martes, 9 de marzo de 2021

115.- SIGLO XIX - (1833 - 1842) ISABEL II, REINA DE ESPAÑA

El general Espartero perdió el inmenso apoyo social y político que había tenido en Barcelona. También perdió la mayor parte de la popularidad que se había ganado como vencedor en la primera guerra carlista. Espartero disolvió las cortes en enero de 1843 y convocó nuevas elecciones para marzo. Las nuevas cortes abrieron sus sesiones y se denunciaron los atropellos que había cometido el gobierno y el ejército. El Partido Progresista había ganado. Así, el primer acto de la nueva mayoría fue forzar la caída del gobierno y obligar al regente a que nombrara nuevo presidente. Poco después, con otras reclamaciones Espartero desató la crisis al destituir a Joaquín María López, cuyo gobierno solo había durado 10 días. Nombró a Álvaro Gómez Becerra nuevo presidente del gobierno, y cuando éste se presentó ante la cámara fue recibido con gritos de “¡Fuera, fuera!” “¡Dios salve al país, Dios salve a la reina!”, fue el grito de guerra de la revuelta contra Espartero que estalló al mes siguiente.

Nada más conocerse la destitución del gobierno, desde Reus, Juan Prim y Milans del Bosch al grito de “¡Abajo Espartero! ¡Mayoría de la Reina!” comenzaron la rebelión. Barcelona formó en junio una Junta suprema de gobierno de la provincia en la que figuraban republicanos, progresistas y moderados. La insurrección se extendió en seguida por casi todo el país. Espartero marchó a Valencia para dirigir las operaciones contra los sublevados. En junio llegaron tres generales afines al Partido Moderado, Ramón María Narváez, Manuel Gutiérrez de la Concha y Juan González de la Pezuela y el general Francisco Serrano lo que obligó a Espartero a detenerse en Albacete. Al día siguiente se decretaba la destitución del regente y del gobierno de Gómez Becerra. Un movimiento militar y cívico encabezado por una parte del Partido Progresista y por el Partido Moderado que contaba con los generales afines Ramón María Narváez, Francisco Serrano y Leopoldo O'Donnell obligó a Espartero a marchar al exilio. Se decidió proclamar la mayoría de edad de Isabel II en cuanto cumplió los 13 años en el mes de octubre de 1843.

ISABEL DE BORBÓN 

A partir de aquí hubo lo que se llamó una “Década Moderada”. Se sancionó una nueva Constitución, la de 1845 que establecía la soberanía conjunta de la Corona y las Cortes. Se creó la Guardia Civil y un nuevo Código Penal. En diez años los moderados hicieron algo importante, reformar la Hacienda Pública con un nuevo sistema fiscal que se mantuvo casi hasta la mitad del siglo XX. Una característica general del siglo es la baja productividad agrícola española. La población activa estaba en su mayoría dedicada al sector. La mayoría era de cultivo extensivo del cereal y constituía un modelo atrasado.

La industria llegó a España de la mano de instituciones públicas y de capital extranjero. La burguesía nacional seguía anclada al pasado y no se sumó a la industria. Cataluña apostó por la industria textil algodonera ya que desde hacía tiempo contaba con telares mecánicos. Aunque el éxito industrial catalán fue importante, si lo comparamos con el francés o el inglés se ve la debilidad de la base industrial.

Con la industrialización vino el incremento de la población y la emigración de las zonas agrarias a la ciudad. Esto hizo ampliar las ciudades que todavía seguían oprimidas por sus murallas. Madrid, Barcelona y Bilbao servían de ejemplo a otras ciudades. Se prefirió el ensanche de las ciudades, con sus grandes expropiaciones y derribos antes que añadir barrios que oprimirían aún más la ciudad.

FRANCISCO DE ASÍS DE BORBÓN

Aparte de esto, en los inicios de la década una cuestión era la del matrimonio real que, convertido en razón de Estado con claras implicaciones en las cortes europeas. El 10 de octubre de 1846, el mismo día de su decimosexto cumpleaños, se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, una elección completamente desacertada. “¡Con Paquita no!”, gritaba la pobre Isabel al saber la elección del esposo, un homosexual reconocido. ¡Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo! El matrimonio fracasó en los primeros meses, abocando a Isabel a la infelicidad que intentó compensar con una intensa y criticada vida amorosa en brazos de varios amantes y favoritos. La reina tuvo once hijos, de los que sólo cuatro llegaron a la edad adulta: Isabel, Alfonso, Pilar y Eulalia.

