martes, 14 de noviembre de 2023

CORONA DE CASTILLA-LEÓN -6-

La política inicial del rey Enrique IV poco después de su coronación en 1454,  señalaba hacia objetivos que debían dar clara ventaja al Reino de Castilla: renovó la tradicional alianza con Francia, abriéndose, sin embargo, a nuevas relaciones mercantiles con Inglaterra, Flandes y Bretaña; hizo la paz con Aragón, poniendo término a las reclamaciones de Juan II y manteniendo su apoyo al príncipe de Viana, Carlos y también firmó la paz con su cuñado de Portugal.


ENRIQUE IV DE CASTILLA (serie Isabel)
Reemprendió la guerra de Granada, pero el plan estratégico planteado en este punto, operación de desgaste paulatino, rehuyendo los enfrentamientos campales despertó grandes críticas entre los nobles. También pudieron manejarse como propaganda adversa las medidas adoptadas en las Cortes de Córdoba, tendentes a lograr estabilización y saneamiento de la moneda. Enrique IV siempre se destacó en buscar alianzas y acuerdos antes que enfrentamientos armados.

MARQUÉS DE VILLENA
(Juan Pacheco)
Suspendida la guerra e instalada la Corte en Madrid, el marqués de Villena (Juan Pacheco), pudo recuperar su influencia. Es difícil explicar las relaciones entre el Rey y su ministro. Entre 1456 y 1461 puede hablarse de un gobierno del marqués; cuando los otros grandes se unieron para formar una Liga Nobiliaria en 1460 en su contra, pero él maniobró con habilidad, haciendo recaer sobre el arzobispo Fonseca todas las culpas e incorporándose él mismo a la Liga, cuyos dirigentes entraron también en el Consejo.
Crecían en la Corte los rumores acerca de la impotencia del Rey, que trató de acallar manteniendo escandalosas relaciones con otras mujeres, Catalina de Sandoval y Guiomar de Castro, que llegaría a convertirse en condesa de Treviño. Esta última testificaría después contra Enrique afirmando de éste que era incapaz de completar la relación sexual. De estas relaciones no hubo descendencia.

BELTRÁN DE LA CUEVA 
La rápida promoción de Beltrán de la Cueva, convertido en mayordomo mayor, oficio que pisaba los talones a Pacheco, contaba ahora con la poderosa ayuda de la familia Mendoza, nobles muy poderosos en Castilla y el respaldo de la reina Juana, que mantenía muy estrechas relaciones con Portugal.
El marqués de Villena, el obispo Carrillo y Girón, hermano del marqués, contando con el apoyo de la mayoría de los grandes, reclamaron que el hijo de Juan II, Alfonso, que iba a cumplir siete años, fuese reconocido como sucesor de acuerdo con el testamento del difunto rey. Enrique IV estableció una alianza con Carlos príncipe de Viana, que tenía derecho a titularse Rey de Navarra y era sucesor en Aragón, al cual ofreció casar con su hermana. Las tropas castellanas, apoyadas por los beamonteses navarros, partidarios de Carlos, entraron en Navarra forzando una reconciliación entre el príncipe y su padre, (Juan II de Aragón),  la cual no duró. Noticias enviadas desde Castilla hicieron que Carlos fuera reducido a prisión. Las presiones catalanas obligaron a liberarle.
Cuando el príncipe de Viana murió en 1461, la Diputación de Cataluña ofreció a Enrique IV como legítimo Rey de Aragón, invocando la herencia goda. Blanca, la esposa viuda heredera de Navarra, transmitió a Enrique sus derechos; poco después murió asesinada. En este momento, verano de 1461, la reina, esposa de Enrique IV, Juana, anunció que esperaba descendencia. Nació, el 28 de febrero siguiente, una niña a la que llamaron Juana.

ALFONSO DE CASTILLA 
Por esos años de 1461/62 Alfonso y su hermana Isabel pasaron de estar bajo la vigilancia de la reina Juana de Avis en la Corte, a estar en la protección del marqués de Villena, Juan Pacheco, personaje intrigante y manipulador como pocos. Pero los hermanos estaban separados, Alfonso con el marqués y protegido por Gonzalo de Córdoba, (el que fuera el Gran Capitán), que estaba hacía algún tiempo en el mismo puesto pero custodiando a Isabel. Y por otro lado, Isabel que abriría casa propia en Segovia, custodiada por Gonzalo Chacón, hombre honesto de la confianza de Isabel, y que también administraba sus ingresos y su seguridad, y acompañada por Beatriz de Bobadilla, hija del alcalde de Arévalo y la mejor amiga de Isabel, mujer once años mayor que ella, que se convirtió en su protectora durante los años de infancia que vivió en Arévalo, adonde la infanta llegó con su madre y su hermano Alfonso en 1454, tras la muerte de su padre. Esta mujer se casaría con Andrés de Cabrera, un converso de origen judío recaudador de impuestos, hombre de confianza de Isabel y de Gonzalo Chacón. Era tesorero de Segovia.

