lunes, 8 de septiembre de 2025

VIDA DE ISABEL I DE CASTILLA – (2)

Como narramos en el capítulo anterior, Isabel y Fernando ya eran matrimonio, pero la boda no tenía el consentimiento expreso del rey Enrique IV, si bien Isabel le había escrito para noticiarlo, pero no había respondido algo al respecto. Cuando, pasado un tiempo llegó la respuesta del rey, que dilataba la decisión alegando que el maestre de la orden de Santiago se encontraba ausente y no podía consultar. El monarca supeditaba al enemigo de Isabel la resolución.

Castillo de Arévalo - Ávila 
Nobles como los Mendoza, prelados y gente del pueblo, todos querían un reino fuerte y estable, desprovisto de un juego de intereses de cortesanos y aprovechados después de la muerte de Enrique IV. En Asturias invocaron fidelidad a “su princesa”, recordemos que Isabel era Princesa de Asturias y en esas tierras se consideraba mucho la herencia visigoda.
La pareja se refugió en Ávila. Luego nació la primogénita, Isabel, en 1470, cuando la situación de Isabel y Fernando era tan comprometida que tuvieron que refugiarse en la segura, pero lúgubre, fortaleza de Dueñas, Palencia.
El rey Enrique, mal asesorado realizó un acto que se celebró en octubre de en el que se declaró heredera al trono del Reino de Castilla a Juana la Beltraneja anulando los acuerdos de los Toros de Guisando donde se había declarado heredera a Isabel.
Enrique IV de Castilla desheredó a Isabel, declarando nulo los acuerdos de los Toros de Guisando, ya que Isabel se había casado sin su permiso. Enrique IV juró junto con su esposa Juana de Portugal sobre la cruz que la niña era hija legítima suya y de su esposa, y se leyó la dispensa papal, (Enrique y Juana eran primos segundos), dispensando de los juramentos prestados y declaró heredera al trono del Reino de Castilla a su hija Juana.
Los historiadores con los años pudieron confirmar que la dispensa era falsa, pues no consta en los registros vaticanos.

Juana, la Beltraneja

Muchos vieron la jugada. En La Ceremonia de la Val de Lozoya no asistieron allí representantes de los tres estados del reino, como era preceptivo para anular el pacto anterior. Con lo cual no era válida.
Mientras tanto Fernando sin inmutarse iba tomando decisiones importantes, se supone con el visto bueno de Isabel. Tenían interés en desmontar poco a poco las influencias que nobles y prelados tenían sobre la monarquía. Los tiempos cambiaban y se terminaba la Edad Media y va apareciendo el Renacimiento con la Edad Moderna.
El reino se iba desintegrando porque Enrique se estaba quedando solo. Tenía el poder, pero no el favor del pueblo. Para los intereses de Roma la cuestión política no primaba. Era la salud de la Iglesia. Y los nuevos príncipes ofrecían la misma o mayor garantía y además un futuro continuado en este asunto. El 1 de noviembre de 1471 figuran dos bulas confirmando la legitimidad de la boda de Fernando e Isabel por el nuevo papa. La aceptación general del nuevo reino parecía asegurada, cada vez recibían más adhesiones y no solo de la nobleza.
La consolidación de Fernando en un trono acabaría abarcando un total de siete reinos. Esto era un cambio importante en Europa. Francia se dio cuenta de esto y Luis XI mandó invadir nuevamente el Rosellón por lo que Fernando marchó al Rosellón durante un año luchando en la guerra de Aragón contra Francia. La presencia de Fernando con tropas suyas y castellanas le presentaba como uno de los protagonistas del conflicto.
Mientras el noble Pacheco, partidario de Enrique, urdía un plan funesto para los príncipes. Se haría con el tesoro real, con Segovia e influiría en los pueblos en contra de los judíos y conversos de forma que se pusieran a su favor como protector y a la vez en contra de Isabel. Enterada de esto, Isabel movió sus hilos con nobles y señores para hacer ver que ella era la mejor garantía de hacer cumplir las leyes de Castilla, con lo cual protegía a los judíos en esos momentos. Isabel fue entonces una defensora de los judíos.
Fue cuando volvió Fernando. Isabel con una pequeña escolta llegó y entró en Segovia, donde estaba Enrique. Ante el rey se inclinó y besó sus manos en señal de respeto y éste la abrazó. La reconciliación se había realizado, en los momentos más apremiantes. El 1 de enero de 1974 se conocieron Fernando de Aragón y Enrique IV de Castilla en el Alcázar. Isabel y Enrique llegaron a pasear a caballo juntos por Segovia, a la vista del pueblo, dando muestra de la buena relación existente entre ambos. Pero la salud del rey se iba minando.

