domingo, 5 de febrero de 2023
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - CAPÍTULO 1
Si has leído los capítulos anteriores, no podrás decir que fue un golpe orquestado por un grupo de militares exaltados sin más. - Al principio se pensó que debía ser algo rápido, como señaló el General Mola y la sublevación militar iniciada en Melilla se extendió al resto de plazas africanas y a la península con el apoyo civil de carlistas y falangistas.
viernes, 3 de febrero de 2023
SITUACIÓN ANTES DE LA GUERRA CIVIL
El asesinato del diputado derechista Calvo Sotelo, un monárquico
moderado que había sido ministro, como venganza, por los milicianos republicanos,
va a señalar como la chispa detonadora de todo el proceso conspirativo y
precipitó las cosas.
La ultraderecha acusó al gobierno del asesinato, lo cual no era cierto, pero vino a demostrar que el gobierno no podía controlar a sus agentes. El país estaba sumido en un profundo desorden, y el detonante no fue un factor político sino militar. Desde las elecciones de febrero de 1936 algunos oficiales de alto rango habían comenzado a conspirar, coordinados por el general Mola, con las instrucciones de estructurar un movimiento que recondujera la situación mediante el uso de la fuerza. Sanjurjo fue partidario de una extrema dureza para que sea un golpe rápido y efectivo.
La ultraderecha acusó al gobierno del asesinato, lo cual no era cierto, pero vino a demostrar que el gobierno no podía controlar a sus agentes. El país estaba sumido en un profundo desorden, y el detonante no fue un factor político sino militar. Desde las elecciones de febrero de 1936 algunos oficiales de alto rango habían comenzado a conspirar, coordinados por el general Mola, con las instrucciones de estructurar un movimiento que recondujera la situación mediante el uso de la fuerza. Sanjurjo fue partidario de una extrema dureza para que sea un golpe rápido y efectivo.
GENERAL EMILIO MOLA
Pasados ya más de 80 años del alzamiento nadie con sentido común puede decir que fue un golpe orquestado por un grupo de militares iluminados. Las cosas como son, por unas causas o por otras en aquellos entonces, todos, es decir los de cualquier ideología, incluso los que no las tuvieran estaban hartos del desgobierno, de machacar las libertades y de una justicia inoperante. Es cierto que un golpe se venía gestando. Eso no sale por generación espontánea, pero la ceguera política del Gobierno republicano presidido por Casares Quiroga hace que los acontecimientos se sucedan de forma imprevisible y no haya reacción. En 1936 con casi 900.000 obreros y campesinos en paro y con hambre, la economía hecha trizas, el capital esperando con miedo, la mediana y pequeña burguesía inquieta, los más previsores largándose a otros países, la calle revuelta y el pistolerismo de ambos bandos ajustando cuentas en cada esquina, el ambiente se pudría con rapidez. Aquello apestaba a pólvora y a sangre.
Las acciones contra la propia República del “Anarcosindicalismo”, la división del Socialismo, el ascenso del Comunismo de tipo estalinista, la posibilidad golpista de la derecha política y la creciente y enorme conflictividad social, esas fueron las cuatro fundamentales causas que condujeron a España a un levantamiento militar, que por otra parte se veía venir. Recordemos los hechos de la Primavera Trágica desde el 16 de febrero hasta el 15 de junio de 1936: muertes, heridos, iglesias destruidas, centros públicos y privados saqueados, 113 huelgas generales, periódicos destruidos.
Manuel de Irujo, hombre culto, Ministro de Justicia republicano y miembro del PNV, relató así los sucesos de esa Primavera Trágica: “Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados, sin formación de causa, por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las ciudades, como Madrid y Barcelona y las restantes grandes poblaciones suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso”.
