jueves, 6 de febrero de 2025

INVASIÓN MUSULMANA SIGLO IX - (Parte 4)

La región controlada por los reyes francos (Carolingios), llegó hasta la zona entre los pirineos y el mar. De ahí salieron los cinco condados de Barcelona, Ampurias, Gerona Rosellón y Urgel-Cerdaña, que nunca fue una unidad administrativa. Al principio vinculados al reino de Aquitania, dentro del marquesado de Tolosa,  y en el año 817 se reorganiza el Imperio Carolingio y estos condados fueron el Marquesado de Gothia, cuyo primer marqués fue el conde Bera de Barcelona. Para aclarar en pocas palabras digamos que el territorio ganado a los musulmanes por el Imperio Carolingio  se configuró como la Marca Hispánica, que iba desde Pamplona hasta Barcelona. 


Los condados más importantes fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.
En Mérida la capital de la “Marca Inferior”, fue centro de la oposición bereber a la que se sumaron muladíes y mozárabes.
Casi ocho años de luchas costó dominar la zona al emir, del 805 al 813.  El hecho es que la aplicación de la fuerza y un poder despótico sin límites logró pacificar al-Andalus.
Y mientras tanto en Asturias que iba desde Galicia hasta Vizcaya, vive en ese momento años de esplendor. La amenaza musulmana sigue vigente, pero ha sido controlada. El reino goza de un periodo poco frecuente de paz.
Por otro lado cuando Carlomagno envía a su hijo Ludovico Pío para tomar el control de Pamplona, con el conocimiento de Alfonso II de Asturias, esto inquieta sobremanera al emirato de Córdoba. El emir responderá con una fuerte ofensiva en 816; su punto culminante será la batalla del río Orón, una de las más tremendas de este primer siglo de la Reconquista.
El Emirato de Córdoba tenía razones para sentirse amenazada; aquello ya no era un pequeño reducto rebelde.

ALHAKAN II 
Alhakán organizó un ejército formidable. Señaló un claro objetivo: una vez más, el punto de unión de asturianos y navarros, en el sureste de Álava. Los musulmanes en algún momento de su camino, se toparon con una cuantiosa fuerza cristiana: pamploneses, guerreros de Alfonso II,  incluso huestes vasconas. Parece probable que el propio Alfonso II estuviera allí.
Abd al-Karim ordenó a sus tropas detenerse hasta el alba del 26 de mayo del 816. El ataque musulmán se estrelló contra las defensas cristianas. Viendo a los musulmanes en apuros, los cristianos optaron por pasar a la ofensiva pero todo parecía perdido para la coalición cristianas Los cristianos que pudieron escapar a la matanza escalaron hacia las alturas y, desde allí, sometieron a los sarracenos a una inclemente lluvia de rocas.
Pasaron hasta trece jornadas consecutivas. Una fuerte lluvia de varios días hizo que los moros levantaran el campo. En ambos bandos habían caído muchos hombres. Así que, aun a costa de enormes sacrificios, los cristianos habían conseguido detener la gran ofensiva.
Y después de la batalla de río Orón las cosas  cambiarían, ante todo, para Navarra y el Imperio carolingio. Y también cambiarían mucho las cosas para Alhakán, el emir de Córdoba, que había fallado nuevamente en su intento de cimentar su autoridad sobre una gran victoria. Inmediatamente se recrudecerían los trastornos internos en Al Andalus. Quien mejor parado salió  fue Alfonso II. Ante el rey de Asturias se abría ahora un periodo de relativa paz: el emirato tardaría varios años en volver a atacar las fronteras del reino cristiano del norte.

ABDERAMMÁN II 
Con el pacífico reinado de Abderramán II  (822-852), nos encontramos en un periodo clave de la historia musulmana en la península. El emir sentó las bases político-administrativas, económicas y culturales. Es a partir de aquí cuando podemos hablar de una completa islamización de al-Andalus. Lo importante de ese periodo es el levantamiento de los mozárabes cordobeses que habría de prolongarse durante años. Los mozárabes gozaban de autonomía, eran numerosos en Córdoba, Mérida, Toledo y Zaragoza. Estaban regidos por un conde y con fuero propio de la época visigoda. Y con un juez propio. Conservaban sus diócesis, sus iglesias y monasterios y practicaban su rito mozárabe. Pero hablaban y escribían en árabe. Las razones que provocaron los levantamientos no están del todo claras pero si se puede asegurar que la cuestión impositiva era una de ellas y otra la islamización de la corte. Se quejaban de que no podían ejercer su religión con libertad. Un hombre luchador, San Eulogio, impulsó la recuperación de la doctrina cristiana verdadera y el rechazo a las costumbres islámicas. Esto hizo que muchos mozárabes blasfemaran contra el Islam, lo que se castigaba con la muerte. La represión fue cruel y esto empujó a que algunos mozárabes se islamizaran y otros huyeran a regiones cristianas, donde la cultura mozárabe continuó viva.
Se produjo una ola de martirios voluntarios a partir del 850. Abderramán II a pesar de controlar una época de avances tuvo también que sofocar una rebelión en Orihuela y fundó Murcia sobre un asentamiento romano en el 831. Un miembro de la familia de los Banu Qasi hizo de la frontera superior (Navarra), un foco de continuas revueltas hasta el comienzo del califato, lo que permitió la consolidación del reino de Navarra y la creciente autonomía de los condes aragoneses. Abderramán II muere en el 852 y le sucede su hijo Mohamed I (852 al 886).

