Como narramos en el capítulo anterior, Isabel y Fernando ya eran matrimonio, pero la boda no tenía el consentimiento expreso del rey Enrique IV, si bien
Isabel le había escrito para noticiarlo, pero no había respondido algo al
respecto. Cuando, pasado un tiempo llegó la respuesta del rey, que dilataba la
decisión alegando que el maestre de la orden de Santiago se encontraba ausente
y no podía consultar. El monarca supeditaba al enemigo de Isabel la resolución.
Castillo de Arévalo - Ávila
Nobles como los Mendoza, prelados y gente del pueblo, todos
querían un reino fuerte y estable, desprovisto de un juego de intereses de
cortesanos y aprovechados después de la muerte de Enrique IV. En Asturias
invocaron fidelidad a “su princesa”, recordemos que Isabel era Princesa de
Asturias y en esas tierras se consideraba mucho la herencia visigoda.La pareja se refugió en Ávila. Luego nació la primogénita, Isabel, en 1470, cuando la situación de Isabel y Fernando era tan comprometida que tuvieron que refugiarse en la segura, pero lúgubre, fortaleza de Dueñas, Palencia.
El rey Enrique, mal asesorado realizó un acto que se celebró en octubre de en el que se declaró heredera al trono del Reino de Castilla a Juana la Beltraneja anulando los acuerdos de los Toros de Guisando donde se había declarado heredera a Isabel.
Enrique IV de Castilla desheredó a Isabel, declarando nulo los acuerdos de los Toros de Guisando, ya que Isabel se había casado sin su permiso. Enrique IV juró junto con su esposa Juana de Portugal sobre la cruz que la niña era hija legítima suya y de su esposa, y se leyó la dispensa papal, (Enrique y Juana eran primos segundos), dispensando de los juramentos prestados y declaró heredera al trono del Reino de Castilla a su hija Juana.
Los historiadores con los años pudieron confirmar que la dispensa era falsa, pues no consta en los registros vaticanos.
Juana, la Beltraneja
Muchos vieron la jugada. En La Ceremonia de la Val de Lozoya no asistieron allí representantes de los tres estados del reino, como era preceptivo para anular el pacto anterior. Con lo cual no era válida.
Mientras tanto Fernando sin inmutarse iba tomando decisiones importantes, se supone con el visto bueno de Isabel. Tenían interés en desmontar poco a poco las influencias que nobles y prelados tenían sobre la monarquía. Los tiempos cambiaban y se terminaba la Edad Media y va apareciendo el Renacimiento con la Edad Moderna.
El reino se iba desintegrando porque Enrique se estaba quedando solo. Tenía el poder, pero no el favor del pueblo. Para los intereses de Roma la cuestión política no primaba. Era la salud de la Iglesia. Y los nuevos príncipes ofrecían la misma o mayor garantía y además un futuro continuado en este asunto. El 1 de noviembre de 1471 figuran dos bulas confirmando la legitimidad de la boda de Fernando e Isabel por el nuevo papa. La aceptación general del nuevo reino parecía asegurada, cada vez recibían más adhesiones y no solo de la nobleza.
La consolidación de Fernando en un trono acabaría abarcando un total de siete reinos. Esto era un cambio importante en Europa. Francia se dio cuenta de esto y Luis XI mandó invadir nuevamente el Rosellón por lo que Fernando marchó al Rosellón durante un año luchando en la guerra de Aragón contra Francia. La presencia de Fernando con tropas suyas y castellanas le presentaba como uno de los protagonistas del conflicto.
Mientras el noble Pacheco, partidario de Enrique, urdía un plan funesto para los príncipes. Se haría con el tesoro real, con Segovia e influiría en los pueblos en contra de los judíos y conversos de forma que se pusieran a su favor como protector y a la vez en contra de Isabel. Enterada de esto, Isabel movió sus hilos con nobles y señores para hacer ver que ella era la mejor garantía de hacer cumplir las leyes de Castilla, con lo cual protegía a los judíos en esos momentos. Isabel fue entonces una defensora de los judíos.
