martes, 30 de mayo de 2023

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - SEGOVIA

 
Una de las ciudades más bellas del Mundo. Todo contribuye: su Acueducto Romano, su Catedral gótica, su Alcázar de ensueño, sus iglesias románicas, sus palacios renacentistas, sus jardines y calles, sus vistas de la sierra nevada, su gastronomía, su vitalidad turística.
La Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos de Segovia, conocida como la Dama de las Catedrales por sus dimensiones y su elegancia, es una catedral construida entre los siglos XVI y XVIII, de estilo gótico con algunos rasgos renacentistas.

 ALCÁZAR
La primitiva Catedral fue destruida en 15211 durante la Guerra de las Comunidades, por su cercanía al Alcázar, el claustro y otros elementos fueron trasladados a este lugar. Comenzó su construcción en 1525 según escritos fue financiada por el pueblo segoviano mediante aportaciones de los gremios y sisas del ayuntamiento. Por su parte el Alcázar tiene los primeros documentos escritos de esta colosal obra del S. XII. Pero ya en tiempos de la dominación romana de la ciudad ya hubo de haber un castro o fortificación. Sobre los restos de éste, el Alcázar fue erigido como fortaleza hispano-árabe En la Edad Media, estaba formado por un par de torres y un modesto lienzo defensivo que contaba con foso. El Alcázar se ubicó en una zona estratégica y perfecta para la
 defensa de la ciudad.

 ACUEDUCTO 

Está situado en la ciudad. Su construcción se data a principios del siglo II d.C., en época del emperador Trajano. La parte más visible, y por lo tanto famosa, es la arquería que cruza la plaza del Azoguejo, en la ciudad. El acueducto de Segovia conduce las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, Está construido con sillares de granito asentados sin argamasa entre ellos. Sobre los tres arcos de mayor altura había en la época romana una cartela con letras de bronce donde constaba la fecha y el constructor.


Caminando por Segovia entre sus callejuelas estrechas y retorcidas, destacan la calle Real de Segovia y la calle Cervantes, aparecen iglesias como la de San Martín, del siglo XII y considerada una auténtica joya del románico castellano, a pesar de sus orígenes mozárabes; la de San Millán, con su admirable campanario; o la de San Juan de los Caballeros, la iglesia más antigua de Segovia, plazas, como la Plaza Mayor o la de Medina del Campo, antiguas mansiones y palacetes, y la Judería, donde podrás  admirar el legado de una de las comunidades judías más ricas de Castilla.


CATEDRAL DE SEGOVIA


Además, en el centro encontrarás bares y restaurantes que llenan de vida la parte más histórica que ver en Segovia. Aunque es mundialmente famoso el cochinillo asado segoviano, no dejes de probar otras propuestas como el lechazo asado, los judiones de La Granja, patatas guisadas con chorizo, perdices y setas a la segoviana, o truchas, muy abundantes en las frías aguas de sus ríos y embalses.
La dinastía de los Trastámara sentía una gran predilección por Segovia, convirtiéndola en una de las principales ciudades de Castilla y su Alcázar se transformó en residencia real y se  convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla, en especial de Alfonso X. Fue habitado muchas veces y llegó a ser uno de los más suntuosos palacios-castillos en el siglo XV, siendo testigo mudo de acontecimientos claves de la Historia de España como la proclamación de Isabel la Católica (13 de diciembre de 1474) o la misa de velaciones entre Felipe II y Ana de Austria (14 de noviembre de 1570) en su capilla.

Ha sido castro romano, fortaleza medieval, palacio real, custodio del tesoro real, prisión de estado, Real Colegio de Artillería y Archivo General Militar.
Está ubicado en la Ciudad vieja, y declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en 1985, tanto la ciudad como el Alcázar.
Sobre sus restos, se cree que se edificó alguna fortaleza hispano-árabe, aunque la primera datación que tenemos de una construcción defensiva se la debemos a Alfonso VI de León en 1122. Esta construcción se mantuvo más o menos igual, con su estilo gótico castellano, con interiores mudéjares, al gusto de la época hasta Felipe II, que realizó bastantes cambios para adecuarlo al gusto de los castillos europeos del siglo XVI. Cambia la característica teja segoviana por la teja de pizarra que tan a la moda estaba en Austria. Además edificará algunos torreones, con lo que la construcción adquiere la silueta que disfrutamos actualmente que a tantos ha conquistado. 

