martes, 17 de octubre de 2023

REINO DE CASTILLA - (3 )

El 18 de Julio de 1195 se desarrollará la batalla de Alarcos,  entre el ejército Almohade y las tropas de Alfonso VIII de Castilla, con una humillante derrota cristiana. 
El 1 de junio de 1195 Abū Yūsuf desembarcó sus tropas, llegó hasta Sevilla, donde reunió un ejército de treinta mil hombres. Partió de Córdoba cruzando Despeñaperros. En ese día y al día siguiente el ejército almohade ya formó por completo. 

Alfonso VIII de Castilla  se alarmó tras estos hechos. Convino la ayuda de los reyes de León, Navarra y Aragón. Quedaron en la fortaleza de Alarcos, pero esta fortaleza estaba aún en construcción. La situación era apremiante y no esperó las ayudas de los reinos convenidos y se decidió a presentar batalla.
Abū Yūsuf no aceptó todavía enfrentarse en ese día y al día siguiente el 18 de julio el ejército almohade ya formó por completo. 
La primera carga cristiana fue rechazada y volvieron a cargar, para volver a ser rechazados. A la tercera la caballería cristiana consiguió romper la formación del centro de la vanguardia almohade, haciéndolos retroceder colina arriba, tratando de proteger al visir quien sucumbió en combate. El ejército almohade no se descompuso y prosiguió con el ataque.  La pericia que mostraron los arqueros y ballesteros almohades fue fundamental. Rebasaron a las tropas cristianas por los flancos del cerro y empezaron a atacarlas con una concentrada lluvia de flechas
El ejército castellano no estaba preparado y en inferioridad numérica finalmente se vio en la necesidad de huir o admitir la derrota. Las pérdidas fueron innumerables entre los cristianos y también resultaron elevadas para los musulmanes. No solo el visir, Abu Yahya.
Los cristianos comenzaron a huir  desordenadamente hacia donde podían. Entraron los moros a la fortaleza quemando sus puertas y matando, apoderándose de cuanto allí había, armas, riquezas, provisiones, caballos y ganado; hicieron cautivos a muchas mujeres y niños y mataron a los hombres. Los almohades se adueñaron de las tierras entonces controladas por la Orden de Calatrava; seis meses después cayó la fortaleza de Calatrava la Nueva y llegaron hasta las proximidades de Toledo.

CASTILLO DE CALATRAVA LA NUEVA 

Alfonso VIII obtuvo una alianza con el rey Alfonso IX de León (que estaba enfurecido con el rey castellano por no haberle esperado antes de la batalla de Alarcos) y la neutralidad de Navarra, ambos pactos temporales. Abū Yūsuf abandonó sus asuntos en al-Ándalus.
En un audaz golpe de mano de los caballeros calatravos, solo el castillo de Salvatierra, junto a Sierra Morena, pudo ser recuperado (1198)
Posteriormente, entre 1206 y 1212, los reinos cristianos convencieron al Papa Inocencio para que proclamase la Santa Cruzada contra el Imperio Almohade, gobernador en Al-Andalus.
En esta época, los reinos cristianos europeos estaban luchando en la 4º cruzada, intentando reconquistar Tierra Santa. Muchos caballeros y soldados de fortuna europeos acudieron a la llamada de la guerra contra el infiel en la península, y el Rey de Castilla Alfonso VIII, consiguió reunir una fuerza considerable para la época. Acudió el rey Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra, además de voluntarios portugueses y leoneses.
Partieron de Toledo en Mayo de 1212 y tras cruzar Despeñaperros se encontraron frente al ejército musulmán, separados únicamente por la llanura de las Navas de Tolosa.

