lunes, 8 de abril de 2024

LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

La Inquisición medieval fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc, el sur de Francia. Tras la publicación en 1231 de la bula de Gregorio IX titulada “Excommunicamus”, estableció formalmente el tribunal de la Inquisición haciéndola depender directamente del pontífice y nombrando a los padres dominicos como inquisidores, estableciendo que los herejes fueran entregados al brazo secular para su castigo.
El concilio de Tarragona de 1242 estructuró definitivamente el tribunal de la Inquisición en Aragón.

TORQUEMADA ANTE LOS RR.CC. 

Esta fue el primer Tribunal de la Inquisición, que todavía no se instituyó en Castilla.  Pero  la orden de los padres dominicos  en los tribunales inquisitoriales no evitó, sin embargo, que la Inquisición actuase en Aragón para combatir la apostasía de algunos frailes de dicha orden mendicante. La introducción de la “Inquisición nueva” en Aragón fue empeño especial de Fernando II quien forcejeó con el papa varios años, entre licencias y derogaciones. Fue establecida por Fernando en Aragón como herramienta de persecución de la herejía y las disidencias. El tribunal de Zaragoza se fundó en 1482, y tenía competencias sobre el territorio aragonés y Lérida, aunque Teruel estaba excluida. En 1483 fue nombrado Torquemada inquisidor general, a la vez que de Castilla, de los reinos de Aragón, Cataluña y Valencia. La oposición le fue intensa desde el primer momento, no sólo por la abundancia de conversos y el apego de los frailes dominicos a sus privilegios en la amortiguada Inquisición anterior, sino por el de los aragoneses a sus Fueros, en peligro de infracción ante este entrometimiento castellano.
Inquirir significa averiguar, preguntar. Éste era el objetivo primero del Santo Oficio. Averiguar sobre la verdad de la herejía de una persona, y si las denuncias presentadas eran verdad y no se trataba de venganzas personales. Al recibir una denuncia había una investigación siempre secreta. Si se comprobaba que la denuncia no tenía fundamento, al denunciante le multaban y hubo miles de denunciados que jamás supieron que habían estado en el punto de mira y que las denuncias habían sido archivadas
El Santo Oficio fue creado en Castilla para combatir los focos judaizantes que se habían localizado en el arzobispado de Sevilla.


El cristianismo es una fe que se proclama “dogma de fe”. Norma desde el rey hasta el último morador. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. Tenían casas de oración, sus leyes y autoridades y escuelas. Tenían permiso del rey para ello esto desde hacía siglos. Abonaban un impuesto (paira) y no podían formar parte de las instituciones. Los musulmanes eran invasores y los judíos al no ser cristianos, el pueblo llano los rechazaba pues no olvidaba que fueron los que rechazaron a Jesús y lo hicieron crucificar y también convinieron acuerdos con los musulmanes en su invasión en el siglo VIII. Y esos cristianos se consideraban herederos de los reyes godos y descendientes de Roma. Por esto es por lo que se dice que “Soy cristiano, apostólico romano”.
Todo esto es importante para entender los hechos. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisión que se tomaron. 
A partir de las serias revueltas de 1391 en adelante, los conflictos eran cada vez mayores, alcanzando hasta la desconfianza a los nobles y reyes. Es por esto por lo que se obligó a la conversión a los judíos, para evitar tantos problemas en la sociedad de entonces. Era lógico entonces crear un organismo que averiguara si esta situación de falsa conversión era cierta en cada acusación. Por ello es por lo que en 1478 se creó el “Santo Oficio de la Inquisición”, en decir, que “averiguaba”, “inquiría”. Y se descubrió que entre los conversos había todo tipo de actitudes religiosas, desde los sinceros cristianos hasta los más recalcitrantes judíos que continuaban con sus costumbres y ritos, denunciados y rechazados por los cristianos. Estaba claro que la situación era insostenible. Los cristianos viejos seguían protestando por el posible engaño de los conversos y porque consideraban un insulto grave la existencia de conversos que continuaban con su religión a escondidas.

Es evidente que el año 1492 contempla cuatro acontecimientos singulares, la toma de Granada. La entrega de la ciudad de Granada marcó la que podemos considerar como la cúspide del reinado. Sin embargo, el Reino de Granada seguía contando con una población que era mayoritariamente musulmana. Isabel emprendió un intenso trabajo de adoctrinamiento para conseguir que se produjesen numerosos bautismos. Fray Hernando de Talavera ocupó la sede arzobispal, recién creada, el cristianismo había estado prohibido en Granada hasta entonces y el Papa otorgó a los Reyes un derecho de patronato sobre las diócesis que se fueran creando, de modo que ellos escogían los obispos. Es el mismo sistema que se aplicaría luego en América, recién descubierta ese mismo año.
La Inquisición ya había sido establecida en 1478, por los reyes con el fin de mantener el catolicismo más puro en todos sus territorios. Fue creada para actuar como tribunal con el fin de descubrir y someter a juicio a los herejes. Esto conllevó al crecimiento del odio entre judíos y cristianos, ya que cuando una persona tenía una rencilla con algún vecino o conocido, lo acusaba directamente de ser judío para llevarlo a juicio y complicarle la vida. De este modo, aumentó notablemente el número de denuncias falsas y acusaciones por ser judío. Tanto el gobierno, como los demás funcionarios proclamaban que era importante expandir el catolicismo real. Por ello, promulgaron leyes para prohibir los matrimonios mixtos entre cristianos y judíos o judíos conversos, ya que ensuciaban la pureza de la sangre. A raíz de este rechazo continuo y creciente, muchos judíos que no renunciaron a su fe fueron asesinados y otros muchos expulsados del país. Con ellos, se fue buena parte de la cultura y de las tradiciones que hasta ese momento había habido en el territorios.  Pero los judíos eran una amenaza para la monarquía y los Reyes Católicos vieron en la Inquisición el medio para eliminar la fuente de uno de sus mayores problemas.


