viernes, 3 de febrero de 2023

SITUACIÓN ANTES DE LA GUERRA CIVIL

El asesinato del diputado derechista Calvo Sotelo, un monárquico moderado que había sido ministro, como venganza, por los milicianos republicanos, va a señalar como la chispa detonadora de todo el proceso conspirativo y precipitó las cosas.
La ultraderecha acusó al gobierno del asesinato, lo cual no era cierto, pero vino a demostrar que el gobierno no podía controlar a sus agentes. El país estaba sumido en un profundo desorden, y el detonante no fue un factor político sino militar. Desde las elecciones de febrero de 1936 algunos oficiales de alto rango habían comenzado a conspirar, coordinados por el general Mola, con las instrucciones de estructurar un movimiento que recondujera la situación mediante el uso de la fuerza. Sanjurjo fue partidario de una extrema dureza para que sea un golpe rápido y efectivo.
GENERAL EMILIO MOLA 
Pasados ya más de 80 años del alzamiento nadie con sentido común puede decir que fue un golpe orquestado por un grupo de militares iluminados. Las cosas como son, por unas causas o por otras en aquellos entonces, todos, es decir los de cualquier ideología, incluso los que no las tuvieran estaban hartos del desgobierno, de machacar las libertades y de una justicia inoperante. Es cierto que un golpe se venía gestando. Eso no sale por generación espontánea, pero la ceguera política del Gobierno republicano presidido por Casares Quiroga hace que los acontecimientos se sucedan de forma imprevisible y no haya reacción. En 1936 con casi 900.000 obreros y campesinos en paro y con hambre, la economía hecha trizas, el capital esperando con miedo, la mediana y pequeña burguesía inquieta, los más previsores largándose a otros países, la calle revuelta y el pistolerismo de ambos bandos ajustando cuentas en cada esquina, el ambiente se pudría con rapidez. Aquello apestaba a pólvora y a sangre.
Las acciones contra la propia República del “Anarcosindicalismo”, la división del Socialismo, el ascenso del Comunismo de tipo estalinista, la posibilidad golpista de la derecha política y la creciente y enorme conflictividad social, esas fueron las cuatro fundamentales causas que condujeron a España a un levantamiento militar, que por otra parte se veía venir. Recordemos los hechos de la Primavera Trágica desde el 16 de febrero hasta el 15 de junio de 1936: muertes, heridos, iglesias destruidas, centros públicos y privados saqueados, 113 huelgas generales, periódicos destruidos.
Manuel de Irujo, hombre culto, Ministro de Justicia republicano y miembro del PNV, relató así los sucesos de esa Primavera Trágica: “Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados, sin formación de causa, por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las ciudades, como Madrid y Barcelona y las restantes grandes poblaciones suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso”.
TEMPLO ARRASADO
A menudo se le reprocha a la Iglesia su cercanía al bando nacional, o se justifica su persecución por esta cercanía. Lo que sucede es que la realidad permitiría más bien argumentar todo lo contrario. Que la Iglesia forzosamente tenía que estar más cerca del bando nacional porque el otro, la estaba exterminando desde antes incluso del alzamiento.
El estado de la nación justo antes del alzamiento consistía por parte de los violentos en que los líderes de la derecha eran sacados de sus casas y asesinados como perros por pistoleros de la izquierda.
El asesinato de Calvo Sotelo, el político monárquico más destacado supuso la chispa desencadenante de una guerra largo tiempo larvada y la demostración del fracaso convivencial del régimen republicano, fracaso en el que obviamente hay responsabilidades para todos. No obstante, el origen de la Guerra Civil no se ha de enmarcar en los acontecimientos inmediatos a la fecha del inicio del conflicto. Es necesario entender la evolución política del país para responder al porqué de los hechos.
Una serie de incapacidades para dar respuesta política y la evolución de la sociedad son motivos para pensar en un declive que hay que situar su comienzo ya en tiempos de Isabel II, incluso quizá desde el término de la Guerra de la Independencia. Fernando VII volvió de Francia a reinar a un pueblo que incomprensiblemente le quería, que habían sido capaces de otorgarse una Constitución, respetando a la monarquía, y sin embargo todo aquello se fue al carajo. Adiós la Ilustración no cogimos el tren de la Revolución Industrial, no del todo, y seguimos con un índice de analfabetismo tremendo y la iglesia seguía con su naftalina y el ejército con sus espadones, mientras que las corrupciones de todo pelo se sucedían desde el rey para abajo. La agonía se acelera con la dictadura de Primo de Rivera y con la ruptura que propone la Segunda República, los intentos reformistas, atropellados en ejecución el rompimiento con costumbres muy arraigadas, fundamentalmente con la Iglesia, con la Monarquía, señalando a eso como la causa de todos los males. Esto provoca que el ejército, la oligarquía y la iglesia encuentren en el formato de las conspiraciones del siglo XIX el modelo a seguir para evitar un cambio radical que ponía en serio peligro su estatus social.
En 1936 todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO S. CASARES QUIROGA 

La tensión vivida en el Parlamento durante los meses previos al golpe de Estado ha de sumarse una violencia cada vez mayor. Una violencia que fue in crescendo que desemboca en esto, hace que tanto la oligarquía, parte del ejército y la Iglesia encuentran un peligro desatado que han de sofocar, ya que el gobierno, aunque realizó numerosos esfuerzos por controlar a la calle, se vio superada por los acontecimientos cada vez más drásticos.
Al frente del alzamiento se encontraban militares relativamente republicanos, como Goded, Quiepo de Llano, Mola y Franco, aunque éste último no había tenido ninguna actuación política. También algunos diputados de la CEDA colaboraron.
El alzamiento sería de carácter militar y nunca se pensó seriamente en una guerra. Detenidos lo miembros del gobierno y Sindicatos, un grupo de militares se haría cargo del poder en las principales ciudades, mediante el uso de la fuerza. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
EL "DRAGÓN RAPIDE" 
Un avión llega desde Londres a la isla de Gran Canarias. Luego de recibir ordenes del general Sanjurjo, el indeciso general Franco será llevado hasta Tetuán, donde se pondrá al mando de las tropas insurrectas. En Melilla, legionarios y falangistas rinden a las fuerzas de asalto. Allí es donde se declara el Estado de Guerra.

BATALLA DE AYACUCHO

Ayacucho, 9 de diciembre de 1824 Es considerada la última batalla y desencadena el principio del fin del Imperio Español en América. En agos...