El general Espartero perdió el inmenso apoyo social y político que había tenido en Barcelona. También perdió la mayor parte de la popularidad que se había ganado como vencedor en la primera guerra carlista. Espartero disolvió las cortes en enero de 1843 y convocó nuevas elecciones para marzo. Las nuevas cortes abrieron sus sesiones y se denunciaron los atropellos que había cometido el gobierno y el ejército. El Partido Progresista había ganado. Así, el primer acto de la nueva mayoría fue forzar la caída del gobierno y obligar al regente a que nombrara nuevo presidente. Poco después, con otras reclamaciones Espartero desató la crisis al destituir a Joaquín María López, cuyo gobierno solo había durado 10 días. Nombró a Álvaro Gómez Becerra nuevo presidente del gobierno, y cuando éste se presentó ante la cámara fue recibido con gritos de “¡Fuera, fuera!” “¡Dios salve al país, Dios salve a la reina!”, fue el grito de guerra de la revuelta contra Espartero que estalló al mes siguiente.
Nada
más conocerse la destitución del gobierno, desde Reus, Juan Prim y Milans del
Bosch al grito de “¡Abajo Espartero! ¡Mayoría de la Reina!” comenzaron la
rebelión. Barcelona formó en junio una Junta suprema de gobierno de la
provincia en la que figuraban republicanos, progresistas y moderados. La
insurrección se extendió en seguida por casi todo el país. Espartero marchó a
Valencia para dirigir las operaciones contra los sublevados. En junio llegaron
tres generales afines al Partido Moderado, Ramón María Narváez, Manuel
Gutiérrez de la Concha y Juan González de la Pezuela y el general Francisco
Serrano lo que obligó a Espartero a detenerse en Albacete. Al día siguiente se
decretaba la destitución del regente y del gobierno de Gómez Becerra. Un
movimiento militar y cívico encabezado por una parte del Partido Progresista y
por el Partido Moderado que contaba con los generales afines Ramón María
Narváez, Francisco Serrano y Leopoldo O'Donnell obligó a Espartero a marchar al
exilio. Se decidió proclamar la mayoría de edad de Isabel II en cuanto cumplió
los 13 años en el mes de octubre de 1843.
A
partir de aquí hubo lo que se llamó una “Década Moderada”. Se sancionó una
nueva Constitución, la de 1845 que establecía la soberanía conjunta de la
Corona y las Cortes. Se creó la Guardia Civil y un nuevo Código Penal. En diez
años los moderados hicieron algo importante, reformar la Hacienda Pública con
un nuevo sistema fiscal que se mantuvo casi hasta la mitad del siglo XX. Una
característica general del siglo es la baja productividad agrícola española. La
población activa estaba en su mayoría dedicada al sector. La mayoría era de
cultivo extensivo del cereal y constituía un modelo atrasado.
La
industria llegó a España de la mano de instituciones públicas y de capital extranjero.
La burguesía nacional seguía anclada al pasado y no se sumó a la industria.
Cataluña apostó por la industria textil algodonera ya que desde hacía tiempo
contaba con telares mecánicos. Aunque el éxito industrial catalán fue
importante, si lo comparamos con el francés o el inglés se ve la debilidad de
la base industrial.
Con
la industrialización vino el incremento de la población y la emigración de las
zonas agrarias a la ciudad. Esto hizo ampliar las ciudades que todavía seguían
oprimidas por sus murallas. Madrid, Barcelona y Bilbao servían de ejemplo a
otras ciudades. Se prefirió el ensanche de las ciudades, con sus grandes
expropiaciones y derribos antes que añadir barrios que oprimirían aún más la
ciudad.
Aparte
de esto, en los inicios de la década una cuestión era la del matrimonio real
que, convertido en razón de Estado con claras implicaciones en las cortes
europeas. El 10 de octubre de 1846, el mismo día de su decimosexto cumpleaños,
se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, una
elección completamente desacertada. “¡Con Paquita no!”, gritaba la pobre Isabel
al saber la elección del esposo, un homosexual reconocido. ¡Qué podía esperar
de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo! El matrimonio
fracasó en los primeros meses, abocando a Isabel a la infelicidad que intentó
compensar con una intensa y criticada vida amorosa en brazos de varios amantes
y favoritos. La reina tuvo once hijos, de los que sólo cuatro llegaron a la
edad adulta: Isabel, Alfonso, Pilar y Eulalia.
El
General Francisco Serrano fue el primer amante de Isabel II. El conde de Romanones la describió “era algo
retrasada, apenas sabía leer, solo sabía sumar y su ortografía era pésima. No
leía y jugaba con perritos, ignoraba las reglas de comportamiento y estas señas
de identidad la acompañaron toda la vida, sin embargo era alegre y generosa”. A
los 16 años se casó con su primo Francisco de Asís, del que tuvo once hijos.
Los hijos eran oficialmente de su marido, pero de esto sacó beneficio. Recibía
dinero por cada churumbel reconocido. Solo sobrevivieron cinco hijos. Uno de
ellos, el que sería el rey Alfonso XII. Parece ser que era hijo del capitán
Moltó. Cómo sería la señora que el propio papa, Pío IX llegó a decir, “Es puta,
pero piadosa”.
Entre
los miembros de la familia real hay que destacar a la infanta Isabel Francisca,
popularmente conocida como “La Chata”, fue princesa de Asturias hasta el
nacimiento de su hermano Alfonso, y durante el reinado de éste hasta que nació
su sobrina María de las Mercedes. Como sería de querida y popular, le gustaban
los toros, las verbenas y la música, que hasta el gobierno de la Segunda
República pidió que no abandonase el país. Otro miembro conocido es su hermana
María Luisa, casándose ambas el mismo día en Sevilla. Esta mujer fue la madre
de María de las Mercedes, futura reina al casarse con Alfonso XII. María Luisa
donó a la ciudad de Sevilla los jardines de su palacio de San Telmo, que hoy
llevan su nombre. Hemos tocado un poco la vida personal y familiar de Isabel
II, pero en lo político la cosa no tuvo ni pizca de gracia. Una reina casi
analfabeta, caprichosa y aficionada a los fornidos palafreneros, unos militares
ambiciosos metidos en políticos, unos políticos metidos hasta las orejas en la
corrupción.