sábado, 27 de mayo de 2023

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - MONASTERIO DE POBLET - TARRAGONA

 

Representa uno de los puntos álgidos de la arquitectura monástica española, comparable en otro orden a lo que sería luego, Guadalupe o El Escorial. En un pequeño valle, a orillas del río Francolí, entre viñedos y olivares, se encuentra enclavado el Monasterio de Santa María de Poblet, un importante recinto monacal rodeado por dos murallas defensivas, una de ellas con sólidas torres que alcanzan los cinco metros de alto. Paradisíaca situación del monasterio estudiada por los monjes llegados desde Fontfroide, cerca de Narbona.

Dejando al margen la leyenda de un solitario eremita sabemos que la fundación se inicia en la segunda mitad del siglo XII, cuando Ramón Berenguer IV hace retroceder en la Reconquista a los musulmanes más allá del Ebro.
Entrado el siglo XII, la orden cluniacense era una potencia en la Europa occidental y, como tal, había perdido su afán de sencillez y pureza. Con todo, el espíritu reformista persistió y engendró ese mismo siglo un nuevo movimiento, surgido de las propias filas del Cluny. De esa convicción nació el Cister, que llegaba de la mano del francés Roberto de Champagne y que encontraría en Bernardo de Claraval a su más infatigable impulsor. En el período románico se establece la Orden del Cister (1140), y en consecuencia, la proliferación de iglesias y monasterios. Los primeros intentos reformistas firmes llegaron en 909 con la fundación, por parte de un grupo de monjes benedictinos de la Borgoña francesa, de la abadía del Cluny . Sometida directamente al poder papal, al margen de las influencias feudales locales, constituyó un núcleo decidido a seguir la tradición benedictina lejos de la sociedad civil.
Su influencia se extendió por toda la cristiandad y acabó por acatarse la disciplina y se impuso el Románico como estilo artístico a través de la construcción de centros cluniacenses. A finales del siglo XI (1098) un grupo de monjes benedictinos fundó el monasterio de Citeaux o del Cister en Borgoña (Francia), donde se ensayó una nueva manera de vivir la regla de San Bernardo, con voluntad de volver a los orígenes y de buscar una mayor austeridad y más alejamiento del mundo. Este movimiento triunfó gracias a la gran personalidad de San Bernardo de Claraval, fundador y abad del monasterio de este nombre. Había nacido la orden de Cister. La orden daría un impulso definitivo al arte de la forja, y la función práctica comenzaría a tomar un carácter decorativo. Esta manifestación artística, la podemos observar en un variado repertorio, que abarca desde sencillas formas simbólicas y zoomórficas, hasta refinadas figuras vegetales.
El Monasterio de Poblet se fundó en el año 1149, por orden del conde Ramón Berenguer IV, que lo quiso edificar en terreno propio, y también por los reyes de Aragón, pero el rey murió antes de verlo terminado. El Real monasterio forma parte, junto con los de Santes Creus y Vallbona de les Monjes, del conjunto de monasterios cistercienses que se establecieron en Cataluña en la segunda mitad del siglo XII. Los monjes venidos de Francia, llamados por Ramón Berenguer IV se encontraron con un pequeño cenobio y pocos ingresos para sacarlo adelante. Los sucesores de Ramón Berenguer continuaron la obra y uno de ellos, Jaime I el conquistador, que reposa en el monasterio, y la comunidad no solo lo sacaron adelante sino que inició un proceso de expansión que hizo de este monasterio el más importante de las fundaciones cistercienses de Cataluña. Con el paso del tiempo la influencia social y política de los abades de Poblet se hizo cada vez más extensa y más patente, le llovieron donaciones tonto de reyes como de nobles por lo que su iglesia se convirtió en panteón real. Durante el reinado de los Austria decreció la importancia que llegó a tener en la política de los reinos, mediante reuniones de las Cortes en el monasterio.
En 1835 se dañó físicamente cuando se produjo el saque e incendio del monasterio que exigió luego de muy costosos esfuerzos de restauración. La decadencia absoluta llegó con las desamortizaciones del siglo XIX y el abandono de la vida monástica. Saqueos, expolios, incendios, dejaron al monasterio en una situación lamentable. Gracias a un Patronato que se hizo cargo del convento se pudo rehabilitar y los monjes pudieron volver a ocupar las dependencias. Los últimos trabajos de recuperación se hicieron en 1976-1982. Se recuperó perfectamente el recinto amurallado de 1800 metros de perímetro, una entrada notable añadida en el XVII, con una maravillosa portada. Un retablo renacentista de 1527. La capilla real, que aglutina el ámbito mismo del crucero, donde están los enterramientos, fue terminado en tiempos de los Reyes Católicos. Allí reposan los restos de Alfonso II, Juan I y Juan II, Jaime I el conquistador, Pedro, el ceremonioso, y Fernando de Antequera. En fin, que se puede uno extender muchísimo con esta maravilla. Es mejor, verla tranquilamente.

