domingo, 7 de septiembre de 2025

VIDA DE ISBEL I DE CASTILLA Y LEÓN – (1)

En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Hija de Juan II de Castilla y de su segunda esposa Isabel de Portugal. Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV),  hijo de Juan II del primer matrimonio con su prima María de Aragón. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, por lo que Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona.

MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES
Juan II murió en julio de 1454, por lo que Isabel que tenía tres años. La reina Isabel de Portugal pero ya su marido pensaba en que la reina sufría algún desequilibrio mental, lo que se corroboró, pues a la muerte de su marido ella entró en una profunda depresión.
El primogénito de Juan II, Enrique IV, ya rey de Castilla, envió a sus hermanos, Isabel y Alfonso, con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel recibió una esmerada educación de acuerdo con lo que se esperaba que aprendiera una princesa del momento.
Habían pasado seis años cuando la reina consorte de Enrique IV anuncia que está embarazada. La reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada y desplaza a los hermanastros, Alfonso e Isabel.
La hija de Enrique IV, Juana, obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana de Avis, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla que aún se conserva para quién es heredero a la corona.
De 1461/62 Alfonso y su hermana Isabel pasaron de estar bajo la vigilancia de la reina Juana de Avis en la Corte, a estar en la protección dela marqués de Villena, Juan Pacheco, personaje intrigante y manipulador como pocos. Pero los hermanos estaban separados, Alfonso con el marqués y protegido por Gonzalo de Córdoba, (el que fuera el Gran Capitán).
El 25 de octubre de 1464 es designado el Príncipe don Alfonso, el hermano de Isabel como heredero del Reino de Castilla por una serie de nobles encabezados por Pacheco. Lo que se llamó La Farsa de Ávila.

Recreación de la Farsa de Ávila 
Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba por cobarde, homosexual y cornudo.
Estalla una guerra que terminará en 1468. Alfonso reinó durante tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pacheco ofreció al rey una propuesta de paz. Eliminaría a su rival (Alfonso) de la escena política y a la vez ofrecería a Isabel para casarla con su hermano, Pedro Girón poco tiempo después se sintió enfermo y sorpresivamente murió en abril de 1466. La muerte de Pedro Girón detuvo toda negociación y prosiguió la guerra. En el mes de agosto de 1467 ambos bandos se enfrentaron en Olmedo.

ENRIQUE IV 
Enrique convino el matrimonio de Isabel con Alfonso V de Portugal, pero ella se negó. También rechazó al duque de Guyena hermano del rey de Francia. Juan II de Aragón negoció en secreto con el obispo Carillo la boda de su hijo Fernando con Isabel. Ambos eran Trastámara y de una edad similar.
En el mes de julio de 1468 muere repentinamente Alfonso. La guerra por la corona había terminado. La situación estaba muy complicada para el rey.
La legitimidad de Enrique era indiscutible. Pero no así la de Juana su hija. Se confirmaban las sospechas de Isabel, lo que urdía Pacheco eran los enlaces concertados de Isabel con el rey Alfonso V de Portugal. El hijo de éste, Juan, con la niña Juana (la Beltraneja), reconociendo sus derechos. De este modo reinarían primero Alfonso de Portugal y luego su hijo Juan de Portugal. Para ello Pacheco entregaría al rey todo su poder y sujetaría a Isabel políticamente. Pacheco tenía grandes intereses, tanto en Castilla como en Portugal.
Por entonces Juana de Avis, la madre de la Beltraneja, estaba poco menos que despreciada por el rey, y a partir de la guerra de Sucesión en Olmedo y Segovia había sido apartada de la corte. El rey Enrique viendo la situación tan delicada, manda a su mujer a volver a la corte. En agosto de ese año Juana de Avis estaba en avanzado estado de gestación.
El deshonor de Enrique era evidente y motivo de murmullo y chanzas. Para Enrique IV es un golpe enorme que equivale a no poder demostrar la fidelidad de la reina y por consecuencia la sospecha de la bastardía de su hija Juana. A esto se sumaba que la boda entre Enrique IV y Juana, que eran primos segundos, no tenía el necesario consentimiento papal.

