miércoles, 13 de septiembre de 2023

REINO DE ASTURIAS

El primer núcleo de resistencia cristiana se formó en la actual Asturias y tuvo como protagonista a don  Pelayo, un noble visigodo.

DON PELAYO 

La batalla de Covadonga (722), dirigida por don Pelayo fue decisiva porque a raíz de esta, los musulmanes abandonaron aquellas tierras y nunca más volvieron. Lo de Covadonga pudo ser solo una escaramuza, pero a los apaleados godos les devolvió el orgullo y la confianza perdidos. La presencia de nobles que se habían refugiado en la zona contribuyó a darle un carácter institucional a las empresas de resistir al empuje musulmán. Según algunos historiadores, parece ser que en realidad fue una simple emboscada para consolidar la posición. Y su valor es meramente simbólico. Lo cierto es que para los reducidos reinos cristianos posteriores, don Pelayo fue la encarnación de la resistencia contra Al-Andalus, y el punto de unión entre la Hispania visigoda y los nuevos reinos cristianos que fueron formándose.
Hay numerosas narraciones por parte de los cristianos que exageran desmesuradamente, incluso con ayudas de la divinidad, pero si es cierto que la victoria supuso la muerte del caudillo musulmán Al-Kama. Llamamos a ese periodo Reino Astur, y de hecho los primeros gobernantes no se auto titulaban reyes, sino “Prínceps”.
Alrededor del 714 los moros habían aparecido en el valle del Ebro y dos años después toman Pamplona. El territorio fue campo de batalla entre musulmanes, francos y vascones. 
El avance musulmán se detuvo en la cordillera Cantábrica y en los Pirineos. Los habitantes de estas zonas crearon sus propios núcleos primigenios de reinos cristianos. La zona de los Pirineos estaba tomada por el Imperio Carolingio ante el avance musulmán, y tuvo una fuerte influencia gala. En su parte occidental se creó el Reino de Pamplona, en la oriental el Imperio Carolingio dominaba la Marca Hispánica que había establecido para detener el avance musulmán, y entre ambas, el Condado de Aragón.

EMIRATO DE CÓRDOBA 

No obstante los hispano-romanos y visigodos que componían la población de la península, todos cristianos, a la vez que se desarrolló al-Andalus fueron 
creando núcleos de resistencia a los musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y creando lugar a los reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán de hacer frente al musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos de alguna forma. En la franja norte de la península, desde Galicia a Cataluña, grupos armados combatían a los musulmanes. Operaban sobre todo en la zona cantábrica y eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana, estaban apenas controlados por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos como el principio de la Reconquista, más bien parece una continuación de la actitud habitual de los montañeses. Si bien los reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana fueron resistiendo los ataques musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar el hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739. Pensemos que los visigodos llevaban en la península desde el reino visigodo con capital en Toledo desde el 507 y gobernaron hasta la llegado de los musulmanes en el 711.  Doscientos años de convivencia con los hispano-romanos, con la mezcla de la población y la unidad lingüística, (los visigodos hablaban el gótico, una lengua germánica extinta, hablada por el pueblo visigodo. Actualmente no existen lenguas derivadas de ella), fueron hablando el latín de los hispanos aunque algunos términos góticos permanecieron y el acceso a la cultura vendría por sí solo con el tiempo. Para finales del siglo VI, escasa o no, la cultura  abarcaría a ambas poblaciones. Aquellos visigodos del principio ya no existían, y eran tan hispanos como los demás, ya que compartían lengua y religión.

