viernes, 11 de diciembre de 2020

57.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (20)

LA INQUISICIÓN ------- El primer Tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe, nació en Alemania, en 1220 a petición del emperador Federico II, que reinaba también en el sur de Italia y en Sicilia. Lo creó el papa Honorio III. La herejía paso a ser un delito de atentado contra el rey, castigado con la pena de muerte en la hoguera. Aparecieron herejías en el sur de Francia y en el norte de Italia, la albigense y la valdense. Ambas herejías eran doctrinas que atacaban los pilares de la moral Cristiana. Al principio se intentó que abandonaran la heterodoxia por medios pacíficos mediante la predicación. Pero fue inútil y se organizó una cruzada. De ahí nació el Tribunal de la Inquisición. En España comenzó en 1242 en Tarragona, pero de moderada actuación. En la comunidad judía existía una doble animadversión, la religiosa-cultural, derivada de la convivencia de dos creencias y hábitos opuestos, y la socio-económica, al ser los judíos comerciantes y prestamistas, tanto para el humilde labrador como para un noble. La tolerancia hacia los judíos fue pasando por diferentes etapas en esos tiempos. Hubo épocas de tolerancia, otras de animadversión y otras de persecución. Algunos reyes castellanos y aragoneses habían sido incluso defensores de los judíos, como los mismos Isabel y Fernando. Pero el pueblo llano no miraba con bueno ojos a aquellos prestamistas. Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa.
Hubo en el año 1391 una oleada de matanzas y saqueos que asolaron la península en las aljamas judías. Las conversiones al cristianismo fueron masivas, pero abrieron un enfrentamiento de gran trascendencia en los siglos siguientes con la persecución de los viejos contra los nuevos cristianos. Muchas veces eran solo un pretexto para encubrir luchas que nada tenían que ver con la religión. La población judía se dedicaba al comercio, la medicina, la farmacia y al préstamo de dinero. Las ordenes mendicantes polemizaban con los rabinos sobre materia de doctrina y de eso pasaron a intrigar en las Cortes para que se tomaran medidas contra los judíos. Se iba gestando el antisemitismo. Otro elemento desencadenante fue la peste negra, que se les atribuyó a los judíos, que comenzaron a tener persecuciones, sobre todo en Semana Santa. La peste trajo la muerte de alrededor de una cuarta parte de la población europea. Además la catástrofe estaba acompañada en un siglo de guerras y una enquistada economía por lo que el pueblo vio en los judíos al culpable, al que hacían blanco de sus iras. Más adelante, al llegar los Reyes Católicos consideraron que la unidad religiosa era un factor clave para la unidad territorial. La conversión de moriscos y hebreos era por tanto una cuestión fundamental. Algunos se bautizaron con sentimiento, pero otros no, y siguieron profesando en secreto su religión. Pero la desconfianza en la sinceridad de la conversión fue lo que hizo que los reyes vieron la necesidad de una nueva Inquisición que persiguiera a la herejía judaizante, es decir a los falsos conversos. Necesitados de autorización papal los reyes lo solicitaron y fue el 1 de noviembre de 1478 cuando el Papa Sixto IV promulgó la bula por la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, y según la cual el nombramiento de los inquisidores era competencia exclusiva de los monarcas. Sin embargo, los primeros inquisidores, no fueron nombrados hasta septiembre de 1480. La Inquisición había detectado un foco de conversos judaizantes y el primer auto de fe se celebró en Sevilla en febrero de 1481 donde fueron quemadas vivas seis personas. Desde entonces, la presencia de la Inquisición en la Corona de Castilla se incrementó rápidamente. Para 1492 existían tribunales en ocho ciudades castellanas. Fue la búsqueda de la unidad religiosa lo que impulsó a los reyes a decretar la expulsión de los judíos que no se quisieran convertir, en marzo de 1492. No obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes Católicos, los judíos representaban aproximadamente el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe”. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía, el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar. La imagen de los inquisidores usando emparedamientos, fuego candente, golpes en las articulaciones, damas de hierro y ruedas de tormento, simplemente es ficción. Ninguna de esas torturas eran válidas, entre otras cosas porque no se podía poner en peligro la vida del reo ni provocar mutilaciones permanentes. Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia era la custodia. De ahí el juramento de los gobernantes ante Dios. Desde ese instante se sometían a los preceptos y obligaciones que se indicaban, solemnemente, con la Biblia como fundamento. En 1483 Tomás de Torquemada era el primer inquisidor de Castilla. Cuatro años después fue nombrado para toda España. Convencido de que los falsos cristianos, los moros y apóstatas eran capaces de destruir a la Iglesia y al país. Como en todos los sistemas judiciales de Europa se empleaba la tortura para investigar la herejía, la brujería, bigamia y la usura. Algunos reos blasfemaban al ser arrestados, pues preferían ser investigados por la Inquisición que por la Justicia ordinaria. Era muy importante dar la impresión de que el Santo Oficio no se equivoca nunca, que no detiene a nadie sin motivos. Hernando del Pulgar, cronista contemporáneo de los Reyes Católicos, calculó que tras diez años de actividad, la Inquisición habría quemado en la hoguera a 2.000 personas, y reconciliado a otras 15.000. Los historiadores modernos recurrieron al Archivo Histórico Nacional, donde se conservan, los informes anuales de todas las causas desde 1560 hasta 1700. Se contabilizan 49.092 juicios, que han sido estudiados. Según los cálculos de estos estudios un 1,9 % de los procesados fue quemado en la hoguera, (no llegan a 1.000). Stephen Haliczer un estudioso que trabajó en los archivos del Santo Oficio, descubrió que los inquisidores usaban la tortura con poca frecuencia y generalmente durante menos de 15 minutos. De 7.000 casos en Valencia, en menos del 2 % se usó la tortura y nadie la sufrió más de dos veces. El Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa. Los inquisidores eran en su mayoría hombres de leyes, escépticos en cuanto al valor de la tortura para descubrir la herejía. En el siglo XVI al perseguir a los protestantes aparecen escritos de intelectuales europeos dando una imagen exagerada de la Inquisición. Algunos libros hablaban de la Inquisición española con interés propagandístico y se va creando también en esto la tristemente famosa Leyenda Negra. Libros traducidos al inglés, francés, holandés, alemán y húngaro, contribuyendo a cimentar la imagen negativa que en Europa se tenía de la Inquisición Española. Holandeses e ingleses, rivales políticos de España, fomentaron también esta Leyenda Negra que se sumó al trabajo exagerado de Bartolomé de las Casas en América.

200 AÑOS DE LA BATALLA DE AYACUCHO