El ejército cristiano tenía un tamaño ciertamente respetable, pero el gran número de tropas convocadas por el califa almohade Muhammad al-Nasir (Miramamolín para los cristianos) era similar. Son cifras calculadas por historiadores modernos, despreciando las crónicas antiguas dado lo desmesurado de las cifras.
El 16 de Julio, al alba, comenzaría el combate con un carga por parte de las tropas cristianas. El choque fue brutal, los miles de soldados almohades intentando descabalgar a los jinetes, que avanzaban bajo una lluvia incesante de flechas por parte de la retaguardia musulmana. An-Nasir, contraatacó con el grueso de su ejército e intentaron rodear al ejército cristiano gracias a su mayor número de tropas. Cercándose el mediodía en una lucha feroz a campo abierto, las fuerzas cristianas estaban en un punto crítico. Los cadáveres se contaban ya por miles.
Ante la desesperada situación, Alfonso VIII avanzó cargando heroicamente con las últimas y mejores tropas de su ejército entre las que se encontraba la caballería pesada capitaneados en primera línea por Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y el mismo Alfonso VIII de Castilla. Esta valentía quedaría en la historia como la carga de los tres reyes. Los monarcas prosiguieron su avance imparable hacia el campamento enemigo donde se encontrarían con la guardia negra de An-Nasir, soldados de raza negra que luchaban junto a los musulmanes. Su estilo de combate se basaba en atarse con cadenas en sus rodillas, y de sus rodillas al suelo o a un poste atado a él. Así simbolizaban su intención de luchar hasta el final.

Las cadenas fueron rotas por los hombres de Sancho VII, segando las vidas. Es por esto por lo que se incorporó el símbolo de las cadenas al escudo de Navarra. An-Nasir tuvo que huir de su tienda roja a toda prisa en desbandada, junto con su ejército a los que los caballeros cristianos en persecución durante varios kilómetros iban dando caza, mientras se ponía el sol. Así consiguió el ejército cristiano una victoria decisiva que cambiaría nuestra historia hasta día de hoy. Aunque no supuso el fin del Imperio almohade, la derrota militar conllevó un significativo declive de los almohades en la península ibérica.

domingo, 15 de octubre de 2023

REINO DE CASTILLA -2-

En 1109 Alfonso VI de Castilla, ya viejo, opta a casar a su hija Urraca con el famoso guerrero Alfonso I de Aragón el Batallador. Unión que no funcionó. Además la nobleza y el clero no aprobaba esta unión. Esto llevó a una guerra civil y a la anulación del matrimonio y la retirada de aragonés a sus territorios.
El hijo de el primer matrimonio de Urraca, Alfonso Raimúndez tenía a los nobles y los clérigos de su parte. Urraca murió en 1126 y su hijo sería coronado con los títulos de rey de León y Castilla como Alfonso VII. 
Tuvo problemas con su padrastro Alfonso I de Aragón, el batallador, y con el condado de Portugal. Al morir el rey aragonés sin descendencia Alfonso VII reclamó el trono como tataranieto de Sancho II, el mayor pero lo nobles aragoneses eligieron a Ramiro II y los pamploneses a García Ramírez, quedando separados los reinos de Aragón y Pamplona.

ALFONSO VII DE LEÓN Y CASTILLA 

Después, Alfonso VII de León y Castilla consigue anexionarse algunas tierras de los reinos de Navarra y Aragón y renuncia a su derecho a la conquista de la costa mediterránea en favor de la nueva unión de Aragón con el condado de Barcelona por matrimonio, (doña Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV conde de Barcelona).
Alfonso VII se intitula en 1135 “Imperator Legionensis et Hispaniae” en León, (Emperador de España).
El título fue adoptado en el siglo X por los monarcas leoneses, como expresión que implicaba la supremacía política de León frente a los demás reinos peninsulares. Los reyes leoneses defendían ser los herederos del reino visigodo.
Aprovechando el desmoronamiento del imperio Almorávide con la formación de nuevos reinos de Taifas se propuso recuperar territorios más al sur peninsular. Madrid, Córdoba, Albacete, Calatrava Coria Jaén entre otras.
Pero en 1143, su primo Alfonso Enríquez, conde de Portugalense, invade el sur de Galicia tomando Tuy. Alfonso VII desbastó Portugal y recuperó Tuy, donde su primo le juró fidelidad, pero no lo cumplió, ya que continuó luchando y consiguiendo apoyos hasta proclamarse el primer rey de Portugal en 1139, siendo reconocido por Alfonso VII.
En 1146 aparecen los almohades que se deshacen de los almorávides. Ocuparon extensos territorios del sur. Con ayuda de Pamplona y Aragón y cruzados franceses realizó Alfonso VII una campaña que terminó conquistando Almería en 1147.
Los últimos años de Alfonso VII no tuvo descanso en su lucha contra los almohades. Con el Tratado de Tudillén en 1151 con Ramón Berenguer IV se acordó el reparto de los territorios conquistados y Ramón Berenguer se sometió al vasallaje castellano. En 1156 las relaciones de Castilla y Aragón se consolidaron por el pacto matrimonial de Sancha, hija del segundo matrimonio del rey castellano con el heredero de Aragón, Alfonso, que sería rey de Aragón y conde de Barcelona.
Alfonso VII, otra vez divide Castilla de León entre sus hijos, aunque parte de Castilla fue ocupada por León. 
A la muerte de Alfonso en 1157, reina Sancho III en Castilla. En León reinará Fernando II.