ANTONIO VENERIS 
En mayo de 1462 el rey convocó a Cortes para el preceptivo juramento de la recién nacida. Enrique, en la alegría de las fiestas del nacimiento premió a Beltrán de la Cueva con el condado de Ledesma intentó reaccionar entregando a Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza, y a su cuñado Beltrán el poder. Tratando de salvaguardar los derechos de esta infanta, el rey buscó una reconciliación con los nobles. Previamente, Pacheco había repartido copias de un acta notarial protestando de que se le hiciese jurar a Juana que no tenía derecho; en este documento, que se ha conservado, no se explicaban las razones de la ilegitimidad de esta niña. Podía entenderse que se daba preferencia al hermano varón sobre la hija hembra, que no se creía que Enrique IV fuese su padre o que había nacido de un matrimonio no legítimo.
El poderoso marqués Juan Pacheco estaba descontento con el trato de favor de Enrique a sus rivales la familia de los Mendoza y el valido Beltrán de la Cueva. El marqués se valió de una alianza contra el rey junto con los arzobispos de Toledo, Sevilla y Santiago, el conde de Paredes, la familia Enríquez, los condes de Plasencia y de Alba, y otros nobles y eclesiásticos.  Los enemigos del Rey plantearon las negociaciones por etapas. Enrique IV comenzó aceptando que Alfonso fuese reconocido como legítimo heredero, con la condición de que tuviera que casarse con la hija de la Reina. Luego exoneró a su valido obligándole a renunciar al Maestrazgo de Santiago del que se apoderó Pacheco si bien compensó a Beltrán elevándole al ducado de Alburquerque. El nuevo heredero fue entregado a la custodia del marqués de Villena.
La nobleza en septiembre de 1464, tras una reunión en Burgos, presentó a la firma del Rey un documento, “Sentencia de Medina del Campo”, que prácticamente reducía el poder del Monarca a la mera ejecución de las decisiones que se tomasen en un Consejo por ella dominado. Enrique IV se negó a firmarlo y volvió a recurrir a los servicios de Beltrán de la Cueva y de los Mendoza, que se hicieron cargo de la custodia de Juana.
El Monarca daba constantes signos de debilidad, mostrándose dispuesto a negociar. Por su parte, el papa Paulo II, preocupado ante las noticias que llegaban de España, envió a el “mosén” Antonio de Veneris con plenos poderes para resolver las dificultades que los matrimonios ofrecían.

DIEGO DE MENDOZA 
El arzobispo Fonseca y el marqués de Villena negociaron con Enrique. No hubo acuerdo y el rey fue depuesto, primero en Plasencia en abril de 1465 y a continuación en Ávila en junio, donde se celebró la llamada “Farsa de Ávila”, consistente en una ceremonia donde en un tablado se colocó un muñeco que representaba al rey con su corona. Estaban presentes Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo, el marqués de Villena, el conde de Paredes, el conde de Plasencia, el conde de Benavente y otros caballeros  además de un público del pueblo. Habían llevado al infante Alfonso que tenía once años de edad.

LA FARSA DE ÁVILA
Se celebró una misa y los rebeldes subieron al tablado y leyeron una declaración en la que se decía que el rey mostraba simpatía por los musulmanes, era homosexual, no tenía carácter y sobre todo que no era el padre de la princesa Juana, por ser impotente. Por lo que Juana no tendría derecho a heredar el trono y si lo tenía Alfonso.
Después le retiraron al muñeco los símbolos importantes, la corona, la espada y el bastón. Después subieron a Alfonso al tablado y lo proclamaron rey, con el grito de “Castilla, por el rey don Alfonso” y procedieron al besamanos.

lunes, 13 de noviembre de 2023

CORONA DE CASTILLA - LEÓN 5

En 1454 fallece el rey Juan II y le sucede su hijo Enrique IV que había nacido en 1425.
Fue rey de Castilla desde 1454 hasta su muerte en 1474. Era hijo de Juan II y de su primera mujer, María de Aragón, y hermano por parte de padre de Isabel y de Alfonso, (hijos de la segunda mujer del rey). Entre los compañeros de su juventud se contaba Juan Pacheco, que sería su hombre de confianza.

