lunes, 17 de noviembre de 2025

MIGUEL DE UNAMUNO

(Bilbao, 29 de septiembre de 1864-Salamanca, 31 de diciembre de 1936)
Escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. Cultivó todos los géneros literarios: ensayo, novela, poesía, periodismo y teatro.
Rector de la Universidad de Salamanca de 1900 a 1914 y de 1931 a 1936, destacado opositor a la dictadura de Primo de Rivera. Diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República, de la que se fue distanciando hasta el punto de adherirse a la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil, si bien terminó retractándose de dicho apoyo
En 1886 publicó en El Noticiero bilbaíno su primer cuento, titulado “Ver con los ojos”. Viajó a Italia y Francia en 1889. En 1891 opositó a la Cátedra de Griego de la Universidad de Salamanca ante un tribunal presidido por Menéndez Pelayo, y allí conoció a Ganivet, que optaba, ante el mismo tribunal, a la Cátedra de Granada. Unamuno obtuvo la plaza, y pocos meses después, en verano de 1891, acudió a Salamanca, que entonces era una ciudad de 23.000 habitantes, para tomar posesión de su cátedra. 

En octubre de 1894 comenzaron las contribuciones de Unamuno al semanario de inspiración socialista “La lucha de clases”.  En 1899 se celebró la oposición a la Cátedra de Filología Comparada del Latín y el Castellano de Madrid, a la que concurrió Menéndez Pidal. Unamuno, que figuraba entre los firmantes, no se presentó. En 1900, Unamuno fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca. En 1902 apareció el primer volumen publicado por Unamuno: En torno al casticismo, que reúne cinco ensayos publicados en 1895 en la revista La España Moderna. El 26 de agosto de 1908 actuó Unamuno como mantenedor en los Juegos Florales de Bilbao, donde pronunció un discurso, que irritó a muchos, en el que instaba a abandonar el cultivo del vascuence (lengua en la que “no cabe el pensamiento moderno”) y a “irrumpir en el castellano”.
En 1915 fue elegido concejal del Ayuntamiento de la ciudad, función que desempeñó hasta 1920. En noviembre de 1917 publicó el artículo “Ni indulto ni amnistía, sino justicia”, que llevaba como subtítulo “Si yo fuese rey”. Como consecuencia se produjo el inmediato proceso del autor, y los tribunales valencianos condenaron a Unamuno a dieciséis años de cárcel por injurias al Rey de España. Se negó a solicitar el indulto y sólo aceptó pedir la revisión de su condena.
La Facultad de Letras eligió decano a Unamuno y a comienzos de 1921 fue elegido vicerrector por el claustro universitario. En 1922 Unamuno acudió a Palacio y se entrevistó con el Rey, en medio de una gran expectación.
En 1923, la instauración del directorio de Primo de Rivera despertó en Unamuno los peores augurios. En una carta a Alfonso Reyes, fechada el 23 de octubre de 1923, escribió: “El Primo ese de Rivera no tiene más seso que una rana; es un prototipo de frivolidad y vanidad señoritil”. En febrero de 1924 recibió la comunicación de que había sido destituido de sus cargos, suspendido de empleo y sueldo y condenado a pena de destierro. Pasó ocho días en un hotel de Cádiz, y allí recibió a un enviado de Martínez Anido que le ofreció el indulto a cambio de una retractación pública. Unamuno rechazó el ofrecimiento. En compañía del periodista Rodrigo Soriano, también deportado, Unamuno llegó a Las Palmas el 2 de marzo. Significativa fue la protesta de ciertos escritores extranjeros, como Romain Rolland, Max Scheler, Gabriele D’Annunzio o Leopoldo Lugones. En España, algunas reacciones a favor de Unamuno acarrearon sanciones inmediatas: Fernando de los Ríos fue procesado, y a los catedráticos de Madrid Jiménez Asúa y García del Real se les abrió expediente administrativo. Instalado ya en la pensión de Puerto Cabra se trasladó a París, adonde llegó el 21 de julio. Allí lo acogieron, entre otros, Eduardo Ortega y Gasset, Alfonso Reyes y Crawford Flitch. En agosto de 1925 decidió acercarse a España y se instaló en Hendaya.
En su refugio de Hendaya recibió Unamuno las visitas de escritores como Jules Supervielle y el conde de Keyserling. Corrió la voz de que Unamuno figuraba entre los candidatos a recibir el Premio Nobel de Literatura, y el gobierno español hizo saber al de Suecia que el escritor vasco era considerado “un factor de desorden”. En diciembre de 1929 se produjo la caída de Primo de Rivera. El 9 de febrero de 1930, Unamuno cruzó la frontera de Hendaya y pisó tierra española después de seis años de ausencia. El 11 de febrero llegó a Bilbao. La entrada en Salamanca al día siguiente, en un automóvil se produjo entre las aclamaciones de la multitud. Unamuno se encaminó directamente a casa para saludar a su familia y luego, desde el balcón, dirigió algunas palabras a los miles de personas que abarrotaban la calle, a quienes recordó que se había cumplido la promesa que hizo seis años antes en la estación, cuando partía hacia el destierro: “Volveré, no con mi libertad, que nada importa, sino con la vuestra”. El advenimiento de la República en 1931 volvió a colocar a Unamuno en un lugar destacado de la vida pública: el 12 de abril fue elegido concejal de Salamanca por la coalición republicano-socialista, y dos días después fue el encargado de proclamar la República desde el balcón del Ayuntamiento. 