También en diciembre de ese año, estando en Madrid Enrique se sintió muy mal. En el Alcázar se tumbó vestido así murió. Marcaría el tránsito del futuro de Castilla y de España entera. Era el 12 de diciembre de 1474. Isabel se encontraba en Segovia y Fernando en Cataluña en la guerra del Rosellón. No había testamento, ni el rey había respondido a las cartas de Isabel. El contador real cabalgó hacia Segovia para noticiar a Isabel.
Anulada por el papa los actos de Val de Lozoya y confirmados los de Guisando, a los ojos del pueblo de Segovia la situación era la del rey en buena armonía con su hermana, sin disputas por lo que se confirmaba a Isabel y Fernando como herederos legítimos. A muchos les pareció que Isabel no debía demorar su proclamación como reina de Castilla y recordamos que no se necesitaba ser coronada o consagrada, como en Francia, sencillamente se le proclamada. Así, el 13 de diciembre de 1474, Isabel de Trastámara asiste a los solemnes funerales por el recientemente difunto rey Enrique IV. Isabel vestía la ropa de paños de luto. Pero a la salida se despojó de los paños apareciendo con todo el lujo que requería la siguiente ceremonia, la proclamación como reina de Castilla. Isabel no esperó a su esposo, ya de camino, para proclamarse reina.
Fueron al Alcázar tomando Isabel posesión de su poder real.

Actores de la serie "Isabel"
Parece ser que al llegar Fernando con sus tropas, hubo de esperar a las puertas de la ciudad dos días. Fue el 2 de enero de 1475 cuando Fernando se unió a sus esposa, la Reina que le esperaba en la Catedral. Entraron en el templo asistir en el altar mayor a la ceremonia litúrgica de acción de gracias. Pasaron al Alcázar. Y en el banquete hablaron, pero no hay documentación de esa charla, lo que si quedó claro es que Isabel supo explicar a Fernando su decisión de plocamarse reina sin esperarlo. Y se pensó en un documento que dejara los trabajos entre cónyuges perfectamente claro.
La reina Isabel siempre manifestó y abrigaba el deseo de un poder compartido, como una función, no una propiedad. De este modo dos personas podían simultáneamente ejercerlo. En este sentido se les encargó a personas de ambas tendencias que elaborasen un documento con forma de acta arbitral determinando la forma y circunstancia en que debía llevarse en adelante el ejercicio compartido del poder real. Aquello fue llamado la “Concordia de Segovia”, firmada el 15 de enero de 1475.
El 28 de abril Isabel entregó a su marido un documento delegando en él sus propios poderes, sin renunciar a ninguno. A su vez Fernando el 14 de abril de 1481, cuando entró en posesión de la Corona de Aragón, entregaría a Isabel un documento similar. Así se completaba un proceso iniciado en 1369 con la revolución que derribó al rey Pedro I comenzando la dinastía Trastámara. Se emprendió una tarea impresionante, desde los proyectos de Alfonso X y Alfonso XI. La Monarquía Hispana surgía como primera forma de organización de un Estado, que busca una razón de existir.
A punto de heredar la Corona de Aragón, nuestros protagonistas tuvieron que plantearse el modelo político que les convenía. La norma castellana, que se aplicaría en el caso de Granada, tendiendo al unitarismo institucional, mientras que la aragonesa se inclinaba por la unión de los reinos, conservando cada uno las tres características esenciales, un territorio, un fuero y unas Cortes. Cuando Navarra fue incorporada a la Corona de Castilla, años después, se hará mediante pacto que le permitía conservar esa condición de reino. Una demostración de que se había optado por la fórmula de unión de Reinos.