Lo cierto es que el Tribunal del Santo Oficio en España era más garantista que la Justicia ordinaria. La Institución consagró la figura del abogado de oficio, quizá existiera ya, pero con su uso en esta institución quedó para siempre. Sepamos que el primer Tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe, no fue español, sino que nació en Alemania, en 1220 a petición del emperador Federico II, que reinaba también en el sur de Italia y en Sicilia. Lo creó el papa Honorio III. La herejía paso a ser un delito de atentado contra el rey, es decir contra el Estado, castigado con la pena de muerte en la hoguera., por lo que esas ejecuciones no fueron contabilizadas como ordenadas por la Inquisición local, sino por la Justicia Ordinaria.
La Santa Inquisición en España fue estructurada desde el principio como un tribunal subordinado directamente a la Corona. Ofrecía unas garantías procesales más amplias que los tribunales ordinarios y, de hecho, ejecutaba bastante menos. Recurría a la tortura en escasas ocasiones, y siempre bajo supervisión de un inquisidor que tenía orden de evitar daños permanentes, a menudo junto a un médico, en contraste con las salvajes torturas aplicadas por la autoridad civil. El desarrollo de la tortura era registrado escrupulosamente por los secretarios, incluyendo los quejidos y exclamaciones proferidas por las víctimas. Además, el Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa y por los tribunales ordinarios. En cuanto a las manidas torturas admitidas en todos los sistemas judiciales de Europa hasta hace dos días, estaba terminantemente prohibida la efusión de sangre. Un físico estaba presente en los interrogatorios, que se detenían en cuanto saliera aunque fuese una gota de sangre por la nariz, cosa que los tribunales civiles era algo común. Salvo raras excepciones, se empleaban artilugios de tortura. Las confesiones obtenidas durante el tormento no eran válidas por sí mismas y debían ser ratificadas, fuera de él, en las veinticuatro horas siguientes.
Entre los reos finalmente condenados, los castigos podían ir desde una multa económica, servir en galeras como remeros durante un tiempo específico, penas de prisión o, en los casos más graves, ser quemados vivos.
La Inquisición en España, es propaganda británica y holandesa más que nada. Parece mentira que aún haya gente que se sienta identificada y crean que tienen algo que ver con la que gente que nació 500 o 700 años atrás, culpando o ensalzando.
Desde que se creó la Inquisición en España, en 1478 hasta que se abolió, en 1834, (356 años) ha habido 341.000 procesos documentados con la ejecución a 31.912 personas. Es decir algo más de 7 al mes. También indica que sólo el 10%  eran ejecutados. Pero estamos hablando desde el siglo XV al XIX. Para aquellos tiempos no eran cifras tan alarmantes. En la actualidad, en el país modelo de democracia en el mundo, EE UU, desde 1976, año en que la Suprema Corte reimplantó la pena de muerte, se ha ejecutado a 1.462 personas hasta diciembre del 2017. Es decir casi 4 al mes. En Inglaterra el Tudor persiguió con saña a los católicos. En Francia los gabachos se cargaron en una sola noche a más hugonotes que todos los que fueron quemados en autos de fe, y las brujas fueron perseguidas sin piedad en Alemania y Centroeuropa.
Aparecieron herejías en el sur de Francia y en el norte de Italia, la albigense y la valdense. Calvino a mediados del siglo XVI se había erigido en el principal dirigente del protestantismo europeo, capaz de hacer frente a la Contrarreforma católica que defendía nuestro Carlos V, en Emperador del Sacro (Sagrado) Imperio romano. 
El calvinismo superó pronto en influencia al luteranismo. Calvinista fue el protestantismo dominante en Suiza y en Holanda, así como el de los hugonotes franceses, los presbiterianos escoceses, ingleses y otras comunidades como Hungría, Polonia y Alemania. Pues durante su mandato en Ginebra fueron enviados a la hoguera unas 500 personas en 23 años, entre ellos el aragonés Miguel Servet, una ciudad con 100.000 habitantes. Casi 22 personas al año y un 0,5% de la población.
Mientras que en España, Henry Kamen, historiador hispanista  británico considera que hasta desde la aparición de Torquemada en 1483 hasta 1530, (47 años) el número de personas ejecutadas por la Inquisición española fue alrededor a dos mil (42 cada año). Esto en toda España, que tenía una población del orden de 7 millones de habitantes, (Un 0,03% de la población)
En Ginebra existe un monumento de varios metros de alto de Calvino. Si tuviéramos un monumento, aunque fuera pequeño a Torquemada sería un escándalo impresionante y en Ginebra lo tienen con mucho orgullo, ya que fue un defensor de su religión.
Alemania, Suecia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, países de religión protestantes no se quedaron atrás. A diferencia del Tribunal español los sentenciados por su Inquisición siempre fueron delitos contra el Estado, por lo que no se contabilizan las muertes en la hoguera por decisión de la Inquisición.
Desde que se creó la Inquisición en España, en 1478 hasta que se abolió, en 1834, (356 años) ha habido 341.000 procesos documentados con la ejecución a 31.912 personas. Es decir algo más de 7 al mes. También indica que sólo el 10%  eran ejecutados en vida, otros lo eran con la persona fallecida, por lo que la sentencia era simbólica, realmente eran estatuas en representación de los reos. Pero estamos hablando desde el siglo XV al XIX. Para aquellos tiempos no eran cifras tan alarmantes. En la actualidad, en el país modelo de democracia en el mundo, EE UU, desde 1976, año en que la Suprema Corte reimplantó la pena de muerte, se ha ejecutado a 1.462 personas hasta diciembre del 2017. Es decir casi 4 al mes. En Inglaterra el Tudor persiguió con saña a los católicos. En Francia los gabachos se cargaron en una sola noche a más hugonotes que todos los que fueron quemados en autos de fe, y las brujas fueron perseguidas sin piedad en Alemania y Centroeuropa. En España, el número de "candorosas herboristas” ejecutadas fue ridículo en comparación. Teniendo en cuenta que se dedicaban sobre todo a practicar abortos, preparar venenos que vendían. Los que acaban en la hoguera eran pocas, las que se negaron hasta el último momento de abjurar de sus herejías a pesar de haber tenido cien veces oportunidad de hacerlo. Las cifras demuestran que la caza de brujas fue un problema ajeno al Mediterráneo. Según cálculos del historiador alemán Wolfgang Behringer, la persecución provocó en toda Europa entre 40.000-60.000 víctimas, donde 500 corresponden a la suma de las ejecutadas en España, Portugal e Italia (exceptuando las regiones alpinas de lengua italiana). En esta cifra, correspondiente a la primera parte de la Edad Moderna, Francia habría ejecutado a 4.000 y Alemania al menos a 25.000.
Y lo más importante para tener en cuenta es que la religión, el estado y la política estaban unidos como casi un solo estamento. En toda Europa. La religión del rey era obligatoria para todo el reino.