ALFONSO I DE ASTURIAS 

Volviendo al reino Astur, la presencia de nobles visigodos, refugiados en la zona cantábrica, contribuyó a iniciar de una forma institucional la empresa de constituir un reino. Según las crónicas Pelayo era hijo del dux Favila, y se refugia en Asturias al producirse la invasión musulmana. El gobernador musulmán Munuza, que reside en Gijón, pretende a la hermana de Pelayo, por lo que le envía a Córdoba como rehén, aunque escapa de allí en el año 717. Refugiado en los Picos de Europa, incita posteriormente a los astures a rebelarse contra el invasor. Estos le nombran jefe y se refugian en el monte Auseva. La pretensión del gobernador musulmán de casarse con la hermana de Pelayo, y el matrimonio de la hija de éste con el futuro Alfonso I, hijo del dux de Cantabria, nos sugieren que Pelayo podría ser hijo del dux de Asturias, y que todas estas alianzas matrimoniales buscarían la legitimidad de la nueva situación. En todo caso nace en los Picos de Europa el embrión de un nuevo estado, ya que don Pelayo toma sin esfuerzo Cangas de Onís, que será el Reino de los Astures.  Don Pelayo, descendiente del rey Chindasvinto y fugitivo de la batalla de Guadalete, aclamado como jefe venció a los musulmanes. Tras aquella batalla de Covadonga comienza a organizarse la monarquía. Estos triunfos atrajeron a muchos cántabros y astures y refugiados en los montes. La hija de este rey se casó con el hijo del duque de Cantabria consiguiendo así una alianza muy conveniente. Este reino incipiente fue el embrión de los reinos de León, Castilla, Galicia y Portugal.
A todo esto los musulmanes estaban más interesados en la conquista de la Galia, y llegaron hasta Aquitania.  Fueron derrotados en el 732 y dos años después intentaron ocupar Arlés y Aviñón pero volvieron a ser derrotados, ahora por Carlos Martel, (el abuelo de Carlomagno).
Don Pelayo muere en el 737 y le sucede su hijo Favila. No hay noticias de actuaciones contra los agarenos en ese periodo. Muere Favila atacado por un oso en la lucha ya que era la tradición entre los jóvenes dar muerte a un oso. Esto sucedió en el  739, y le sucede su cuñado Alfonso I que consolidó la monarquía.
Las rebeliones entre los musulmanes por las disputas de los bereberes que eran mayoría frente a los árabes, hizo que éstos llamaran a los sirios que después de apaciguar los conflictos se instalaron en el sur de al-Andalus.
Alfonso I aprovechó las revueltas musulmanas para hacer incursiones en el valle del Duero y atravesando el Ebro llegar a La Rioja. Acompañado por su hermano Fruela, conquistaron Galicia, León, Astorga Salamanca, Ávila, Segovia, Álava, y l Rioja. Realmente esas zonas quedaron despobladas, como tierra de nadie, y fue escenario de luchas. Pero cuando se fundó el Emirato de Córdoba se hicieron fuertes en el norte dejando una zona desierta entre ellos y el emirato recién fundado. Cesaron los avances cristianos y durante las siguientes monarquías el reino Astur fue vasallo del cordobés pagando los correspondientes tributos.
Comenzó lentamente la construcción de fortalezas en el valle del Mena y sus aledaños, para protegerse de los musulmanes, quienes las llamaban “al-quila”, primera mención del nombre de Castilla. Mandó construir el monasterio de San Pedro de Villanueva y el de Santa María de  Covadonga, lo que le valió el apelativo de “el santo”.
A su muerte heredó el trono su hijo, Fruela I, que se casó con la hija de un señor vascón de esa unión nació el futuro Alfonso II.
Mientras en el año 756 se crea el emirato independiente con capital en Córdoba que existió hasta el  929 regido por los omeyas. En ese periodo se consolidó la paz, pero por las rebeliones internas se reanudaron las incursiones en el norte aunque el rey asturiano salió victoriosos en arias de ellas. Por el asesinato por sus propias manos de su hermano y la prohibición de casarse a los presbíteros con castigos incluso físicos y por otros episodios fue llamado “el cruel”. Pero fue el fundador de la ciudad de Oviedo y diversos monasterios y templos. Fruela murió  en el 768 y heredó el trono Aurelio, su primo. Siguieron pagando tributos a los musulmanes y la entrega de doncellas, consiguiendo así un periodo de paz.

