sábado, 28 de enero de 2017
FELIPE V-GUERRA DE SUCESIÓN (1ª parte)
En el capítulo anterior habíamos matado ya, a Carlos II. Mejor dicho se murió hecho una pavesa, el pobre. Como el heredero que se había pactado, palmó antes que Carlos, José Fernando de Baviera, en 1699, tuvo el rey Carlos II que hacer nuevo testamento esta vez en favor de Felipe de Anjou, (futuro Felipe V de España), nieto de Luis XIV de Francia. Y señoras y señores (y otras hierbas), aquí termina la dinastía de los Austria. Y comienza la de los Borbones, que ya la conocemos en carne propia.
La decadencia española se atribuye principalmente a estas fechas, a el rey Carlos II, dejando de ser España lo que fue y si bien es cierto que la tortilla ya se había dado la vuelta, no la dio él sino que fue fruto de innumerables circunstancias de corrupción, ineficacia, atraso en la visión europea y varias veces gobernados por burócratas atrasados y corruptos. El monarca, a pesar de todo logró mantener intacto el imperio frente al poderío francés de Luis XIV. Carlos II murió en 1700, como contábamos.
Pero Felipe de Anjou, o Felipe V, no llegó y besó el santo. Al contrario. Menudo regalo tuvo la criatura, nieto de Luis XIV, que vino de mala gana porque se olía el marrón que le iban a colocar. Por su parte, el otro candidato, era el archiduque Carlos de Habsburgo, por ser hijo del emperador Leopoldo I y por lo tanto descendiente por su dinastía. Pero Carlos se lo tomó fatal; y aun peor su familia, los reyes de Austria. Inglaterra no había entrado en el sorteo; pero, fiel a su eterna política de no consentir una potencia poderosa ni un buen gobierno en Europa, se alió con Austria para impedir que Francia, con España y la América hispana como pariente y aliada, se volviera demasiado fuerte. Así empezó la Guerra de Sucesión, que duró doce años y que algunos dicen que esa fue la Primera Guerra Mundial, ya que intervinieron todas las potencias europeas. Y aquí la peña europea tomó partido por unos o por otros; y aunque todos metieron sus narices, el paganini fue el pueblo español. Aaustríacos, ingleses y holandeses se lanzaron como buitres a ver qué podían rapiñar, invadieron nuestras posesiones en Italia, saquearon las costas andaluzas, atacaron las flotas de América y desembarcaron en Lisboa para conquistar la Península y poner en el trono al chaval austríaco. La Guerra de Sucesión Española duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713. El motivo aparente era la disputa entre la Casa de Habsburgo, y la casa de Borbón francesa. Como siempre en el fondo la realidad es que fundamentalmente Inglaterra, temía la unión entre España y Francia convirtiéndose en un reino de un poder inmenso en Europa.
En España, la Guerra si fue una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V de España. Para la Monarquía Hispánica, las principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus posesiones europeas y la desaparición de la Corona de Aragón, lo que puso fin al modelo «federal» de monarquía.
La reina Ana de Inglaterra, que era un bicho de cuidado, (recordemos nuestra gran Armada), en marzo de 1705, nombró un comisionado suyo para contratar una alianza entre Inglaterra y cualquier provincia de España, preferentemente Cataluña. Es decir, que nos querían “ayudar”. Así nació el “Pacto de Génova”, rubricado el 20 de junio de 1705, que establecía una alianza política y militar entre el Reino de Inglaterra y el grupo de “vigatans” en representación del Principado de Cataluña. Según los términos del acuerdo, Inglaterra desembarcaría tropas en Cataluña, que unidas a las fuerzas catalanas lucharían en favor del pretendiente al trono español Carlos de Austria contra los ejércitos de Felipe V, comprometiéndose asimismo Inglaterra a mantener las leyes e instituciones propias catalanas.
Los “vigatans” fueron extendiendo la rebelión en favor del Archiduque y a principios de octubre de 1705 se habían adueñado prácticamente de todo el Principado, excepto de Barcelona donde seguía dominando la situación el virrey Velasco. Por su parte el archiduque Carlos, embarcó en Lisboa rumbo a Cataluña al frente de una gran flota aliada. En Altea y en Denia el archiduque era proclamado rey, con el nombre de Carlos III, que no debemos confundir con el otro Carlos III, que era Borbón, años después. Se extendió la revuelta austracista a Valencia. En agosto llegaba la flota aliada a Barcelona, cuando estaba en pleno apogeo la revuelta austracista catalana, y pocos días después desembarcaban unos 17000 soldados, dando comienzo al sitio de Barcelona de 1705, al que se sumaron los vigatans.
El 15 de septiembre de 1705, capturaron el castillo de Montjuic y los aliados comenzaron a bombardear Barcelona desde allí. El 9 de octubre Barcelona capitulaba y Carlos entraba en la ciudad. El 7 de noviembre juraba las Constituciones catalanas, y a continuación convocaba las Cortes catalanas.
Los catalanes tenían un mal recuerdo de los franceses desde la Paz de los Pirineos, donde se perdió el Rosellón, Perpiñán incluida, y eso no lo arreglaría un Borbón, (francés). La Casa de Austria siempre había respetado sus Constituciones, actitud diametralmente opuesta al centralismo borbónico.
Valencia se declaró por Carlos III el 16 de diciembre, así que a finales de año, en Cataluña y Valencia, sólo Alicante y Rosas permanecían fieles a Felipe V.
Barcelona se rindió antes las fuerzas de Carlos, con lo cual Felipe V intentó recuperar la capital del Principado de Cataluña y un ejército borbónico integrado por 18 000 hombres inició el Sitio de Barcelona el día 3 de abril. A finales de mes los borbónicos ya controlaban el castillo de Montjuic desde donde prepararon el asalto a la ciudad. Pero el 8 de mayo llegaba a Barcelona una flota angloholandesa compuesta por 56 barcos y con más de 10 000 hombres a bordo. Felipe V se marchó, cruzó la frontera francesa y volvió a entrar de nuevo en España por Pamplona.
Zaragoza proclamaba a Carlos III, que dejó Barcelona para ir a Madrid, y el 27 de junio de 1706 y tuvo lugar la primera entrada en Madrid, siendo recibido con una frialdad que sorprendió al propio Carlos. En Madrid fue proclamado el 2 de julio como Carlos III rey de España pero a finales de ese mismo mes abandonaba la capital con destino a Valencia debido a la falta de apoyos.
Felipe V volvió a entrar en Madrid el 4 de octubre ante el clamor popular. Por contra, el mismo día se proclamaba en el reino de Mallorca a Carlos como su rey tras la toma austracista de Mallorca. El 10 de octubre Carlos III, el Archiduque, juraba en Valencia los Fueros y quedaba asimismo consagrado como monarca del Reino de Valencia.
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