran el reino de Portugal, los enemigos de Aragón, Francia y los que habían sido partidarios del noble castellano contrario a Isabel Juan de Pacheco. Un personaje importante que dominó la evolución política de Castilla durante el reinado de Enrique IV y que llegó a ser maestre de la Orden Militar de Santiago entre los años 1467 y 1474. Fue un gran intrigante en asuntos de gobierno y el que propagó la idea de que la niña Juana no era hija del rey Enrique IV, sino de Beltrán de la Cueva, y comenzó a llamarla “la Beltraneja”.

Su única meta era la de ganar poder y riqueza para convertirse en grande del reino sin preocuparse de lo demás. Fue favorable al rey, luego le traicionó en “La Farsa de Ávila”, ridiculizándole y proclamando rey a Alfonso, hermano de Isabel, y luego seguramente asesinó a Alfonso. Toda su vida fueron intrigas y ambiciones desmedidas.
Con lo cual hubo un acuerdo importante el llamado “Tratado de los Toros de Guisando”, en el que Isabel quedaría como heredera de la corona de Castilla.
A pesar de las oposiciones y diferentes problemas Fernando e Isabel se casaron. La boda, celebrada en 1469, de la que ya se consideraba como heredera de Castilla y de don Fernando, futuro rey de Aragón, había suscitado inquietudes en Francia y Portugal; aquellas naciones veían con disgusto constituirse un bloque hegemónico en la Península y al morir el rey el 12 de diciembre de 1474 e Isabel se proclamó reina de Castilla y León en virtud de aquellos acuerdos.

Juana la Beltraneja

El importante cardenal don Pedro González de Mendoza, el arzobispo de Toledo don Alfonso Carrillo, el conde de Benavente, el marqués de Santillana, el duque de Alba, el Almirante, el Condestable, el duque de Alburquerque —don Beltrán de la Cueva y muchos pueblos y ciudades, fundamentalmente de Asturias, cuna de la casa de Trastámara y llevan el honor de sentirse herederos de la monarquía visigoda,  juran a doña Isabel como reina legítima de Castilla. Pero el duque de Arévalo y don Diego López Pacheco, (hijo del anterior Pacheco), marqués de Villena, se niegan a rendirle homenaje.
Se trataba de resolver el problema que planteaba la presencia de la reina Juana, madre del rey fallecido, que había tenido hijos bastardos. Además dar una solución airosa al futuro de su hija, (la Beltraneja). Los Reyes, de acuerdo con lo previsto en Guisando, exigían el regreso de la reina a Portugal y ofrecían un matrimonio adecuado para Juana, probablemente con Enrique Fortuna, hijo del infante de Aragón, don Enrique.
Los hechos se precipitan, en efecto, cuando el arzobispo Carrillo, convencido de su poder como hacedor de reyes y sospechando siempre maniobras para desposeerle, abandonaba la Corte despechado con Fernando.

Alfonso V de Portugal 

Por parte de Alfonso V de Portugal tenía proyectos de tomar la defensa de Juana desde el mismo mes de diciembre de 1474, aunque existían opiniones contrarias a una guerra. Antes de decidirse a la intervención el monarca portugués quería garantías de contar con apoyos suficientes en el interior de Castilla y también con el compromiso de Luis XI de Francia, enfrentado a Aragón por la cuestión de Rosellón y Cerdaña. Los informes que le remitía Diego López Pacheco sobre las previsibles adhesiones en Castilla y la nueva actitud de Carrillo deciden a Alfonso V, al menos desde el mes de marzo, a tomar en sus manos la defensa de su sobrina, con la que anunciaba, además, el propósito de contraer matrimonio. El pretexto de defender la posición y la voluntad de Juana la Beltraneja no es convincente, ya que esta era una niña de 12 años y el rey portugués tenía 44 años, lo que indica que el motivo era hacerse rey de Castilla y León que conjuntamente con Portugal, lo harían el rey más importante de la península y uno de los más influyentes de Europa.
En Portugal, Juana (la Beltraneja), aunque también se proclama reina de Castilla, está manipulada por su marido, el rey y por los nobles castellanos que en su día eran opositores a Isabel. Este es el motivo real del conflicto.
En el mes de abril, Alfonso V de Portugal enviaba una embajada a Valladolid para anunciar sus propósitos y ordenaba la concentración de su ejército en Arronches; era el comienzo de la guerra, aunque las primeras hostilidades se producen con el levantamiento de Alcaraz, una de las villas que deseaban retornar al realengo. Las operaciones en torno a Alcaraz constituyeron la primera victoria de la guerra para los isabelinos.
En juego estaba el desenlace de la vieja pugna entre la nobleza y la monarquía, la delimitación del ámbito castellano y portugués de navegación en el Atlántico meridional, y el diseño de bloques de alianzas de las potencias europeas: la unión de intereses de Castilla y Aragón, vieja aliada de Francia la primera, habitual enemiga la segunda, hacían trascendental esta definición. Portugal había de actuar en la guerra contando con la alianza de Francia, aunque procurando no dañar sus relaciones con Inglaterra; Castilla y Aragón se incorporarían a la alianza antifrancesa de Inglaterra, Borgoña y Nápoles.