DIPLOMA DE SILOS 

A su muerte en el 774 le sucede Silo que reinará nueve años, siendo un tiempo pacífico con los musulmanes. Carlomagno por entonces intentó asediar Zaragoza y tuvo que retirarse. Silo era hijo de musulmana lo que contribuyó a una buena relación con el emir cordobés. El Beato de Liébana apoyó a Silo en contra de la herejía defendida por un monje. El documento “Diploma del rey Silo” es el más antiguo existente en la península ibérica.
Los reyes siguientes, Mauregato y Bermudo I reinaron pocos años. Este último renunció para retirarse como eclesiástico y dejó el gobierno a Alfonso II.

martes, 12 de septiembre de 2023

REINOS CRISTIANOS DE LA EDAD MEDIA

La conversión del rey visigodo Recaredo en el Concilio de Toledo del 7 de abril del 589 en el cual quedó sellada la unidad espiritual y territorial del reino visigodo, dejando la religión arriana y abrazando el cristianismo romano, también simbolizaba el triunfo de la civilización hispanorromana sobre los bárbaros, y contribuyó a sellar una alianza entre la corona y la iglesia. Tanto es así que la unión de la península era un hecho por la religión cristiana. 

CONCILIO DE TOLEDO 

Pero como sabemos en el 711 un ejército bereber cruzó el estrecho de Gibraltar, como aliado de los nobles visigodos contrarios a la llegada al trono del rey Don Rodrigo, y tras vencerlo en la batalla de Guadalete, comenzó la conquista de la Península Ibérica. Es la invasión musulmana. El reino visigodo se desplomó y se creó una nueva entidad política, al-Andalus. No obstante los hispano-romanos y visigodos que componían la población de la península, todos cristianos, a la vez que se desarrolló al-Andalus, fueron creando núcleos de resistencia a los musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y creando lugar a los reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán de hacer frente al musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos de alguna forma. En la franja norte de la península, desde las actuales Galicia a Cataluña, grupos armados combatían a los musulmanes.

DON PELAYO 

Operaban sobre todo en la zona cantábrica y eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana, estaban apenas controlados por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos como el principio de la Reconquista, más bien parece una continuación de la actitud habitual de los montañeses.
Si bien los reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana, por lo tanto se trataba de avanzar por el territorio de la península, recuperando para la cristiandad los pueblos sometidos, y o bien expulsar o conseguir una debilidad que produjera impuestos que los musulmanes debían pagar. Está claro que si no había ya un rey cristiano con los visigodos, tendría que haberlo escogiendo entre los nobles de la población existente ante de la llegada de los agarenos.
Por lo tanto se organizaron y luego fueron resistiendo los ataques musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar de hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739.

REYES CATÓLICOS 

Cuando ochocientos años después, los reyes Isabel y Fernando salen victoriosos en la guerra de Granada, terminando así con el último reducto musulmán en la península, Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos cristianos, estaba en la estirpe visigoda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. Los ocho siglos de convivencia en el mismo territorio tuvo todo tipo de situaciones en las relaciones de diferentes reinos y con los invasores musulmanes. La consolidación de los reinos cristianos durante la Edad Media presenta una dinámica particular. Los reinos de Castilla y León forman el bloque más aventajado y compacto. Era una época en que se confundía el gobierno de los territorios con las administraciones de las propiedades privadas. Por lo que no es de extrañar que los conflictos familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias determinasen los dominios sobre amplias extensiones, muchas sin poblar incluso.
Las alianzas, enemistades y los frecuentes cambios fronterizos de los reinos eran moneda común. Esto nos lleva a pensar que el sentimiento de Estado o Nación no existía aún, o era solo un esbozo. Los reinos eran hereditarios y competían entre sí e incluso eran capaces de luchar entre hermanos o padres contra hijos. No obstante tanto León como Castilla, Navarra y Aragón estaban en general empeñados en arrebatar los territorios a los musulmanes en aras de la expansión del cristianismo, o al menos de convertir a esos sus pobladores musulmanes en vasallos de los reinos cristianos. Esto explica cómo pudo ser que los islámicos estuvieran tanto tiempo en la península, digamos que gran parte de ese tiempo lo hicieron como inquilinos mal considerados.