INVASIÓN VIKINGA 
Está claro que todos estos problemas facilitaron la marcha de lo mozárabes a los núcleos cristianos del norte, en particular a Asturias. Más adelante Al-Hakam era el emir (961 al 976) que subió los tributos y Luis el Piadoso prometió ayuda a los mozárabes.
Para colmo de males aparece la primera expedición vikinga en las costas asturianas en el año 844. Arribaron varias veces a la Península. Está demostrado que llegaron a pisar tierra en Galicia, Vasconia y Al-Ándalus. Al menos, eso dicen las crónicas de la época. Fueron divisados por primera vez en Gijón. Luego se dirigieron a las costas gallegas y a continuación siguieron por el litoral Atlántico Peninsular de norte a sur, de manera que, pasando por Lisboa, llegaron a Cádiz, Sanlúcar de Barrameda, hasta llegar a Sevilla remontando el río Guadalquivir, la cual saquearon en septiembre de ese mismo 844. Destruyeron la mezquita de la ciudad, acabaron con la vida de muchos de sus habitantes y también hicieron esclavos. Desde aquí atacaron ciudades del entorno como Coria, Morón de la Frontera, Medina-Sidonia y Niebla. En todos los lugares causaron cuantiosos daños, tanto materiales como en vidas humanas. Tras saquear Sevilla durante una semana, los vikingos siguieron internándose. Fue entonces cuando el emir, Abd al-Rahman II, organizó un ejército para defender la ciudad. Según las crónicas musulmanas, la victoria árabe fue aplastante en la  batalla de Tablada (Aljarafe, provincia de Sevilla), el 11 de noviembre de 844, que enfrentó al emirato de Córdoba con las huestes de vikingos.
Fue la primera incursión vikinga importante en la península, terminó provocando el envío de una embajada omeya al encuentro de los nórdicos. A pesar de que esta primera llegada de los vikingos fue causa del azar. Sin duda alguna ya habían oído hablar sobre las riquezas y la majestuosidad de Al-Ándalus. “En sus correrías, los vikingos debían haber escuchado muchas historias sobre la riqueza y el esplendor de Al-Ándalus, la brillante corte de los Omeyas en Córdoba, el reino que en la Europa del siglo IX podía mostrar la mayor concentración de opulencia y esplendor”, sostiene Eduardo Morales, autor de uno de los capítulos del libro “Los vikingos en la Península Ibérica”.
Poco más de un mes después del saqueo de Sevilla fueron derrotados en batalla en el mismo lugar en el que, hoy en día, se encuentra el aeropuerto. Después de esto, los supervivientes llevaron a cabo alguna que otra correría y no se supo nada más de ellos hasta el año siguiente, y para entonces ya se encontraban en Aquitania.
Parece ser que algunos de los vikingos optaron por rendirse a Abd al-Rahmán II, quien se tomó bastante en serio el ataque vikingo a sus costas. También recibió una visita de un embajador enviado por el “rey de los vikingos”.
 

martes, 4 de febrero de 2025

ROMANOS – LAS GUERRAS CELTÍBERAS

Ya dijimos en otro capítulo que a la vez de desarrollarse la guerra Lusitana, se mantenían las Guerra Celtíberas, que se puede dividir en tres. La Primera Guerra Celtíbera (181-179 a. C.) y la Segunda Guerra Celtíbera (154-151 a. C.) fueron dos de las tres principales rebeliones de los celtíberos (una alianza flexible de tribus celtas que vivían en el centro-este de Hispania, entre las que podemos nombrar a los Pellendones, los Arévacos, los Lusones, los Titti y los Belli) contra la presencia de los romanos en Hispania. 