Las hostilidades empiezan en mayo de 1475, cuando tropas portuguesas pasan la frontera castellana. El rey de Portugal, Alfonso V, pretende defender los derechos de su sobrina doña Juana, con quien acaba de contraer matrimonio. Los nobles castellanos hostiles a doña Isabel entran en rebeldía. La guerra de Sucesión Castellana tiene, pues, un carácter doble de guerra civil y de guerra internacional. Por su situación geográfica y su empuje económico, Castilla constituye el eje de la Península. La victoria de uno u otro bando significaría un desplazamiento del peso político de la nueva monarquía hacia el oeste y el Atlántico o hacia el este y el ámbito mediterráneo; lo que está en juego es la formación de un bloque Portugal-Castilla, que vendría a deshacer el bloque Castilla-Aragón en vías de constitución. A Francia también le preocupa la unión Castilla-Aragón; por eso decide aliarse con Portugal.
En los primeros meses de la campaña, los portugueses se apoderan de parte de Extremadura y de Galicia, ocupan Toro y, durante algunos días, Zamora. Cuentan con una invasión francesa por el norte para obligar a los Reyes Católicos a capitular. La reorganización del ejército castellano y la ayuda de Aragón permiten una contraofensiva de don Fernando por tierras de Burgos y, sobre todo, en Zamora. A principios de marzo de 1476, en Toro, las tropas castellanas derrotan a las portuguesas. Alfonso V de Portugal espera restablecer la situación a su favor con la alianza de Francia; pero la renuncia momentánea de Aragón a sus derechos sobre el Rosellón incita a Luis XI, rey de Francia, a retirarse del conflicto. Los reyes de Castilla afianzan su poder, reuniendo Cortes en Madrigal (abril de 1476) y repartiéndose las tareas: don Fernando pacifica la tierra de Zamora, mientras doña Isabel se dirige a Andalucía. En febrero de 1479, don Fernando, que desde hace algunas semanas es ya rey de Aragón por muerte de su padre, derrota a los últimos partidarios de doña Juana en las inmediaciones de Mérida (batalla de Albuera).

FERNANDO V DE CASTILLA Y LEÓN
Recordemos la intervención de Fernando en el Rosellón y el envío de tropas de Isabel al conflicto ayudando a Cataluña. La escasa fuerza militar portuguesa y las consecuencias de la batalla de Toro, marzo de 1476, consiguió que la unión de los partidarios de Juana se fuera disolviendo. La famosa batalla realmente tuvo un resultado incierto, ya que Fernando al frente de sus tropas tuvo una victoria, huyendo el rey portugués, pero luego fue derrotado sin consecuencias graves, con lo cual ambos bandos se consideraron vencedores. Pero mientras que Portugal se reorganizaba militarmente, Fernando, siempre hábil en todos los campos, envió cartas a todas las ciudades de Castilla y a varios reinos extranjeros, dándoles la noticia de una gran victoria, en la que las tropas portuguesas habían sido aplastadas. El portugués se vio forzado a regresar a su reino. Francia se retiró del conflicto y la guerra se convirtió en batallas navales, donde los portugueses se impusieron y se libró la batalla decisiva en Guinea. Finalmente la guerra terminó con un Tratado de paz en Alcácovas, reconociendo Portugal a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y a quedando en manos portuguesas la hegemonía del Atlántico, salvo las Islas Canarias.

