miércoles, 3 de marzo de 2021

110.- ESPAÑA SIGLO XIX (9) TRIEÑO LIBERAL

 En la llegada de Fernando VII, derogando la Constitución estableció el sexenio absolutista que ya hemos narrado en el capítulo anterior, desde 1814  a 1820 con durísimas represiones. -  En América la situación independentista se estabilizó durante los primeros años de la monarquía absoluta pero en 1816 la resistencia apareció de nuevo. Tanto los absolutistas como los liberales sabían que la situación tanto económica como social de España no permitía una intervención inmediata en América. Poco a poco, numerosos proclamaron su independencia. Sólo algunas zonas aisladas de Colombia y Perú permanecían fieles a la Corona en 1820.

Otro de los problemas al que se enfrentó el gobierno fue la abolición de la trata de negros. España tuvo que firmar en 1817 un tratado con el que el que el comercio de esclavos quedaba abolido al norte del Ecuador y en 1820 este tratado fue generalizado a toda América. Además de las perdidas en América del Sur, España reconoció por el tratado de Washington en 1820 todas las concesiones de territorios hechas antes de enero de 1818. Así Florida, Luisana pasaron a formar parte definitivamente de los estados Unidos. Chile, Nueva Granada y parte de Venezuela eran ya independientes.

En los seis años que van desde el retorno del rey hasta el pronunciamiento de Riego se pasó de la confianza de la mayoría de los españoles a una total desconfianza en él y en los gobiernos que nombró. La inestabilidad política y económica, e incluso la hambruna en algunas zonas del país fueron creando un caldo de cultivo de rechazo al sistema impuesto por el rey.

TRIEÑO LIBERAL

Existía un malestar popular e incluso en el ejército. Muchos de ellos simpatizaban con las medidas liberales.

A partir de 1815, varias guarniciones intentaron derrocar el régimen absolutista, pero fracasaron. - Tanto Espoz y Mina en Navarra en 1814 como Porlier en Galicia al año siguiente intentaron en vano oponerse al ejército fernandino y este último será incluso condenado a muerte y ejecutado. En 1817 se produce un nuevo pronunciamiento del general Lacy en Cataluña apoyado por la burguesía catalana y por los militares. Los pronunciamientos continuados materializaban en un malestar que trascendía el ánimo de los cuarteles. La Constitución de 1812 fue entonces un referente que aglutinaba a los descontentos, al margen de sus diferencias. Se preparó el ambiento para lo inevitable, la caída del absolutismo fernandino.

Tras varios intentos fallidos, el pronunciamiento de Riego en 1820 benefició de circunstancias mucho más favorables que los anteriores. Así el 1 de enero de 1820 las tropas, que estaban a punto de zarpar rumbo a las Américas, mandadas por el coronel Riego se alzaron en las Cabezas de San Juan y restauraron la Constitución de 1812. Otras regiones van a seguir este ejemplo.

CAPITAN GENERAL R. DEL RIEGO

Tras el pronunciamiento de Riego en marzo de 1820, y constituida en La Coruña una Junta militar que subleva la región a favor de la Constitución, es imitada en otros muchos lugares. Constituida en Cádiz la Junta militar días más tarde, Riego se dirige a Cádiz y es recibido con gran entusiasmo. Sigue la proclamación de la Constitución  en su apoyo  el Rey juró la Constitución de 1812, iniciándose así el Trienio liberal. “Me habéis hecho entender vuestro anhelo de que restableciese aquella Constitución que entre el estruendo de las armas hostiles fue promulgada en Cádiz el año de 1812. He jurado esa Constitución por la que suspirabais y seré siempre su más firme apoyo. Marchemos francamente, y Yo el primero, por la senda constitucional”. Manifiesto del Rey el 10 de marzo de 1820. El pronunciamiento de Riego dio inicio al llamado “Trienio Liberal”, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz.

Riego se apresura a ponerse a disposición del Rey, confiado en que fuese la del Rey una postura verdadera. Incluso aquel felón se permitió el nombramiento de Riego como Ayudante de Campo del Monarca. Es nombrado Comandante General de Aragón, hasta su confinamiento en Lérida. En las elecciones es elegido diputado por Asturias. Luego Presidente de las Cortes.

En el bando liberal pronto surgieron las primeras divergencias. El partido liberal se dividió rápidamente en dos grupos: los moderados y los exaltados o progresistas.

Durante el trienio liberal, Fernando VII no dejó de apoyar a los absolutistas aunque no quiso romper las relaciones que le unían a los liberales, mayoritarios en las Cortes.

Los liberales en ese período de tres años habían decretado la libertad de industria y comercio, disposiciones sobre la liberalización de la tierra, volvieron a abolir la Inquisición que había reinstaurado Fernando y llevaron una reforma en el clero. Pero los liberales estaban claramente divididos y las tendencias fueron llamados los “exaltados” y los “moderados”. Nunca supieron aunar sus fuerzas. A todo esto el rey en el uso de sus facultades favoreció a los moderados y se salta las normas cuando demandó la intervención militar para imponer el poder autoritario. Designó cargos públicos, para lo que no estaba autorizado, y esto desembocó en el Motín de Madrid. Se formaron por todo el país partidas favorables al rey y otras contrarias. Realmente hubo una guerra civil. Los realistas se movían por los Pirineos, y vencidos se refugiaron en Francia.

La impotencia de los realistas y la petición del rey forzó la intervención extrajera de conformidad con el pacto de la política de la Santa Alianza. La situación de España comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión comenzó el 7 de abril de 1823. Las tropas francesas que las comandaban el duque de Angulema. Fueron conocidas como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”.

Luego, tan pronto entraron los franceses y voluntarios españoles, el Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, a falta de apoyo popular, e instaron a que Fernando VII les acompañase.

El día 10 de abril de 1823 llegó la familia real española a Sevilla, y al día siguiente la Comisión Permanente de las Cortes. Hasta el 11 de junio Sevilla fue la capital de España de facto, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos. Cádiz fue sitiada y bombardeada. Los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal.

Y aquí comienza lo que con vergüenza se llama “Década Ominosa”.

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