Cuando terminó la Segunda Guerra Púnica , los cartagineses cedieron el control de sus territorios hispanos a Roma. Los celtíberos compartían frontera con esta nueva provincia romana. Comenzaron a enfrentarse al ejército romano que actuaba en las zonas alrededor de Celtiberia y esto desembocó en la Primera Guerra Celtíbera. La victoria romana en esta guerra y los tratados de paz establecidos por el pretor romano Graco con varias tribus dieron lugar a 24 años de relativa paz. En 154 a. C., el Senado romano se opuso a que la ciudad belli de Segeda construyera un circuito de murallas y declaró la guerra. Así comenzó la Segunda Guerra Celtíbera (154-152 a. C.). Al menos tres tribus de celtíberos estuvieron involucradas en la guerra: los titti, los belli (poblaciones de Segeda y Nertobriga) y los arévacos (poblaciones de Numancia, Axinum y Ocilis). Después de algunas victorias celtíberas iniciales, el cónsul Marco Claudio Marcelo infligió algunas derrotas e hizo las paces con los celtíberos. El siguiente cónsul, Lucio Licinio Lúculo, atacó a los Vaccaei, una tribu que vivía en el valle central del Duero y que no estaba en guerra con Roma. Lo hizo sin la autorización del Senado, con la excusa de que los vaccaei habían maltratado a los carpetanos. La Segunda Guerra Celtíbera se superpuso con la Guerra Lusitana de (154-150 a. C.).La tercera gran rebelión que siguió a las Guerras Celtíberas fue la Guerra Numantina (143-133 a. C.), a veces considerada como la Tercera Guerra Celtíbera.
A partir del año150 a.C. los romanos se propusieron extender sus dominios al interior de la península, encontrando resistencias y alianzas. Roma ya tenía la alianza de los íberos en sus filas. Se fue anexionando territorios desde el 197 a. C. Como dijimos, la península no respondía a una unidad política, sino a múltiples divisiones y subdivisiones de poder, que a su vez eran sostenidos por diferentes modelos económicos y sociales. La conquista se prolongó durante un largo periodo, no solo por la gloriosa resistencia tantas veces magnificado en la enseñanza, sino porque responde su dominio a diferentes proyectos expansivos de Roma, no a un plan establecido puramente militar.
Roma realizó una expedición hasta la Gallaecia (el norte de Portugal y Galicia). Y en el 133 a.C. habían destruido la ciudad de Numancia con impresionante resistencia de su población, el hambre hacía imposible la resistencia. Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada. Era el último bastión de los celtíberos. Vascones y celtíberos se disputaron las tierras del valle del Ebro. Los celtíberos eran enemigos de Roma, y los vascones eran sus aliados. Cuando fue destruida Calagurris (Calahorra), por los romanos, fue repoblada con vascones.

Dividieron el territorio peninsular en dos, Hispania Citerior (actuales, Cataluña, Valencia, y Murcia), y Ulterior(parte de Andalucía). Las zonas costeras aceptaron a los romanos pero en el interior lucharon contra ellos. Las tensiones de los romanos con los indígenas dieron lugar a rebeliones y a partir del 154 a. C. desplegaron un gran esfuerzo bélico contra los lusitanos cuyo jefe era Viriato al que lograron vencer en el 139 a.C.
El último territorio no romano de la península cayó casi cien años después. Roma ya no era un República y el primer emperador, Cesar Augusto mandó a Agripa para terminar de someter a las tribus cántabras y astures, que atacaban las zonas romanas. Entre los años 29 y 19 a.C. desarrollaron una campaña militar. Aunque toda la península ya es romana, se pusieron puestos de vigilancia al norte de la cordillera cantábrica, ya que esa zona montañosa seguía siendo conflictiva.
Cuando termina la conquista de la península con la guerra contra los galaicos, cántabros y astures sobre el 29 al 19 a.C., el emperador César Augusto realiza una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos. Tarraconense, lo que antes era la Citerior prolongada hasta el noroeste, incluye Gallaecia, que llegaba hasta el Duero. Capital en Tarraco.

