domingo, 16 de febrero de 2025

EXPOLIO FRANCÉS EN LA GUERRA FRANCO-ESPAÑOLA

Durante la guerra de la Independencia fueron expoliadas miles de obras de arte por las tropas francesas. Este periodo constituyó el saqueo más importante para el Patrimonio español en su historia. Esta es otra increíble historia que no te cuentan nuestros libros de texto en la escuela, y es que una vez más, la realidad supera la ficción.

Caricatura de franceses robando cuadros 
La Guerra de la Independencia española, como todas las guerras, supuso la pérdida de vidas humanas que en realidad es lo más importante, pero también desperdigó y destruyó gran parte del arte de nuestro país. No solo las colecciones reales sufrieron el paso y saqueo de los franceses, sino también el importante patrimonio artístico que se encontraba distribuido por las instituciones religiosas y en manos privadas. Cuando las tropas napoleónicas entraron en España en 1808, llevaban más de una década saqueando el patrimonio artístico de los territorios que habían conquistado.
Toda guerra que se extiende por un territorio deja detrás de sí un inevitable rastro de destrucción. 

Detención del "Equipaje del rey" en su huida

A estas destrucciones se sumó el pillaje de obras de arte ordenado por Napoleón en su intento de crear en París el Museo Napoleónico. Este albergaría todas las obras de arte saqueadas durante sus campañas por Europa. Numerosas pinturas fueron llevadas allí para no volver. Cegado por los ideales de la Ilustración, Napoleón Bonaparte dijo en su discurso ante el Directorio: “La República Francesa, por su fuerza, la superioridad de su luz y de sus artistas, es el único país del mundo que puede proporcionar un asilo inviolable a estas obras maestras”.
De nuestros artistas, en esa época, Murillo era uno de los más apreciados en el extranjero y, por supuesto, sus obras fueron de las más codiciadas por los franceses. Particularmente, el mariscal Nicolas de Dieu, realizó una “limpieza” de los templos sevillanos llevándose obras de un valor incalculable. El caso más famoso quizás sea el de La Inmaculada de los Venerables, el mariscal se llevó a su casa de París hasta que, cuando falleció, los herederos se lo vendieron al Louvre multiplicando por cien su fortuna. Luego, la Francia de Vichy la devolvió con algunos otros cuadros a la España de Franco y hoy está a salvo en el Prado.

"La Eucaristia" Esteban Murillo 

Sevilla fue una de las ciudades españolas que más expolio sufrió. Cuando las tropas francesas llegaron a la capital hispalense, el nuevo monarca José Bonaparte, publicó el 20 de diciembre de 1809 en "La Gaceta" de Madrid un decreto en el que se ordenaba la fundación de un museo de pintura "que contendría una colección de cuadros diversas escuelas de los pintores españoles". Este oficio fue dado  a los gobiernos locales para comenzar la incautación de las obras.
En Sevilla, se mandó reunirlas en los salones del Real Alcázar para hacer inventario antes de su partida. Hubo conventos, hermandades y algunas parroquias que, a sabiendas del futuro de las pinturas, se llevaron algunas de sus obras de arte lejos de las manos de los franceses. La incautación de obras continuaba por cada iglesia y convento sevillano. Se nombró para ello una comisión ejecutiva con miembros de la Academia de Bellas Artes para escoger las obras que había que llevarse y entregárselas al gobernador del Alcázar. Los franceses depositaron en el Alcázar un total de 999 cuadros en 39 salas, desde el propio Murillo a Zurbarán pasando por Herrera, Alonso Cano, Valdés Leal o Rubens.
Otro tristemente célebre caso, es el llamado "Equipaje del rey José I Bonaparte". El 21 de junio de 1813 se libró la batalla de Vitoria entre las tropas francesas que escoltaban a José Bonaparte en su huida a Francia y un conglomerado de tropas británicas, portuguesas y españolas al mando de Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington. Las fuerzas francesas sufrieron una derrota aplastante. Después de la batalla, los soldados de Wellington encontraron en el coche del rey fugado, José, entre el abundante material capturado, más de doscientas pinturas sobre lienzo, junto con dibujos y grabados. Estas obras venían del despojo de la casa de Godoy y el real palacio. José mandó traer de Toledo, de Valladolid y del Escorial cuanto pudiese ser transportado. Completaban el convoy las cajas de guerra llenas de dinero en buen oro y buena plata antigua, de aquello que ya no se ve, y seducía entonces con su brillo los ojos de los extranjeros.
Muchas de las mejores pinturas que se exhiben en Londres, pertenecieron en su día a la colección real española. Entre ellas se encuentran la Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Cató­lica o una Sagrada Familia, de Giulio Romano, antaño atribuida a Rafael.