ALCÁZAR DE CÓRDOBA

El Califato de Córdoba se va desintegrando y termina en el año 1031, pero ya se había iniciado la disgregación del territorio en pequeños reinos llamados Taifas. La primera se considera que fue la de Badajoz en el 1009. Pero el avance cristiano hace que los reyes de las taifas pidieran ayuda al sultán almorávide del norte de África, hasta el 1144. Cuando el dominio almorávide empezó a decaer, surgieron los llamados segundos reinos de taifas en 1144 que habían sucedido a los almorávides en su dominio del norte de África.  Tras el fin del periodo almohade, marcado por la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto periodo denominado terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón y en Castilla de Fernando III el Santo. Y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí en 1238, (que fueron vasallos de la Corona de Castilla-León), y que no capituló hasta el 2 de enero de 1492, fecha que pone fin a la Reconquista.
Si bien esto no impedía que hubiese alianzas tácticas entre cristianos y musulmanes, ya fuese para combatir a los del credo contrario o a los adversarios del credo propio. Muchas veces a la defensa de la fe, se anteponía la necesidad política o económica de asegurar determinada región. Aún ante esta confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias identidades a través de instituciones y normas sociales, diferentes entre unos reinos y otros muchas veces, pero que les imprimieron sus particulares rasgos sociales, sus usos y costumbres. Su identidad.
Durante esos ocho siglos (711-1492) existieron en la península ibérica hasta diez reinos cristianos: Asturias, Pamplona, León, Aragón, Castilla, Galicia, Portugal, Navarra, Mallorca y Valencia. Si bien realmente fueron cinco los que predominaron en diferentes periodos de tiempo, mas o menos largos: Asturias-León, Pamplona-Navarra, Castilla, Aragón y Portugal.
Además no debemos olvidar lo que luego se convirtió en Cataluña, una serie de condados pirenaicos que fueron protegidos y regidos por el Imperio Carolingio durante doscientos años, y después de un breve espacio de tiempo siendo vasallos del Califato cordobés, se unieron al reino de Aragón, conservando su identidad.
De lo que podemos estar seguros es que España se va creando lentamente, primero con pueblos prehistóricos y luego con la llegada de los romanos se crea la provincia romana de Hispania, que al caer lentamente el Imperio, ceden por pacto a los visigodos el territorio para su control y para el desplazamiento y expulsión de los últimos bárbaros de la península, Alanos, Vándalos y Suevos.
Y de aquella provincia de Hispania, se convierte en el reino visigodo que dará lugar a los reinos cristianos que hemos nombrado anteriormente, luchando y pactando con los musulmanes invasores.

CARLOS I DE ESPAÑA

Con la llegada del rey Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se produce lo esperado durante siglos, la unión en un sola testa de todas las coronas de lo que llamamos España. Pero es evidente que eso no hubiera ocurrido, de no haber sucedido todo lo anterior. Por lo cual, burocracias y administraciones aparte, el nacimiento de esa nación hay que buscar su embrión en la llegada de Roma, ni más ni menos.

 

viernes, 8 de septiembre de 2023

SOBRE LA LEYENDA NEGRA EN AMERICA

El escritor argentino Ernesto Sábato en su artículo “Ni leyenda negra ni leyenda blanca”, publicado en el periódico “El País” en 1991, (ante la proximidad del 500º aniversario del descubrimiento de América), propuso una superación del “falso dilema” entre ambas leyendas, para presentar un enfoque que acepte todo lo negativo de manera objetiva, pero sin caer en la exageración ni en la tergiversación, que habrían sido, por otro lado, aireadas de uno y de otro lado con motivaciones ajenas a la objetividad historiográfica.