Bética (Baetica) capital en Córdoba. Hasta la orilla sur del Guadiana. Era una subdivisión de la Ulterior. Lusitania capital en Emerita Augusta (Mérida), sobre la orilla norte del Guadiana. Incluye el centro y el sur del futuro Portugal, Extremadura, Salamanca y Zamora.
Los romanos aprovecharon a fondo las posibilidades económicas de Hispania, en particular sus explotaciones mineras. En el distrito minero de Carthago Nova, en donde se extraía ante todo plata, pero también plomo, se calcula que trabajaban unos 40.000 hombres. Otra actividad destacada era la pesca, en particular los salazones de la costa atlántica de Andalucía. Importante fue asimismo el desarrollo de la esclavitud, que alcanzó cotas muy elevadas. La sociedad, su parte, estaba dividida en dos grupos claramente contrapuestos: por una parte, los “Honestiores”, es decir los dominantes; por otra, los “Humiliores”, la capa popular. De todos modos había una clara diferencia entre los que poseían la ciudadanía romana y los que no la tenían. Esa situación duró hasta el año 212, fecha en la que el emperador Caracalla decidió conceder a todos sus súbditos la ciudadanía romana. También es Caracalla el que produce otra división del territorio y se crea Gallaecia por subdivisión de la provincia Terraconense, quedando Gallaecia, Tarraconense, Baetica y Lusitania. En el 293 vuelve a reorganizarse en general todo el imperio y se crea la Cartaginense, de la que surgirá en el 385 la Baleárica.

El Siglo II d. C., a finales, es la época floreciente en Hispania. Se enseña latín, se realizan obras espectaculares de ingeniería y arquitectura, calzadas, puentes y acueductos, se aplica el Derecho Romano, base del actual Derecho en Europa.
Los emperadores de origen hispano son los que llevan al imperio a su máximo esplendor y la época de paz, Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Teodosio
Antiguos campamentos militares y asentamientos iberos, fenicios y griegos fueron transformados en grandes ciudades, unidas por una extensa red de carreteras. El desarrollo de la construcción incluye monumentos de calidad comparable a los de Roma. La ingeniería civil son imponentes construcciones como el Acueducto de Segovia o el Acueducto de los Milagros de Mérida, en puentes como los de Alcántara sobre el Tajo, el de Córdoba sobre el Guadalquivir o el de Mérida sobre el Guadiana. También se construyeron faros como el que aún está en uso en La Coruña, la Torre de Hércules. La arquitectura lúdica como los teatros de Mérida, Cartagena, Sagunto, Tiermes o Cádiz, los anfiteatros de Mérida, Itálica, Tarraco y Segóbriga y los circos de Mérida, Córdoba, Toledo, Sagunto prueban de la importancia de Hispania. La arquitectura religiosa también se extendió.
Roma estableció su dominio sobre la Península Ibérica, pero también trajo su cultura, su economía, su legislación, el sistema político y militar, las infraestructuras que les permitieron crear y conservar un imperio y las manifestaciones artísticas de todo tipo. 

De todo ello se conserva hoy un importante legado no sólo arqueológico, sino también cultural.
La latinización, fue un proceso que trajo la pérdida de los idiomas indígenas, a excepción del euskera, y la sustitución de éstos por el latín, del que más tarde derivarían las lenguas romances. La escritura ibérica se siguió usando en muchos ámbitos durante siglos, baste comprobar los grafitos marcados a punzón sobre cerámicas o bien los nombres de las ciudades escritos sobre monedas en ibérico o en latín de modo que, a veces se vuelve al uso del ibérico después de haber acuñado monedas con textos latinos.

ESTATUA DEL EMPERADOR CONSTANTINO 
La religión de Roma fue fundamental en la vida de las personas e influye en las decisiones. La palabra religión procede del latín religare o re-legere, que significaría volver a ligar o unir. Es decir, atar lo mortal con lo divino. El culto a los dioses en Roma era un deber cívico.  A comienzos del siglo IV, el emperador Constantino abraza la fe católica y deja de ser perseguida para ser la religión oficial de Roma, el cristianismo se encontraba ya algo desarrollado en Hispania. Tras haber sido impuesto como religión oficial, sufrió la segregación entre el arrianismo que traían los germánicos y el catolicismo de los hispanorromanos hasta la conversión al cristianismo de Recaredo en 586, unos doscientos sesenta años después.
Los Hispano-romanos es como llamamos a las gentes habitantes de Hispania tras la dominación romana que se habían quedado como propia la cultura romana. Son los ascendientes que al mestizarse con los visigodos decimos “hispano-godos” y fueron posteriormente los reyes cristianos de la Reconquista.
No obstante la introducción del cristianismo en Hispania romana ofrece varias lagunas. La llegada de Santiago el Mayor es dudosa. La predicación de san Pablo es poco probable. La introducción del cristianismo debió realizarse mediante una predicación procedente del norte de África, durante el siglo I. A finales del siguiente siglo ya estaba muy extendido y en la siguiente centuria se consolidó.
En otro orden de cosas los romanos dieron a Hispania una fisonomía distinta, al dotarla de grandiosas obras de arquitectura e ingeniería. Con su sistema constructivo basado en sillares de piedra, el arco y la bóveda, levantaron grandes murallas, arcos triunfales, templos, puentes y acueductos. Además de teatros, anfiteatros, circos, y todo tipo de monumento conmemorativo o funerario. Las ciudades de Hispania compitieron por la grandiosidad y la proliferación de sus construcciones monumentales. Roma era un imperio, una cultura, un pueblo de conquistadores, y trataba de consolidar su poder más allá de la simple ocupación militar. Un dominio que iba a incidir profundamente en las costumbres y la cultura.