ENRIQUE IV 
Débil de carácter, retraído y abúlico fue dominado por el poderoso Juan Pacheco. Convirtió la corte en un prostíbulo. Se dedicaba a la caza, la danza y a la música.
En 1440 se celebró el matrimonio del príncipe Enrique (de quince años), con la infanta Blanca de Navarra, hija de la reina Blanca I de Navarra y de Juan II de Aragón y Navarra. No tuvieron hijos. Trece años después en mayo de 1453 se declaró nulo el matrimonio de Enrique y Blanca. Enrique alegó debida a un maleficio que había sido incapaz de consumar sexualmente el matrimonio, a pesar de haberlo intentado durante más de tres años, el periodo mínimo exigido por la Iglesia. Se hicieron reconocimiento médicos y se dictaminó que la reina continuaba virgen, después de trece años de matrimonio y que el rey era impotente.
Enrique, siendo príncipe aún, había participado en la Batalla de Olmedo  contra los infantes de Aragón. Su padre le donó varias ciudades y Juan Pacheco recibió el condado de Villena.

JUAN PACHECO EN LA SERIE "ISABEL"

Posteriormente se alió con el reino de Portugal y se materializó en 1455 casándose en segundas nupcias con Juana de Portugal. La boda se celebró sin acta notarial ni una bula papal que autorizara la boda entre los contrayentes, ya que eran primos segundos
En 1458, falleció el rey de Aragón, sucediéndole su hermano, el rey Juan II de Aragón y de Navarra, que era primo carnal del padre de Enrique IV, (Juan II de Castilla, coincidencia de nombre y numeral).
Se formó una Liga Nobiliaria en 1460, que planteó un control de los gastos, y la aceptación del medio hermano del rey, Alfonso de Castilla, (También hijo de Juan II y de su segunda esposa, Isabel de Portugal), como príncipe de Asturias.
Enrique IV fue un rey conflictivo al que se le ha acusado de impotencia y homosexualidad, e incluso de forzar las relaciones de su esposa con otros hombres. Otros dicen que habría dejado embarazada a la reina, mediante inseminación artificial utilizando una cánula de oro. Gregorio Marañón realizó su Ensayo biológico sobre Enrique en 1930, que diagnosticó al rey de displasia. Vamos, que no era fértil.

ISABEL DE TRASTÁMARA  EN LA SERIE 

Pero volvamos atrás. En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Hija de Juan II de Castilla y de su segunda esposa Isabel de Portugal, de la casa de Avis
Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV), hijo de Juan II del primer matrimonio. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, por lo que Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona ya que según la ley, priman los varones para acceder al trono.
Juan II murió en julio de 1454, por lo que Isabel (con tres años), no se podría acordar siquiera de su padre. La reina Isabel de Portugal seguía siendo la administradora de los bienes, pero con el control de varios religiosos, lo que hace sospechar que ya el marido pensaba en que la reina sufría algún desequilibrio mental, lo que se corroboró, pues a la muerte de su marido, ella entró en una profunda depresión, lo mismo que le pasaría a su nieta Juana con Felipe “el hermoso”, años después. 
Enrique IV, ya rey de Castilla en 1454, envió a sus hermanos con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel recibió una esmerada educación de acuerdo con lo que se esperaba que aprendiera una princesa del momento.
Diez años después, el 25 de octubre de 1464, es designado Príncipe de Asturias don Alfonso, su hermano, como heredero del Reino de Castilla.  
El pueblo de Arévalo está asociado a la niñez de Isabel. Allí es donde se crea su vinculación con la orden franciscana y en especial con Hernando de Talavera. Isabel está condenada desde su primera juventud al cuidado de su madre (loca seguramente), y de su hermano que nunca maduró. Allí fue educada por los monjes en la pobreza y la oración. Nos situamos en un mundo muy lejano al nuestro, pero debemos de tratar de entender, sin juzgar, para comprender la vida y obra de esta mujer. Isabel iba creciendo y quienes la rodeaban insistían en presentarla como un chiquilla especialmente despierta. Fue importante su mentor, Gonzalo Chacón, al que le profesaría un gran afecto que duró toda la vida.
En la corte, mientras tanto las cosas se iban complicando. En testamento, su padre, Juan II, había dejado en herencia al infante don Alfonso que fuese maestre de la orden de Santiago. Título muy importante durante siglos. Enrique IV por contra se la concedió a Beltrán de la Cueva, con la desaprobación de la nobleza. Comienzan los problemas. 