SANCHO III DE CASTILLA 

En mayo de 1158 Sancho III de Castilla había penetrado con su corte y ejército hacia la frontera leonesa, siguiendo la línea trazada por el Camino de Santiago, penetrando en territorio leonés. Por lo que su hermano el rey de León prefirió pactar antes que enfrentarse y firmaron “Tratado de Sahagún” ese 23 de mayo del año 1158, por el que ambos reinos sentaron las bases de la pacificación y coordinación política futura. Según el acuerdo, ambos firmantes consentían en darse ayuda mutua. Y si alguno de ellos moría sin descendencia, su reino sería ocupado por el superviviente. Y también que los territorios que en el futuro fueran conquistados a los musulmanes se repartirían entre ambos. El rey de Castilla, Sancho III, aceptó devolver a su hermano las tierras conquistadas en la frontera, pero a condición de que su tenencia fuera a parar a manos de los principales nobles leoneses pro-castellanos. Esos poderosos linajes leoneses se comprometieron a acudir en auxilio y servicio del rey castellano en caso de que Fernando II de León incumpliera el acuerdo pactado, o en su defecto, a devolver las tierras dadas a la corona castellana.
En el tratado se coordinó la actitud política a seguir de ambos reinos con respecto a los demás estados peninsulares. Los hermanos Fernando II y Sancho III se comprometieron a prestarse ayuda mutua, salvo en lo referente a su tío materno, el gobernante de Aragón, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, en cuya amistad confiaron ambos hermanos.

FERNANDO II DE LEÓN 

Por último, se repartieron los territorios y zonas de influencia que en un futuro se conquistase al Islam, de modo que Fernando II de León y sus descendientes obtendrían las prerrogativas y derechos de conquistas sobre Coria, Montánchez, Mérida, Badajoz, todo el actual Portugal, desde Lisboa hasta el Algarve, y todas la Baja Andalucía, incluyendo el Valle del Guadalquivir. El resto del territorio, hacia el este, quedó bajo ámbito castellano.
Todo ello, remarca el documento, perteneciendo al Reino de León desde Niebla hasta Lisboa, quedando el resto para el reino de Castilla.
Pero Sancho III, el castellano, pasó a mejor vida ese mismo año a finales. Y el heredero era su hijo Alfonso, (futuro Alfonso VIII),  por entonces tenía tres años.  Esto hizo que su madre y la Corte designaran como tutor a Gutierre Fernández de Castro y como regente a Manrique Pérez de Lara, para contentar a las poderosas familias Castro y Lara. De todas formas esta rivalidad desembocó en una guerra civil, periodo que fue aprovechado por los reinos vecinos, por lo que como buitres, en 1159 el rey navarro Sancho VI se apoderó de Logroño y de amplias zonas de La Rioja, mientras que el tío del joven Alfonso, el rey leonés Fernando II, se apoderó de la ciudad de Burgos extendiendo sus dominios hacia territorio castellano, dejando sin efecto el tratado que había firmado con su hermano.
Si se hubiera cumplido lo pactado se habría quedado en nada la Independencia del reino de Portugal al estrangular su crecimiento territorial natural hacia el sur y englobándolo bajo el ámbito castellano y leonés, del que salió.
Una pena porque Sancho III era un tipo con arrestos y fue el que contribuyó a la creación de la Orden de Calatrava (1158) cuando los templarios se rajaron de la plaza argumentando que no era defendible, por lo que el rey entregó entonces la tenencia y el señorío de Calatrava al abad Raimundo de Fitero y al caballero Diego Velázquez, que defendieron la plaza y fundaron la Orden de Calatrava.
También había conseguido que en 1157 su cuñado el rey Sancho VI de Navarra, y en 1158, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV le rindieran homenaje y se declarasen vasallos suyos en el Acuerdo de Serón de Nágima (1158).
Pero al alcanzar la mayoría de edad en 1170 el niño heredero, Alfonso, fue proclamado rey de Castilla en las Cortes como Alfonso VIII y fue un gran rey. 

