sábado, 2 de marzo de 2019

21- FELIPE IV (final) - CARLOS II - (1- Portugal)

Felipe IV moriría en1665, sin reconocer la independencia de Portugal.
Entre 1640 y 1668 hubo enfrentamientos periódicos entre Portugal y España, y con terceras potencias. En la firma del Tratado de Lisboa en 1668, ya con Carlos II, se reconocía de iure la independencia de Portugal que ya se había roto de facto en 1640.
Las revueltas en Portugal contra la dominación española fueron frecuentes. La causa inmediata de estos alborotos fue la imposición de nuevos impuestos y las difíciles condiciones de vida de la población bajo el dominio español. El movimiento insurreccional no consiguió destituir el gobierno instaurado en Lisboa, sucumbiendo al refuerzo de tropas castellanas que acudieron en su auxilio para reprimir la revuelta. La guerra estableció la casa de Braganza como nueva dinastía reinante de Portugal, en sustitución de la Casa de Habsburgo. Esto puso fin a la llamada Unión Ibérica. El levantamiento de 1640 fue planeado en Lisboa para considerar los males de que sufría entonces Portugal. El objetivo era la destitución de los Habsburgo y proclamar un rey de origen portugués. La virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mántua, intentó, en vano, calmar los ánimos del pueblo. Aislada y sin apoyo local, incapaz de reconducir a los revoltosos a la obediencia del rey de España, su poder colapsó. En su lugar aclamaron al Duque de Braganza como rey, con el título de Juan IV de Portugal, dando inicio a la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza. 

Juan IV de Portugal 
La casa de Habsburgo afrontaba en esa época los problemas derivados de la Guerra de los treinta años y la Sublevación de Cataluña. Después de ganar varias pequeñas victorias, el rey portugués trató de hacer las paces. Sin embargo, su exigencia de que Felipe IV reconozca la nueva dinastía reinante en Portugal no se cumplió. Los enfrentamientos con España duraron veintiocho años. España había disfrutado de la reputación de tener la fuerza militar más formidable de Europa. El Tratado de los Pirineos, firmado el 7 de noviembre de 1659, para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años, entre otros términos Francia había reconocido a Felipe IV de España como legítimo rey de Portugal. Pero finalmente la restauración de la independencia fue claramente establecida, y Portugal demostró que podía valerse por sí mismo, aunque con dificultad. Sus victorias en el campo de batalla habían vuelto a despertar el nacionalismo portugués. Sin embargo, Portugal permaneció económicamente débil, con su agricultura subdesarrollada, dependiente de grano inglés, y hambrientos de bienes del extranjero en general, especialmente textil. El esfuerzo nacional portugués se mantuvo durante 28 años, con lo cual fue posible vencer en las sucesivas tentativas de invasión de los ejércitos de Felipe IV. En 1668 se firmó el tratado de Lisboa de 1668, (con la regente de Carlos II, su madre) por el cual España reconocía la soberanía del país vecino. La victoria de Portugal se debió a la Sublevación de Cataluña, ya que todos los mejores soldados castellanos estaban ahí, así como a los esfuerzos diplomáticos de Inglaterra, Francia, Holanda y Roma por limitar el poder del Imperio español, mientras mantenían la guerra en Alemania, Guerra de los Treinta Años, así como la Guerra de los Ochenta Años en Flandes. 
Hay que tener en cuenta las guerras que se produjeron durante el reinado de Felipe IV e incluso algunas continuaron para el siguiente reinado. Continuación de la Guerra de los Ochenta Años- 1568 - 1648 
Continuación de la Guerra de los Treinta Años- 1618 - 1648 
Guerra anglo-española de- 1624 - 1630 
Guerra franco-española - 1635 - 1659 
Sublevación de Cataluña - 1640 - 1659 
Guerra de Restauración portuguesa -1640 - 1668 
Sublevación de Nápoles y Sicilia - 1647-1648 
Guerra anglo-española de -1655 - 1660 
Felipe IV murió en septiembre de 1665 dejando como heredero a un niño de corta edad y como regente a una joven reina inexperta. Mariana de Austria. El niño sería en futuro Carlos II.
 