Como Caballero del Toisón de Oro, Fernando necesitaba un emblema y una leyenda acorde. Isabel había escogido el haz de flechas, que significaba la reunión de los reinos, y la F era la inicial de su marido. Acudió Fernando al humanista Antonio de Nebrija, poniéndole como condición que comenzara por la letra Y. El gran latinista le propuso una pequeña historia de la biografía de Alejandro Magno. Llegado éste a Gordión el macedonio se había encontrado un yugo con la letra Y, en torno a la cual se había atado un nudo con tal malas artes que nadie era capaz de desatar. A esto estaba la promesa de conquistar el mundo. Alejandro sacó su espada y la cortó de un tajo diciendo “Tanto Monta”, lo que en castellano del tiempo viene a decir, “da lo mismo cortar que desatar”. En otras palabras, se aclaraba que Fernando, haciendo valer su posición, tomase la vía recta, y que el fin justifica los medios, asunto hoy discutible, pero entonces no era así. Los dos emblemas, yugo y flechas, aparecen juntos en los escudos de armas y sirven para la identificación del reinado.

domingo, 7 de septiembre de 2025

VIDA DE ISBEL I DE CASTILLA Y LEÓN – (1)

En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Hija de Juan II de Castilla y de su segunda esposa Isabel de Portugal. Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV),  hijo de Juan II del primer matrimonio con su prima María de Aragón. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, por lo que Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona.

MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES
Juan II murió en julio de 1454, por lo que Isabel que tenía tres años. La reina Isabel de Portugal pero ya su marido pensaba en que la reina sufría algún desequilibrio mental, lo que se corroboró, pues a la muerte de su marido ella entró en una profunda depresión.
El primogénito de Juan II, Enrique IV, ya rey de Castilla, envió a sus hermanos, Isabel y Alfonso, con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel recibió una esmerada educación de acuerdo con lo que se esperaba que aprendiera una princesa del momento.
Habían pasado seis años cuando la reina consorte de Enrique IV anuncia que está embarazada. La reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada y desplaza a los hermanastros, Alfonso e Isabel.
La hija de Enrique IV, Juana, obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana de Avis, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla que aún se conserva para quién es heredero a la corona.
De 1461/62 Alfonso y su hermana Isabel pasaron de estar bajo la vigilancia de la reina Juana de Avis en la Corte, a estar en la protección dela marqués de Villena, Juan Pacheco, personaje intrigante y manipulador como pocos. Pero los hermanos estaban separados, Alfonso con el marqués y protegido por Gonzalo de Córdoba, (el que fuera el Gran Capitán).
El 25 de octubre de 1464 es designado el Príncipe don Alfonso, el hermano de Isabel como heredero del Reino de Castilla por una serie de nobles encabezados por Pacheco. Lo que se llamó La Farsa de Ávila.

Recreación de la Farsa de Ávila 
Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba por cobarde, homosexual y cornudo.
Estalla una guerra que terminará en 1468. Alfonso reinó durante tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pacheco ofreció al rey una propuesta de paz. Eliminaría a su rival (Alfonso) de la escena política y a la vez ofrecería a Isabel para casarla con su hermano, Pedro Girón poco tiempo después se sintió enfermo y sorpresivamente murió en abril de 1466. La muerte de Pedro Girón detuvo toda negociación y prosiguió la guerra. En el mes de agosto de 1467 ambos bandos se enfrentaron en Olmedo.

ENRIQUE IV 
Enrique convino el matrimonio de Isabel con Alfonso V de Portugal, pero ella se negó. También rechazó al duque de Guyena hermano del rey de Francia. Juan II de Aragón negoció en secreto con el obispo Carillo la boda de su hijo Fernando con Isabel. Ambos eran Trastámara y de una edad similar.
En el mes de julio de 1468 muere repentinamente Alfonso. La guerra por la corona había terminado. La situación estaba muy complicada para el rey.
La legitimidad de Enrique era indiscutible. Pero no así la de Juana su hija. Se confirmaban las sospechas de Isabel, lo que urdía Pacheco eran los enlaces concertados de Isabel con el rey Alfonso V de Portugal. El hijo de éste, Juan, con la niña Juana (la Beltraneja), reconociendo sus derechos. De este modo reinarían primero Alfonso de Portugal y luego su hijo Juan de Portugal. Para ello Pacheco entregaría al rey todo su poder y sujetaría a Isabel políticamente. Pacheco tenía grandes intereses, tanto en Castilla como en Portugal.
Por entonces Juana de Avis, la madre de la Beltraneja, estaba poco menos que despreciada por el rey, y a partir de la guerra de Sucesión en Olmedo y Segovia había sido apartada de la corte. El rey Enrique viendo la situación tan delicada, manda a su mujer a volver a la corte. En agosto de ese año Juana de Avis estaba en avanzado estado de gestación.
El deshonor de Enrique era evidente y motivo de murmullo y chanzas. Para Enrique IV es un golpe enorme que equivale a no poder demostrar la fidelidad de la reina y por consecuencia la sospecha de la bastardía de su hija Juana. A esto se sumaba que la boda entre Enrique IV y Juana, que eran primos segundos, no tenía el necesario consentimiento papal.

