jueves, 17 de diciembre de 2020
60.- CORONA DE CASTILLA (23)
A PARTIR DE 1492 ------- A partir de la conquista de Granada la unión de las Españas era un hecho por la religión cristiana. Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, terminada en 1491, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos, que residía en la estirpe goda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. La noticia recorrió el mundo. Los reyes de Europa, incluido el de Francia, celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma. El nuncio de su santidad, en mayo de 1494 pidió al papa que aceptarse la petición hecha por Enrique Enriquez (tío de Fernando), para dar el título a Isabel y Fernando de “Muy Católicos”. El título de Reyes Católicos fue concedido oficialmente a los reyes mediante bula en 19 de diciembre de 1496. La decisión estaba fundamentada por varios motivos, a saber; Las virtudes personales y reales. La reconquista del territorio de Granada en manos del Islam. La expulsión de los judíos en 1492. Y la liberación de los Estados Pontificios de del reino de Nápoles (Feudo papal), que habían sido invadidos por el rey francés Carlos VIII. El embajador portugués se quejó porque el término “Las Españas” incluía a Portugal, que había formado parte de la Hispania romana. El título se fue heredando y conservando, incluso hasta nuestros días. Felipe VI podría ser llamado Rey Católico, sin embargo nunca uso el título.
Pero hemos llegado a este punto de la historia en que nos encontramos en el año fundamental de 1492, reconocemos que nuestros reyes nunca lo tuvieron fácil. Pero después de la boda con Isabel Fernando fue proclamado corregente de Castilla con los mismos derechos que Isabel mediante la Concordia de Segovia en 1475. Dos años después comenzó la Guerra de Granada, que duró diez largos años que la consideramos en otro capítulo. Pocas veces se da conjunción más perfecta ante situaciones tan complejas. El rey Fernando era un político práctico, militar despiadado en la guerra y buen gobernante. Isabel en cambio era más enigmática, romántica y muy devota. Pero decidida y ambiciosa. Una mezcla genial. Fernando supo ver y resolver problemas militares en la península y en el extranjero. Supo sacar partido en momentos de carestía económica. Aparte de poner en su sitio a los nobles en los reinos, y decretar la expulsión de los judíos, aprobar la instauración del Santo Oficio, supieron crear una confianza y fe en su pueblo. Isabel por su parte supo instruir a sus hijos haciéndoles ver las obligaciones que por su condición debían mantener, sacrificarse y hacerse respetar.
Los reyes no sentían animadversión personalmente contra los hebreos, el propio rey Fernando tenía sangre judía por parte de madre y en su corte había financieros, consejeros, médicos y artesanos hebreos, como lo había habido en la corte de su padre. En tiempos de los reyes cristianos se identificaba la política con la religión. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena.
Seguramente la presión de la Inquisición que pretendía resolver de una vez el problema de los falsos conversos. También ha habido un fondo político; el fortalecimiento de la monarquía autoritaria de los RR CC para lograr una mayor integración social que repetidamente daba manifestaciones y tumultos antijudíos en la década de 1480. La unidad por la fe católica se interpretaba como la maduración del poder de la monarquía en la construcción del Estado que pretendían componer.
Nuestros reyes han sido la conjunción de la inteligencia y la espiritualidad, el honor y la pasión en sus decisiones. Nunca se habían dado un matrimonio que se entendieran mejor y que lograran prácticamente todos sus propósitos.
Para muchos historiadores la caída de Constantinopla marca el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. Para otros es el Descubrimiento de América y también la invención de la imprenta. Ya poco importa, lo cierto es que la conquista de Granada compensó la caída de Constantinopla y la victoria de ejércitos cristianos frente a los musulmanes. A su vez permitió que los reyes pudieran arriesgarse con la gran aventura, que otros reinos no quisieron emprender, al poder organizar una expedición con un destino posible pero con grandes interrogantes y muchísimo gasto. Pero de esto hablaremos en otro capítulo.
