jueves, 26 de junio de 2025

LAS DESAMORTIZACIONES

Después de la Guerra de Independencia contra Francia, al morir Fernando VII en 1833, ya en franca derrota en las luchas de las Independencia en América, aparecieron las Guerras Carlistas, por la decisión del hermano del finado rey a heredar en lugar de su sobrina Isabel, que era menor de edad  pero la regente al reino era su madre, María Cristina Borbón Dos Sicilias. hasta 1840. Pero debido a las guerras, las perdidas de los vireinatos con América y su consiguiente monopolio comercial, las arcas del país estaban en bancarrota. Hacía falta recaudar dinero a un país cuyos habitantes estaban en la ruina.

La Desamortización fue un “Proceso por el cual se liberalizan los bienes que no podían ser enajenados", bien por estar vinculados a un linaje (mayorazgo) o a instituciones (Iglesia, ayuntamientos, Estado, hospitales, etc.).  La desamortización fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la denominada “desamortización de Godoy” en el año 1798, aunque ya hubo un antecedente en el reinado de Carlos III.
La finalidad prioritaria de las desamortizaciones realizadas en España fue conseguir unos ingresos extraordinarios para amortizar los títulos de Deuda Pública fundamentalmente los vales reales que expedía el Estado para financiarse.
Persiguió acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores que fuesen propietarios de las parcelas, para que cultivaran y crearan las condiciones capitalistas y de esta forma el Estado pudiera recaudar más y mejores impuestos.
Ya en el siglo XVIII, Campomanes (1723-1802), Ministro de Carlos III y uno de los artífices de la disolución de los Jesuitas, ya había recomendado la desamortización en 1765, y no sólo para los bienes de esa Orden. Jovellanos (1744-1811) la retomó en su famoso Informe sobre la Reforma Agraria, en 1795. Y siguiendo esas indicciones, Godoy (1767-1861) inició las primeras medidas desamortizadoras, en 1801. Una desamortización que tuvo la expresa autorización papal y que Godoy volvió a utilizar más adelante. Desde finales del siglo XVIII, el Papado había ido concedido a los reyes de los países católicos, la facultad de suprimir órdenes religiosas que estuviesen integradas por 12 o menos miembros, en total, pudiéndose quedar con los bienes de las mismas a cambio de garantizar la subsistencia de los disueltos y de aplicar los bienes que se obtuviesen a finalidades de utilidad general, pública o social.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) también se aplicaron o decretaron desamortizaciones, tanto por el gobierno de José I Bonaparte, como por las Cortes de Cádiz. Todas ellas se suspendieron en 1814. Y nuevamente, durante el Trienio Liberal (1820-1823) se adoptaron medidas análogas, que fueron suspendidas -que no abolidas- en 1824, al restablecerse el absolutismo de Fernando VII. 
Todo ello se hizo invocando los precedentes sentados por el Papado y por la Monarquía, que habían terminado por dar a la Corona la facultad de ejecutar, por sí misma, esas medidas de disolución de órdenes religiosas, si bien acotada a los casos que puntualmente se presentasen. Esa había sido la base desde la que se habían sugerido por Jovellanos, y acometido por Godoy, las primeras disposiciones desamortizadoras. Y también fue esa misma base jurídica que la que amparó las medidas desamortizadoras emprendidas por José Bonaparte y por la Cortes de Cádiz y los revolucionarios de 1820.
Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hermano D. Carlos lanzó a sus partidarios a la guerra civil. 

La viuda del Rey, la Reina Gobernadora Mª Cristina, junto con la camarilla cortesana, comprendieron que la única manera de conservar el trono para la reina niña Isabel II era buscar la alianza con los liberales. No es este el momento de explicar las bases y causas de la Primera Guerra Carlista, pero también ésta incidió en la aceleración de las medidas desamortizadoras. En lo que se refiere a dichas medidas, entre 1834 y 1835, bajo Martínez de la Rosa (1767-1862) y Toreno (1786-1843), sobre la misma base jurídica antes referida, se retornó a impulsarlas. El Gobierno de Toreno, en 1835, promulgó la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica, por la que se ordenó suprimir todos los conventos que contasen con doce religiosos o menos. Fue el primer paso.
La desamortización fue una de las armas políticas con la que los liberales intentaron modificar el sistema de la propiedad del Antiguo Régimen con la finalidad de implantar el nuevo “estado liberal” durante la primera mitad del siglo XIX.
Consistió en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían vender, hipotecar o ceder y se encontraban en poder de las llamadas “manos muertas”, es decir, la iglesia católica y las órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos y los llamados “baldíos”  y las tierras comunales de los municipios, que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos.

