domingo, 21 de abril de 2019

EDAD CONTEMPORÁNEA-44- ALFONSO XII

Todo el siglo XIX había sido un desastre. Repasando vemos que hemos tenido, un rey cornudo, que abdicó dos veces, otro traidor y corrupto, otro francés impuesto. Una guerra sangrienta en la que el pueblo solito se levantó y luego mandó al carajo al mismísimo Napoleón. Varias regencias y una reina inútil. Un rey italiano elegido por votación. Tres guerras civiles, luego una república que no llegó a dos años. La pérdida de casi todas las posesiones americanas tras una guerra sin cuartel, una primera insurrección en Cuba, una guerra cantonal. Todo el siglo XIX fue de los peores de nuestra historia. Y la gente del pueblo estaba harta. Se necesitaba ya estabilidad, seriedad, trabajo, normalidad, justicia y que hubiera sanidad, educación y dejarse de salvadores de todo tipo. Con lo cual comenzamos a entrar en una etapa conocida como la Restauración Borbónica. Un sistema monárquico que comienza a finales de 1874, final de la Primera República y llega hasta el 14 de abril de 1931, proclamación de la Segunda república. Es decir que después del Sexenio democrático, recupera el trono la dinastía Borbónica con Alfonso XII. En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, por una cuestión sexual, le salía de allí. La verdad es que la abdicación de Isabel II no había llegado a Madrid desde París. Y también se prefería primero promulgar la nueva Constitución (que fue la de 1876). Alfonsito de Borbón, el hijo en el exilio de Isabel II, que tenía 18 años y era un chico agradable, bajito, moreno y con patillas, sensato y bien educado. La cosa resultó muy bien acogida, Serrano hizo las maletas, y el joven Borbón vino de Francia, desembarcó en Barcelona, y a primeros del año 1875 hizo una entrada solemne en Madrid, con el entusiasmo del mismo pueblo que decía y sabía que su madre había sido un putón. Pero el pibe vino como agua de Mayo. Cánovas era un político serio, presidente del Consejo de Ministros. El monarca caía muy bien, claro que era un putero, pero eso es de familia. Pero tenía sentido común. Se había casado por amor con la hija del duque de Montpensier, que era enemigo político de su madre. Ella se llamaba María de las Mercedes. (Vicente Parra y Paquita Rico), peli que lo explica, pero que para los que les sube el azúcar no está recomendada. Pero se ganaron el corazón de las marujas y todo cristo tuvo un subidón optimista. Todo iba de momento sobre ruedas, pero, hete aquí, que muere Mercedes. Funerales memorables y lágrimas a raudales por doquier. Pero hizo que el pueblo se pusiera de parte del rey como nunca había pasado. Otra oportunidad, pero… Alfonso XII murió en 1885 y sólo reinó diez años. Pero al menos España estaba en un momento próspero. Se fue formando una clase media. Lo que nunca. El quilombo Cubano estaba ya tranquilizado merced a la “Paz de Zanjón”. Los carlistas estaban más serenos después de su tercera guerra y derrota y hasta el pretendiente Carlos dijo “hasta luego Lucas” y como todo español que huye se fue a Francia. Mientras tanto ya había negocios prósperos en Asturias, Vascongadas y Cataluña se estaban forrando con su tres por ciento o lo que fuera. La minería, las industrias subsidiarias, todo esto en las Vascongadas y en Cataluña por el estilo, industria de telas y exportaciones, todo ello cimentado por la banca creciente, etc. Parlamentarios monárquicos felices con el rey y parlamentarios republicanos que en su mayor parte, tras la disparatada experiencia reciente, no creían un carajo en la república. Todos eran dinásticos. Se había promulgado en 1876 una Constitución que estaría en vigor más de medio siglo, hasta 1931. Se trataba de una monarquía parlamentaria a la manera inglesa. Cánovas líder del partido conservador y Sagasta líder liberal, se repartieron la gobernación del país de forma pacífica y constructiva. El periodo llamado de “Alternancia” Ninguno de los dos cuestionaba la monarquía. Todo con