CARLOS II 
Tradicionalmente se ha visto en el reinado de Carlos II el punto más hondo de la decadencia española bajo los Austrias. La lucha por el poder quedó en manos de confesores, favoritos y aventureros, muy lejos del esplendor que alcanzaba la corte francesa y sus triunfos. No obstante el punto más bajo de la depresión económica se había dado ya en época de su padre. En las últimas décadas del siglo no solo no se agravó sino que incluso en algunas regiones llegaron a percibir los síntomas de mejoría. Desde su nacimiento, Carlos mostró una gran debilidad física y mental, atribuida a la consanguinidad de sus padres. Felipe IV con 44 años tuvo a Carlos II fruto de la unión con su sobrina Mariana, de 14 años. Carlos fue incapaz de llevar los asuntos del estado. Se sucedieron personajes fuertes como su madre, su hermanastro Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. Esta inestabilidad y una crisis económica empeoraron la maltrecha situación internacional de España ante el expansionismo agresivo de Luis XIV de Francia. Pese a que contrajo matrimonio en dos ocasiones fue incapaz de engendrar descendencia, lo que produciría una inmensa expectativa internacional sobre su herencia. Finalmente dictó testamento a favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, (el futuro Felipe V). Se sabe con casi total seguridad que padeció el síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración de los cromosomas. Infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, genitales pequeños, trastornos de conducta y aspecto eunucoide, talla alta, extremidades largas, etc. Con el fin de que aquel débil muchacho sobreviviera, fue alimentado por 14 amas de cría distintas, que le amamantaron hasta la edad de 4 años, y no se continuó durante más tiempo porque se consideraba “indecoroso” para un monarca. No pudo sostenerse en pie hasta los 6 años de edad, debido probablemente a un raquitismo por déficit de vitamina D, agravado también por la falta de luz solar, puesto que prácticamente no se sacó al niño al exterior por temor a los enfriamientos. Carlos II no aprendió a leer hasta la edad de 10 años y nunca supo escribir correctamente. Padecía ataques de cólera desmesurados y tuvo adicción alimentaria al chocolate (chocoholismo).
Durante la regencia, la reina madre sería asistida por una Junta de Regencia formada por seis miembros. Se tomaron medidas restrictivas y represivas como cerrar la Casa de Comedias lo que molestó al pueblo llano. En las protestas ganó la oposición encabezada por Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV con María Calderón, una actriz. Juan José se había ganado el respeto del pueblo por los éxitos militares en las campañas de Nápoles y la rendición de Barcelona, que volvía al redil tras doce años del alejamiento de Cataluña a la monarquía española, apoyándose en la francesa. Frustado por ser excluido, se convirtió en conspirador. 
Llegó a realizar el primer pronunciamiento de la historia moderna, y consiguió echar al inquisidor, pero se ganó el desprecio de la regente, su madrastra. El valido de ella era Fernando de Valenzuela, un napolitano. 

