viernes, 21 de octubre de 2022

2.- PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - ÁVILA

 ÁVILA- CIUDAD VIEJA, MURALLA E IGLESIAS EXTRAMUROS
Esta “Ciudad de Santos y Piedras”, como ha sido denominada, conserva un rico legado patrimonial. Ávila se encuentra en el centro de la Península Ibérica. Su trazado urbano, típicamente medieval, está compuesto por una red irregular de calles estrechas y sinuosas, muchas de las cuales desembocan en plazoletas. Posee una de las murallas medievales mejor conservadas del mundo y su centro histórico condensa una extraordinaria concentración de edificios civiles y religiosos, resultado de su intensa historia. 

MURALLA
Sus primeros pobladores fueron los vetones, en el siglo VII a. C., aunque serían los romanos quienes consolidaron su estructura urbana. Su aspecto actual empezó a fraguarse durante la política de repoblaciones llevadas a cabo por el reino de Castilla, tras la reconquista de Toledo en 1085 por el rey Alfonso VI, de la que formaron parte también ciudades como Segovia y Salamanca.
Los orígenes de la muralla de Ávila, actual símbolo de la ciudad, se remontan al año 1090, aunque la mayor parte de esta fue reconstruida durante el siglo XII. Se extiende a lo largo de 2,5 km, con un altura de 14 metros y un espesor de 3, y en ella sobresalen a intervalos un total de 87 poderosas torres semicirculares.
CATEDRAL DEL SALVADOR
El conjunto histórico-artístico de la ciudad de Ávila está formado por su muralla medieval, el centro urbano comprendido dentro de ésta y por una serie de iglesias románicas y conventos que se encuentran fuera de este recinto. Posee una ermita, la Basílica de San Vicente , cinco iglesias, dos conventos y el Real Monasterio de Santa Tomás.
Dentro del conjunto se pueden destacar edificios civiles como la Casa nobles y Palacios.
Destacamos la Catedral del Salvador, entre otras edificaciones religiosas.
Ávila es la muestra más interesante y mejor conservada de los que fuera una ciudad amurallada del Medievo español. Las iglesias, conventos y edificios monumentales, unidos a sus recuerdos teresianos, hacen de esta apretada población castellana uno de esos reductos peninsulares donde el pasado de España y una forma de vida de la Europa medieval, se expresan más plenamente.
MONASTERIO STO. TOMÁS 
La ciudad antigua de Ávila y sus Iglesias Extramuros son la muestra más genuina y solemne de cómo la piedra cincelada ha mantenido el carácter guerrero y defensivo de una ciudad anclada en la llanura y el espíritu religioso de los más altos exponentes de la mística española, con sus templos, conventos y monasterios monumentales. Geométrica y armónica, la muralla que circunda la capital abulense despliega su inconfundible silueta y es la imagen de un mundo bien resguardado, sereno y sugerente, también plasmado en los otros monumentos de la ciudad.
PUERTA DEL ALCÁZAR
Ávila es una ciudad muy especial. En pocos lugares como éste se puede encontrar una unión tan grande entre paisaje urbano y natural y el sentir, hondo y trascendente, de los personajes que le han dado nombre. Es la ciudad más alta de España, más cercana al cielo y su luz crea un espacio único. En Ávila, como en muchas de las ciudades medievales españolas, convivieron judíos, mudéjares y cristianos. . De estos siglos de caballeros y villanos, de judíos, moros y cristianos, nacieron hermosas leyendas que aún hoy se evocan entre sus tranquilas y sobrias piedras. Todos ellos dejaron su huella y forman parte de su legado cultural.
Fue en esta ciudad amurallada donde nació, se educó, se convirtió e inició su obra reformadora y escritora la gran Santa abulense, Teresa de Jesús. 