El 18 de abril, el claustro universitario lo eligió nuevamente rector; el 27 del mismo mes recibió el nombramiento de presidente del Consejo de Instrucción Pública, y el 28 de junio fue elegido diputado de las nuevas Cortes Constituyentes. El día 1 de octubre de 1931, Unamuno inauguró, en su calidad de rector, el nuevo curso académico, y lo hizo “en nombre de Su Majestad España, una, soberana y universal”. A comienzos de 1932 murió su hermana María, y en noviembre Unamuno rompió con el diario El Sol y pasó a colaborar en Ahora. El 14 de diciembre la Real Academia Española eligió a Unamuno miembro de número. 1931 fue el año del fallecimiento de su mujer, Concha. En 1934 se produjo la jubilación oficial. Al acto de homenaje asistió el presidente de la República y Unamuno pronunció su última lección. Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República, había dejado firmado un decreto por el que se nombraba a Unamuno rector perpetuo de la Universidad y se creó una cátedra con su nombre. Se inauguró el busto de Unamuno, hecho por el escultor Victorio Macho en Hendaya, que preside la escalinata del palacio de Anaya. A raíz de la Revolución de Asturias y el restablecimiento de la pena de muerte, Unamuno vio cómo el 18 de octubre se prohibía la publicación de un artículo. El 10 de febrero de 1935 asistió en Salamanca a un mitin de Falange Española, cuyo fundador, José Antonio Primo de Rivera, lo había visitado antes en su despacho. A finales del mismo mes viajó a Inglaterra para recibir el doctorado honoris causa que le concedió la Universidad de Oxford. El 10 de abril Unamuno acudió a París, con Blas Cabrera, Ortega y Gasset y otras personalidades, para asistir a la inauguración del Colegio de España, donde pronunció una conferencia sobre Quevedo. Pocos días más tarde, el 13 de abril, un decreto presidencial nombró a Unamuno ciudadano de honor de la República. En 1936, poco después de estallar la rebelión militar del 18 de julio, Unamuno efectuó a un corresponsal de la agencia International News unas declaraciones críticas contra el gobierno de Azaña. Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Esto provoca la derogación, el 22 de agosto de 1936, del decreto por el que, dos años antes, se había nombrado a Unamuno rector perpetuo de Salamanca. Desde la sede del Gobierno provisional de los sublevados en Burgos y a manera de réplica, el general Cabanellas firmó el 1 de septiembre otro decreto para confirmar a Unamuno en todos sus cargos. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra.

La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio, decidido a hacerle una petición. Ocho días antes del incidente de la Universidad denunció directamente ante el dictador los desmanes del bando nacional. Miguel de Unamuno se reunió con el general Franco el día 4 de octubre de 1936 en el Palacio Episcopal de Salamanca. Unamuno le recrimina a Franco: "No se trata de conquistar; hay una diferencia entre conquistar y convertir"
Unamuno, que en principio veía con simpatía el hecho de que las fuerzas militares tratasen de poner orden en la anarquía reinante sin pronunciarse por ello expresamente contra la República, reaccionó pronto ante la ola represiva de condenas y fusilamientos que se desató en Salamanca apenas instaladas en la ciudad las fuerzas rebeldes. El día 12 de octubre, en el acto literario celebrado en el Paraninfo de la Universidad, Unamuno intervino para declarar que “La nuestra es una guerra incivil” y que “Primero hay que persuadir porque vencer no es convencer”, junto a otras observaciones que exasperaron al general Millán Astray y a otros jefes militares y desencadenaron actitudes amenazadoras. Unamuno tuvo que salir del recinto acompañado por la esposa del general Franco. A raíz del incidente, el claustro universitario pidió la destitución de Unamuno como rector, y, por decreto de 22 de octubre, las nuevas autoridades nombraron a Esteban Madruga. Unamuno permaneció recluido en su domicilio, donde aún recibió algunas visitas, y murió el 31 de diciembre.