viernes, 5 de abril de 2024

EL VALLE DE LOS CAÍDOS

El 1 de abril de 1940, justo un año después del fin de la guerra, Franco redactó el decreto de fundación de lo que sería el monumento funerario conocido como Valle de los Caídos. En él señalaba que tenía como objetivo “perpetuar la memoria de los caídos de nuestra gloriosa Cruzada”.
La edificación tuvo lugar entre 1940 y 1958, bajo la dirección de dos arquitectos: Pedro Muguruza hasta 1950 y Diego Méndez desde este año, cuando sustituyó al primero por motivos de enfermedad.

Se dispuso que el Estado no invirtiera una sola peseta en su construcción. Para poder financiarlo, se destinaron los fondos sobrantes de la denominada “suscripción nacional”, es decir, las aportaciones materiales voluntarias hechas para financiar al “bando nacional” durante la guerra. Como luego se vio que no era suficiente, desde 1957 se realizaron unos sorteos extraordinarios de “Lotería Nacional” y a ello se añadieron algunos donativos particulares. Tales sorteos se habían celebrado en los años anteriores para la reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid.
En las obras de construcción participaron principalmente trabajadores libres y un porcentaje menor, aunque significativo, de presos, éstos entre los años 1942 y 1950, en régimen de redención de penas. La presencia de éstos encuentra su causa en la organización del sistema penitenciario español, que contemplaba la existencia de la “Obra de Redención de Penas por el Trabajo”, bajo la dirección de un Patronato Central que recogía las peticiones voluntarias de los presos que deseasen reducir el tiempo de su condena por este medio, además de cobrar un salario igual al de los trabajadores libres del ramo y en el lugar, y de disponer de una serie de ventajas (seguros sociales, amplia libertad de movimientos y trato normal con empleados libres, visitas y estancias de familiares, mejor alimentación, etc.). Este sistema de trabajo está reconocido, entre otros, en el informe de expertos encargado por el gobierno de Zapatero.
Cuenta uno de los presos trabajadores “yo tuve que hacer una instancia y mandarla al Ministerio de Justicia, al Patronato que había de Redención de Penas, y si era aprobada, me mandaban al destacamento solicitado; si no, no podía salir de la prisión. Aunque quisiera trabajar, si no hacía esa instancia y me la aprobaban, no podía salir. Y luego, claro, dentro de la prisión había que tener una conducta intachable, a la mínima falta, quedaba todo anulado, eso matemático, por mínima que fuera la falta... Tardaron dos meses en aceptarme. Allí lo que pasaba, a mí como a casi todos, es que trabajando seis u ocho años sabías que tenías la libertad asegurada. Ahí radicaba todo”. La fórmula a aplicar fue 1 día de trabajo = 5 días de remisión de pena. Alberto Bárcena Pérez, de la Universidad CEU San Pablo, considera que llegaron a ser hasta seis días por jornada de trabajo ya que las horas extras también se contabilizaban a efectos de reducción de condena.