"Felipe IV de castaño y plata"  Diego Velázquez 

Lo realmente increíble de esta historia es el papel que toma a continuación el monarca español, el rey Fernando VII de Borbón. Parece ser que, honestamente, el Duque de Wellington, una vez rescatado el patrimonio expoliado por los franceses, lo envía a Londres. Allí es recibido por su hermano William Wellesley, Conde de Mornington y Barón de Maryborough, que cataloga el impresionante tesoro, y siendo el primer en tener conciencia del valor y la envergadura real del tesoro expoliado que tenían entre manos. El duque informado de esto pasa a informarle del suceso al rey Fernando VII en 1814, una vez finalizada la guerra de la independencia, y a comunicarle la devolución inmediata del tesoro a su legítimo propietario: el estado español. Lo asombroso es que, al parecer, y en un gesto absolutamente incomprensible a día de hoy, el rey español le contesta a Wellington regalándole íntegramente todo el patrimonio español robado al líder militar inglés que, según dicen las fuentes, Fernando afirmó que "habían venido a su posesión por medios tan justos como honorables". La clase política e institucional española, toleró y alentó esta situación.
Según muchos investigadores, las tropas francesas bajo el mandato de José I Bonaparte saquearon las joyas del Palacio Real y el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, robando un tesoro español por valor de 18 millones de francos y 22 millones de reales de la época, expoliando, entre otros, algunas míticas joyas de la corona española, tal y como la perla "peregrina" perla de tamaño inusual, considerada de las más valiosas de la historia. Descubierta en Panamá enel siglo XVI pasando a manos de la corona del rey Felipe II. Formó parte de las joyas de la Corona Española.  


Por medio de varios decretos, José I utilizó los bienes incautados a las órdenes religiosas para ofrecerlos a los militares más renombrados “como testimonio particular de nuestra satisfacción por los servicios que nos han hecho”. De esta manera, el mariscal Soult, comandante general de las fuerzas francesas en España, fue recompensado con seis cuadros, cinco de ellos procedentes de El Escorial. El general D’Armagnac, gobernador militar de Burgos y Cuenca, con cuatro. El general Sebastiani, que dirigió la ofensiva contra Andalucía, recibió tres. Y el general Dessolles, que tuvo un papel destacado en la victoriosa batalla de Ocaña, otros tres. Sin embargo, con quien más generoso se mostró el rey fue evidentemente con su hermano Napoleón.
De esta manera, el 26 de mayo de 1813 salieron hacia Francia 300 pinturas. Aunque el convoy estuvo a punto de ser interceptado en la batalla de Vitoria, librada en julio de ese año, los lienzos llegaron a París en perfectas condiciones. Al final, de todos los cuadros enviados, solo doce se consideraron apropiados para ser expuestos en el museo de Napoleón. El resto no se devolvió. Fueron dejados en depósito a la espera de su destino: servir como decoración para las residencias imperiales.
Otro de los máximos responsables de este saqueo fue el francés Frédéric Quilliet. Este oscuro personaje, había llegado a España antes de la guerra, durante el reinado de Carlos IV. Al cabo de poco tiempo logró introducirse en los círculos gubernamentales madrileños trabajando como asesor artístico. Quilliet fue el encargado de inventariar las colecciones reales, en especial la del monasterio de El Escorial, de la que desarrolló un gran conocimiento, y otras importantes colecciones privadas, como la de Godoy. Quilliet logró apropiarse de muchas de las obras que estaban destinadas a los depósitos reales. Su ambición y descaro llegaron a tal punto que, en 1810, fue cesado de su cargo acusado de apropiación indebida. Entre otras atrocidades artísticas, Quilliet obligaba a sus ayudantes  a borrar las señas de identificación de los cuadros para poder comerciar luego con ellos.
                                Venus del espejo de Velazquez.  
Actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres. Anteriormente perteneció a la Casa de Alba y a Manuel Godoy, en cuya época seguramente se conservaba en el Palacio de Buenavista (Madrid), de donde probablemente fue robada por algún miembro del ejército inglés.
Una manifestación artística que sufrió especialmente fue la orfebrería. Custodias monumentales, cruces procesionales, arcas, etc. fueron robados, requisados y fundidos por uno y otro bando para transformar en lingotes o monedas sus metales preciosos (Así pasó con el antiguo Retablo Mayor en plata de la Catedral de Valencia, fundido en Mallorca en 1812).
No solo fue el lucro lo que animó a la destrucción, sino también la incultura y el desprecio por todo lo que fuera del enemigo. Se dio el caso que los soldados del general Lejeune, acampados en los alrededores de Zaragoza, hicieron improvisadas tiendas de campaña para protegerse de la lluvia y el frío con los lienzos de las iglesias y conventos que habían saqueado. En otros casos fueron puertas, vigas y toda clase de objetos de madera, incluidas las estatuas, las que fueron utilizadas para hacer fuegos con los que calentarse.
Los franceses usaron como guía el "Diccionario histórico de las Bellas Artes en España" de Ceá Bermudez, un coleccionista y crítico de arte de reconocida y sobrada reputación en aquel tiempo. Esta guía que orientó a los saqueadores, sería publicada en el año 1800 y vendría a ser la puntilla de aquel tamaño despropósito; pues aquel erudito sin pretenderlo, había puesto en manos de aquella gentuza las claves para finiquitar el más grande expolio de la historia hasta la II Guerra Mundial.
 