MURALLA
Allí también inició su labor el místico y magnífico poeta, San Juan de la Cruz, patrón de los escritores de habla hispana, nacido en Fontiveros. Fue el lugar donde se crio y educó el famoso músico renacentista Tomás Luis de Victoria y donde otros artistas de gran valía dejaron su huella creadora.
Historia, arte, mística, tradiciones, gastronomía, naturaleza se aúnan para ofrecer al visitante una enriquecedora estancia en Ávila.

IGLESIA DE SAN PEDRO 



jueves, 20 de octubre de 2022

PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD EN ESPAÑA -1 - CATEDRAL DE BURGOS

 SANTA IGLESIA CATEDRAL DE SANTA MARÍA - BURGOS.
Es, seguramente la obra cumbre del gótico español y la primer representante de este tipo de arquitectura.
Anteriormente hubo aquí una catedral románica, edificada entre 1080 y 1095, en el espacio que ocupó el palacio de los Reyes de Castilla, donado por el Rey Alfonso VI al obispo, D. Jimeno. En ella se celebró un acontecimiento muy significativo, la boda del Rey de Castilla, Fernando III, el Santo, con Beatriz de Suavia, hija del Emperador europeo Federico II de Suavia. Burgos era una ciudad regia, moderna y en constante expansión hacia  Europa a través de las alianzas políticas y del Camino de Santiago. Por ello se necesitaba una nueva Catedral, acorde con el rango e importancia de la ciudad, que era la capital del Reino Castellano-Leonés.
El Rey Fernando y el Obispo D. Mauricio  deciden de mutuo acuerdo levantar una catedral según el nuevo estilo, el gótico, que se extendía ya por Europa. Colocan la primera piedra el día 20 de Julio de 1221. Hay dos fases claras: una de estilo gótico clásico  y la otra de estilo gótico flamígero. Entre el siglo XV y el XVI se realizan varias modificaciones, entre ellas el cimborrio que posee una bóveda estrellada con plementería calada, las agujas de la fachada principal y la Capilla del Condestable de Castilla. Durante siglos ha acumulado todo tipo de obras de arte: retablos, pinturas, orfebrería, sepulcros monumentalizados. De ellos destacan:
La Capilla del Condestable. Tiene un retablo realizado entre 1523 y 1526
El Cimborrio:   De estilo gótico plateresco del siglo XV.  Es el punto donde se cruzan la nave principal y el crucero.
Bajo el cimborrio, en el suelo de la catedral, está la tumba de Rodrigo Díaz de Vivar el Cid Campeador y de su esposa Jimena. 
La Escalera Dorada. Esculpida con motivos vegetales y animales
La Sillería del Coro: Realizada por Vigarny de estilo renacentista.
El Santísimo Cristo de Burgos: Imagen con una gran tradición.
El Papamoscas: Situado en lo alto de la nave mayor sobre el triforio, a las horas en punto abre la boca al tiempo que mueve su brazo derecho para accionar el badajo de una campana.
A parte de las descritas cuenta con numerosas capillas en su interior.
En el exterior los principales grupos escultóricos son de estilo gótico en las portadas y la Galería de los Reyes
Las agujas de la fachada principal: La imagen más extendida de la catedral de Burgos, es la de su fachada principal con sus desafiantes agujas elevadas hacia el cielo. Miden 79 m de alto y se componen de calados como encaje según copia de modelos alemanes. Esta fachada tiene cuatro plantas:
- En la primera, es donde está la entrada, es una reconstrucción no muy lograda del siglo XVII, de entonces solo hay cuatro estatuas originales.
- La segunda planta, tiene una balconada corrida con un gran rosetón con el sello de Salomón.
- En la tercera planta, tenemos la Galería de los Reyes, porque aparecen estatuas de los Reyes de Castilla.
- La cuarta planta, es donde están las dos torres rematadas por las agujas.
La puerta del Sarmental: Construida entre los años 1235-1240.
En el tímpano está representado Cristo en Majestad 
Puerta de la Coronería o de los Apóstoles.
En el tímpano está representado el Bautismo de Cristo y encima de la cabeza de Jesús aparece una voluminosa paloma en representación del Espíritu Santo.
Galería de los Reyes: Está por encima del rosetón en la fachada principal.
Claustro:   Comenzó a construirse a finales del siglo XIII, es de estilo gótico, y se sitúa entre la girola y el brazo sur del transepto  al suroeste del templo
La catedral de Burgos fue declarada el 8 de Abril de 1885  Monumento Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el  31 de Abril de 1984.


miércoles, 19 de octubre de 2022

URRACA - REINA LEÓN -- (1090-1126).