vaselina. Claro que se beneficiaban algunos sinvergüenzas ya que unos se iban y se ponían a otros y así sucesivamente. Pero había paz y estabilidad. A comienzos de 1879, Martínez Campos vino de Cuba para ponerse al mando de un nuevo gabinete. El fondo de la cuestión era una reforma profunda en las leyes para Cuba, la primera abolir la esclavitud. Finalmente se aprobó pero quedó aparcado su cumplimiento por la nueva boda del rey, que era viudo, las clases terratenientes de la isla consiguieron aplazar el acuerdo. Hasta que en febrero de 1880 se consiguió abolir la esclavitud en Cuba. En 1881 Sagasta ocupaba la jefatura del Gobierno. Llevó importantes cambios muy bien vista por gran parte de la sociedad. Autorizó la libertad de reunión, indultó a los periódicos suspendidos, estableció la libertad de prensa suprimiendo la censura previa. Inició una nueva política educativa. Otorgó el título de Princesa de Asturias a la infanta María de las Mercedes, título desierto a la espera de un hijo varón. Es claro que siempre hay gente que nace para tocarlos. Y hete aquí que el anarquismo, muy activo en Andalucía rechazaba todo tipo de participación electoral, todo lo contrario que los socialistas. Y en 1883 los sucesos de “La mano negra”, personajes de presunta filiación anarquista, se le atribuyeron asesinatos y diferentes acciones violentas y delitos. Fueron juzgados y ejecutados siete hombres. Lo cierto es que el campo andaluz atravesaba momentos de verdadero estancamiento.
Pero el gobierno obligado por las circunstancias fue girando de centro liberal a la izquierda para que en enero de 1884 Cánovas formara su segundo gobierno, claramente de derechas. Para el verano el gobierno estaba en crisis, para colmo un conflicto naval casi nos provoca una guerra con Alemania, que gracias al papa León XIII se pudo solucionar por vía diplomática. En la primavera de 1884 Alfonso XII enfermó de tuberculosis. Moriría en noviembre de 1885. La restauración estaba en peligro. Los partidos Liberal y Conservador acordaron la regencia de María Cristina, que había quedado viuda estando embarazada. Pero no presintieron el futuro. La España cainita, desde Viriato para aquí, se iba a hacer notar. Por ejemplo a la Iglesia todo lo que oliera a reforma y progreso le producía ampollas. La educación pública, el sufragio universal, la libertad de culto, el divorcio, etc. Y, cosa de este país, en cierta forma estaban de acuerdo con las izquierdas que tampoco estaban conformes con tibiezas. Querían aún más. Por un lado se consiguió un feroz anticlericalismo que con el tiempo se saldaría trágicamente. Hoy nos parecerá una barbaridad estos datos, por ejemplo la esperanza de vida era en aquellos tiempos de 29 años, las jornadas de trabajo de 12 horas. El 50% de los niños morían antes de los 5 años. El jornal en la industria era entre 3 y 5 pesetas, y en el campo de 1 peseta. En la familia tenían que trabajar todos los miembros, incluso los niños, pues un jornal no llegaba para sostenerlos. El 70% de la población era analfabeta. En la política existía la oligarquía, es decir el gobierno de unos pocos, generalmente pactado para distribuirse el poder. También se recurría a los “caciques” en los pueblos y comarcas, que eran los que conseguían manejar las votaciones y las inclinaciones necesarias para ello en el pueblo. Las elecciones estaban manipuladas, votaban los fallecidos, se ponían trabas a los electores contrarios y se les facilitaba a los adeptos. Los pucherazos eran algo corriente. Así las cosas la emigración comenzó hacia las ciudades y hacia América por parte de la gente joven. Tenemos todavía pendiente hablar de la Revolución Industrial, la condición de la mujer, de la evolución del pensamiento, la pérdida de Cuba, de Filipinas y Puerto Rico. En fin, que hay para rato.

BATALLA DE AYACUCHO

Ayacucho, 9 de diciembre de 1824 Es considerada la última batalla y desencadena el principio del fin del Imperio Español en América. En agos...