JUAN JOSÉ DE AUSTRIA
Carlos II fue proclamado rey en 1665, a los tres años pero continúa la regencia de su madre. En esas fechas la lucha de Juan José de Austria contra el valido Valenzuela aumentó hasta que doce años después. En 1677 Juan José de Austria marchó sobre Madrid y tomó el poder apoyándose en la nobleza. Valenzuela fue desterrado y la Reina madre abandonó la Corte fijando su residencia en el Alcázar de Toledo. 
Juan José se había hecho con el poder y gobernaba con el beneplácito del rey y con el apoyo popular, se convirtió en el nuevo valido pero tuvo que luchar contra sus adversarios.
A partir de 1675, con 14 años Carlos reinaba según el testamento de su padre. Juan José de Austria luchó toda su vida por afianzar su posición en la corte del Imperio español, que se encontraba en avanzado estado de descomposición en esos años.
Pero el precio de los alimentos eran enormes y el pueblo culpaba a Juan José. Por otro lado el rey quería casarse cuanto antes y ya tenía previsto el enlace con María Luisa de Orleans, una francesa. En 1674, se subleva Messina contra España. Debilitado el ejército en Cataluña, cambian la cosas y si en 1674 se había invadido el Rosellón, en el año 1675 son los franceses los que invaden Cataluña. Posteriormente, sigue la guerra con distinta suerte para ambos bandos que van manteniendo un constante equilibrio en su situación de fuerza. Era evidente que el apoyo a Juan José, ya enfermo y desacreditado disminuiría con la entrada de una reina francesa.
Juan José murió en extrañas circunstancias, posiblemente envenenado, en septiembre de 1679. 


viernes, 1 de marzo de 2019

20 - FELIPE IV - (4- Sobre su reinado)

Demasiadas guerras. Vamos a ver lo que fue el reinado de Felipe IV y el trabajo que junto con el Conde Duque de Olivares desarrollaron.
A mitad del siglo XVII con Felipe IV, empezó la cuesta abajo, aunque con las arcas vacías que había dejado Felipe III la cosa no era rara. Felipe IV llegó al trono al morir su padre en 1621 y en 1622 ya tenía al conde de Olivares como valido. estuvo desde 1622 hasta 1642. A Felipe IV y a Olivares les tocó la lidiar con la siguiente retahíla de conflictos; La continuación de la guerra de los 80 años, que había empezado en 1568 y llegó hasta 1648. La continuación de la Guerra de los Treinta Años que había empezado en 1618 y duró hasta 1648. La Guerra Anglo-Española de 1625 hasta 1630 aunque el conflicto forma parte de la guerra de los Ochenta Años y la guerra de los Treinta Años, es una cuestión ya casi personal. La Guerra franco-española de 1635 a 1659, Francia se siente amenazada e intentó la invasión a España por Navarra. La Sublevación de Cataluña desde 1640 y duró hasta 1659 que ayudó a tocar las narices más aún y a que Portugal se independizara. La Guerra de Restauración portuguesa desde 1640 hasta 1668. Lograron la Independencia. Sublevación de Nápoles y Sicilia desde 1647 hasta 1648 Guerra anglo-española de 1655 desde 1660, por la rivalidad comercial entre ambos países en las Indias Occidentales. Mientras por la Europa de arriba esto iba bien, abajo iba fatal. Los excesos de los soldados en parte catalanes, al vivir sobre el terreno, la poca gana de contribuir a la cosa bélica, y sobre todo la mucha torpeza con que el ministro Olivares se topó ante los privilegios y fueros catalanes. Olivares era algo extravagante, desconfiado, lleno de espías por todo el reino. No rendía cuentas a nadie, salvo el rey y Felipe que se dejaba hacer, por lo que Olivares fue casi un dictador. Admiraba a Fernando el Católico, y la gloria y triunfos de Carlos I, y la prudencia y dedicación de Felipe II. 
Veamos su pensamiento escrito en 1624, dando consejo al rey: “Tenga vuestra Majestad por el negocio más importante de su monarquía el hacerse rey de España, quiero decir señor, que no se contente con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, conde de Barcelona, sino que trabaje y piense con consejo mudado y secreto, por reducir estos reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia, que si su majestad lo alcanza será el Príncipe más poderoso del mundo”.