ERNESTO SÁBATO

En resumen, puede decirse que existieron campañas exageradas que perseguían intereses políticos, sociales y económicos tanto a favor como en contra de España alrededor de la conquista de América.
Ernesto Sábato señala que la Leyenda Negra "Fue comenzada por las naciones que querían suplantar al más poderoso imperio de la época, entre ellas Inglaterra, que cometió en el mundo entero atrocidades tan graves como las españolas pero agravadas por su clásico racismo". Sábato opina que si la Leyenda Negra fuera una verdad absoluta, los descendientes de aquellos indígenas avasallados deberían mantener atávicos resentimientos contra España. No solo no es así sino que dos de los más grandes poetas de la lengua castellana de todos los tiempos, Rubén Darío en Nicaragua y César Vallejo en Perú, eran mestizos y cantaron a España en poemas inmortales", subraya el escritor argentino.

HUGH THOMAS 

Algo parecido opinaba el escritor mexicano y Premio Nobel de Literatura Octavio Paz: "No se puede pensar en términos de Leyenda Negra. Es evidente que el descubrimiento de América y la conquista estuvieron llenos de horrores, pero también de gestas gloriosas que no podemos dejar de lado, y creo sin temor a equivocarme que quienes lo definen como la conmemoración del genocidio de los pueblos americanos cometen un grave error, porque es históricamente falso y “ahistórico” por definición". No olvidemos que el último premio Nobel de Literatura, nació en Arequipa.
La imagen estereotipada de una conquista de saqueo y rapiña no responde en absoluto a la realidad histórica de una empresa que fue, sustantivamente, una empresa de incorporación de los pueblos americanos a la sociedad, a la religión y a la cultura española y, por ende, europea. España no se limitó a explorar aquel vasto territorio sino que realizó una empresa aún más asombrosa y trascendente: la incorporación de sus gentes a su cultura y a su fe, en definitiva, a la civilización cristiana, europea y occidental; no de manera circunstancial sino definitivamente. Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea.

JULIÁN JUDERÍAS 

El libro clásico de Julián Juderías, (sociólogo, historiador y periodista, 1877-1918), “La Leyenda Negra” un libro que destapó la gran manipulación histórica. Asegura Juderías que la propaganda antiespañola empieza a partir de mediados del siglo XVI con la rebelión de los Países Bajos contra el gobierno de Felipe II. Pero hay antecedentes principalmente en Italia, Alemania y Francia. Juderías, que popularizó el término y que posibilitó que se utilice hasta el día de hoy, lo define así:
“El ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de aquella España, han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas.” (La Leyenda Negra (1914)

JOSEPH PEREZ

Existe una leyenda negra sobre España que la mayoría de los historiadores coinciden en que existe aún. Otro historiador, David Ewing Duncan, en su ensayo “The Black Legend: Spaniards hope to put an end next year to a propaganda campaign against their country that began half a millenium ago” concluye que, efectivamente, ya desde el siglo XVI, se difundieron campañas y propaganda antiespañola que exageraba o se inventaba datos que dejaban muy mal al Imperio Español.
Hasta el día de hoy, de hecho, han llegado textos e imágenes de la época donde las afirmaciones no coinciden con la realidad de lo que pasó y que solo puede obedecer a un intento de desprestigiar política, social, cultural y económicamente al Imperio.
Quienes niegan la existencia de esta leyenda negra, argumentan que existe una contrapartida, la “leyenda blanca” o “leyenda rosa” que, muy al contrario, sostiene un relato edulcorado, manipulado y casi mitológico de la conquista de América para ofrecer una imagen amable del patriotismo español y del propio Imperio, que los conquistadores llegaron allí llevando la civilización, la tecnología, la libertad y la paz tras una travesía digna de La Odisea de Homero.