Comentario:
Miguel de Unamuno se reunió con el general Franco el día 4 de octubre de 1936 en el Palacio Episcopal de Salamanca. Apenas cuatro días antes, el 30 de septiembre, el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de España había publicado el nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Gobierno del Estado.
"La entrevista fue publicada en enero de 1937 en el número 52 de la revista: “Esprit: revue International”. "Fue realizada el 5 de noviembre del 36 por un periodista que trabajaba para el grupo de prensa católica belga Ven l'Avenir, seguramente Maurice Tock, y acabó publicada sin firma en la revista Esprit porque Unamuno era un referente en el pensamiento cristiano y humanista de aquella época en Europa", nos aclara el autor del libro.
"He lanzado un grito de alarma -dice Miguel de Unamuno-. He sido también el primero en proclamar que era necesario salvar la libertad de España.
Se cometen crímenes, venganzas, ejecuciones sumarias, no aquí en Salamanca, sino en Valladolid, por ejemplo, y en los pueblos apartados donde reina la fuerza y la arbitrariedad.
Esto es inadmisible. He sugerido a Franco que debía hacer reinar el orden en todas partes. No se trata de conquistar; hay una diferencia entre conquistar y convertir.
El libro de Severiano Delgado lleva como subtítulo "El acto del 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca" La estructura del libro se sostiene sobre las 15 entrevistas concedidas por Unamuno a diferentes periodistas, entre el 6 de agosto y el 26 de diciembre de 1936.
Basándose en nuevos documentos, Delgado refuerza su tesis de que fue Luis Portillo, joven profesor de Salamanca que participó en la guerra en el bando republicano y posteriormente se exilió a Londres, quien creo el mito del brutal enfrentamiento dialéctico entre Unamuno y Millán Astray. Según su investigación la realidad de lo ocurrido nada tiene que ver con lo que ha llegado al imaginario popular: "Luis Portillo construyó su relato literario sin haber estado ahí. Unamuno no contestó a Millán Astray. Anunció, al principio del acto, que lo presidía en representación de Franco (su mujer estaba sentada a su lado). Unamuno tomó la palabra para contestar un discurso previo del catedrático de Literatura Francisco Maldonado que había identificado a Cataluña y el País Vasco con la "antiespaña". Eso era algo que Unamuno no podía soportar.
Para él hablar de lo "antiespañol" o la "antiespaña" era algo inadmisible que había combatido toda su vida. Él tenía un concepto universal de lo español enlazado con el idioma. Y utilizó el ejemplo de lo ocurrido con José Rizal (fusilado injustamente por los españoles y posterior héroe de la independencia de Filipinas). Fue la referencia a José Rizal lo que hizo saltar a Millán Astray que lanzó el grito "Mueran los intelectuales traidores" porque él había combatido en la guerra de Filipinas contra los autoproclamados seguidores de Rizal". Según lo recordado por Millán Astray él, después de pedir hablar, advirtió con unas breves palabras a los jóvenes soldados para que no fuesen embaucados "por intelectuales que hacían juegos malabares con las palabras".
Para Delgado, el discurso que Luis Portillo puso en la boca de Unamuno como respuesta a una supuesta intervención anterior de Millán Astray, es una invención literaria de arriba abajo. "Ni viva la muerte, ni gritos de rigor, ni venceréis pero no convenceréis, ni retratos de Franco... Nada de eso ocurrió. Unamuno tomó la palabra y de una manera muy didáctica intentó explicar por qué vencer no era convencer y conquistar no podía ser convertir. Hace unos días se lo había explicado también a Franco. Denunció con claridad los excesos de la guerra a la que calificó como "incivil" y específicamente las barbaridades que se estaban cometiendo en la zona nacional y, especialmente, la actitud de las mujeres que acudían a los fusilamientos entre rezos y rosarios".
La fabricación de la leyenda que ha llegado hasta nuestros días, incluso reproducida en el cine a través de la película de Amenabar Mientras dure la guerra, queda perfectamente documentada con la reproducción por parte de Severiano Delgado de un sinfín de documentación. Entre ellos la primera página de dos documentos desconocidos: la nota de prensa de la Oficina de Propaganda del Gobierno de la República (probablemente redactada por Luis Portillo), y una copia mecanografiada de "Unamuno`s Last Lecture" (el artículo que Luis Portillo publicó en la revista Horizon en 1941 y que fue la fuente en la que bebió Hugh Thomas en su primera investigación sobre la Guerra Civil en 1961) sin firma ni fecha encontrada en la Universidad de Puerto Rico.

