Nació en Belmonte (Cuenca) en 1527
y murió en Madrigal de las Altas Torres, (Ávila) en 1591
En 1541 el joven Luis es enviado a estudiar a Salamanca, donde su tío Francisco de León, es catedrático de Leyes. Pertenece Luis a una familia bien situada de juristas, y la intención de su padre debió de ser la de que el primogénito continuara la saga familiar. Sin embargo, el joven debió sentir la llamada de la vocación religiosa, pues ya en la capital del Tormes, ingresa en el convento de los agustinos en 1542.
En 1541 el joven Luis es enviado a estudiar a Salamanca, donde su tío Francisco de León, es catedrático de Leyes. Pertenece Luis a una familia bien situada de juristas, y la intención de su padre debió de ser la de que el primogénito continuara la saga familiar. Sin embargo, el joven debió sentir la llamada de la vocación religiosa, pues ya en la capital del Tormes, ingresa en el convento de los agustinos en 1542.
Inicialmente cursa los estudios de Artes (Gramática latina, Lógica, Filosofía Moral y Natural), necesarios para acceder a una de las titulaciones superiores (Teología, Medicina, Leyes, Cánones). Era frecuente que los frailes profesos cursaran esos estudios en sus propios conventos. El curso 1546-47 se matricula como estudiante en la Facultad de Teología, donde cursará sus estudios hasta 1551. A partir de ese momento iría combinando la formación académica con el ejercicio de la docencia en conventos de la propia orden, como los de Soria y Salamanca. En 1557 en que se encarga del sermón de apertura. Su denuncia fogosa de los males de la Orden no dejó indiferente a los mayores, que señalan el celo mal entendido del joven.
En 1560 obtiene mediante exámenes los títulos de licenciado (licentia docendi) y de maestro (doctor) en Teología. A partir de ese momento, podía optar a la docencia universitaria. Comienza un peregrinaje por distintas cátedras de Teología, que le lleva a la cátedra de Santo Tomás, en 1561 y a la cátedra de Durando en 1565. Esta es la que ocupa cuando en 1572 se desata el episodio que mejor se conoce de la vida de fray Luis: la denuncia y prisión en las cárceles de la Inquisición entre 1572 y 1576, el proceso de fray Luis.
El ambiente de crispación en la Universidad de Salamanca venía de lejos. A él contribuye el sistema de oposiciones a cátedras, en las que intervenía el voto de los alumnos, con un complejo sistema de recuento. Era frecuente la formación de grupos de presión, y los sobornos y fraudes no eran extraños. Junto con ello, la polarización en la Facultad de Teología entre agustinos y dominicos, opositando por las distintas cátedras generaba en ocasiones conflictos.
En 1569 se inicia la comisión de teólogos presidida por el decano de la Facultad, Francisco Sancho, comisario después del Santo Oficio. Las reuniones derivaban con frecuencia en duros enfrentamientos y amenazas entre fray Luis y León de Castro, profesor de griego en la Facultad de Artes y defensor de opiniones contrarias a las del agustino. Ese apasionamiento tenía por objeto la puesta en cuestión de la autoridad de la Vulgata y de la traducción griega de los Setenta, frente al mejor conocimiento de los textos originales hebreos.
Los tres contestatarios son denunciados resultando la denuncia en el encarcelamiento de los tres en el mes de marzo de 1572. Se inicia así una experiencia humana de la que fray Luis sale con nueva fortaleza, pero que causa el abandono de su actividad y el retiro por parte de Cantalapiedra, y que acaba en 1575 con la vida de Gaspar de Grajal antes de cerrarse el proceso. Finalmente, los tres serán absueltos, fray Luis en 1576, Cantalapiedra en 1577, y Grajal, cuyo proceso continúa incluso después de muerto, en 1578.
Las acusaciones, diez en primera instancia, a las que se añaden otras nuevas a lo largo del proceso, son de importancia.
Durante los cuatro años largos que dura el proceso, lento y minucioso, de marzo de 1572 a diciembre de 1576, fray Luis se enfrenta con entereza y denuncia la lentitud de la burocracia y la maldad de sus acusadores, la envidia y mentira. También es leyenda que fray Luis escribiera en la cárcel buen parte de su obra literaria.