BELTRÁN DE LA CUEVA 

El rápido ascenso de Beltrán no es bien visto, sobre todo por el marqués de Villena, Juan Pacheco, y Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo y Primado de España, familiares y poderosos castellanos.
Habían pasado seis años cuando la reina anuncia que está embarazada, lo que provoca gran alborozo en el rey y sospechas en otros. Así las cosas la reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada por ese nacimiento, ya que desplaza a sus hermanastros Alfonso e Isabel. Por lo que se decide llevar a la corte a ambos, por seguridad, se argumenta, hasta ver que se hará con ellos, pero separándolos de su madre que quedaría en Arévalo.

ANA DE AVIS, REINA CONSORTE

Enrique IV, en otra torpeza nombra a Beltrán, conde de Ledesma, lo que hace pensar en que es un pago por los servicios prestados. No obstante hay que decir que no hay una documentación ni testigo con absoluta fidelidad por lo que se pueda asegurar que la recién nacida haya sido hija de Beltrán de la Cueva. La hija de Enrique IV obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla que aún se conserva para quién es heredero a la corona. 

ARZOBISPO CARRILLO EN LA SERIE ISABEL 

Pero Pacheco protestó por ello por escrito pero no explica por qué no tenía derecho la niña. Se puede decir que pensaba que le correspondía a Alfonso, por ser varón y por lo tanto no podía ser desplazado en la sucesión. O porque pensaba que no era hija legítima.
Lo cierto es que el documento no fue exhibido en esas fechas, sino mucho después, como ya veremos. A pesar de todo Juan Pacheco la apadrinó en su bautizo, siendo las madrinas, su propia esposa y la infanta Isabel, que por entonces tenía once años.
Las voluntades testamentarias del rey Juan II iban siendo burladas una a una. Cuellar que le correspondía a Isabel pasó a manos del de la Cueva. El señorío de Arévalo le fue despojado a su madre, la reina viuda, entregándose a Álvaro de Zúñiga, que iba a contraer matrimonio con una hija de Pacheco.
Estos y otros muchos hechos que sufrió en carne y en su familia, las guardó Isabel en su memoria y en su mentalidad de que dado que el destino de las mujeres de esta clase social, estaban ligados a las uniones para enaltecerlas y no para destruirlas, en su caso esto sucedería de forma que ella misma tomaría la decisión que más conviniera, matrimonio político podría ser, pero con su voluntad, no sin ella.
De 1462 a 1465 en la vida de Isabel, no sabemos cuál fue su reacción ante la sugerencias que circulaban sobre su posible matrimonio.  En este sentido un tal Fernando, hijo de Juan II de Aragón, venía de perlas para curar viejas cuentas entre ambos reinos. Luego se habló del hermano de éste, Carlos, Príncipe de Viana, precisamente por lo contrario, era enemigo de su padre. Murió el Príncipe Carlos de Viana y se barajaron historias de traiciones y envenenamiento. 
Pero nada tenemos para confirmarlo.

sábado, 11 de noviembre de 2023

CORONA DE CASTILLA-LEÓN 4

En la guerra entre Enrique de Trastámara y Pedro I de Trastámara, el primero contaba con un ejército castellano-francés que fue derrotado por fuerzas inglesas en la batalla de Nájera,(abril de 1367) que luchaban a favor de Pedro I. Comandadas por Eduardo, príncipe de Gales, heredero de Inglaterra (llamado “el príncipe negro”).