El General Francisco Serrano fue el primer amante de Isabel II.  El conde de Romanones la describió “era algo retrasada, apenas sabía leer, solo sabía sumar y su ortografía era pésima. No leía y jugaba con perritos, ignoraba las reglas de comportamiento y estas señas de identidad la acompañaron toda la vida, sin embargo era alegre y generosa”. A los 16 años se casó con su primo Francisco de Asís, del que tuvo once hijos. Los hijos eran oficialmente de su marido, pero de esto sacó beneficio. Recibía dinero por cada churumbel reconocido. Solo sobrevivieron cinco hijos. Uno de ellos, el que sería el rey Alfonso XII. Parece ser que era hijo del capitán Moltó. Cómo sería la señora que el propio papa, Pío IX llegó a decir, “Es puta, pero piadosa”.

MARÍA LUISA DE BORBÓN PARMA

Entre los miembros de la familia real hay que destacar a la infanta Isabel Francisca, popularmente conocida como “La Chata”, fue princesa de Asturias hasta el nacimiento de su hermano Alfonso, y durante el reinado de éste hasta que nació su sobrina María de las Mercedes. Como sería de querida y popular, le gustaban los toros, las verbenas y la música, que hasta el gobierno de la Segunda República pidió que no abandonase el país. Otro miembro conocido es su hermana María Luisa, casándose ambas el mismo día en Sevilla. Esta mujer fue la madre de María de las Mercedes, futura reina al casarse con Alfonso XII. María Luisa donó a la ciudad de Sevilla los jardines de su palacio de San Telmo, que hoy llevan su nombre. Hemos tocado un poco la vida personal y familiar de Isabel II, pero en lo político la cosa no tuvo ni pizca de gracia. Una reina casi analfabeta, caprichosa y aficionada a los fornidos palafreneros, unos militares ambiciosos metidos en políticos, unos políticos metidos hasta las orejas en la corrupción. 

PARQUE DE MARÍA LUISA EN SEVILLA

lunes, 8 de marzo de 2021

114.- SIGLO XIX - (1833 - 1842) - DESAMORTIZACIONES Y REVUELTAS

La subida al trono de Isabel II, bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón, y Espartero como valido, fue reconocida por los gobiernos de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Estados Unidos  y otros. Por lo que la política interior se vio hipotecada por las influencias de Inglaterra y Francia, y ya los embajadores de ambos países intervinieron en el fracaso del primer valido, Zea Bermúdez.

En 1833, la reina regente, María Cristina de Borbón, tenía de su parte a los liberales contra los carlistas. El Gobierno, lo presidía el liberal Francisco Martínez de la Rosa, nombrado en 1834, se encontraba en plena guerra sin recursos para pagar al ejército. Aquí es donde un comerciante gaditano, con gran carisma, Juan de Dios Álvarez Mendizábal, se ofrece a gobierno español para desde Londres hacer gestiones ante banqueros británicos y franceses y sus gobiernos, a fin de conseguir un empréstito al gobierno español. Mendizábal encarnó un prototipo muy valorado en la sociedad estadounidense actual, un hombre hecho a sí mismo. Nacido en una humilde familia de comerciantes, se formó en el oficio de su padre, aprendió idiomas y descubrió que tenía un don para los negocios y también para la política. Tanto, que llegó a convertirse en el principal protagonista de la Revolución liberal española. De origen gaditano, había nacido en 1790. En 1811, siendo ya Ministro, firmaba como Álvarez Mendizábal. Pero la madre se apellidaba Méndez. Los Méndez eran conocidos en Cádiz como una familia de cristianos nuevos de origen judío. Decidió borrar a los judíos de su genealogía y sustituirlos por un origen vasco que era garantía de limpieza de sangre. Para ello le bastó cambiar su apellido Méndez por Mendizábal. En el Cádiz del siglo XVIII la casa de comercio Mendizábal era una de las más prestigiosas. Incluso amplió el engaño hasta hacer creer a su mujer que había nacido en Bilbao. Así lo declaró en el acta matrimonial.