Diccionario histórico de las Bellas Artes en España, año 1800
Derrotado Napoleón, los vencedores obligarían a Francia a devolver lo expoliado. En el Louvre se inventariaron más de 5.000 obras de arte robadas (en toda Europa), de las cuales, el comisionado español para tal efecto, el general Álava, solo pudo recuperar poco más de 400 de ellas.
Este y otros tesoros procedentes de España se encontraban en Francia en 1940, durante el Gobierno títere de Vichy en la II Guerra Mundial. Varias obras procedentes del Louvre se habían trasladado al Museo Ingres de Montauban, para protegerlas de los bombardeos. Por entonces, Francisco Franco, se había hecho con el poder al terminar la Guerra Civil. Franco aprovechó el momento para reclamar parte de nuestro patrimonio robado, y en la lista, la primera obra de arte era la Inmaculada de Murillo arrebatada por el mariscal Soult. Para negociar con ventaja, Franco explotó la posibilidad de que España apoyara en la Guerra a la Alemania nazi. Con esta premisa, el gobierno francés cedió la venta de tan preciado cuadro de Murillo.
 

Y aunque la Inmaculada de Murillo fue lo primero que se negoció. Al final, acabaron vendiendo también la Dama de Elche, las coronas visigodas del tesoro de Guarrazar y el Archivo de Simancas. Todo, a cambio del tapiz de Goya, La riña, y dos cuadros:  el retrato de Antonio de Covarrubias, de El Greco; y el de Mariana de Austria, de Velázquez. Este intercambio "desigual" no sentó bien en el Louvre, que no volvió a retomar las relaciones institucionales con España hasta 1965.

Francisco Franco junto al Mariscal Pétain
Mención aparte seria todo el patrimonio arquitectónico que los franceses destruyeron considerablemente o directamente lo hicieron volar por los aires, durante la guerra de la independencia. Un patrimonio que ya jamás sería admirado por nadie. De esto hablaremos en profundidad en un futuro artículo.

sábado, 15 de febrero de 2025

AL-ANDALUS - SIGLO XI - (Parte 7) -

Prácticamente desde que llegaron los musulmanes comenzó una resistencia, que posteriormente se llamó Reconquista. Es verdad que dominaron gran parte de la península durante los tres primeros siglos, pero los reinos cristianos no existían cuando ellos invadieron, solo el reino visigodo. Los reinos cristianos se fueron formando lentamente y luchaban por su territorio y por la religión cristiana, que aglutinaba a los pueblos. Como dijimos  el Califato de Córdoba  (929-1031) fue su época de esplendor. Después se dividieron en pequeños reinos, las Taifas. Los Primeros reinos de Taifas tuvieron una vida muy corta, ligeramente superior al medio siglo, pues fueron barridos por los invasores almorávides (1090), que puso fin a estos reinos  independientes. Veamos:
Los Almorávides eran monjes-soldado salidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara. Fueron los fundadores de Marraquech. Era una facción que predicaba el cumplimiento ortodoxo del islam. La reclamación realizada por Alfonso VI sobre las plazas sevillanas y el hecho de que amenazara también con tomar Córdoba y Zaragoza, determinaron a los taifas de Sevilla, Granada y Badajoz a invitar al almorávide Yusuf ibn Tashufin a pasar a la Península, algo que los almorávides esperaban con ansiedad. Llegaron en el 1085. Era una apuesta arriesgada pero los cristianos estaban sacando partido a la división musulmana en pequeños estados.
Para los cristianos la guerra contra Al-Andalus está planteada como una guerra santa y lo que era provisional es ahora permanente.

