domingo, 7 de marzo de 2021

113.- SIGLO XIX - GUERRAS CARLISTAS

El hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón, ni bien murió en 1833 Fernando VII,  emitió el Manifiesto de Abrantes, en el que declaraba su ascensión al trono proclamándose como Carlos V. Y de esa forma surgió el Carlismo. La nobleza se adhirió al bando isabelino en su mayoría y también la mayor parte del estamento militar. Los apoyos al movimiento carlista provenían de las clases populares y muy especialmente de los campesinos. Con todas las limitaciones que se quiera pero el carlismo se extendió por las regiones del interior de las regiones vasco-navarras, por el Maestrazgo y por la montaña catalana, la serranía de Ronda y la de Córdoba. Se daba una curiosa paradoja: el pretendiente don Carlos, que era muy religioso pretendía imponer en España un régimen absolutista y centralista, y era apoyado sobre todo por navarros, vascos y catalanes, es decir precisamente donde el celo por los privilegios forales y la autonomía política y económica era más fuerte. El campo solía ser de ellos; pero las ciudades, permanecieron fieles a la jovencita Isabel II y al liberalismo. Al futuro, dentro de lo que cabe, o lo que parecía iba a serlo. Don Carlos, que necesitaba una ciudad para capital de lo suyo, estaba obsesionado con tomar Bilbao; pero la ciudad resistió y Zumalacárregui murió durante el asedio, convirtiéndose en héroe difunto por excelencia. En cuanto al otro héroe, Cabrera, lo apodaban el tigre del Maestrazgo, era una verdadera mala bestia. Y cuando los gubernamentales fusilaron a su madre, él mandó fusilar a las mujeres de varios oficiales enemigos. Ése era el tono general del asunto.

TOMÁS DE ZUMALACÁRREGUI

La Primera Guerra Carlista se desarrolló en tres fases muy diferentes. La primer se prolongó hasta julio de 1835. Aparecieron partidas ordenadas por oficiales del ejército durante la Época Ominosa. Este alzamiento fue sofocado por tropas leales al gobierno de Madrid.

La segunda fase de la guerra duró hasta septiembre de 1837 y se caracterizó por un cierto dominio de los carlistas. El ejército de la regente María Cristina no estaba bien pertrechado. Poco apoyo extranjero y un plan ineficaz de contención en la zona vasco-navarra. Carlos llegó hasta Arganda, no entrando inexplicablemente en Madrid que estaba prácticamente desguarnecido.

La guerra civil, como todas, se desarrollaba con ferocidad y crueldad. Los humildes párrocos broncos sin el menor complejo, se echaban al monte con boina roja, animaban a fusilar liberales. El caso es que la sublevación carlista, léase, campo contra ciudad, fueros contra centralismo, tradición frente a modernidad.

Esto fue una de las barbaridades tan españolas, donde la violencia, la delación, el odio y la represalia infame, estallaron y ajustaron cuentas, fusilándose incluso a madres, esposas e hijos de los militares enemigos. Lo expresaba muy bien Galdós en uno de sus Episodios Nacionales, “La pobre y asendereada España continuaría su desabrida historia dedicándose a cambiar de pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares”.

La tercera fase finalizó en julio de 1840 y fue de clara hegemonía gubernamental al terminar la reorganización del ejército que llegó a la cifra de cien mil hombres y también aprovechando la división del carlismo en dos facciones, el partido navarro, exaltado y el castellano, moderados.

BALDOMERO ESPARTERO 

Inglaterra se ofreció como mediadora. Los comisionados británicos consiguieron el Convenio de Vergara.  Así la guerra terminó con “El abrazo de Vergara” entre los generales Espartero y el carlista Maroto, en agosto de 1939.  “Soldados nunca humillados ni vencidos depusieron sus temibles armas ante las aras de la patria; cual tributo de paz olvidaron sus rencores y el abrazo de fraternidad sublimó tan heroica acción, tan español proceder” escribió Maroto.

La Segunda Guerra Carlista se originó al nombrar a Isabel como futura reina de España. Iniciada en 1846 fue provocada por no llevarse a cabo el matrimonio entre la reina y Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos (autoproclamado Carlos V) y por lo tanto se denominaría Carlos VI en la genealogía carlista.