David Ewing Duncan
Otros historiadores coinciden en que ambas visiones tienen su parte de verdad, es decir, que existió una campaña de desprestigio antiespañola y anticatólica que podría haber durado hasta el día de hoy, pero que indudablemente existe otra en sentido opuesto destinada a presentar la conquista de América como una hazaña que celebrar y al Imperio Español como la más gloriosa de las civilizaciones.
El famoso fraile dominico, Bartolomé de Las Casas, fue el gran defensor de los indios. Uno de los libros más importantes para el desarrollo de la Leyenda Negra fue de Bartolomé de Las Casas, que fue editado de forma fragmentaria en 1598. En realidad, la obra original del dominico español, publicada en Sevilla en 1552, fue un encargo de la Junta de Valladolid para que Bartolomé de Las Casas presentara por escrito y en tono denunciante, aunque no tan exagerada en sus alegaciones sobre la colonización.
Se buscaba dar datos suficientes para que el rey Carlos I aprobara medidas para aliviar el trato a los indígenas. No mencionaron que en 1516 el padre Las Casas había sido nombrado oficialmente "Defensor de los indios" por el regente del rey, el Cardenal Cisneros, lo que demostraba un genuino interés de la Corona española por sus nuevos súbditos.
La zona del continente que estuvo en manos de España es hoy mestiza porque los conquistadores no tuvieron reparo en mezclarse con los pueblos indígenas. España fue la primera potencia colonial que discutió públicamente los derechos de los indios. Si los conquistadores hubieran sido tan intolerantes no habrían educado a sus colonizados. Hoy, junto a la lengua española, los indios conservan también las suyas propias.
No cabe duda de que la evangelización y la idea de imperio fueron utilizadas para esclavizar a los pueblos indígenas, pero también es cierto que los monarcas españoles impulsaron la protección de los aborígenes, tarea que fue encomendada a las órdenes religiosas y que no sucedió en otros países.
Joseph Pérez, historiador francés, nos recuerda que "Como contrapartida al Descubrimiento, exploración, conquista y desarrollo en América, un éxito en todos los terrenos, provocó una reacción antiespañola similar a la que hoy se produce hoy con el imperialismo americano. Es así como se crea la “Leyenda Negra Española”
El británico Hugh Thomas afirma que Carlos V llevó a cabo una magnífica hazaña al crear una sociedad nueva en América, aportando la civilización cristiana pero apoyándose en las raíces profundas de la cultura indígena. Thomas, autor de la obra más completa sobre la conquista de México, considera que la Leyenda Negra tiene escaso fundamento y sostiene que "ya es hora de sacudirse el ridículo complejo de culpa que sienten todavía muchos españoles".

John Elliot

Otro prestigioso historiador inglés, John Elliot, cree que la Leyenda Negra continuará todavía unos años hasta que logre triunfar la objetividad científica. "Es de esperar que cierto equilibrio se imponga antes de llegar al 600 aniversario del Descubrimiento de América", comentó en 1992 cuando se preparaba los actos oficiales para conmemorar los 500 años del Descubrimiento.
Stanley Payne, historiador norteamericano, catedrático emérito de Historia en la Universidad de Wisconsin, asegura que "resulta demasiado típico el juicio de que la conquista española de América fue uno de los episodios más lamentables de la historia. Tal vez exprese un resentimiento francés por haber perdido la Guerra de los Siete Años en 1763 y, con ella, la mayor parte de su imperio americano".

jueves, 7 de septiembre de 2023

ISABEL DE PORTUGAL (1503-1539)

Isabel de Avis y Trastámara nació el 24 de octubre de 1503 en el palacio real de Lisboa. La mujer de Carlos I y emperador Carlos V, era nieta de los Reyes Católicos, por tanto prima hermana de su marido. Su abuela Isabel la Católica, fue un ejemplo para ella, por su carácter y su determinación en la política. 