Isabel de Aragón 
El tratado de Alcáçobas (4 de septiembre de 1479) pone fin a la guerra: doña Isabel y don Fernando quedan reconocidos como reyes de Castilla; doña Juana, la Beltraneja, renuncia a sus supuestos derechos y se la obliga a pasar el resto de su vida en un convento de Coimbra (allí muere en 1530); se arreglan los desposorios del infante don Alfonso, hijo del príncipe heredero de Portugal, con la infanta Isabel, primogénita de los Reyes Católicos; por fin, Castilla acepta la expansión portuguesa en África.
Isabel de Aragón, que nació en octubre de 1470, y su madre, Isabel, por su parte convocó a Cortes en 1476 en Madrigal y allí su hija Isabel fue proclamada heredera a la corona de Castilla al ser ella la primogénita de los reyes de Castilla y al no tener sus padres descendencia masculina.
El matrimonio de la hija de los reyes de Castilla, Isabel con el infante Alfonso de Portugal, que tenía en 1480 solo cinco años, vivía con su abuela, y al año siguiente llegó Isabel de Aragón que tenía unos diez años. La boda se celebró por poderes en 1490. Pero Alfonso de Portugal murió en julio de 1491, al año siguiente de su boda, dejando viuda a Isabel, la hija de los reyes de Castilla. 

lunes, 22 de diciembre de 2025

COEXISTENCIA DE RELIGIONES EN AL-ÁNDALUS

Como sabemos los Reyes Católicos derrotaron el último bastión musulmán en la Península en 1492. Ese mismo año fueron expulsados los judíos. Los musulmanes que se quedaron, llamados moriscos, fueron expulsados en 1613 por Felipe III.  Aquí es donde se queda establecida en toda la península la religión cristiana. Sin embargo durante siete siglos las tres religiones compartieron territorio en lo que se llamó el Al-Andalus.


Algunos han idealizado la concordancia de las tres culturas. Otros en cambio, con datos históricos en la mano, han querido demostrar que no fue precisamente una época de buena convivencia. Hoy en día tampoco lo es precisamente, por lo que no podemos reclamar a los antepasados lo que no podemos arreglar hoy en día con muchos más elementos de cultura y adelantos.

Cuando el Islam invadió la península la religión cristiana era mayoritaria, por ser la religión de los reyes godos, pero también existía la judía, discriminada y poco difundida. Ni Moisés ni Jesucristo fueron visto como paganos a los ojos de los musulmanes, bien al contrario, formaban parte para ellos de una serie de profetas que propugnaban una religión creyente en la de Abraham. Realmente digamos que daban como un tiempo de espera para que se convirtieran en musulmanes, mientras tanto, en virtud de las leyes del Corán debían pagar un tributo, la Yizjá. De esta forma se toleraba la práctica de las otras dos religiones y estaban exentos de unirse al ejército. En realidad era una tolerancia discriminatoria. Judíos y cristianos tenían sus propias autoridades pero estaban legalmente en inferioridad de condiciones frente a un musulmán. También es cierto que los cristianos no les importaban expandirse, mientras que los judíos se agrupaban y además eran mucho más gregarios y formaban lo que se llamó “juderías”.  No obstante los judíos y cristianos colaboraron tanto con el emirato como con el califato. El Harem 


Las conversiones al Islam no eran de cualquier forma, sino fuera de presiones, por propio convencimiento y sin esperar recompensa. Pero la llegada de los Almorávides en el 1086 supuso una radicalización en las costumbres religiosas musulmanas. Un musulmán podía casarse con una judía o una cristiana, pero no a la inversa.

Los cristianos hablaban el latín o lenguas romances, y el árabe se fue extendiendo, quedando el latín como idioma de cultura, siendo los cristianos bilingüistas. De ahí la importancia de que el castellano, lengua romance, (romana) fuese adquiriendo para sí términos árabes y hebreos que nos han llegado, mientras que las otras lenguas han quedado encerradas en sí mismo y por lo tanto menos divulgadas.