Con el tema del Descubrimiento de América, Los Reyes Católicos nunca fueron conscientes de su envergadura y su participación en el proyecto fue muy limitada. Colón fue el ideólogo del Descubrimiento. Pero además, los descubrimientos más importantes se llevaron a cabo después de la muerte de los Reyes. En el momento en que murió Fernando, el dominio español se limitada a varias islas periféricas y en Europa apenas se conocía en ese momento datos sobre aquellas tierras.
Pero Isabel y Fernando sentaron las bases de lo que fue España a partir de entonces y con el descubrimiento de un nuevo continente el mundo ya no sería el mismo, la religión cristiana se extendió como nunca lo había hecho, ni con los romanos. Y todo ello con la visión y el gobierno de nuestros reyes. Los romanos habían conseguido conquistar ocho millones de kilómetros cuadrados. España llegó a los veinticinco millones. Jamás hubo un imperio tan grande.
martes, 15 de diciembre de 2020
59.- CORONA DE CASTILLA (22)
LA PROPUESTA DE COLON, LOS RR CC Y VIAJE ------
Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida.
Constantinopla cayó en manos musulmanas en mayo de 1.453. Ese hecho cambió la historia de la humanidad. Esa ciudad era el centro de la cultura, la religión y el comercio. Su ubicación la hacían fundamental para el control marítimo con oriente.
Aparece un extraño personaje, Cristóbal Colón, que defiende la teoría, ya sabida por la gente culta, de que la tierra era redonda, y por lo tanto era posible viajar por mar y por Occidente en vez de por tierra a Oriente y así evitar el monopolio musulmán.
En 1.484 presentó al reino de Portugal su empresa, que no les interesó. Portugal en realidad llegó a Oriente en 1488 rebasando el Cabo de Buena Esperanza, extremo meridional de África. Al hacer una navegación de cabotaje no se tropezaron con todo un continente.
En 1.484, en España se luchaba por reconquistar el territorio que ocupaba el reino nazarí de Granada. Colón en el año 1.485 marchó a Huelva donde entabló amistad con el que había sido confesor de Isabel, Hernando de Talavera, que influyó ante los marinos de la zona. También gestionó la audiencia ante los monarcas. Colón consiguió su primera entrevista con los reyes en enero de 1486. En la entrevista se mostró decidido y defendió su proyecto con convicción, ofreció el monopolio del comercio a la corona y la extensión del cristianismo entre los paganos.
Los reyes se mostraron sorprendidos de la teoría de Colón pero interesados por la posibilidad. Decidieron nombrar una comisión de técnicos que estudiaría el asunto. Las deliberaciones duraron más de un año. La comisión determinó que los cálculos de Colón estaban errados. En realidad tenían razón, la distancia era mucho mayor de la que calculaba Colón y por tanto el coste sería altísimo. No sería posible realizar el viaje. Sin embargo los reyes no le negaron del todo la proposición. No podían responder económicamente la empresa, estaban en plena lucha contra Granada y de esto dependía todo. Venciendo a los musulmanes volverían a considerar la propuesta. Pese a ello los monarcas decidieron retener a Colón y le otorgaron una paga con la que subsistir.
Esperó pacientemente, viviendo de la paga real y de la compra y venta de libros y mapas. En 1489 se entrevistó nuevamente con los reyes. No obtuvo la aprobación deseada. Envió a su hermano Bartolomé a la corte inglesa. Enrique VII tampoco lo encontró factible. Al fin cayó Granada marcando una nueva época para la cristiandad y para la política del mundo en general.
En la nueva audiencia Colón pidió títulos y honores, quería ser nombrado Almirante, Virrey y obtener el 10% de todas las riquezas conseguidas. Eso en aquella época era impensable. Realmente se extralimitó y sus exigencias fueron rechazadas.
Colón se marchó hacia Huelva, pero fue alcanzado por los emisarios reales que traían la afirmación de los reyes con la aceptación de sus condiciones.