YUSUF IBN-TASHUFIN
Alfonso VI exigió el pago de tributos incluso a la poderosa Sevilla, que para librarse de esto pidió ayuda a jefe almorávide Yusuf ibn-Tashufin, que logró vencer al rey castellano cerca de Badajoz en el 1086. Pero el rey cristiano prosiguió con su trabajo en tierras musulmanas. Esto hizo que ibn-Tashufin decidiera quedarse en la península, con la protestas de algunos suyos. Se inició una etapa de corrupción. Se produjeron enfrentamientos, y sometidos, debieron comprar su supervivencia a los Almorávides, los judíos con grandes sumas de dinero, pero los mozárabes se vieron obligados a emigrar.
En 1085 Alfonso VI se hace con el reino musulmán de Toledo. Los almorávides africanos se enfrentarán con Alfonso VI en Zalaca, (Badajoz), infligiéndole una severa derrota y poniendo en peligro las nuevas conquistas del reino de Toledo. Noticiado el Cid Campeador de la situación de su rey, abandona la taifa de Zaragoza (que era vasallo del rel Alfonso VI) y se presenta en Toledo para ponerse a las órdenes de su señor. Será entonces, en 1087, cuando Alfonso VI envíe al Campeador a Valencia con órdenes de asegurar a al-Qadir, el antiguo rey de Toledo, al que el cristiano había ofrecido Valencia a cambio de Toledo. El Campeador pasa por Zaragoza donde se refuerza. La llegada de Rodrigo obliga a retirarse a Berenguer Ramón II conde de Barcelona que estaba sitiando la ciudad.
El año 1088 Alfonso VI ordena a Rodrigo Diaz de Vivar  que se una al ejército real que se dirigía hacia Aledo (Murcia) para levantar el asedio que sufría. Pero hubo algún fallo y se produjo un desencuentro. Con este fallo aprovechado por los enemigos de Rodrigo le acusaron ante el rey de traición y desobedecer a su rey. El Monarca creyó estas acusaciones y declaró reo al Campeador, confiscando sus bienes y apresando a su mujer e hijos. Declarado traidor por Alfonso, a partir de este momento el Campeador tendrá que sobrevivir en territorio musulmán mediante su espada; tampoco volverá a servir a ningún otro príncipe taifa, como había hecho antes durante cinco años, entre 1081 y 1086, cuando se puso al servicio del Rey de Zaragoza. En el verano de ese mismo año se instala en la huerta de Valencia donde es agasajado por al-Qadir y recibido por el Rey de Lérida.

ALFONSO VI DE CASTILLA 
No era ninguna novedad que musulmanes descontentos con sus señores, situaran la fe en un plano secundario y lucharan a favor de un jefe cristiano. El propio Rodrigo Díaz habría hecho algo parecido durante los años que sirvió a los príncipes de Zaragoza, servir a un señor musulmán en sus guerras contra enemigos cristianos. El gran poder adquirido por el Campeador en Levante alarmó al Rey de Lérida, que reclamó la ayuda del conde de Barcelona Berenguer Ramón II, que no podía olvidar la afrentosa derrota sufrida a manos del Cid cinco años atrás. Llegada la primavera de 1090 Berenguer se puso en camino con un inmenso ejército. Unos primeros momentos difíciles para Rodrigo, que fue derribado del caballo, la lucha acaba con la más estrepitosa derrota de Berenguer II que cayó prisionero de Rodrigo con otros 5.000 guerreros más. La libertad del conde fue convenida mediante el pago de un rescate. Poco después los dos enemigos, Rodrigo y Berenguer Ramón, llegan a un acuerdo de paz por el que el conde cede a Rodrigo las tierras del levante incluyendo Valencia. Al-Cadir pagaba los impuestos al Cid, aunque era dinero de Alfonso VI. Invadió los territorios de su rey y estando en la Taifa de Zaragoza fue perdiendo influencia en Valencia por lo cual los valencianos entregaron la ciudad a los almorávides que estaban ocupando Al-Andaluz.  Rodrigo era imbatible. Pero fracasó ante Valencia. El saqueo de la Rioja habían puesto de manifiesto que Rodrigo sobresalía por su valor y capacidad como militar y por su habilidad política en crear y mantener un protectorado sobre Valencia y todo el Levante. Alfonso comprendió la realidad y como gran monarca que era, dejó de lado olvidando los antiguos conflictos y envió a Rodrigo su perdón y vuelta a la gracia real más amplia y generosa, devolviéndole todos sus bienes. El Cid se sintió muy agradecido con su rey y a partir de ese año de 1092 hubo concordia entre ambos.