En  definitiva que en Al-Ándalus siempre ha existido el temor, el recelo y la desconfianza. A la vez también hubo la cooperación y el entendimiento, dentro de ciertos cauces, entre las tres religiones. Desgraciadamente la llegada de los almorávides y los  almohades en territorio musulmán y también la expansión de los reinos cristianos fueron socavando estas costumbres, por otra parte con una fecha de caducidad tácita. 

Las luchas entre los reinos cristianos y Al-Andalus, luego las Taifas eran moneda corriente. Luchas muy sangrientas con esclavitud del derrotado en el mejor de los casos.


Por ejemplo Almanzor que era un caudillo del califa Hisam II, llevó a cabo medio centenar de sangrientas campañas militares contra los reinos cristianos. En las mismas hizo decenas de miles de prisioneros y lanzó cabezas cortadas contra las ciudades enemigas para desmoralizar a sus ciudadanos. Hizo no menos de cincuenta aceifas o incursiones en los reinos cristianos en busca de esclavas que vender en Córdoba y cautivos por los que pedir rescate, llegó a arrasar Zamora, León, Pamplona, Barcelona y Santiago de Compostela, entre otras muchas poblaciones cristianas, hasta hacer más de 200.000 prisioneros entre esclavas, niños o cautivos para pedir rescate o intercambiar por cautivos musulmanes y con ello poder financiar sus campañas. Almanzor utilizó el terror como arma de guerra, en Barcelona lanzaba cabezas de cristianos contra las murallas y pasó a cuchillo a todos los soldados, en Santiago incendió la ciudad y traslado las campanas a Córdoba llevadas por los cautivos y esclavos.  Montó un mercado de esclavos que cubrió los deseos más lascivos y los más bajos instintos de la corte califal. Entre las esclavas más apreciadas estaban las vasconas que fueron las madres del califato y en segundo término las doncellas gallegas, los infantes y jóvenes eran sodomizados. Las posteriores invasiones de almohades, almorávides o benimerines siguieron las mismas pautas de obtener esclavas y cautivos como botín de guerra en sus incursiones en los reinos cristianos. Almanzor murió en el 1002. Poco después cmenzaron las intrigas por el poder en el califato de Córdoba. 


El Califato de Córdoba desapareció en el 1031 estableciéndose los reinos de Taifas, que fueron siendo vencidas por los cristianos aunque normalmente eran vasallos de algún reino y pagaban tributo por ello.  En el año 1238 se fundó el reino nazarí de Granada, siendo el último que quedaba hasta desaparecer en el 1492.

 

domingo, 21 de diciembre de 2025

ARTE MUDEJAR FUERA DE ARAGÓN

Derivado el árabe Mudajjan (domesticado), este término acuñado en 1859 hace referencia a los musulmanes no convertidos que vivieron en la España posterior a la Reconquista y, por extensión, a la cultura creada por ellos; en particular, por los arquitectos y artesanos que construyeron y decoraron todo tipo de estructuras en zonas reconquistadas.

Los mudéjares fueron un minoría islámica que vivió en la península entre el siglo XI y su conversión obligada y posterior expulsión en el XVII. Los mudéjares no se consideraban como tal, sino musulmanes, miembros de la comunidad islámica descendientes directos de la tradición andalusí.
Sea como fuere, el término mudéjar hace referencia a aquellos musulmanes que permanecieron en territorio conquistado por los cristianos, a los que generalmente se les segregó en barrios denominados morerías y entidades autónomas conocidas como aljamas, pero a los que, en un principio, se les permitió seguir practicando sus costumbres y su religión siendo considerados ciudadanos libres, aunque con un grado variable de discriminación, sobre el que aún siguen debatiendo los historiadores.
Pero en cuanto a la arquitectura y decoración es un estilo artístico característico de la Península Ibérica que se desarrolló entre los siglos XII y XV, en paralelo al románico y al gótico.