En esos escritos reconstruimos una concepción de la teología, más acorde con el espíritu humanista: el mejor conocimiento de las lenguas en que se han escrito los textos originales permitirá una mejor traducción de los textos bíblicos. Con todo ello se construirá una teología bíblica en la que nuevos sentidos iluminen los textos. Pero todo ello será visto como escandalosa novedad mal sonante y herética.
El 7 de diciembre de 1576 llega de Madrid sentencia absolutoria, recomendando que sea reprendido y advertido de la necesaria moderación y prudencia. Había pasado la tormenta y el fraile salía fortalecido.
De vuelta a Salamanca en diciembre de 1576, se reintegra a la Universidad, pero como su antigua cátedra de Durando estaba ocupada en propiedad, la Universidad le ofrece una cátedra extraordinaria de Teología para que explique teología escolástica. Ocupa esa cátedra hasta 1578 en que oposita y gana la cátedra de Filosofía Moral, en la Facultad de Artes. Es un paso intermedio para llegar a la que era su verdadera aspiración: la cátedra de Sagrada Escritura, la misma a la que había opositado en su primer intento en 1560. Ahora, en 1579, la gana, teniendo como rival a un hijo dominico de Garcilaso de la Vega. De nuevo la oposición se viste de pendencias entre agustinos y dominicos. Pero la chancillería de Valladolid falla a su favor y podrá desempeñar su docencia sin nuevos cambios de cátedra hasta el fin de sus días.
También en torno a 1561 había realizado el comentario romance al Cantar de los Cantares, retirado por la Inquisición (y que no verá la luz hasta 1798).
Y enseguida se pondrá manos a la obra para construir su prestigio literario, dando a la imprenta su primera gran obra en español y una de las cumbres del Renacimiento: De los nombres de Cristo. El diálogo de los tres frailes agustinos, Marcelo, Juliano y Sabino, constituye un auténtica summa de la teología humanista, y una cumbre prodigiosa de la prosa renacentista, en busca de su estatus de lengua clásica. La obra sale en 1583. Cada una de estas ediciones sale acompañada de una obra, La perfecta casada.
Un nuevo proceso en 1582, por opiniones expresadas en un acto en la Facultad de Teología
Los años ochenta son época de grandes trabajos universitarios, tanto en la docencia de la cátedra de Biblia, y los actos extraordinarios, que le llevan a ser recibido en audiencia por el propio rey Felipe II. La Madre Ana de Jesús, sucesora de Teresa de Jesús al frente de las carmelitas descalzas le encarga a fray Luis que ponga orden en los papeles de la madre Teresa, y los prepare para la imprenta. Fray Luis llevará a cabo esa labor de editor y crítico textual, culminando con la edición de las obras de la Madre Teresa de Jesús en Salamanca, en 1588.
En 1591 comienza para fray Luis con un agravamiento de su salud, probablemente un tumor. En enero se justifica ante la Universidad por sus largas estancias en Madrid, y presenta certificados médicos de su quebrantada salud. Termina los últimos capítulos del Libro de Job, entre Madrid y Salamanca, se reincorpora a las clases de verano de la Universidad en julio, pero en agosto debe presidir el capítulo de la Orden, que se reúne en Madrigal de las Altas Torres (Ávila). El 14 de agosto es elegido Provincial de la Orden en ese capítulo, pero no pudo llevar a cabo ninguna acción como tal, porque el 23 de agosto muere en el convento de San Agustín del lugar. Su cuerpo es trasladado a Salamanca, donde llega el día 24 por la noche. Se le entierra con asistencia de la Universidad y de los conventos en el claustro del convento de San Pedro de la Orden de San Agustín.
Muchos años después, reducido el convento a ruinas por el abandono y los estragos de la Guerra de la Independencia, la Universidad de Salamanca y la ciudad se propusieron recuperar los restos de su hijo insigne. El 28 de marzo de 1856 los restos localizados fueron trasladados solemnemente a la capilla de San Jerónimo de la Universidad. Aquel día, sobre el féretro que contenía los restos del agustino, una corona de laurel y un tintero, reposaba el manuscrito autógrafo de la Exposición del Libro de Job, la obra a la que fray Luis puso punto final poco antes de morir.