jueves, 26 de noviembre de 2020

44.- REINOS CRISTIANOS - CORONA DE ARAGÓN (9)

Tenemos aquí a dos reyes con el mismo nombre y numeral, pero de coronas distintas, Juan II de Navarra y Juan II de Castilla, ambos Trastámara y primos carnales. Y ambos reinos ya desde hacía años, estaban ligados por diferentes motivos, y con los años lo estarían aún más. En 1425 murió Carlos III de Navarra, y Juan II fue proclamado como rey consorte de Navarra. Actuó, utilizó la dignidad real, en cambio, para sus continuas intervenciones militares en Castilla. La reina de Aragón tenía a su esposo Alfonso V en el extranjero, por lo que Juan II de Navarra junto con su cuñada María asumió las responsabilidades de gobierno. La Corona castellana por entonces se vio inmersa en una serie de guerras y conflictos internos de caos y desorden político, alimentados por las ambiciones de los “infantes de Aragón” (hermanos menores de Juan II de Navarra) para controlar al rey Juan II de Castilla; los intereses y alianzas fueron tan complejos que llevaron al enfrentamiento entre Juan, rey de Navarra, aliado circunstancialmente con el valido del rey de Castilla, Álvaro de Luna, y su propio hermano, el infante Enrique, que fue hecho prisionero por los castellanos. Las luchas se prolongaron durante los años 1425 a 1429, estando a punto el rey Alfonso V de invadir Castilla en este año y derrotar a don Álvaro, ahora en el bando contrario. Pero finalmente en julio de 1430 se firma una tregua de cinco años favorable, a la causa del valido Álvaro de Luna; los infantes de Aragón, por su parte, debían retirarse de Castilla, con los graves perjuicios que de ello se derivaban; la tregua debe interpretarse como la renuncia del monarca aragonés a seguir defendiendo sus intereses dinásticos en Castilla y los extensos dominios señoriales de los Trastámara aragoneses para dedicarse, en exclusividad a la política italiana. A fines de 1435 Alfonso V se marchó y ya no regresó a la Península, dejando a Juan como lugarteniente real de Aragón, Valencia y Mallorca. La falta de descendencia, hicieron recaer en Juan II la categoría de heredero, por lo que pudo actuar en el reino de Aragón como auténtico soberano. Al igual que en Navarra, Juan II desarrolló en Aragón una política personalista en la que primaron sus intereses dinásticos en Castilla; el reino aragonés se vio inmerso en un conflicto que le exigía una aportación continuada de dinero y de hombres, además de sufrir las zonas lindantes con Castilla los devastadores efectos de la guerra. En mayo de 1441 moría su esposa Blanca de Navarra. La muerte de la Reina se producía mientras su marido, Juan, seguía inmerso en las banderías internas castellanas, capitaneando la liga de nobles castellanos que, aliada circunstancialmente con los “infantes de Aragón”, conseguía desterrar del reino al valido Álvaro de Luna y capturar al rey de Castilla, su primo, en Medina del Campo; durante los dos años y medio siguientes, Juan de Navarra pudo actuar, siquiera momentáneamente, como amo y señor del gobierno de Castilla. La sucesión al reino de Navarra iba a generar un prolongado enfrentamiento entre dos bandos irreconciliables, los agramonteses y los beamonteses. Los distintos estados de la Corona de Aragón se negaban en Cortes a seguir suministrando ayuda económica a su lugarteniente para la guerra frente a Castilla. En Navarra el gobierno quedaba en manos del príncipe de Viana que, por ley, debía ser coronado, ya que, según el testamento de doña Blanca el primogénito Carlos quedaba como heredero universal de sus bienes, aunque le instaba a no tomar el título real sin contar con la anuencia paterna. El viudo rey consorte no tenía ninguna intención de perder su regio cargo, aunque, todavía ocupado en los asuntos castellanos, dejaba momentáneamente el gobierno de Navarra en manos de su hijo Carlos.
Juan II en Navarra firma las capitulaciones matrimoniales en 1443 con Juana Enríquez. La boda se celebró en 1447, y de este segundo matrimonio nacieron cuatro hijos: Fernando, el futuro Rey Católico, las infantas Leonor y María y Juana. Ya en la batalla de Olmedo habían sido vencidos los infantes de Aragón en 1445, con lo cual ese asunto se fue diluyendo. Juan II decidió en 1450 instalarse, junto con su nueva familia, en la Corte navarra, agravando así la crisis sucesoria. La destitución del príncipe de Viana, su hijo, del cargo de lugarteniente, se completó con la pérdida de poder de los beamonteses, partidarios de Carlos y de la legitimidad sucesoria, y el ascenso político de los agramonteses, partidarios de Juan II, culminando así la ruptura entre padre e hijo, que arrastró al reino de Navarra a una situación de guerra civil. Desde 1450 el príncipe Carlos, derrotado entró en negociaciones con Castilla, pactos firmados en septiembre de 1451, que sirvieron para ser acusado por su padre de alta traición. El enfrentamiento civil se saldó, momentáneamente, con la derrota de los beamonteses en Aybar, en octubre de 1451, en la que el príncipe Carlos fue hecho prisionero. Mientras que la mujer de Juan, que estaba en estado de gestación se trasladó a Sos, Aragón, donde nació Fernando, en 1452. Juan II llegó a nombrar a Juana Enríquez, su segunda mujer, como gobernadora de Navarra, y negoció, en 1455 en Barcelona, la sucesión al trono navarro, desheredando para ello a Carlos de Viana y a su hermana Blanca, en beneficio de su hija menor Leonor. El príncipe Carlos, derrotado en Navarra, acudió a Nápoles, donde fue acogido por su tío, el rey Alfonso V de Aragón. Con la muerte del rey de Aragón en 1458, Juan heredó el trono aragonés y su hijo Carlos se convirtió en el príncipe heredero de la Corona. Navarra desde entonces ocupó un lugar secundario en el desarrollo del conflicto por la sucesión entre padre e hijo. Alfonso V dejó a Ferrante, su hijo natural, el reino de Nápoles, mientras que su hermano Juan II fue reconocido como rey de Aragón y heredero de los diversos estados de la Corona, que eran muchos.

200 AÑOS DE LA BATALLA DE AYACUCHO