La
conversión del rey visigodo Recaredo en el Concilio de Toledo del 7 de abril
del 589 en el cual quedó sellada la unidad espiritual y territorial del reino
visigodo, dejando la religión arriana y abrazando el cristianismo romano,
también simbolizaba el triunfo de la civilización hispanorromana sobre los
bárbaros, y contribuyó a sellar una alianza entre la corona y la iglesia. Tanto
es así que la unión de la península era un hecho por la religión cristiana.
Pero como sabemos en el 711 un ejército bereber cruzó el estrecho de Gibraltar,
como aliado de los nobles visigodos contrarios a la llegada al trono del rey
Don Rodrigo, y tras vencerlo en la batalla de Guadalete, comenzó la conquista
de la Península Ibérica. Es la invasión musulmana. El reino visigodo se
desplomó y se creó una nueva entidad política, al-Andalus. No obstante los
hispano-romanos y visigodos que componían la población de la península, todos
cristianos, a la vez que se desarrolló al-Andalus, fueron creando núcleos de
resistencia a los musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y
creando lugar a los reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán
de hacer frente al musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos
de alguna forma. En la franja norte de la península, desde las actuales Galicia
a Cataluña, grupos armados combatían a los musulmanes.
Operaban sobre todo en
la zona cantábrica y eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana,
estaban apenas controlados por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos
como el principio de la Reconquista, más bien parece una continuación de la
actitud habitual de los montañeses.
Si
bien los reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana, por lo
tanto se trataba de avanzar por el territorio de la península, recuperando para
la cristiandad los pueblos sometidos, y o bien expulsar o conseguir una
debilidad que produjera impuestos que los musulmanes debían pagar. Está claro
que si no había ya un rey cristiano con los visigodos, tendría que haberlo
escogiendo entre los nobles de la población existente ante de la llegada de los
agarenos.
Por lo tanto se organizaron y luego fueron resistiendo los ataques musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar de hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739.
Por lo tanto se organizaron y luego fueron resistiendo los ataques musulmanes y pudieron destruir guarniciones y atraer a la población visigoda y fundar de hecho y derecho del reino Astur en la persona de Alfonso I, con la corte de Cangas de Onís en el 739.
REYES CATÓLICOS
Cuando ochocientos años después, los reyes Isabel y Fernando salen victoriosos en la guerra de Granada, terminando así con el último reducto musulmán en la península, Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos cristianos, estaba en la estirpe visigoda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. Los ocho siglos de convivencia en el mismo territorio tuvo todo tipo de situaciones en las relaciones de diferentes reinos y con los invasores musulmanes. La consolidación de los reinos cristianos durante la Edad Media presenta una dinámica particular. Los reinos de Castilla y León forman el bloque más aventajado y compacto. Era una época en que se confundía el gobierno de los territorios con las administraciones de las propiedades privadas. Por lo que no es de extrañar que los conflictos familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias determinasen los dominios sobre amplias extensiones, muchas sin poblar incluso.
Las alianzas, enemistades y los frecuentes cambios fronterizos de los reinos eran moneda común. Esto nos lleva a pensar que el sentimiento de Estado o Nación no existía aún, o era solo un esbozo. Los reinos eran hereditarios y competían entre sí e incluso eran capaces de luchar entre hermanos o padres contra hijos. No obstante tanto León como Castilla, Navarra y Aragón estaban en general empeñados en arrebatar los territorios a los musulmanes en aras de la expansión del cristianismo, o al menos de convertir a esos sus pobladores musulmanes en vasallos de los reinos cristianos. Esto explica cómo pudo ser que los islámicos estuvieran tanto tiempo en la península, digamos que gran parte de ese tiempo lo hicieron como inquilinos mal considerados.
Cuando ochocientos años después, los reyes Isabel y Fernando salen victoriosos en la guerra de Granada, terminando así con el último reducto musulmán en la península, Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos cristianos, estaba en la estirpe visigoda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. Los ocho siglos de convivencia en el mismo territorio tuvo todo tipo de situaciones en las relaciones de diferentes reinos y con los invasores musulmanes. La consolidación de los reinos cristianos durante la Edad Media presenta una dinámica particular. Los reinos de Castilla y León forman el bloque más aventajado y compacto. Era una época en que se confundía el gobierno de los territorios con las administraciones de las propiedades privadas. Por lo que no es de extrañar que los conflictos familiares, los matrimonios de conveniencia y las cuestiones hereditarias determinasen los dominios sobre amplias extensiones, muchas sin poblar incluso.
Las alianzas, enemistades y los frecuentes cambios fronterizos de los reinos eran moneda común. Esto nos lleva a pensar que el sentimiento de Estado o Nación no existía aún, o era solo un esbozo. Los reinos eran hereditarios y competían entre sí e incluso eran capaces de luchar entre hermanos o padres contra hijos. No obstante tanto León como Castilla, Navarra y Aragón estaban en general empeñados en arrebatar los territorios a los musulmanes en aras de la expansión del cristianismo, o al menos de convertir a esos sus pobladores musulmanes en vasallos de los reinos cristianos. Esto explica cómo pudo ser que los islámicos estuvieran tanto tiempo en la península, digamos que gran parte de ese tiempo lo hicieron como inquilinos mal considerados.