Recreación del acuerdo de Los Toros de Guisando 

La poderosa Liga Nobiliaria señaló el 19 de septiembre de 1468 para la entrevista de ambos hermanos en Guisando. Un día antes, en Cadalso, ambas partes firmaron un documento en que se señalaba las cosas de las que se hablaría. Al día siguiente se realizaron los actos, el Tratado de los Toros de Guisando, pero no se firmó ningún documento, se acordó detener la guerra. Segundo, Isabel sería reconocida como Princesa de Asturias, otorgándose su juramento por las Cortes y la Junta de la Hermandad en el plazo de cuarenta días. Tercero, Isabel recibirá rentas y propiedad como el Principado de Asturias, las rentas de Ávila, etc. Cuarto, Isabel se comprometía a casarse con quien el rey acordase, con el consejo del arzobispo. Pero la princesa se reservaba el derecho a rechazarlo. Este punto resultó fundamental. Quinto se establece que el rey no está legítimamente casado con Juana de Avis “a servicio de Dios”, es decir, que aquel matrimonio entre primos segundos se realizó sin dispensa papal. La “hija de la reina”, (por no certificar quien era su padre), será llevada a la Corte. Al no estar casados sus padres, era hija ilegal.
De momento estaba todo aclarado.
La cuestión del matrimonio de Isabel interesaba a unos y a otros.  Se le propuso al duque de Guyena, un francés hermano de Luis XI, un indeseable y deforme persona que la hubiera llevado a Francia, que por supuesto rechazó. Para Isabel estaba claro que el rey había incumplido los pactos habidos. Fundamentalmente porque había disuelto las Cortes.
Acuerdos de Cervera 1469. En abril de 1469 la cuestión del matrimonio de Isabel interesaba a unos y a otros. Para Isabel una cosa estaba clara, el rey había incumplido los pactos habidos. Fundamentalmente porque había disuelto las Cortes.

Serie "Isabel"
Isabel y Fernando eran hijos de primos hermanos, y era imprescindible una dispensa para legitimar el matrimonio. Pero se entendía que mientras la solicitud presentada no fuera negada por el papa, ésta ilegitimidad no existía. El riesgo es que se resolviera a posteriori. Fernando firmó las capitulaciones a las que Isabel incluyó una solo condición, que Fernando reconociera a Enrique IV como el único y verdadero rey de Castilla. Isabel sería soberana en Castilla y Fernando su consorte, mientras que Fernando sería soberano en Aragón e Isabel asumiría el papel de consorte. No suponía la creación de un Estado unificado, sino la unión dinástica. 
Quedaba la cuestión de la dispensa papal. Solicitada esta Paulo II deseaba la paz entre cristianos y a la vez no podía enemistarse con los reyes y los futuros reyes de Castilla ni con el de Aragón, como tampoco con el de Portugal. Con lo cual, dejó pasar el tiempo.
Los eclesiásticos que rodeaban a Isabel, con Carrillo a la cabeza la convencieron de que podía casarse sin preocupaciones de conciencia. No había orden papal de casarse con el portugués ni tampoco rechazo a casarse con Fernando.

Boda de Isabel y Fernando (serie)

Fernando tenía dieciocho años, pero era todo un hombre, incluso iba a contar con dos hijos bastardos concebidos antes de casarse.
El día 14 de octubre de 1469, llegó la comitiva al caserón de los Vivero, se conocieron Fernando e Isabel. El día19  se desposaron Fernando e Isabel. Se celebró sin gran pompa. Por la tarde se celebró la misa de velaciones y aquella noche, marido y mujer consumaron matrimonio cumpliendo con las rudas condiciones que entonces eran preceptivas. Nadie formuló acusaciones o dudas de la validez del matrimonio.
La boda no tenía el consentimiento expreso del rey Enrique. Lo sabía y tampoco había dicho algo al respecto. Nobles y prelados aconsejaban “desinteresadamente”, ya que el asunto, tarde o temprano se convertirían en reyes de Castilla y Aragón, y había que ir tomando posiciones. Fernando demostró que no se dejaba manejar fácilmente, e Isabel ahora con más razón, al verse apoyada por su marido y coincidiendo en sus planes, escuchaban, callaban y procuraban ganarse a la mayor cantidad de gente que se adhirieran a su causa.

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