Pasados ya más de 80 años del alzamiento nadie con sentido común puede decir que fue un golpe orquestado por un grupo de militares iluminados. Las cosas como son, por unas causas o por otras en aquellos entonces, todos, es decir los de cualquier ideología, incluso los que no las tuvieran estaban hartos del desgobierno, de machacar las libertades y de una justicia inoperante. Es cierto que un golpe se venía gestando. Eso no sale por generación espontánea, pero la ceguera política del Gobierno republicano presidido por Casares Quiroga hace que los acontecimientos se sucedan de forma imprevisible y no haya reacción. En 1936 con casi 900.000 obreros y campesinos en paro y con hambre, la economía hecha trizas, el capital esperando con miedo, la mediana y pequeña burguesía inquieta, los más previsores largándose a otros países, la calle revuelta y el pistolerismo de ambos bandos ajustando cuentas en cada esquina, el ambiente se pudría con rapidez. Aquello apestaba a pólvora y a sangre.
Las acciones contra la propia República del “Anarcosindicalismo”, la división del Socialismo, el ascenso del Comunismo de tipo estalinista, la posibilidad golpista de la derecha política y la creciente y enorme conflictividad social, esas fueron las cuatro fundamentales causas que condujeron a España a un levantamiento militar, que por otra parte se veía venir. Recordemos los hechos de la Primavera Trágica desde el 16 de febrero hasta el 15 de junio de 1936: muertes, heridos, iglesias destruidas, centros públicos y privados saqueados, 113 huelgas generales, periódicos destruidos.
Manuel de Irujo, hombre culto, Ministro de Justicia republicano y miembro del PNV, relató así los sucesos de esa Primavera Trágica: “Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados, sin formación de causa, por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las ciudades, como Madrid y Barcelona y las restantes grandes poblaciones suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso”.
TEMPLO ARRASADO
A menudo se le reprocha a la Iglesia su cercanía al bando nacional, o se justifica su persecución por esta cercanía. Lo que sucede es que la realidad permitiría más bien argumentar todo lo contrario. Que la Iglesia forzosamente tenía que estar más cerca del bando nacional porque el otro, la estaba exterminando desde antes incluso del alzamiento.
El estado de la nación justo antes del alzamiento consistía por parte de los violentos en que los líderes de la derecha eran sacados de sus casas y asesinados como perros por pistoleros de la izquierda.
El asesinato de Calvo Sotelo, el político monárquico más destacado supuso la chispa desencadenante de una guerra largo tiempo larvada y la demostración del fracaso convivencial del régimen republicano, fracaso en el que obviamente hay responsabilidades para todos. No obstante, el origen de la Guerra Civil no se ha de enmarcar en los acontecimientos inmediatos a la fecha del inicio del conflicto. Es necesario entender la evolución política del país para responder al porqué de los hechos.
Una serie de incapacidades para dar respuesta política y la evolución de la sociedad son motivos para pensar en un declive que hay que situar su comienzo ya en tiempos de Isabel II, incluso quizá desde el término de la Guerra de la Independencia. Fernando VII volvió de Francia a reinar a un pueblo que incomprensiblemente le quería, que habían sido capaces de otorgarse una Constitución, respetando a la monarquía, y sin embargo todo aquello se fue al carajo. Adiós la Ilustración no cogimos el tren de la Revolución Industrial, no del todo, y seguimos con un índice de analfabetismo tremendo y la iglesia seguía con su naftalina y el ejército con sus espadones, mientras que las corrupciones de todo pelo se sucedían desde el rey para abajo. La agonía se acelera con la dictadura de Primo de Rivera y con la ruptura que propone la Segunda República, los intentos reformistas, atropellados en ejecución el rompimiento con costumbres muy arraigadas, fundamentalmente con la Iglesia, con la Monarquía, señalando a eso como la causa de todos los males. Esto provoca que el ejército, la oligarquía y la iglesia encuentren en el formato de las conspiraciones del siglo XIX el modelo a seguir para evitar un cambio radical que ponía en serio peligro su estatus social.
