martes, 10 de junio de 2025

VIKINGOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Aunque no legaron a nosotros nada de su cultura, hay que nombrarlos en la relación de pueblos que llegaron a nuestras costas.
La primera expedición vikinga en la Península Ibérica llegó a las costas asturianas en el año 844. Las fuentes para el estudio de los ataques vikingos a la Península Ibérica son casi exclusivamente escritas. No hay restos arqueológicos de procedencia vikinga en tierras peninsulares.


Arribaron varias veces a la Península. Está demostrado que llegaron a pisar tierra en Galicia, Vasconia o Al-Ándalus. Al menos, eso dicen las crónicas de la época. Fueron divisados por primera vez en Gijón. Luego se dirigieron a las costas gallegas y a continuación siguieron por el litoral Atlántico Peninsular de norte a sur, de manera que, pasando por Lisboa, llegaron a Cádiz, Sanlúcar de Barrameda, hasta llegar a Sevilla remontando el río Guadalquivir. Desde aquí atacaron ciudades del entorno como Coria, Morón de la Frontera, Medina-Sidonia y Niebla. En todos los lugares causaron cuantiosos daños, tanto materiales como en vidas humanas. Pero al final fueron derrotados por el ejército musulmán antes de su inminente llegada a Córdoba. Los vikingos sufrieron grandes pérdidas y no tuvieron más remedio que retirarse, aunque en su camino de vuelta siguieron realizando diversos saqueos.
La historiografía divide en cuatro etapas cronológicas estos ataques. La primera comienza en el año 844 cuando varias embarcaciones escandinavas arribaron a causa de una tempestad al norte de la Península Ibérica. Llegó a las costas gallegas en el año 858. Su destino era Santiago de Compostela. El trayecto que siguieron fue a través de la Ría de Arosa, en la provincia de Pontevedra, saqueando Iria Flavia y sitiando Santiago de Compostela. Sus habitantes tuvieron que pagar un tributo económico a los vikingos a cambio de que la ciudad no fuese saqueada, aunque aun así una vez pagado intentaron entrar en la ciudad. Pero entonces fueron derrotados por el ejército cristiano en un duro combate en el que los vikingos sufrieron numerosas bajas y se vieron obligados a levantar el sitio e irse del lugar. Esta expedición vikinga tuvo como consecuencia el traslado de la sede episcopal del obispado de Iria Flavia, que era la más importante de tierras gallegas y se había demostrado demasiado vulnerable, a Santiago de Compostela, algo que en futuro daría un gran impulso a esta ciudad. Tras esto, descendieron con sus naves por la costa Lusitana hasta alcanzar la desembocadura del Guadalquivir. Una vez allí, optaron por remontar el río adentrándose en Al-Ándalus. Llegaron finalmente a Sevilla, la cual saquearon en torno al mes de septiembre de ese mismo 844. Destruyeron la mezquita de la ciudad, acabaron con la vida de muchos de sus habitantes y también hicieron esclavos. Fue la primera incursión vikinga importante en la península, la misma que terminó provocando el envío de una embajada omeya al encuentro de los nórdicos. A pesar de que, según recogen las crónicas, esta primera llegada de los vikingos a la actual España fue causa del azar, ya habían oído hablar sobre las riquezas de Al-Ándalus. Los escandinavos no tardaron en ser repelidos por las tropas omeyas. Poco más de un mes después del saqueo de Sevilla fueron derrotados en batalla en lo que hoy es el aeropuerto de Sevilla. Después de esto, los supervivientes llevaron a cabo alguna que otra correría poco reseñable en territorio andalusí y en Marruecos. No se supo nada más de ellos hasta el año siguiente, y para entonces ya se encontraban en Aquitania. 