AL-QADIR
Al-Qadir era el rey de la taifa de Valencia y algunos musulmanes deseaban acabar con el gobierno y con el protectorado del Cid. Por lo que aprovecharon la ausencia de Rodrigo para abrir a los almorávides las puertas de Valencia, asesinando a Al-Qadir en octubre de 1092. Vuelto Rodrigo al mes siguiente se entabla la lucha contra los almorávides y comenzó a hostigar y a preparar el asedio de la ciudad de Valencia, ahora enemiga, y en julio de 1093 puso sitio a Valencia, y decidió actuar en interés propio aprovechando el conflicto interno entre partidarios y opuestos a librar la ciudad a los almorávides.
Año y medio duraron estas operaciones hasta que finalmente en junio de 1094, tras un terrible cerco con todos los horrores y espantos del hambre, Valencia se rindió sin condiciones.
Esto enfureció al emir almorávide que pocos meses después enviaba otro segundo ejército contra el Cid. Las fuerzas almorávides iniciaron pero la mañana del 21 de octubre de 1094, sorprendidas por una salida de los sitiados y por una emboscada tendida durante la noche, al ver perdido su campamento, presas del pánico se dieron a la fuga abandonando un inmenso botín.
Tras la victoria el Cid cambia de estrategia. Ya no se conforma con someter el levante como un protectorado que paga por su defensa militar, sino que se lanza a la conquista de Valencia para crear un principado hereditario. Deja de ser el jefe de un ejército que cobra tributo a los reyezuelos locales para asumir todo el poder en la zona de forma directa, sin intermediarios. Después de espantar la amenaza almorávide, el Cid se centra en los asuntos internos y pone en marcha una durísima represión contra sus enemigos en la ciudad y en las poblaciones vecinas con las técnicas habituales de la época: ejecuciones sumarias, torturas, incendios, saqueos, destierros... Expulsa de Valencia a todos los musulmanes partidarios de los almorávides y los sustituye, en apenas dos días, por mozárabes a los que traspasa sus posesiones. Después de las purgas, se autoproclama príncipe de la ciudad, aunque antes declara formalmente la plena vigencia de la legalidad del Corán. Pero es que además de tener en sus tropas guerreros musulmanes llega incluso a designar para cargos administrativos y organizativos importantes a algún musulmán. Es el caso de su almojarife, llamado Abenabduz, encargado de gestionar el cobro de tributos (diezmo) y administrar las rentas del Campeador. 

EL CID CAMPEADOR
Rodrigo Díaz construyó en aquel arrabal anexo a Valencia un prototipo de villa islámica, donde convivían musulmanes, cristianos, judíos y había cierta libertad de culto. Sonará extraño para los que piensan que toda la Reconquista era una guerra contra los musulmanes. El paladín de la cristiandad en aquella época, permite que sea legal el Corán en un territorio que domina. Es que entre sus filas se encontraban numerosos guerreros musulmanes, como hemos dicho anteriormente. El Cid, el Sidi, se convierte así en Soberano Cristiano de un Principado Musulmán, una difícil posición que no sólo supo mantener hasta su muerte sino que incluso consolidó.

jueves, 13 de febrero de 2025

HISTORIA DE LA LENGUA VALENCIANA

Existen multitud de documentos anteriores a la llegada del Rey Jaime I de Aragón al Reino de Valencia que atestiguan que en los Reinos Taifas, que más tarde fue el Reino de Valencia, se hablaba el “Romance”.  La lengua valenciana nació en el siglo IX , 400 años antes de que en el 1238 llegara Jaime I a Valencia, según el Catedrátrico de Filologia de la Universidad Complutense de Madrid, Sr. Gallego.  Nos estamos refiriendo a las Jarchas, que son canciones eróticas en romance, de cuyos autores podemos destacar. Ibi al Labbana de Denia, muerto en 1113; Ibn labsum, señor de Muviedro, contemporanedo de El Cid y Ibn Ruhaim, del periodo almorávide, de Bocairent, quien fue visir de Sevilla.

Monasterio de San Miguel de los Reyes, sede de la Academia de la Lengua Valenciana.
En el año 1010 se crea la Taifa de Valencia o Reino de Valencia. Con lo cual la población cristiana que se quedó en Valencia pasaron a ser “mozárabes” y siguieron hablando el mismo idioma de siempre, es decir el romance, una derivación del latín romano.
En el 1031 surgen los primeros Reinos de Taifas, donde Toledo es muy importante y se asocia el de Valencia.
Valencia es tomada por el Cid en los años mediante un sitio entre 1092-1094.  Años después, muerto el Cid fue su viuda quien mantuvo el control, hasta el 1102, pero hubo de dejarlo por el ataque musulmán almorávides. Con la batalla de las Navas de Tolosa se marca el inicio del derrumbamiento del poder almohade. Y es en 1224 cuando aparece en escena el poderoso e inteligente rey aragonés Jaime I llamado el conquistador.
Ahora un inciso: El catalán don Antonio Rubio y Lluch, en su libro “Documents per a la historia de la cultura catalana mitgeval”, editado en 1908, nos dice, sin lugar a dudas, que la primera vez que aparece el nombre de “lengua catalana” fue en 1362, cuando Pedro el Ceremonioso ordenó que el libro francés de caballería Lancalot fuera “reduit en llengua catalana” (traducido a lengua catalana). Hasta esa fecha, pues, la lengua catalana no existía.
Sancnis Guarner, en su libro “La lengua de los valencianos” confirma lo de Rubió y Lluch, y añade: “Es la primera vegada que apareix aquesta explícita denominació.” (Es la primera vez que aparece esta explícita denominación.)
Si a Valencia la conquista Jaime I en 1238 y la lengua catalana no existe hasta 1362, nadie de los que vinieron a la conquista, ni aun el mismo puñado de catalanes que llegaron con el Ejército aragonés, podría hablar una lengua que aún no existía: la catalana. Le faltaba ciento veinticuatro años para existir.