En 1936 todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
A menudo se le reprocha a la Iglesia su cercanía al bando nacional, o se justifica su persecución por esta cercanía. Lo que sucede es que la realidad permitiría más bien argumentar todo lo contrario. Que la Iglesia forzosamente tenía que estar más cerca del bando nacional porque el otro, la estaba exterminando desde antes incluso del alzamiento.
El estado de la nación justo antes del alzamiento consistía por parte de los violentos en que los líderes de la derecha eran sacados de sus casas y asesinados como perros por pistoleros de la izquierda.
El asesinato de Calvo Sotelo, el político monárquico más destacado supuso la chispa desencadenante de una guerra largo tiempo larvada y la demostración del fracaso convivencial del régimen republicano, fracaso en el que obviamente hay responsabilidades para todos. No obstante, el origen de la Guerra Civil no se ha de enmarcar en los acontecimientos inmediatos a la fecha del inicio del conflicto. Es necesario entender la evolución política del país para responder al porqué de los hechos.
Una serie de incapacidades para dar respuesta política y la evolución de la sociedad son motivos para pensar en un declive que hay que situar su comienzo ya en tiempos de Isabel II, incluso quizá desde el término de la Guerra de la Independencia. Fernando VII volvió de Francia a reinar a un pueblo que incomprensiblemente le quería, que habían sido capaces de otorgarse una Constitución, respetando a la monarquía, y sin embargo todo aquello se fue al carajo. Adiós la Ilustración no cogimos el tren de la Revolución Industrial, no del todo, y seguimos con un índice de analfabetismo tremendo y la iglesia seguía con su naftalina y el ejército con sus espadones, mientras que las corrupciones de todo pelo se sucedían desde el rey para abajo. La agonía se acelera con la dictadura de Primo de Rivera y con la ruptura que propone la Segunda República, los intentos reformistas, atropellados en ejecución el rompimiento con costumbres muy arraigadas, fundamentalmente con la Iglesia, con la Monarquía, señalando a eso como la causa de todos los males. Esto provoca que el ejército, la oligarquía y la iglesia encuentren en el formato de las conspiraciones del siglo XIX el modelo a seguir para evitar un cambio radical que ponía en serio peligro su estatus social.
En 1936 todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO S. CASARES QUIROGA
La tensión vivida en el Parlamento durante los meses previos al golpe de Estado ha de sumarse una violencia cada vez mayor. Una violencia que fue in crescendo que desemboca en esto, hace que tanto la oligarquía, parte del ejército y la Iglesia encuentran un peligro desatado que han de sofocar, ya que el gobierno, aunque realizó numerosos esfuerzos por controlar a la calle, se vio superada por los acontecimientos cada vez más drásticos.
Al frente del alzamiento se encontraban militares relativamente republicanos, como Goded, Quiepo de Llano, Mola y Franco, aunque éste último no había tenido ninguna actuación política. También algunos diputados de la CEDA colaboraron.
El alzamiento sería de carácter militar y nunca se pensó seriamente en una guerra. Detenidos lo miembros del gobierno y Sindicatos, un grupo de militares se haría cargo del poder en las principales ciudades, mediante el uso de la fuerza. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
La tensión vivida en el Parlamento durante los meses previos al golpe de Estado ha de sumarse una violencia cada vez mayor. Una violencia que fue in crescendo que desemboca en esto, hace que tanto la oligarquía, parte del ejército y la Iglesia encuentran un peligro desatado que han de sofocar, ya que el gobierno, aunque realizó numerosos esfuerzos por controlar a la calle, se vio superada por los acontecimientos cada vez más drásticos.
Al frente del alzamiento se encontraban militares relativamente republicanos, como Goded, Quiepo de Llano, Mola y Franco, aunque éste último no había tenido ninguna actuación política. También algunos diputados de la CEDA colaboraron.