CASÓN DEL BUEN RETIRO 
 Estaba claro que él pensaba en la unificación completa de la Nación para vigorizar la política exterior del reino, y aconsejaba al rey visitar las capitales de los reinos y territorios y congraciarse con sus gentes. “Multa regna, sed una lex”, ese era su lema (muchos reinos, una sola ley). El casi inabarcable poder que consiguió Olivres le hizo acumular gran riqueza y tuvo la fama de corrupto que le acompaña desde entonces, llegando a nuestros días. Los casos de corrupción, algunos resultan discutibles o exagerados. Por ejemplo creó la Junta Grande de Reformación, que tomaba cartas en el asunto contra el lujo desmedido por algunos nobles. Aunque él había hecho en Sevilla ostentación de su riqueza, posteriormente adoptó una austeridad espartana, acorde con el sentimiento piadoso de la corte, acentuado por la muerte de su hija en 1629. También trató, no se si lo consiguió, de reducir en dos tercios el número de funcionarios de la Administración. Desde 1640 con la sublevación catalana, la sublevación y posterior pérdida del reino de Portugal, fue el declive absoluto de Olivares. Un llamamiento general de Olivares y de Felipe IV a todos los estamentos para la formación de un ejército de unidad, grande pero irregular, acabó en derrota en el intento de la toma de Lérida, incrementada en su repliegue anárquico hacia Zaragoza. Este fue el punto final de la carrera del duque de Olivares. El fracaso de su política centralista en un conglomerado de regiones poco dispuestas a ceder autonomía. Olivares abatido se retiró, con sus recuerdos de éxitos como la toma de Breda por Ambrosio de Spinola al frente de los bravos Tercios de Flanes. Olivares murió procesado por la Inquisición y sus ideas y autoritarismo nunca fueron entendidas. Intentó la recuperación del prestigio internacional y la unión de todos los reinos dee la Corona. No consiguió ni uno ni lo otro. La decadencia continuaba. Fracasados sus proyectos fue expulsado de la Corte, perseguido por la Inquisición y murió dos años después abatido, desterrado en Toro en 1645. Pero no seríamos justos si olvidamos su labor, sobre todo en Sevilla, de mecenazgo, como también junto al rey Felipe IV de que supieron reunir para los palacios de la Corona centenares de cuadros, muchos en la actualidad en el Museo del Prado. 

MUSEO DEL PRADO 
Entre la Colección Real figuran Rubens, el pintor más prestigioso de Europa en su época, Rafael, Mantegna, Durero, pintores venecianos como Tiziano, Veronese y Tintoretto, pintores barrocos españoles, flamencos, italianos y franceses, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Reni, etc. 
Y el pintor español más importante del mundo, Diego Velázquez. 
Sin el apoyo de este rey, el pintor sevillano no hubiese desarrollado una carrera tan brillante. 

LAS MENINAS 
Fue el Casón de Buen retiro, regalo del Conde Duque de Olivares al rey, de lo que realmente nos ha llegado solo la mitad de la construcción, uno de los edificios que conforman el Museo del Prado.

miércoles, 27 de febrero de 2019

19- FELIPE IV - (3) CATALUÑA Y PORTUGAL

En Cataluña, “El Corpus de Sangre” fue una rebelión en Barcelona, del 7 de junio de 1640 por un numeroso grupo de segadores, con la connivencia de una buena parte de la población local. Un pequeño incidente entre un grupo de segadores y algunos soldados castellanos, en el cual un segador quedó malherido, precipitó la revuelta y el alguacil del Tercio  fue muerto.
 
