Fue edificado probablemente en el siglo XII gracias a la
donación de un solar que hizo la reina Urraca I de León. Era un vetusto caserón
cuadrangular, con un amplio patio y numerosas habitaciones que, a mediados del
siglo XIX, estaba en un estado ruinoso. Este edificio quedó totalmente
destruido por un incendio el 23 de diciembre de 1886. Ya que la ciudad no
disponía de un arquitecto diocesano, el obispo Juan Bautista Grau Vallespinós
decidió encargar la construcción del nuevo palacio a su amigo Gaudí.
Proyectado por el arquitecto Antoni Gaudí. Está situado en la ciudad, en cuya capital se encuentra la casa Botines, que junto con El Capricho de Comillas (Cantabria) son las únicas obras de Gaudí fuera de Cataluña. La construcción se llevó a cabo entre 1889 y 1915.
Esta obra pertenece al período neogótico de Gaudí (1888-1898), etapa en que el arquitecto se inspiró sobre todo en el arte gótico medieval,
El encargo fue del obispo Grau y tras la muerte de éste en 1893, Gaudí dimitió por desavenencias con el cabildo, por lo que las obras estuvieron paradas durante varios años, quedaba por terminar el piso superior y la cubierta. Finalmente, fue terminado entre 1907 y 1915 por el arquitecto Ricardo García Guereta, quien siguió el trazado de Gaudí pero con un sello más convencional.
Durante la Guerra Civil se utiliza como cuartel y oficinas de la Falange y alojamiento de fuerzas nacionales.
En 1956 D. José Castelltort, obispo natural de Igualada, hace las últimas adaptaciones en el piso segundo del edificio con la intención de habitarlo lo antes posible, pero su repentino fallecimiento lo impide.
Le sucederá en la silla episcopal D. Marcelo González Martín, quien decide definitivamente residir en el Seminario y dedicar el Palacio a sede del Museo de los Caminos, que abrirá al público en 1964.
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