Según Fernando García de Cortázar
(jesuita e historiador, Premio Nacional de Historia), el cardenal Cisneros es
el más grande de los estadistas que ha tenido España en su historia. Es
comparado en el mundo de los historiadores, sobre todo franceses, con Richelieu
o con Mazarino. También el afamando Joseph Pérez historiador e hispanista
francés opina igual.
En 1492, cuando Isabel y Fernando
rinden el reino nazarí de Granada, significa el final definitivo del Islam en
España. Fray Hernando de Talavera, confesor de Isabel, obispo de Ávila (1485)
fue nombrado arzobispo de Granada con objeto de cristianizar a sus moradores.
Pero el todopoderoso cardenal Mendoza le sugiere a la reina a un fraile
franciscano como el mejor sustituto para ser su
nuevo confesor, Francisco Jiménez de Cisneros de unos cincuenta años por
entonces.
EL CARDENAL CISNEROS EN LA CONQUISTA DE ORÁN
Había nacido en Torrelaguna hacia 1436 hijo de una modesta familia de
comerciantes con algún antecedente de hidalguía. Estudió con un tío el latín,
gramática en Alcalá y Teología, Filosofía y Derecho en Salamanca, sin pasar del
título de bachiller. También se sabe que estuvo en Roma, (“Roma veduta, fe
perduta” “Roma vista, fe perdida” rezaba un dicho), allí se pasó unos nueve
años. Allí fue ordenado sacerdote y consiguió de Pablo II una “Bula de
expectativa”, que era una posibilidad de quedarse en la diócesis de Toledo
cuando hubiera vacante. Fue en Roma donde conoció la forma de funcionar la
iglesia de aquellos tiempos. Trabajó como abogado de la Curia, por lo que
aprendió los manejos que existían, cosa que en el futuro supo aprovechar. De
vuelta a España sustituyó al arcipreste de Uceda, lo que le enfrentó al
poderoso Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo y cardenal, que había sido
protector de Isabel en su derecho al trono, y luego al no sentirse suficientemente
recompensado, fue enemigo en la guerra de Sucesión Castellana, poniéndose de
parte del rey portugués, y su esposa, Juana la Beltraneja. Carrillo, con malas
artes consiguió la prisión para Cisneros. Estuvo dos años en el castillo de
Uceda y otros cuatro en el de Torremocha, en
Santorcaz, una durísima prisión para clérigos. Lo cierto es que el
encierro formó su carácter duro y resistente a las adversidades. Librado
gracias a una condesa fue a Sigüenza en busca del cardenal Mendoza, el más
enconado rival de Carrillo. Éste a poco le convirtió en vicario general de la
Diócesis. Pero por alguna secreta razón abandonó su cómoda situación y profesó
como fraile franciscano en la más riguroso de sus ramas, la de “observantes”, enemiga
declarada de la relajación con la que los “conventuales” vivían en los
monasterios. Cisneros era un admirador del dominico Savonarola, un crítico con
el trabajo de la iglesias. Despreciaba el lujo y la corrupción. Hablaba sobre
la pobreza, la sobriedad y el carácter fuerte que los verdaderos creyentes
deben tener y atacó al papa Inocencio VIII como "el más vergonzoso de toda
la historia, con el mayor número de pecados, reencarnación del mismísimo
diablo”.
Cisneros cambió su nombre por el de
Francisco, creador de la orden, y emprendió una dura vida de austeridad. Y es
aquí cuando, como dijimos, Mendoza lo presenta a la reina como sucesor de
Talavera en su puesto de confesor real. Cisneros solo pide como condición no
tener que morar en la Corte, sino continuar en su trabajo de ir de acá para
allá, a lomos de un burro y acompañado por un joven fraile que pedía limosna
para comer ambos allá por donde pasaban. La reina Isabel acepta esas
condiciones.
Toledo, 1495, muere el cardenal
Mendoza, llamado “el tercer rey”. El puesto del fallecido es disputado entre
otros por el rey Fernando para su hijo natural Alfonso. Es elegido Cisneros
como arzobispo de Toledo, cosa que a Fernando disgustó sobremanera, es un gran
político, brillante militar, un hombre del renacimiento y que por encima de
todo está el poder. Y se lleva muy mal con Cisneros. Pero sabe que es un hombre
profundamente honesto y un personaje de mucha categoría en el que podía
confiar. Isabel pide al papa que sea Cisneros el sustituto de Mendoza. El arzobispado de Toledo era el más
importante de España. De él depende no solo la catedral y muchos
arciprestazgos, también vicarías, capellanías fortalezas y territorios hasta
Andalucía, con sus miles de habitantes, con poderes administrativos, judiciales
y militares y a cuyo trabajo Cisneros se aplicó fervientemente. Todo esto hace
que las rentas del primado de España sean muy considerables. Cisneros sabedor de los recelos de
aquellas gentes acostumbradas a hacer y deshacer a voluntad reinos y banderías,
por lo que la consagración no se hizo en Toledo, donde tardó dos años en
entrar.