Recreación del acuerdo de Los Toros de Guisando 

La poderosa Liga Nobiliaria señaló el 19 de septiembre de 1468 para la entrevista de ambos hermanos en Guisando. Un día antes, en Cadalso, ambas partes firmaron un documento en que se señalaba las cosas de las que se hablaría. Al día siguiente se realizaron los actos, el Tratado de los Toros de Guisando, pero no se firmó ningún documento, se acordó detener la guerra. Segundo, Isabel sería reconocida como Princesa de Asturias, otorgándose su juramento por las Cortes y la Junta de la Hermandad en el plazo de cuarenta días. Tercero, Isabel recibirá rentas y propiedad como el Principado de Asturias, las rentas de Ávila, etc. Cuarto, Isabel se comprometía a casarse con quien el rey acordase, con el consejo del arzobispo. Pero la princesa se reservaba el derecho a rechazarlo. Este punto resultó fundamental. Quinto se establece que el rey no está legítimamente casado con Juana de Avis “a servicio de Dios”, es decir, que aquel matrimonio entre primos segundos se realizó sin dispensa papal. La “hija de la reina”, (por no certificar quien era su padre), será llevada a la Corte. Al no estar casados sus padres, era hija ilegal.
De momento estaba todo aclarado.
La cuestión del matrimonio de Isabel interesaba a unos y a otros.  Se le propuso al duque de Guyena, un francés hermano de Luis XI, un indeseable y deforme persona que la hubiera llevado a Francia, que por supuesto rechazó. Para Isabel estaba claro que el rey había incumplido los pactos habidos. Fundamentalmente porque había disuelto las Cortes.
Acuerdos de Cervera 1469. En abril de 1469 la cuestión del matrimonio de Isabel interesaba a unos y a otros. Para Isabel una cosa estaba clara, el rey había incumplido los pactos habidos. Fundamentalmente porque había disuelto las Cortes.

Serie "Isabel"
Isabel y Fernando eran hijos de primos hermanos, y era imprescindible una dispensa para legitimar el matrimonio. Pero se entendía que mientras la solicitud presentada no fuera negada por el papa, ésta ilegitimidad no existía. El riesgo es que se resolviera a posteriori. Fernando firmó las capitulaciones a las que Isabel incluyó una solo condición, que Fernando reconociera a Enrique IV como el único y verdadero rey de Castilla. Isabel sería soberana en Castilla y Fernando su consorte, mientras que Fernando sería soberano en Aragón e Isabel asumiría el papel de consorte. No suponía la creación de un Estado unificado, sino la unión dinástica. 
Quedaba la cuestión de la dispensa papal. Solicitada esta Paulo II deseaba la paz entre cristianos y a la vez no podía enemistarse con los reyes y los futuros reyes de Castilla ni con el de Aragón, como tampoco con el de Portugal. Con lo cual, dejó pasar el tiempo.
Los eclesiásticos que rodeaban a Isabel, con Carrillo a la cabeza la convencieron de que podía casarse sin preocupaciones de conciencia. No había orden papal de casarse con el portugués ni tampoco rechazo a casarse con Fernando.

Boda de Isabel y Fernando (serie)

Fernando tenía dieciocho años, pero era todo un hombre, incluso iba a contar con dos hijos bastardos concebidos antes de casarse.
El día 14 de octubre de 1469, llegó la comitiva al caserón de los Vivero, se conocieron Fernando e Isabel. El día19  se desposaron Fernando e Isabel. Se celebró sin gran pompa. Por la tarde se celebró la misa de velaciones y aquella noche, marido y mujer consumaron matrimonio cumpliendo con las rudas condiciones que entonces eran preceptivas. Nadie formuló acusaciones o dudas de la validez del matrimonio.
La boda no tenía el consentimiento expreso del rey Enrique. Lo sabía y tampoco había dicho algo al respecto. Nobles y prelados aconsejaban “desinteresadamente”, ya que el asunto, tarde o temprano se convertirían en reyes de Castilla y Aragón, y había que ir tomando posiciones. Fernando demostró que no se dejaba manejar fácilmente, e Isabel ahora con más razón, al verse apoyada por su marido y coincidiendo en sus planes, escuchaban, callaban y procuraban ganarse a la mayor cantidad de gente que se adhirieran a su causa.