JUAN ÁLVEZ DE MENDIZÁBAL 

En junio de 1835 cae el gobierno de Martínez de la Rosa y se nombra a José María Queipo de Llano, toda España se hallaba controlada por juntas revolucionarias y era una etapa anárquica y tumultuosa de la vida política.

Conseguida la ayuda internacional por Mendizábal, consiguió introducirse en la política del país. La reina se vio obligada a entregar el poder a los radicales, nombrando presidente del Consejo de Ministros a Juan Álvarez Mendizábal, el hombre de la Revolución Liberal. Más ladino que los ministros anteriores ideó un procedimiento más sutil para el triunfo liberal. Consiguió éste un voto de confianza para procurar los recursos que considerase necesarios para el sostén del ejército y terminar en breve tiempo con la guerra civil. Mendizábal comenzó a gobernar por decreto, siendo los más famosos los que regularon la desamortización.

Esta ley ni era ni por asomo popular. Ya el sabio Menéndez y Pelayo la señaló como “Un inmenso latrocinio”. El pueblo vio pasar las iglesias, conventos y tierras, de las manos de frailes y monjes que vivían de la caridad y que eran propietarios desde hacía siglos muchas de ellas, a manos de los caciques y los ricos de los pueblos que compraban a precio de subasta, las más manipuladas. Hoy podemos ver muchísimos conventos y monasterios abandonados y en ruina, después de haber arrancado y vendido los objetos de valor. 

La verdad es que el asunto no era nuevo. No hubo una desamortización, sino varias. Este proceso se desarrolló en España desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX.


MAPA DE PROVINCIAS DE 1833

La división  definitiva de España en provincias se hizo, después de varios intentos en 1833 cuando los liberales estaban asentados en el poder. Se crearon 49 provincias al frente de las cuales se puso lo que actualmente son los Delegados del Gobierno. Paralelamente con  la uniformidad administrativa y social surgieron los nacionalismos radicales y separatistas. Las Guerras Carlistas se convirtieron en defensa de los fueron tradicionales de Navarra y el País Vasco.

La disolución de las cámaras originó el desagrado de los liberales, al cancelar la reforma institucional. Acosado por la negativa de la reina y las posturas de los liberales dimitió en mayo de 1836. El nuevo gobierno realizó unas elecciones de las que debían salir unas Cortes Constituyentes. Dado el clima de insurrecciones por los exaltados liberales, se mascaba la idea de un golpe de Estado. María Cristina se vio obligada a restablecer la Constitución de 1812, por tercera vez derogando el Estatuto Real con el cual se gobernaba. Dimitido el gobierno, se nombra a Calatrava Presidente del Consejo de Ministros y se elaboran una serie de leyes liberales, libertad de prensa, supresión del diezmos ecleciástico, etc. Y un texto constitucional. La Constitución española de 1837 fue una iniciativa del Partido Progresista consensuada con el Partido Moderado y permitía la alternancia en el poder de los dos partidos liberales sin que cada vez que cambiara el gobierno hubiera que cambiar la Constitución. Estuvo vigente hasta 1845, cuando el Partido Moderado impuso su propia Constitución. La guerra se dejó en mano de los militares, pero fueron interviniendo en la política poco a poco. Destacó el general Baldomero Espartero que puso fin a la guerra con el Convenio de Vergara. Con el pretexto del fin de la guerra la regente disolvió las Cortes y convocó elecciones. La jugada le salió mal. Comenzaron a crearse  Juntas Revolucionarias en varias provincias y María Cristina no tuvo más remedio que abandonar la regencia y exiliarse en Francia, cediendo el poder a Espartero, estamos en 1840. A partir de aquí hubo una clara influencia de Gran Bretaña en los diferentes gobiernos progresistas. Se tensaron las relaciones ante la Santa Sede. Espartero no era un político, era un militar de “ordeno y mando”, y duró tres años, y se ganó la enemistad de todos. Hasta los militares conspiraron contra él, con O´Donnell y Narváez a la cabeza. Los progresistas que lo había llevado al poder, dejaron de seguirle. Otra vez aparecieron Juntas Revolucionarias tanto de progresistas como de moderados.