Lo que ocurrió después es que algunos de los vikingos optaron por rendirse a Abd al-Rahmán II, emir cordobés entre el 822 y el 852, quien se tomó bastante en serio el ataque vikingo a sus costas. También recibió una visita de un embajador enviado por el “rey de los vikingos”, quien probablemente llegó a la Península Ibérica desde Irlanda. El emir decidió encomendar a Al-Ghazal, diplomático capaz que ya había servido anteriormente en Bizancio, la misión de remontar el Atlántico con el fin de acordar la paz con los hombres del norte. Este partió desde la actual Portugal, con una carta de Abd al-Rahmán II y con regalos para los escandinavos. Contaba con la compañía de otros funcionarios y de la comitiva enviada por el rey de los vikingos. El viaje fue largo y especialmente duro.
La impresión que causaron los musulmanes entre los nórdicos una vez llegaron a su destino: El rey de los vikingos ordenó a su gente que les preparasen un buen alojamiento y envió a un grupo de gente a recibirlos. Los vikingos se agolpaban para mirarlos y se asombraban mucho de su apariencia y su manera de vestir. 


La historiografía no ha conseguido dar una respuesta suficientemente sólida, y así es como aparece recogido en el texto musulmán: “Eran paganos, pero ahora siguen la fe cristiana y han abandonado el culto al fuego y a su religión anterior, exceptuando la gente de unas pocas islas dispersas por el mar donde aún se conserva la antigua fe, en la que se adora al fuego, se efectúan matrimonios entre hermanos y hermanas y otras aberraciones por el estilo. Los otros guerrean contra estos y los esclavizan”. Los enviados del emir tuvieron dos días antes de ser recibidos en audiencia por el rey. Según sostiene Ibn Dihya, cuando fueron llamados a su presencia, los musulmanes explicaron que no les estaba permitido arrodillarse ante nadie que no fuera el propio Abd al-Rahmán II. Los nórdicos aceptaron la demanda; sin embargo, cuando la comitiva iba a traspasar el umbral de la estancia en la que el monarca les aguardaba, se dieron cuenta de la puerta era tan baja que era imposible cruzarla sin agacharse. Ante esta situación, Al-Gahzal decidió sentarse y entrar en el salón impulsándose con los pies. Al margen de este incidente, parece ser que la reunión entre el embajador musulmán y el rey transcurrió con total normalidad. Comenzaron leyendo la carta del emir, y después pasaron a entregarse obsequios. En lugar de volverse inmediatamente a Al-Ándalus, al-Ghazal aceptó la invitación extendida por los nórdicos para pasar un tiempo entre ellos. De este modo, en el texto aparece recogido como el embajador conoce a una reina llama-da Nud. Parece ser que el musulmán mantuvo una muy buena relación con esta, a la que llegó a dedicar algunas poesías. Ese es el caso, por ejemplo, de un pasaje en el que la reina afirma que “los celos no existen entre nosotros (los escandinavos). Nuestras mujeres están con sus maridos sólo por su propia voluntad. Una mujer permanece con su marido mientras este le resulta agradable, pero le abandona si ha dejado de agradarle”. Según sugiere el texto de Ibn Dihya, Nud pasó tanto tiempo con al-Ghazal que llegó a enamorarse de él. Sin embargo, una vez transcurridos dos meses, la comitiva andalusí deshizo el camino y retornó a la Península Ibérica

lunes, 9 de junio de 2025

CABALLEROS ESPAÑOLES EN LAS CRUZADAS

A finales del siglo XIII, los “Estados latinos de Oriente” estaban en un momento crítico de su historia. La presión de las fuerzas musulmanas, lideradas por sultanes como Khalil, era cada vez mayor. La captura de Acre en 1291 marcó el fin de la presencia cristiana en Tierra Santa y el final de la era de los Estados Cruzados.