JAIME I EL CONQUISTADOR 
Entonces, ¿qué lengua existía y hablaban las gentes contemporáneas de Don Jaime y trajeron a Valencia los que con él vinieron a la conquista? ¿De qué lengua se deriva, pues, la valenciana? Los pueblos de la Corona de Aragón hablaban en “romanz” o en “romanç”. Esa era la misma lengua única que hablaban todos los pueblos de España; romance. Por eso en 1238 es el romance lo único que podían traernos, y nos trajeron, las huestes del Conquistador, las cuales procedían de todas partes de España. Así, todos los documentos de la época de Don Jaime, o están escritos en latín, que es la lengua oficial o documental, tanto para la Iglesia corno para la Cancillería real, o lo están en la otra lengua única que es el romance.
Es falso que no quedasen mozárabes tras la reconquista, las lenguas romances del este peninsular y sur de Francia tenían gran parecido entre ellas estando en continua convivencia por influencia de los trovadores y al Reino de Valencia fueron pobladores del norte de la Corona de Aragón y Francia, que a pesar de ser una minoría, dejaron numerosos prestamos lingüísticos. Cabe recalcar que estos repobladores hablaban provenzal y occitano por lo que la afirmación de que el valenciano es una lengua romance, con dialecto del mozárabe e influencia del dialecto provenzal y del occitano, dialecto de lenguas romances, que a su vez son dialectos del latín, se acercaría más a la realidad.
Con la conquista de Valencia por Jaime I se habría producido una especie de vacío que fue llenado con la llegada de pobladores de origen aragonés, catalán y castellano, habiendo por lo tanto un antes y un después, sin solución de continuidad, a la Reconquista. Por lo tanto, esta teoría defiende que el valenciano no sería más que el habla catalana, a pesar de ser, el idioma catalán, posterior a la Reconquista, traída por los recién llegados con ingredientes aragoneses y castellanos no se sostiene.
Lo que hoy llamamos Cataluña, en el siglo IX entonces era sólo Marca Hispánica creada por Carlomagno, y hablaba provenzal, del que desciende el catalán. A diferencia del valenciano que viene de la lengua romance y una buena muestra es el libro de San Pedro Pascual, escrito en romance, y que se conserva en el Escorial.
La documentación existente se puede consultar: Los fueros del reino de Valencia se escribieron en latín; pero además en 1261, para que todos los habitantes del Reino los entendiesen y pudiesen cumplirlos, Don Jaime ordena que se traduzcan a la lengua que el pueblo habla, el romane. No hay otra. Una vez terminado la traducción completa se le llevó al propio Don Jaime para que los revisara, los aprobara, los firmara y, al fin, los jurase; lo que hizo el 7 de abril de 1261, poniendo una mano sobre el texto latino y la otra sobre la versión en romançe.
El Rey, antes vio y repasó fuero por fuero. Añadió o incrementó lo que consideró oportuno. Y lo tradujo personalmente, y así está consignado ciento cinco veces.
Añadiéndose siempre como coletilla final, que el propio Rey había hecho la traducción al romanç, diciéndose: “Arromançat per lo Senyor Rey”. O bien: “Romançat per lo Senyor Rey.” Siempre la expresión “arromançat o romançat”; es decir, arromanzado, traducido al romanç.
Así se demuestra claramente que en esos años en Valencia se hablaba el romance.
En el siglo XIX la burguesía catalana afrancesa su lengua distanciándola de la valenciana, y Prat de la Riba en 1906 encarga al ingeniero industrial Pompeyo Fabra la fabricación de la lengua catalana.
En 1912 se publica la primera gramática catalana independiente de la valenciana, mezcla de arcaísmos, valencianismos, galicismos y palabras inventadas por Fabra. La pretensión de imponer esta jerga o esperanto catalán a valencianos y mallorquines para amalgamarlos en el aberrante ente de "Países Catalanes", responde a un chauvinista y práctico deseo catalán de dominar estas dos regiones que acaparan el setenta y cinco por cien de la riqueza española.
Carles Fenollosa, licenciado y doctor en Filología Catalana por la Universidad de Valencia, repasa en su último ensayo la evolución del idioma y la literatura en valenciano para alertar de un presente inédito: cada vez nuestra lengua tiene más prestigio y cada vez se habla menos.
“O hacemos del valenciano la lengua de los valencianos, o nos podemos preparar para ser definitivamente otros”. Con esta rotundidad (y en valenciano) se expresa en el epílogo-manifiesto con el que cierra "Irreductibles. Una història de la llengua i la literatura dels valencians". Un ensayo que, como su propio autor explica, es una reacción al momento actual de un idioma escrito y estudiado y respetado institucionalmente, pero que está cada vez más cerca de perder la calle: "Se está deshaciendo un pilar fundamental que nos ha identificado y ligado durante siglos como pueblo sin que el relato político dé respuesta a este proceso de disolución".
 

