lunes, 31 de marzo de 2025

PAZ DE WESTFALIA - INICIO DE LA DECADENCIA ESPAÑOLA

Firmada el 24 de octubre de 1648, fue un acuerdo europeo que puso fin a la guerra de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. Francia fue la gran beneficiada de la Paz de Westfalia. Participaron el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Fernando III de Habsburgo, la Monarquía Hispánica de Felipe IV, (su valido era Luis Méndez de Haro)  los reinos de Francia y Suecia, las Provincias Unidas (Países Bajos/Holanda) y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico. El cardenal Mazarino, ministro principal de Francia desde 1648 supo sacar partido en las negociaciones.

Ratificación del Tratado de Münster
Por un lado, se reducía el poder de su gran adversario continental, el Imperio español, y por otro se expandía hacia el este con el reconocimiento de la anexión de unas cuantas ciudades del Imperio que pasaron a Francia. Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra hispano-francesa. Una vez finalizada la guerra franco-española (1635-1659) se llegó a la paz con la firma la “Paz de los Pirineos (1659). Francia se convirtió en la potencia hegemónica de Europa.
Westfalia inició un nuevo orden en Europa central basado en el concepto de soberanía nacional, con lo que se estableció el principio de que la integridad territorial es el fundamento de la existencia de los estados, acabando para siempre con el concepto feudal en el que los territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario. Realmente nació el concepto de Estado Nacional.
El Tratado de Westfalia, firmado en 1648, marcó un punto de inflexión en la historia de Europa. Este conjunto de acuerdos puso fin a dos de los conflictos más devastadores del continente: la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648). Pero más allá de cerrar estas guerras, Westfalia representó un cambio estructural en la política internacional, dando lugar a un nuevo orden basado en la soberanía de los estados, debilitando la influencia de la Iglesia y estableciendo las bases de un nuevo sistema  político internacional moderno.

Fernando III  

Para España, que había sido la potencia dominante durante más de un siglo gracias a la expansión de los Habsburgo y su control sobre vastos territorios en Europa y América, este tratado significó el principio del fin de su hegemonía. A partir de este momento, la Monarquía Hispánica entró en un periodo de declive progresivo, cediendo terreno a otras potencias emergentes como Francia, Suecia y las Provincias Unidas
Durante los siglos XVI y XVII, España fue la mayor potencia de Europa y del mundo. La Monarquía Hispánica, bajo los reinados de Carlos I y Felipe II, había alcanzado una extensión territorial sin precedentes, incluyendo:
La península ibérica y sus colonias en América
Los Países Bajos y Flandes
El Franco Condado
Portugal y su imperio ultramarino (1580-1640)
Los territorios patrimoniales de los Habsburgo en Austria y el Sacro Imperio Romano Germánico.
España mantenía su poder gracias a su superioridad militar, representada por los tercios españoles, y su enorme riqueza proveniente de América, sustentada en la explotación de minas de oro y plata en el Nuevo Mundo.
Sin embargo, esta supremacía tenía sus límites. El costo de las constantes guerras, las crisis internas y la creciente resistencia de otras potencias europeas empezaron a debilitar la estructura del Imperio.

Cardenal Mazarino 

Los conflictos que llevaron al declive español
1. Uno de los primeros signos del desgaste español fue la rebelión de las Provincias Unidas contra Felipe II en 1568, que inició la Guerra de los Ochenta Años, (1568-1648) y la independencia de los Países Bajos.
Los holandeses, liderados por Guillermo de Orange, se enfrentaron a la Monarquía Hispánica con el respaldo de potencias protestantes como Inglaterra y Francia. La guerra no solo drenó recursos militares y económicos de España, sino que también demostró la incapacidad de los Habsburgo para controlar sus extensos dominios.
El Tratado de Münster (1648), una parte de la Paz de Westfalia, significó el reconocimiento oficial de la independencia de las Provincias Unidas, un golpe simbólico y estratégico para España, que perdía definitivamente un territorio clave en el comercio y la política europea.
2. Acaba con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648): España contra Europa. La Guerra de los Treinta Años comenzó como un conflicto religioso entre católicos y protestantes en el Sacro Imperio Romano Germánico, pero pronto se transformó en una guerra de equilibrio de poder en la que Francia, Suecia y otras potencias europeas buscaron debilitar la influencia de los Habsburgo.
España participó activamente en el conflicto en defensa del catolicismo y del emperador Fernando II, pero se vio sobrepasada por el desgaste financiero y militar.
Uno de los puntos de inflexión ocurrió en 1643 con la batalla de Rocroi, donde el ejército español fue derrotado por las fuerzas francesas. Esta derrota simbolizó el fin de la invencibilidad de los tercios españoles y dejó claro que el poder militar de España ya no era el mismo que en el siglo anterior.