AMBROSIO SPINOLA DORIA - LA VICTORIA DE BREDA

 

 Todos conocemos “La rendición de Breda” o “Las lanzas” un óleo sobre lienzo, pintado entre 1634 y 1635 por Velázquez.  La toma de la ciudad de Breda fue la culminación de la carrera del general Spínola. Todo proviene lógicamente de la situación que Los Países Bajos liderados por Guillermo de Orange estaban inmersos en la guerra de los ochenta años o guerra de Flandes, en la que luchaban por independizarse de España.
Pero ¿Quién era Spínola? Ambrosio Spínola Doria, nació en 1569 miembro de una poderosa familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, honrado además como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Es recordado como uno de los últimos grandes jefes militares de la Edad de Oro española.

LA RENDICIÓN DE BREDA - VELAZQUEZ 1634-  MUSEO DEL PRADO 


Spínola enroló mil hombres para operaciones militares terrestres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Ambrosio Spínola recorrió con su ejército una larga distancia hasta llegar a Flandes en 1602 
Las ruinas de la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604.
La hija de Felipe II, Clara Eugenia, soberana de los Países Bajos, se sintió muy complacida con este éxito. En 1606 regresó a España, siendo recibido con grandes honores. Se le confió asegurar la gobernación de Flandes, y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos por otros medios. La saliva se convirtió en hiel.
Spínola consiguió la pasta. Y allá que fue. Fundamentalmente se trataba de sitiar. La ciudad de Breda estaba defendida por Justino de Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Según la documentación algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores” para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones” decían.
Las crónicas cuentan que la defensa de Breda llegó a ser heroica, pero Justino de Nassau capituló el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa que el ejército español reconoció como tal, admirando en su enemigo la valentía de los asediados. Cosas de entonces, donde se premiaba el honor y la valentía. Se permitió que salieran formados en orden militar, con sus banderas al frente. Los generales españoles dieron la orden de que los vencidos fueran rigurosamente respetados y tratados con dignidad. El general Spínola esperaba fuera de las fortificaciones al general holandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía, y el enemigo fue tratado con caballerosidad, sin humillación. Este es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. Antes no se pitaba al himno. Se respetaba el honor. En este sentido, es una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo. Igualmente se aleja del hieratismo que dominaban los cuadros de batallas.

