La película de Roland Joffé "La Misión", de 1986 está inspirada en la
vida de un jesuita peruano del siglo XVII, el P. Antonio Ruíz de Montoya, quien
fuera misionero en el Paraguay. Es un buen ejemplo de esta forma de concebir la
empresa y la gerencia por parte de los jesuitas.
Está ambientada en el siglo XVIII en las reducciones
jesuíticas del Paraguay y noreste de Argentina y recrea los eventos que
condujeron a la destrucción de esas misiones y a la supresión de la Compañía de
Jesús.
El rey Carlos III y el Reino de Portugal y el Rey de Francia
en 1767 ordenaron la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de las
coronas, incluyendo la incautación del patrimonio de la Compañía de Jesús.
Las misiones guaraníes empezaron en 1609. Los guaraníes eran
tribus guerreras, indómitos, que vivían en las márgenes de grandes ríos. Caza y
pesca eran su forma de alimentación, realmente estaban en la edad de piedra.
Casi no hacían sembrados y tampoco sabían cuidarlos. Vivían en promiscuidad
sexual, practicaban el canibalismo, no solo por cólera sino también por gula.
Eran valientes guerreros pero crueles. Allí entraron los jesuitas, sin ayuda
militar, aunque en misión de los reyes, que habían trazado el cuadro jurídico
al que debían ajustarse.
Los hombres blancos nunca habían entrado en aquella espesa
selva paraguaya y al navegar por esos ríos tañían la flauta para animarse en su
camino. Pero los indios entendieron que esos hombres sufrían penalidades y se
estaban sacrificando por dar sus enseñanzas, y poco a poco, se fue trabando un
relación de cierta amistad y luego cariño recíproco.
Los jesuitas fueron innovadores en la explotación de sus
haciendas y propiedades en la América Hispánica. Durante los siglos XVII y
XVIII gestionaron con sistemas que se adelantaron a la actualidad incluso. Uno
de los más importantes fue la explotación de las minas de Uspallata (Argentina)
de plomo, plata y cinc. Agregaron la participación de lo recaudado en las
haciendas para ser redistribuido entre indígenas, esclavos y empleados, con lo
que fueron los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus
subordinados. La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, que,
debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos.
En 1611 se publicó la real orden de protección de las
misiones, en la que se dotaba a cada misión con total autonomía para
gobernarse, se prohibía el acceso a las reducciones a externos y se garantizaba
a los nativos que nunca caerían en manos de encomenderos y esclavistas. Así,
bajo la influencia de la Compañía de Jesús, los nativos quedaban protegidos de
los encomenderos españoles y los esclavistas portugueses.
Pero los conflictos no cesaron, lo que obligó al abandono o
reubicación de algunos pueblos. La batalla más conocida fue la batalla de
Mbororé (actualmente municipio de Panambí, provincia de misiones, Argentina),
reconocida como la primera batalla naval en Sudamérica y que enfrentó a los
guaraníes que habitaban las Misiones Jesuíticas con los bandeirantes,
exploradores y aventureros portugueses, que terminó con la victoria guaraní.
Más de 130 misioneros perdieron la vida en las junglas
mientras evangelizaban a los indígenas, pero otros religiosos consiguieron
organizarse para defenderles de la esclavitud de los “bandeirantes”
portugueses.
Cada misión incluía entre dos mil y cuatro mil indígenas,
que eran dirigidos por dos o tres jesuitas y los caciques de cada pueblo. Ya a mitad del siglo siguiente los indios vivían en casas
limpias, tenían templos, horarios para trabajar, sistemas de organización con
la paz como objetivo.
Besaban las manos de los misioneros en señal de gratitud,
arrodillados. Acudieron en ayuda del Imperio Español contra las invasiones
paulistas del Brasil. Llegaron a trabajar en la construcción de la misma
Catedral en Buenos Aires.
Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas
atrajo la ambición de las Coronas Europeas y particulares y, a la larga, fue un
factor para la supresión de la Orden. Dios se apiade del alma de Francisco
Bucareli, autor de las mentiras que llegaron a convencer a algunos grupos de
indígenas provocando el rechazo de estos hacia los jesuitas. Bucarelli fue el
encargado de conseguir ese desprecio
para facilitar la desaparición de la orden en aquellas tierras.
El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue
Portugal. El marqués de Pombal encerró
en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en 1759. Así
robusteció la autoridad real y dio una señal al Papa de que no toleraría sus
intromisiones en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus
colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII
protestó por la medida.
En 1763, Luis XV de Francia acusó a la Compañía de Jesús de
malversación de fondos debido a una quiebra en Martinica. El Parlamento de
París, había impugnado la presencia legal de la Orden en Francia y el Rey
decretó la disolución de la orden y el embargo de sus bienes.
Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios
de la Corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por
Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra del marqués de
Campomanes Fiscal del Consejo de Castilla. Al mismo tiempo, se decretaba la
incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos (haciendas,
edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto “tesoro” en efectivo
que se esperaba. Los hijos de San Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que
realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la
formación de la juventud en la América Hispana) y sus misiones entre indígenas,
como las famosas reducciones guaraníes y las misiones en el noroeste de México
(Baja California, Sonora y Sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas
(misiones del Marañón).
El Papa Clemente XIV cedió y mediante el breve Dominus ac
Redemptor suprimió la Compañía de Jesús que fue llevada a cabo en 1773, cuando
se enfrentó a fuertes presiones de los reyes de Francia, España, Portugal y de
las Dos Sicilias.
En 1789, el mismo año en que la Constitución de Estados
Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa, fue fundada
por el ex jesuita John Carroll la universidad católica más antigua de Estados
Unidos. En el siglo XIX sería integrada a la Compañía restaurada. Cuarenta años
después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las
guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica,
Pío VII decidió restaurar a la Compañía. Durante el siglo XIX la Orden sufre
las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que
afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal,
Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc..
En España, por decreto de 23 de enero de 1932, la Segunda
República disuelve la Compañía de Jesús con el pretexto de que obedece a un
poder extranjero e incauta todos sus bienes. Durante la guerra civil ese
decreto es derogado el 3 de mayo de 1938 y la Compañía vuelve a adquirir plena
personalidad jurídica. El padre Gabriel (Jeremy Irons) es un soldado de la Cruz, un
soldado de Cristo. Rodrigo Mendoza, (Robert de Niro) otrora esclavista, es un
hombre realmente arrepentido que decide también convertirse en soldado de la
Cruz. Cambia su espada por el amor, la bondad, la Fe, la esperanza. Y qué mejor
forma de demostrar ese cambio radical que irse a la selva a pasar el resto de
sus días haciendo al bien a aquellos a quienes tanto hizo el mal.
Si bien la conquista del continente por la corona española
no fue como la imagen de pillaje y genocidio que nos quieren pintar
continuamente, la verdad es que hubo de todo, pero también grandes hombres que
entregaron su existencia a la protección de los indígenas y se mezclaron con
ellos, dándoles lo mejor que tenían, la fe, el idioma y los avances de la
civilización europea de aquel tiempo. Y a muchos les costó la vida.
La película tuvo 7 nominaciones a los Oscar consiguiendo la
de mejor fotografía. Evidentemente las imágenes son espectaculares. Con las
cataratas del Iguazú de fondo que se encuentran en la frontera entre Paraguay y
Argentina. Fueron elegidas como una de las “Siete maravillas naturales del
mundo”.
"The Mission"
no consiguió ser un éxito en los cines estadounidenses de los ochenta. Y
buena parte de ello se debió a las opiniones adversas que recibió por parte de
la "crítica especializada".
Ubicación de algunas misiones actualmente
El reconocimiento más importante que tuvo el film fue su
victoria en el 39º Festival de Cannes, donde se alzó con el máximo premio: La
Palma de Oro. "The Mission"
fue nominada a siete premios Oscar, incluyendo mejor película y mejor
dirección. Ganó uno a la mejor fotografía. Actualmente la película goza de gran
aceptación por parte de la audiencia.