viernes, 5 de septiembre de 2025

ALFONSO XI DE CASTILLA Y LEÓN - BATALLA DEL SALADO

Alfonso XI de Castilla que era hijo del monarca castellano-leonés Fernando IV y de su esposa Constanza de Portugal, fue rey de Castilla y León entre los años 1312 y 1350. Al morir su padre, Alfonso XI contaba solamente con un año de edad, lo que explica que se constituyera una regencia, o más bien unas tutorías. En el año 1325 Alfonso XI, pese a que aún no había cumplido los catorce años, accedió a la mayoría de edad.

Alfonso XI fue, asimismo, un destacado combatiente contra los nazaríes granadinos, a los cuales prestaban su apoyo por esas fechas los benimerines del norte de África. Los acuerdos alcanzados con el Reino de Aragón para lanzar una ofensiva conjunta contra los musulmanes de Granada no resultaron positivos. El primer triunfo del ejército de Alfonso XI, que contó con la estimable ayuda aragonesa, fue la toma de la localidad de Teba, en el año 1330. También hay que incluir la recuperación de la plaza de Gibraltar, en el año 1333, por parte de los benimerines. No obstante, un éxito espectacular fue el triunfo logrado por las tropas de Alfonso XI contra los musulmanes en la batalla del Salado, en el año 1340. Según las crónicas de la época las tropas cristianas persiguieron sin tregua a sus rivales, Según ha señalado el profesor Moxó “el balance de la batalla del Salado resultó realmente impresionante, contrastando la escasez de bajas cristianas apenas rebasó la veintena de caballeros, con las voluminosas pérdidas musulmanas, entre muertos, heridos y prisioneros”. El profesor Luis Suárez Fernández ha manifestado que con la victoria lograda por Alfonso XI en el Salado “terminaba la lucha por el dominio del Estrecho, que sería en adelante castellano”.

Al año siguiente el monarca castellano-leonés obtenía un nuevo éxito militar, esta vez la batalla del río Palmones. De todos modos, el acontecimiento más llamativo fue, sin duda alguna, la toma por las tropas de Alfonso XI, en el año 1344, de la importante plaza de Algeciras. Dicha empresa resultó muy costosa, pero resultó un sonoro triunfo para las armas castellanas. El rey nazarí de Granada Yusuf no sólo aceptó la entrega de la plaza de Algeciras al monarca Alfonso XI, sino que pactó con él la entrega de una importante cantidad de dinero, unas 12.000 doblas de oro, en concepto de parias. Poco después Alfonso XI hizo una solemne entrada en la localidad de Algeciras, lo que aconteció a finales de marzo del año 1344. También intentó Alfonso XI conquistar la plaza de Gibraltar, aunque a la larga sin éxito. En cualquier caso es imprescindible poner de manifiesto que la denominada “batallas del Estrecho” supuso un claro triunfo para la Corona de Castilla, pues a partir de esas fechas se pudo abrir la comunicación marítima directa entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, lo que tuvo importantes consecuencias tanto políticas como económicas.

GUERRERO BENIMERINÉS
Centrándonos en la batalla del Salado diremos que tuvo lugar el lunes 30 de octubre de 1340, en la actual provincia de Cádiz.  Fue una de las batallas más importantes del último periodo de la Reconquista. En ella, las fuerzas combinadas de Castilla y Portugal derrotaron decisivamente a los benimerines, último reino magrebí que trataría de invadir la península ibérica.
Tras la decisiva victoria de las Navas de Tolosa en 1212, protagonizada por los reyes de Castilla, Navarra y Aragón, los almohades perdieron el control sobre el sur de la península ibérica y se replegaron al norte de África, dejando tras de sí un conjunto de desorganizadas reinos de Taifas que fueron ocupadas por los reinos cristianos entre 1230 y 1264. Tan solo el reino de Granada logró mantenerse independiente, aunque fue forzado a pagar un elevado tributo en oro a Castilla cada año. Por aquel entonces, el reino de Granada comprendía las actuales provincias de Granada, Almería y Málaga, más el istmo y peñón de Gibraltar.