Los hechos se circunscribieron casi exclusivamente a Cataluña con pequeños levantamientos armados. La esperada llegada del llamado Carlos VI a España desde su exilio en Londres nunca se produjo, lo que provocaría la disolución en 1849 de los últimos reductos sublevados.

Y el tercer intento carlista, en esta ocasión Carlos VII, sobrino del anterior se produjo en 1872 y se enfrentaría hasta 1876 en la época del reinado de Amadeo I de Saboya, también efímera Primera República y por último el reinado de Alfonso XIII. Carlo VII abanderó la contienda desde su partido Comunión Católico-Monárquica de raíces absolutistas con un ejército que se autoproclamaba el “ejército de Dios, del Trono de la Propiedad y de la Familia”.

La lucha se centró de nuevo en Cataluña y también el País Vasco y Navarra, donde resultaron un estrepitoso fracaso como el intento de tomar Bilbao.  El general Martínez Campos erradicó el carlismo de Cataluña y en Pamplona donde entró Alfonso XII en 1876 provocando la retirada de Carlos VII.

Pero estamos aún en 1835 y ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios.

El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el trabajo del importante personaje Martínez de la  Rosa, que puso en pie el Primer Parlamento Bicameral con la promulgación del Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación.

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

 

sábado, 6 de marzo de 2021

112.- SIGLO XIX - REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE BORBÓN

 REGENCIA DE MARIA CRISTINA - ISABEL II-

Fernando VII muere en septiembre de 1833. Hereda, en virtud de la ley promulgada, su hija Isabel II, pero como era menor de edad tuvo de regente primero a su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, cuarta mujer de Fernando VII, que ocupa la Regencia de 1833 a 1840.  María Cristina de Borbón, reina regente, no debe confundirse con otra María Cristina que también fue regente años después, María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII y regente en nombre de su hijo Alfonso XIII desde 1885 hasta 1902. - Durante la regencia desde 1833 las revoluciones urbanas habían potenciado el acceso de los liberales progresistas a los Ayuntamientos y ello hacía más difícil el control gubernamental de las grandes ciudades. Isabel II tenía tres añitos cuando murió se padre. Reinaría luego hasta 1874. - La primera y mayor preocupación de la regente y el Gobierno fue controlar a los partidarios de don Carlos, hermano de Fernando, que desde Portugal, se había proclamado rey de España al conocerse la muerte del rey. El movimiento Carlista surgió cuando Fernando VII abolió la “Ley de Sucesión Fundamental” que había instaurado Felipe V. Según las condiciones, las mujeres podrían heredar el trono aunque únicamente de no haber herederos varones en la línea principal, hijos, o lateral, hermanos y sobrinos. Fernando decretó la “Pragmática Sanción”, que volvía a establecer el sistema de sucesión tradicional de Alfonso X de Castilla, por el cual las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones.  Es decir, que podía reinar su hija Isabel, (como así lo hizo), en lugar de su hermano de él, Carlos María Isidro de Borbón.

MARIA CRISTINA DE BORBÓN-DOS SICILIAS

Ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios. - El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

CARLOS MARÍA ISIDRO DE BORBÓN

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el muy moderado, Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación. 

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

viernes, 5 de marzo de 2021

111.- ESPAÑA SIGLO XIX (10) DECADA OMINOSA

 

Como sabemos reinaba Fernando VII y en 1823 la situación de España en el Trienño Liberal comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión de los "Cien Mil hijos de San Luis" comenzó el 7 de abril de 1823.

La situación de España comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión comenzó el 7 de abril de 1823. Las tropas francesas que las comandaban el duque de Angulema. Fueron conocidas como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”. El Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos. Cádiz fue sitiada y bombardeada. Los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal y comienza lo que con vergüenza se llama “Década Ominosa”. Fernando VII recuperó el poder absoluto.

LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS

En principio se cerraron las universidades de provincia y se prohibió la enseñanza de las matemáticas y de la astronomía. Se eliminaron las reformas liberales y se endureció la política absolutista, pero no se pudo evitar la decadencia del Antiguo Régimen ante el avance de la burguesía.