El alzamiento sería de carácter militar y nunca se pensó seriamente en una guerra. Detenidos lo miembros del gobierno y Sindicatos, un grupo de militares se haría cargo del poder en las principales ciudades, mediante el uso de la fuerza. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
EL "DRAGÓN RAPIDE"
Un avión llega desde Londres a la isla de Gran Canarias. Luego de recibir ordenes del general Sanjurjo, el indeciso general Franco será llevado hasta Tetuán, donde se pondrá al mando de las tropas insurrectas. En Melilla, legionarios y falangistas rinden a las fuerzas de asalto. Allí es donde se declara el Estado de Guerra.
Un avión llega desde Londres a la isla de Gran Canarias. Luego de recibir ordenes del general Sanjurjo, el indeciso general Franco será llevado hasta Tetuán, donde se pondrá al mando de las tropas insurrectas. En Melilla, legionarios y falangistas rinden a las fuerzas de asalto. Allí es donde se declara el Estado de Guerra.
jueves, 2 de febrero de 2023
LA SEGUNDA REPÚBLICA (Parte 5)
Gobernando la derecha el Presidente de España, Alcalá Zamora,
encargó la formación del gobierno a Manuel Portela Valladares (diciembre 1935).
Intentó formar un gobierno de centro pero fracasó y Alcalá decidió disolver las
Cortes y convocar elecciones.
Con la CEDA no hubo gobiernos coherentes ni duraderos. Hubo siete ejecutivos, cuatro de Lerroux. Eso más los disturbios en las calles, las huelgas y manifestaciones, pusieron en bandeja al Frente Popular (izquierda), para la convocación de elecciones.
En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936. El Frente Popular fue un pacto electoral firmado por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, Partido Obrero de Unificación Marxista y Esquerra Republicana de Catalunya. Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.
Con la CEDA no hubo gobiernos coherentes ni duraderos. Hubo siete ejecutivos, cuatro de Lerroux. Eso más los disturbios en las calles, las huelgas y manifestaciones, pusieron en bandeja al Frente Popular (izquierda), para la convocación de elecciones.
En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936. El Frente Popular fue un pacto electoral firmado por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, Partido Obrero de Unificación Marxista y Esquerra Republicana de Catalunya. Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.
La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA y
Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución
social. La Falange y el PNV se
presentaron por su cuenta. La victoria
fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias
del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior
del país. La izquierda obtuvo 278 escaños y el 34% de los votos. La derecha
obtuvo 124 diputados y el 33 % de los votos. El resto fue entre el PNV y la Liga
Catalana
Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República el día 10 de mayo de 1936 con la abstención de los conservadores . El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado.
El nuevo gabinete inició rápidamente la acción reformista: Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934. Restablecimiento del Estatuto catalán. Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares. Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas. Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia, fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.
No obstante Azaña quería evitar una guerra civil y lanzó propuestas conciliadoras que fueron bien recibidas por la CED y la derecha moderada.
Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República el día 10 de mayo de 1936 con la abstención de los conservadores . El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado.
El nuevo gabinete inició rápidamente la acción reformista: Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934. Restablecimiento del Estatuto catalán. Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares. Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas. Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia, fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.
No obstante Azaña quería evitar una guerra civil y lanzó propuestas conciliadoras que fueron bien recibidas por la CED y la derecha moderada.
SEMNA TRÁGICA- BARCELONA
Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. El desorden público era cada vez mayor. El estado de alarma se prorrogó todos los meses para impedir informaciones adversas en la prensa. El derecho de reunión y manifestación permaneció limitado y se decretó la disolución de algún partido, como la Falange, y la restricción de actividades políticas a las asociaciones de militares retirados.
Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. El desorden público era cada vez mayor. El estado de alarma se prorrogó todos los meses para impedir informaciones adversas en la prensa. El derecho de reunión y manifestación permaneció limitado y se decretó la disolución de algún partido, como la Falange, y la restricción de actividades políticas a las asociaciones de militares retirados.