En 1943 el Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo explicaba que las empresas asignaban a cada obrero el mismo salario que a los trabajadores libres dentro de su profesión y especialidad. Las horas extraordinarias también les eran abonadas. Regía para ellos toda la legislación social de los obreros libres. Las empresas se encargaban de la alimentación. Una de ellas era Banús, otra San Román. A ellas correspondía el gasto íntegro de la alimentación y mensualmente se resarcían del importe del socorro recibiendo de las Prisiones Provinciales. La memoria del mismo Patronato de 1949 explicaba que muchos presos no llegaron a beneficiarse completamente de la redención de penas por el trabajo porque antes de cumplir sus condenas habían sido indultados.
El arquitecto Pedro Muguruza estableció que para realizar el trabajo pesado de las obras los obreros debían seguir una dieta de entre 3.000 y 3.500 calorías. El médico de la obra fue Ángel Lausín, también preso.
Sobre el número de obreros, tanto libres como presos, que trabajaron en las obras, Daniel Sueiro estimó en 1976 que a lo largo de los veinte años que duró la construcción del Valle habrían pasado por allí unos veinte mil. La cifra de veinte mil fue considerada exagerada en 2015 tras investigar en los archivos del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Por su parte el arquitecto Diego Méndez González, director de las obras desde diciembre de 1950 hasta su conclusión, afirmó también que normalmente había unos 2000 obreros al día. El médico de la obra afirmó que “1.500 a 2.000 se habrán juntado algunas veces.”
Mucho presos, después de cumplir su condena continuaron trabajando en el Valle como obreros libres. Tenía que salirte un fiador, alguien que se hiciera responsable, y donde viviera el fiador allí tenía que vivir. Si no, no se podía salir. De modo que tenía que buscar una persona que le conociera y que respondiera por él, de sus actuaciones, hasta que obtuviese la libertad definitiva. Y el que no tenía eso, no podía salir.


En el Valle está la basílica del Valle de los Caídos, de la que se ocupan los frailes benedictinos, y fue consagrada por Juan XXIII. Allí están enterrados en diferentes criptas y pisos 33.833 cadáveres, de los cuales 12.410 son de personas desconocidas, lo que lo convierte en la mayor fosa común de España. El último traslado de un cuerpo se produjo en 1983. Los muertos se llevaron desde fosas comunes y desde cementerios de toda España, excepto de Ourense, A Coruña, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
La idea era la de conservar allí los restos de los caídos en la contienda, de ambos bandos. Se decide trasladar miles de cuerpos de republicanos represaliados, en muchos casos sin permiso ni conocimiento de sus familias. Una carta del ministro de Gobernación fechada en 1958 constata el cambio de rumbo del Valle y especifica que se harán las inhumaciones “sin distinción del campo en el que combatieran”.
En el caso de que los cadáveres tuvieran nombre, sí se pedía consentimiento a las familias. Si eran fosas con algunos cuerpos con nombres y otros sin nombre, se pedía consentimiento a las familias de los cadáveres filiados y se trasladaba a todos indistintamente al Valle.
Sobre todo este conjunto monumental se alza la cruz más grande del mundo cristiano, visible desde la carretera. Uno de los trabajos más arduos en esta edificación, este sería, quizá, el de la famosa cruz del Valle de los Caídos. Según admitiría en 1957 el arquitecto Diego Méndez “la cruz fue nuestra pesadilla”. Creada con hormigón y cemento, pesa más de 200.000 toneladas, mide 150 metros de altura y 46 de longitud en sus brazos. “Presentar una cruz en lo alto de un risco que trepa a las nubes sin que pareciera enana, vulgar de estilo y proporciones, era la pesadilla, repito, tanto del Caudillo como la mía”, reconocía el arquitecto, de manera que “pasaron meses y no daba con la solución. Un día, de modo inesperado, sin darme cuenta dibujé exactamente la cruz tal y como está ahora en su materia clavada en la elevación poderosa”.

De las esculturas de la base de la cruz se encargó Juan de Ávalos. Un artista que había participado en el concurso. Franco mismo lo seleccionó. Es de hacer notar que Juan de Ávalos era republicano, tenía el carnet número 7 del partido socialista de Mérida. Vivía en Portugal, donde se había exiliado.
En un principio estaba previsto colocar allí representaciones de los doce apóstoles, pero al final se acordó que fueran los cuatro evangelistas, en la base, y las cuatro virtudes cardinales en la zona de transición de aquella al fuste de la cruz. Además Ávalos esculpió la Piedad que debía figurar encima de la puerta de entrada a la basílica.