Todas lasEl arzobispado de Toledo era el más
importante de España. De él depende no solo la catedral y muchos
arciprestazgos, también vicarías, capellanías fortalezas y territorios hasta
Andalucía, con sus miles de habitantes, con poderes administrativos, judiciales
y militares y a cuyo trabajo Cisneros se aplicó fervientemente. Todo esto hace
que las rentas del primado de España sean muy considerableCisneros sabedor de los recelos de
aquellas gentes acostumbradas a hacer y deshacer a voluntad reinos y banderías,
por lo que la consagración no se hizo en Toledo, donde tardó dos años en
entrar.
Inició una serie de reformas
tendentes a la limpieza de la actitud sacerdotal. Era muy austero en su vida
privada, comía poco, leía y no perdía el tiempo en banalidades.
Tenía en su pensamiento dos obras
muy importantes que acometer. La creación de una Universidad en Alcalá, a
partir de “Studium Generale”, donde él estudió, y que contase con los mejores
humanistas, y la elaboración de una Biblia políglota, que reuniera las
versiones hebrea, aramea, griega y latina del texto sagrado. Ambos proyectos no
son ajenos a Isabel, ya que ambos deseaban una difusión culta y verdadera de la
religión católica, dado los ataques y peligros que venían del judaísmo y del
luteranismo.
La idea de que la Biblia esté
escrita en los principales idiomas cultos de la época, se trata de un trabajo y
una idea revolucionaria. Se adelantó al reformismo de Lutero y a las posturas
de Erasmo de Rotterdam. Veinte años antes que Lutero ya había iniciado las
reformas en la iglesia. Buscaba una gran reforma religiosa en la que desterrar
los malos hábitos del clero.
El gran error que hoy vemos en las
decisiones de Cisneros fue la quema en la plaza de la Rambla de Granada, en el
1500, de muchos libros de árabes, Corán incluido, salvando los de filosofía y
ciencia para su universidad. Esto provoca un amotinamiento en el que hasta
peligra su vida. El rey Fernando tomó la decisión de la “Conversión Forzosa”
para terminar con el problema, refugiándose muchos musulmanes en las
Alpujarras.
Pero prosiguió Cisneros con sus
trabajos, fundará doce colegios entre ellos el de San Ildefonso. Creó silos
para graneros, hospitales y actuaciones de mejoras. Por la Universidad de Alcalá creada pasarían
grandes maestros como Antonio de Nebrija, Santo Tomás de Villanueva, Ignacio de
Loyola, Francisco Vallés de Covarrubias, Antonio Pérez, San Juan de la Cruz,
Mateo Alemán, Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Villegas, Pedro Calderón de
la Barca, Melchor Gaspar de Jovellanos, Andrés Manuel del Río, etc.
En 1504 muere la reina Isabel. Los
herederos posibles habían fallecido y solo quedaba Juana, casada con Felipe el
hermoso, hijo del emperador Maximiliano de Habsburgo. Juana, igual que a su
abuela materna presenta síntomas de enfermedad mental. Juana no quería
gobernar. Por lo demás Castilla no era un reino cualquiera, pensemos que era de
los mayores de Europa y si contamos con el continente americano, el trabajo era
ímprobo, un Imperio. Isabel deja un testamento donde se dice claramente que
Juana es la heredera, siendo Felipe solamente su esposo, y además agregó un
codicilo a su testamento en el que por ausencia de Juana ponía a Fernando al
frente de la corona de Castilla, reiterando las peticiones que dos años antes
había hecho en las Cortes. Esto a la espera de que su nieto Carlos, fuera mayor
de veinte años y se coronara. Fernando es regente de la corona.
Pero muchos nobles castellanos,
enemigos de Fernando, por las muchas reformas, suspensión de prebendas y
expropiaciones de fortalezas, etc. que habían hecho Isabel y Fernando, vieron
la oportunidad de ponerse de parte de Felipe y tomarse la revancha del “viejo
aragonés”. Fernando abandonado por la nobleza castellana, acosado en Nápoles
por los franceses, enfrentado al emperador Habsburgo, al rey de Aragón se le
cerraban todas las salidas. Pero todo cambió. Fernando se alió con su acérrimo
enemigo, Luis XII de Francia, y se casó por poderes con la sobrina de éste,
Germana de Foix, de apenas 17 años, en octubre de 1505.