Felipe IV  

3. Las rebeliones internas en España: Cataluña y Portugal
El desgaste de las guerras en Europa debilitó la autoridad de la Monarquía Hispánica, lo que aprovechando la situación se produjeron los estallidos de sublevaciones en sus territorios.
En 1640, Portugal se rebeló y logró su independencia en 1668.
En Cataluña, el conflicto con la nobleza local derivó en la Guerra de los Segadores (1640-1659), que debilitó aún más a la monarquía.
4. El Tratado de Westfalia, firmado el 24 de octubre de 1648 en Münster y Osnabrück, tuvo efectos devastadores para España:
Reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas: España perdía un territorio clave para el comercio y la estrategia militar.
5. Reducción de la influencia en el Sacro Imperio: Francia y Suecia se consolidaron como las potencias dominantes en Alemania, limitando la capacidad de España para intervenir en la región.
6. Aislamiento diplomático: La monarquía hispánica quedó debilitada y sin aliados fuertes.
7. Crisis económica y militar: La guerra había consumido enormes recursos, dejando al imperio en una profunda crisis.
En términos estratégicos, el tratado simbolizó el fin del dominio español en Europa y el ascenso de Francia como la nueva gran potencia.
El nuevo orden internacional: el fin del Imperio universal
Uno de los cambios más importantes tras Westfalia fue el nacimiento de un nuevo modelo de relaciones internacionales basado en tres principios fundamentales:
Soberanía de los Estados: Se reconoció el derecho de cada nación a gobernarse sin interferencias externas, sentando las bases del sistema de estados-nación moderno.
Equilibrio de poder: Francia, Suecia y otras potencias establecieron un sistema en el que ningún país debía dominar sobre los demás, evitando el resurgimiento de una monarquía universal como la de los Habsburgo.
Declive de la autoridad papal y del Sacro Imperio: Se fortaleció la independencia política de los estados frente a la Iglesia y se confirmó el debilitamiento del poder imperial en Alemania.
Estos principios aún rigen la política internacional actual, marcando el fin del ideal de un imperio cristiano unificado y el comienzo de un sistema de diplomacia entre estados soberanos.
El Tratado de Westfalia no solo puso fin a dos guerras devastadoras, sino que también reconfiguró el mapa político de Europa, sellando la caída de España como primera potencia mundial y dando inicio a la hegemonía francesa.
Lo que siguió fueron décadas de conflictos en los que España intentó recuperar su influencia, pero el declive era irreversible. A lo largo del siglo XVIII, la Monarquía Hispánica se vio superada por otras potencias y su rol en Europa quedó reducido.
Westfalia marcó el fin de una era y el nacimiento del mundo moderno, donde los estados y no los imperios universales serían los protagonistas del escenario global.

Luis XIII 

Además con la rebelión catalana se proclamó al rey francés Luis XIII como Conde de Barcelona, título que hereda su hijo Luis XIV, volviendo el título a la Corona de España con el Tratado de los Pirineos en 1659, en la que España pierde para siempre “El Rosellón”. Asimismo durante este periodo los catalanes son relegados ocupando los franceses  los cargos públicos de importancia y el comercio. Lo que provocaría más adelante que el pueblo catalán rechazara a Felipe V,  el Borbón que sucede a Carlos II, y desde 1701 hasta 1714 se desarrolla la guerra en Cataluña y en el resto de España termina un año antes con el Tratado de Utrech, donde se pierde para siempre el peñón de Gibraltar.
 

sábado, 29 de marzo de 2025

LA BATALLA DE AYACUCHO

Mentira y verdad. Ayacucho puso fin al Virreinato del Perú y destituyó a su último virrey. Con esta batalla del 9 de diciembre de 1824, prácticamente termina el periodo de emancipaciones de la América del Sur.
El escritor peruano Herbert Ore, indica que Inglaterra tras la pérdida de las 13 colonias de Norteamérica, que se habían independizado (EE. UU) necesitaba nuevos mercados. América del sur estaba en manos de los españoles y el comercio que realizaban con los criollos (la burguesía de hijos de españoles) se limitaba al contrabando. 