viernes, 14 de noviembre de 2025

DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y CAÍDA DE ALFONSO XIII

Durante el transcusrso de la Gran Guerra, (1914-1918), aunque España era nuetral, el clima social, político y la economía influyó negativamente. En el exterior se veía a España como un país imposible de gobernar. En 1920 hubo 1.060 huelgas. Los anarquistas reconocieron la revolución rusa de 1917 como la oportunidad esperada para terminar con el capitalismo. Esto forzó la división del PSOE y en el ala más izquierda se independizó con el nombre de Partido Comunista de España. La guerra del Rif, nunca solucionada desde 1909, terminó con el Desastre Annual de 1921,con cerca de 20.000 soldados muertos, lo que propició muchas reticencias del pueblo hacia el ejército y el rey.
Y apareció un militar en septiembre de 1923, el general Primo de Rivera da un golpe de estado que durará hasta 1930. Se propuso poner orden social y asegurar la unidad de España, pero sin un programa político. 

Miguel primo de Rivera
Entre los tantos a su favor se cuentan la construcción y equipamiento de nuevas escuelas, el respeto a la huelga y los sindicatos libres, la jubilación pagada para cuatro millones de trabajadores, la jornada laboral de ocho horas, que hay que decir que fuimos los primeros del mundo en adoptarla, una sanidad nacional razonable, lazos estrechos con Hispanoamérica, las exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla, la concesión de monopolios como teléfonos y combustibles a empresas privadas (Telefónica, Campsa), y una inversión en obras públicas, sin precedentes en nuestra historia, que modernizó de forma espectacular reservas de agua, regadíos y redes de transporte.  Promulgó la ley del sufragio femenino en 1924. Se concedió el voto a las mujeres solteras y viudas mayores de edad para las elecciones municipales, que incluso en las elecciones de 1931 pudieron ejercer su derecho al voto.
Pero el pueblo y la Iglesia, sobre todo, seguían en su letanía. El nacionalismo catalán jugaba fuerte para conseguir una autonomía propia.
La represión de Primo de Rivera se centró especialmente en intelectuales y periodistas, la crítica de la dictadura. Blasco Ibáñez, Unamuno, Ortega y Gasset, entre muchos, tomaron partido contra él. Y Alfonso XIII comenzó a distanciarse tímidamente.
Cuando el rey dejó caer a Primo de Rivera, la monarquía parlamentaria estaba muerta. Tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera, unos se inclinaban por soluciones autoritarias conservadoras, y otros, menos, pero bastantes, por soluciones autoritarias desde la izquierda. Siempre hubo republicanos de izquierdas y de derechas.

Rey Alfonso XIII
Las ideas nacionalistas vasca y catalana complicaban el gobierno.
En enero de 1930 se preparaba en Andalucía una conspiración para el día 28 de la que estarían al tanto Diego Martínez Barrio, Miguel Maura, Carlos de Borbón. Iba a ser dirigida por el general Goded, gobernador militar de Cádiz. No llegó a suceder, pues Primo de Rivera terminó dimitiendo el 28 de enero, y se exilió en París.
El monarca asignó el gobierno al general Dámaso Berenguer, dando paso al periodo conocido como la “Dictablanda” (1930-1931) un régimen más permisivo que el anterior. Su objetivo era volver a aplicar la Constitución de 1876 y evitar cualquier enfrentamiento y desbordamiento social. Pero por una parte estaban lo socialistas y anarquistas y por otra el creciente número de partidarios del naciente partido Alianza Republicana (1926) respaldado por intelectuales, estudiantes y algunos miembros de ejército y por Acción Republicana (1925) liderada por Azaña, cada cual con deseos de cambio absoluto. Además del creciente protagonismo del nacionalismo, tanto catalán como vasco. 
Y así es como aparece el 17 de agosto de 1930 el “Pacto de San Sebastián”, un encuentro entre los diferentes partidos políticos republicanos para poner fin a la monarquía y acabar con la dictadura militar de Berenguer, que había recibido el apoyo del rey.