LOPOLDO O´DONNELL

En noviembre de 1842 estalló en Barcelona una insurrección. El gobierno se disponía a firmar un acuerdo comercial librecambista con Gran Bretaña que rebajaría los aranceles a los productos textiles ingleses lo que supondría la ruina para la naciente industria algodonera catalana.​ Una guerra de barricadas protagonizada por la milicia, apoyada por paisanos armados. Baldomero Espartero decidió dirigir personalmente la represión de la insurrección y el 22 de noviembre llegó a Barcelona que sería bombardeada si antes de 48 horas no se rendían. El 3 de diciembre de 1842, sin negociación comenzó el bombardeo y al día siguiente la ciudad se rendía. Se desarmó a la milicia y varios centenares de personas fueron detenidas, y cien fueron fusiladas. 

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domingo, 7 de marzo de 2021

113.- SIGLO XIX - GUERRAS CARLISTAS

El hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón, ni bien murió en 1833 Fernando VII,  emitió el Manifiesto de Abrantes, en el que declaraba su ascensión al trono proclamándose como Carlos V. Y de esa forma surgió el Carlismo. La nobleza se adhirió al bando isabelino en su mayoría y también la mayor parte del estamento militar. Los apoyos al movimiento carlista provenían de las clases populares y muy especialmente de los campesinos. Con todas las limitaciones que se quiera pero el carlismo se extendió por las regiones del interior de las regiones vasco-navarras, por el Maestrazgo y por la montaña catalana, la serranía de Ronda y la de Córdoba. Se daba una curiosa paradoja: el pretendiente don Carlos, que era muy religioso pretendía imponer en España un régimen absolutista y centralista, y era apoyado sobre todo por navarros, vascos y catalanes, es decir precisamente donde el celo por los privilegios forales y la autonomía política y económica era más fuerte. El campo solía ser de ellos; pero las ciudades, permanecieron fieles a la jovencita Isabel II y al liberalismo. Al futuro, dentro de lo que cabe, o lo que parecía iba a serlo. Don Carlos, que necesitaba una ciudad para capital de lo suyo, estaba obsesionado con tomar Bilbao; pero la ciudad resistió y Zumalacárregui murió durante el asedio, convirtiéndose en héroe difunto por excelencia. En cuanto al otro héroe, Cabrera, lo apodaban el tigre del Maestrazgo, era una verdadera mala bestia. Y cuando los gubernamentales fusilaron a su madre, él mandó fusilar a las mujeres de varios oficiales enemigos. Ése era el tono general del asunto.

TOMÁS DE ZUMALACÁRREGUI

La Primera Guerra Carlista se desarrolló en tres fases muy diferentes. La primer se prolongó hasta julio de 1835. Aparecieron partidas ordenadas por oficiales del ejército durante la Época Ominosa. Este alzamiento fue sofocado por tropas leales al gobierno de Madrid.

La segunda fase de la guerra duró hasta septiembre de 1837 y se caracterizó por un cierto dominio de los carlistas. El ejército de la regente María Cristina no estaba bien pertrechado. Poco apoyo extranjero y un plan ineficaz de contención en la zona vasco-navarra. Carlos llegó hasta Arganda, no entrando inexplicablemente en Madrid que estaba prácticamente desguarnecido.

La guerra civil, como todas, se desarrollaba con ferocidad y crueldad. Los humildes párrocos broncos sin el menor complejo, se echaban al monte con boina roja, animaban a fusilar liberales. El caso es que la sublevación carlista, léase, campo contra ciudad, fueros contra centralismo, tradición frente a modernidad.

Esto fue una de las barbaridades tan españolas, donde la violencia, la delación, el odio y la represalia infame, estallaron y ajustaron cuentas, fusilándose incluso a madres, esposas e hijos de los militares enemigos. Lo expresaba muy bien Galdós en uno de sus Episodios Nacionales, “La pobre y asendereada España continuaría su desabrida historia dedicándose a cambiar de pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares”.