PEDRO I DE CASTILLA 

Pedro I recuperó el trono castellano y el príncipe inglés pidió su recompensa. Pero el rey Pedro le ofreció l todos los castillos y villas de Vizcaya que le reconocerían como soberano
La decisión, en manos de los linajes señoriales de Vizcaya que negativa, preferían seguir con un rey castellano. Además la muerte del último señor de Vizcaya, don Tello, vasallo del rey de Castilla, propiciaría la unión definitiva entre Vizcaya y la Corona de Castilla, en 1369. Los reyes de Castilla (y luego de España) pasarían a ser señores perpetuos de Vizcaya. Así pues, si los linajes de Vizcaya lo hubiesen querido, Vizcaya se hubiera unido a Inglaterra en 1367.
Por lo tanto, decepcionado, el príncipe de Gales abandonó España con sus tropas
Esto facilitó las cosas a Enrique de Trastámara, que ambicionaba la corona de Castilla, por ser hijo de Alfonso XI de Castilla, pero bastardo aunque reconocido, y Pedro I era el primogénito, por lo tanto eran ambos hermanos de padre. La guerra civil se extendió de nuevo por toda la corona de Castilla. Pedro pidió ayuda de los moros de Granada y se defendió en Andalucía. En el camino halló a su hermano Enrique, a quien acompañaban Beltrán Duguesclín y sus Compañías Blancas (los mercenarios franceses), y trabaron combate cerca del castillo de Montiel, llamado de la estrella. Pero sus tropas fueron derrotadas, entonces Pedro se encerró en la fortaleza. Y durante un intento de fuga, donde fue engañado por Bertrand du Guesclin, el Rey de Castilla acabó frente a la tienda de Enrique. Los hermanos iniciaron una lucha personal a espadas y habiendo desarmado Pedro a Enrique, Bertrand du Guesclin intervino sujetando al Rey Pedro por la pierna y haciéndolo girar, momento que aprovechó el Enrique para asestarle una estocada mortal. Esto es posible que sea una leyenda.
Con la muerte de Pedro I (1369) terminó el reinado de la Casa de Borgoña en Castilla.
Comienza por tanto la dinastía de la casa de Trastámara. Siendo su primer rey Enrique II de Castilla.
Este  rey derrotó a Fernando I de Portugal en las Guerras Fernandinas, y al yerno del que fue su rival, (Pedro I), es decir al marido de Constanza de Castilla, Juan de Gante, duque de Lancaster. 

ENRIQUE II DE CASTILLA 

Defendió los intereses del reino de León y Castilla y negó las cesiones de territorio concedidas a Aragón. Enrique II supo recompensar a los que en su momento le ayudaron, con la entrega de territorios, pero también defendió los intereses de León y Castilla. Realizó una devaluación de la moneda para pagar a las Compañías Blancas y a los mercenarios hizo que la confianza de la moneda castellana fuese devaluada en el resto de los reinos. Tras la muerte de su hermano Tello incorporó el señoría de Vizcaya a Castilla que era lo que estaba pensado por los nobles vizcaínos.
Protegió a los judíos dentro de sus reinos, que eran acosados por el pueblo y algunos nobles,  transformó la administración. Convocó numerosas veces a las Cortes, señal de que no era un rey déspota. Fue favorable a Francia frente a Inglaterra.
Falleció en mayo de 1379 y sucedido en el trono por su hijo Juan I de Castilla.
Este rey nació en Aragón cuando su padre no era todavía rey. Tanto él como su padre, Enrique II,  brindan ayuda a Francia enviando la escuadra castellana, destruyendo la escuadra inglesa en 1372 y saquea puertos ingleses llegando a amenazar Londres.
Juan mantuvo amistad con Carlos III rey de Navarra, que estaba casado con su hermana Leonor, poniendo fin a los conflictos entre ambos reinos.
Se casó en 1383 con Beatriz de Portugal hija del rey portugués, con unas condiciones hereditarias complejas pero muy abundantes. 