Isabel fue sin duda el alma española de Carlos I. Por entonces un de las mujeres que han vivido a la sombra de grandes hombres, y su biografía ha estado inexorablemente ligada a la de su consorte.
Es el caso de Isabel de Portugal, cuya vida estuvo ligada emocional y políticamente a su esposo, el emperador Carlos V.  Desde que se casó con su primo, Isabel tuvo una existencia solitaria, sufriendo las largas ausencias de un gobernante de tal magna extensión de tierras que era imposible controlar personalmente. Hasta cuatro largos años sufrió la soledad que tuvo que sobrellevar con su papel de gobernadora de España en ausencia de Carlos. Algunos de sus biógrafos aseguran que esa soledad fue causa importante de su muerte prematura. La emperatriz del Sacro Imperio Romano no salió nunca de la Península, en la que permaneció fiel a su marido hasta el final de su corta vida.
Sus padres eran el rey de Portugal Manuel I y su segunda esposa María de Aragón. Esta era hija de los Reyes Católicos, igual que la madre del futuro emperador Carlos V, Juana, conocida como La Loca, con lo que ambos eran primos.
Isabel fue educada con gran esmero. Latín y otras lenguas, nociones de ciencias, música y una profunda formación religiosa recibió Isabel siguiendo la educación que había recibido su madre en la corte humanista de los Reyes Católicos.
Pero la vida tranquila y feliz del palacio lisboeta se vio truncada en 1517 cuando la reina María falleció al dar a luz a su octavo hijo. Isabel, que entonces tenía 13 años, queda huérfana junto a sus hermanos. Al drama que supuso perder a su madre, los hijos del rey Manuel vieron como este al año siguiente se casaba con Leonor, hermana de Carlos y por tanto prima de los que terminarían siendo sus hijastros. Ante semejante situación, el recelo inicial fue evidente aunque con el tiempo Isabel consiguió mantener una estrecha relación con su prima y madrastra.

En aquellos años ya hacía tiempo que la boda de Carlos empezaba a ser un asunto que afectaba no sólo a España sino también al resto de todos los territorios que había recibido en herencia en Europa, África y América. La mujer que se casara con él debía ser elegida con máximo tino y acierto. El nombre de su prima Isabel siempre estuvo en el tablero de las negociaciones pero varios hechos en la política europea retrasaron en más de una ocasión la decisión.
Pero a punto de finalizar en año de 1521, fallecía Manuel I y le sucedía su hijo Juan III, hermano de Isabel y soltero como su primo Carlos al que le ofrece afianzar las relaciones entre España y Portugal mediante la negociación de un doble matrimonio: el rey portugués se casaría con Catalina, la hermana pequeña de Carlos. Éste aceptaría por esposa a su prima Isabel.
Sin embargo aún pasarían unos años hasta que el doble acuerdo matrimonial se viera realizado. Mientras Catalina salía de su larga reclusión en Tordesillas junto a su madre, la reina Juana, en 1525, Isabel tendría que esperar un poco más. El 17 de octubre de 1525 se firman las capitulaciones matrimoniales y el 1 de noviembre tiene lugar en el palacio real de Almeirim la boda por poderes. Convertida entonces en la esposa del emperador Carlos V, Isabel viaja hasta Sevilla donde tiene que esperar hasta marzo de 1526 para conocer a su marido. El 11 de marzo se casaban en los Reales Alcázares sevillanos. Un matrimonio a todas luces de compromiso, con un largo y difícil camino de negociaciones dinásticas, económicas y políticas, fue sin embargo, un matrimonio de amor sincero. Isabel y Carlos, a pesar de no haberse escogido por amor, desde el primer momento sintieron un mutuo afecto que fue derivando es una mayor estima a lo largo de los años.


Aquel mismo verano, cuando la pareja imperial está instalada en Granada, se conocen los primeros síntomas de embarazo en Isabel. Pero ya entonces, la joven emperatriz verá como su vida privada se altera por causa de los acontecimientos internacionales. Aquel mismo agosto de 1526 los turcos amenazan el este de Europa tras salir victoriosos en la batalla de Mohacs, mientras, el rey francés Francisco I sigue amenazando al emperador con una nueva guerra. Todo ello hace que la pareja tenga que terminar su tranquila estancia en Granada y trasladarse lo más rápido posible a Valladolid.
El 21 de mayo de 1527 nace el príncipe Felipe. Pocos meses después, ya en 1528, Isabel queda por primera vez sola como gobernadora con los plenos poderes recibidos de su esposo. Pero vuelve pronto de Aragón para reencontrarse con su esposa, de nuevo embarazada. El 21 de junio de 1528 nace su segunda hija, María, dejando a la emperatriz peligrosamente debilitada.
En marzo de 1529 Carlos no puede demorar su viaje a Italia que se encuentra más que revuelta después del Saco de Roma sufrido dos años antes. En aquella larga ausencia Isabel tiene su tercer hijo, Fernando, nacido el 22 de noviembre de 1529. La noticia le llega al emperador en Bolonia. Pero no llegará a conocer al niño que fallecerá el 13 de julio de 1530 sumiendo en la tristeza a la emperatriz. Una tristeza que debilita a Isabel hasta hacerla caer enferma de unas peligrosas fiebres tercianas.
Tres años después, tiempo en el que la joven gobernanta ha tenido que reponerse de sus enfermedades y tristezas y seguir adelante con su cometido político, se reencuentra por fin con su añorado esposo. De este nuevo encuentro nacerá en 1535 una nueva infanta, bautizada como Juana.