En 1269 la debilitada dinastía almohade había sucumbido ante otra tribu bereber emergente, los Banu Marin (benimerines para los castellanos). Desde su capital en Fez, esta tribu originaria del sur de Marruecos pronto dominó la mayor parte del Magreb, llegando por el este hasta la actual frontera entre Argelia y Túnez. A partir de 1275 dirigieron su atención hacia Granada. El choque no tardó en llegar, y así, a finales del siglo XIII, los benimerines ya habían declarado la guerra santa a los cristianos y realizado varias incursiones en el Campo de Gibraltar, con el fin de asegurarse el dominio sobre el tráfico marítimo en el Estrecho. En 1288, a instancias del rey Yusuf I de Granada, firmaron una alianza formal con los nazaríes con el objetivo final de tomar Cádiz. Sin embargo, una serie de rebeliones en el Rif retrasaron la campaña contra Castilla hasta 1294, año en que los benimerines asediaron Tarifa sin éxito debido a la tenaz resistencia ofrecida por Guzmán el Bueno.
En 1329 los benimerines y sus aliados granadinos atacaron de nuevo a los castellanos, a quienes derrotaron y tomaron Algeciras estableciendo allí la capital de sus dominios europeos en el primer tercio del siglo XIV. Sin embargo, la conquista definitiva de Algeciras por el Reino de Fez (benimerín) ocurrió en el año 1344, durante el sitio de 1342-1344.
Recordemos que en 1330 Castilla se impondría a Granada en la batalla de Teba, se firmó la Paz de Teba por la que los monarcas castellano, aragonés y nazarí se comprometían a una tregua de cuatro años y a la entrega de parias al rey castellano por parte del emir granadino.

A pesar de ello, desde su base en Algeciras, los musulmanes sitiaron Gibraltar, ocupada por los cristianos en 1309 y la reconquistaron en 1333.
La flota castellana del Estrecho no era lo suficientemente poderosa como para detener el constante flujo de tropas musulmanas hacia la Península, por lo que Alfonso XI de Castilla solicitó apoyo naval a la Corona de Aragón. Esta accedió a enviar en 1339 una flota, pero tras una operación en Algeciras, el almirante aragonés resultó herido por una flecha y su flota se dispersó. Siguió entonces un ataque de los benimerines contra la escuadra castellana, con un resultado catastrófico para esta: todos los barcos, excepto cinco que pudieron refugiarse en Cartagena, fueron destruidos por los musulmanes y Tenorio hecho prisionero y decapitado. Castilla quedaba así abierta de par en par a una nueva invasión norteafricana.
Al conocer el desastre, Alfonso XI de Castilla, (el justiciero),  decidió entonces jugar su última carta enviando a su mujer, María de Portugal, para que pidiera ayuda al padre de esta. No obstante, el rey Alfonso IV de Portugal, que entonces se encontraba algo rencoroso con su yerno por el abandono al que tenía sometida a su hija en favor de su amante Leonor de Guzmán, declinó inicialmente la propuesta, exigiendo que si el monarca castellano necesitaba ayuda, fuera él quien se la pidiera personalmente. Ante la situación, Alfonso XI no pudo hacer otra cosa que tragarse su orgullo y enviar una carta de su puño y letra a Lisboa. Alfonso IV respondió entonces positivamente y mandó una flota a Cádiz, que se unió a un contingente de 12 naves aragonesas que ya se encontraban ancladas allí.
Alfonso XI de Castilla puso en junio de 1333 sitio a Gibraltar, que había sido recuperada por los benimerines y que estaba en manos del infante Abu-Malik. Tras casi dos meses frente a Gibraltar, el monarca abandonó el istmo y se marchó a Sevilla sin cumplir su objetivo.

ESTATUA DE ALFONSO XI EN CÓRDOBA 
Segundo asedio a Gibraltar. Tras la tregua pactada con los musulmanes en la toma de Algeciras, Alfonso XI se dispuso a sitiar de nuevo Gibraltar e inició el cerco en 1349. Aunque al principio intentó tomar la plaza al asalto  la escasez de dinero hizo que desistiera del asalto y se limitarla a sitiarla.
En febrero de 1350 habían transcurrido siete meses y los musulmanes eran abastecidos en abundancia. Vino a sumar algo desastroso en la conquista de Gibraltar: una epidemia de peste que llegó hasta el campamento real. Pese a los consejos para abandonar lo que hoy es La Línea, Alfonso XI se negó a levantar el sitio y murió a causa de esta pandemia. En esta última ocasión, Alfonso XI había pasado estos siete meses en lo que hoy es La Línea junto a su amante, Leonor de Guzmán.
Levantado el cerco de Gibraltar sin conseguir recuperar esta plaza, el cuerpo del monarca fue llevado a Sevilla, donde recibió sepultura. Con su muerte, la Reconquista quedó interrumpida.
Alfonso XI falleció en 1350, víctima de la Peste negra, mientras asediaba Gibraltar. 
 