lunes, 3 de febrero de 2025

INVASIÓN MUSULMANA (Parte 3)

Según un historiador musulmán, en la “Dieta de Paderborn” (un acuerdo medieval), Carlomagno recibió en 777 a los representantes de los gobernantes musulmanes de Zaragoza, Gerona, Barcelona y Huesca, a quienes sus señores habían sido arrinconados por Abderramán I, el emir de Córdoba. Ofrecieron homenaje y pidieron su ayuda militar. Carlomagno, al ver la oportunidad de extender tanto la cristiandad como su propio poder aceptó el trato a cambio de quedarse con la ciudad de Zaragoza. Este golpe tenía como objetivo restaurar el poder del califato abbasí en al-Ándalus.

CARLOMAGNO
Por lo que atravesó los Pirineos en el 778 y recibió en Pamplona la sumisión forzosa de los vascones. Los ejércitos se reunieron luego en Zaragoza. Husayn de Zaragoza (el valí, gobernador) se negó a entregar la ciudad alegando que él no había prometido nada, y también  los habitantes se negaron a entregar la ciudad y se produjo un asedio que los zaragozanos resistieron.
recibe malas noticias desde el norte y abandona el asedio para ocuparse de la defensa de esos territorios hacia el Rin. Al pasar por los angostos pasos pirenaicos de Roncesvalles, recibe la retaguardia una emboscada de los vascones que le infringieron una aplastante derrota. Los vascones cayeron sobre su retaguardia y carros de carga, destruyéndolos. La batalla de Roncesvalles arrojó varios famosos muertos, entre los que se encontraba el prefecto de la Marca de Bretaña, Roldán, posterior inspiración del Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el famoso cantar de gesta francés.
Ante el espíritu de independencia de las gentes de nordeste peninsular, Carlomagno creó el reino de Aquitania, que extendió su base de un lado al otro de los Pirineos, confiándoselo a su hijo Luis. Así en el año 785 los habitantes de Gerona, Urgellet y la Cerdaña  traspasaran voluntariamente las ciudades a los francos.

ALFONSO II
En el 788 muere Abderramán I, el emir de Córdoba y es sucedido por su hijo  Hisham al -Rida que reinó hasta el 796 y después  Al-Hákam I desde el 796 al 822.
En abril de 797 ya se habían producido contactos entre las autoridades militares de la Barcelona árabe, dirigidas por el comandante de la guarnición, y la cancillería carolingia de Aquisgrán. Sa'dun, gobernador de Barcelona, secundado por las oligarcas hispanogodos de la  ciudad, aspiraba a transformar “Barxiluna” en un emirato independiente. Mientras que Carlomagno ambicionaba completar el proyecto iniciado en tiempo de Pipino el Breve, su padre, el de  conquistar el territorio entre los Pirineos y el Ebro y crear un escudo defensivo contra las incursiones árabes, la Marca Gotia. Los francos dieron el nombre de Gotia (en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica y que cayó en poder musulmán a partir del 759 hasta la conquista de Barcelona en 801.
Mientras tanto en Asturias el rey Alfonso II  lograba tomar Lisboa a los musulmanes en el 798 y entraba en relación con Carlomagno. El musulmán Amrus ben Yusuf que era gobernador de Talavera de la Reina y supo que el noble de Toledo querían separarse del Emirato Cordobés y formar uno suyo. Los clanes en Talavera eran de etnia bereber y otros eran árabes por lo que eran enemigos. En ausencia de Amrus atacan Talavera los toledanos.  Logra sofocar la revuelta al llegar y en el 799 conquista Zaragoza y en 802 se hace con Huesca, consolida el poder musulmán y fortifica Tudela, punta de lanza contra los dominio orientales de Alfonso II y los rebeldes vascones.
En el 806, Amrus, al inaugurar una fortaleza invita a los nobles toledanos conjurados contra Córdoba, a la que asistía el futuro emir Abderramán II, y los invitados fueron decapitados uno a uno en presencia del futuro emir. Lo que se conoce como la “Jornada del foso de Toledo o “La noche toledana”.