REVUELTA DEL CORPUS DE SANGRE
La represalia de los Tercios el 3 de mayo y en Santa Coloma de Farnés el14 de mayo, desencadenaría un rápido alzamiento armado de vecinos y campesinos que, de las comarcas gerundenses, se extendió rápidamente. La Revolución del Corpus de Sangre fue aprovechada por agitadores, secesionistas. Turbas encrespadas por agitadores radicales dieron muerte a diversas autoridades castellanas y al mismo virrey el marqués de Santa Coloma. Aunque las autoridades catalanas se opusieron a los hechos. Encabezados por Pau Claris, jefe del estamento eclesiástico, se impusieron en Barcelona los radicales secesionistas. El duque de Olivares comienza a preparar un ejército para recuperar Cataluña con grandes dificultades ese mismo año de 1640 y en septiembre, la Diputación catalana pide a Francia apoyo armamentístico.
En octubre de 1640 navíos franceses usaban los puertos catalanes y Cataluña pagaba a un ejército francés de tres mil hombres que Francia enviaría. El 16 de enero de 1641, la Junta de Brazos (Las Cortes sin el rey) aceptaron la propuesta de Clarís de poner a Cataluña bajo protección del rey de Francia en un gobierno republicano, y el Consejo de Ciento lo hizo al día siguiente. Pero la República Catalana fue tan solo una solución transitoria.
El enviado del rey francés a Cataluña ofreció la intervención militar solo en el caso de ser reconocido como soberano el rey francés. Lo aceptaron de forma que Luis XIII de Francia pasó a ser el nuevo conde de Barcelona. Poco después, en enero, un ejército franco-catalán lucharon y vencieron en Barcelona al ejército de Felipe IV que se retiró y no volvería hasta diez años más tarde. Poco tiempo después de esta defensa victoriosa moriría Pau Clarís, un personaje que siendo Presidente de la diputación catalana, había proclamado la República y se la ofreció al rey Francés y los catalanes se consideraron súbditos de la corona francesa.  Olivares, hombre trabajador e inteligente, aconsejó al rey un estado centralista dado los inconvenientes de las particularidades de cada reino o condado.
 