El análisis de la movilización civil y policial
contribuye a dar a conocer el papel primordial del Estado en los
enfrentamientos de la primavera de 1936. No había ningún grupo, ni posibilidad
de coordinación entre ellos, que pudiera dominar la “enorme presencia” de la
población en la calle. Tampoco hubo movilizaciones dirigidas al asalto del
Estado. No se cumplían las condiciones históricas para la Revolución. Con sus
propios recursos, los grupos políticos de derecha no contaban con fuerzas para
conquistar el Estado. En los parámetros políticos existentes hasta el 17 de
julio, las repetidas experiencias anarquistas en 1932 y 1933, o la socialista
de octubre de 1934, eran irrepetibles en 1936. Y los grupos vencedores en las
elecciones, y los que se aprovecharon del triunfo de la coalición de izquierda,
no sólo se encontraban privados de los recursos necesarios, sino que les
faltaban argumentos políticos para intentar una acción revolucionaria. Quien
ocupó la calle en casi todo el territorio español por medio del uso de la violencia
fue el Estado.
Aplicó un poder que le permitió dominar la calle con más
intensidad desde junio de 1936. Además, con la intervención directa, represiva
y a veces preventiva de la policía, el Gobierno pudo “desaconsejar” a cualquier
grupo político el intento de situar a sus seguidores en la calle. Por eso, los
partidos de la minoría parlamentaria sabían que sólo una intervención del
Ejército podría contrarrestar el poder despótico del Gobierno. Esa constatación
era el mayor síntoma de la debilidad política de los pequeños partidos
monárquicos y de la casi desaparecida CEDA.
Las cuatro fundamentales causas que condujeron a España a un
levantamiento militar, que por otra parte se veía venir fueron las acciones
contra la propia República del “Anarcosindicalismo”. La división del
Socialismo. El ascenso del Comunismo de tipo estalinista. La posibilidad
golpista de la derecha política. La creciente y enorme conflictividad social.
Para colmo algunas decisiones equivocadas y graves eran muy mal recibidas por el pueblo. Prohibió ser monárquico u ostentar cualquier símbolo monárquico. No estaba permitido el debate entre monarquía y república.
Para colmo algunas decisiones equivocadas y graves eran muy mal recibidas por el pueblo. Prohibió ser monárquico u ostentar cualquier símbolo monárquico. No estaba permitido el debate entre monarquía y república.
FRANCISCO LARGO CABALLERO
El propio líder socialista Largo Caballero, un sindicalista y político marxista, histórico dirigente del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores. Fue ministro, llegó a declarar abiertamente en aquella época que “Las elecciones no son más que una etapa en la conquista y su resultado se acepta a beneficio de inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada “.
Todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
Algunos militares comienzan a trabajar en serio y a fondo desde el interior del ejército. Se organiza la UME, Unión Militar Española, un eje para los contactos entre militares y civiles. Monárquicos Alfonsinos, y Carlistas se reorganizan. Adiestran a los requetés y adquieren armamento extranjero. Algunos se entrevistan con Mussolini para saber de su apoyo a una posible dictadura monárquica. Los generales Goded, Queipo de llano, Franco y Mola, militares relativamente republicanos, que obedecieron fielmente ordenes de los gobiernos de la República, y no habían tenido actuación política y algunos diputados de la CEDA, colaboraron con los conjurados. La idea inicial no era un pronunciamiento militar. En ningún momento se pensó en una guerra civil.
El 14 de abril, durante los actos conmemorativos del V aniversario de la República, fue asesinado un alférez de la Guardia Civil por establecer el orden y se produjeron unos hechos confusos que de resultas muere un primo del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera por disparos de un teniente que estuvo a punto de ser linchado por los manifestantes, pero rescatado, termina siendo puesto en libertad sin cargos. Desde este día se convirtió en objetivo de las milicias derechistas. Pistoleros falangistas, (José Antonio estaba encarcelado por esas fechas), seguían actuando y asesinaron al teniente el 12 de julio de 1936.
El propio líder socialista Largo Caballero, un sindicalista y político marxista, histórico dirigente del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores. Fue ministro, llegó a declarar abiertamente en aquella época que “Las elecciones no son más que una etapa en la conquista y su resultado se acepta a beneficio de inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada “.
Todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
Algunos militares comienzan a trabajar en serio y a fondo desde el interior del ejército. Se organiza la UME, Unión Militar Española, un eje para los contactos entre militares y civiles. Monárquicos Alfonsinos, y Carlistas se reorganizan. Adiestran a los requetés y adquieren armamento extranjero. Algunos se entrevistan con Mussolini para saber de su apoyo a una posible dictadura monárquica. Los generales Goded, Queipo de llano, Franco y Mola, militares relativamente republicanos, que obedecieron fielmente ordenes de los gobiernos de la República, y no habían tenido actuación política y algunos diputados de la CEDA, colaboraron con los conjurados. La idea inicial no era un pronunciamiento militar. En ningún momento se pensó en una guerra civil.
El 14 de abril, durante los actos conmemorativos del V aniversario de la República, fue asesinado un alférez de la Guardia Civil por establecer el orden y se produjeron unos hechos confusos que de resultas muere un primo del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera por disparos de un teniente que estuvo a punto de ser linchado por los manifestantes, pero rescatado, termina siendo puesto en libertad sin cargos. Desde este día se convirtió en objetivo de las milicias derechistas. Pistoleros falangistas, (José Antonio estaba encarcelado por esas fechas), seguían actuando y asesinaron al teniente el 12 de julio de 1936.
JOSÉ CALVO SOTELO ASESINADO
Mientras en las Cortes, tras lanzar Calvo Sotelo su frase conocida de que “prefería morir con gloria a vivir con vilipendio”, desde su escaño Dolores Ibárruri dijo… “Este hombre ha hablado hoy por última vez”. Y para constatar esos hechos hay dos testimonios interesantísimos, ambos de personas tan poco sospechosas de ser franquistas como el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas o Salvador de Madariaga; el primero de ellos, confesó haberlo escuchado por estar su escaño muy cerca del de Calvo Sotelo.
La trágica consecuencia fue el posterior asesinato al día siguiente del diputado derechista Calvo Sotelo, como venganza por los compañeros del teniente que quería asesinar al jefe de la CEDA José María Gil-Robles, pero al no encontrar a este en su domicilio se encaminaron al de José Calvo Sotelo, un monárquico moderado que había sido ministro. Se lo llevaron de su domicilio, burlando a sus escoltas con una orden de detención falsa, y tras dispararle dos tiros dentro del coche en el que iban, dejaron su cadáver.
Esto último se va a señalar como la chispa detonadora de todo el proceso conspirativo y precipitó las cosas. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
Mientras en las Cortes, tras lanzar Calvo Sotelo su frase conocida de que “prefería morir con gloria a vivir con vilipendio”, desde su escaño Dolores Ibárruri dijo… “Este hombre ha hablado hoy por última vez”. Y para constatar esos hechos hay dos testimonios interesantísimos, ambos de personas tan poco sospechosas de ser franquistas como el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas o Salvador de Madariaga; el primero de ellos, confesó haberlo escuchado por estar su escaño muy cerca del de Calvo Sotelo.
La trágica consecuencia fue el posterior asesinato al día siguiente del diputado derechista Calvo Sotelo, como venganza por los compañeros del teniente que quería asesinar al jefe de la CEDA José María Gil-Robles, pero al no encontrar a este en su domicilio se encaminaron al de José Calvo Sotelo, un monárquico moderado que había sido ministro. Se lo llevaron de su domicilio, burlando a sus escoltas con una orden de detención falsa, y tras dispararle dos tiros dentro del coche en el que iban, dejaron su cadáver.
Esto último se va a señalar como la chispa detonadora de todo el proceso conspirativo y precipitó las cosas. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
miércoles, 1 de febrero de 2023
LA SEGUNDA REPÚBLICA - (Capítulo 4)
La CEDA, (derecha), ganadora de las elecciones de 1933, en
realidad no aceptaba los postulados de la República. Pensaba en rectificar todo
el periodo de Azaña para caminar primero hacia un Estado conservador para legar
después aun Estado autoritario.