Por ello la Logia de Inglaterra, la más grande del mundo en ese momento, ideó un plan para independizar la mayoría de las colonias españolas en América. Para ello formó Logias en toda América, como la Logia Lautaro. Éstas Logias eran Operativas, es decir, tenían una meta específica, en éste caso la independencia de las colonias españolas, una vez logrado el objetivo las Logias se disolvían. Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Sucre (Venezuela), O´Higgins (Chile), José de San Martín, Manuel Belgrano, Alvear, Monteagudo (Argentina) eran Masones. Una vez lograda las distintas independencias, Inglaterra fue el primer país en reconocerlas, así enviaba un embajador y entablaba relaciones comerciales y diplomáticas bilaterales. Herbert termina su relato dejando claro que no fue casual el abrazo masónico de Simón Bolívar y San Martín en Guayaquil.
Pero yendo un poco antes hay que saber que hubo un plan perfectamente diseñado en Inglaterra. Se conoce al plan elaborado por el general escocés Thomas Maitland, al cual él había llamado originalmente "Plan para capturar Buenos Aires, Chile y Perú" Los puntos principales de este plan consistían en: Ganar el control de Buenos Aires. Tomar posiciones en Mendoza. Coordinar las acciones con un ejército separatista en Chile. Cruzar los Andes. Derrotar al ejército realista y controlar Chile. Continuar por mar y someter Perú.
El plan de 1804 elaborado por el general escocés Thomas Maitland constituía un proyecto británico para separar las provincias sudamericanas de la Corona hispánica y poder someterlas a su propia esfera de influencia económica. A grandes rasgos, los pasos de este plan consistían en enviar una fuerza al virreinato del Río de la Plata con el objetivo de tomar Buenos Aires, para luego avanzar al interior hacia Mendoza (borde oriental de la cordillera de los Andes), cruzar la cordillera y liberar Chile, aprovechando la alianza de las tribus indígenas presuntamente hostiles al Rey situadas al sur del río Bío-Bío (esta parte del plan fracasó, pues los araucanos del sur chileno se mostraron leales a España, liderados por los patriotas Pincheira). En Chile se cortarían los abastecimientos de trigo al Perú para debilitarlo por hambre, para finalmente enviar una flota que llevaría estas fuerzas desde la Capitanía General hacia el Perú y Quito para separarlas del imperio. Este plan fracasó en las invasiones inglesas al Río de la Plata de 1806 y 1807. Sin embargo, el historiador Rodolfo Terragno en su obra “Maitland y San Martín” editado por la Universidad Nacional de Quilmes, (Argentina), plantea la posibilidad de que exista una vinculación entre el libertador y el mencionado proyecto, del que habría tomado conocimiento durante su estadía en Inglaterra, desde donde se dirigió al Río de la Plata en la fragata Canning. De esta manera, los británicos lograron a través de los generales emancipadores lo que no pudieron conseguir a través de la conquista militar y política.
Junto con esta afirmación, Terragno aclara que el gran mérito de San Martín fue el haber ejecutado dicho plan.