ALFONSO VIII DE CASTILLA 

Fue el fundador del primer estudio general español, el “Studium generale” de Palencia (germen de la universidad), que decayó tras su fallecimiento.
El 18 de Julio de 1195 se desarrollará la batalla de Alarcos,  entre el ejército Almohade y las tropas de Alfonso VIII de Castilla, con una humillante derrota cristiana.
Los antecedentes de la batalla de Alarcos están en que en el verano de 1194, Alfonso permitió una expedición que penetró en Jaén y Córdoba, y saqueó las cercanías de la mismísima capital almohade (Sevilla).  Esto enfureció a Ya'qub, quien resolvió tacar a Castilla y atravesar el mar para contener y escarmentar al monarca castellano
El 1 de junio de 1195 Abū Yūsuf desembarcó sus tropas, llegó hasta Sevilla, donde reunió un ejército de treinta mil hombres. Partió de Córdoba cruzando Despeñaperros. Un destacamento de la Orden de Calatrava, casi fueron aniquilados por completo. Alfonso VIII se alarmó tras estos hechos. El castellano convino la ayuda de los reyes de León, Navarra y Aragón. Quedaron en la fortaleza de Alarcos, pero esta fortaleza estaba aún en construcción. La situación era apremiante y no esperó las ayudas de los reinos convenidos y se decidió a presentar batalla.
Abū Yūsuf no aceptó todavía enfrentarse en ese día y al día siguiente el ejército almohade ya formó por completo. 
 

jueves, 12 de octubre de 2023

REINO DE CASTILLA (1)

Castilla surgió en el siglo IX como un conjunto de territorios en la pare oriental del reino de Astur. Entre las montañas cántabras y una serie de castillos levantados en el valle del Ebro que originalmente se llamó Bardulia o Bardulias. 

El origen del topónimo de Castilla está a mediados del siglo IX, cuando una zona fronteriza entre la actual provincia de Burgos, Cantabria y País Vasco conocida hasta aquel momento como Bardulia, por el pueblo de los Várdulos  y situada en el límite entre el Reino de Asturias, el Emirato de Córdoba y las tribus vasconas que se desplazaban hacia el oeste. Era una zona de desfiladeros, atajos y alturas, fácilmente defendibles de los musulmanes.
Entre el 739-757- Alfonso I de Asturias, fue obligado a defenderse del Califato cordobés en la zona fronteriza del reino Astur. Para ello construyó varias fortalezas. Ya aparece el nombre de Castilla a un condado mencionado en un documento del año 800 y que señalaba desde el sur de la cordillera cantábrica hasta La Rioja. Ni lo nobles ni el clero se aventuraban mucho en zonas tan peligrosas por lo que apenas se produjeron divisiones de clase y no hubo latifundios. Esto marcó un grado de libertad, muy diferente al leonés, que fue la semilla del elemento diferenciador del hombre castellano de aquella época.

ALFONSO II DE ASTURIAS 

Los cristianos de Alfonso II colonizaron parte de las tierras vacías señaladas y comenzaron a construir fortalezas para protegerse  de los musulmanes, quienes las llamaban “al-qila” (castillo) hasta el punto de ser llamada Castilla (literalmente, tierra de castillos). Fue en este lugar donde el contacto entre los dialectos vulgares del latín que hablaban las diferentes tribus y la influencia del vasco darían origen al idioma castellano
Los condados eran territorios concretos que estaban  gobernados por unos jueces, llamados condes, nombrados por el rey astur al que debían obediencia. 
La región castellana fue colonizada por cántabros y vascos poco romanizados, que se regían por códigos y que hablaban una lengua romance derivada del latín vulgar.
Aquí, en esta naciente Castilla fue donde el conde Rodrigo (850-(873) ejerció el gobierno encomendado por el rey astur Ordoño I. Al morir éste y refugiarse en esa zona el rey Alfonso III, el conde Rodrigo se puso a su disposición. En el 873 cedió el condado de Castilla a su hijo Diego Rodríguez Porcelos que fundó la ciudad de Burgos, la futura capital de Castilla.
Nace el reino de León en el 910 cuando Alfonso III traslada la sede del reino Astur de Oviedo a León.
Fernán González, fue conde de Castilla, Burgos, Álava, Lantarón y Cerezo (931-944 y 945-970). El rey Ramiro II de León lo nombró conde de Castilla en el 931.