Fue cuando volvió Fernando. Isabel con una pequeña escolta llegó y entró en Segovia, donde estaba Enrique. Ante el rey se inclinó y besó sus manos en señal de respeto y éste la abrazó. La reconciliación se había realizado, en los momentos más apremiantes. El 1 de enero de 1974 se conocieron Fernando de Aragón y Enrique IV de Castilla en el Alcázar. Isabel y Enrique llegaron a pasear a caballo juntos por Segovia, a la vista del pueblo, dando muestra de la buena relación existente entre ambos. Pero la salud del rey se iba minando.
Muchos vieron la jugada. En La Ceremonia de la Val de Lozoya no asistieron allí representantes de los tres estados del reino, como era preceptivo para anular el pacto anterior. Con lo cual no era válida.
Mientras tanto Fernando sin inmutarse iba tomando decisiones importantes, se supone con el visto bueno de Isabel. Tenían interés en desmontar poco a poco las influencias que nobles y prelados tenían sobre la monarquía. Los tiempos cambiaban y se terminaba la Edad Media y va apareciendo el Renacimiento con la Edad Moderna.
El reino se iba desintegrando porque Enrique se estaba quedando solo. Tenía el poder, pero no el favor del pueblo. Para los intereses de Roma la cuestión política no primaba. Era la salud de la Iglesia. Y los nuevos príncipes ofrecían la misma o mayor garantía y además un futuro continuado en este asunto. El 1 de noviembre de 1471 figuran dos bulas confirmando la legitimidad de la boda de Fernando e Isabel por el nuevo papa. La aceptación general del nuevo reino parecía asegurada, cada vez recibían más adhesiones y no solo de la nobleza.
La consolidación de Fernando en un trono acabaría abarcando un total de siete reinos. Esto era un cambio importante en Europa. Francia se dio cuenta de esto y Luis XI mandó invadir nuevamente el Rosellón por lo que Fernando marchó al Rosellón durante un año luchando en la guerra de Aragón contra Francia. La presencia de Fernando con tropas suyas y castellanas le presentaba como uno de los protagonistas del conflicto.
Mientras el noble Pacheco, partidario de Enrique, urdía un plan funesto para los príncipes. Se haría con el tesoro real, con Segovia e influiría en los pueblos en contra de los judíos y conversos de forma que se pusieran a su favor como protector y a la vez en contra de Isabel. Enterada de esto, Isabel movió sus hilos con nobles y señores para hacer ver que ella era la mejor garantía de hacer cumplir las leyes de Castilla, con lo cual protegía a los judíos en esos momentos. Isabel fue entonces una defensora de los judíos.
Fue cuando volvió Fernando. Isabel con una pequeña escolta llegó y entró en Segovia, donde estaba Enrique. Ante el rey se inclinó y besó sus manos en señal de respeto y éste la abrazó. La reconciliación se había realizado, en los momentos más apremiantes. El 1 de enero de 1974 se conocieron Fernando de Aragón y Enrique IV de Castilla en el Alcázar. Isabel y Enrique llegaron a pasear a caballo juntos por Segovia, a la vista del pueblo, dando muestra de la buena relación existente entre ambos. Pero la salud del rey se iba minando.
También en diciembre de ese año, estando en Madrid Enrique
se sintió muy mal. En el Alcázar se tumbó vestido así murió. Marcaría el
tránsito del futuro de Castilla y de España entera. Era el 12 de diciembre de
1474. Isabel se encontraba en Segovia y Fernando en Cataluña en la guerra del
Rosellón. No había testamento, ni el rey había respondido a las cartas de
Isabel. El contador real cabalgó hacia Segovia para noticiar a Isabel.