Resumiendo un poco diremos que se intentó paralizar los procesos autonómicos vasco y catalán. Se incorporaron a los más altos mandos del ejército a los generales más contrarios a la República, Goded, Fanjul, Franco y Mola.
Resumiendo un poco diremos que se intentó paralizar los procesos autonómicos vasco y catalán. Se incorporaron a los más altos mandos del ejército a los generales más contrarios a la República, Goded, Fanjul, Franco y Mola.
La Falange Española, partido de carácter fascista dirigido
por José Antonio, hijo del dictador Primo de Rivera, que en febrero de 1934 se
fusionó con las JONS, también de inspiración fascista, dando lugar al partido
FE y de las JONS.
La izquierda más extremista, los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, de terribles consecuencias sangrientas. La CEDA reunía tal cantidad de intereses que no fue posible unificarlos.
Se actuó con dureza en las huelgas campesinas de Andalucía y Extremadura.
Los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con 89 muertos y 163 heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas. El acto más grave es el descarrilamiento del tren Barcelona-Sevilla, un atentado terrorista que mata a 23 pasajeros y deja 38 heridos.
La izquierda más extremista, los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, de terribles consecuencias sangrientas. La CEDA reunía tal cantidad de intereses que no fue posible unificarlos.
Se actuó con dureza en las huelgas campesinas de Andalucía y Extremadura.
Los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con 89 muertos y 163 heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas. El acto más grave es el descarrilamiento del tren Barcelona-Sevilla, un atentado terrorista que mata a 23 pasajeros y deja 38 heridos.
El hecho más grave es la Revolución de Octubre de 1934, una
intentona golpista de carácter bolchevique que si hubiera triunfado llevaría a
España a una dictadura comunista y de
socialistas radicales. Otros opinan que fue una ilegalidad pero que defendía el
orden republicano que consideraban amenazado por la CEDA. Tuvi especial
incidencia en Asturias y en Cataluña. La huelga general revolucionaria cuajó
fundamentalmente en la cuenca minera asturiana del carbón, incluyendo algunas
zonas mineras de las provincias limítrofes de León y Palencia debido al acuerdo
entre socialistas y anarquistas. También tuvo un cierto alcance en localidades
como El Ferrol y en las zonas de extracción de mineral de hierro en Vizcaya. En
el resto del país, donde no existió dicha confluencia fracasando
estrepitosamente en Madrid y en otras localidades.
Los generales Goded y Franco son llamados para que dirijan la represión de la rebelión de Asturias desde el Estado Mayor en Madrid. La represión, con la intervención de fuerzas legionarias y marroquíes fue especialmente dura en Asturias donde la resistencia había llegado más lejos (más de 1.500 muertos y decenas de miles de presos). En Cataluña, al inhibirse la CNT, el movimiento tuvo un escaso alcance, aunque la autonomía fue disuelta y el presidente Companys encarcelado. Los más importantes líderes socialistas del PSOE y la UGT fueron a prisión o se tuvieron que exiliar. En realidad, el estallido de la contienda fratricida no era inevitable. El propio Franco, en 1934, no tenía interés en apoyar un golpe de Estado, sino en servir a una república conservadora, capaz de mantener a raya a los “rojos”.
Los generales Goded y Franco son llamados para que dirijan la represión de la rebelión de Asturias desde el Estado Mayor en Madrid. La represión, con la intervención de fuerzas legionarias y marroquíes fue especialmente dura en Asturias donde la resistencia había llegado más lejos (más de 1.500 muertos y decenas de miles de presos). En Cataluña, al inhibirse la CNT, el movimiento tuvo un escaso alcance, aunque la autonomía fue disuelta y el presidente Companys encarcelado. Los más importantes líderes socialistas del PSOE y la UGT fueron a prisión o se tuvieron que exiliar. En realidad, el estallido de la contienda fratricida no era inevitable. El propio Franco, en 1934, no tenía interés en apoyar un golpe de Estado, sino en servir a una república conservadora, capaz de mantener a raya a los “rojos”.