MARCA HISPÁNICA
Alfonso II de Asturias  mandó construir un iglesia y surgieron leyendas y el campo fue llamado “Campus Stella”, (Compostela), por la estrella que indicó con su resplandor el sitio exacto de la tumba. Tales fueron los modestos comienzos de una devoción llamada a hacer  de Compostela el más importante centro de peregrinación de Occidente.
Por su parte, en el Imperio todo se precipita a partir de la primavera del año 800, en una magna asamblea celebrada en Tolosa en que se tomó el acuerdo de conquistar Barcelona. Carlomagno envió a su hijo y heredero el 3 de abril del 801, Luis el Piadoso, con sus tropas en Barcelona, y ponían fin a una efímera etapa de dominación árabe. Por lo tanto se produjo la batalla y los barceloneses, dirigidos por el musulmán Sa'dun, ofrecieron una resistencia encarnizada, las murallas ofrecían una protección segura, y los francos tuvieron que resignarse a estrechar el asedio. Esta situación se mantuvo durante varios meses.  El poder árabe en Barcelona no pasó nunca de la existencia de una guarnición de un centenar de soldados, que nunca intervinieron en la vida cultural y económica de la ciudad. Pero sorprendentemente, los barceloneses, abrirían las puertas de la ciudad al ejército franco; y aquel paisaje de relativa libertad e independencia desaparecería engullido por la nueva superestructura carolingia. Los barceloneses se entregaron a Carlomagno. Los hispanogodos, que estaban habitando sometidos por los musulmanes, previendo la inutilidad de su sacrificio, pactaron las condiciones de la rendición a espaldas de la guarnición árabe. El cambio de bando de las élites, las oligarquías de origen hispano visigodo es la razón que explica no sólo la conquista e incorporación de Barcelona al Imperio franco, sino el papel destacado que, inmediatamente, alcanzará la ciudad en el mundo político, militar, económico y cultural carolingio. Pero, también, nos revela que aquellas élites barcelonesas abandonaron a los árabes, convencidos de que los francos les darían el mismo trato que habían recibido las oligarquías locales de Nimes, de Narbona, de Carcasona, de Elna o de Gerona; durante la conquista carolingia de la vieja Septimania (737-785).  El elemento indígena y visigótico fue, pues, una fuerza política ante la cual los reyes francos prefirieron contemporizar.

ÍNIGO ARISTA 
La empresa carolingia de conquista del arco mediterráneo se hizo con una importante participación de los descendientes del éxodo de las actuales Tarragona y Narbona, que se habían exiliado al país de los francos durante la ocupación árabe (714 -723). Mas adelante la segunda, tercera y cuarta generación de aquel exilio alcanzarían un papel protagonista en la reorganización de la nueva Marca de Gotia. Aquellos hijos del exilio a medida que avanzaba la conquista no fueron nunca vistos como extranjeros por la población indígena.
Los francos dieron el nombre de Gotia (en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica. El nombre de Gotia se usó entonces porque esta zona había sido parte del reino visigodo desde el siglo V y muchos nobles visigodos se habían refugiado en la zona tras la conquista musulmana de la península Ibérica.
Carlomagno pacta con los musulmanes la creación de esos límites territoriales. Territorios del sur de Francia y del norte de la península ibérica que derivó en la formación de un conjunto de pequeños condados vinculados a los monarcas francos. El control de la Marca Hispánica fue el único territorio hispano de influencia carolingia. Y aunque los musulmanes consiguieron penetrar en los Pirineos occidentales, no fue por mucho tiempo dejando aislada por ejemplo Navarra, no entrando de esta forma en la Marca Hispánica que había establecido el Imperio Carolingio.
Durante las dos primera décadas del siglo IX menudearon las incursiones de francos y musulmanes sobre las costas y el territorio enemigo. Los musulmanes trataron de recuperar Barcelona, sin éxito.
El emir de Córdoba ya era Abderramán II desde el 822.  Hubo una segunda batalla de Roncesvalles en el 824. Cuando las fuerzas francas entraban en Pamplona fueron sorprendidas por aquel paso pirenaico siendo esta vez los vascones de Íñigo Arista, los aragoneses de  García el malo, y grupos musulmanes dependientes de la familia de los Banu Qasi, (aquellos que se convirtieron al islam para conservar su territorio, prácticamente gran parte de lo que es Navarra). Así la zona controlada por los francos quedo reducida a la zona entre los pirineos y el mar, y una línea formadas por el río Llobregat. De ahí salieron los cinco condados de Barcelona, Ampurias, Gerona Rosellón y Urgel-Cerdaña, que nunca fue una unidad administrativa. Al principio vinculados al reino de Aquitania, dentro del marquesado de Tolosa,  y en el año 817 se reorganiza el Imperio Carolingio y estos condados fueron el Marquesado de Gothia, cuyo primer marqués fue el conde Bera de Barcelona.

domingo, 2 de febrero de 2025

EL ILUSTRADO MARQUÉS DE LA ENSENADA

El reformador que desafió a una España empobrecida y asediada.
(1702-1781) Uno de los mejores gobernantes españoles del siglo XVIII. Hombre ilustrado, gran impulsor del poder naval.