Anulada por el papa los actos de Val de Lozoya y confirmados los de Guisando, a los ojos del pueblo de Segovia la situación era la del rey en buena armonía con su hermana, sin disputas por lo que se confirmaba a Isabel y Fernando como herederos legítimos. A muchos les pareció que Isabel no debía demorar su proclamación como reina de Castilla y recordamos que no se necesitaba ser coronada o consagrada, como en Francia, sencillamente se le proclamada. Así, el 13 de diciembre de 1474, Isabel de Trastámara asiste a los solemnes funerales por el recientemente difunto rey Enrique IV. Isabel vestía la ropa de paños de luto. Pero a la salida se despojó de los paños apareciendo con todo el lujo que requería la siguiente ceremonia, la proclamación como reina de Castilla. Isabel no esperó a su esposo, ya de camino, para proclamarse reina.
Fueron al Alcázar tomando Isabel posesión de su poder real.
Anulada por el papa los actos de Val de Lozoya y confirmados los de Guisando, a los ojos del pueblo de Segovia la situación era la del rey en buena armonía con su hermana, sin disputas por lo que se confirmaba a Isabel y Fernando como herederos legítimos. A muchos les pareció que Isabel no debía demorar su proclamación como reina de Castilla y recordamos que no se necesitaba ser coronada o consagrada, como en Francia, sencillamente se le proclamada. Así, el 13 de diciembre de 1474, Isabel de Trastámara asiste a los solemnes funerales por el recientemente difunto rey Enrique IV. Isabel vestía la ropa de paños de luto. Pero a la salida se despojó de los paños apareciendo con todo el lujo que requería la siguiente ceremonia, la proclamación como reina de Castilla. Isabel no esperó a su esposo, ya de camino, para proclamarse reina.
Fueron al Alcázar tomando Isabel posesión de su poder real.
Actores de la serie "Isabel"
Parece ser que al llegar Fernando con sus tropas, hubo de
esperar a las puertas de la ciudad dos días. Fue el 2 de enero de 1475 cuando
Fernando se unió a sus esposa, la Reina que le esperaba en la Catedral.
Entraron en el templo asistir en el altar mayor a la ceremonia litúrgica de
acción de gracias. Pasaron al Alcázar. Y en el banquete hablaron, pero no hay documentación de esa charla, lo que si quedó claro es que Isabel supo explicar a Fernando su decisión de plocamarse reina sin esperarlo. Y se pensó en un documento que dejara los trabajos entre cónyuges
perfectamente claro.La reina Isabel siempre manifestó y abrigaba el deseo de un poder compartido, como una función, no una propiedad. De este modo dos personas podían simultáneamente ejercerlo. En este sentido se les encargó a personas de ambas tendencias que elaborasen un documento con forma de acta arbitral determinando la forma y circunstancia en que debía llevarse en adelante el ejercicio compartido del poder real. Aquello fue llamado la “Concordia de Segovia”, firmada el 15 de enero de 1475.
El 28 de abril Isabel entregó a su marido un documento delegando en él sus propios poderes, sin renunciar a ninguno. A su vez Fernando el 14 de abril de 1481, cuando entró en posesión de la Corona de Aragón, entregaría a Isabel un documento similar. Así se completaba un proceso iniciado en 1369 con la revolución que derribó al rey Pedro I comenzando la dinastía Trastámara. Se emprendió una tarea impresionante, desde los proyectos de Alfonso X y Alfonso XI. La Monarquía Hispana surgía como primera forma de organización de un Estado, que busca una razón de existir.
A punto de heredar la Corona de Aragón, nuestros protagonistas tuvieron que plantearse el modelo político que les convenía. La norma castellana, que se aplicaría en el caso de Granada, tendiendo al unitarismo institucional, mientras que la aragonesa se inclinaba por la unión de los reinos, conservando cada uno las tres características esenciales, un territorio, un fuero y unas Cortes. Cuando Navarra fue incorporada a la Corona de Castilla, años después, se hará mediante pacto que le permitía conservar esa condición de reino. Una demostración de que se había optado por la fórmula de unión de Reinos.