Tanto los arquitectos como los escultores manifestaron su orgullo por la obra ya que representaba un monumento de reconciliación y por lo tanto trasciende a la política y las ideologías, y al igual que en cualquier país, un monumento de esta importancia se respeta porque es parte de la historia. En una guerra unos ganan y otros pierden y en el valle de los Caídos no hay ninguna señal de un bando vencedor.
Actualmente el conjunto pertenece a la Fundación Santa Cruz del Valle de los Caídos y es gestionado por Patrimonio Nacional desde su apertura el 1 de abril de 1959.
Este espacio, en la actualidad, se encuentra protegido por la Comunidad de Madrid, declarado Bien de Interés Cultural mediante decreto 52/2006.
La UNESCO por su parte circunscribe únicamente su nombramiento como Patrimonio de la Humanidad a los términos municipales de EL Escorial y San Lorenzo de el Escorial que es de 56,4 km cuadrados, en  su orientación norte llega e incluye  el paraje de Cuelgamuros, finca donde está ubicado el conjunto monumental del Valle de los Caídos. Este privilegiado enclave, pertenece al término municipal de San Lorenzo de El Escorial y tiene calificación BIC en toda su extensión, y además, es Bien Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de sitio histórico, desde noviembre de 1984.
La Cruz simboliza la fe cristiana que a pesar del martirio sufrido hasta la muerte, triunfa sobre la poderosa Roma. Y es la piedad, el perdón, la misericordia, humildad y la pobreza antes que la soberbia y la riqueza material.
 

domingo, 31 de marzo de 2024

REAL MONASTERIO DE "EL ESCORIAL"

Muy cerca de Madrid se levantó en el siglo XVI un grandioso monasterio.  Estaba llamado a ser la representación arquitectónica de un rey-emperador, de su  Estado y de su concepción del mundo. Un monumento mítico que tendría gran trascendencia en la historia de España.


Felipe II recibió el encargo junto con la abdicación de su padre en su favor, en 1556, de que le enterrase dignamente junto a su esposa, la Emperatriz Isabel. El edificio que había que construir debía ser a la vez, Monasterio, Basílica, Biblioteca, Iglesia Funeraria, Sepulcro Real, y capaz de albergar a la Corte Real durante jornadas. Tenemos que saber que la Corte, además de los funcionarios de la administración del rey, estaban los sirvientes de los reyes y nobles, los de cada cargo y además de la guardia. Si a eso le sumamos las visitas que recibían cada funcionario destacado además del rey, como embajadores, delegados, militares, etc. el total de las personas era muy numeroso. Por lo tanto para albergar a todo ese personal era una cuestión complicada.

La obra del Escorial tardó muy poco tiempo en realidad, considerando la dimensión de la obra y la época de su construcción.
Lo cierto es que  mandó construir el Real Monasterio para conmemorar la victoria en la batalla de San Quintín frente a los franceses y a la vez crear un monumento funerario a la altura de la dinastía de los Habsburgo. Es un monumento de un monarca aficionado a la arquitectura y a la teología. ..
Las condiciones meteorológicas de la zona y la cercanía de los materiales necesarios para la construcción son las posibilidades que algunos también apuntan.
El Rey comenzó la construcción del palacio-monasterio en 1562 y encomendó las tierras a los monjes jerónimos. Tradicionalmente, la Monarquía hispánica había estado muy vinculada a esta Orden religiosa. Y, aunque el Monarca se había trasladado a vivir al edificio muchos años antes, hasta 1586 no se concluyó definitivamente la Real Basílica, poniendo punto final a la obra.

Sobre los planos y la simbología oculta del Monasterio mucho han hablado los historiadores. Felipe II ordenó construir una estructura típicamente renacentista, según los criterios racionalistas de la época, pero basado en el mítico Templo de Salomón. Varios arquitectos contemporáneos han coincidido en dictaminar que el Templo de Salomón, tal y como ha sido representado tradicionalmente y el Real Monasterio guardan muchas similitudes.
La idea de sellar una puerta del Diablo con un templo diseñado por Dios pudo sonar tentadora en la grandilocuente mente de Felipe II, quien plagó el templo de referencias al Rey Salomón y al Rey David, empezando por las dos enormes estatuas dedicadas a estos personajes bíblicos en la fachada principal de la basílica.