miércoles, 12 de febrero de 2025

AL-ANDALUS - SIGLO XI - (PARTE 6)

El militar y político Almanzor, durante el califato de Alhakén II ocupó importantes cargos administrativos. La muerte de este califa en el 976 marcó el comienzo de la época donde destacó el desgraciadamente recordado Almanzor. Ejerció un poder extraordinario en el Estado andalusí, en toda la península ibérica y en parte del Magreb, mientras el califa quedaba relegado por Almanzor. Protagonizó entre 977 y 1002 cincuenta y seis campañas militares, en su mayoría, contra los reinos cristianos del norte peninsular.

ALMANZOR 
El culmen de su barbarie llegó en el 997, cuando arrasó y saqueó Santiago de Compostela. “Destruyó iglesias, monasterios y palacios y los quemó con fuego”. Sus huestes solo respetaron el sepulcro del apóstol, nunca sabremos porqué. Hizo no menos de cincuenta aceifas o incursiones en los reinos cristianos en busca de esclavas que vender en Córdoba y cautivos por los que pedir rescate, llegó a arrasar Zamora, León, Pamplona, Barcelona y Santiago de Compostela, entre otras muchas poblaciones cristianas, hasta hacer más de 200.000 prisioneros entre esclavas, niños o cautivos para pedir rescate o intercambiar por cautivos musulmanes y con ello poder financiar sus campañas. Almanzor utilizó el terror como arma de guerra, en Barcelona lanzaba cabezas de cristianos contra las murallas y pasó a cuchillo a todos los soldados, en Santiago incendió la ciudad y traslado las campanas a Córdoba llevadas a mano  por los cautivos y esclavos. En Córdoba se montó un mercado de esclavos que cubrió los deseos más lascivos y los más bajos instintos de la corte califal, de lo que se aprovechó para gobernar sin ser califa, proporcionando fondos a los para las siguientes aceifas. Entre las esclavas más apreciadas estaban las vasconas que fueron las madres del califato y en segundo término las doncellas gallegas, los infantes y jóvenes eran sodomizados. En fin, fue un cruel personaje, no construyó nada, no escribió nada y solamente se dedicó a batallar y secuestrar, esclavizar, etc. Después de la muerte de este despreciable carnicero en el 1002 el Califato de Córdoba duró veintinueve años más, creándose después los reinos de Taifas.
Las causas profundas del declive del califato de Córdoba no están clara, si bien parece que la militarización profunda es una de las más importantes.
Pero muerto el califa Al-Hakan II en el 976 fue cuando comenzaron los últimos años del califato.

TERRITORIO DEL CALIFATO DE CÓRDOBA
El Califato  Cordobés fue una época de esplendor, un desarrollo impresionante en todos los sentidos. Pero hemos de tener en cuenta que fue mantenido por un poderoso ejército y dos califas que supieron gobernar.
Entre los moros en el Califato de Córdoba, el nuevo  reparto de cargos y zonas de influencia en el territorio condujo a enfrentamientos entre los conquistadores bereberes y árabes y con las oleadas de inmigrantes. Al ser los conquistadores, primeros eran los inmigrantes los perjudicados por el método de conquista mediante pactos. Los últimos años del califato vieron desfilar a una sucesión  de nombres y la paulatina división del territorio en Taifas. Las intrigas por el poder eran constantes. Continuos cambios de gobernador. Existía el partido árabe enfrentado al eslavo y al partido beréber. El nuevo califa había enrolado como soldados a numerosos cordobeses tras su participación en la revuelta que le había llevado al poder y había reclutado entre ellos a su guardia palatina. Entre un poder que buscaba el apoyo de la población y los dos grupos, siempre presentes, de eslavos y de beréberes magrebíes, que era la fuerza más segura del poder amirí precisamente por ser extraños a la sociedad andalusí, no podía haber armonía. Estas rivalidades fueron aprovechados por los cristianos para aliarse con los bereberes, junto a los cuales asaltaron Toledo y luego el general árabe Muhammad II se alió con tropas cristianas para saquear Córdoba y más tarde se unió con los eslavos para matar a su señor. Los bereberes continuaban asolando Al-Andalus y pusieron cerco a Córdoba que cayó en el 1013 y fue saqueada nuevamente. Se sucedieron varios califas en el trono cordobés y el último Omeya, Hissam III fue derrocado en el 1031.
Ese corto periodo de cien años es cuando al-Andaluz controla casi toda la península, no sin luchas. Es decir, que la dominación era en cierta forma relativa, tuvieron que defenderse constantemente de los reinos cristianos y de las revueltas internas.