Su épica banda sonora tal vez sea de las más bellas del
maestro Ennio Morricone (1928-2020). Sin embargo el compositor italiano habría
sugerido que el film no tuviera música.
El propio Morricone relató la anécdota. “Un día el productor
Fernando Ghia me arrastró hasta Londres para ver la exhibición de una película
sin música junto a su director Roland Joffé», contó el maestro italiano, quien
durante dos horas analizó detenidamente el film. Al llegar a la última escena
estaba llorando como un niño. Déjenlo así, les dije, la música es superflua”.
Al parecer, la película tenía tanta belleza visual y sonora que hacía
innecesaria la música. Por lo menos esa era la opinión de Morricone. Al final
se hizo cargo del proyecto y hoy podemos seguir disfrutando esta increíble
obra.
En toda la zona comprendida entre Argentina, Brasil y
Paraguay todavía existen (y se pueden visitar) ruinas de las antiguas misiones
jesuíticas guaraníes. Pero en una región bastante alejada de las Cataratas de
Iguazú, existió realmente una misión jesuítica llamada "San Carlos
Borromeo", concretamente ubicada en la actual provincia de Corrientes
(Argentina).
Así también, el personaje del Padre Gabriel tendría varias
fuentes, entre las que podemos mencionar por un lado el mártir Roque González
de Santa Cruz, un religioso criollo presbítero convertido en santo por la
Iglesia Católica en 1988, quien falleció asesinado por un cacique guaraní en
1628. Por otro lado, también compartiría varios aspectos de la personalidad del
sacerdote jesuita y compositor de música barroca Domenico Zipoli, quien trabajó
como jesuita en Córdoba (Argentina) en el Siglo XVIII.
Otra particularidad del film es que la comunidad que aparece
en el film no es realmente guaraní. Se trató de los Waunana originarios de
Colombia.
Ocho pueblos paraguayos componen este circuito de misiones
jesuitas por este país visitando las poblaciones y las misiones que los
religiosos levantaron junto a los indígenas en medio de las selvas
sudamericanas. Las fundaciones jesuíticas fueron más de cincuenta, si bien solo
treinta se consolidaron finalmente en Brasil (7), Argentina (15) y Paraguay
(8). El Camino de los Jesuitas es el descubrimiento del gran legado cultural,
espiritual y organizativo de los jesuitas y las comunidades; es una aventura
entre lo desconocido y lo indómito; convivir con nativos que mantienen vivas
sus costumbres desde hace siglos. Y
gozar de las maravillas naturales que forman un legado inigualable, aún vigente
en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile.
El Camino de los Jesuitas atesora 42 sitios declarados
Patrimonio Mundial por la UNESCO, tanto culturales como naturales, 19 de los
cuales forman parte del patrimonio jesuítico que hoy configura un legado
inigualable.
Los jesuitas consiguieron que los indios aprendiera a leer y
escribir, un sistema de agricultura y ganadería, a construirse casas con
desagües y sus calles, etc.
Todas las misiones jesuíticas fueron fundadas siguiendo el
mismo modelo: la iglesia, la residencia de los padres y las casas regulares de
los indios que se ubicaban alrededor de una gran plaza. El sistema de económico
de los jesuitas se basaba, por un parte, en el aprovechamiento de los recursos
a través de la explotación agraria y minera, en la producción de diversos
productos como herramientas, ebanistería o instrumentos musicales. Con su
trabajo en el campo, además de conseguir su alimentación lo que sobraban lo
vendían como una cooperativa y se regulaba los beneficios de forma social. Cataratas del Iguazú
Por otra parte, el intercambio entre las distintas misiones
y haciendas fue clave en su desarrollo, y alcanzó un grado de influencia tal,
que puso en cuestión los sistemas de poder económico y administrativo de la
Corona y de los poderes locales. Desgraciadamente esta cuestión fue una de las
causas desencadenantes de su expulsión de los territorios de la Corona primero
la portuguesa y más tarde la española, aunque fueron expulsados de toda Europa
durante siglos. Siempre fue una orden problemática para los poderes
gobernantes.