El Monasterio es una obra maestra de la arquitectura y todo un grito a la geometría. Una joya a la que el paisaje embellece más, si cabe, en otoño.
La segunda motivación que llevó a Felipe II la construcción del monumento madrileño fue la de convertirlo en el Panteón Real de la dinastía de los Austria. Para ello comenzaría por su padre, Carlos V, quien quiso ser enterrado en el Monasterio de Yuste (Cáceres), aunque la decisión final quedó en manos de su hijo.
La leyenda de la “silla del rey”, no tiene visos de veracidad, porque para empezar seguramente es una construcción celta, por otra parte, en aquel tiempo desde ese sitio no se dominaba bien la construcción. La leyenda cuenta que entre los años 1563 y 1584, en los que se llevó a cabo la construcción del complejo el rey Felipe II se hizo construir un mirador con un trono para desde allí vigilar la marcha de las obras. Este no era ni por asomo el lugar donde Felipe II vendría a ver las obras. La vista desde la silla del monasterio es de más de 2 kilómetros.

En agosto de 1561 Juan Bautista de Toledo es nombrado “arquitecto del rey” que realizará los planos y comenzará la construcción de una maqueta, para lo que se nombran ayudantes y aparece también como discípulo Juan de Herrera. Se construyó una maqueta en 1562. Recién en abril de 1563 se coloca la primera piedra, que lleva los nombres del rey y del arquitecto. Las variaciones respecto del proyecto original fueron constantes, salvo el cuadro general.  En 1571, al terminar una de las fachadas, se comenzó a habitar por algunos frailes, la Corte y el Rey todos estos en zonas provisionales. En 1574 se comenzó la basílica. En 1582 la obra avanza rápidamente sobre todo con la construcción de la portada del Monasterio. En 1587 las obras del Monasterio están ya terminadas totalmente. En el siglo siguiente se fue trabajando en el Panteón Real. Esto se terminó en 1654.

Los escultores  León y Pompeo Leoni trabajaron en su principal encargo, el grupo escultórico de estatuas orantes de Carlos I y su familia para la Iglesia del Monasterio.
Un incendio sufrido en junio de 1671 destruyó los techos y suelos de madera, salvándose algunas estancias. Pero la reconstrucción tardó siete años en terminar.
Considerada la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico. Su arquitectura marcó el paso del plateresco-renacentista al clasicismo desornamentado. Obra ingente, de gran monumentalidad.
El 2 de noviembre de 1984, en coincidencia con la celebración del cuarto centenario de la colocación de la última piedra, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en la ciudad argentina de Buenos Aires, inscribió el Monasterio en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, como "El Escorial: Monasterio y Sitio". Esta figura incluye el Monasterio y otros enclaves de realengo, la Casita del Príncipe y la Casita del Infante, ambas diseñadas por Juan de Villanueva en tiempos de Carlos III.


LA BIBLIOTECA. Felipe II tenía una debilidad por los libros. En las estanterías de madera maciza de la biblioteca de El Escorial descansa una valiosísima colección de manuscritos, incunables y libros raros, el rey era de gustos místicos, algunos de ellos de la Edad Media.
A esta biblioteca con nombre propio, se le conoce como la Escurialense o la Laurentina, está adornada con frescos en el techo que representan las siete artes liberales. Como centro de conocimiento y sabiduría, la biblioteca de El Escorial es una joya cultural que refleja la importancia del monasterio como centro de aprendizaje y espiritualidad durante siglos.

EL PANTEÓN DE REYES del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es la sala que da comienzo y sentido al resto del complejo. Felipe II decidió construir este edificio en el centro geográfico de la península para que albergase la tumba de su padre Carlos I, a pesar de que quería ser enterrado en Granada. Finalmente, se concibe este panteón monumental que sirve como lugar de descanso final para los monarcas de España desde el siglo XVI.
Está situado bajo la basílica, y además de albergar los sepulcros de los reyes y reinas de España, también descansan aquí algunos miembros selectos de la familia real. Los sepulcros están elaboradamente decorados con esculturas y relieves que representan escenas religiosas y alegóricas, y las lápidas de mármol muestran los nombres y títulos de los monarcas enterrados.
CLAUSTRO PRINCIPAL  es una representación sublime del estilo herreriano que se construye alrededor del patio de los Evangelistas. En las galerías las paredes están decoradas con frescos que representan las historia de la Redención. La imponente escalera tampoco fue diseñada por el arquitecto original, Juan Bautista de Toledo, sino por Bergamasco y añadió una gran cúpula que más tarde pintaría Luca Giordano.
El patio tiene una forma de cruz con un templete dórico en el centro que hace referencia a los cuatro evangelios y al jardín del Edén.
La basílica del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un claro ejemplo de arquitectura renacentista española.  En realidad la basílica hacía la función de dos iglesias en una, por un lado está la capilla del pueblo, que es el Sotocoro, y en el cuerpo central del templo se sitúa la Capilla Real e Iglesia conventual. Para separarlos había unas grandes rejas de bronce, muy típicas en las catedrales españolas.
EL CORO, que no se puede visitar, consta de 124 sillas con ebanistería del genovés José Flecha, una de las sillas es un poco más grande porque desde aquí Felipe II asistía a la misa. En la bóveda hay una Gloria pintada por Luca Cambiaso.

LAS SALAS CAPITULARES del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial son espacios de gran importancia dentro de la estructura monástica. En ellas, los monjes se reunían diariamente para llevar a cabo las lecturas de las Reglas, resolver asuntos administrativos y discutir temas relacionados con la vida monástica.
Estas salas están ubicadas cerca del claustro principal y se distinguen por su arquitectura sobria, pero majestuosa, con techos altos y elementos decorativos que reflejan la solemnidad del entorno. Además de su función como lugar de reunión y deliberación, las salas capitulares suelen albergar obras de arte religioso, como pinturas o esculturas. Las bóvedas están decoradas con frescos religiosos moralizantes y las paredes tienen una selección de pinturas del siglo XVI y XVII, entre las que destacada La túnica de José, obra de Velázquez.

LA SACRISTÍA reúne en una misma sala obras de José de Ribera y Luca Giordano, además de uno los conjuntos de indumentaria religiosa católica más relevantes, según Patrimonio Nacional. El lienzo que preside el altar es una adoración de Claudio Coello. Cada último domingo de septiembre se desciende el cuadro para dejar ver el tabernáculo del camarín con la exposición del Santísimo Sacramento que fue profanado.

SALA DE BATALLAS. Diseñada por Juan de Herrera, la sala de las batallas sirve como un vasto espacio museístico primitivo que conmemora las victorias militares más significativas de España. Estos frescos fueron pintados por un equipo de artistas genoveses formado por Nicolás Granello, Fabrizio Castello y Lazaro Tavarone. En ellos se representan escenas de batallas emblemáticas como la de la Higueruela de 1432, la campaña de San Quintín, por la que se levantó el monasterio, dos episodios de la anexión de Portugal de 1583, la conquista de las islas Terceras y de las islas Azores. La sala de las batallas, conocida en sus inicios como la Galería del Rey, es un ejercicio propagandístico del poderío militar de España a lo largo de los siglos.
 

miércoles, 27 de marzo de 2024

EXPEDICIONARIOS Y CONQUISTADORES DEL SIGLO XVI EN AMÉRICA

¿Cómo fue aquello para los trabajadores, soldados y gente sin recursos, que fueron a América?
Plantearse ir al Nuevo Mundo era una posibilidad que no cualquiera era capaz de afrontar. Era la aventura total en aquellos tiempos. Sumemos a la enorme distancia, el desconocimiento casi absoluto de lo que se pudiera encontrar, la posibilidad de no regresar jamás y luchar contra lo desconocido. Aquellos hombres aguerridos tuvieron que enfrentarse a enfermedades y enemigos diferentes en tierras ignotas.
Entre los males destacaban las niguas y la modorra, que ésta sí fue una enfermedad novedosa para los españoles. Los síntomas incluían apatía generalizada, somnolencia acompañada por fiebres, falta de apetito y al final, la muerte. Además de estas enfermedades, todos los exploradores sufrieron períodos más o menos intensos de hambruna y de sed. Largas caminatas y continuos percances menguaban las provisiones, obligando a los hombres a ingerir alimentos podridos, cortezas de árboles y hasta restos de caballos, e incluso de sus propios compañeros muertos, para no morir de hambre. Dar la vuelta era tan arriesgado como seguir adelante, era desobedecer las órdenes.



Un hombre del pueblo, en aquella España nuestra, que eran los únicos que curraban de verdad, partiéndose el lomo de sol a sol y los que pagaban impuestos, cosa que no hacían ni el clero ni los nobles, es decir que vivían del trabajo ajeno legalmente. Trabajaba en campos que no eran suyos, sino del noble, o del obispo. Y sus padres y abuelos hicieron lo mismo, pasarlas putas. De cuando en cuando era obligado a luchar en causas en que no se había metido, pero de perderlas, en vez de trabajar para este, trabajaba para otro, que además le sometía un poco más, si es que se salvaba de morir, claro.
Además sabía que sus hijos también tendrían que hacer lo mismo. Agachar la cabeza y rezar. Ya tenía unas ganas locas de echarse al monte, y de saquear al noble, mandar al cura al carajo y robar por los caminos, que es lo que muchos hicieron. Al fin y al cabo daba lo mismo y de perdidos al río porque vivir así a poco que se lo planteara no era vida, no tenía la posibilidad de salir de ese laberinto.
Un buen día, o desgraciado, según se vea, vienen unos tipos por el pueblo reclutando voluntarios y dicen que en un lugar de no se sabe muy bien en que punto de este puñetero mundo, hay una posibilidad de salir de estas. Se trata de ponerse a las órdenes de un tío que, con la autorización del rey buscaba hombres jóvenes, sanos y trabajadores, con ganas de darse de ostias con la vida, y embarcarse en un viaje de meses para ir a unas tierras que están a tomar por saco, pero que si llegaban, si luchaban, si no te matan y si tienes mucha suerte y logras volver, vendrás con oro y otras riquezas.
Lo de vivir como la mierda aquí, ya está claro, y lo de morir de asco también, con lo cual hay que intentarlo. Y aquél español se decidió a liarse de una puta vez y dejar lo malo conocido y buscar lo bueno por conocer, y a luchar para volver rico, como sea, por las buenas o por las malas.


Y se marchó, y a su barco no le llamó libertad, precisamente, pero sintió en la cara el viento del océano, y aguantó la selva jodida, las fiebres, las enfermedades desconocidas, el calor y la humedad insoportables, las órdenes con mala leche, aguaceros, caimanes, traiciones, armas, medallas, rezos, miedos y odios. Y a abrirse paso, matando, saqueando y persiguiendo la sempiterna quimera del oro. Y muchos tuvieron que pagar el precio estipulado, morir en las laderas de los ríos, devorados luego por las alimañas, o sacrificados por indígenas en la pira. Pero también en los ratos libres, mientras unos se pierden en la espesura tras el amor de la india, otros consiguen conquistar a aquellas gentes y enseñarles una religión nueva, un idioma nuevo, que usen el suyo para ellos, pero que aprendan a hablar en cristiano. Y consiguen levantar pueblos, enseñarles lo que es una rueda, para qué sirve un caballo, la agricultura organizada, la ganadería rentable, conseguir el hierro, el papel, llevarles la imprenta, construir colegios y Universidades, y una administración e ideas nuevas. Y también convencerles con la religión que no se hacen sacrificios asesinando a un compañero ni a una chavala de esa forma. Y lentamente se va formando una nueva civilización, todo con la bendición de la corona.
Algunos vuelven al pueblo con algo de riqueza y muchas heridas en el cuerpo y en el alma. La mayoría se queda allá, en aquellas tierras, en tumbas perdidas. Muchos de los que vuelven, están jodidos, terminan pidiendo limosna a las puertas de las iglesias. Mientras tanto España se puebla de buitres reales, en forma de burocracia, de explotadores de minas y otras mandangas que se hacen con el negocio.
Pero de todas formas, aquellos hombres que se quedaron, muchos se casaron con las indias, porque así lo manda la Santa Madre Iglesia, la bendice el papa y lo fomenta la corona, y queriendo a sus hijos, cuidándolos e inculcando lo poco que sabían unos, o lo mucho otros, que de todo ha habido, pero incorporándolos a una cultura que, en las tierras españolas que dejaron, eran capaces de construir catedrales, conocer la física, la química, las matemáticas, la astronomía, saber navegar a vela, la medicina, escritura y artes. Para algo tenían de abuelo nada menos que a Roma y otras civilizaciones importantes de las que se habían nutrido. Nada que ver con lo que estaban haciendo en el norte los ingleses, franceses, holandeses y otras raleas con los indígenas, que se dedicaban a exterminarlos o apartarlos como apestados.
Todos aquellos españoles fueron haciendo un mundo nuevo, con un idioma y una religión que aglutina hoy a 550 millones de personas.


Muchos se llevaron parte del oro que consiguieron y otros muchos más dejaron allí su vida. Claro que aquello fue una impresionante lucha entre unos y otros, pero allí no estaban los indígenas viviendo en paz y armonía. Tenían guerras constantes entre tribus o con la civilización de los Incas o de los Mexicas. Para conseguir algo debían hacerse fuertes, y muchos de los que fueron eran hombres duros que venían de una civilización organizada pero difícil.
Hay que tener en cuenta que de los importantes conquistadores, la inmensa mayoría murió en suelo americano, en lucha con los indios, como Francisco Pizarro fue asesinado por un enemigo. Pánfilo de Narváez murió en 1527 arrastrado por la corriente del Mississippi. A Diego de Almagro (hijo) se le cortó la cabeza. Vasco Núñez de Balboa fue decapitado. Juan de la Cosa murió por una flecha envenenada. Álvaro de Mendaña murió por malaria en el Pacífico. Diego de Almagro (padre) fue ajusticiado a garrote vil. Hernando de Magallanes murió por una flecha envenenada. Francisco de Orellana naufraga en el Amazonas y es alcanzado por flechas envenenadas. Pedro de Valdivia murió por los mapuches después de tres días de torturas increíbles, desmembraron su cuerpo estando vivo y luego le sacaron el corazón y se lo comieron. Colgaron de las ramas de los árboles sus restos. Pedro de Alvarado muere al ser aplastado por su caballo en una batalla. Juan Ponce de León muere por gangrena al ser herido por flechas envenenadas. Juan Díaz de Solís murió con sus hombres en el mes de febrero de 1516, en un ataque de los indios en el río de la Plata. Fueron asesinados y luego descuartizados y se los comieron asados. Hernando de Soto murió enfermo de fiebres en una expedición. Álvaro de Mendaña falleció infectado de malaria en las islas Salomón. Miguel López de Legazpi falleció en Manila, pobre y desamparado.  Ponce de León Falleció en La Habana en julio de 1521 por las heridas recibidas en una batalla contra los indígenas. Algunos volvieron resignados y heridos en el alma, y otros muchos se quedaron para siempre, formando con el paso de los años, de los siglos, un continente nuevo, un continente impresionante, que se llama Hispanoamérica.

LOS MOZÁRABES

A los cristianos que viven bajo el poder musulmán que invade España desde el 711 se les llama “mozárabes”. Desde el siglo IX están en minorí...