Rey Fernando VII
Mientras tanto en España el rey Fernando VII regresa de su retención por Napoleón, tras la victoria de la Guerra de Independencia española en 1814, y aunque al principio deroga todas las medidas liberales, entre 1820 y 1823 existe un periodo liberal en que el rey acata la Constitución de Cádiz, pero en 1823 se inicia la restauración del absolutismo durante diez años de venganzas. Decretó la abolición de todo lo aprobado en el Trienio Liberal incluyendo los nombramiento de jefes militares que comandaban los ejércitos de América lo que provocó una ola de insubordinación e insurrecciones.
Ya no se envió ninguna expedición militar a Sudamérica y por lo tanto el colapso era inevitable. Los mandos españoles se encontraron relegados por el rey y el desgobierno y entre ellos mismos tenían fuertes disputas por sus ideas, unos liberales y otros absolutistas.
La batalla de Ayacucho puso fin al Virreinato del Perú y destituyó a su último virrey el general José de la Serna e Hinojosa, Conde de los Andes.
La batalla se libra el 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho, (Perú), y fue favorable al ejército rebelde frente al ejército realista español.
La capitulación ha sido llamada por el historiador español Juan Carlos Losada como "la traición de Ayacucho" y en su obra Batallas decisivas de la Historia de España (Ed. Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la batalla estaba pactado de antemano. El historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, solo podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos”. Batalla tenía que haber. Una capitulación sin batalla se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes españoles, de ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros líderes militares independentistas, no compartían las ideas del rey español Fernando VII, un monarca firme sostenedor del absolutismo.
El ejército realista venía siguiendo desde hacía muchos días al de Sucre y en Ayacucho por fin se encontraron. Ambos estaban agotados y con falta de víveres, lo que pudo desencadenar los hechos porque veían que se quedaban sin alimentos. El ejército realista estaba compuesto de muchos campesinos y prisioneros capturados anteriormente que si bien aumentaban el número no así su lealtad, cansados y hartos del sacrificio.
Las tropas rebeldes derrotaron al ejército realista y su jefe, el virrey del Perú José de la Serna fue capturado.
El gobierno de Simón Bolívar en el Perú (1824-1826) no fue bien visto ni por las elites políticas recién conformadas, ni por la antigua elite criolla, quienes vieron en el libertador a un dictador y usurpador “napoleónico” que quiso establecer un gobierno absoluto basado sólo en su figura.
Pero por entonces en la península los hechos eran  muy difíciles.  Aparte de la influencia revolucionaria y libertaria de la revolución francesa, topamos con el poderoso Napoleón, que por causa del “Pacto de Familia” con el rey francés Luis XVI nos vimos obligados a entrar con la Armada en la Batalla de Trafalgar en 1805, de trágico recuerdo, donde se perdió una cierta hegemonía naval que se gozaba hasta entonces .
Luego se sufrió la invasión de sus tropas y comienza la Guerra de Independencia que comenzó en 1808 y terminó en 1814. El corso colocó a su hermano José en el trono de España, y al terminar la guerra en1814,volvió el peor rey que tuvo el país en todo su historia, Fernando VII.
Es entonces cuando España pierde sus territorios de ultramar, la España americana. Un proceso que comenzó en Buenos Aires en 1810 y terminó en el Alto Perú, (hoy Bolivia), en 1825. Salvo el Virreinato de Nueva España donde la independencia de México se obtuvo de forma pacífica con el Plan de Iguala en 1821.