Los Estados latinos de Oriente eran una serie de estados que se habían establecido en Oriente Medio tras la Primera Cruzada en 1099. El principal estado era el Reino de Jerusalén, pero también existían otros, como el Principado de Antioquía, el Condado de Trípoli y el Reino de Chipre. Estos estados estaban gobernados por nobles latinos y eran administrados bajo leyes y costumbres latinas.
A finales del siglo XIII, los Estados latinos de Oriente llevan años en franca decadencia, sufriendo cada poco los envites de las tropas sarracenas. El sultán Baibars –que había alcanzado el poder en 1260– y sus sucesores, han ido conquistando una a una las distintas plazas cristianas. El primer enclave en caer fue el principado de Antioquía, en 1268, y tres años después la en apariencia inexpugnable fortaleza hospitalaria del Crac de los Caballeros.
En abril de 1289 parece haberle llegado el turno a Trípoli. La ciudad cruzada, que ha permanecido durante 180 años en manos cristianas, lleva más de un mes sitiada por las tropas sarracenas del sultán Qalawun. Las fuerzas de la ciudad, en manos de Lucía de Trípoli, habían sido advertidas del peligro por Guillermo de Beaujeu, Maestre del Temple, pero su aviso fue ignorado. Ahora es demasiado tarde. A pesar de las tropas hospitalarias, templarias, francesas y chipriotas que han llegado en auxilio, dos de las torres principales han caído ya y una multitud intenta huir antes de probar el temible filo sarraceno.


Doña Lucía, los mariscales del Temple y del Hospital, así como el Senescal de Jerusalén –Sir John de Grailly–, logran escapar, mientras el resto de la población espera con terror su inminente final. Aunque la mayor parte de los defensores ha huido, unos pocos valientes intentan resistir los ataques de los infieles. Entre ellos destacan dos caballeros vestidos de blanco y con una cruz roja sobre su hombro izquierdo. Su nombre: Pedro de Moncada y Guillermo de Cardona. El primero de ellos había ocupado el puesto de Maestre provincial de Aragón entre 1279 y 1282. Los dos hermanos de orden pelean con fiereza, lanzando una y otra vez tajos con sus espadas, pero las brechas en las murallas son ya incontrolables y los templarios sucumben sin remedio ante la hueste sarracena.

Durante los casi doscientos años de existencia de la Orden, otros muchos templarios nacidos en la península Ibérica empuñaron sus armas para enfrentarse a los musulmanes, ya fuera en suelo peninsular –la mayor parte de las veces– o en territorios de Tierra Santa –las menos–. En todo caso, los freires del Temple procuraron siempre hacer honor a la fama que se habían forjado. No en vano, la mayor parte de los cronistas de su época coincidían al señalar que los templarios “eran los primeros en atacar y los últimos en retirarse”.
El caso de Moncada y Cardona es buen ejemplo de ello. Abandonados a su suerte, y seguros como estaban de que la resistencia era imposible, aquellos caballeros decidieron mantener su posición hasta el final. Experiencia no les faltaba, acostumbrados como estaban a luchar contra el “infiel” en las escaramuzas y batallas que se prodigaban en la Península. El propio Pedro de Moncada, algunos años atrás, había tenido oportunidad de vivir una experiencia similar, aunque entonces la aventura terminó con mejor fortuna.
Corría el mes de junio de 1276 y, aunque ya hacía muchos años que el rey Jaime I había conquistado Valencia, la población mudéjar protagonizaba de vez en cuando rebeliones alimentadas desde el reino de Granada. En aquella época, un grupo de rebeldes mudéjares, formado por más de mil hombres a caballo, alzaron las armas contra el monarca aragonés, tomando el control de varias localidades. El rey, ya anciano, se encontraba enfermo, y fueron las tropas de Don García Ortiz de Azagra y otros caballeros –entre los que se contaban el maestre templario Pedro de Moncada y su hermano Guillén Ramón– quienes acudieron a sofocar la revuelta. En total la hueste cristiana, según las crónicas, estaba compuesta por unos doscientos caballeros y más de quinientos soldados. Una cifra que, a la vista del resultado, resultó insuficiente.