Fue una reina poderosa, que accedió al trono al morir su padre sin heredero varón, a pesar de haber tenido varias esposas. La reina Urraca fue la primera mujer que ejerció de forma efectiva el papel de reina “propietaria” y se trata de un personaje verdaderamente insólito en la Historia del medioevo hispánico, por su condición femenina y por la incidencia que tuvo en los hechos históricos de su época como por las controversias ha generado después. Sufrió el maltrato físico y psíquico de su marido, pero demostró también una fuerza y una determinación indomable que la llevo a ser de nuevo maltratada por la Historia. Hija de Alfonso VI y de Constanza de Borgoña, se casó con Raimundo de Borgoña en 1090 y, al enviudar (1107), Alfonso VI les dio a ella y su hijo Alfonso el señorío de Galicia. 

Su segundo matrimonio, con Alfonso I el batallador (1109), fracasó en su objetivo de reforzar la estabilidad interna y externa, pues el país se vio agitado por graves problemas políticos (la presencia de guarniciones aragonesas en ciudades castellanas y leonesas), que llevaron al país a la guerra civil, y sociales, por los nobles y también por la presión almorávide.
La orden de Cluny, la nobleza, Enrique de Borgoña rey portugués y los magnates gallegos se opusieron a la unión con Aragón, el clero y la nobleza castellana apoyaron a Urraca, y la burguesía era partidaria de Alfonso el batallador.
En 1109 se llegó a un acuerdo de gobierno conjunto y de normas sucesorias, a principios de 1110 la reina y el rey discutieron tan gravemente que doña Urraca optó por abandonar León y refugiarse en el monasterio de Sahagún, en espera de que las bulas pontificias llegasen. Y Urraca mantuvo relaciones con el conde de Candespina, Gómez González, con quien tuvo un hijo.
Tal vez ello explique la reacción de Alfonso el Batallador: en septiembre de 1110, la prendieron y la encerraron. Alfonso formó un ejército para arrasar Castilla y tomó todas las plazas fuertes del reino, incluyendo Toledo, Sahagún, Burgos, Palencia, Osma y Orense. El conde de Candespina se las arregló para liberar a Urraca. Pero ella supo que los nobles gallegos habían secuestrado a su hijo el príncipe Alfonso.
Enrique de Borgoña, rey de Portugal y cuñado de doña Urraca, se alió con Alfonso el Batallador, formaron un ejército conjunto que se enfrentó al castellano en la batalla del Campo de Espino en abril de 1111, contra las tropas dirigidas por Gómez González, conde de Candespina, y doña Urraca. La victoria sonrió al Batallador y a su aliado portugués, y el conde de Candespina, halló la muerte.