Capitulación
Los que propugnaban por la independencia de los territorios sobre la monarquía española lo lideraban los criollos, la rica burguesía originaria de españoles, hijos y nietos de españoles nacidos en suelo americano. Bebían de las ideal liberales difundidas por la masonería y los británicos, siempre deseosos de expulsar a España de aquellas tierras americanas para poder comerciar directamente con esa clase criolla.
En la península los masones se aliaron con el bando liberal y a nivel internacional era clara su vinculación con los intereses del Reino Unido.
En América el bando realista, su ejército se alineaban además de la oficialidad y militares enviados desde la península, gente del pueblo, incluso indígenas, campesinos, mulatos, etc. que se sentían más protegidos por la monarquía que con los caudillos criollos, que por lo general eran los terratenientes, comerciantes y exportadores, la clase que manejaba la economía y dominaba la producción y su industria y desarrollo.
Realmente las sucesivas batallas entre realistas y libertadores eran un enfrentamiento entre absolutistas y liberales, monárquicos y republicanos pero por encima de todo una inmensa Guerra Civil entre americanos.
En este contexto se desarrollaron unas cuantas batallas, pero la batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas y significó el final definitivo del dominio administrativo español en América del sur.
El Virreinato de Perú ganó su independencia el 9 de diciembre del año 1824 a través de la Batalla de Ayacucho. En este conflicto el país Ibérico fue derrotado gracias al debilitamiento previo de Fernando VII por las insurrecciones producidas en el país.
El pronunciamiento del coronel Riego y otros el 1 de enero de 1820 en Cádiz hizo que los 20.000 hombres que esperaban para embarcarse y partir hacia América con el fin de ayudar en la lucha y sofocar el movimiento independentista no partieran y obedecieran a Riego en su desobediencia al rey. Por entonces  ya no quedaban los virreinatos del Río de la Plata y de Nueva Granada, pero quedaba el Virreinato del Perú, seguramente el más rico.
La guerra por el Perú se inició en 1820 con Simón Bolívar atacando por el norte y San Martín por el sur. Pero los ejércitos realistas supieron contener esos ataques, provocando derrotas a los independentistas en varias batallas. El virrey era José de la Serna, un héroe de la Guerra de Independencia en España, de ideas liberales, pero fiel al rey. Los refuerzos esperados nunca llegaron, consiguió retrasar la independencia tres años más. A principios de 1824 las fuerzas de José de la Serna se dividieron a causa de una rebelión encabezada por el general Pedro Olañeta, que generó en batallas mermando las fuerzas, cosa que aprovechó Bolívar para llevar sus tropas a las puertas de Cuzco en el mes de octubre, dejando al mando del final de la campaña a su lugarteniente José de Sucre.
En realidad el traidor de Olañeta había negociado con Bolívar y con San Martín, y se refugió en el alto Perú dejando a De la Serna solo frente al ejército independentista. La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua o Ayacucho. El ejército realista comandado por de la Serna contaba con unos 8.000 hombres de los cuales un 90% eran  americanos que deseaban un autogobierno sin romper con la metrópoli y el 10% restante eran militares nacidos en la Península Ibérica.
Por su parte el ejército de Sucre lo componían entre 7.000 u 8.000 hombres, todos americanos y un contingente de militares mercenarios ingleses. Dado que había familiares en ambos bandos provocó la curiosa circunstancia que muchos de ellos se abrazaran antes de entrar en combate.

Antonio José de Sucre
Los realistas ocupaban una zona elevada per no pudieron resistir mucho por la falta de víveres. Por lo cual ante una embestida enemiga, un flanco realista bojó atropelladamente por la colina y sin duda ahí se decidió la batalla, aunque los realistas tenían muy difícil ganar dada la traición de Olañeta. Los oficiales al frente de los realistas contenían el ataque y hasta pasaron a la ofensiva. El Virrey se lanzó al ataque en persona y cayó herido y fue capturado. Sus hombres fueron capturados y los jinetes huyeron. Poco después se firmó la rendición. El ejército Real del Perú renunciaba a seguir combatiendo y se le permitía el licenciamiento o el regreso a España. Los rebeldes aceptaban que puerto Callao siguiera en poder español. La batalla costó la vida a unos 2.100 hombres de los cuales 1.800 eran del ejército realista.
Al año siguiente Olañeta refugiado con sus fuerzas en el Alto Perú fue derrotado y muerto por Sucre.
Honrosa y heroica fue la defensa de la última guarnición española en el puerto del Callao, a 15  kilómetros de Lima. Hasta el 23 de enero de 1826 resistieron los españoles del brigadier José Ramón Rodil. Diez meses en la fortaleza Real Felipe, sabiendo que no llegarían refuerzos y hasta agotar los víveres y las municiones frente a una fuerzas muy superiores. Recibieron unas 20.000 balas de cañón. Cuando tras la rendición se iba a fusilar a Rodil y sus supervivientes, unos 400 hombres de los 2.800 que habían integrado la plaza, Bolívar dio la orden de no ejecutarlos ya que “El heroísmo no es digno de castigo”.
Ese día se arrió la última bandera española en tierra firme americana. Del glorioso Imperio solo quedaban las islas de Cuba y Puerto Rico en América.
A su regreso a España los supervivientes de Ayacucho y Callao tuvieron que aguantar las maledicencias de algunos que pensaban en un supuesto acuerdo masónico contra el rey Fernando VII.