Entre los días 16 y 28 de ese mes de junio, las tropas cristianas lucharon con valor ante las fuerzas musulmanas, compuestas por “más de seiscientos caballeros y muchos peones”, en la llamada Batalla de Luchente. Armados con su impedimenta habitual –cota de malla, grandes espadas, lanzas y otros utensilios de guerra–, los cristianos, agotados por el calor y la sed, fueron derrotados sin remedio por sus enemigos. Las bajas cristianas fueron tan grandes que, durante años, aquella derrota fue recordada con el nombre de “Martes de desgracia”. Durante la batalla perdieron la vida Don García Ortiz y muchos caballeros templarios, mientras que el maestre, Pedro de Moncada, fue apresado junto a otros hombres y encerrado en el castillo de Briar. Por suerte para Moncada y sus hermanos templarios, el moro que los vigilaba resultó ser un traidor, facilitándoles la huída y escapando con ellos hasta la plaza cristiana más cercana. En aquella ocasión Moncada había burlado a la muerte, lo que le permitió seguir empuñando su espada durante otros trece años, hasta que perdió la vida en la plaza de Trípoli, a miles de kilómetros de su hogar.

sábado, 7 de junio de 2025

FELIPE II - CLAROSCUROS DE SU REINADO

 

En el Imperio Español no se pondría el sol, pero las dos bancarrotas sufridas en tiempos de Felipe II no nos las quitó nadie. Los Austrias defendieron la religión católica como nadie lo ha hecho en la historia. Y el precio fue altísimo. Desangrados por las guerras exteriores además, en vez de promocionar la industria, incrementar las ventas, pues el oro y la plata americanos hicieron a burgueses y nobles, perezosos e improductivos. También soldados, frailes y pícaros antes que trabajadores, sin que a cambio creásemos en el Nuevo Mundo, como hicieron los anglosajones en el norte, un sistema social y económico estable, moderno, con vistas al futuro. Pensemos que la novela picaresca surgió en esas fechas, y con ser producto del siglo de oro, realmente era una crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento. 

El Lazarillo de Tormes 

Fue una respuesta a las novelas heroicas mostrando la puñetera realidad del pueblo. El sórdido vivir de la gente sin clase, los miserables desheredados, los falsos o aprovechados religiosos y los conversos marginados. Por otro lado estaban los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad, observada por encima de sus cuellos engolados. La gente joven se marchaba, como siempre, buscando oportunidades en donde sea, los Tercios o el Nuevo Mundo. Ahogados por la hidalguía corrupta y por el agua bendita, se anulaban las posibilidades de mejorar, y se buscaban la vida como sea. La corrupción consentida o fomentada por burgueses, con un fisco que estrangulaba al que realmente trabajaba mientras dejaban libres de impuestos al noble o al eclesiástico. Pero el agricultor, el ganadero, el indio, el artesano, el comerciante y en fin todos aquellos que ponían el hombro de verdad son los que sostenían a duras penas a una enorme pléyade de holgazanes que iban arrastrando sus sables por los empedrados o las sotanas por las iglesias, dando además consejos de buen cristiano, de piedad y sacrificio. Con el pretexto que su bisabuelo había estado en la Guerra de Granada o en donde sea y es así como el trabajo serio y honrado del día a día, (parece mentira) cobró mala fama, era de gente sin preparación. Para colmo ha llegado hasta nuestros días porque los padres, madres y chavales prefieren estudiar “Dirección de Empresas” que acudir a la Formación Profesional.


De esta forma es como el oportunismo y la desvergüenza, se convirtieron en señas de identidad; hasta el punto de que fue el pícaro, quien acabó como protagonista de la literatura en vez de serlo el valiente, digno u honrado. Por lo que el modelo a leer y a imitar, dando nombre al más brillante género literario español de todos los tiempos: la picaresca. Lázaro de Tormes, Celestina, El Buscón, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, fueron nuestras principales encarnaduras literarias. El único hidalgo noble de corazón que voló por encima de todos ellos resultó ser un hidalgo apaleado y loco. Sin embargo, precisamente en materia de letras, los españoles entregaron entonces nuestros mejores frutos. Nunca hubo otra nación, salvo Francia un siglo después, con semejante concentración de escritores, prosistas y poetas inmensos. Aquella España alumbró genios como Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes y el resto. Imagina amigo, que en las calles de Madrid se cruzaban Lope con Góngora, Cervantes con Quevedo. Para morirse de orgullo.