ESCULTURA EN MADRID 

Pero la alegría de Isabel durará sólo dos años. Un nuevo conflicto, esta vez en Túnez, vuelve a alejar al emperador de tierras españolas. En 1536 la familia imperial se reúne de nuevo y en 1537 Isabel vuelve a sospechar la llegada de un nuevo hijo. Cuando el 19 de octubre da a luz a Juan, vuelve a estar de nuevo sola y en tal estado de salud que hace temer lo peor. Carlos consigue regresar al lado de Isabel a la que vuelve a dejar embarazada de su sexto hijo, un niño que nacerá muerto el 19 de abril de 1539 a los cuatro meses de embarazo.
Isabel de Portugal no sobrevivió a este último parto. Con 36 años de edad, el 1 de mayo de 1539 fallecía a causa del aborto sufrido pero también muy probablemente por su debilitada salud, alimentada de la tristeza y la soledad que durante demasiado tiempo sufrió en su corta vida.
Isabel fue una buena reina, hizo aquello que se esperaba de las mujeres de la realeza, dar muchos herederos a su rey y ayudar en lo posible en el gobierno de sus reinos. Pero es más que probable que como mujer, fuera muy desdichada. Ilusionada en un primer momento por un matrimonio que, a pesar de ser concertado, fue del agrado de ambas partes, se topó con una realidad de responsabilidades políticas prematuras, largos periodos de soledad y una salud débil agravada por los constantes embarazos y alumbramientos.
Para Carlos el fallecimiento de su esposa provocó su hundimiento, retirándose al monasterio de la Sisla durante dos meses.
Enterrada en Granada y trasladados sus restos años después a El Escorial, Isabel fue una reina hermosa, culta y piadosa. Su esposo quedó desolado por la pérdida de su esposa a la que amó y respetó desde el primer día pero a la que condenó a vivir una vida en soledad.
Carlos nunca se recuperó de su muerte y vistió de negro el resto de su vida para mostrar su luto. Nunca volvió a casarse, aunque tuvo una aventura mucho después de la muerte de ella que dio lugar al nacimiento de un hijo ilegítimo, Juan de Austria. Carlos I murió viudo en 1558, con la misma cruz en la mano que llevaba ella al morir.
En 1574, el cuerpo de Isabel fue trasladado desde Toledo a Granada. Dirigió la comitiva Francisco de Borja, duque de Gandía. A la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver, al pedir abrir el ataúd para dar fe del hecho y verla en descomposición avanzada por los días de marcha y el calor de la primavera, ella que era en vida una mujer hermosa, no pudo reconocerla y, al parecer, estaba tan horrorizado por lo que la muerte había hecho con su belleza tras esto al contemplar el descompuesto y el olor del cuerpo de Isabel, Borja, entre lágrimas, pronunció la célebre frase:
“No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero sí juro que es su cadáver el que aquí ponemos... juro también no más servir a señor que se me pueda morir”

SAN FRANCISCO DE BORJA
Decidió optar por la vida religiosa más tarde al enviudar de Leonor de Castro,  ingresando en la Compañía de Jesús, donde rechazó cualquier cargo comprometiéndose a la estricta humildad, y alcanzó la santidad como San Francisco de Borja. 
El féretro de Isabel de Portugal finalmente fue llevado por orden de su hijo Felipe II, al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde originalmente fue enterrada en una pequeña bóveda junto a su marido, directamente debajo del altar de la Capilla Real.
 

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...