Los reyes habían cambiado de opinión y decidieron sufragar el proyecto. Cuatro personajes habían logrado el milagro. Fray Diego de Deza, mosén Juan Cabrero, fray Hernando de Talavera y Luis de Santángel. Éste último tesorero del rey, un judío converso, habló con la reina diciéndole que sería posible. ¿Por qué no? se preguntó y pensó que la oportunidad era única. Podían perder el dinero pero si se conseguía el objetivo, la hazaña sería impresionante, tanto para la cristiandad como para las arcas del reino. Además él mismo aportaría gran parte del dinero necesario.
En agosto de 1491, Cristóbal Colón firma con los reyes las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, documentos por los cuales se autoriza y financia la expedición de Cristóbal Colón a las Indias por el mar hacia occidente. Además se le conceden a Colón una serie de prebendas y títulos, entre ellos: Almirante, Gobernante, Virrey y el 10% de las riquezas. También se firman varias provisiones y cédulas. Una provisión es dirigida a la villa de Palos por una sanción impuesta a algunos de los vecinos de esta villa. Embargó dos barcos por medio de la orden real a la villa de Moguer para que obedecieran la comisión. Pero seguía sin conseguir la tripulación necesaria. La corona perdonaría a los presos que se embarcaran en el viaje. Solo lo hicieron cuatro hombres. No fue fácil reclutar a la tripulación. Todo era motivo de desconfianza.
Colón conoce a Martín Alonso Pinzón, rico navegante y comerciante y hombre de reputada fama y respeto en la zona dada sus muchos viajes por el Atlántico y el Mediterráneo. Quedó este hombre convencido de las razones de Colón, quién prometió repartir los tesoros que encontrase, con él. Pinzón toma parte decididamente en la empresa y decide desechar las embarcaciones que Colón había confiscado en Moguer y contrató otras nuevas, La Pinta y La Niña, aportó dinero personal, medio millón de maravedíes, tercera parte de los gastos. También convence a los hermanos Niño que eran miembros de una familia marinera importante. Con esto se consigue enrolar a toda la marinería necesaria. La tercera carabela se fletó, La Santa María, que era más complicada de manejar.
El Almirante llevó un diario de a bordo, que afortunadamente aún se conserva. También tenemos una carta que escribió a los Reyes a su vuelta relatando el suceso.
Salió de Palos y se dirigió al suroeste, a Las Islas Canarias.
El 6 de septiembre zarpan de Canarias y comienzan realmente a cruzar el océano. Las órdenes eran de ir al oeste. Los vientos los alejaban de lo conocido fácilmente, pero entonces la pregunta era ¿cómo volveremos teniendo los vientos en contra?
La vida a bordo era soportable para esos tiempos. Hoy sería impensable de todo punto.
El 26 de septiembre creyeron ver tierra. El 2 de octubre se avistan pájaros dirigiéndose al suroeste. No era lo pensado ir algo hacia el sur, pero cambiaron el rumbo.
Al día siguiente apareció en el agua un junco verde unas tablas y hierbas. Esto indicaba tierra, sin duda. Eran las 2 de la noche cuando el marinero que pasaría a la historia, Rodrigo de Triana, gritó ¡¡Tierra!! La luna reflejaba posiblemente la isla El Salvador. Pinzón hizo los avisos acordados y por fin el 12 de octubre llegaron. Se realizó el encuentro de dos mundos, entonces muy diferentes. El conocimiento del hecho viene de una sola fuente, el libro que escribía Colón, el diario de a bordo. Llamó indios a las gentes que encontró, porque pensó que había llegado a la India legendaria.