EL GENERAL SPINOLA DORIA - RUBEN 1630 - MUSEO DEL PRADO

Mientras tanto en España,  Felipe IV, el rey pasmado, sabemos que había delegado en el Conde Duque de Olivares, que era una persona inteligente, reformista, con ideas para levantar el negocio. Un hombre a la altura de Richelieu. Pero si algo hacemos bien en España es el suicidio colectivo, y poco a poco, aquel sueño imperial, que fue y se podía haber conservado más tiempo, y dejado como herencia una situación de riqueza material y cultural de no te menees, lentamente se fue yendo por la alcantarilla, quedando las piezas de pintura, arquitectura y literatura, sobre todo, por encima de la falta de auténtico patriotismo conservador y protector que debería haber habido, y desarrollar a un pueblo analfabeto, inculto y dirigido por clérigos corruptos al igual que una clase dominante.
En siglo y medio, tanto gobernante mediocre, tanto vago con título, tanto gasto en guerras para cuidar una religión que ya estaba dividida, precisamente por culpa de los que la dirigían, consiguieron que España fuese perdiendo lo que llegó a ser y tal como decía Quevedo, No ha habido otro rey como Fernando, el católico, que supo entender a su pueblo y supo defenderlo.
Las regiones luchaban por mantener sus fueros y privilegios, y siguen con ello en pleno siglo XXI, dejando intacto un razonamiento de separación al sistema medieval de los reinos o peor aún de las Taifas.
En la parálisis del gobierno de España, la necesidad acuciante de dinero y el conde-Duque de Olivares, cabrón como el que más, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola no pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, en una buena avanzadilla hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares, que se esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Spínola que estaba poco apoyado por la pérfida Clara Eugenia, decidió no regresar a Flandes. Como compensación no se le ocurrió otra cosa a esa panda de cabrones que nunca se le restituyera el dinero, por lo que quedó completamente arruinado. El gobierno español comenzó entonces a recurrir a excusas para mantenerlo lejos de España.
Cuando estalló la guerra de Sucesión de Mantua, el gobierno de España nombró a Spínola gobernador del Milanesado. Desembarcó en Génova en septiembre de 1629. En Italia sufrió otra vez los efectos de la enemistad de Olivares, quien provocó que se le privase de sus poderes como plenipotenciario. La salud de Spínola se derrumbó, y habiendo sido objeto de expropiación de su dinero, escatimado la compensación que había reclamado para sus hijos y dejado caer en desgracia en presencia del enemigo.
Murió el 25 de septiembre de 1630 luchando durante el sitio de la ciudad de Casale. Realmente fue el principio del fin del imperio. Años después, en la batalla de Rocroi, aunque no fue la última, en 1643, donde los Tercios perdieron todo menos el honor y la gallardía, quedó como símbolo del ocaso español. Y nuestros viejos Tercios, que habían hecho temblar a Europa entera, que habían sido el ejemplo de valentía y disciplina militar, fueron dejándose caer silenciosamente, fieles a su leyenda, y así fue como España, habiendo sido dueña de medio mundo, solo reteniendo algo un par de siglos más, lentamente el sol fue poniéndose por el horizonte.

sábado, 20 de mayo de 2023

BENEDICTO XIII- EL ANTIPAPA

 

Pedro de Luna nació en el castillo de Illueca, Zaragoza en 1328. Pertenecía a un noble linaje aragonés (los Luna). - Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier, y obtuvo el título de doctor en Decretos y fue docente. Posteriormente comenzó su carrera como eclesiástico obteniendo varias canonjías en, después fue canónigo de Cuenca, arcediano de Zaragoza y preboste de Valencia. Por su linaje aragonés, su cultura en sus estudios jurídicos y su moralidad consiguió el respeto de la Curia romana y el Papa Gregorio XI lo tuvo en cuenta, designándole cardenal-diácono. Los Estados Pontificios incluían entonces a la ciudad de Aviñón y al Condado Venaissin, en el sudeste de Francia. Siguieron siendo parte de dicho Estado hasta la Revolución francesa, convirtiéndose en parte de Francia en 1791.