SALVADOR DE MADARIAGA
El propio Indalecio Prieto, líder socialista, reconoció y lamentó años después, ya en el exilio, su participación en aquel primer golpe contra la república: “Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro culpa, como pecado, no como gloria”.
Salvador de Madariaga, embajador y dos veces ministro de la República, escribió: “El alzamiento de 1934 es imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que José María Gil-Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falsa. Hipócrita, porque todo el mundo sabía que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931 sin consideración alguna para lo que se proponía o no Gil-Robles; y, por otra parte, a la vista está que el presidente Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución.
¿Con qué fe vamos a aceptar como heroicos defensores de la República de 1931, contra sus enemigos más o menos ilusorios de la derecha, a aquellos que para defenderla la destruían? Pero el argumento era, además, falso, porque si Gil-Robles hubiera tenido la menor intención de destruir la Constitución del 31 por la violencia, ¿qué mejor ocasión que la que le proporcionaron sus adversarios políticos alzándose contra la misma Constitución en octubre de 1934, precisamente cuando él, desde el poder, pudo, como reacción, haberse declarado en dictadura? Lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y desapego al parlamentarismo, Gil-Robles salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario, a punto que dejó de ser, si jamás lo había sido, persona grata para los fascistas. Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.
El propio Indalecio Prieto, líder socialista, reconoció y lamentó años después, ya en el exilio, su participación en aquel primer golpe contra la república: “Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro culpa, como pecado, no como gloria”.
Salvador de Madariaga, embajador y dos veces ministro de la República, escribió: “El alzamiento de 1934 es imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que José María Gil-Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falsa. Hipócrita, porque todo el mundo sabía que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931 sin consideración alguna para lo que se proponía o no Gil-Robles; y, por otra parte, a la vista está que el presidente Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución.
¿Con qué fe vamos a aceptar como heroicos defensores de la República de 1931, contra sus enemigos más o menos ilusorios de la derecha, a aquellos que para defenderla la destruían? Pero el argumento era, además, falso, porque si Gil-Robles hubiera tenido la menor intención de destruir la Constitución del 31 por la violencia, ¿qué mejor ocasión que la que le proporcionaron sus adversarios políticos alzándose contra la misma Constitución en octubre de 1934, precisamente cuando él, desde el poder, pudo, como reacción, haberse declarado en dictadura? Lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y desapego al parlamentarismo, Gil-Robles salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario, a punto que dejó de ser, si jamás lo había sido, persona grata para los fascistas. Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.
Tras la insurrección de 1934, el gobierno dirigido por Lerroux a partir de mayo de 1935 se iniciaría la contrarreforma agraria, anulando los pocos pasos que habían sido dados. Sin embargo, varios escándalos de corrupción, como el del estraperlo de las ruletas trucadas instaladas en casinos, que en algún caso implicaban al mismo Lerroux, precipitaron la crisis del gobierno radical-cedista. Gil Robles aprovechó la coyuntura para postularse como jefe de gobierno, pero Alcalá Zamora encargó la formación del gobierno a Manuel Portela Valladares (diciembre 1935). Intentó formar un gobierno de centro pero fracasó y Alcalá Zamora decidió disolver las Cortes y convocar elecciones.
Con la CEDA no hubo gobiernos coherentes ni duraderos. Hubo siete ejecutivos, cuatro de Lerroux. Eso más los disturbios en las calles, las huelgas y manifestaciones, pusieron en bandeja al Frente Popular (izquierda), la convocación de elecciones.
Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT, el 1 de diciembre de 1935 es puesto en libertad y el 10 de febrero, en el Cine Europa de Madrid, declara sin rodeos: “estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”. “Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos”. Había abandonado el camino democrático y elegido el revolucionario.
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