lunes, 8 de enero de 2024

CURIOSIDADES DE LAS MENINAS

 

Las Meninas es sin duda la obra cumbre de Velázquez. El problema espacial de las figuras y, sobre todo, el enrevesado significado de la obra la convierten, efectivamente, en una de las obras emblemáticas de la pintura universal.

Son muy pocos los que recuerdan que hasta 1978 Las Meninas se exhibía en el Museo del Prado con un espejo delante. Él espectador tenía daba la espalda al enorme lienzo. Con ello no tardaba en verse dentro de la propia escena.
No es en absoluto algo casual. 

El cuadro es una complejísima estructura pictórica, humana y mágica. La interpretación de la obra cumbre del sevillano Diego Velázquez da Silva (1599-1660) ha vuelto loco a más de un crítico. Pablo Picasso se encerró en su estudio de Cannes en 1957 y no salió de él hasta conseguir dar con la clave del cuadro. 
Y aún así, tampoco estaba convencido de haberlo conseguido.
Hoy conocemos el lugar exacto en donde fue pintado: un salón de la esquina sureste de la planta baja del antiguo Alcázar de los Austrias de Madrid. A la izquierda vemos a Velázquez ante un lienzo. A la derecha se encuentra la primera menina, María Antonia Sarmiento, que ofrece un búcaro con agua a la Infanta Margarita María de Austria, hija de Felipe IV y Mariana de Austria, representados en el espejo del fondo. Al lado abre una puerta que deja ver a José Nieto, Aposentador de la Reina o Sargatanas. Luego aparece la segunda menina, Isabel de Velasco. Detrás de ella está Marcela de Ulloa, Dama de Compañía de la Infanta, que charla con un hombre, quizás Diego Ruiz de Ancona, albacea del testamento del pintor. En el extremo derecho, bajo la ventana, vemos a la enana Mari Bárbola y al enano Nicolasito de Pertusato quien juguetea con un mastín, León. La estancia estaba decorada con copias de cuadros de Pedro Pablo Rubens y de Jacob Jordaens.


En su libro La Magia de las Meninas (Madrid 1978), Ángel del Campo Francés publicó muchos de los secretos de la obra de Velázquez. Según este catedrático, la solución al problema yacía en el empleo de seis espejos, lo que explica la extraña posición en el espacio interior de sus personajes.
El profesor Jacques Lassaigne dio a conocer en su Les Ménines (Lausana 1973) que el cuadro era en realidad una representación mágica y protectora de la constelación Corona Borealis en cuyo centro destacaba la Infanta Margarita. Si unimos el corazón de las figuras reconstruimos esta constelación. Precisamente la estrella más brillante de Corona Borealis, la misma que ocupa la Infanta, se llama curiosamente Margarita.
Del Campo fue más allá y pudo precisar que en Las Meninas la constelación de Capricornio también desempeñaba un marcado papel protector. Efectivamente, si unimos las cabezas de los personajes del cuadro, incluyendo hasta el perro, obtenemos esta constelación cuyo círculo protege a los reyes en el espejo del fondo del salón.
Todos los autores relacionan este hecho como un homenaje de Velázquez a la reina Mariana de Austria. Por la luz existente en el cuadro y a sabiendas de la ubicación del salón en el antiguo Alcázar, se ha podido saber que el cuadro fue pintado poco después de las 17 horas del 23 de diciembre de 1656, fecha del cumpleaños de la reina.
En 1659 después de un largo proceso Velázquez ingresó en la Orden de Santiago, con lo cual sabemos que la Cruz de Santiago fue pintada tres años después que el cuadro. No se sabe quien lo hizo. 
En 1984, desvelaron Las Meninas tras su restauración, obra del británico John Brealey, director del gabinete de restauración del Museo Metropolitano de New York.
La restauración había sido pagada íntegramente por la británica Hilly Mendelssohn , una dama judía eternamente agradecida a España, porque durante la II Guerra había salvado de la persecución nazi, gracias a que el gobierno español en época de Franco le había expedido un pasaporte de judía sefardí española.
En el cuadro había una tenue luz en la estancia de cuyo techo pendían lámparas, los azules de los trajes podían admirarse, la plata relucía y el espejo al fondo donde se reflejaban los Reyes, brillaba! Era ver el cuadro como acabado de pintar por Velázquez.
Un sabio, don Ernesto Giménez-Caballero,
 comentó que la menina de rodillas era doña María Agustina Sarmiento de Sotomayor e Idiáquez, cuya familia tenía intereses en el Perú y México. Su abuelo y luego su tío - condes de Salvatierra -, habían sido sucesivamente virreyes en Lima y México, y la familia había quedado extremadamente unida a esos lejanos reinos de ultramar.

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