Miembros del Pacto de San Sebastián 
El casino de la ciudad vasca fue el lugar elegido para la reunión de los precursores de la Segunda república. Entre ese grupo de políticos destacaban figuras tan relevantes como Alejandro Lerroux, Miguel Maura, Manuel Azaña e Indalecio Prieto. Aunque no estuvieron en ese encuentro, unos meses más tarde la UGT y el PSOE también se sumaron al pacto. La única formación que no acudió a San Sebastián fue el Partido Federal Español, que estaba en reconstrucción. En el Pacto de San Sebastián es donde se encuentran las ideologías que marcarán la futura República Española. El plan era conseguir unas elecciones que sirviesen para crear unas Cortes que elaborasen una nueva Constitución ya republicana. Hubo unos principios de acuerdo entre los partidos. Entre las decisiones que se tomaron fue la de crear un Estatuto de Autonomía para Cataluña y abrir el camino a que otras regiones de España pudiesen hacer lo mismo. También se acordó promover una huelga general en diciembre para forzar la caída del sistema monárquico. El gobierno fue desestabilizado por un grupo de militares tras el levantamiento de Jaca en diciembre de 1930, que fracasó y luego sus cabecillas fueron fusilados convirtiéndose en héroes para los partidarios de la República.
El general Berenguer, antes de ceder el poder al almirante Juan Bautista Aznar, con buenas intenciones decidió aplazar las elecciones previstas y en su lugar convocó elecciones municipales para abril de 1931. El gobierno de Berenguer había iniciado su singladura con el objetivo de retornar a la Corona su discutida autoridad moral. Legaliza partidos y sindicatos, pero es inútil, Berenguer constata su soledad política.. Berenguer dimite en febrero de 1931 y el declinar de la monarquía es imparable. Se constituye un gobierno de concentración nacional presidido por Juan B. Aznar, un militar. A este gobierno agonizante sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales, las primeras en España, la fecha es el 12 de abril de 1931.
En los resultados, si bien las opciones monárquicas obtienen más votos, los partidos republicanos son los que consiguen más concejales, 34.368 frente a los 19.035 de los monárquicos. Es sin duda el advenimiento de la República. Alfonso XIII tenía las horas contadas.

Juan Bautista Aznar 
Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
En Eibar la población se echa a la calle proclamando la República. 
Ese mismo día 14 de abril, el rey emprende un viaje a Francia, sin retorno.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

BÁRBAROS EN HISPANIA

El Emperador romano, Teodosio el Grande  que nació en Hispania, en la ciudad de Cauca, la actual Coca en el año 347 d.C., se convierte máximo dirigente del Imperio Romano en el año 378 y toma dos importantes decisiones. Por un lado declara al Cristianismo como la nueva religión del Imperio, de esta forma la iglesia cristiana llegó a desempeñar importantes cargos administrativos.
Por otro lado decide hacer un pacto con los Godos y les ofrece territorios dentro del Imperio a cambio de que sirvan en las legiones romanas.
Teodosio reunió las porciones oriental y occidental del Imperio, siendo el último emperador en gobernar todo el mundo romano.

TEODOSIO EL GRANDE 
Las invasiones germánicas en la península ibérica (o invasiones bárbaras) surgen en el siglo V, en el contexto de las grandes migraciones que alteraron la distribución de los pueblos en Europa y precipitaron el final del Imperio romano de Occidente. La península ibérica, en particular, sufrió la ruptura de la organización política y administrativa que el Imperio romano había adoptado, en las distintas provincias en que se dividía administrativamente Hispania.
Teodosio trasladó la corte a Constantinopla en el año 380. En este momento, el Imperio Romano se hallaba en una situación novedosa, los dos emperadores eran católicos.
Teodosio convocó el primer concilio de Constantinopla en el año 381, donde el arrianismo fue condenado. Endureció las penas contra los herejes.
Bajo los emperadores Graciano y Teodosio el Grande los ciudadanos romanos se convirtieron en masa al cristianismo. Muchos tal vez sólo para evitar perjuicios, pero los hijos de estos conversos por conveniencia recibieron una educación cristiana.
Algunos arrianos se hicieron católicos, otros adoptaron otras religiones menos perseguidas, especialmente el maniqueísmo, y otros decidieron abandonar el Imperio y predicar el arrianismo entre los germanos.
A medida que los bárbaros germanos entraban en contacto con la civilización fueron aceptando también el cristianismo, pero lo hicieron en la versión arriana, en parte porque eso les daba una excusa para seguir considerando a los romanos como enemigos.
Después de la muerte de Valentiniano II en el año 392, Graciano renunció al control de las provincias ilirias y se retiró a Tréveris en la Galia para dejar que Teodosio actuara sin estorbos. Los romanos presentan una gran debilidad tras la derrota de Adrianópolis y como solución buscan el reclutamiento de los bárbaros para luchar contra otros bárbaros.
Teodosio gobernó como emperador único de todo el Imperio Romano. Nombra co-augusto para Occidente a su hijo menor Honorio. Reunifica bajo su mando, en el año 394, a todo el Imperio romano y siendo por ello el último emperador en gobernar la totalidad del Imperio.