Desde el 1031 los musulmanes se dividen en “banderías”, o pequeños reinos, “Taifas” y cada una de ellas dominaba una región  determinada. Hubo tres etapas de los reinos de Taifas. Tras el debilitamiento de los almorávides y los almohades, surgieron los llamados segundos (1144 y 1170) y terceros reinos de taifas (siglo XIII). El origen de todas las dinastías de las taifas era extranjero, salvo el de los Banu Qasi y los Banu Harún, que era muladí.
Cada Taifa dominaba una región determinada y cada una tenía su rey. Las grandes taifas eran, Zaragoza, Toledo y Badajoz, Granada y Sevilla. Habían sido las primeras en constituirse. En las primeras Taifas a su frente la dirección de cada una de estas divisiones se las repartieron distintas etnias, litigantes ya dentro del Califato. Como fuere que sus reyes gobernaban en su propio provecho creció un malestar entre la población de los grupos étnicos. Algunas de las taifas no obstante progresan en la agricultura, acuñan moneda y funciona bien el comercio. Hubo un mecenazgo en las artes y las ciencias. Los ejércitos eran imprescindibles para la defensa. Las taifas gozaron de riqueza y cultura, pero no de fuerza militar, lo que las condenó al pago de parias a cristianos y al alza de impuestos entre sus súbditos. Este hecho junto a la fragmentación de la comunidad islámica y la carencia de legitimidad política de algunos dirigentes, provocaron la crisis a finales del siglo XI. Los impuestos se incrementaron provocando el descontento en la población. Máxime cuando gran parte de ese dinero iba a parar a manos cristianas pagando los tributos como protección o vasallaje.

GUERRROS ALMORÁVIDES 
Dichos reinos tuvieron una vida muy corta, ligeramente superior al medio siglo, pues fueron barridos antes de que concluyera la undécima centuria por los invasores almorávides. Los taifas más importantes fueron el de Zaragoza, el de Badajoz, el de Toledo, y ante todo, los de Granada y Sevilla. Los reyezuelos taifas, en contraste con lo sucedido en la época califal, eran muy débiles políticamente. Se hallaban a merced de los reyes cristianos, lo que se tradujo en el pago de parias o tributos, a cambio de los cuales pedían protección militar a aquéllos. Para hacer frente a esa situación, así como para mantener a los ejércitos, integrados básicamente por mercenarios, los dirigentes taifas no tuvieron más remedio que elevar los impuestos, lo que motivó un creciente descontento entre la población.
Careciendo de las tropas necesarias, las taifas contrataban mercenarios para luchar contra sus vecinos o para oponerse a los reinos cristianos del norte. Incluso guerreros cristianos, como el propio Cid Campeador, sirvieron a reyes musulmanes, luchando incluso contra otros reyes cristianos. Esto no fue suficiente. Los reinos cristianos aprovecharon la división musulmana y la debilidad de cada taifa individual. Al principio el sometimiento era únicamente económico, pagar un tributo anual, las parias. Sin embargo, en el año 1083 Alfonso VI rey de Castilla y León toma Madrid. La consecuencia de que Alfonso VI (1040-1109) tomara Toledo en mayo de 1085  y toda la zona que hoy es Castilla la Mancha (ya nunca volvió a manos musulmanas), y en el 1086 marcha a tomar Zaragoza, fue lo que alarmó a los andalusíes, y tomaron la decisión, de llamar en su auxilio a los curtidos guerreros almorávides, facción que predicaba el cumplimiento ortodoxo del islam. La pérdida de Toledo fue el desencadenante.
Los reyes de las taifas pidieron ayuda al sultán almorávide del norte de África, Yúsuf ibn Tasufin, el cual pasó el estrecho asentándose en Algeciras y no solo derrotó al rey leonés en la batalla de Zalaca (1086), sino que con la excepción de los beréberes nuevos de Granada y los eslavos de Baleares, las demás taifas de estos grupos fueron conquistadas por los almorávides, ya que eran muy débiles desde el punto de vista político. Estas Taifas tuvieron una vida muy corta, ligeramente superior al medio siglo, pues fueron barridos por los invasores almorávides (1090), que puso fin a estos reinos  independientes, se conoce en la historiografía tradicional como época de las primeras taifas.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

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