Pero Felipe dice que Juana está
cuerda para gobernar y que él mismo asumiría la regencia. Pero Felipe I de España
muere en septiembre de 1506. La
desaparición de Felipe permitía a Fernando volver a ocupar el poder en
Castilla, en nombre de su hija Juana y de su nieto, el futuro emperador Carlos
V, por entonces un niño de seis años. Cisneros es de nuevo elegido para ser
regente de la corona, en colaboración con un Consejo del Reino. Fernando marcha
a Aragón y luego a Italia.
Mientras en Castilla siguen las
disputas entre los partidarios de Fernando y los todavía partidarios de Felipe.
Etapa complicada para Cisneros.
En 1507 Fernando vuelve de Italia. Tras
desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas. Por entonces su
hija Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba
embarazada, daba ya muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir
diariamente el féretro que contenía el cadáver. Comunicó su intención de
trasladar los restos de Felipe a
Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península.
La reina ordenó que se abriera el ataúd obligando a todos los presentes a que
contemplasen al yacente, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de
Anglería, testigo presencial de la dramática escena. En Tórtoles de Esgueva, un
pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el
Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por
el carro con el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de
Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no
vaciló e hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente
vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió
siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda
vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como
Canciller Mayor de Castilla.
En 1507 Cisneros también fue
nombrado Inquisidor general de Castilla. Desempeñando Cisneros un papel
importante en la conquista de Orán, al igual que en los tiempos de Isabel la
Católica había participado de manera activa en la conquista de Granada. Organiza
eclesiásticamente los territorios conquistados y dio nombre a Villa Cisneros.
Pese a su rango de cardenal, no participó en el cónclave de 1513 en el que fue
elegido León X.
No fue un Inquisidor fanático.
Invitó a Erasmo para debatir sobre su
obra de la Biblia. Ya no es el Cisneros intolerante de Granada. Salvó a la
Beata de Piedrahita, fue una mística y religiosa española de gran influencia,
seguidora de Savoranola, aseguraba haber tenido apariciones de la virgen y pese
a no tener formación académica, se la consideraba al mismo nivel que los más
reputados teólogos de la época. Cuando es procesada por un tribunal
eclesiástico el nuncio del Papa y el cardenal Cisneros testimonian en su favor
y es absuelta.
En los primeros meses de 1508 se
abrirá las puertas de su Universidad.
En 1509 se inicia la conquista de
Orán con la voluntad de Cisneros, y su financiación y la aprobación de
Fernando. A la hora de idear un asalto a Orán, Cisneros quiso que la campaña
fuese calculada en todos sus aspectos: geográficos, económicos, militares y
religiosos. Sin embargo, la expedición se preparó con una celeridad inusitada y
zarpó la armada desde Cartagena hacia Orán. Se produjo el asalto, acaso con
complicidad de los moradores.
Pero la idea de Cisneros era muy
ambiciosa. Ansiaba hacerse con el control geopolítico de todo el norte de
África hasta Egipto, establecer allí una especie de protectorado y recuperar los Santos Lugares. Para Cisneros
y muchos otros, la África del norte había sido romana y cristiana, la patria de
San Agustín, de ahí que una vez terminada la Reconquista en la Península, debía
proseguir en África, rechazar a los moros y proseguí hacia Egipto. El arzobispo
regresó de prisa: tenía que asegurar el sustento militar y económico de la
plaza, organizar su vida municipal y configurar su ordenamiento religioso
dentro de la Iglesia de Toledo, que tendría allí una de sus colegiatas. No
obstante regresa con un botín, camellos obras de arte y libros, incluso el Corán, lo que
indica que ya no es aquel Cisneros de veinte años atrás.
El rey, el “viejo aragonés”, se
moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a
toda costa. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a
favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la
regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro
Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de
Aragón (hijo de Aldonza y nacido antes de su matrimonio con Isabel) regente de
los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla.
Falleció el gran rey Fernando el
católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea
extremeña, Madrigalejo.
Muerto Fernando se encargó
Cisneros, por decisión testamentaria de la Regencia del Reino.
Estaba entonces el Cardenal,
cercano a los 80 años, pero conservaba toda su fuerza moral, mantenía su
físico. Cuando le preguntó el Duque del Infantado, en nombre de toda una
detestable, intrigante, egoísta y entonces hasta cruel y desalmada aristocracia,
cuáles eran sus poderes para ejercer el mando, abriendo un balcón desde el que
se podía ver un ejército formado en línea de ataque, les contestó: “Estos,
estos son mis poderes”…
El viejo cardenal estaba presto a
encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla. La comitiva
real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros
salió a su encuentro. Guillermo de Croy, lugarteniente de Carlos, no confiaba
en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos
tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero
Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos,
donde falleció el 8 de noviembre de 1517.