El Batallador entró triunfalmente en Toledo, lo que molestó a su aliado portugués Enrique de Borgoña, y se le ocurrió una entrevista secreta con doña Urraca para pasarse a su lado y combatir juntos a Alfonso el Batallador. Urraca hizo una jugada extraña, reconciliarse con su esposo. Hecha pública la reconciliación los monarcas portugueses reaccionaron con furia. Se acordó el perdón para todos por los delitos y la proclamación de Alfonso que fue coronado rey de Galicia, en septiembre de 1111.
El monarca aragonés estaba furioso contra su mujer, pues reunió a su ejército y atacó, a mediados de octubre, a la comitiva gallega que transportaba al niño Alfonso hacia León. El noble Gelmírez pudo escapar hacia Galicia llevándose consigo a su nuevo rey.
Entre Urraca y El Batallador había nuevamente una guerra civil. Y el conde don Pedro de Lara se había convertido en influyente amante de Urraca. Hacia la primavera de 1112, Urraca pudo reunirse con su hijo en Galicia, donde también recibió apoyos, subsidios y tropas para enfrentarse a su esposo, que había cometido toda clase de tropelías en Castilla. Con la dirección de Pedro de Lara, las tropas de doña Urraca empujaron al ejército del Batallador hacia Carrión de los Condes.
Una nueva reconciliación de los cónyuges, se llevó a efecto en 1112. Pero las desavenencias eran insufribles a pesar de la intermediación de un delegado papal.
En Castilla la guerra continuaba, las tropas castellanas dirigidas por Pedro de Lara, se habían hecho con el control de algunas plazas. Urraca sabía que las conquistas obedecían a que su marido se hallaba más preocupado por la situación en Aragón. Por ello, decidió recurrir al poderoso Diego Gelmírez.
Se vieron en mayo de 1113, y Gelmírez pidió que la diócesis fuese arzobispado con él mismo de arzobispo. Urraca le prometió ambas cosas a cambio de ayuda militar. En una acción conjunta, la guarnición aragonesa de Burgos fue sitiada por las tropas de Gelmírez, mientras que Pedro de Lara detuvo al ejército de refuerzo del propio monarca aragonés. Teresa (ya viuda de Enrique de Borgoña), en busca de una alianza con el rey de Aragón, le informó de que su hermana Urraca planeaba envenenarlo y hacerse con todos sus estados. Esta vez Alfonso el Batallador repudió a la reina Urraca, la expulsó de sus reinos y prohibió, bajo pena de muerte, que alguien le diese cobijo.

La ruptura definitiva en 1114 provocó un problema en todo el reino de Castilla, hastiado de las luchas militares. La alta aristocracia castellana, señores feudales, laicos y eclesiásticos cerraron filas hacia la reina, el embrión de la burguesía de los concejos castellanos apoyó siempre a Alfonso el Batallador. A partir de 1114 se abrió una etapa negra en el devenir de la reina Urraca
Pero aún había otro problema mayor: Gelmírez, que con la ayuda del conde de Traba, impulsaba cada vez más la autonomía del reino de Galicia, esgrimiendo a Alfonso como baluarte, pues sabía que la reina jamás iría en contra de su hijo. Dos veces entró Urraca para prender a Gelmírez pero no lo consiguió. Gelmírez recurrió a la ayuda de Teresa de Portugal, que le envió tropas para que sitiasen a Urraca en un castillo fronterizo con Portugal. A su vez, Urraca logró que se uniesen a su causa los habitantes de Santiago de Compostela, hartos del gobierno despótico de Gelmírez. Urraca y Gelmírez firmaron una especie de tregua en Tierra de Campos a principios de 1117.
Pedro Froilaz, el conde de Traba se hallaba junto al ya adolescente Alfonso en Toledo, donde el futuro rey velaba sus primeras armas contra los musulmanes. Enterado de las noticias que venían del norte, el conde resolvió llevar a Alfonso a Galicia, donde el joven príncipe expuso sus derechos a la corona de Galicia y a la de Castilla, instando a su madre a la concordia. Así, en mayo de 1117, Gelmírez y Urraca firmaron el llamado pacto del Tambre, que puso fin a los conflictos bélicos y que, de manera más que evidente, consolidó el futuro de Alfonso en el trono castellano.
El mismo año de 1117, durante conversaciones entre reina y obispo en la capital se produjo un motín. Urraca y Gelmírez tuvieron que refugiarse en la torre del palacio episcopal, pues habían prendido fuego a la catedral en busca de venganza.
Cuando encontraron el escondite de reina y obispo, Gelmírez arrancó la capa a un pobre vagabundo y escapó embozado, trepando por los tejados. La reina Urraca fue violentamente atacada y despojada de sus ropas; pero aun así, en paños menores, plantó cara a los amotinados y les conminó a que expusiesen sus quejas, ayudando con ello a calmar la violenta situación. Finalmente, accedió a relevar a Gelmírez como señor jurisdiccional de la ciudad y a reponer la justicia. Otra muestra más de carácter fue el que no cumplió nada de lo prometido, sino que, con la ayuda del conde de Traba, llevó a cabo una violenta represión contra quienes habían protagonizado el motín. Pero jamás perdonó a Gelmírez y continuó con la persecución contra el obispo compostelano, al que llegó a hacer prisionero en 1121. Pero para entonces las cosas habían cambiado.
Alfonso, a la sazón un joven ya de veinte años, se armó caballero en la catedral de Santiago en 1124, lo que significó la retirada de Urraca. La indómita reina castellana falleció en Saldaña, en marzo de 1126, y su hijo heredó sin mayor problema el reino de Castilla y León como Alfonso VII (el Emperador se le llamaría)
 