Si todos ellos hubieran escrito en Londres o París serían hoy clásicos universales, y sus huellas seguirían buscándose como ejemplo. Habría monumentos en cada ciudad, y se le rendiría el honor justo a su genio. Ahora viven en el mismo barrio, llamado el “de las letras”, de Madrid, una zona vieja como injusto homenaje a aquellos genios. Construyeron un monumento impresionante para que ahora lo tengamos como nuestro y de aquél que lo quiera ver un legado que usamos unos 550 millones de hispanohablantes. Pero somos como somos y si no se lo creen por la otra costa del charco, pueden buscar por internet el puto barrio donde vivieron estos tíos, Lope, Calderón, Quevedo, Góngora y Cervantes, entre otros. Busquen allí monumentos, placas, museos, librerías, bibliotecas. Nada, la mejor avenida de Madrid se llama Paseo de la Castellana, en vez de Paseo de Miguel de Cervantes Saavedra. Seguro, que don Quijote, esto lo arreglaba en un plis, plas, y además le entendíamos.

viernes, 6 de junio de 2025

BEATIFICACIÓN DE ISABEL LA CATÓLICA.

La canonización de Isabel primero se pidió desde Argentina en la Universidad Católica de Buenos Aires en 1958 con Pio XII, quien acogió con agrado la solicitud.
Una violenta campaña judía y pro-judía había logrado de Roma la suspensión del proceso de beatificación de Isabel la Católica. Suspensión anunciada por el cardenal Felici, Prefecto de la Congregación romana para la causa de los santos, el día 28 de marzo de 1991 y, que inmediatamente, ha motivado las felicitaciones (dirigidas el mismo día o el siguiente) de la célebre organización mundial del lobby judío, la Anti-Diffamation League of B’nai Brith. El historiador francés nos dice que la causa de Isabel la Católica fue suspendida eternamente en 1991.

Isabel I murió en noviembre de 1504 y en febrero de 1505 se hizo el funeral en Roma, ante el papa, que la calificaron de "Beata Santa", es decir en "loor de santidad" algo fundamental que da pie como argumento sólido.
La Comisión Diocesana para la Causa de Beatificación de la Reina Isabel la Católica estudia su contribución a los Derechos Humanos. Hubo en febrero de 2024 una gran peregrinación a Roma con motivo de los 520 años de que en Roma se celebraran los funerales por Isabel I "En loor de Santidad" según se proclamó entonces, hecho a los pocos meses de morir la reina. El propósito principal de esta peregrinación fue solicitar al Papa que impulsara la causa de beatificación de la reina. La peregrinación incluyó la inauguración de un busto en bronce de la reina en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, así como la investidura de nuevos caballeros y damas del Capítulo. También se celebró un acto académico con los prefectos del Dicasterio para la Cultura y la Educación y del Dicasterio para las Causas de los Santos, y los peregrinos participaron en la audiencia general con el Papa.

Monumento a Isabel la Católica en Madrid 
En contra de lo que se ha podido decir, en el Dicasterio para las Causas de los Santos no existe ningún tipo de veto, ni de censura, a este proceso. Tampoco hay veto de ningún organismo internacional que pueda influir en las decisiones del Dicasterio para las Causas de los Santos. Por lo tanto, una vez que está concluida lo que se pudiera denominar la Positio histórica, de varios volúmenes, sigue adelante el trámite ordinario a la espera de que le toque el turno para el preceptivo informe de la Comisión de Teólogos. Paso previo a que el papa pueda declarar las virtudes heroicas de la Sierva de Dios, con la consiguiente denominación de Venerable, primer paso para la Beatificación.