Existía en las autoridades avanzadas una gran preocupación por el atraso de la agricultura española. Todos coincidían en que una de las causas principales del problema agrario del país era la enorme extensión que alcanzaba en España la propiedad amortizada en poder de la Iglesia y de los municipios.
Las tierras que detentaban estaban en general mal cultivadas, además de que quedaban al margen del mercado, pues no se podían enajenar, ni vender, ni hipotecar, ni ceder, con el consiguiente aumento del precio de la tierra libre, y además no tributaban a la Hacienda Real por los privilegios de sus propietarios. 
Se calcula que un tercio de las tierras agrícolas pertenecían a la Iglesia.
Las medidas gubernamentales alcanzaban desde las esferas políticas y económicas a las religiosas, sociales y educativas. La Iglesia era un estamento de mucho poder y la política desde Carlos III no pretendía combatir a la Iglesia.
Las dificultades con las comunicaciones con América a causa de la guerra con Inglaterra, impedía la recaudación y la llegada de productos. En el interior una mala red de comunicaciones dificultaba la distribución. El enfrentamiento en nuevos conflictos bélicos hacía necesaria la recaudación. Se creó la Lotería Nacional, se emitió deuda pública.
Carlos IV heredó un país con deudas y  enemigos. Y asociado a Francia, para colmo. Carlos IV lo tuvo jodido con la posibilidad de contagio con la Revolución Francesa. 
El siglo XIX fue un desastre en todos los sentidos, y en lo económico no digamos. Es fácil criticar sin tener en cuenta todos los aspectos de unas decisiones difíciles de tomar. Ojo!. Hacía falta mucho dinero, después de Trafalgar vino la Guerra de Independencia y luego las tres guerras Carlistas y conjuntamente las luchas de emancipación en América. El país estaba en la ruina. en febrero de 1836, declarándose en venta todos los bienes del clero regular (órdenes religiosas), por el que los bienes de las órdenes regulares eran declarados nacionales y se ponían a la venta en pública subasta. En 1837, por otro decreto, Juan Álvarez Mendizábal, desamortizaba los bienes del clero secular. Mendizábal aspiraba alcanzar los siguientes objetivos con la desamortización: El financiero era el más importante, puesto que había necesidad de buscar ingresos para pagar la deuda pública del Estado, y obtener recursos económicos para la guerra contra los carlistas. El objetivo económico: se quería aumentar la producción agrícola. El objetivo político: era necesario ampliar el número de simpatizantes al liberalismo y atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización, la incipiente burguesía. 
En la evolución económica de España, se puede observar un período de estancamiento hasta 1860, en el que se produjeron descensos permanentes de los precios, guerras y pérdidas de los territorios americanos y a partir de esta fecha, 1860, la economía se caracteriza por un ritmo de crecimiento más rápido.

CONVENTO ABANDONADO POR LA DESAMORTIZACIÓN
La revolución industrial española fue un proceso lento (desde el primer tercio del siglo XIX hasta bien entrado el s. XX), localizado (Cataluña, Asturias y País Vasco) y de poco alcance ya que en España existía un considerable atraso industrial respecto a Europa.
Pero no todo fue malo, en la desamortización: muchas iglesias y monasterios se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones públicas, que aún perviven. En lo urbanístico se contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad antigua y pueblerina, muy dependiente de la nobleza y el clero, a una ciudad burguesa, propia de la época en toda Europa, con  construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos.
En el campo se estableció el plan de reforma del agro. Se efectuó a tierras improductivas, fundamentalmente. 

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA FUE MEJORANDO
Realmente una Reforma Agraria, algo adelantado a su tiempo, ya que eran latifundios en manos del clero o nobles, que no producían nada.

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