ESTATUA EN MADRID DE FELIPE IV
Un llamamiento general de Olivares y de Felipe IV a todos los estamentos para la formación de un ejército de unidad, grande pero irregular, acabó en derrota en el intento de la toma de Lérida. Este fue el punto final de la carrera del duque de Olivares. El fracaso de su política centralista. Olivares se retiró y murió dos años después abatido e ignorado por todos.
Al rey le llovían las desgracias. Morían su esposa Isabel, el príncipe heredero Baltasar Carlos y su antiguo valido fiel. La economía tocaba fondo y Cataluña permanecía vinculada a Francia. El campo de batalla entre Francia y España que era Cataluña, los catalanes querían evitar al comienzo de la guerra y por no querer costear algo su defensa en favor de España, ahora lo hacían en favor de Francia, para colmo cediendo parcialmente su administración a un extranjero. Francia además quería atacar Aragón y Valencia.
El rey francés Luis XIII nombró entonces un virrey y llenó la administración catalana de conocidos pro-franceses. A Cataluña el ejército francés le salía cada vez más caro y además se mostraban como un ejército de ocupación, un invasor. Por otro lado los comerciantes franceses competían con los catalanes favorecidos por Francia, y Cataluña se convirtió en una zona mercante más. Si a esto le sumamos la guerra, su costo, la consecuente inflación, para colmo hubo plagas y enfermedades generalizadas, llevó a la población a una situación límite. Advirtieron que su situación era peor con Francia que con Felipe IV.
En 1643, el ejército francés de Luis XIII conquista el Rosellón, Monzón (en Aragón) y Lérida. Richelieu y el rey francés murieron en 1643. La regente era Ana de Austria, hermana de Felipe IV. Toda una ironía del destino. La política del país apenas varió con el valido francés, el cardenal Mazarino. Un año después Felipe IV recupera Monzón y Lérida, donde el rey juró obediencia a las leyes catalanas.
En 1648 termina la guerra de los 30 años con el Tratado de Westfalia y con la retirada de la guerra de sus aliados, los Países Bajos, Francia comienza a perder interés por Cataluña.  Pero la guerra en Cataluña prosiguió. Francia tuvo que soportar una guerra civil por la oposición a la regente. En Barcelona y otras ciudades los desmanes de las tropas francesas alcanzaban niveles de asaltos.  
JUAN JOSÉ DE AUSTRIA
Felipe IV considera que es el momento de atacar y en 1651 un ejército dirigido por Juan José de Austria, (su hermano bastardo), comienza un asedio a Barcelona. El ejército franco-catalán de Barcelona se rinde en 1652 y se reconoce a Felipe IV como soberano y a Juan José de Austria, como virrey en Cataluña. Se reconocieron los fueros y privilegios catalanes.  El fin de la guerra se saldó con la anexión del Rosellón (que jamás se recuperaría), y otras comarcas a la corona francesa, anexión confirmada en el Tratado de los Pirineos (1659).
En la Cataluña francesa los fueros catalanes fueron derogados en 1660.  Se estipuló también el casamiento de la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV de Francia. Así se impuso la hegemonía de Francia sobre España. En el tratado se incluyó un indulto general durante los años de la sublevación catalana (1640-1659). En cuanto al Rosellón un año después los usos catalanes fueron derogados, lo que conllevó la abolición de las instituciones propias en Cataluña septentrional, así como la prohibición del uso del catalán en el ámbito público y oficial.  Las condiciones del tratado fueron ocultados a las Cortes Catalanas hasta 1702. Más adelante, en julio de 1793 tratando de recuperar el Rosellón se formó un cuerpo de voluntarios barceloneses bajo el lema “Por la Religión, el Rey y la Patria”. El llamamiento y la respuesta se repitieron por todas las comarcas catalanas, que aportaron miles de “miqueletes”. Pero serían disueltos tras la firma de “La Paz de Basilea en 1795.
Se firmó la Paz de los Pirineos entre Francia y España, en noviembre de 1659, para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años. Entre otros términos Francia reconoció a Felipe IV de España como legítimo rey de Portugal. Dada la difícil situación económica española Inglaterra y Francia se repartieron el Flandes español. Se cedía el Rosellón, la mitad de la Cerdeña, etc.     La Guerra del Rosellón reavivó este cuerpo entre un enorme entusiasmo popular, a menudo relacionado con el deseo de los catalanes de recuperar las cuatro comarcas y media perdidas a raíz del Tratado de los Pirineos (el Rosellón, el Vallespir, el Conflent, el Capcir y media Cerdaña). Serían de nuevo disueltos a raíz de la Paz de Basilea (1795).
Pero estamos en 1640. El reino de Portugal que pertenecía a la Corona Española desde 1580, bajo el reinado de Felipe II, y luego durante todo el reinado de Felipe III, ahora había iniciado conflictos desde 1640 con Felipe IV. Llegó a Madrid la noticia preocupante, Lisboa se había pronunciado en favor del duque de Braganza, que se proclamó rey con el nombre de Juan IV. El gobierno de Madrid no disponía de posibilidades apenas para contener el problema catalán con lo cual el portugués era imposible afrontarlo. Salvo algunos enfrentamientos en Badajoz, no supuso obstáculo para la nueva casa portuguesa. El peligroso ascenso de otras potencias como Francia, Holanda e Inglaterra aconsejaban la separación con Portugal. El período de 1640 a 1668 se había caracterizado por enfrentamientos periódicos entre Portugal y España, muchos de ellos fueron ocasionados por conflictos con terceras potencias.
La causa inmediata de muchos alborotos fue la imposición de nuevos impuestos y las difíciles condiciones de vida de la población bajo el dominio español. El movimiento insurreccional no consiguió destituir el gobierno instaurado en Lisboa, sucumbiendo al refuerzo de tropas castellanas. La guerra estableció la casa de Braganza como nueva dinastía reinante de Portugal, en sustitución de la Casa de Habsburgo. La virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mantua, intentó, en vano, calmar los ánimos del pueblo. Aislada y sin apoyo local, incapaz de reconducir a los revoltosos a la obediencia del rey de España, su poder colapsó. En su lugar aclamaron al Duque de Braganza como rey, con el título de Juan IV de Portugal, iniciando la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza. El nuevo gobernante autorizó a Margarita de Saboya que partiera para España en los primeros días de diciembre de ese mismo año.
Después de ganar varias pequeñas victorias, Juan trató de hacer las paces con rapidez. Sin embargo, su exigencia de que Felipe IV reconozca la nueva dinastía reinante en Portugal no se cumplió.  España había disfrutado de la reputación de tener la fuerza militar más formidable de Europa, una reputación que se había ganado con la llamada Escuela Española. Sin embargo, esta reputación y táctica había disminuido con la Guerra de los Treinta Años.
El esfuerzo nacional portugués se mantuvo durante 28 años, y fue posible vencer en las sucesivas tentativas de invasión de los ejércitos de Felipe IV.  Pero finalmente la restauración de la independencia de Portugal fue claramente establecida, y se demostró que podía valerse por sí mismo, aunque con dificultad. Sus victorias en el campo de batalla habían vuelto a despertar el nacionalismo portugués.
Felipe IV moriría el 17 de septiembre de 1665, sin reconocer la independencia de Portugal. Esta se reconoció tres años después.
 