JUAN I DE CASTILLA

Si el rey portugués moría sin hijos, la corona pasaría a su hija Beatriz y a su esposo Juan I, aunque no mezclarían los reinos, y Leonor, la viuda del rey Fernando, Leonor, permanecería como regente y a cargo del gobierno de Portugal hasta que Beatriz tuviera un hijo que alcanzase catorce años, el cual asumiría el gobierno y título de rey de Portugal.
Muere el rey portugués y se asume lo pactado quedando la corona de Portugal para Juan y Beatriz, reconocidos por el papa. Aunque una parte de la nobleza portuguesa no está de acuerdo con esto. Efectivamente hubo un levantamiento con muertes por varias provincias, haciendo que la regente, Leonor, huyera de Lisboa, recluta un ejército y pide ayuda a su yerno Juan I de Castilla. Éste obtuvo de Leonor la renuncia a la regencia y del gobierno en su favor, lo cual hizo que muchos caballeros y gobernadores de castillos se presentasen a jurar obediencia tanto a él como a su esposa Beatriz. Juan fracasó en Coímbra y en Lisboa. Pidió ayuda a Francia. Mientras tanto el maestro de Avis logró que Beatriz fue declarada ilegítima y se procedió a elegir y proclamar al maestre como Juan I de Portugal. Después de algunos fracasos la flota castellana regresó. La derrota era completa, y volvieron las aspiraciones de los descendiente de Pedro I, el cruel, su hija Constanza y su esposo Juan de Gante que se intitulaban reyes de Castilla desde 1372. En 1386, Portugal e Inglaterra habían establecido una alianza por El Tratado de Windsor y en julio desembarcaron en Galicia Juan de Gante, su esposa y la hija de ambos, Catalina de Lancaster, y establecieron la corte en Orense. Juan de Gante y Juan I de Castilla negociaron un acuerdo a espaldas del rey portugués, el Tratado de Bayona de 1388. Juan de Gante y su esposa renunciaban a los derechos sucesorios castellanos en favor del matrimonio de su hija Catalina con el primogénito de Juan I de Castilla, el futuro Enrique III, a quienes se les otorgó la condición de Príncipes de Asturias, territorio que les correspondía. Así es como queda instaurado para siempre el título de Príncipe de Asturias, que incluso en la actualidad le corresponde al heredero de la corona de España. Enrique, hijo de Juan I, fue el primer príncipe en poseer este título.
Juan I de Castilla falleció en octubre de 1390 y asciende al trono Enrique III de Castilla, llamado “El Doliente”, que había nacido en Burgos siendo hijo del nombrado Juan I y de Leonor de Aragón, siendo rey desde 1390 hasta su muerte en 1406.
Se hizo con los nobles pacificando la situación y restauró el poder que estaba en crisis, se deshizo de sus parientes próximos. Derogó privilegios de las Cortes e impulsó a los “Corregidores” en las ciudades y logró sanear la economía muy deteriorada. También protegió a los judíos en lo posible.
La flota castellana consiguió victoria contra los ingleses. Derrotó a los piratas en Tetuán y comenzó la colonización de Canarias. Detuvo una invasión portuguesa en 1396 y firmó una tregua con Juan de Portugal en 1402.
Después reanudó la campaña contra el reino nazarí de Granada alcanzando una importante victoria en 1406, pero no la pudo terminar porque le sobrevino la muerte.
Fue previsor ya que había delegado una parte del poder en su hermano Fernando I de Aragón, quien a partir de entonces sería el regente de su hijo, menor de edad, el futuro Juan II de Castilla.

Juan II de Castilla
Fue rey entre 1406 y 1454. Su primer matrimonio fue con María de Aragón, y de sus hijos solo sobrevivió Enrique, (el futuro rey Enrique IV).
Su segundo matrimonio fue con Isabel de Portugal que era nieta de Juan I de Portugal de la casa de Avis. Con esta mujer Juan II tuvo dos hijos, Isabel y Alfonso.
En 1420 sufrió el llamado “Golpe de Tordesillas”, que fue secuestrado por el infante Enrique de Aragón, pero es rescatado con la ayuda de Álvaro de Luna, un personaje que en 1410 había sido enviado a la corte donde se convirtió en paje del joven monarca Juan II de Castilla y León, de quien llegó a ser hombre de confianza. Fue  nombrado Condestable, era realmente el valido del rey, y se planteó una guerra civil con los nobles, unos del bando de Aragón y otros de Castilla. Más adelante venció en la batalla de Olmedo, pero fue su declive pues por intrigas de unos y otros, sobre todo de la reina Juana de Avis inducida por su hombre de confianza, Gonzalo Chacón, que estuvo a las órdenes de Álvaro de Luna, y también el hijo primogénito, Enrique, entre todos consiguieron que el rey le retirase su confianza y acabase por condenarle a muerte, ejecutándose en 1453.
Al año siguiente fallece el rey Juan II y le sucede su hijo Enrique IV que había nacido en 1425.

jueves, 9 de noviembre de 2023

CORONA DE CASTILLA-LEÓN 3

El hijo de Alfonso X el sabio, Sancho, a pesar de haber sido desheredado, fue coronado en Toledo el 30 de abril de 1284 como Sancho IV. Poco antes, Sancho todavía príncipe, en 1281 se había casado con María de Molina, lo que había provocado el rechazo de su padre y del papa, por razones de parentesco. 

SANCHO IV

Pero en 1301 la reina María de Molina, (ya viuda) consiguió que el papa considerase legítimos al matrimonio y a sus siete hijos.
En su aspecto militar ya se había enfrentado en 1275, a una coalición de ejércitos musulmanes y fue vencido en Écija.
Ya coronado rey tuvo durante toda la vida luchas internas con los infante De la Cerda, que reclamaban el reino que les había dejado su  padre, Sevilla y Badajoz. También con Lope de Haro, señor de Vizcaya.
Realmente la nobleza nunca vio con buenos ojos la política de su padre en su admiración por las culturas árabe y judía. Las luchas internas por alcanzar el poder fueron constantes al principio. Su hermano el infante don Juan se unió al señor de Vizcaya, y Sancho mató al de Vizcaya y encarceló a su hermano. Y también mandó matar a 400 seguidores del infante de la Cerda, (el hijo del hermano de Sancho), aunque los perdonó al poco tiempo y volvió a sublevarse apoyándose en los Benimerines, ocasionando el conflicto en la plaza de Tarifa, sitiando el lugar, pero fue defendida y los atacantes abandonaron el sitio.
Sancho IV murió en 1295 y dejó como heredero a su hijo de nueve años, Fernando, sin terminar de resolver las disputas con los Infantes de la Cerda.