58.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (21)
GUERRA DE GRANADA -------
Los musulmanes en Granada realmente estaban resistiendo con el pago de impuestos. Después de 1266, en Granada, los reyes de Castilla, cobraban un tributo a sus homólogos nazaríes. Un tributo en oro, porque Granada, que se beneficiaba de sus privilegiadas relaciones de sangre con el norte de África, era la puerta del oro africano. El oro comenzó a escasear, y además, los jóvenes reyes tenían la idea de reunir bajo sus reinos todos los territorios que habían sido cristianos. El gobernador de Ronda, Mohamed al Zagrí, que se apoderó de la plaza de Zahara en 1481, realmente calculó mal. Isabel y Fernando se lo pensaron muy bien. Se acuarteló Córdoba. Fernando organizó un ejército con su Estado Mayor. Las campañas se harían en los meses calurosos, y las desarrollarían con su estudio previo. Había nacido la guerra moderna. Los musulmanes se pensaban superiores a los cristianos, y no iban a tolerar que un cristiano les diera lecciones de guerra. En las luchas los moros eran derrotados y en el Palacio crecieron las intrigas. Para colmo el rey Muley Hacén, algo viejo ya, se encaprichó con una concubina cristiana mucho más joven que él llamada Soraya.
Su esposa Aixa, muy resentida por perder la condición de favorita, se conchabó en secreto con su hijo Boabdil para que le destronase y traicionase. Boabdil, se dejó enredar. El rey moro salió a la lucha por recuperar Alhama y su hijo Boabdil aprovechó la ausencia de su progenitor para dar un golpe de mano con la ayuda del poderoso clan de los Abencerrajes, una familia aristocrática traicionera. Fernando de Trastámara, se enteró de la cuestión y, más listo que el hambre, influyó lo que pudo para incrementar las rencillas del palacio moro. El rey Muley Hacén, se refugió en el castillo de Mondújar. Boabdil condujo entonces un ejército hasta los territorios cristianos, donde los castellanos salieron a su encuentro, le derrotaron en Lucena y se lo enviaron a Fernando cargado de cadenas. Todos los cristianos pedían la cabeza de Boabdil, pero Fernando, astuto como el solo, eso le parecía un desperdicio. Le dejó marchar a cambio de que, en secreto, fuese su aliado y pagase una indemnización, porque la guerra estaba saliendo carísima. En prenda se quedó con sus dos hijos. El Papa había echado una mano otorgando bula de Cruzada a la guerra, lo que significaba dinero. Con el emirato partido en dos bandos que se la tenían jurada, Fernando se dispuso a ir troceando con paciencia los dominios del enemigo. Ronda y Marbella cayeron en 1485, Loja en 1486 y Málaga en 1487, tras un sonado asedio. Málaga era muy importante y justificaba el dispendio. Los reyes reclamaron soldados de todos sus reinos, y hasta allí llegaron enfervorecidas huestes de vizcaínos, guipuzcoanos, asturianos y valencianos. La flota castellana bloqueó el puerto para evitar que la ciudad recibiese refuerzos y provisiones de Marruecos. A finales de agosto se rindió. Tanto había costado doblegarla que Fernando fue extremadamente cruel con los supervivientes. Ordenó que todos fuesen esclavizados. Lo que quedaba del emirato estaba dividido entre Boabdil, que controlaba Granada, y su tío el Zagal, que tenía en su poder Almería y Guadix. Muley Hacén había muerto dos años antes, abandonado por todos. Se cuenta que, al morir, los pocos partidarios que le quedaban llevaron su cadáver hasta lo más alto de Sierra Nevada, donde le dieron sepultura. El pico pasaría a llamarse como él, Mulhacén. Fernando antes dar el remate a Boabdil, que se escondía en el Albaicín, siguió a lo suyo, los castellanos conquistaron Baza, y envió un emisario al Zagal para pedir la rendición. El Zagal lo entendió enseguida. Entregó Almería y se largó al norte de África. Granada, la capital en 1490, era lo que quedaba. Fernando sabía que entrar a saco hubiera sido una carnicería por ambos bandos, y con resultado incierto. De modo en lugar de tratar de tomarla al asalto, la sitió. Mandó construir una ciudad junto a Granada, a la que llamó Santa Fe. Caso insólito éste; edificar una ciudad para sitiar otra. No se volvería a ver cosa igual.