El monarca desencadenó una ola represiva que muchos veían como justa y necesaria pero llegó a alarmar a los gobiernos europeos temerosos de que se avivara una respuesta liberal. Para el rey la represión era algo inevitable. Una de los castigos ejemplarizantes y cuya conveniencia política fue puesta en duda por el gobierno francés recayó en Rafael de Riego. Todo fue realizado de forma vejatoria. Lo trasladan a Madrid y le encausan, condenándole a la pena de muerte. Pidió perdón y clemencia al rey y a todos aquellos a los que hubiera ofendido por sus posibles crímenes liberales, en una carta publicada por la Gaceta de Madrid. Pero todo fue en vano y fue declarado culpable de alta traición, por haber sido uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, hundido moral y físicamente, fue arrastrado en una espuerta por la calles de Madrid al patíbulo en la calle de la Cebada y ahorcado y decapitado entre los insultos de la misma población madrileña que poco antes le había aclamado como un gran héroe. Su cabeza fue enviada al pueblo donde cuatro años antes había proclamado la Constitución de 1812.

RAFAEL DE RIEGO ES AHORCADO EN MADRID

No obstante los liberales huidos se organizaban para volver a intentar el control del gobierno. En agosto de 1824 un grupo de liberales se apoderó de Tarifa y fueron sofocados por el ejército y aliados franceses. En febrero de 1826 unos 100 hombres liberales desembarcaron en Guardamar, pero también fueron derrotados y fusilados.

En 1830 en Francia se produjo una revolución que hizo caer a Carlos X y tomó el trono Luis Felipe de Orleans que juró la Carta Constitucional, hecho que daba alas a los liberales españoles. De hecho fueron ayudados por el ministro de Guerra francés y, organizados, procuraron la invasión entrando por los Pirineos. No contaron con el esperado apoyo del pueblo español y fueron derrotados en varias ocasiones. Otro intento desde Gibraltar con manifiesto del General Torrijos de carácter moderado, se adentraron por Ronda. Tampoco encontraron apoyo y el pronunciamiento pactado con militares españoles no se produjo. Traicionado Torrijos por un compañero de armas fue apresado junto con otros cincuenta hombres y todos fueron fusilados en diciembre de 1831.

FUSILAMIENTO DE TORRIJOS Y LIBERALES

Los años pasaban y el que fuera imperio español se iba reduciendo cada vez más y a excepción de Cuba y Puerto Rico la mayoría de las posesiones de ultramar habían dejado de serlo. En 1824 las fuerzas americanas mandadas por Sucre derrotaron en Ayacucho a las tropas metropolitanas y poco después la caída de la fortaleza del Callao marcó el fin de la dominación española. A pesar de este revés Fernando VII durante los últimos años de su reinado no cesó en su afán de reconquista de los territorios del antiguo Imperio.

Mientras tanto, los liberales se encontraban refugiados en el extranjero principalmente en Londres donde mantenían relaciones con los dirigentes liberales locales. - Inglaterra decidió adoptar una postura favorable al reconocimiento de los nuevos estados americanos. - El deseo de reconquista de Fernando VII le condujo a tomar pésimas decisiones. Derrota tras derrota se fueron mermando las posiciones españolas y al final del reinado solo Cuba y Filipinas permanecían bajo la Corona de España. - La grave enfermedad que padeció Fernando VII en septiembre de 1832 sirvió para desatar la lucha sucesoria. - Fernando se había casado en 1829 con su sobrina María Cristina de las Dos Sicilias, hija de su hermana menor. Y tuvieron dos hijas, Isabel (la futura reina) y Luisa Fernanda. - Dado la enfermedad del rey, María Cristina fue nombrada Regente y se apoyó en los medios menos intransigentes mientras durase la enfermedad.