martes, 26 de febrero de 2019

18- FELIPE IV - (2 Guerra de los 30 años)

El Conde de Olivares, tuvo como primer objetivo la modernización del gobierno y la recuperación del prestigio español. Combatió la corrupción, el tráfico de influencias. Redujo el gasto de la corte, suprimió burocracia excesiva y creó la Junta de Poblamiento, destinada a aumentar la natalidad y redistribuir la población en zonas deshabitadas.
Fernando III de Estiria fue elegido emperador de Sacro Imperio y era rey de Bohemia, (actual Eslovaquia) y había pasado a llamarse Fernando II. Católico convencido era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. Fernando era un Habsburgo y se había asegurado el apoyo de la corona española ya con Felipe III. La nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, estaba una situación prácticamente de rebelión. Ese fue el detonante de la guerra de los Treinta Años. 

CONDE DUQUE DE OLIVARES 
El Emperador ordenó la destrucción de templos protestantes, estableció censura para algunos escritos, destituyó a funcionarios protestantes, prohibió la utilización de fondos católicos para pagar a ministros protestantes, etc. Esto hizo que los protestantes rompieran con los Habsburgo y en poco tiempo se extendió a las principales ciudades de Bohemia.
Se inició la Guerra de los Treinta Años en 1618 entre las diferentes potencias europeas, aunque al principio era un clnflicto político y religioso por la reforma y la contra-reforma, dentro de propio ImperioRomano Germánico, se extendió en general por toda Europa por diferentes motivos, de poder, influencias hegemoná militar, etc.
Si en Europa la situación era mala, en España era preocupante. Desde finales de la década de 1620 y la década siguiente significó el ocaso del sistema económico monetario de los Austrias españoles. Corría el dinero falso, hubo malas cosechas, capturas de navíos españoles procedentes de América por francesas, holandeses e ingleses, crisis alimentarias, hambrunas, en fin un desastre.
Para hacer frente a tal cantidad de circunstancias el valido de Felipe IV, el duque de Olivares, trató de poner en práctica su idea de solidaridad entre los reinos de España, la llamada “Unión de Armas”, en 1626,  que pretendía unir un ejército de 140.000 hombres al que cada región aportaría una cuota correspondiente a sus recursos y demografía. Se trataba de repartir equitativamente las cargas que hasta entonces solo la soportaba Castilla ya que era la responsable del manejo de las entradas y salidas de oro y plata de América.
En la corte de Madrid la Unión de Armas fue recibida con grandes elogios. Mientras que en las otras regiones no castellanas fue lo contrario. Tendrían que aportar regularmente con tropas y dinero, y supondría una violación de sus fueros, ya que en todos ellos, en Aragón y Valencia, los vasallos no podían ser obligados a marchar más allá de sus fronteras con fines militares. En Cataluña en el caso de guerra ofensiva y no defensiva, parecía difícil hacer que los catalanes sirvieran más allá de sus propias fronteras a expensas del rey, e imposible a sus propias expensas. El asunto se mostró imposible. Las Cortes de Cataluña y Aragón distaban mucho de permitir la práctica del absolutismo de Felipe IV con sus recursos. El proyecto fue abandonado. No obstante esto fue el germen de las sublevaciones catalanas y portuguesas.

GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS 
Mientras en la Guerra de los 30 años se aliaron con Holanda con Suecia y hasta el papa Urbano VIII fue partidario de la causa francesa. Primero, París se limitó a enviar dinero a los enemigos de españoles e imperiales y animar alianzas. Cuando los tercios volvieron a demostrar que constituían el mejor ejército del mundo al destrozar a los suecos en Nordlingen (1634), Francia participó en la guerra a partir de 1635 causando un el aumento de la virulencia militar, el costo de la contienda y el gran peligro directo para España. Francia, aunque era un país católico, rivalizaba con la casa de Habsburgo, y ahora entró en la guerra en el bando protestante. El cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, pensó que los Habsburgo todavía eran demasiado poderosos, ya que mantenían en su poder varios territorios en la frontera este de Francia y tenían influencia sobre las Provincias Unidas.

CARDENAL RICHELIEU 
España con sus tropas arrasaron las provincias francesas de Champaña y Borgoña, e incluso amenazaron París durante la campaña de Francia de 1636. Llevaron a cabo campañas exitosas, sin embargo esto alargaba mucho sus líneas de comunicación, por lo que finalmente se retiraron mientras los franceses tomaron Arras, aun así los españoles vencieron a los franceses en los sitios de Saint Omer de 1638 y 1647.
El frente de batalla se trasladó a los Pirineos y Francia intentó la invasión por Navarra, algo inaudito. El 1 de julio de 1638, hallándose Hondarribia completamente desprevenida, un ejército francés de 18.000 hombres le puso cerco, no sin antes de apoderarse de Irún, Oiartzun, Lezo, Rentería y Pasajes. La población en ese momento, entre soldados del castillo y paisanos, ascendía a 700 hombres armados, que frente a los 18.000 se antojaban número insuficiente para su defensa. Vecinos de las villas consiguieron entrar unos 400. En total unos 1.100 defensores debían hacer frente a un ejército muy superior y con abundante artillería. Al primer mes de asedio, se recibió una carta del almirante de Castilla, informando de que estaba reuniendo un ejército numeroso que acudiría en su defensa. Los franceses realizaron una oferta de rendición. Por fin, el 7 de septiembre, día 69 del asedio, llegó el ejército de socorro. Los franceses abandonaron sus posiciones y en la huida muchos de ellos murieron tiroteados. De los 1.100 hombres de armas, sólo quedaron 400.
Los catalanes no quisieron acudir a ese asedio francés. Después de su derrota, los franceses casi habían cortado el camino a Flandes, que usaban los Tercios para abastecerse. De ahí viene lo difícil que es poner una pica en Flandes.
Puesta en marcha la guerra parecía favorable a los Habsburgo, pero intervino Dinamarca y podría caer entonces Flandes. Francia, que era un país extenso y muy poblado con abundantes recursos, con Luis XIII y su ministro el cardenal Richelieu, comenzó a ayudar a los protestantes, a pesar de ser un país católico, pero le interesaba la derrota de Flandes y por lo tanto de España. Se convertiría en la gran potencia.Se pensó abrir un segundo frente en los Pirineos, que permitiría un rápido abastecimiento a las tropas. Este frente se abriría en Cataluña, lo que posibilitaría una aportación del Principado. La presencia del ejército no era agradable para las poblaciones fronterizas. El pueblo despreciaba al ejército, ya que los mandos no dominaban los desmanes de la tropa. Los nobles no querían aportar y la situación económica que era grave, influía negativamente para que Cataluña, al igual que el resto de España, entrara en guerra. Los ecos de la protesta llegaron a Barcelona y en mayo de 1640, campesinos gerundenses atacaron a los tercios que acogían. A finales de ese mismo mes, los campesinos llegaban a Barcelona, y a ellos se unieron los segadores en junio que se dirigían a su manifestación.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...