ESTATUA DEL PAPA EN PEÑÍSCOLAPasó que Roma no era una ciudad segura y se realizó un cónclave en Perugia, donde salió elegido Clemente V. Y fue coronado en Lyon. En 1309 se trasladó de Burdeos a Aviñón. Aquí es cuando se inicia el Papado de Aviñón. La curia, estaba dividida entre el reino de Francia y el Papado. El asunto venía desde los tiempos de Felipe el Hermoso. Se pensaba que los papas de Aviñón eran serviles a la política francesa. No olvidemos que Felipe IV (El hermoso), hacer elegir a papas franceses, Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305 una personalidad maleable que estaba bajo su poder. Con lo cual inició la persecución y supresión total de la Orden del Temple, por motivos políticos y económicos, dada la gran deuda que tenía con ellos.
Por otra parte, Europa estaba en lo que se llamó “La pequeña edad del hielo”, unos años de extremo frío que trajo desgracias a casi toda Europa en la producción agrícola y ganadera fundamentalmente. Es evidente que en ese período de la Edad Media la religión católica era tan importante, las gentes miraban a la Iglesia aferrándose a una solución divina.
En 1377, don Pedro de Luna acompañó al Papa Gregorio XI que abandonaba Aviñón para regresar a Roma donde murió.  Era muy esperado el papa para la solución del El Papado de Aviñón. Fue un periodo de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete Obispos de Roma residieron en la ciudad de Aviñón, siendo precisamente Gregorio XI el último de ellos. Su muerte provocaría el comienzo del Cisma de Occidente (entre 1378 y 1417) época en la que la Iglesia se encontraba dividida, la del papa residente en Roma y la del antipapa residente en Aviñón.
El cardenal aragonés Luna se convirtió en figura de primer orden en la Iglesia, viéndose inmerso en los acontecimientos desencadenados cuando a la muerte de Gregorio XI, y en 1378 fueron elegidos Urbano VI en Roma y Clemente VII en Agnani, confirmándose el Cisma de Occidente con la división de obediencias en el mundo cristiano. Don Pedro de Luna se inclinó por el Papa Clemente, poniéndose a su servicio en Aviñón y actuando en la Península Ibérica como legado pontificio ante los reyes de Castilla, Navarra, Portugal y Aragón. Desde 1378 hasta 1389 residió habitualmente en su país natal, haciendo frente a las denuncias de Urbano VI, el Papa de Roma, y a la inicial reticencia de las monarquías españolas. Pedro IV de Aragón se mantuvo desde un principio neutral con Roma, pero sin abandonar sus buenas relaciones con Aviñón, lo que permitió que los aragoneses recibieran con simpatía al cardenal legado. Esta aceptación fue correspondida por Clemente VII
Pedro IV supo conjugar durante toda su vida la rivalidad de los papas. La respuesta de los súbditos de la Corona estaba implícita en las simpatías que por lo general profesaba el clero en la figura de don Pedro de Luna, quien asimismo contó con la fiel amistad de San Vicente Ferrer. Poco antes de morir en 1387, Pedro IV rompió definitivamente con Roma y su sucesor Juan I se inclinaría decididamente por el Papado aviñonés. - La actividad del cardenal aragonés lo hizo famoso también fuera de la Corona de Aragón. Don Pedro de Luna significó el alma en el concilio nacional de Palencia de 1388 e incluso el propio Papa de Roma, Bonifacio IX alabó su talento y sus méritos. Castilla aceptaría al Papa Clemente por su mediación en 1381 y Navarra en 1390, antes de que, el 15 de diciembre de este último año, Pedro de Luna regresara a Aviñón una vez cumplida su misión española. No obtendría sin embargo el mismo éxito en su legación ante buena parte de Francia, Flandes e Inglaterra; a pesar de su defensa en la Universidad de París, el año 1393, de la causa aviñonesa, que provocó cierto malestar y desconfianza en el clero francés originándose el alejamiento de Clemente VII de su estima. La muerte de este Papa en 1394 colocaría de nuevo en primer plano para ser elegido a sucederle. Con ello se perdía la ocasión de terminar con el Cisma.  Por veinte de los veintiún votos disponibles fue elegido Papa don Pedro de Luna, adoptando el nombre de Benedicto XIII. Una clara victoria del papa Luna rebate cualquier oposición.  Los cardenales que intervinieron en el cónclave se habían comprometido previamente, en su mayor parte, a terminar tan delicada situación en el caso de ser elegidos, aun a costa de renunciar al pontificado. El cardenal aragonés suscribió la cédula que recogía dicha moción. Los estados de la Corona de Aragón acogieron el triunfo de su paisano como una causa nacional, y el resto de los reinos europeos vieron en ello el inminente final del cisma por la honradez y prestigio del elegido. Las buenas intenciones de Benedicto XIII a este respecto quedaron ratificadas en el contenido de las múltiples bulas enviadas por su voluntad a los monarcas cristianos, en las que expresaba su sincero deseo de concluir con la división de la Iglesia. Dos vías quedaban abiertas para ello: la abdicación de los dos papas propuesta por el rey Carlos VI de Francia o la discusión y entrevista con Bonifacio IX señalada por el propio Benedicto XIII, seguro del triunfo final de su dialéctica.