ALCÁZAR DE CÓRDOBA
El Califato de Córdoba se va desintegrando y termina en el año 1031, pero ya se había iniciado la disgregación del territorio en pequeños reinos llamados Taifas. La primera se considera que fue la de Badajoz en el 1009. Pero el avance cristiano hace que los reyes de las taifas pidieran ayuda al sultán almorávide del norte de África, hasta el 1144. Cuando el dominio almorávide empezó a decaer, surgieron los llamados segundos reinos de taifas en 1144 que habían sucedido a los almorávides en su dominio del norte de África. Tras el fin del periodo almohade, marcado por la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto periodo denominado terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón y en Castilla de Fernando III el Santo. Y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí en 1238, (que fueron vasallos de la Corona de Castilla-León), y que no capituló hasta el 2 de enero de 1492, fecha que pone fin a la Reconquista.
Si bien esto no impedía que hubiese alianzas tácticas entre cristianos y musulmanes, ya fuese para combatir a los del credo contrario o a los adversarios del credo propio. Muchas veces a la defensa de la fe, se anteponía la necesidad política o económica de asegurar determinada región. Aún ante esta confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias identidades a través de instituciones y normas sociales, diferentes entre unos reinos y otros muchas veces, pero que les imprimieron sus particulares rasgos sociales, sus usos y costumbres. Su identidad.
Durante esos ocho siglos (711-1492) existieron en la península ibérica hasta diez reinos cristianos: Asturias, Pamplona, León, Aragón, Castilla, Galicia, Portugal, Navarra, Mallorca y Valencia. Si bien realmente fueron cinco los que predominaron en diferentes periodos de tiempo, mas o menos largos: Asturias-León, Pamplona-Navarra, Castilla, Aragón y Portugal.
Además no debemos olvidar lo que luego se convirtió en Cataluña, una serie de condados pirenaicos que fueron protegidos y regidos por el Imperio Carolingio durante doscientos años, y después de un breve espacio de tiempo siendo vasallos del Califato cordobés, se unieron al reino de Aragón, conservando su identidad.
De lo que podemos estar seguros es que España se va creando lentamente, primero con pueblos prehistóricos y luego con la llegada de los romanos se crea la provincia romana de Hispania, que al caer lentamente el Imperio, ceden por pacto a los visigodos el territorio para su control y para el desplazamiento y expulsión de los últimos bárbaros de la península, Alanos, Vándalos y Suevos.
Y de aquella provincia de Hispania, se convierte en el reino visigodo que dará lugar a los reinos cristianos que hemos nombrado anteriormente, luchando y pactando con los musulmanes invasores.
El Califato de Córdoba se va desintegrando y termina en el año 1031, pero ya se había iniciado la disgregación del territorio en pequeños reinos llamados Taifas. La primera se considera que fue la de Badajoz en el 1009. Pero el avance cristiano hace que los reyes de las taifas pidieran ayuda al sultán almorávide del norte de África, hasta el 1144. Cuando el dominio almorávide empezó a decaer, surgieron los llamados segundos reinos de taifas en 1144 que habían sucedido a los almorávides en su dominio del norte de África. Tras el fin del periodo almohade, marcado por la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto periodo denominado terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón y en Castilla de Fernando III el Santo. Y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí en 1238, (que fueron vasallos de la Corona de Castilla-León), y que no capituló hasta el 2 de enero de 1492, fecha que pone fin a la Reconquista.
Si bien esto no impedía que hubiese alianzas tácticas entre cristianos y musulmanes, ya fuese para combatir a los del credo contrario o a los adversarios del credo propio. Muchas veces a la defensa de la fe, se anteponía la necesidad política o económica de asegurar determinada región. Aún ante esta confusa situación, los reinos cristianos fueron consolidando sus propias identidades a través de instituciones y normas sociales, diferentes entre unos reinos y otros muchas veces, pero que les imprimieron sus particulares rasgos sociales, sus usos y costumbres. Su identidad.
Durante esos ocho siglos (711-1492) existieron en la península ibérica hasta diez reinos cristianos: Asturias, Pamplona, León, Aragón, Castilla, Galicia, Portugal, Navarra, Mallorca y Valencia. Si bien realmente fueron cinco los que predominaron en diferentes periodos de tiempo, mas o menos largos: Asturias-León, Pamplona-Navarra, Castilla, Aragón y Portugal.
Además no debemos olvidar lo que luego se convirtió en Cataluña, una serie de condados pirenaicos que fueron protegidos y regidos por el Imperio Carolingio durante doscientos años, y después de un breve espacio de tiempo siendo vasallos del Califato cordobés, se unieron al reino de Aragón, conservando su identidad.
De lo que podemos estar seguros es que España se va creando lentamente, primero con pueblos prehistóricos y luego con la llegada de los romanos se crea la provincia romana de Hispania, que al caer lentamente el Imperio, ceden por pacto a los visigodos el territorio para su control y para el desplazamiento y expulsión de los últimos bárbaros de la península, Alanos, Vándalos y Suevos.
Y de aquella provincia de Hispania, se convierte en el reino visigodo que dará lugar a los reinos cristianos que hemos nombrado anteriormente, luchando y pactando con los musulmanes invasores.
CARLOS I DE ESPAÑA
Con la llegada del rey Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se produce lo esperado durante siglos, la unión en un sola testa de todas las coronas de lo que llamamos España. Pero es evidente que eso no hubiera ocurrido, de no haber sucedido todo lo anterior. Por lo cual, burocracias y administraciones aparte, el nacimiento de esa nación hay que buscar su embrión en la llegada de Roma, ni más ni menos.
Con la llegada del rey Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se produce lo esperado durante siglos, la unión en un sola testa de todas las coronas de lo que llamamos España. Pero es evidente que eso no hubiera ocurrido, de no haber sucedido todo lo anterior. Por lo cual, burocracias y administraciones aparte, el nacimiento de esa nación hay que buscar su embrión en la llegada de Roma, ni más ni menos.