jueves, 13 de octubre de 2022

EL EXPEDICIONARIO ESPAÑOL EN AMÉRICA - SIGLOS XVI Y XVII

¿Cómo fue aquello para los soldados y gente sin recursos, que fueron a América?

Plantearse ir al Nuevo Mundo era una posibilidad que no cualquiera era capaz de afrontar. Era la aventura total en aquellos tiempos. Sumemos a la enorme distancia, el desconocimiento casi absoluto de lo que se pudiera encontrar, la posibilidad de no regresar jamás y luchar contra lo desconocido. Aquellos hombres aguerridos tuvieron que enfrentarse a enfermedades y enemigos diferentes en tierras ignotas.

Entre los males destacaban las niguas y la modorra, que ésta sí fue una enfermedad novedosa para los españoles. Los síntomas incluían apatía generalizada, somnolencia acompañada por fiebres, falta de apetito y al final, la muerte. Además de estas enfermedades, todos los exploradores sufrieron períodos más o menos intensos de hambruna y de sed. Largas caminatas y continuos percances menguaban las provisiones, obligando a los hombres a ingerir alimentos podridos, cortezas de árboles y hasta restos de caballos, e incluso de sus propios compañeros muertos, para no morir de hambre. Dar la vuelta era tan arriesgado como seguir adelante, era desobedecer las órdenes.
Un hombre del pueblo, en aquella España nuestra, que eran los únicos que trabajaban de verdad, partiéndose el lomo de sol a sol y los que pagaban impuestos, cosa que no hacían ni el clero ni los nobles, es decir que vivían del trabajo ajeno legalmente. Aquel hombre trabajaba en campos que no eran suyos, sino del noble, o del obispo. Y sus padres y abuelos hicieron lo mismo, pasarlas putas. De cuando en cuando era obligado a luchar en causas en que no se había metido, pero de perderlas, en vez de trabajar para este, trabajaba para otro, que además le sometía un poco más, si es que se salvaba de morir, claro.
Además sabía que sus hijos también tendrían que hacer lo mismo. Agachar la cabeza y rezar. Ya tenía unas ganas locas de echarse al monte, y de saquear al noble, mandar al cura al carajo y robar por los caminos, que es lo que muchos hicieron. Al fin y al cabo daba lo mismo y de perdidos al río porque vivir así a poco que se lo planteara no era vida, no tenía la posibilidad de salir de ese laberinto.
Un buen día, o desgraciado, según se vea, vienen unos tipos por el pueblo reclutando voluntarios y dicen que en un lugar de no se sabe muy bien en que punto de este puñetero mundo, hay una posibilidad de salir de estas. Se trata de ponerse a las órdenes de un tío que, con la autorización del rey buscaba hombres jóvenes, sanos y trabajadores, con ganas de darse de ostias con la vida, y embarcarse en un viaje de meses para ir a unas tierras que están a tomar por saco, pero que si llegaban, si luchaban, si no te matan y si tienes mucha suerte y logras volver, vendrás con oro y otras riquezas, o te quedas allí para siempre.
Lo de vivir como la mierda aquí, ya está claro, y lo de morir de asco también, con lo cual hay que intentarlo. Y aquél español se decidió a liarse de una puta vez y dejar lo malo conocido y buscar lo bueno por conocer, y a luchar para cambiar la suerte, como sea, por las buenas o por las malas.
Y se marchó, y a su barco no le llamó libertad, precisamente, pero sintió en la cara el viento del océano, y aguantó la selva jodida, las fiebres, las enfermedades desconocidas, el calor y la humedad insoportables, las órdenes con mala leche, aguaceros, caimanes, traiciones, armas, medallas, rezos, miedos y odios. Y a abrirse paso, matando, saqueando y persiguiendo la sempiterna quimera del oro. Y muchos tuvieron que pagar el precio estipulado, morir en las laderas de los ríos, devorados luego por las alimañas, o sacrificados por indígenas en la pira. Pero también en los ratos libres, mientras unos se pierden en la espesura tras el amor de la india, otros consiguen conquistar a aquellas gentes y enseñarles una religión nueva, un idioma nuevo, que usen el suyo para ellos, pero que aprendan a hablar en cristiano. 
. Y consiguen levantar pueblos, enseñarles lo que es una rueda, para qué sirve un caballo, la agricultura organizada, la ganadería rentable, conseguir el hierro, el papel, llevarles la imprenta, construir colegios y Universidades, y una administración e ideas nuevas. Y también convencerles con la religión que no se hacen sacrificios asesinando a un compañero ni a una chavala de esa forma. Y lentamente se va formando una nueva civilización, todo con la bendición de la corona.