La tercera fase finalizó en julio de 1840 y fue de clara hegemonía gubernamental al terminar la reorganización del ejército que llegó a la cifra de cien mil hombres y también aprovechando la división del carlismo en dos facciones, el partido navarro, exaltado y el castellano, moderados.

BALDOMERO ESPARTERO 

Inglaterra se ofreció como mediadora. Los comisionados británicos consiguieron el Convenio de Vergara.  Así la guerra terminó con “El abrazo de Vergara” entre los generales Espartero y el carlista Maroto, en agosto de 1939.  “Soldados nunca humillados ni vencidos depusieron sus temibles armas ante las aras de la patria; cual tributo de paz olvidaron sus rencores y el abrazo de fraternidad sublimó tan heroica acción, tan español proceder” escribió Maroto.

La Segunda Guerra Carlista se originó al nombrar a Isabel como futura reina de España. Iniciada en 1846 fue provocada por no llevarse a cabo el matrimonio entre la reina y Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos (autoproclamado Carlos V) y por lo tanto se denominaría Carlos VI en la genealogía carlista.

Los hechos se circunscribieron casi exclusivamente a Cataluña con pequeños levantamientos armados. La esperada llegada del llamado Carlos VI a España desde su exilio en Londres nunca se produjo, lo que provocaría la disolución en 1849 de los últimos reductos sublevados.

Y el tercer intento carlista, en esta ocasión Carlos VII, sobrino del anterior se produjo en 1872 y se enfrentaría hasta 1876 en la época del reinado de Amadeo I de Saboya, también efímera Primera República y por último el reinado de Alfonso XIII. Carlo VII abanderó la contienda desde su partido Comunión Católico-Monárquica de raíces absolutistas con un ejército que se autoproclamaba el “ejército de Dios, del Trono de la Propiedad y de la Familia”.

La lucha se centró de nuevo en Cataluña y también el País Vasco y Navarra, donde resultaron un estrepitoso fracaso como el intento de tomar Bilbao.  El general Martínez Campos erradicó el carlismo de Cataluña y en Pamplona donde entró Alfonso XII en 1876 provocando la retirada de Carlos VII.

Pero estamos aún en 1835 y ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios.

El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el trabajo del importante personaje Martínez de la  Rosa, que puso en pie el Primer Parlamento Bicameral con la promulgación del Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación.

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

 

sábado, 6 de marzo de 2021

112.- SIGLO XIX - REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE BORBÓN

 REGENCIA DE MARIA CRISTINA - ISABEL II-

Fernando VII muere en septiembre de 1833. Hereda, en virtud de la ley promulgada, su hija Isabel II, pero como era menor de edad tuvo de regente primero a su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, cuarta mujer de Fernando VII, que ocupa la Regencia de 1833 a 1840.  María Cristina de Borbón, reina regente, no debe confundirse con otra María Cristina que también fue regente años después, María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII y regente en nombre de su hijo Alfonso XIII desde 1885 hasta 1902. - Durante la regencia desde 1833 las revoluciones urbanas habían potenciado el acceso de los liberales progresistas a los Ayuntamientos y ello hacía más difícil el control gubernamental de las grandes ciudades. Isabel II tenía tres añitos cuando murió se padre. Reinaría luego hasta 1874. - La primera y mayor preocupación de la regente y el Gobierno fue controlar a los partidarios de don Carlos, hermano de Fernando, que desde Portugal, se había proclamado rey de España al conocerse la muerte del rey. El movimiento Carlista surgió cuando Fernando VII abolió la “Ley de Sucesión Fundamental” que había instaurado Felipe V. Según las condiciones, las mujeres podrían heredar el trono aunque únicamente de no haber herederos varones en la línea principal, hijos, o lateral, hermanos y sobrinos. Fernando decretó la “Pragmática Sanción”, que volvía a establecer el sistema de sucesión tradicional de Alfonso X de Castilla, por el cual las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones.  Es decir, que podía reinar su hija Isabel, (como así lo hizo), en lugar de su hermano de él, Carlos María Isidro de Borbón.

MARIA CRISTINA DE BORBÓN-DOS SICILIAS

Ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios. - El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

CARLOS MARÍA ISIDRO DE BORBÓN

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el muy moderado, Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación. 

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...