ARCO DEL CARMEN  MEXICO 

Tuvo el uso predominante de ladrillo, más económico, rápido y fácil de trabajar que la piedra. Se utilizaba tanto para la construcción de muros como en fachadas e interiores.
Las cubiertas se realizan con armadura “a par y nudillo”, también llamado artesonado de madera. Debajo del entablado de madera que forma la inclinación del techo, es encuentra la armadura, hecha con vigas inclinadas que siguen la pendiente del techo, (los pares). Se colocan bastante cerca unas de otras (80 cm aprox.) y se conocen como pares o alfardas Estas vigas se apoyan en la cumbrera, que es la parte más alta, y en los muros de fachadas. Luego se colocan las vigas que unen los pares en forma horizontal, de manera que da resistencia al posible pandeo del tejado, son los nudillos.

TORRE DE SAN FRANCISCO - CALI COLOMBIA

La madera el yeso y cerámica vidriada son otras incorporaciones, que permitían una gran riqueza decorativa a bajo coste.
Ya en el grupo se ha publicado el mudéjar en Aragón, que es Patrimonio de la Humanidad.
A principios del siglo XIX se pudieron de moda estas adaptaciones neomudéjares en ciudades como Madrid. Incluso hubo claros de su extensión en algunos países de América como el famoso Arco del Carmen en San Cristóbal de la Casas, en México, erigido en 1677 con el más puro estilo mudéjar en la época Colonial, perteneció al Convento de la Encarnación. o la Torre Mudéjar de Cali, en Colombia. Es decir, el campanario de un templo, en este caso de la Capilla de la Inmaculada que se integra en el complejo religioso de San Francisco.

Sinagoga del Tránsito -Toledo 

Aplicando formas y elementos islámicos a la arquitectura medieval y renacentista, el mudéjar se ejecuta principalmente sobre estructuras de ladrillo adornadas con mosaicos elaborados (arriba), aunque también se puede contemplar en yeserías, artesonados de madera y metales ornamentados. Son típicas las evocaciones a la geometría y la caligrafía árabe. El mudéjar se ha convertido en un idioma hermoso; también en la contribución más típicamente española al ámbito universal de la arquitectura.

Santa María la Blanca -Toledo

Es un estilo con presencia en las principales regiones de España. Los primeros ejemplos de arte mudéjar, como las iglesias de San Tirso y San Lorenzo, se remontan al Sahagún del siglo XII, localidad ubicada a media hora de la ciudad de León. Sin embargo, encontró especial profusión en las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha, especialmente en Toledo, por ejemplo la Portada del convento de la Madre de Dios, portada mudéjar, exquisitamente ornamentada, y en Aragón, cuya capital, Zaragoza, la ciudad de Teruel los tres valles que la rodean cuentan con la mayor concentración mudéjar del país, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En Madrid tenemos nada menos que la Plaza de toros de Las Ventas estilo neomudéjar. 
 
Plaza de las Ventas - Madrid

El Real Alcázar de Sevilla, construido a lo largo de varias generaciones tras la Reconquista de Sevilla en el año 1247, este gran palacio está abierto al público. Todavía lo sigue utilizando la familia real española cuando alguno sus miembros están en la capital de Andalucía.
Casa de Pilatos, en Sevilla. La construcción de este palacio renacentista y mudéjar comenzó en 1483, propiedad de los Duques de Medinaceli. Su imponente belleza le llevó a aparecer en diferentes éxitos de taquilla de Hollywood como Lawrence de Arabia.

Sistema de estructura de un tejado 

Catedral de Santa María de Mediavilla, en Teruel. Su edificación comenzó en 1171 y duró varios siglos. Está considerado uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura mudéjar en España.
Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza. Este templo con una arquitectura que mezcla los estilos barroco y mudéjar fue la primera iglesia de la cristiandad dedicada a la Virgen María. Además, es el hogar de una de las estatuas marianas más famosas de Europa.



Las iglesias de Santiago del Arrabal o Santa María la Blanca y la Sinagoga del Tránsito, todas ellas en Toledo, son claras exponentes del mudéjar en Castilla-La Mancha.

ARAGÓN - (segunda parte)

    Alfonso I, el batallador, es derrotado en la batalla de Fraga (provincia de Huesca) que tuvo lugar el 7 de julio de 1134, entre las trop...