ABSOLUTISMO. - Una vez que acabó la contienda con los franceses, Fernando VII regresó a España, con la intención, según sus propias palabras, de ser “un rey absolutamente absoluto”. Dio buena prueba de sus propósitos, pues al llegar a Madrid ordenó a la comitiva que le acompañaba que evitase el paso ante el edificio de las Cortes, donde le aguardaban los representantes del pueblo que había luchado por su regreso. Por fin el 24 de marzo de 1814 Fernando VII entró en España y desoyendo las órdenes de la Regencia, marchó de Figueras a Valencia. Allí un grupo de absolutistas le presentaron al rey un “Manifiesto de los Persas”, llamado así por su redacción en las primeras palabras. Allí se le solicitaba al rey que propugnase reformas políticas y que estimase sin valor esa Constitución de Cádiz no aprobada por el rey ni por las provincias. Los redactores se desmarcan de la filosofía liberal al proponer una participación de la nobleza en tareas directivas, lo cual significaba una regresión a la época del Antiguo Régimen, donde la soberanía nacional residía en el monarca, a diferencia de las ideas liberales, en la que la soberanía residía en el pueblo.
Sucedió también en esas fechas un hecho trascendental, la
abdicación de Bonaparte en Francia, a la que siguió la restauración de un monarca
también Borbón, Luis XVIII, produciéndose un hecho similar al español. Solo que
el rey francés acató la Constitución aceptando los cambios surgidos y en cambio
Fernando se negó a jurar la Constitución de 1812. Firmó decretos en los que
recuperaba la soberanía y dejaba en suspenso toda labor de las Cortes de Cádiz.
¿VIVAN LA CAENAS!
¡Vivan las cadenas! es el grito que daban los absolutistas al
desenganchar los caballos de la carroza del rey Fernando VII al volver a
España, sustituyéndolo por personas. También fua acuñado como forma peyorativa después
por los liberales indicando el servilismo y la falta de libertades que trajo
otra vez el absolutismo.
Se inicia así lo que se llama el “Sexenio Absolutista”. Desde 1814
a 1820 Fernando VII gobernó de forma absoluta, la labor de gobierno no era más
que su propia voluntad sin estar limitada la acción de los Consejos que él
mismo reinstauró.
Enseguida mandó encarcelar a aquellos liberales que habían
atentado contra la soberanía de Su Majestad votando en las Cortes liberales. Persiguió
a los afrancesados y todos aquellos que aborrecían del despotismo. Los
afrancesados fue el nombre que se dio a los que colaboraron con el monarca
Napoleón. Unos lo hicieron convencidos de la ideología y los más por
oportunismo, pensando que ganaría la guerra. A pesar de que había prometido
respetar sus cargos, los envió al destierro a todos aquellos que hubiesen
tenido responsabilidades durante la monarquía de José I.
Y comenzó el apresamiento de ministros y diputados liberales. - En
un país como la España de 1814 en el que la opinión pública no existía, donde
no había ni partidos políticos, ni libertad de asociación ni de prensa, tan
solo el ejército y el clero eran las únicas fuerzas sociales que disponían de
cierta organización.
FERNANDO VII -EL ABSOLUTISMO
La primera etapa de su gobierno tuvo lugar la persecución y
depuración de liberales y afrancesados, así como por un intento de sanear la
economía y la Hacienda Pública. Fue un período de privación de libertades,
teniendo lugar el cierre de universidades, la supresión de publicaciones y el
acoso a los liberales rebeldes. La ruina absoluta de la Hacienda Pública hacía
imposible la añorada reconquista de las colonias americanas emancipadas,
viéndose frustrada a su vez la posibilidad de elevar a España al rango de
potencia europea. Fernando llevó personalmente la gestión de su gobierno,
incluyendo la depuración de afrancesados y liberales. Pronto pasó el monarca de
ser el "rey deseado", a convertirse en "rey malquerido" y
"rey felón".
Toda la legislación de Cádiz fue derogada, con las consecuencias
inevitables en la estructura económica y social del país: desamortización de
baldíos y bienes comunales, secularización de bienes de los conventos…También
se intentó contener la inflación sobrevenida después de la guerra, con medidas
clásicas de restricción a la extracción y circulación de metales preciosos. No
obstante, hay que señalar que la economía española apenas era aún mercantil
puesto que la mayoría de la población agraria vivía en un ciclo primitivo de
economía cerrada.
Fernando VII nombró entonces nuevos ministros, el primero de ellos
fue el duque de San Carlos y así empezó una era de represión contra todo
sospechoso de liberalismo o de simpatía a la obra de las Cortes. Ninguno de los
acuerdos firmados por el rey durante su captura entró en vigor y los jefes
liberales fueron condenados por no someterse a la autoridad del soberano. En
1815 viendo que la justicia era demasiado lenta, Fernando VII decretó el
arresto y decidió, el mismo, las penas a las que fueron condenados los
liberales que intentaron oponerse a la monarquía absoluta. A partir de aquel
momento, el verdadero gobierno del país era llevado por la camarilla del rey.
La camarilla era un grupo de individuos allegados al monarca que constituían
una verdadera organización paralela de gobierno. Varios ministros fueron
nombrados durante este periodo, pero según numerosas fuentes solo Martín Garay
fue competente, era un liberal al que apelaron los absolutistas para sanear las
finanzas pero dada la crisis que atravesaba el país su misión se vio seriamente
dificultada.
SÍMBOLO DE LA MASONERÍA
Al mismo tiempo, el clero reclamó y obtuvo la restauración del
tribunal de la Inquisición y el restablecimiento de los jesuitas en España.
Además del descontento de los militares, numerosos intelectuales que habían
estado prisioneros en Francia se habían hecho masones y se establecieron
numerosas logias en España. La masonería siempre había estado opuesta a la
Iglesia y al Gobierno absolutista. Así, estas organizaciones secretas
constituyeron, en un principio la única oposición al gobierno absolutista y a
las clases sociales que lo apoyaban.