En este punto hay que añadir que el papa Francisco, en varias ocasiones, ha preguntado por el estado de la Causa de Beatificación de Isabel la Católica. Así lo han hecho saber, entre otros, el cardenal Antonio Cañizares. En conversaciones privadas el Papa Francisco ha alentado siempre a los responsables de la Causa a que se extienda la devoción a Isabel La Católica, también en las iglesias de Iberoamérica.
Uno de los elementos claves de todo proceso es el milagro. En esta Causa ya obra en poder de la sede romana de un milagro atribuido a Isabel la Católica. Milagro al que en este momento se añade otro posible, un favor considerado como tal a una persona que vive en una diócesis de Estados Unidos y que se está estudiando y certificando en este momento. En la sede de la Comisión, en Valladolid, se recibe con frecuencia comunicación de múltiples favores concedidos por la Reina que después son investigados.
De entre los datos de la expansión de la devoción a la Reina está el éxito reciente de algunas iniciativas editoriales, como la reedición de las Actas del Simposio Internacional “Isabel la Católica y la evangelización de América”.
El problema judío y la causa de canonización. “El judaísmo no perdonará nunca a la reina el exilio forzado de la gran comunidad de judíos de España, las amenazas y las brutalidades que se cometieron para obligar a los judíos a convertirse y, como corolario los crímenes de la Inquisición”, declaraba Jean Kahn, presidente del Consejo representativo de las instituciones judías de Francia en Tribune Juive. (Periódico francés que en 2016, se define a sí mismo como una revista web "republicana, secular, admiradora del Estado de Israel"

Samuel Toledano, (durante años presidente de la Federación de Comunidades Israelitas de España), portavoz de las comunidades judías de España para la Promoción de la Tolerancia Religiosa expresaba en un artículo del Times, que “la reina de Castilla es un símbolo de intolerancia” En el mismo artículo el representante de la Sociedad Islámica decía que: “Isabel se parece más a un demonio que a un santo”
Le Monde hacía a Isabel “responsable de la persecución de miles de judíos y musulmanes”
Mientras tanto, La Croix, ese mismo año quitaba a Isabel su título de “Católica” mencionándola en adelante sólo como Isabel I de Castilla, llamada Católica
Pues yo creo que la persona más santa que ha nacido en suelo español, por sus hechos, por su trabajo y sacrificio y porque después de 500 años siguen negando la beatificación por los intereses y la leyenda negra que se inventaron, y que encima los propios españoles se la creen. La Leyenda Negra permitió que los rivales de España le disputaran cualquier derecho y sigue debilitando a los españoles en la jungla de las relaciones internacionales. La Leyenda Negra ha ninguneado un momento clave de la Historia universal como el Descubrimiento, limitándose a satanizar la Conquista que fue sin duda una hazaña extraordinaria, pero el Descubrimiento de América, del Pacífico y Filipinas es mucho más interesante, porque es algo personal y mutuo, algo tan íntimo como el encuentro, hace cinco siglos, de un español y una india que se aman, y entre besos y caricias engendran la Raza Cósmica que imaginó Vasconcelos. Ese proceso, descubrir al Otro y fundirse en él prosigue en la actualidad.
Piense en el más ilustre de nuestros conquistadores, nuestro último premio Nobel, que nació en Arequipa…
Algunos sectores se niegan a celebrar el 12 de Octubre porque no se conmemora el descubrimiento de América, sino un genocidio.
Ése es un tópico que figura en el organigrama de la Leyenda Negra desde el inicio de la guerra en los Países Bajos (1568) con Guillermo de Orange. Luego se incorporó a la Ilustración y más tarde, lo asumieron el liberalismo y la izquierda. Posteriormente, lo adoptaron los movimientos indigenistas.
En la bula Inter Caetera, fechada a 4 de mayo de 1493, una de las Bulas Alejandrinas, el papa Alejandro se dirigió a los reyes exaltando su catolicismo. El título de "Reyes Católicos de las Españas" fue concedido oficialmente por Alejando VI a favor de Fernando e Isabel en la bula Si Convenit, expedida el 19 de diciembre de 1496. Título que continua a todos los reyes de España, incluso al actual Felipe VI.
Tanto Fernando como Isabel se preocuparon de defender la religión, lucharon por ella y mandaron evangelizar a todo un continente, que hoy es cristiano porque ellos se preocuparon de eso. No hay quién haya hecho más por extender la cristiandad desde la época de Jesús.
No son milagros, es mucho más. Es trabajo duro y constante durante 40 años, de tal forma que ha perdurado por los siglos.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...