martes, 25 de marzo de 2025

LAS DESAMORTIZACIONES

Consistió en poner a la venta en subasta pública, inmuebles expropiados,  las tierras y bienes que no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas "manos muertas" o sea, la iglesia, órdenes religiosas  que  procedían de donaciones privadas, y los llamados terrenos baldíos y las terrenos de los municipios que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos. La desamortización fue una apropiación por parte del Estado y por decisión unilateral, sin negociación de ningún tipo sobre bienes para la venta y asignación del importe obtenido con las ventas a la amortización de los títulos de la deuda.

Sanatorio de Censuras

Ya en tiempos de Carlos III (en 1766) fueron un amplio plan de reforma o regulación de la economía agraria como medida para la calma popular después del “Motín de Esquilache”. Pero se efectuó en lo referente a tierras improductivas, fundamentalmente.
Con Carlos IV tuvo lugar la llamada "Desamortización de Godoy". Obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar los bienes de los Jesuitas y otras como de hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y de Colegios Mayores universitarios e incluía también bienes de las misiones en la América española.
Realmente se buscaba dinero para solucionar en parte  la deuda pública, a diferencia de lo ocurrido con la hecha por Carlos III que buscaban la reforma de la economía agraria.
Posteriormente, el rey José I, decretó en 1809 la supresión de todas las Órdenes regulares, monacales, mendicantes y clericales, pero no era expropiación de la propiedad, sino de las rentas que produjeran, para la financiación de la guerra de las tropas francesas. Las supresiones terminaron al huir el rey en 1814.


Monasterio Santa María de Bonaval - Guadalajara 

Por supuesto que la enorme deuda dejada por Carlos IV, perdiendo Trafalgar y luego en época de su hijo el rey Fernando VII, cuando se desarrolla la Guerra de Independencia contra las tropas de Napoleón, determina una cantidad que en aquel entonces se estimó en 7.000 millones de reales.
Por lo que las Cortes de Cadiz, en 1811, plena guerra, aprobaron  la propuesta de Arguelles, donde se establecía desamortizar determinados bienes de "manos muertas" que se pondrían a la venta.
Las “Manos muertas” eran las propiedades que no se podían enajenar, fundamentalmente del clero, pero también de ayuntamientos y otras instituciones. Incluían además propiedades de los llamados “traidores” o “afrancesados”. Pero apenas se pudo aplicar dado el retorno del absolutismo con la vuelta de Fernando VII.
Pero con la llegada al poder de los liberales en 1820, las nuevas Cortes revalidaron el decreto de las Cortes de Cádiz de septiembre de 1813 mediante el decreto en agosto de 1820. Así el decreto suprimió todos los monasterios de las Órdenes monacales; los canónigos regulares de San Benito, de la congregación claustral tarraconense, los de San Agustín y los premonstratenses; los conventos y colegios de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara; los de la Orden de San Juan de Jerusalén, los de la de San Juan de Dios, etc. Sus bienes muebles e inmuebles fueron declarados "bienes nacionales" sujetos a su inmediata desamortización.


Más adelante, en la desamortización de Mendizábal en 1836, ministro de la regente María Cristina de Borbón, se procede a la venta del patrimonio del clero regular (monjes, frailes) y de parte del secular, lo que implicó la desaparición de monasterios y conventos y que el Estado se comprometiera a proteger al clero por medio de subvenciones y pago de salarios. Esto tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia económica y social de España. Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses urbanos adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España.
La desamortización realizada según La Ley General de 1 de mayo de 1855 o Ley Pascual Madoz es la más importante, dado que es la de mayor duración y completa la enajenación de los bienes del clero tanto regular como secular.
Se ponían a la venta todas las propiedades principalmente comunales del ayuntamiento, del Estado, del clero, de las Órdenes Religiosas Militares, cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, (carlistas),  de los propios y comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública.
Fue ésta la desamortización que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores. Sin embargo, los historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal, cuya importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española.


En otro orden de cosas en 1866 una fuerte crisis económica, con quiebras empresariales, restricción de créditos, caída de las bolsas, una desocupación laboral, malas cosechas, para colmo, y como no, la especulación y la corrupción. Al final gran parte de esas propiedades o fueron a manos de los pudientes de siempre o se quedaron para crear telarañas primero y lentamente derrumbarse ante la desidia general.
Como ha señalado Caro Baroja, además de las económicas, la supresión de las órdenes religiosas, tuvo unas "consecuencias enormes en la historia social”


Monasterio Santa María de Moreruela - Zamora 

Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades. También muchos fueron a parar a manos de particulares, que sin tener noción del valor real de los mismos, se perdieron para siempre. Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico, como iglesias y monasterios, con la subsecuente ruina de los mismos, pero otros en cambio se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones.
En el aspecto urbanístico, la desamortización de los conventos contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos.
Más adelante muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia, por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural, que se dirigió a zonas industrializadas del país o a América. Este fenómeno migratorio alcanzó niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del XX.
Pero muchos edificios como iglesias, conventos, monasterios y palacetes quedaron en el abandono total, siendo una tristeza y ejemplo de la mala gestión

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CREACIÓN DE GRAMÁTICAS DE LENGUAS AMERINDIAS

La puñetera leyenda negra ha esparcido, entre otros bulos, que el Imperio español persiguió y condenó al olvido a la lenguas indígenas ameri...