FIRMA DEL ACUERDO DE SUCRRE EN LA BATALLA DE AYACUCHO

Fernando VII en marzo de 1830 vino a promulgar la “Pragmática Ley” de 1789, dejando nuevamente “Las Partidas” tradicionales que determinan la sucesión a la corona. De haber continuado la “Ley de Sucesión Fundamental”, que regía por promulgación de Felipe V, y que da preferencia a los varones y sus descendientes masculinos en la línea de sucesión, excluyendo a las mujeres, hubiera heredado su hermano Carlos Isidro. Al promulgar la Pragmática, hereda Isabel y eso fue el desencadenante que dio base a los carlistas y a las tres Guerras Carlistas.

A finales de 1832 comenzó una situación de transición que se ha llamado " Despotismo Ilustrado”. Durante el período que duró este gobierno de transición se promulgó una amnistía que permitió el regreso a España de miles de liberales desterrados, se reformó el ejército y se abrieron las universidades que habían sido cerradas en 1830. A partir del mes de enero de 1833 el Rey volvió a ocuparse de los asuntos del estado pero fue María Cristina quien siguió dominando la situación.

El 29 de septiembre de ese mismo año moría Fernando VII y su testamento convertía a su esposa en Regente hasta la mayoría de edad de Isabel.

MUERE FERNANDO VII (MUSEO DEL PRADO)

Fernando dejó tras de sí una estela vergonzante. Conspiró y se amotinó contra su padre, abdicó devolviendo la corona, aplaudió a un rey extranjero que le sustituyó, abandonó a su pueblo, que estaba luchando por su vuelta durante seis años, mientras vivía prisionero en jaula de oro. Juró la Constitución de 1812 y luego la derogó, reprimió cruelmente a los hombres que habían luchado por rescatarle de Napoleón, no supo defender el imperio americano, no supo negociar ni detener las emancipaciones americanas, pidió ayuda al ejército francés para luchar contra su propio pueblo, derrochó las obras de arte más importantes regalando una fortuna impresionante y con su actitud pasiva favoreció el expolio de los franceses. Nos dejó de regalo al morir el problema Carlista.

miércoles, 3 de marzo de 2021

110.- ESPAÑA SIGLO XIX (9) TRIEÑO LIBERAL

 En la llegada de Fernando VII, derogando la Constitución estableció el sexenio absolutista que ya hemos narrado en el capítulo anterior, desde 1814  a 1820 con durísimas represiones. -  En América la situación independentista se estabilizó durante los primeros años de la monarquía absoluta pero en 1816 la resistencia apareció de nuevo. Tanto los absolutistas como los liberales sabían que la situación tanto económica como social de España no permitía una intervención inmediata en América. Poco a poco, numerosos proclamaron su independencia. Sólo algunas zonas aisladas de Colombia y Perú permanecían fieles a la Corona en 1820.

Otro de los problemas al que se enfrentó el gobierno fue la abolición de la trata de negros. España tuvo que firmar en 1817 un tratado con el que el que el comercio de esclavos quedaba abolido al norte del Ecuador y en 1820 este tratado fue generalizado a toda América. Además de las perdidas en América del Sur, España reconoció por el tratado de Washington en 1820 todas las concesiones de territorios hechas antes de enero de 1818. Así Florida, Luisana pasaron a formar parte definitivamente de los estados Unidos. Chile, Nueva Granada y parte de Venezuela eran ya independientes.

En los seis años que van desde el retorno del rey hasta el pronunciamiento de Riego se pasó de la confianza de la mayoría de los españoles a una total desconfianza en él y en los gobiernos que nombró. La inestabilidad política y económica, e incluso la hambruna en algunas zonas del país fueron creando un caldo de cultivo de rechazo al sistema impuesto por el rey.

TRIEÑO LIBERAL

Existía un malestar popular e incluso en el ejército. Muchos de ellos simpatizaban con las medidas liberales.

A partir de 1815, varias guarniciones intentaron derrocar el régimen absolutista, pero fracasaron. - Tanto Espoz y Mina en Navarra en 1814 como Porlier en Galicia al año siguiente intentaron en vano oponerse al ejército fernandino y este último será incluso condenado a muerte y ejecutado. En 1817 se produce un nuevo pronunciamiento del general Lacy en Cataluña apoyado por la burguesía catalana y por los militares. Los pronunciamientos continuados materializaban en un malestar que trascendía el ánimo de los cuarteles. La Constitución de 1812 fue entonces un referente que aglutinaba a los descontentos, al margen de sus diferencias. Se preparó el ambiento para lo inevitable, la caída del absolutismo fernandino.