Algunos volvieron a su pueblo con algo de riqueza y muchas heridas en el cuerpo y en el alma. La mayoría se queda allá, en aquellas tierras, en tumbas perdidas. Muchos de los que vuelven están jodidos, terminan pidiendo limosna a las puertas de las iglesias. Mientras tanto España se puebla de buitres reales, en forma de burocracia, de explotadores de minas y otras mandangas que se hacen con el negocio.

Pero de todas formas, aquellos hombres que se quedaron, muchos se casaron con las indias, porque así lo manda la Santa Madre Iglesia, la bendice el papa y lo fomenta la corona, y queriendo a sus hijos, cuidándolos e inculcando lo poco que sabían unos, o lo mucho otros, que de todo ha habido, pero incorporándolos a una cultura que, en las tierras españolas que dejaron, eran capaces de construir catedrales, conocer la física, la química, las matemáticas, la astronomía, saber navegar a vela, la medicina, escritura y artes. Para algo tenían de abuelo nada menos que a Roma y otras civilizaciones importantes de las que se habían nutrido.

SACRIFICIO DE NIÑAS INCAS 
Nada que ver con lo que estaban haciendo en el norte los ingleses, franceses, holandeses y otras raleas con los indígenas, que se dedicaban a exterminarlos o apartarlos como apestados.
Todos aquellos españoles fueron haciendo un mundo nuevo, con un idioma y una religión que aglutina hoy a 550 millones de personas.
Muchos se llevaron parte del oro que consiguieron y otros muchos más dejaron allí su vida. Claro que aquello fue una impresionante lucha entre unos y otros, pero allí no estaban los indígenas viviendo en paz y armonía precisamente. Tenían guerras constantes entre tribus o con la civilización de los Incas o de los Mexicas. Para conseguir algo debían hacerse fuertes, y muchos de los que fueron eran hombres duros que venían de una civilización organizada pero difícil.
Algunos volvieron resignados y heridos en el alma, y otros muchos se quedaron para siempre, formando con el paso de los años, de los siglos, un continente nuevo, un continente impresionante, que se llama Hispanoamérica.

CATEDRAL DE MÉXICO  (1571)




CRISTOBAL COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (1)

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenía...