miércoles, 5 de junio de 2024

Virreinato del Río de la Plata.

Con la llegada de la dinastía Borbónica comenzó una nueva organización administrativa que se manifestó en la creación e Secretarias que reemplazaron a los Consejos. Declinó el poder del Real Consejo de Indias en manos de la Secretaría del Despacho Universal de Indias. Se crearon nuevos virreinatos y Capitanías Generales. Se crearon las intendencias, cuyas cabezas tenían atribuciones administrativas, de Justicia y Hacienda.
Creado en 1776 con capital en Buenos Aires e integrado por las gobernaciones del Río de la Plata, Córdoba del Tucumán, Paraguay y el Alto Perú. Este último fue incorporado con la intención de cubrir los gastos de su administración y funcionamiento con los ingresos fiscales provenientes de la producción de plata potosina.


La fundación de esta nueva unidad político-administrativa respondió en primer lugar, a la rivalidad comercial entre Buenos Aires y Lima que generó un clima de enfrentamiento y separación que amenazó los intereses económicos de la corona. En el ámbito externo influyeron tanto la presencia de contingentes portugueses en la estratégica colonia de Sacramento frente a Buenos Aires, como las incursiones de ingleses y franceses en la Patagonia e islas Malvinas del extremo sur.
El 1º de agosto de 1776 Carlos III, rey de España, creó el Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires en el marco de una serie de medidas destinadas a reorganizar el poder imperial. El antiguo gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, fue nombrado virrey. Comprendía los territorios que hoy ocupan la República Oriental del Uruguay, la República del Paraguay, la República de Bolivia, la República Argentina y el Estado de Río Grande, que pertenece actualmente a la República de Brasil. La creación de este virreinato implicó un aumento de la población de Buenos Aires, la consolidación de la estructura urbana y una transformación de esta ciudad en un importante centro comercial entre las colonias y la metrópolis.
Las provincias españolas en esta parte del continente lindaron desde el primer día con las colonias que Portugal fomentaba en el Brasil.
Los portugueses invadían las tierras de las provincias argentinas, en la región de los ríos, en el interior del Paraguay y de la Audiencia de Charcas. Llegaron en uno de sus avances hasta edificar una fortaleza en la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental, frente a Buenos Aires, desde donde mantenían un activo comercio clandestino con los habitantes de las provincias argentinas. Desalojados, volvieron siempre, sin que los gobernadores de Buenos Aires, dependientes del virreinato de Lima, pudieran obrar con la rapidez y los recursos necesarios.
La corona de España resolvió, en 1776, encomendar una expedición militar para contener a los portugueses y expulsarlos de los territorios que, fuera de toda discusión, pertenecían a las provincias del Río de la Plata. Para darle mayor autoridad, el rey erigió el virreinato, con carácter de provisional, formándolo con las provincias del Río de la Plata, Paraguay, Tucumán, Mendoza, San Juan del Pico y el distrito de la Audiencia de Charcas.

El virrey Ceballos, con un ejército aguerrido que trajo de España, arrojó a los portugueses de los puntos invadidos, destruyó el fuerte que habían construido en la Colonia del Sacramento, y desde Santa Catalina presentó al rey la conveniencia de erigir definitivamente el virreinato. El rey accedió y en octubre de 1777, erigió definitivamente el virreinato del Río de la Plata, nombrando sucesor de Ceballos a don Juan José Vértiz.
El propósito fundamental de la corona de España era el de defender y amparar su territorio, en la desembocadura de los ríos, al Este, en el interior y al Norte, impidiendo que los portugueses continuaran sus avances.
Al virrey Ceballos le debieron las provincias del Virreinato muchos progresos en el orden administrativo, porque fue él quien propuso la creación de una Audiencia en Buenos Aires, y amplió el permiso de tránsito para las mercaderías en las provincias interiores, favoreciéndose al comercio general.
Complementando el propósito de descentralización que demostraba Ceballos, la corona de España dictó en 1782, la real orden de erección de Intendencias, por la que se dividía el territorio del Virreinato, en ocho intendencias. Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Mendoza, Santa Cruz De La Sierra, (Capital en Cochabamba) La Paz, La Plata y Potosí.
Así abarcaba el Virreinato una extensión mayor a la cuarta parte de todo el continente, con las regiones más ricas y el sistema fluvial más poderoso.
La guerra con Portugal terminó por el tratado preliminar de límites, firmado en 1777. El virrey Ceballos, cuando acusó recibo de la cédula real que transcribía el tratado, habló de las dificultades con que se tropezaría en la demarcación, y dio su opinión en una forma que precisaba el estado de estos pueblos. Por esa ignorancia en que permanecieron todos los gobiernos y que aprovecharon los portugueses en sus invasiones, el Virreinato del Río de la Plata perdió gran parte de su primitivo territorio. La población no estaba tampoco en armonía con la enorme extensión del país, pues en esos años, (1778) la Intendencia de Buenos Aires tenía solamente, según el censo que se levantó, 37.679 habitantes, y no era de las menos pobladas.


Se dio comienzo a la demarcación. Durante la administración del criollo virrey Vértiz, se sublevó, en el Alto Perú, Túpac Amaru y arrastró a casi todos los indios peruanos. Vencido, sufrió un horrible castigo: los jueces le condenaron a presenciar el suplicio de todos los miembros de su familia, y después de cortarle la lengua, fue atado a cuatro potros y descuartizado.
El virrey Vértiz fue el primer funcionario de la colonia que tuvo iniciativas en el sentido del progreso moral y material de las provincias argentinas.
Extendió las fronteras y combatió contra los indígenas que habían empezado a invadir las estancias en la provincia de Buenos Aires para robar ganados.
Esas invasiones se llamaban “malones” y coincidieron con el comercio de los productos de la ganadería que se hacía por el puerto de Buenos Aires, y con los contratos con los gobiernos de Chile, para comprar ganados a los indios.
Desde 1777 a 1810, el virreinato tuvo once Virreyes.

domingo, 2 de junio de 2024

PRIMERA DIVISA DE USO MUNDIAL

El real de a 8 Español. El nombre "real" proviene del antiguo término español que significa "real" o "de la realeza". El "ocho" en el nombre se refiere al valor de la moneda en relación con otros valores monetarios. Un real de a ocho se dividía en ocho reales de a uno, que a su vez se dividían en cuatro maravedís. La moneda fue utilizada en todo el mundo, y era ampliamente aceptada en Europa, Asia, América y África.
El peso de ocho, peso fuerte, peso duro o dolar español fue una moneda de plata con valor de ocho reales acuñada por la Monarquía católica después de la reforma monetaria de 1497  que estableció el Real español. 

Gracias el amplio uso que tuvo a finales del siglo XVIII en Europa toda América y el extremo oriente, se convirtió en la primera divisade uso mundial.  
Se convirtió en moneda de reserva global y se estima que en el siglo XVIII, el 50% de todo el dinero en circulación en el mundo era Real de a Ocho. 
En la década de 1530, se comenzó a producir también en oro. A partir de 1535 se empezaron a instalar en América casas de moneda: México y Santo Domingo, y posteriormente Lima y Potosí, Santa Fe de Bogotá. 

PESO HISPANO 
La plata americana llegaba a España donde se acuñaba, en forma sobre todo, de reales de a ocho, moneda también conocida como peso y luego como duro.
Los tipos de las monedas fueron variados, destacando el escudo de la monarquía, el de Castilla y León y la composición simbólica integrada por las columnas de Hércules y el lema del emperador Carlos: PLVS VLTRA.
Así nació el famoso columnario, con la imagen de los dos hemisferios, todo sobre unas ondas que representan el mar, y un nuevo lema circular: VTRAQUE VNUM. En las colonias norteamericanas se les llamaba dólares. Los Estados Unidos independientes tomaron como modelo a los reales de a ocho mejicanos para la emisión de sus propios dólares, iniciada oficialmente en 1792.
Fue la primera moneda de curso legal en los EE UU hasta que una ley de 1857 desautorizó su uso. Muchas de las monedas actuales, tales como el, dolar canadiense, el americano o el yuan chino, así como monedas de Hispanoamérica y Filipinas están basadas en el real de a 8.
Actualmente el término “Peso” se usa todavía en ocasiones para referirse al histórico real de a 8. Esto se debe a que los pesos tenían un peso y diámetro similar al real de a 8.


No obstante, el término “peso” no aparece en el sistema monetario español hasta 1864, y es más exacto referirse al real de a 8 en el anterior sistema monetario.
El Real de a 8 fue una moneda tan codiciada que su hegemonía en el comercio mundial se extendió durante más de 300 años. Precedió a la libra esterlina de oro británica. También al dólar de Estados Unidos. 
De hecho, los estadounidenses se basaron en su modelo para desarrollar su propio dólar.
Era fabricada en gran parte con plata americana y fue la primera moneda en internacionalizarse en la historia moderna. La acuñó el Imperio Español a mediados del siglo XVI, impulsada por las abundantes riquezas que le trajo la colonización de América.


Incluso, cuando el imperio ya estaba en decadencia, siguió siendo unas de las divisas más competitivas en el mundo extendiendo su predominio hasta finales del siglo XIX.
 

lunes, 20 de mayo de 2024

EXPEDICIÓN LOAYSA - ELCANO 1525

Continuamos con la narración de las proezas del Imperio Español que en realidad es poco conocido por muchos. No hay nada mejor que sentirse capaz de hacer grandes cosas, de tener fe y capacidad para enfrentarse a lo desconocido.
Nada detenía a aquellos hombres. Todavía nos preguntamos de que pasta estarían hechos para decidirse por inciertas exploraciones.

JUAN SEBASTIÁN EL CANO 
Entusiasmado por el viaje de Magallanes-El Cano, y mientras se negociaba con los portugueses, Carlos V ordenó la preparación de otra armada, para realizar una expedición a las preciadas Islas Molucas. Puso bajo el mando de García Jofré de Loaysa , a quien concedió el título de capitán general y gobernador y justicia mayor de las islas del Molucas. La flota partió de La Coruña el 24 de julio de 1525 y llevaba como segundo a Juan Sebastián Elcano.
Los portugueses habían descubierto las islas en 1512 al mando de Francisco Serrão. España aspiraba a su control desde Occidente, y los portugueses desde Oriente.
Como sabemos el objetivo del famoso viaje de Magallanes era llegar a las Molucas. En 1519 Fernando de Magallanes empieza la aventura de llegar a las Molucas navegando por occidente, situadas más allá del límite del Tratado de Tordesillas de 1494, tratando de demostrar que estas islas pertenecían a Castilla y no a Portugal. En 1521 cruzó el paso interoceánico que lleva su nombre, en el extremo sur de América y tomó camino hacia el noroeste. La expedición española fue tocando tierra en varias de las islas de las hoy conocidas como Filipinas, enfrentándose en muchas de ellas con los indígenas. En uno de esos enfrentamientos murió Magallanes y su segundo, Juan Sebastián Elcano consiguió completar el viaje, llegando a las Molucas a finales de 1521. Volvió a España desde las islas, en 1522, luego de dar la vuelta al mundo navegando siempre hacia el oeste. La primera vuelta al globo terráqueo.
Las islas Molucas eran famosas por ser las islas de las Especias. Actualmente son un archipiélago de Indonesia.
Como dijimos, el emperador Carlos V, entusiasmado con la proeza de Magallanes-El Cano ordenó la expedición. La flota estaba compuesta por siete naves: la Santa María de la Victoria, la Sacti Spiritus, la Anunciada, la San Gabriel, la Santa María del Parral, la San Lesmes y el patache Santiago y 450 hombres entre ellos aparte de García Jofre de Loaysa estaban Juan Sebastián Elcano, un joven llamado Andrés de Urdaneta y el famoso Rodrigo de Triana.
Siguiendo la ruta de Magallanes, pusieron proa al estrecho que lleva su nombre, donde empezaron los problemas. La nao de Elcano, la Sancti Spiritus, encalló y se fue a pique. Otras dos naves, desalentadas por las dificultades del viaje, desertaron. Una de ellas, la Anunciada, intentó llegar al Pacífico por el cabo de Buena Esperanza. Las aguas la engulleron y no se supo más de ella. La San Gabriel logró regresar a España después de numerosos tormentos. Con solo cuatro naves muy maltratadas, la expedición logró atravesar el estrecho y llegar al Pacífico el 26 de mayo de 1526 después de 48 días de infierno. Allí, sin dar tregua a la marinería, una violenta tempestad separó a la castigada flota que nunca más volvió a reencontrarse.

García Jofré de Loaysa
En la nave capitana, la nao Santa María de la Victoria dirigida por Loaísa, se apiñaron los supervivientes de la Sancti Spiritus con Elcano a la cabeza. El escorbuto no tardó en aparecer. Tiempo después Urdaneta recordó con horror: "Toda esta gente que falleció, murió de crecerse las encías en tanta cantidad que no podían comer ninguna cosa, vi sacar a un hombre tanto grosor de carne de las encías como un dedo, y al otro tenerlas crecidas como si no le hubieran hecho nada".
No menos de cuarenta hombres fallecieron en medio del océano, incluidos el capitán general Loaísa, fallecido el 31 de julio de 1526, tomando el relevo Elcano en el mando, que tan solo duraría 4 días Tres de las naves no llegaron a cruzar el estrecho de Magallanes y sólo una, la Santa María de la Victoria, alcanzó las Molucas, donde la tripulación tuvo que enfrentarse con los portugueses durante casi un año. Tras sufrir innumerables vicisitudes a lo largo de un durísimo y amargo viaje, sólo 24 hombres de esta nao regresaron a España.
En su travesía, llegaron al Pacífico el 26 de mayo de 1526. La expedición estaba siendo desastrosa por el hundimiento de una de las naves, la Santa María del Parral, la pérdida de la Sancti Spiritus y las deserciones de la Anunciada y la San Gabriel. Además, las naves comenzaron a averiarse por los embates del mar y los tripulantes fallecían como consecuencia del escorbuto. Durante el viaje se perdieron el patache Santiago, que llegó a la Nueva España y la San Lesmes de la que no se supo, pero que se cree que arribó en Tahití, aunque también hay quien cree que encalló en la isla de Amanu; desde allí la tripulación habría costeado la isla siendo después apresados, probablemente, por la segunda expedición del portugués Gomes de Sequeira.
La única nave superviviente de la expedición, la Santa María de la Victoria, continuó el viaje y llegó a las islas Marianas donde descubrieron el 21 de agosto la isla de San Bartolomé, pero no pudieron tocar tierra y continuaron hasta llegar el 5 de septiembre la isla de Guam. Se dirigieron a Mindanao en las Filipinas y de allí a las islas Molucas donde llegarían el 2 de octubre de 1526. Quince meses después de partir, solo una de las siete naves y apenas 105 hombres de los 450, llegaron a su destino.
En Tidore, los españoles obedecieron las órdenes del emperador y, ayudados por los nativos, construyeron tres baluartes de piedra, tierra y madera. Los lusos enviaron numerosos requerimientos buscando que los españoles se acercasen a su fortaleza de Ternate a negociar, lo que a todas luces era una trampa.
La paciencia portuguesa alcanzó su límite y, en la noche del 17 de enero de 1527, una flotilla lusa intentó tomar, de forma sigilosa, el control de la Santa María. Un disparo rasgó la noche, habían sido descubiertos. Se produjo entonces un feroz e intermitente cañoneo que duró tres días. La guerra había llegado a las antípodas. Esperando a las otras seis naves que los acompañaron, los supervivientes de la expedición resistieron en sus posiciones durante tres largos años. Entre las junglas y manglares de las Molucas, se sucedieron los abordajes, emboscadas y cruentas escaramuzas entre peninsulares apoyados por sus respectivos aliados indígenas. Los españoles apretaron los dientes, esperando la llegada de unos compañeros que nunca aparecieron, mientras que los portugueses recibieron más refuerzos. Los combates fueron cruentísimos y con diverso resultado. Los lusos lo intentaron todo: comprar a los nativos, envenenar pozos de agua e invitar a los españoles a la deserción. Dos pequeñas naves con escasos recursos llegaron desde México en marzo de 1528: Álvaro de Saavedra a las órdenes de Hernán Cortés, intentó auxiliar a los supervivientes en Tidore. Su maltrecho estado tampoco fue de mucha ayuda ya que requirió algo de pólvora. Enviado de vuelta a Nueva España en busca de más refuerzos, no logró encontrar el difícil camino de vuelta y fue capturado por los portugueses.


ANDRES DE URDANETA
En diciembre de 1529 poco más de 50 españoles se mantenían en pie. Faltos de munición y armamento, abandonados, vestidos con harapos y sin apenas comida se entregaron tras la caída del reino de Tidore, su principal aliado, tres años después de iniciar las hostilidades. Comenzaba para ellos un largo cautiverio en oscuras prisiones portuguesas.
Lo que se desconocía en las Molucas era que ambas coronas ya se habían puesto de acuerdo en el Tratado de Zaragoza, firmado en abril de 1529. Carlos I renunció a las Molucas a cambio de dinero. La noticia no llegó al archipiélago hasta 1532.
Los escasos supervivientes fueron entonces repatriados vía Lisboa, ciudad a la que llegaron en 1536 con lo puesto, después de requisarse todas sus pertenencias. Entre ellos figuraba un desconocido Andrés de Urdaneta. Había partido de La Coruña con 17 años en 1525 y regresó once años después con una hija mestiza. Más adelante sería conocido como uno de los mejores cosmógrafos de su época, pero en 1536 pudo regresar junto a ocho hombres más, derrotado y sin gloria tras completar la segunda vuelta al mundo.
Pero volvería en 1565.

domingo, 19 de mayo de 2024

PEDRO MÉNDEZ DE AVILÉS

La historia de España está llena de personajes que son dignos de novelas, películas y series, por lo de marivilloso de sus hehcos, por sus aventuras y por sus logros.
Traigo al recuerdo hoy un personaje muy olvidado, aunque tenga en su haber la fundación de la que es la más antigua ciudad de nada menos que de los todopoderosos EE.UU. de América. San Agustín. 


La ciudad es San Agustín, en Florida, el año, el 1565, y su fundador, Pedro Menéndez de Avilés. Vamos, que no la fundó un inglés. Bueno, ni ésta en el Este ni tampoco en el Oeste, como por ejemplo Santa Fe, en 1573, bastantes años antes de que tuviera lugar el primer asentamiento inglés en Virginia, ya en el siglo siguiente, en 1606. La primera lengua europea que por allí se habló y escuchó, de océano a océano, desde el Atlántico al Pacífico, fue el español, aunque esté casi prohibido decirlo y que la raíz hispana fue la primera que el Viejo Continente plantó y arraigó en el Nuevo Mundo. Ejemplos son también San Francisco o Los Ángeles, y que por llegar, hasta Alaska llegó, donde detuvimos el avance de Imperio Zarista hacia el sur.
Florida, la Tierra Florida le puso el primer descubridor español, Ponce de León (1513), había sido intentada poblar antes y en más de una ocasión. El primero, el ya citado Ponce, fundador además de la capital actual de Puerto Rico, San José y, tras él, Pánfilo de Narváez (1527) y Hernando de Soto (1539), descubridor del Misisipi. Los tres perecieron en el intento. De la expedición de Narváez se salvó el increíble Cabeza de Vaca, el primer caminante de América, que a pie y siempre hacia el Oeste, logró llegar al Pacífico y conectar de nuevo con españoles. Hubo de ser a la postre el asturiano Menéndez de Avilés quien consiguiera establecerse allí. Y también le costó lo suyo, aunque en esta ocasión no fueran los flecheros indios quienes se lo pusieran difícil sino los franceses que pretendían establecer allí sus colonias. Para colmo no eran católicos, sino hugonotes, (protestantes Calvinistas), con lo que la religión se añadió como causa de enfrentamiento pues la corona española no quería ni protestantes, ni musulmanes ni judíos en sus dominios.
Hijo de una familia hidalga, de padre de Avilés y madre de Pravia, se quedó huérfano del primero antes de cumplir los diez años y vuelta su madre a casar acabó por ser uno entre 20 hermanos de los dos diferentes matrimonios. Así que poca herencia podía esperar y se buscó en cuanto pudo la vía donde podía buscarla. En el mar.

MONUMENTO A MÉNDE DE AVILÉS EN SAN AGUSTÍN
A los 16 ya estaba embarcado como grumete en un navío de guerra, al igual que lo habían hecho antes que él dos de sus hermanos mayores, Alvar y Bartolomé, con quienes, sobre todo el segundo, mantuvo una gran relación a lo largo de su vida. Pero Pedro tenía mucha más iniciativa que ninguno de ellos y antes de cumplir los 20 años ya se había logrado hacer con un patache, una nave ligera, y comandaba cincuenta hombres que hicieron del asalto a las naves francesas que surcaban el Cantábrico su medio de vida.
Su más mentada hazaña de aquel entonces fue cuando en 1539, y contando con tan solo 19 años se topó con una escuadra francesa que había apresado en el puerto de Vigo a tres pequeñas embarcaciones españolas que transportaban un cortejo nupcial de 60 personas raptando a la novia y a la comitiva entera. El asturiano con su pequeño patache los alcanzó y a la mayor velocidad que podía, haciendo sonar el pífano, el tambor y desplegando gallardetes, llegó a su altura y les reclamó la rendición y la entrega de la joven. Los franceses le respondieron claro, y a risotadas, que subiera a buscarla. Entonces el patache emprendió la huida y tres barcos galos se lanzaron tras él. Era una engaño. Separados los perseguidores de su escuadra, viró en redondo y fue contra los dos que venían adelantados, abordándolos y haciéndose con su control. El tercero huyó. Entonces Menéndez de Avilés pactó con la flota francesa el canje de la novia y sus acompañantes por sus compatriotas presos. Pero se quedó con los dos barcos galos capturados como botín.
Aquello le dio un gran prestigio. Tanto fue así que en el año 1544 tras la captura por una escuadra francesa mandada por Jean Alphonse de Saintonge de 19 naves vizcaínas en Finisterre lo persiguió hasta el puerto de la Rochelle donde se había refugiado con sus presas. Logró infiltrarse, liberar cinco de los barcos retenidos, asaltar la capitana, combatir y lograr salir indemne del lugar. Aquello llegó a oídos del emperador Carlos V quien para que ya no tuviera que operar como pirata, pues así podían considerarse sus acciones, le dio la condición de corsario autorizado por la corona española para combatir las correrías francesas por aguas y puertos asturianos y gallegos. Una nueva hazaña y de nuevo con La Rochelle como escenario aumentó su fama ante el rey, pues al serle ordenado que capturara al corsario francés Juan Alfonso Portugués, no dudo en volver a meterse en aquel puerto y prenderlo en él.
Después de aquello es cuando ya comenzó sus viajes, como capitán, hacia América y en una de esas singladuras fue capturado por los piratas. Con prontitud se pagó su rescate y fue liberado. Tan solo dos años más tarde y prueba de la estima en que se le tenía se le encomendó el mando de la flota, de 70 barcos y 4000 personas entre las que había multitud de nobles castellanos, que llevaron a Felipe II a su boda con la reina inglesa María Tudor desde el puerto de La Coruña hasta el de Southampton y luego estuvo presente en la boda en la catedral de Winchester.
Otra de sus encomiendas por aquellos años consistió en llevar a la princesa de Eboli hasta Calais (Francia). Un fuerte temporal le obligo a intentar refugiarse en el puerto inglés de Dartmouth hasta que amainase la tormenta. Pero se le negó la entrada y hasta extendió una cadena para evitar el atraque. Entonces, con unos cuantos hombres cogió una lancha y desembarcó aprovechando la oscuridad. En un golpe de mano consiguió hacer caer las cadenas y que su barco pudiera resguardarse de la tempestad y poner a salvo a la princesa.
El rey Felipe II lo distinguió a lo largo de su vida con cargos y honores. Nombrado Caballero de Santiago se le otorgó el puesto de Comendador de Santa Cruz de la Zarza (Toledo) y con tan solo 35 años fue nombrado Capitán General de la Flota de Indias, cargo que ocuparía hasta en nueve ocasiones, hasta el año 1574.
Una de sus mayores hazañas fue el viaje rumbo a América al mando de la flota del virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, en el año 1555, con setenta y ocho mercantes y tan solo cinco de escolta, dos galeones y tres carabelas grandes, donde no perdió ni uno solo. Pero fue aún más trascendental su vuelta. El rey Felipe, sin contar con la Casa de Contratación de Sevilla, le encomendó la misión de retornar con los grandes tesoros que venían en más de setenta mercantes y con tan solo la protección de seis naves de guerra. No solo los burló a los piratas sino que llego con todos sus barcos a la península. Pero aquello le supuso y para siempre la enemiga de los oficiales de la casa de Contratación. Ya nombrado (1556) capitán general de la Armada de Indias, lo encontramos al año siguiente, lejos del mar, lo encontramos participando en la crucial batalla de San Quintín.
Su peor trance lo fue a pasar unos años más tarde, cuando después de trasladar, otra vez con éxito, en 1561 una flota de galeones que trajeron un gran cargamento de oro y plata desde México, pidió permiso para retornar en busca de un buque perdido en el que viajaba su hijo y algunos familiares más. No solo le fue denegado sino que una extraña acusación por parte de los oficiales de la casa de Contratación lo llevó a ser conducido preso y hubo de pasar casi dos años en la cárcel, en compañía de su hermano Bartolomé, hasta que la intervención de Felipe II, hizo que lo juzgasen de una vez y salir libre con tan solo el pago de una ridícula multa.
Fue entonces cuando se le permitió regresar en busca de su hijo, al que creía náufrago en La Florida, pero de nuevo con un mandato real del Rey Felipe, que le nombró Adelantado, de poblar aquellos lugares y despejarlos de protestantes franceses. Tras su éxito, empleó los años siguiente en limpiar de piratas el Caribe y al serle negada ayuda por parte del Gobernador de Cuba para los colonos establecidos en La Florida, y recurrir al rey, este no solo se la otorgó sino que destituyó al gobernador y le nombró a él mismo para el cargo en 1568.
El castillo de San Marcos es una fortaleza española de la ciudad de San Agustín, en Florida. Así que la primera misión en la Florida de Menéndez de Avilés, por cierto recién liberado de la cárcel, fue desalojarlos de allí. La orden real de Felipe II, cuando estaba a punto de zarpar hacia allí fue la de “eliminar a todos los protestantes que se encontraran en cualquier resguardo de las Indias”. No iba a serle fácil. Los franceses encabezados por el jefe hugonote, René Goulaine de Laudonniere, que llegó con tres barcos, avezados marineros, no pocos piratas y 300 colonos, había construido un fuerte que llamó Caroline y se había visto reforzado por otro cabecilla protestante, Jean Ribaul con siete navíos y 800 hombres más. Ribault ya había andado por aquella zona años atrás, aunque su intento de asentamiento acabó en catástrofe y apenas lograron sobrevivir un puñado. Pero ahora se sentían fuertes y lanzaron ataques contra asentamientos españoles cercanos, en particular en las costas de Cuba.
Fue nada más llegar a la bahía de San Juan, donde desemboca el río del mismo nombre, cuando Menéndez se tropezó con parte de aquella escuadra, a la que atacó de inmediato con su cuatro barcos. Pillados por sorpresa los franceses perdieron una de sus naves, dándose a la fuga los demás. El asturiano desembarcó, se fortificó, y fundó el lugar como San Agustín. Y rápidamente volvió a embarcarse para atacar desde el mar a Fuerte Caroline. Fracasó y antes de perder hombres y naves perseverando en un intento sin posibilidades, se retiró a su campamento. Fue entonces cuando Rilbaut con cinco barcos y 500 hombres, decidió contraatacar y se dirigió hacia San Agustín pero no llegó a alcanzar su objetivo pues un huracán lo mando a pique hundiendo todas las naves y ahogando a casi todos sus tripulantes entre ellos él mismo.
Destruida casi a la totalidad la flota enemiga, Menéndez de Avilés trazó un plan alternativo, pues no estaba dispuesto a perder sus naves con tales tormentas, y decidió un ataque por tierra, atravesando las terribles ciénagas, pantanos y cenagales que le separaban de Fuerte Caroline, algo que emularía siglos después Bernardo de Gálvez para atacar y sorprender también a los ingleses durante la Guerra de la Independencia norteamericana en Baton Rouge. Avilés marchó con cerca de medio millar de hombres, entre ellos indios de la etnia Timucua  y aunque en el camino perdió más de 100, se presentó ante la colonia francesa y en un fulgurante ataque acabó con todos cuantos no consiguieron escapar en los barcos que les quedaban. Pero no les dio tregua. Con sus aliados indios inicio una verdadera cacería de todos cuantos habían escapado, tanto del naufragio anterior como de estos últimos barcos. La masacre fue total y el lugar se llama desde entonces Bahía de Matanzas.

BARCO PIRATA INGLÉS, EL QUEEN ANNE´S REVENGE
San Agustín se consolidó y fue desde entonces el referente español en la zona, aunque no se libró de asaltos y ataques. Fue objetivo del pirata inglés Drake, que la incendió y saqueó (1586), pero se volvió a reconstruir de inmediato. Luego rechazó nuevos asaltos británicos ya en el siglo XVI de otro pirata, Robert Srarle, y dos nuevos intentos de asalto, también anglosajones, en los años 1702 y 1740.
Murió al poco de su regreso a España en 1574, de tifus, en Santander, en septiembre de 1574 cuando estaba organizando una armada para apoyar a Luis de Requesens en Flandes.
Nunca volvió Menéndez a ver La Florida. Dejó a su yerno natural Velasco en su lugar y se posesionó en Santander en 1574, de la flota pero ese mismo día enfermó gravemente y falleció.
Menéndez revolucionó la construcción naval diseñando navíos que acortaron la navegación. Ideó unas embarcaciones en las que se alargaba la quilla. Formó poderosos grupos de escolta para la navegación procedente de las Antillas, la creación de una base fuerte avanzada en las islas para atacar a los piratas ingleses en su propio cubil y el genial proyecto de creación de una verdadera Home Fleet. La colonia que Pedro Menéndez de Avilés fundó sobrevivió más de 250 años, y fue vendida a los Estados Unidos en 1821.
La Armada lo considera el padre del famoso sistema de flotas que permitió el comercio con América y donde, a pesar de la propaganda y las películas de Hollywood, la realidad es que los barcos perdidos y los galeones capturados por los piratas fueron muy pocos. Y galeones apresados, ninguno.
Murió de tifus, en Santander, en septiembre de 1574. La Armada lo considera el padre del famoso sistema de flotas que permitió el comercio con América y donde, a pesar de la propaganda y las películas de Hollywood, la realidad es que los barcos perdidos y los galeones capturados por los piratas fueron muy pocos. Y galeones apresados, ninguno. Su tumba se encuentra en la iglesia de San Antonio en su natal Avilés. La ciudad de san Agustín honra su memoria y en el año 2015 conmemoró el 450 aniversario de su fundación.
San Agustín, la primera ciudad fundada en América del Norte, amén de sobrevivir y florecer, se fue luego a convertir en refugio de esclavos negros de las colonias americanas de la vecina Carolina del Sur, cuyas condiciones eran mucho más duras que las de los españoles. El goteo de esclavos que buscaban acogerse a la real cédula de 1693 firmada por Carlos III en 1693, dejaba clara la intención española de que “dando libertad a todos, tanto a los hombres como a las mujeres, sea ello ejemplo de mi liberalidad y dé lugar a que otros hagan lo mismo”.  Y tanto fue así que aquello supuso el construir una población fortificada situada no muy lejos de San Agustín, el Fuerte Mosé, al que se acogieron por cientos y convirtiéndose así en el primer lugar también donde los negros esclavos norteamericanos pudieron vivir en libertad, siendo en ello San Agustín, pues, la primera ciudad norteamericana en hacerlo.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...