MARQUÉS DE LA ENSENADA 

Tuvo, sin embargo, un lado muy siniestro: patrocinó un plan para exterminar a los gitanos. Como político reformista, Ensenada se proponía aumentar la capacidad recaudatoria del Estado: la gente tenía que trabajar y pagar impuestos. Por eso mismo, no podía permitir la existencia de súbditos que practicaban el nomadismo y sobrevivían de negocios ambulantes que no tributaban. Los gitanos, a su juicio, constituían una “malvada raza” que no solo llevaba un estilo de vida diferente a la mayoría, también era responsable de todo tipo de hechos delictivos.
El advenimiento de Fernando VI incrementó sustancialmente el poder del Marqués de la Ensenada dándole cancha como un ministro orquesta, universal y plenipotenciario.
Las reformas de Ensenada son muestra de la labor de un ministro ilustrado: Se aprueba un nuevo modelo de Hacienda en 1749 que jamás llegó a aplicarse. Se redujo la subvención del Estado a las Cortes y al Ejército, pero esta reforma tampoco se dio por completada. Abolición de las rentas provinciales y un nuevo decreto sobre baldíos, más reglamentos sobre casas y caballerizas reales y nuevas ordenanzas de obras y bosques.  Mejora de la carretera del puerto de Guadarrama a la altura de San Rafael (entre Madrid y Segovia) y fijación de aranceles.

      FERNANDO VI 

Mejora de la navegación fluvial del Ebro hasta Tortosa y mejora, asimismo, de los puertos de Barcelona y de Palma de Mallorca. Creación de fábricas de jarcia y lona, del Real Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz, impresión de códices en árabe o griego, un proyecto sobre la creación de un archivo histórico en Madrid. Creación del Giro Real en 1752, todas las operaciones de intercambio con el extranjero quedan en manos de la Hacienda Real, y así sale beneficiado el Estado. El resultado fue inmejorable. El desahogo de la Real Hacienda gracias a estas medidas es ya un hecho.  Se impulsa el comercio con las colonias de América. Su misión es acabar con el monopolio de Indias, así como eliminar la corrupción del comercio colonial. Así, se incrementaron los ingresos y disminuyó el fraude. En los reinos de la península se eliminan las aduanas interiores y se liberaliza el comercio. Creación en 1752 de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, enmarcada en plena Ilustración.

JORGE JUAN 

El marqués había logrado que la monarquía española fuera recuperando un esplendor que tantos años de guerras inacabables habían ensombrecido
Trabó amistad con Antonio de Ulloa y Jorge Juan, que enviaron informes, técnicos navales, ingenieros de caminos, de canales y fabricantes textiles, vidrios, armas. Se construyen también los tres grandes arsenales clásicos en que quedarán apoyadas para siempre la Marina y la flota de guerra españolas: Ferrol, Cartagena y La Carraca.
Jorge Juan y Santacilia visita a Gran Bretaña para informarse y conocer a fondo a los mejores técnicos navales del momento. Será así como proyecte y haga realidad la construcción para España de una flota digna en calidad a la británica, con un aumento de por lo menos 60 navíos de línea y 65 fragatas listas para operar. Asimismo, Ensenada eleva el Ejército de tierra a 186.000 soldados y la Marina a 80.000.
El ministro inaugura un periodo de "paz con todos y guerra con nadie":
El rey Fernando VI, mostrándose partidario de la máxima neutralidad posible, lo destituyó. Había demasiado riesgo ante un nuevo conflicto con Gran Bretaña en el Caribe.
En julio de 1754, el marqués de la Ensenada fue arrestado en su casa de Madrid por orden del rey, acusado de alta traición a la Corona por ocultamiento de órdenes de guerra.