MARÍA DE MOLINA 

Fernando IV de Castilla nació en 1285 y durante su minoría de edad, su crianza y la custodia fueron encomendadas a su madre María de Molina, que ya viuda, era una mujer fuerte, procuró aplacar a la nobleza, e impidió en varias ocasiones que su hijo Fernando IV fuese destronado. 
La peste, que en forma de terrible epidemia, atacó al ejército de sus enemigos e invasores. Esto salvó a Fernando. La mayoría se retiró, y María de Molina triunfó. Entre 1301 y 1302 María de Molina perdió el control de su hijo. Se vio además desairada por su él, quien, influido sin duda por sus nuevos consejeros, le pidió cuentas de su tutoría en las Cortes de Medina del Campo. Fernando en 1309 prosiguió la lucha contra los musulmanes, fracasó en su intento de tomar Algeciras pero se apoderó de Gibraltar y más adelante en 1312 la ciudad jienense de Alcaudete.

FERNANDO IV 

El Maestre de la Orden del Temple en el reino de Castilla y León, se dispuso a entregar a María de Molina las fortalezas de la Orden en el reino, más la reina no aceptó tomarlas sin el consentimiento de su hijo el rey. María de Molina, ya mayor, estaba ya descansando de sus funciones cuando muere su hijo Fernando, dejando un heredero, el futuro Alfonso XI que había nacido en 1311. Es cuando comenzaron nuevamente las disputas por la regencia. Los infantes Juan, su tío abuelo y Pedro, su tío, formaron regencia, y la tutela la asumieron su madre Constanza de Portugal, hasta su fallecimiento el 18 de noviembre de 1313. Y luego su abuela, María de Molina.
Alfonso XI asumió el trono en 1325, obtuvo la victoria en la Batalla del Salado, contra los Benimerines en 1340 que fue fundamental ya que las fuerzas combinadas de Castilla y Portugal derrotaron decisivamente a los benimerines, último reino magrebí que trataría de invadir la península y hacerse con el último reino musulmán que quedaba, Granada. Posteriormente Alfonso conquistó el reino de Algeciras en 1344.
Sofocó una revuelta que le hicieron Alfonso IV de Portugal y el noble Juan Manuel, pero perdió Gibraltar, que había conquistado su padre. Se alió con Francia en la Guerra de los Cien Años, y puso sitio a Gibraltar. Falleció durante el asedio víctima de la peste negra, que asolaba la región y muchas zonas de Europa, en marzo de 1350.


ALFONSO XI 
En 1329 doña Leonor de Castilla, (hermana de Alfonso XI de Castilla), se casó con el rey Alfonso IV rey de Aragón, de Valencia, de Cerdeña, rey de Córcega y conde de Barcelona. Se procuraba mejorar las relaciones de ambas coronas. Tuvieron dos hijos. Por influencia de ella, el rey de Aragón en 1333 donó al hijo de ambos, Fernando, los señoríos y villas de Játiva, Alcira, Morvedre, Sagunto, Alicante, Morella, Castellón y Burriana, infringiendo las promesas hechas ante las Cortes y la voluntad de su padre de no dividir los territorios. Esto fraccionaba el reino a lo que opusieron los valencianos y el heredero, Pedro, hijo del primer matrimonio, con lo cual los nobles se dividieron en dos bandos. Uno a favor de Leonor y otro a favor de Pedro, su hijastro. Pedro era el heredero legal. Pero posteriormente los jurados de Valencia amonestaron al rey y finalmente cedió ya que esa donaciones eran contrarias a los fueros. Con lo cual aceptó la orden que su padre había dictado donde declaraba que el reino no sería dividido.
Al morir Alfonso XI de Castilla, le sucede su hijo, el famoso Pedro I de Castilla, apodado por unos el Cruel y por otros el Justiciero. Al principio de su reinado hubo luchas entre facciones que se disputaban el trono. Una era la del rey Pedro, y otra la de su hermano de padre, el conde Enrique de Trastamara, hijo bastardo de Alfonso XI y de Leonor de Guzmán.
A su vez, Pedro I de Castilla se encontraba en guerra contra Aragón, cuyo rey, Pedro IV el Ceremonioso apoyaba a Enrique de Trastamara. Y por si fuera poco este conflicto era también un frente de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, ya que a Pedro el Cruel le apoyaba Inglaterra y a Enrique de Trastamara le apoyaba Francia. Inglaterra y Francia enviaron ejércitos a Castilla para apoyar a sus respectivos candidatos. Aragón se jugaba la hegemonía en el Mediterráneo compitiendo con Génova, que a su vez tenía intereses comunes con Castilla. Las alianzas que obtuvieron en la contienda con Inglaterra, Francia y Marruecos, uno y otro, hizo que la nobleza enfrentada a Pedro I se envalentonara.