CONSTANTINOPLA 
Los godos y sus aliados, vándalos, taifalae, bastarnos y los nativos carpianos, afianzados en las provincias de Dacia, Panonia inferior y oriental absorbieron la atención de Teodosio. Pactó finalmente con los godos y los dejó asentarse al sur del río Danubio como un reino independiente con la condición de que custodiasen la frontera. Los tratados finales con el resto de las fuerzas godas, firmados en  octubre del 382, permitieron a amplios contingentes de godos, principalmente tervingios establecerse a lo largo de la frontera del río Danubio en su zona meridional en la provincia de Tracia.
Después de la muerte de Graciano en el año 383, el interés de Teodosio se centró en el Imperio Romano de Occidente. Teodosio favoreció el alistamiento de godos y otros bárbaros en las legiones romanas. Convirtió en generales a un buen número de ellos. Los godos entonces tuvieron obligaciones militares de luchar por los romanos como un contingente nacional, en lugar de integrarse completamente en las fuerzas romanas. Las legiones de Britania eligieron emperador a su general, Magno Clemente Máximo, quien se adueñó de la Galia en el año 383, y mató a Graciano. Teodosio nombró Augusto a su hijo menor Flavio Honorio en el año 393, que sólo contaba con nueve años de edad y le otorgó el gobierno del Imperio Romano de Occidente.  Teodosio se encontraba todavía en Milán en el año 395, cuando cayó enfermo y murió poco después.


VÁNDALOS, SUEVOS y ALANOS
en el 409 llegaron a Hispania varias oleadas de  estos pueblos germánicos, denominados (étnicamente iranios), que habían sido violentamente desposeídos de sus tierras por las invasiones hunas y que, después de esa expulsión, habían vagado por Europa hacia occidente en busca de nuevas tierras donde instalarse. Los alanos eran oriundos de la región del Cáucaso, los vándalos eran de origen escandinavo; los suevos, también germánicos, estaban emparentados con los anglos y los sajones que en ese tiempo se instalaron en Inglaterra.
Aunque los romanos reconocieron los hechos, llegando a acuerdos para el asentamiento de estos pueblos en distintas zonas de Hispania, los suevos fueron los únicos que alcanzaron una mayor estabilidad y se organizaron políticamente. Crearon un reino que abarcaba Galicia y la zona norte del actual Portugal, con capital en Braga. El reino se expandió luego hacia el sur del Duero.
Mientras en Roma, Constantino III se hizo proclamar emperador desafiando a Honorio, que había heredado los derechos tras la muerte de su padre, Teodosio. Constantino III se hizo con la Galia y Hispania. A pesar del éxito conseguido cometió dos errores importantes, que provocaron el descontento entre los hispanos: por una parte, saqueó indiscriminadamente algunas zonas conquistadas, y por otra, encargó la defensa de los Pirineos occidentales a sus tropas, rompiendo así la tradición de confiarla a las tropas locales. El general romano Geroncio, se subleva contra su emperador. Geroncio concedió a las tropas bárbaras el derecho a saquear los campos palatinos y el deber de proteger los pasos de los pirineos. Realizó un pacto con los bárbaros que se habían instalado en el sur de la provincia de Aquitania para que atravesaran los Pirineos y entraran en Hispania. Así llegaron los Godos, Suevos, Vándalos y Alanos a Hispania. A los Alanos les concedió las provincias de Lusitania y la Carthaginensis, los Vándalos recibieron la Bética, los Suevos ocuparon la actual Callaecia y los Godos controlaban la Tarraconensis, Pretendía que le ayudaran en la lucha contra Constantino III. Una vez en Hispania, siempre por medio de pactos, les permitió la libre circulación y el asentamiento en las zonas dominadas.
Geroncio se dirigió hacia el sur de Galia para finiquitar a Constantino III. Sitió a la ciudad de Arles, donde se encontraba Constantino III y también el general Honorio.

MONEDA DE CONSTANTINO III 
Honorio solicitó la ayuda de quienes habían arrasado Roma: los visigodos, que a la sazón se hallaban decidiendo qué rumbo tomar tras la muerte de su primer gran rey, Alarico.
El poder legítimo de Roma volvía a imponerse en la península, pero sólo en una mínima parte, la franja costera de la Tarraconense y las zonas del curso medio y bajo del Ebro. El resto del territorio estaba ya en manos de aquellos bárbaros a los que otros romanos, usurpadores, que se lo habían servido en bandeja. Los visigodos, tras esta primera incursión en Hispania, regresaron al sur de la Galia. Volverían pocos años después para instalarse definitivamente.