 

jueves, 4 de septiembre de 2025

PARADOR NACIONAL DE SANTIAGO DE LOS REYES CATÓLICOS

Los viajeros que visitan los Paradores, algunos de los 98 que existen, (hay uno en Portugal), no saben que podrían pertenecer a una comunidad agrupada en torno al club Amigos de Paradores, que no para de crecer.
Visita obligada es el Parador de Santiago de Compostela.

Cruzando Galicia, de día siguiendo la ruta del sol, de noche en pos de la Vía Láctea, el peregrino hacía el camino del Finisterre, el “finis terrae”, donde el mar se hunde en el océano tenebroso más allá del cual el hombre medieval imaginaba monstruos y portentos.
Y cruzando la ciudad antigua entre edificios con miradores corridos de madera, ha de llegar el viajero a la enorme plaza de piedra, que se llama el Obradoiro, porque en ella obraron los canteros que labraban las piedras de los edificios que la cercan, es decir, la catedral y el santuario, el hospital  (hoy Parador), el palacio de Raxoy y el colegio de San Jerónimo.


Si has apalabrado tu estancia en el Parador, estarás en uno de los hoteles más lujosos y con más historia de España. Ya su ubicación, con unas fantásticas vistas a la Catedral de Santiago de Compostela y a la Plaza del Obradoiro, convierte a este edificio en testigo excepcional del tránsito de millones de peregrinos de todo el mundo. Se localiza en el Antiguo Hospital Real fundado en 1499 por los Reyes Católicos con el objeto de acoger a los peregrinos que llegaban a la ciudad. Es de estilo plateresco y cierra uno de los lados cortos de la Plaza. El parador se conoce también como Hostal de los Reyes Católicos y cuenta en su interior con un Museo, cuatro claustros, elegantes y lujosos comedores y estancias y unas habitaciones históricas y excepcionales. El parador conserva en su interior muchos de los elementos arquitectónicos de la construcción original del siglo XV como paramentos, arcos, techos abovedados, artesanados de madera de estilo mudéjar, mobiliario y tapices. Acorde a la categoría del parador está la calidad de la oferta gastronómica de sus dos restaurantes, el Dos Reis y el Enxebre. El primero está especializado en cocina mediterránea y el segundo en platos de la cocina tradicional gallega. También dispone de varios salones para eventos y reuniones, centro de negocios y una tienda de recuerdos.

Después de acomodar el equipaje es obligado un garbeo por el edificio mirando los cuatro patios, las vidrieras y los salones. Si en eso tañen las campanas de la catedral, es que te llaman par que acudas obediente, sube la escalinata barroca  y entra en la basílica.
Y agradece la visita, porque Galicia te acogerá con los brazos abiertos.
Los Reyes Católicos Isabel y Fernando visitaron Santiago en 1486 y decidieron construirlo para atender a los peregrinos que llegaban del camino de Santiago.

Es un edificio de estilo plateresco diseñado por el Arquitecto Enrique Egás y construido entre 1501 y 1511.
La fachada gótico plateresca nos muestra a la izquierda de abajo a arriba a santa Catalina y San Juan Bautista. Derecha de abajo a arriba Eva, Santa Lucia y Maria Magdalena. En el friso los 12 Apóstoles y en las enjutas los medallones de Isabel y Fernando.
A la izquierda de la ventana central Cristo, Santiago y San Pedro.
A la derecha Virgen con el niño y San Juan.

Tiene 4 patios, dos góticos y dos barrocos con los nombres de los evangelistas. La Capilla Real tiene una reja del siglo XVI hecha en Toledo.
Es un verdadero placer pasar una noche en el Hostal que además de lo histórico cuenta con un servicio muy esmerado.









RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN.

Nació en Villanueva de Arosa, en 1869 - Murió en Santiago de Compostela, 1935. Narrador y dramaturgo. Se le considera, junto con Federico Ga...