PEDRO I 

En 1357, Pedro entró en tierras de Aragón, y luego entró en Castilla en 1359. Enrique reunía en Francia a las Compañías Blancas (mercenarios franceses), al mando de Beltrán de Duguesclin. Pedro I venció en Nájera y años después en Valencia consiguiendo un pacto de paz con Pedro IV de Aragón. Pero no cumplió el pacto de paz y reinició la guerra.
En 1360, viendo Enrique que aumentaban sus partidarios, no dudó del buen éxito de una invasión en Castilla. Renovando las hostilidades contra Aragón, en 1361 Pedro I ganó varias fortalezas. Ajustó la paz con Pedro IV de Aragón obligándose ambos reyes a restituirse los castillos y lugares conquistados. Pedro I de Castilla se apoderó en 1362 de varias plazas musulmanas. Estamos en la guerra castellano-aragonesa de 1356-1369, llamada “Guerra de los Dos Pedros”, fue una serie de enfrentamientos que mantuvieron Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón entre 1356 y la muerte del primero en 1369. El conflicto no fue continuo, estuvieron separados por varias treguas y negociaciones de paz que fracasaron.
Este conflicto era, pues, al mismo tiempo guerra civil en Castilla por el dominio de España entre Castilla y Aragón y un campo de batalla de la Guerra de los Cien Años. En este contexto, en un determinado momento del conflicto, en 1366-1367, el rey Pedro el Cruel, que había perdido el dominio de la mayor parte de Castilla. Pidió ayuda a Eduardo, príncipe de Gales, heredero de Inglaterra (llamado “el príncipe negro”) y a cambio prometió entregarle el Señorío de Vizcaya, incluyendo la villa de Castro Urdiales.


EDUARDO DE WOODSTOCK (EL PRÍNCIPE NEGRO)

Al principio pareció que esta alianza funcionaba. El ejército castellano-francés de Enrique fue derrotado por fuerzas inglesas en la batalla de Nájera,(abril de 1367). Pedro recuperó el trono castellano y el príncipe inglés pidió su recompensa. Pero entonces el rey Pedro le dijo que muy pronto todos los castillos y villas de Vizcaya le reconocerían como soberano pero en privado envió cartas a los caballeros de Vizcaya para que no reconocieran al inglés. La decisión quedó en manos de los linajes señoriales de Vizcaya.
 Si éstos hubiesen pensado que Vizcaya estaba oprimida por las armas por Castilla y no se hubiesen sentido castellanos tenían una oportunidad de oro para separarse de Castilla y de España para siempre. Pero hicieron todo lo contrario. Como indica el célebre historiador vizcaíno del siglo XIX Labayru, los caballeros vascos les dijeron claramente a los enviados ingleses que “Vizcaya nunca aceptaría como Señor a un príncipe extranjero”. El famoso cronista contemporáneo y futuro Canciller de Castilla, el alavés Pedro López de Ayala afirma en su célebre “Crónica sobre este periodo de la historia de España: “el príncipe de Gales no ovo la tierra de Vizcaya por cuanto los naturales de la tierra sabían non placía al rey fuese aquella tierra del príncipe”. Es decir, los vizcaínos optaron por la lealtad a Castilla. Quedó bien clara de nuevo la hispanidad vasca y vizcaína, quienes, junto a alaveses y guipuzcoanos llenarían las filas del ejército castellano del rey Enrique unos años más tarde en la guerra contra Navarra. Además la muerte del último señor de Vizcaya, don Tello, vasallo del rey de Castilla, propiciaría la unión definitiva entre Vizcaya y la Corona de Castilla, en 1369. Los reyes de Castilla (y luego de España) pasarían a ser señores perpetuos de Vizcaya. Así pues, si los linajes de Vizcaya lo hubiesen querido, Vizcaya se hubiera unido a Inglaterra en 1367 y quién sabe si hoy Vizcaya sería todavía británica.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...