Granada resistía, Isabel envió un emisario negociador. Ofreció a Boabdil un señorío en la Alpujarra, rentas y el compromiso de respetar la religión y las costumbres de los granadinos. El acuerdo en la desesperada situación en que se encontraba, no estaba mal, por lo que el emir aceptó. Se fijó el 2 de enero para hacer efectiva la entrega de la ciudad. Para evitar machadas de última hora, Fernando ordenó a Gutierre de Cárdenas que entrase con un pequeño contingente por la noche y ocupase la Alhambra. Al amanecer, los reyes esperaron a Boabdil a orillas del Genil. El moro se acercó derrotado; hizo ademán de besar las manos de Fernando, cosa que éste rechazó, y entregó las llaves al rey, que, a su vez, se las dio a Isabel. Era su regalo, el más preciado que una reina de Castilla pudo soñar jamás. Gutierre de Cárdenas hizo entonces ondear el pendón de Castilla en lo más alto de la Alhambra, en la torre de la Vela. El cardenal Mendoza, que estaba con él, puso una cruz junto al estandarte. La unión de la península era un hecho por la religión cristiana. Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, terminada en 1491, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos, estaba en la estirpe goda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. La noticia recorrió Europa. Los reyes de Europa, incluido el de Francia, celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma.
viernes, 11 de diciembre de 2020
57.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (20)
LA INQUISICIÓN -------
El primer Tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe, nació en Alemania, en 1220 a petición del emperador Federico II, que reinaba también en el sur de Italia y en Sicilia. Lo creó el papa Honorio III. La herejía paso a ser un delito de atentado contra el rey, castigado con la pena de muerte en la hoguera. Aparecieron herejías en el sur de Francia y en el norte de Italia, la albigense y la valdense. Ambas herejías eran doctrinas que atacaban los pilares de la moral Cristiana. Al principio se intentó que abandonaran la heterodoxia por medios pacíficos mediante la predicación. Pero fue inútil y se organizó una cruzada. De ahí nació el Tribunal de la Inquisición.
En España comenzó en 1242 en Tarragona, pero de moderada actuación. En la comunidad judía existía una doble animadversión, la religiosa-cultural, derivada de la convivencia de dos creencias y hábitos opuestos, y la socio-económica, al ser los judíos comerciantes y prestamistas, tanto para el humilde labrador como para un noble. La tolerancia hacia los judíos fue pasando por diferentes etapas en esos tiempos. Hubo épocas de tolerancia, otras de animadversión y otras de persecución. Algunos reyes castellanos y aragoneses habían sido incluso defensores de los judíos, como los mismos Isabel y Fernando. Pero el pueblo llano no miraba con bueno ojos a aquellos prestamistas.
Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa.
Hubo en el año 1391 una oleada de matanzas y saqueos que asolaron la península en las aljamas judías. Las conversiones al cristianismo fueron masivas, pero abrieron un enfrentamiento de gran trascendencia en los siglos siguientes con la persecución de los viejos contra los nuevos cristianos. Muchas veces eran solo un pretexto para encubrir luchas que nada tenían que ver con la religión. La población judía se dedicaba al comercio, la medicina, la farmacia y al préstamo de dinero. Las ordenes mendicantes polemizaban con los rabinos sobre materia de doctrina y de eso pasaron a intrigar en las Cortes para que se tomaran medidas contra los judíos. Se iba gestando el antisemitismo. Otro elemento desencadenante fue la peste negra, que se les atribuyó a los judíos, que comenzaron a tener persecuciones, sobre todo en Semana Santa. La peste trajo la muerte de alrededor de una cuarta parte de la población europea. Además la catástrofe estaba acompañada en un siglo de guerras y una enquistada economía por lo que el pueblo vio en los judíos al culpable, al que hacían blanco de sus iras.