sábado, 8 de noviembre de 2025

ASEDIO A CARTAGENA DE INDIAS. BLAS DE LEZO Y VIRREY ESLAVA

Durante los últimos años se ha desarrollado un meritorio esfuerzo por ensalzar a uno de los héroes navales de España, Don Blas de Lezo. Pero lamentable mente por hacer aún más grande la figura del personaje, se le han atribuido méritos que nos son suyos y se han menospreciado a otros militares con los que compartió plaza. Este es el caso del navarro Don Sebastián de Eslava, máxima autoridad en la batalla de Cartagena de Indias, en la que España venció, contra todo pronóstico, a Inglaterra, logrando mantener la hegemonía en el continente americano. Sebastián de Eslava y Lazaga nació Navarra en 1685.
Tuvo una temprana vocación por la carrera de las armas y sentó plaza en 1702 de soldado distinguido en el Tercio de Navarra. Asistió a toda la primera campaña de Portugal. Terminada la campaña, concurrió al sitio de Gibraltar. En el transcurso de la guerra de sucesión, donde coincidiría en diversas ocasiones con su hermano Rafael, se halló en el sitio de Barcelona en 1706, en las campañas de Extremadura y Portugal, en las batallas de Almansa, Almenara y Zaragoza y en las victorias de Brihuega y Villaviciosa, y por último, en el sitio de Barcelona, con el empleo de primer ayudante de Guardias en Septiembre de 1714. En 17 años de servicio, Eslava, no sólo ha ascendido al empleo de coronel, sino que brilla como uno de los más destacados. 
En 1732 participó en el sitio de Orán y la reconquista de Ceuta y a su regreso de esta campaña le encomiendan la reorganización del regimiento de Castilla. En Toscana se incorporó al ejército expedicionario del Duque de Montemar, encargado de la con quista de Sicilia, y con él pudo asistir a la cabeza de su brigada, y contribuir a la gloriosa victoria de Bitonto y Bari. Después de tomar parte en el largo asedio y conquista de Capua, el año 1734, fue promovido al empleo de Mariscal de campo y destinado como inspector de infantería en Italia. En 1739 el rey Felipe V le encomendó la gran empresa que marcaría su vida para siempre, ser Virrey del restaurado Virreinato de Nueva Granada. La propuesta la realizó el ministro de Marina e Indias José de Quintana.

SEBASTIÁN ESLAVA 
La elección se fundamentaba en el conocimiento que se tenía en España de la gran flota inglesa que se preparaba para la con quista de las Indias, y Eslava representaba a uno de los generales más expertos en sitios y por su acreditada experiencia en gestión de operaciones.
En abril de 1740 Eslava hace su entrada en Cartagena de Indias. Tras su revista a la ciudad se encuentra una situación lamentable, sin ningún estado de defensa, ni armas ni pólvora y sin casi tropa. no coincidieron en la estrategia y tuvieron graves desavenencias. Además, la situación económica de las arcas de la ciudad era desastrosa por la corrupción y los negocios perjudiciales a su real servicio. Los siguientes meses fueron de una actividad frenética, reparando fuertes, armando castillos, y organizando todas las tropas existentes y las venidas desde la península. Contaba en la plaza además con 6 buques de guerra a los que mandaba el almirante Blas de Lezo y que aportaron hombres, cañones y municiones a las defensas. El 13 de marzo de 1741 aparecían en el horizonte los primeros palos de la flota del Almirante inglés Vernon. Compuesta por 186 barcos, 11.000 soldados de desembarco y 12.600 marinos. Eslava contaba para la defensa con 1.905 hombres más los 6 citados barcos de Lezo.
Lo que no se difunde es que en Cartagena no era él quien comandaba la defensa de las fortificaciones, sino el virrey de Nueva Granada, don Sebastián Eslava, un hombre culto, decidido y de carácter. Lezo estuvo enfrentado a su jefe. Ambos tenían el grado de teniente general, siendo Lezo de mayor antigüedad y el comandante directo de los buques de la Armada, lo que no quitaba que el virrey Eslava fuera la máxima autoridad en la plaza.