CARLOS III 
Pero es que dos de los más destacados aristócratas del país se la tenían jurada. Los Duques de Alba y el de Huéscar, bien untados por los de Albión, consiguieron que nuestro buen ministro fuera desterrado al Puerto de Santa María. Más adelante otro Borbón decente, Carlos III, lo indultaría.
Pero lograron sustituirlo al ministro. Los ingleses habían conseguido su objetivo, que no se construyeran más barcos  en España.
Ya lo dijo Bismarck en su momento ante una capciosa pregunta de un periodista inglés. "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido".
 Pero no hace falta una lupa, ni escrutar recónditos recovecos para encontrar increíbles hombres de Estado, genios o héroes de la milicia y darnos cuenta, de que tenemos un sobrado surtido de entre los mejores. Prohombres y mujeres, que aportaron a una sociedad atrasada, el sello reformista que allende nuestras fronteras comenzaban a brotar. Su actuación al frente del gobierno no fue sencilla y estuvo plagada de calumnias, bulos y desplantes; todo ello, muy español Más conocido como el Marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla y Bengoechea, está vinculado al reinado de Fernando VI, un monarca reformador a ultranza que puso el acento en la Armada y la mejora del sistema tributario. Ambos, de la mano en los asuntos de estado, tocaron las teclas adecuadas para frenar la patente decadencia que, inexorable, estaba devorando como la carcoma, un prestigio bien ganado en el concierto de las naciones. Éramos un coloso rodeado de ávidos liliputienses con malas intenciones. Curiosamente, los anglosajones, siempre en su idea permanente de dividir, no aceptaban la neutralidad española, tan fundamental para poder crecer tras tanto desgaste. Pero no hay que olvidar -y esto es fundamental-, que la política española de siempre, ha sido esencialmente cainita. El Marqués de la Ensenada tuvo que lidiar con las envidias internas y las zancadillas externas. Su actuación al frente del gobierno no fue sencilla y estuvo plagada de calumnias, bulos y desplantes; todo ello, muy español. Inglaterra jugó un papel determinante en la zapa del gran ministro que fue Ensenada intrigando, como es habitual para nuestra desgracia, contra este formidable político.
El proyecto político del marqués tenía una proyección de centuria, no era de un mandato o una docena de años, no; era algo más grande y portentoso. Una armada oceánica con más de 150 fragatas de última generación, factible en lo financiero y apoyada en una ingeniería naval (la de Guarnizo- Cantabria) de dimensiones colosales, un ejército profesional y una obra civil espectacular apostando por unas infraestructuras de vanguardia; una revolución en el catastro, y a esto, había que añadir una sanidad preventiva, mejoras sustanciales en los astilleros en Cádiz y La Habana y un compromiso regio con Ensenada que fue determinante hasta que Inglaterra con sus habituales malas maneras, acabó con la que probablemente fue la figura española más importante del siglo XVIII. Las vicisitudes padecidas a lo largo de su magistral gobernanza con los díscolos cortesanos prestos a hacerle la cama sin ningún pudor (era muy prusiano en su quehacer cotidiano en una corte de vagos), le hicieron perder la partida frente al futuro de España. Fue un tiempo en el que la monarquía española se abría a nuevas ideas, iniciativas políticas y una mejora de la calidad de vida para con el atribulado pueblo.
Este hijo de hidalgos riojanos, tuvo una carrera meteórica basándonos en el apoyo de otro excelso ministro previo, llamado Patiño que alentando su probada eficacia lo impulsó hacia las más altas magistraturas del estado. Pero quizás, su error no fue tal, sino una derivada del hecho de la propia existencia de Gran Bretaña. Es sabido que el ilustre marino Jorge Juan, estuvo enredando a través de una nutrida cadena de espías irlandeses y portugueses en los astilleros del sur de la isla. Tras años de operar como Pedro por su casa, antes de ser descubierto, ya había tomado las de Villadiego disfrazado de alfombra persa en una veloz fragata portuguesa dedicada al comercio. Esta situación, que casi se convierte en un casus belli, descargó todas las iras de los cabreados británicos sobre el Marqués de la Ensenada que se vio obligado a dimitir. Aquellos hombres honorables, muy distintos de los de hoy, como fue el caso de Jorge Juan y el marqués de la Ensenada, dimitirían por pundonor y ética. El caso de Jorge Juan en particular fue sangrante en su enfrentamiento con la Iglesia y la Inquisición con el tema de la teoría heliocéntrica versus la teoría geocéntrica de los tonsurados. Fue obligado a reformar su teoría. Y así llegó a darse la circunstancia siniestra de que en algunos libros de ciencia figurase la pintoresca advertencia: “Pese a que esto parece demostrado, no debe creerse por oponerse a la doctrina católica”. Ésa, entre otras, fue la razón por la que, en esa época, mientras otros países tuvieron a Locke, Newton, Leibnitz, Voltaire, Rousseau o d´Alembert, y en Francia tuvieron la Encyclopédie, aquí lo más que tuvimos fue el Diccionario crítico universal del padre Feijoo, y gracias.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...