Virrey de la Serna 
Los muertos en combate, las heridas del Virrey de la Serna  y el heroísmo de los supervivientes del Callao son pruebas más que suficientes para acallar esa teoría de la conspiración. Más bien habría que preguntar que hicieron en la Metrópoli por ayudar a aquellos hombres que defendían la causa del rey.
El gobernador del campo de Gibraltar les preguntó con mala intención “Señores, ¿Con que aquello se perdió masónicamente?” . A lo que el brigadier Francisco de Mendizábal respondió lacónicamente “Señor, aquello se perdió como se pierden las batallas”.
El rey recompensó a de la Serna con el título de Conde de los Andes y a Rodil con el de Marqués de Rodil.
Ellos y otros generales y oficiales veteranos desempeñarían puestos de importancia en la España Liberal una vez muerto el rey Fernando VII.

viernes, 28 de marzo de 2025

POR QUE SE CONSTRUYERON CATEDRALES

Romanos, cartagineses y visigodos trajeron a España los orígenes de una organización social y religiosa de la que ha derivado en la sociedad que conocemos.
Y estas sociedades se originó en torno a los castillos y a los monasterios (elementales aún), pero esas construcciones fueron convirtiéndose en símbolos de los poderes que representaban: el terrenal y el religioso. A medida que los obispos fueron adquiriendo poder y ganando terreno a los abades y priores de conventos y monasterios, y los pueblos, burgos y ciudades fueron adquiriendo más tamaño, poder e influencia en lo económico, social y religioso, la necesidad de una sede, o cátedra episcopal, comenzó a ser un problema para la iglesia. Infinidad de factores, dieron paso a la concentración social y religiosa que se prolongaría durante siglos en torno a la construcción de las catedrales. Imponentes obras de arte y gran evidencia de la religiosidad de los pueblos que las edificaron. Ellas son testigos fundamentales de la evolución social cultural y artística de la cultura europea.

Catedral Nueva de  Salamanca
Por la necesidad sencilla de poder cobijar a la mayor cantidad de personas deseosas de entrar en una catedral, cosa que con la arquitectura románica no era posible, podemos decir que la solución provino con el gótico. Fue la respuesta a los siglos de solución de un problema arquitectónico, las dimensiones, la luz necesaria, la amplitud de los espacios y exponer claramente el poder, y el adelanto de esa ciudad frente a otras. También vino a olvidarnos del oscurantismo, de carencia de iniciativas culturales. Pero además sirvió como una muestra de supremacía tecnológica. Las catedrales góticas no sólo fueron pagadas por el pueblo, sino por la nobleza y la realeza. La construcción de una catedral implicaba crear un símbolo, una especie de punto de unión en una época en que no existía el concepto de patria e incluso de nación, sino solo de fidelidad al señor natural. 

Catedral de Sevilla
Y no olvidemos la religiosidad de la sociedad de la época. Hoy día, bajo un laicismo galopante, parece que nos hemos olvidado de que si algo unía de verdad a la gente de aquellos tiempos era la religión, por la que eran capaces de morir y matar. Recordemos que la sola perspectiva de morir sin confesión o ser excomulgado producía verdadero terror al personal, y que la promesa de salvación eterna por el sólo hecho de haber participado en la construcción de un templo, mediante la indulgencia, era motivo sobrado para apuntarse a lo que fuera. Es un error pensar que las catedrales las construyeron sólo como templos. Ver los motivos de su construcción bajo los principios actuales no es inteligente. Nosotros nos gastamos cifras insultantes solo por ver a un sujeto darle patadas a una pelota. Los que nos precedieron se lo gastaban en construir templos porque estaban convencidos de que eso era lo correcto.
Por eso es por lo que la religión fue determinante para el avance socio-cultural en la edad media, fue el aglutinante que marcó profundamente a los pueblos del planeta. Y la actual España no existiría como la conocemos si no hubiera sido por la unión que realizaba la religión católica. En la península hubo tres religiones a la vez durante siglos, cosa que no se dio en todo el mundo, ya que no existía la libertad de culto. Un reino tenía su religión y el rey y todos sus súbditos la debían profesar y defender. 