MONUMENTO A BLAS DE LEZO EN CARTAGENA DE INDIAS DETRAS 
EL FUERTE SAN FELIPE 
Al igual que Blas de Lezo, Eslava era un hombre de hierro, enemigo de los halagos y sin pelos en la lengua. Felipe V por Real Cédula de 20 de agosto de 1739, el Rey restauró el Virreinato de Nueva Granada y lo puso a cargo don Sebastián de Eslava, caballero de la Orden de Santiago.
Algunos estudios mantienen a modo de dogma todo lo dicho por Lezo en su diario y lo expresado por los otros protagonistas es tildado de opinión viciada, despreciada o simplemente obviada. Lo cierto es que la lectura de estos diarios no deja duda de la alta autoestima en la que Lezo se tenía a sí mismo”, señalan Jesús Dolado y Eduardo Robles.
Mientras Edward Vernon mandó acuñar en 1741 para conmemorar una supuesta victoria inglesa sobre Cartagena de Indias. Las medallas, acuñadas en anticipación al triunfo, representan a Vernon como vencedor.
Muestra un retrato del almirante Vernon y la leyenda "ADMIRAL VERNON VEIWING THE TOWN OF CARTHAGANA" (Almirante Vernon contemplando la ciudad de Cartagena). Y en el reverso: Presenta una bahía con barcos y la leyenda "1741 THE FORTS OF CARTHAGENA DESTROYD BY ADM VERNON" (1741 los fuertes de Cartagena destruidos por el almirante Vernon). La medalla se acuñó antes de la batalla, por lo que es una "noticia falsa" del siglo XVIII que anticipaba una victoria que nunca sucedió.

Cuando en marzo de 1741 se materializó el tercer intento británico de tomar Cartagena de Indias, la relación entre Eslava y Blas de Lezo, ambos igual de temerarios.
En un informe que Eslava envió por Vía Reservada el 1 de junio de 1741 a José Quintana, expuso lo poco útil que fue la estrategia del vasco de hundir los navíos: “Todo el interés de Lezo estaba en hundir sus navíos para que no cayeran en poder del enemigo y resultase él responsable, y pretender tapar con los cascos hundidos los canales por donde Vernon tendría que meter sus barcos; pero hundieron todos los barcos mal, no solo los suyos, sino que hizo hundir además nueve barcos mercantes que había en el puerto, y semejante ruina no sirvió para nada, porque los que debían desfondarlos los abandonaron antes de tiempo y así los buques no se hundieron donde debían sino donde el viento los llevó, de manera que ninguno estorbó para la entrada de Vernon, quien llegó con sus barcos hasta la misma bahía de las Ánimas, el puerto de la ciudad”.
El paso de las semanas derivó en un choque directo entre los mandos españoles. Si bien Eslava exigió con palabras gruesas en su informe a la Corte que cesara al marino por insubordinación hasta que explicara su comportamiento, Blas de Lezo no se quedaba corto en el fragmento de su diario que hizo llegar a Madrid al presentar al virrey como un cobarde y un incompetente: “A Eslava no le obedecía nadie, que nunca se arrimó al fuego, y que solo la tropa de marina salvó el honor porque la infantería tuvo un comportamiento pésimo”.

DESEMBARCO INGLÉS EN BOCACHICA 
El choque de pareceres entre ambos hombres no debe tenerse hoy, en cuenta ya que lo importante son los resultados, y queda claro que ambos fueron héroes en aquella batalla tan peligrosa para España.
Sólo hay que destacar que si Blas de Lezo fue olvidado mucho tiempo, solamente recordado en el ambiente de la marinería, la figura de Sebastián de Eslava, ha sido empañada, cuando no olvidada completamente.
Durante sus 9 años de administración, el virrey Eslava fundó hospitales y ciudades, construyó carreteras, promovió la pacificación de los indios Motilones y aportó armas, dinero y provisiones para defender algunas ciudades, también mantuvo la navegación en el río Zulia. Construyó 20 iglesias, reparó y agrandó otras, protegió la instalación de misiones y organizó las de la Provincia del Darién en Panamá. Así mismo, mejoró las finanzas del territorio y la administración de justicia. 

Ataque inglés a Cartagena de Indias - José Ferré Clauzel
En 1750 finaliza su estancia americana y regresa a la península. Es nombrado primeramente capitán general de las costas del mar océano en Andalucía y el Rey Fernando VI le concedió la llave de Gentilhombre de Cámara. Seguidamente le nombra director general de Artillería española y poco más tarde le responsabiliza de la Dirección general de Infantería. El 26 de agosto de 1754 fue nombrado ministro de la Guerra (secretario de Estado y de Despacho Universal de la Guerra), cargo que desempeñó hasta su muerte en 1759.
En 1760 Carlos III crea en honor de Sebastián de Eslava el Marquesado de la Real Defensa, entregándoselo a su sobrino Gaspar de Eslava y Monzón, pues su tío ya había fallecido en Madrid.
Y por idéntica razón, el 26 de agosto de 1760 la Corona otorgó el título de marqués de Ovieco al hijo de Blas de Lezo, Blas Fernando de Lezo y Pacheco, en honor a su padre que murió cuatro meses después de liberada Cartagena, a causa de una infección. De esta forma, el rey premió a ambos protagonistas igualando de esta forma a los héroes de la famosa victoria de Cartagena de Indias.
 
 

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