CONDE FERNAN GONZALEZ

En los años 930-970, Fernán González, conde de Castilla entró en la leyenda medieval inmortalizada en romances. Aprovechó las tensiones de los reinos limítrofes de León y Navarra, para engrandecer Castilla a la que solo le faltaba la corona para ser un reino. Consiguió agrupar su autoridad sobre los condados de Burgos y Castilla en el 931. Luchas de poder con el rey leonés Ramiro II, se saldan con la boda de Ordoño III (el leonés) con hija del conde González, doña Urraca. A partir de él fue hereditario el título de conde.
En el 951 muere Ramiro II de León y se considera como el momento de la independencia de Castilla. Le sucede su hijo que concedió títulos de nobleza a militares a caballo, importante papel para el predominio de Castilla sobre León. Su hijo amplió las fronteras hasta Guadalajara y Madrid por el sur y Soria y Segovia por el norte. Heredó Castilla doña Mayor, que estaba casada con Sancho el Mayor de Navarra y se nombró a su hijo García Fernández heredero del condado. Este conde en el 981 ayudó a Almanzor para derrotar en Atienza a su hermano Galib. Almanzor después tomo Zamora y Salamanca y venció a la coalición de Ramiro III de León, Sancho Garcés II de Pamplona y García Fernández de Castilla en la batalla de Rueda y éstos perdieron numerosas fortalezas castellanas en Atienza y Sepúlveda. En una batalla inesperada cayó herido García Fernández y murió poco después en el 995. Heredó su hijo Sancho García. Dirigió una campaña con aliados contra Almanzor. Pero fueron derrotados en la batalla de Cervera que le permitió a Almanzor el saqueo de Burgos.

ALMANZOR 
Posteriormente el conde  de Castilla Sancho García  participó junto a Sánchez Garcés III de Pamplona y Alfonso V de León en la mítica batalla de Calatañazor, donde Almanzor sufrió una seria derrota. Pero eso parece ser  que es una leyenda ya que no se encuentran ni escritos ni rastros fiables del hecho. Más adelante el conde se internó en tierras musulmanas y se hizo nuevamente con Atienza llegando hasta Molina. Para seguir contando con su a poyo Sulayman y sus partidarios eslavos en el año 1010 le cedieron varias plazas, Osma, San Estaban de Gormaz, Clunia, Berlanga, Sepúlveda y Peñafiel.
Murió en el 1017.
Su hijo García Sánchez heredó el condado con sólo siete años, con regencia de su tía Urraca uy unos nobles. Sancho Garcés III de Pamplona protegió los derechos del niño, que era su cuñado. De todas formas las injerencias interesadas llevaron al niño a ser asesinado por la familia Vela. Por lo que el pamplonés dirigió los destinos de Castila y Álava como esposo de la hermana del conde asesinado y  proclamó conde de Castilla a su hijo Fernando, como heredero de su madre.
En (1029-1065) Fernando I era conde de Castilla y rey consorte de León. Se le solía designar el primer rey de Castilla, pero actualmente se considera que este reino se inicia a la muerte de este monarca. El conde Fernando de Castilla y rey I de León, dejó en herencia la división de los territorios entre sus hijos. A Sancho le correspondió el Condado de Castilla, elevado a la categoría de Reino, y las parias (tributos) del reino Taifa de Zaragoza. A su hermano Alfonso el favorito de su padre, le correspondió el Reino de León, que tenía derechos sobre las parias de Asturias, León, Astorga, y Zamora y Toledo. A su hermano García le dio Galicia, para lo que creó nuevos derechos sobre las taifas de Sevilla y Badajoz y parte de Portugal hasta Coímbra. A Urraca, de dio el señorío de Zamora, con título y rentas. A su otra hija Elvira, le dio la ciudad de Toro.
La herencia recibida trajo serios conflictos entre los hermanos. Sancho y Alfonso querían unir los reinos y acordaron repartirse Galicia. Atacaron a García y tuvo que huir del reino que fue repartido por los hermanos.
Pero Sancho era muy ambicioso y con la ayuda del famoso Cid Campeador, Sancho II de Castilla en 1072 atacó a su hermano, Alfonso VI de León y fue vencido en  Llantada, una lucha personal en el que el vencedor se quedaría con el reino del vencido. En el 1072 en la batalla de  Golpejera, en Palencia, Sancho salió victorioso y Alfonso fue  hecho prisionero. Con la intervención de la hermana de ambos, Urraca,  se le puso en libertad. Y huyó a Toledo donde reinaba su  amigo Al-Mamun.  Sancho puso sitio a Zamora, la ciudad de Urraca, pero fue engañado por un zamorano que lo separó de su guardia y le mató. Sancho no dejó descendencia. De este modo Alfonso VI se hizo con todo el territorio de su padre, gobernó como rey de León, Castilla y Galicia entre 1072-1109, manteniendo la unión de los reinos de León y Castilla efectuada por su hermano Sancho.