Catedral de Toledo 
Parece ser que los judíos llegaron en la primera época de los romanos. Por eso convivieron, aislados en cierta forma y estaban tolerados malmente por el pueblo. Y los musulmanes llegaron como invasores, con pactos forzados ante el derrumbe del reino visigodo o por la fuerza en otros casos. Pero ambos al no ser cristianos  nunca se les consideró hispanos.
Una catedral tardaba en construirse bastante, y hay que tener en cuenta que cuando hablamos de tiempo debemos hacerlo con el concepto medieval, de décadas o siglos enteros. Hay catedrales como la de Sevilla que se comenzó a principios del siglo XV y realmente, aún está sin terminar. La Sagrada Familia de Barcelona se terminará, según han dicho en el 2025. Respecto al elevado costo de estos edificios, los que corrían con la mayor parte de estos eran los reyes, los nobles y la misma Iglesia, los dos primeros más que nada para tener un enterramiento en ellas y porque creían firmemente que Dios les premiaría por ello. Esto, aunque hoy lo veamos ridículo, era artículo de fe en la Edad Media. Por otro lado, ese tipo de construcciones era sumamente beneficioso para la economía aunque parezca lo contrario. Se movía muchísimo dinero que revertía en el pueblo en forma de salarios, desde los canteros a los albañiles pasando por los fundidores, herreros, carpinteros, cerrajeros, escultores, pintores, tejedores, orfebres, alfareros, carreteros, cereros, etc., etc... Además, la existencia de una catedral suponía un imán para la población de muchos kilómetros a la redonda, que acudían a ella con el consiguiente beneficio para posaderos, taberneros, casas de postas y hasta de los vendedores de reliquias. 

Catedral de Burgos 
Hoy se construye un gran estadio deportivo con finalidades parecidas. Este tipo de obras que muchos consideran como un mero alarde para glorificar la vanidad de sus constructores o como una forma de tiranía por parte de la Iglesia eran en realidad una fuente de ingresos para la población. Antaño no construían un polígono industrial que da muchos puestos de trabajo, sino catedrales, monasterios o iglesias que también aseguraban trabajo por siglos. Era habitual que algunas personas con más medios económicos, o sea, lo que hoy sería una clase media nutrida por artesanos, costeasen uno o más sillares que, en función de su posición en el conjunto, costaban más o menos. 

Catedral de Santiago de Compostela 
Por ejemplo, no tenía el mismo precio un sillar cúbico mondo y lirondo que uno que formaba parte de una ventana o un rosetón. El cantero, además de poner su marca personal, añadía la del donante, que por lo general se asimilaba a su oficio; un martillo para un herrero, un zapato para un zapatero, etc., quedando esta marca por la cara vista para orgullo del que lo pagó. Ese tópico de la mano de obra esclava o que la gente era exprimida a impuestos es absurda.
Los canteros que construían esas catedrales eran de los artesanos mejor pagados de la Edad Media. Cada sillar llevaba la marca del que lo había labrado. Cada marca era única. Adjunto fotos de marcas de canteros.

martes, 25 de marzo de 2025

LAS DESAMORTIZACIONES

Consistió en poner a la venta en subasta pública, inmuebles expropiados,  las tierras y bienes que no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas "manos muertas" o sea, la iglesia, órdenes religiosas  que  procedían de donaciones privadas, y los llamados terrenos baldíos y las terrenos de los municipios que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos. La desamortización fue una apropiación por parte del Estado y por decisión unilateral, sin negociación de ningún tipo sobre bienes para la venta y asignación del importe obtenido con las ventas a la amortización de los títulos de la deuda.

Sanatorio de Censuras

Ya en tiempos de Carlos III (en 1766) fueron un amplio plan de reforma o regulación de la economía agraria como medida para la calma popular después del “Motín de Esquilache”. Pero se efectuó en lo referente a tierras improductivas, fundamentalmente.
Con Carlos IV tuvo lugar la llamada "Desamortización de Godoy". Obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar los bienes de los Jesuitas y otras como de hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y de Colegios Mayores universitarios e incluía también bienes de las misiones en la América española.
Realmente se buscaba dinero para solucionar en parte  la deuda pública, a diferencia de lo ocurrido con la hecha por Carlos III que buscaban la reforma de la economía agraria.
Posteriormente, el rey José I, decretó en 1809 la supresión de todas las Órdenes regulares, monacales, mendicantes y clericales, pero no era expropiación de la propiedad, sino de las rentas que produjeran, para la financiación de la guerra de las tropas francesas. Las supresiones terminaron al huir el rey en 1814.