Tras varios intentos fallidos, el pronunciamiento de Riego en 1820 benefició de circunstancias mucho más favorables que los anteriores. Así el 1 de enero de 1820 las tropas, que estaban a punto de zarpar rumbo a las Américas, mandadas por el coronel Riego se alzaron en las Cabezas de San Juan y restauraron la Constitución de 1812. Otras regiones van a seguir este ejemplo.

CAPITAN GENERAL R. DEL RIEGO

Tras el pronunciamiento de Riego en marzo de 1820, y constituida en La Coruña una Junta militar que subleva la región a favor de la Constitución, es imitada en otros muchos lugares. Constituida en Cádiz la Junta militar días más tarde, Riego se dirige a Cádiz y es recibido con gran entusiasmo. Sigue la proclamación de la Constitución  en su apoyo  el Rey juró la Constitución de 1812, iniciándose así el Trienio liberal. “Me habéis hecho entender vuestro anhelo de que restableciese aquella Constitución que entre el estruendo de las armas hostiles fue promulgada en Cádiz el año de 1812. He jurado esa Constitución por la que suspirabais y seré siempre su más firme apoyo. Marchemos francamente, y Yo el primero, por la senda constitucional”. Manifiesto del Rey el 10 de marzo de 1820. El pronunciamiento de Riego dio inicio al llamado “Trienio Liberal”, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz.

Riego se apresura a ponerse a disposición del Rey, confiado en que fuese la del Rey una postura verdadera. Incluso aquel felón se permitió el nombramiento de Riego como Ayudante de Campo del Monarca. Es nombrado Comandante General de Aragón, hasta su confinamiento en Lérida. En las elecciones es elegido diputado por Asturias. Luego Presidente de las Cortes.

En el bando liberal pronto surgieron las primeras divergencias. El partido liberal se dividió rápidamente en dos grupos: los moderados y los exaltados o progresistas.

Durante el trienio liberal, Fernando VII no dejó de apoyar a los absolutistas aunque no quiso romper las relaciones que le unían a los liberales, mayoritarios en las Cortes.

Los liberales en ese período de tres años habían decretado la libertad de industria y comercio, disposiciones sobre la liberalización de la tierra, volvieron a abolir la Inquisición que había reinstaurado Fernando y llevaron una reforma en el clero. Pero los liberales estaban claramente divididos y las tendencias fueron llamados los “exaltados” y los “moderados”. Nunca supieron aunar sus fuerzas. A todo esto el rey en el uso de sus facultades favoreció a los moderados y se salta las normas cuando demandó la intervención militar para imponer el poder autoritario. Designó cargos públicos, para lo que no estaba autorizado, y esto desembocó en el Motín de Madrid. Se formaron por todo el país partidas favorables al rey y otras contrarias. Realmente hubo una guerra civil. Los realistas se movían por los Pirineos, y vencidos se refugiaron en Francia.

La impotencia de los realistas y la petición del rey forzó la intervención extrajera de conformidad con el pacto de la política de la Santa Alianza. La situación de España comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión comenzó el 7 de abril de 1823. Las tropas francesas que las comandaban el duque de Angulema. Fueron conocidas como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”.

Luego, tan pronto entraron los franceses y voluntarios españoles, el Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, a falta de apoyo popular, e instaron a que Fernando VII les acompañase.

El día 10 de abril de 1823 llegó la familia real española a Sevilla, y al día siguiente la Comisión Permanente de las Cortes. Hasta el 11 de junio Sevilla fue la capital de España de facto, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos. Cádiz fue sitiada y bombardeada. Los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal.

Y aquí comienza lo que con vergüenza se llama “Década Ominosa”.

ESPAÑA, NAPOLEÓN Y LA ILUSTRACIÓN

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual europeo especialmente en Francia e Inglaterra, que se desarrolló desde fines del sig...