ALFONSO VI 

Y de este modo Alfonso VI se hizo con todo el territorio de su padre, gobernó como rey de León, Castilla y Galicia entre 1072-1109, manteniendo la unión de los reinos de León y Castilla. Aquí es donde dice la leyenda de que el Cid obligó a Alfonso VI a jurar que no había participado en la muerte de su hermano, (la jura de Santa Gadea) pero sólo es una leyenda.
 Sin embargo, siguieron existiendo dos reinos diferenciados en administración, lenguas romances y leyes.
Tras la muerte de Sancho IV de Navarra en 1076, pasaron a formar parte del reino de Castilla, entonces unido al reino de León bajo el reinado de Alfonso VI, territorios anteriormente pertenecientes al reino de Navarra: La Rioja, Álava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa; parte de estos territorios fueron recuperados por Sancho VI de Navarra en la segunda mitad del siglo XII y no retornaron a dominio castellano hasta su conquista definitiva por Alfonso VIII a finales del siglo XII.
En 1109 Alfonso VI de Castilla, ya viejo, opta al no tener varones que le suceda, casar a su hija Urraca con el famoso guerrero Alfonso I de Aragón el Batallador, (1105-1157).

miércoles, 11 de octubre de 2023

JUAN PRIM Y PRATS

 

Nació en Reus, y de joven ingresó en el ejército donde llegó a coronel. En 1841 fue diputado por Tarragona en el Partido Progresista. Sofocó a sangre y fuego la sublevación de Barcelona en 1843. Luego fue nombrado gobernador de Puerto Rico y alcanzó gran prestigio y fama por su intervención en la guerra de África. Por ello fue nombrado Jefe militar de las fuerzas españolas de la intervención militar en México juntamente con Francia y Gran Bretaña, para apoderarse de fortalezas en la costa atlántica por precaución ante las amenazas del presidente Benito Juárez. Francia anunció que establecería un imperio con el Archiduque Maximiliano de Austria, lo que hizo que España e Inglaterra se retirasen, decisión acertada de Prim, ya que se perdió la enemistad con México y su pueblo.

Podía ser progresista, sin duda, aunque ello no significaba plegarse al dios del momento, como demostró en 1842 al enemistarse con Baldomero Espartero, en principio su aliado, al favorecer este los tejidos ingleses en perjuicio del textil catalán. Se exilió a París, contactó con el círculo de María Cristina de Borbón y al año siguiente se pronunció en Reus contra el regente para inaugurar su prolongada fidelidad a la corona isabelina. Este episodio conllevó, a imitación de lo realizado por el duque de la Victoria el año anterior, la resolución de asediar y bombardear Barcelona desde Montjuic para terminar con la revuelta de la Junta Central, inmortalizada desde el anecdotario por su famosa frase "o caja o faja", caja de pino o faja de general, obtenida por sus méritos y devoción para con el poder.

JUAN PRIM Y PRATS

A lo largo del primer decenio del reinado isabelino, Prim exhibió más de siete vidas entre detenciones, posicionamientos en favor del proteccionismo y exhalaciones viajeras a medias entre encargos oficiales, como su breve y polémica capitanía general en Puerto Rico, visitas al balneario de Vichy para tratar su afección en el hígado y un incesante desfilar por el Viejo Mundo. Esta experiencia en los salones europeos le granjeó desconfianzas en el interior y fama externa, quizá culminada con su papel de observador en los instantes iniciales de la Guerra de Crimea, interrumpido ante el estallido de la 'vicalvarada' en verano de 1854, cuando regresó a España para alinearse con Espartero y O’Donnell, con quien volvería a congeniar durante el periodo de la Unión Liberal, cuando alcanzó varias cumbres antes de despeñarse al discrepar del rumbo tomado por la monarquía.