Monasterio Santa María de Bonaval - Guadalajara 

Por supuesto que la enorme deuda dejada por Carlos IV, perdiendo Trafalgar y luego en época de su hijo el rey Fernando VII, cuando se desarrolla la Guerra de Independencia contra las tropas de Napoleón, determina una cantidad que en aquel entonces se estimó en 7.000 millones de reales.
Por lo que las Cortes de Cadiz, en 1811, plena guerra, aprobaron  la propuesta de Arguelles, donde se establecía desamortizar determinados bienes de "manos muertas" que se pondrían a la venta.
Las “Manos muertas” eran las propiedades que no se podían enajenar, fundamentalmente del clero, pero también de ayuntamientos y otras instituciones. Incluían además propiedades de los llamados “traidores” o “afrancesados”. Pero apenas se pudo aplicar dado el retorno del absolutismo con la vuelta de Fernando VII.
Pero con la llegada al poder de los liberales en 1820, las nuevas Cortes revalidaron el decreto de las Cortes de Cádiz de septiembre de 1813 mediante el decreto en agosto de 1820. Así el decreto suprimió todos los monasterios de las Órdenes monacales; los canónigos regulares de San Benito, de la congregación claustral tarraconense, los de San Agustín y los premonstratenses; los conventos y colegios de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara; los de la Orden de San Juan de Jerusalén, los de la de San Juan de Dios, etc. Sus bienes muebles e inmuebles fueron declarados "bienes nacionales" sujetos a su inmediata desamortización.


Más adelante, en la desamortización de Mendizábal en 1836, ministro de la regente María Cristina de Borbón, se procede a la venta del patrimonio del clero regular (monjes, frailes) y de parte del secular, lo que implicó la desaparición de monasterios y conventos y que el Estado se comprometiera a proteger al clero por medio de subvenciones y pago de salarios. Esto tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia económica y social de España. Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses urbanos adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España.
La desamortización realizada según La Ley General de 1 de mayo de 1855 o Ley Pascual Madoz es la más importante, dado que es la de mayor duración y completa la enajenación de los bienes del clero tanto regular como secular.
Se ponían a la venta todas las propiedades principalmente comunales del ayuntamiento, del Estado, del clero, de las Órdenes Religiosas Militares, cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, (carlistas),  de los propios y comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública.
Fue ésta la desamortización que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores. Sin embargo, los historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal, cuya importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española.


En otro orden de cosas en 1866 una fuerte crisis económica, con quiebras empresariales, restricción de créditos, caída de las bolsas, una desocupación laboral, malas cosechas, para colmo, y como no, la especulación y la corrupción. Al final gran parte de esas propiedades o fueron a manos de los pudientes de siempre o se quedaron para crear telarañas primero y lentamente derrumbarse ante la desidia general.
Como ha señalado Caro Baroja, además de las económicas, la supresión de las órdenes religiosas, tuvo unas "consecuencias enormes en la historia social”


Monasterio Santa María de Moreruela - Zamora 

Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades. También muchos fueron a parar a manos de particulares, que sin tener noción del valor real de los mismos, se perdieron para siempre. Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico, como iglesias y monasterios, con la subsecuente ruina de los mismos, pero otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.
En el aspecto urbanístico, la desamortización de los conventos contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos.
Más adelante muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia, por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural, que se dirigió a zonas industrializadas del país o a América. Este fenómeno migratorio alcanzó niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del XX.
Pero muchos edificios como iglesias, conventos, monasterios y palacetes quedaron en el abandono total, siendo una tristeza y ejemplo de la mala gestión

LA UNIVERSIDAD LABORAL DE GIJÓN

Las Universidades Laborales fueron una instituciones de enseñanza orientadas a los hijos de los obreros y trabajadores que nacieron a partir...