Más adelante, al llegar los Reyes Católicos consideraron que la unidad religiosa era un factor clave para la unidad territorial. La conversión de moriscos y hebreos era por tanto una cuestión fundamental. Algunos se bautizaron con sentimiento, pero otros no, y siguieron profesando en secreto su religión. Pero la desconfianza en la sinceridad de la conversión fue lo que hizo que los reyes vieron la necesidad de una nueva Inquisición que persiguiera a la herejía judaizante, es decir a los falsos conversos. Necesitados de autorización papal los reyes lo solicitaron y fue el 1 de noviembre de 1478 cuando el Papa Sixto IV promulgó la bula por la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, y según la cual el nombramiento de los inquisidores era competencia exclusiva de los monarcas. Sin embargo, los primeros inquisidores, no fueron nombrados hasta septiembre de 1480.
La Inquisición había detectado un foco de conversos judaizantes y el primer auto de fe se celebró en Sevilla en febrero de 1481 donde fueron quemadas vivas seis personas. Desde entonces, la presencia de la Inquisición en la Corona de Castilla se incrementó rápidamente. Para 1492 existían tribunales en ocho ciudades castellanas.
Fue la búsqueda de la unidad religiosa lo que impulsó a los reyes a decretar la expulsión de los judíos que no se quisieran convertir, en marzo de 1492. No obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes Católicos, los judíos representaban aproximadamente el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas.
El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe”. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía, el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar.
La imagen de los inquisidores usando emparedamientos, fuego candente, golpes en las articulaciones, damas de hierro y ruedas de tormento, simplemente es ficción. Ninguna de esas torturas eran válidas, entre otras cosas porque no se podía poner en peligro la vida del reo ni provocar mutilaciones permanentes.
Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia era la custodia. De ahí el juramento de los gobernantes ante Dios. Desde ese instante se sometían a los preceptos y obligaciones que se indicaban, solemnemente, con la Biblia como fundamento.
En 1483 Tomás de Torquemada era el primer inquisidor de Castilla. Cuatro años después fue nombrado para toda España. Convencido de que los falsos cristianos, los moros y apóstatas eran capaces de destruir a la Iglesia y al país. Como en todos los sistemas judiciales de Europa se empleaba la tortura para investigar la herejía, la brujería, bigamia y la usura.
Algunos reos blasfemaban al ser arrestados, pues preferían ser investigados por la Inquisición que por la Justicia ordinaria.
Era muy importante dar la impresión de que el Santo Oficio no se equivoca nunca, que no detiene a nadie sin motivos. Hernando del Pulgar, cronista contemporáneo de los Reyes Católicos, calculó que tras diez años de actividad, la Inquisición habría quemado en la hoguera a 2.000 personas, y reconciliado a otras 15.000.
Los historiadores modernos recurrieron al Archivo Histórico Nacional, donde se conservan, los informes anuales de todas las causas desde 1560 hasta 1700. Se contabilizan 49.092 juicios, que han sido estudiados. Según los cálculos de estos estudios un 1,9 % de los procesados fue quemado en la hoguera, (no llegan a 1.000). Stephen Haliczer un estudioso que trabajó en los archivos del Santo Oficio, descubrió que los inquisidores usaban la tortura con poca frecuencia y generalmente durante menos de 15 minutos. De 7.000 casos en Valencia, en menos del 2 % se usó la tortura y nadie la sufrió más de dos veces. El Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa. Los inquisidores eran en su mayoría hombres de leyes, escépticos en cuanto al valor de la tortura para descubrir la herejía.
En el siglo XVI al perseguir a los protestantes aparecen escritos de intelectuales europeos dando una imagen exagerada de la Inquisición. Algunos libros hablaban de la Inquisición española con interés propagandístico y se va creando también en esto la tristemente famosa Leyenda Negra. Libros traducidos al inglés, francés, holandés, alemán y húngaro, contribuyendo a cimentar la imagen negativa que en Europa se tenía de la Inquisición Española. Holandeses e ingleses, rivales políticos de España, fomentaron también esta Leyenda Negra que se sumó al trabajo exagerado de Bartolomé de las Casas en América.
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