Ese lustro junto a O’Donnell le resarció hasta transformarlo en un héroe popular por sus proezas durante la guerra de Marruecos entre otoño de 1859 y la primavera de 1860. Sus intervenciones en las batallas de Tetuán y Castillejos le concedieron, además del marquesado y el rango de grande de España, la confirmación en el nombramiento para luchar en México junto a ingleses y franceses en pos de vengar la expulsión del embajador patrio y el impago de la deuda.

MONUMENTO A PRIM DERRIBADO POR LAS FAI

Fue el inspirador de la revolución de 1868 en septiembre de 1868, en Cádiz, juntamente con los generales Dulce, Serrano y Topete firma el bando de la proclama revolucionaria. El presidente del gobierno Ramón M. Narváez y su primer ministro, González Bravo abandonaron a la reina, y gran parte del ejercito desertó para pasarse al bando revolucionario. Se marca el comienzo de un periodo febril llamado el "Sexenio democrático" (1868-1874). Posteriormente se piensa en cumplir el dictado de la Constitución. El principio monárquico contemplado que excluye a los Borbones lo que implica la búsqueda de un nuevo rey. Nombrado por el regente general Serrano como Presidente del gobierno en 1869, Se dedicó a buscar un rey para España y encontró en Amadeo de Saboya la persona que sería elegido rey en el mes de noviembre de 1870. Solo puede pasar en España que sea elegido un rey por votación en un parlamento. Pero así fue. Y como siempre hasta en eso España es diferente, y el rey no tuvo apoyos de casi nadie, ni de la derecha ni de la izquierda ni de su padre. Es más, antes de ser proclamado rey, fue al velatorio de su protector asesinado.

España tiene demasiada desidia con su pasado. Juan Prim podría ser uno de sus ejemplos supremos, y tampoco es necesario ir a nuestro tiempo para corroborarlo. En 1936, la FAI (Anarquistas del siglo XX), eliminó su estatua ecuestre del Parque de la Ciudadela de Barcelona, antaño fortaleza de oprobio, cedida a la Ciudad Condal por el general más joven de Europa después de Napoleón, en 1868, tras la Gloriosa. La removieron desde el odio a cualquier signo de poder, sin considerar cómo el conde de Reus propició con su trayectoria el camino hacia un país más moderno, despojado pese a todas sus limitaciones de lastres anclados en el Antiguo Régimen.

El asesinato de Prim sigue siendo un enigma, por esclarecer no los hechos en si mismo, sino la autoría, la orden de asesinarlo. En la calle del Turco, hoy Marqués de Cubas, en su honor, le dispararon desde cerca dos grupos de hombres. El cochero pudo salir a toda prisa y llevarlo hasta su casa.

AMADEO DE SABOYA ASISTE AL VELATORIO DE PRIM

Cuando llegó a su dormitorio, Prim había perdido mucha sangre. Se le aplicaron las primeras curas y el general solo pudo decir: “Veo la muerte...”. Luego, al ser preguntado por los ejecutores desatentado, añadió: “No lo sé, pero no me matan los republicanos”.

Un cuarto de hora más tarde llegaron Serrano y el almirante Topete. Agonizando, Prim solicitó del primero que encargara a Topete la presidencia interina del gobierno hasta la llegada del rey. Para tranquilizar a la población, rogó que se expidiera un primer parte que solo mencionase que había resultado herido. Los daños eran mayores de lo que se había supuesto. Dos días después, el general murió. Se especula que ya estaba muerto y no quisieron dar la noticia al pueblo por oscuros intereses. Queda la duda.  La pregunta saltó a la calle: ¿quiénes habían sido los asesinos?  Por una parte, los republicanos; por otra, los oscuros manejos de Montpensier o, por qué no, los de algún partidario del joven príncipe Alfonso, contrariado por la posibilidad de ver en el trono de España a un monarca de una dinastía que no fuera la Borbón.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...