 
RECREACIÓN DEL BUSTO DEL PAPA 
Pero la obstinación de don Pedro de Luna en su postura provocó el apartamiento de los cardenales de Aviñón, hasta el punto de que tan sólo cinco de ellos le quedaron fieles, refugiados en la fortaleza papal durante cuatro años en los que la división de opiniones se diversificó: desde la reprobación de San Vicente Ferrer y del rey de Francia hasta las simpatías de Martín el Humano rey de Aragón, que le envió una flota para rescatarle en 1399. Tras la liberación, Benedicto XIII recobraría la confianza de Castilla y Francia. Aragón no le había retirado su apoyo, así como el prestigio político que trajo consigo, incluso, la sumisión de algunas ciudades italianas. A ello se sumó la intención fracasada de acabar el cisma por la vía de justicia, acudiendo personalmente a Italia a debatir con el papa de turno.
Carlos VI de Francia declaró la neutralidad de su reino en 1408. El concilio de Perpiñán, reunido por el Papa Luna con el apoyo del rey Martín de Aragón y que se definió a favor de la legitimidad del Pontífice de Aviñón, quedaría relegado y desautorizado por el concilio de Pisa que declaró cismáticos a los dos papas.
En este concilio de Pisa de 1409 se arbitró la elección de un nuevo pontífice, Alejandro V,  que obligara a renunciar a los dos existentes; pero esta solución no hizo sino consagrar la división tripartita de la iglesia. Benedicto XIII se refugiaría en la Corona de Aragón excomulgando a quienes se oponían a sus derechos y a partir de este momento los acontecimientos tomarían otro cariz.


PARTE DE LA ESCULTURA EN PEÑÍSCOLA
Pues no tienen idea mejor que celebrar otro concilio, esta vez en Pisa. El concilio depone a los papas Gregorio XII de Roma y Benedicto XIII de Aviñón, y los cardenales eligen a Alejandro V, dando paso a lo que los contemporáneos llamaban el maldito trinomio. Ahora teníamos tres papas. Posteriormente el​ concilio de Pisa no es reconocido por la Iglesia católica. - La solución de Pisa constituyó el inicio de una nueva etapa en el comportamiento de Benedicto XIII, quien escribiría en su defensa. Y comenzó a interesarse por la iglesia aragonesa, así como por la política de la Corona. Dos hechos: la intervención en el interregno abierto en Aragón tras la muerte del rey Martín el Humano sin sucesión directa en 1410 que terminó en el Compromiso de Caspe de junio de 1412 y la regencia personal del gobierno y administración de la diócesis de Zaragoza, vacante de titular por el asesinato del arzobispo. La elección de Fernando I de Trastámara para ocupar el trono Aragonés en 1412 reforzaría la postura del Papa Luna en Castilla-León.
Un nuevo concilio en Constanza en noviembre de 1414 por especial interés del emperador de Alemania, al objeto de terminar decididamente con el cisma, y que logró la deposición de ambos papa, Juan XXIII,  así como la renuncia de Gregorio XII, abriría el definitivo aislamiento de Benedicto XIII en su refugio de Peñíscola. Castilla, Navarra y Aragón, así como los pocos cardenales que le quedaban, reconocieron a Martín V como papa, poniendo fin al cisma. La entrevista mantenida en 1415 en Perpiñán entre el Papa aragonés, el emperador y el rey de Aragón sirvió únicamente para que Pedro de Luna se aferrase a su causa. El abandono definitivo de San Vicente Ferrer y de Fernando I se consumó. La sustracción de la obediencia al Papa Benedicto XIII dictada por el monarca a comienzos de 1416 para todos sus estados y ratificada por su sucesor Alfonso V el Magnánimo colocaron al ya considerado “antipapa” aragonés hizo que se recluyera en Peñíscola. Allí culminaría sus días abandonado de todos, aislado, declarado hereje y excomulgado por el nuevo papa en 1417; pero por encima de todo, convencido de su legitimidad en el derecho irrenunciable que la Providencia le había deparado. Su muerte en el exilio a los seguramente con unos noventa años no significaría el olvido de los reinos que primero le amaron y le abandonaron después en su obstinación. Su figura ha sido objeto de numerosos estudios en todos los tiempos, pero no se duda de la grandeza de su alma gigante y su tesonería en la defensa de los derechos adquiridos en el Pontificado.


Maravillosa escultura de Benedicto XIII. El escultor Sergio Blanco, componente de “Mocedades”
La Recreación del busto del Benedicto XIII fue realizada por ordenador después de numerosos estudios antropológicos de su cráneo conservado. Su tumba fue profanada, como tantas otras, por las tropas francesas en la Guerra de Independencia del siglo XIX. También fue robado el cráneo  y luego rescatada por la Guardia Civil hace pocos años. 


ARAGÓN REINO (primera parte)

  Al hundirse el estado visigodo ante el Islam en el siglo VIII, surgen algunas resistencias cristianas, y entre ellas lo que en el futuro f...